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Maxwell Bloch La cocina en los conventos Las cocinas dentro de los conventos fueron diseñadas como espacios dedicados a la satisfacción cotidiana con la intención de que ahí también se desarrollaran pautas de comportamiento dirigidas a la perfección. Estos espacios también fueron utilizados para la preparación de los alimentos en los días festivos. Esta fue la idea principal que se llegó a desarrollar con el paso del tiempo mediante adaptaciones. Recién construidos los conventos dependían de la caridad para su sustento diario. Esto se daba gracias al ingreso de las monjas, quienes eran hijas de españoles adinerados. Estas monjas entraban a los monasterios si se reusaban a casarse. En la mayoría de los casos las monjas tenían que ayunar debido a la insuficiencia del abasto de comida y también porque se ingerían los alimentos de una forma ritual. Fue dentro de estos espacios donde se empezaron a forjar los principios de la cocina tradicional mexicana. La organización de los conventos, en especial de las cocinas, era muy estricta ya que la comida no era abundante. La comida entraba a los conventos por las porterías y se almacenaba en la provisoria. El almacenamiento de los alimentos estaba a cargo de una persona con cualidades específicas, así como no ser golosa, tragona, ni perezosa. Cabe mencionar que dentro de los conventos se hacían inventarios y pedidos de comida muy exactos así como la práctica de rotación de alimentos. En los conventos las monjas y la demás elite española se alimentaban meramente de trigo mientras que las criadas y las indias se alimentaban principalmente de tortillas. Esta división racial también se encontraba a la hora de las tareas dentro de las cocinas ya que las criadas eran las encargadas de la molienda de todo tipo de granos y dependían de la aprobación de la maestra, o monja, para comenzar a guisar si es que les permitían guisar. Dentro de las cocinas de los conventos se emplearon recetarios españoles e incluso italianos y fue hasta el siglo XVIII que las nuevas costumbres y habilidades propias mexicanas se plasmaron en recetarios de cocina mexicana. Las cocinas conventuales eran espacios creados dentro de los conventos que se dedicaban a preparar la comida para grandes comunidades. Estos espacios, por consiguiente, debían de ser amplios y contar con ventilación para facilitar la circulación del aire para que la preparación de los alimentos se llevara a cabo adecuadamente. Con el paso del tiempo en el siglo VXIII estas cocinas conventuales fueron acatando reglas que ayudaron a crear uniformidades conceptuales dentro de los conventos y sus cocinas. Uno de estos requisitos era que las cocinas tuvieran bóvedas de extracción por donde se aspiraba todo el humos e los fogones. Algunos otros requisitos eran tener acceso a agua y la presencia de dos fogones al centro. También al necesidad ayudo al ingenio y se inventaron los bazares que eran planchas de ladrillo forradas de azulejo; su uso lo podemos comparar con un mesón de cocina actual cuya función es proporcionar espacio para facilitar la tarea de guisar así como para no tirar la merma de los alimentos en el piso. Con el tiempo se fueron creando costumbres dentro de los conventos. Tal fue el caso que era costumbre cerrar las puertas de la cocina y las ventanas para no dejar escapar los aromas mientras se guisaba. Ya una vez servida la comida se abrían las puertas y las ventanas para que todo el convento se impregnara con estos deliciosos aromas. Algo también muy importante dentro de las cocinas conventuales fue la decoración de las mismas .Hablar de las cocinas conventuales es hablar de espacios llenos de colores de azulejo, en especial de las talaveras, y un sinfín de utensilio de todo tipo de materiales como barro y cobre colgados sobre las paredes creando un espacio realmente placentero para la vista. La panadería fue parte fundamental dentro de estos conventos ya que el pan siempre fue el acompañante para la comida en el caso de las monjas con desinencia española. Llego a ser tan relevante que el tipo de harina, según su molienda, llego a representar el estatus social de cada convento; es decir, entre más fina estaba molida la harina era de mejor calidad. El área de cocina estaba usualmente ubicada fuera del convento en los patios para evitar incendios en caso de algún imprevisto que pudiera causar un incendio. Al igual estos espacios dieron luz a la dulcería mexicana la cual es una gama de la gastronomía tradicional de suma importancia. El azúcar y el chocolate fueron sin duda los dos ingredientes que saciaban las necesidades fisiológicas de las monjas. No cabe duda que los conventos construidos en el siglo XVII fueron la cuna en donde se dio el mestizaje culinario que hoy conocemos meramente como la cocina tradicional mexicana. Estos espacios dieron oportunidad para que se intercambiaran conocimientos e ingredientes entre estas dos grandes culturas. Ver una cocina conventual es mirar hacia atrás en la historia de la cocina mexicana y apreciar el forjamiento de nuestra propia gastronomía.
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