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Historia de la alquimia

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Historia de la alquimia
Científicos como Al-Biruni desarrollaron la alquimia en el mundo islámico.
La historia de la alquimia es larga y abarca tres continentes distintos: África, Asia y Europa. Se trata de una historia compleja y de muchos puntos de intersección e influencia, pero nada fácil de trazar, ya que los practicantes de estos saberes eran devotos del lenguaje críptico y simbólico, haciendo particularmente herméticos sus textos.
A grandes rasgos, pueden identificarse dos grandes tradiciones alquímicas: la oriental y la occidental.
La alquimia oriental tuvo su origen en China e India. La primera estaba estrechamente vinculada con el taoísmo, y posee en el cuerpo de textos de esta antigua religión su mayor conjunto bibliográfico. Tiene importantes coincidencias con la medicina tradicional china, la astrología china y el Feng Shui.
A diferencia de la variante occidental, centrada en los materiales, la alquimia china fue una especie de proto-farmacología. Es posible que la pólvora fuera uno de sus grandes descubrimientos, y la búsqueda del elixir de la inmortalidad su gran cometido.
En cuanto a la variante india de la alquimia, es una tradición mucho menos conocida, que se definía como “el arte de obtener el zumo o néctar” (Rasa) de las cosas, la Rasayâna. Con ello se buscaba sanar a los enfermos y rejuvenecer a los viejos.
Su objetivo era obtener el moksa: la perfección, liberación o inmortalidad. Por ello, se emparenta frecuentemente con la medicina ayurvédica y otras tradiciones metafísicas.
Por otra parte, la alquimia occidental nació en Egipto, a inicios del período helénico (c. 300 a. C.), en la ciudad griega de Alejandría, donde luego surgió la célebre biblioteca. Fue fruto de la herencia hermética egipcia (cuya figura central fue el Hermes Trimegisto, fusión del Thot egipcio y el Hermes griego).
La tradición hermética fue reinterpretada a la luz de las visiones griegas pitagórica, jonista y gnóstica, que proponían respectivamente la explicación del universo a partir de los números, la concentración de los fenómenos naturales y la adoración de un cosmos imperfecto.
A esta vertiente pertenece la teoría de los cuatro elementos, que veía en toda la materia existente una proporción variable de tierra, aire, agua y fuego. Esta tradición fue luego transmitida al Imperio Romano, en donde fue practicada hasta el surgimiento del cristianismo, que vio en gran parte de ella un conjunto de saberes paganos y heréticos
Buena parte de los saberes alquímicos se practicaban en la Europa medieval, durante el oscurantismo. Sin embargo, tras la caída del Imperio Romano, fue el mundo islámico en donde florecieron estas artes, libres de la persecución religiosa cristiana.
De hecho, en el Imperio Islámico fue donde realmente floreció la alquimia medieval, añadiendo grandes aportes a la tradición que se sostenía en los textos traducidos del griego de Platón y Aristóteles: un contraste importante con occidente, donde muchos textos alquímicos se perdieron para siempre
Posteriormente, la alquimia islámica fue la encargada de reintroducir sus saberes a Occidente, en donde sentó las bases para el posterior nacimiento de la química.

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