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133 EL COMPORTAMIENTO DE LA MADERA AL FUEGO Existe la idea ancestral de asociar la madera con el fuego, en el sentido de considerar a aquélla como el combustible tradicional. Esto ha hecho que el fantasma del fuego siempre aparezca cuando se habla de construcción con madera, como peligro fundamental, que en la mayoría de las veces, hace que se desis- ta del empeño y se busquen soluciones de hormigón o estructuras metálicas. Nada más lejos de haber acertado. La madera es el material ideal en muchos aspec- tos: estético, aislante, agradable su presencia al hombre, etc. y además también es uno de los materiales que integrados formando estruc- turas (puertas, forjados, pilares, etc.) tienen mejor resistencia al fuego. En cuanto a su reacción al fuego, sin ser mala, existe gran facilidad de mejorarla consiguiéndose sin ningún problema y de una forma casi perma- nente que una madera no se inflame, no pudiendo ser nunca la causa del inicio de un incendio. RESISTENCIA AL FUEGO DE UNA ESTRUCTURA Definición y criterios Este concepto se ha definido como «tiempo que una estructura o elemento estructural está cumpliendo sus funciones aún a pesar de la acción del fuego». Para su medición se establecieron una serie de parámetros que son los que utilizan las Normas de Ensayo para efectuar una clasifi- cación del elemento ensayado según su grado de resistencia, en un incendio. Los parámetros mencionados son: — Corta-fuego. — Parallamas. — Estable al fuego. El primero responde al llamado criterio de aislamiento térmico, considerado como satis- factorio cuando el calentamiento medio de la cara no expuesta y/o el calentamiento máximo no pasan, respectivamente, 140°C y 180°C. El segundo toma como base el criterio de estanqueidad a las llamas, cumpliéndose, hasta que un tampón de algodón colocado a 3 cm delante de la cara no expuesta, se inflama. También este criterio depende de que los gases emitidos fuera de la cara no expuesta sean inflamables o no, al aproximarse una llama cualquiera y continuar quemando al menos 20 segundos después del alejamiento de la fuente. Y en lo que concierne al parámetro 3 9 se basa en la propia cualidad del elemento, por el que continúa cumpliendo su oficio. Métodos de ensayo El método utilizado en los Laboratorios del Fuego consiste en someter la probeta, por una o varias de sus caras a la acción de un programa térmico definido por el método internacional: T — To 345 Ig (8t + 1) siendo: T : temperatura de la muestra en grados celsius. To: temperatura inicial de la muestra en grados celsius. t : tiempo en minutos. Ecuación logarítmica que da los puntos característicos siguientes: 15 min. —718°C 2 hor. —1030° C 30 min. —827' C 3 hor. —1090° C 1 hor. —925° C 4 hor. —1133°C 1,5 hor. —986° C 6 hor. —1194°C La obtención de este programa térmico normalizado se produjo tras múltiples ensayos y comprobación térmica de incéndios reales, por lo que el sometimiento de una muestra a este ensayo, simula con verdadera aproxima- ción lo que les ocurriría en un incendio real. Por ello, este ensayo es prácticamente el mismo en todos los países que tienen desarro- llada una tecnología de Ensayos de Fuego. En España se especifica en la NORMA UNE 23.093-81. RESISTENCIA AL FUEGO DE LA MADERA Factores necesarios para que una madera siga ardiendo A partir de los 275° C, la combustión de la madera es ampliamente exotérmica y se des- prenden grandes cantidades de gases. Una vez comenzada la combustión, conti- núa por si misma en tanto que haya aire sufi- ciente y una gran parte del calor desprendido no se disipe más que para calentar nuevas porciones de madera hasta que alcancen el punto de inflamación. ¿Cómo pues, un trozo de madera una vez inflamado y ardiendo puede apagarse, sin que las condiciones exteriores cambien? El calor producido por la combustión en la periferia de la pieza de madera, se disipa en gran parte por radiación y puede, a causa de la gran conductividad térmica del carbón y de la madera, no penetrar lo suficientemente rápido hacia el interior, para calentar las partes internas de la madera hasta el punto de desti- lación y el fuego se puede apagar, la combus- tión cesa. Esto explica porqué es difícil mantener una combustión de una pieza aislada de madera gruesa (fig. 1). Fig. 1.—Protección de la capa de carbón en una pieza gruesa de madera. En ausencia de fuente de calor exterior, la pieza aislada pierde tanto calor por convec- ción de aire y radiación, que la temperatura en la superficie en ignición cae rápidamente por debajo de los 275° C y el fuego cesa. Esto ocurre en edificios cuyos forjados, celosías u otros elementos estructurales son de madera y se ha desarrollado un incendio. Cuando el momento del «flash-over» ha pasado y el material combustible del local ha desapa- recido por combustión total, no queda ya alimento para el fuego, éste desaparece, la temperatura desciende y la madera se apaga (figura 2). Fig. 2.—El forjado de madera después de un incendio que destruyó todo, se mantiene. La combustión de la madera, en definitiva, depende: — De la dimensión de las piezas. — Forma con que el calor de combustión se disipa o se retiene. — Cantidad de aire existente. — Etcétera. Lo más corriente es que la velocidad de combustión sea regulada por el aire que llega, estando el calor constantemente disipado por convección y por radiación. La propiedad derivada de ello, de quemar rápidamente en la periferia, formando una delgada capa de carbón y en seguida cesar la combustión o seguirla muy lentamente es una característica importante para las maderas uti- lizadas en las construcciones expuestas a peligro de incéndio. «Una estructura de madera, de grandes dimensiones o escuadrías no quema más que muy lentamente y solamente cuando hay un aporte continuo de calor exterior». Resistencia mecánica de las estructuras de madera bajo un incendio Aunque las piezas de madera emiten gases combustibles que sirven de alimento al incéndio, su deformación no es sensible: quedan recti- líneas. Por otra parte, su resistencia mecánica no disminuye más que muy lentamente, a medida que el fuego gana en profundidad. Esta ganancia es como término medio de 0,7 mm/mn, de forma que conociendo el espesor de la pieza podemos conocer el tiempo de resistencia al fuego de ésta. En un incéndio de un local con estructuras de madera, no hay que temer un hundimiento total del edificio como ocurre, sin embargo, si ésta es de hierro (fig. 3). 134 135 Con este fin es interesante comparar resul- tados obtenidos con posterioridad, en postes de madera y de hierro sometidos al mismo ensayo de resistencia al fuego, realizado en el C.S.T.B. (Francia). Fig. 3—Carpintería de madera a la derecha, resistió el incendio. La carpintería metálica a la izquierda, no. Todas las muestras estaban cargadas con 10 toneladas. Las características dimensiona- les eran las mismas. Duración de la resistencia Ensayo Poste de roble 15X15X230 cm Poste de acero HN 100 de 230 cm Poste desnudo Protegidos por 1 cm de yeso Protegidos por 2 cm de yeso 52 mn 81 mn 118 mn 8 a 10 mn 60 a 69 mn 84 a 95 mn Están claros los ventajosos resultados de la madera respecto al acero, protegidos o no. En suma la madera, en escuadrías sufi- ciente, resiste al fuego perfectamente bien (fig. 4). Ello explica, por ejemplo, que una puerta de madera maciza sea un excelente corta fuegos, infinitamente mucho más eficaz que una puerta metálica, incluso aunque ésta es- tuviera protegida. Fig. 4.—La carpintería de madera después de un gran in- cendio está aún en su sitio. Incidencia del tipo de estructuras en la extinción de un incendio Los bomberos planifican la acción de dis- tinta forma ante un incendio, según que las escaleras, forjados, suelos, etc., del edificio incendiado sean de madera o metálicos. Si es de madera, les permite realizar su trabajo de salvamento de personas, bienes y extinción del incendio en buenas condiciones, mientras que si es metálico, éstos no se pueden hacer por las temperaturas insosteniblesy peligro inmediato de derrumbe total al dilatarse las piezas metálicas y desplazarse los apoyos lo suficiente para ello, en los 5 ó 7 minutos pri- meros del incendio (fig. 5). Cuando el forjado y resto de estructuras del edificio son de hormigón, armado o no, y Fig. 5.—Compa- ración de la res- puesta de dos pi- lares al fuego. están a las altas temperaturas que comporta un incendio, no pueden soportar los chorros de agua de las mangueras sin peligro de dis- gregación por el choque térmico sufrido, pro- vocando igual que en el caso de estructuras metálicas el hundimiento total. Sin embargo, la carpintería de madera, entre el resto de las ventajas, tiene también la de poder ser regada con las lanzas de las mangueras sin el más mínimo peligro. En definitiva, la débil conductividad térmica de la madera le confiere una buena «resis- tencia al fuego», pues gracias a ello no se inflama más que lentamente en profundidad y no pierde, más que lentamente sus propieda- des mecánicas. El espesor, la mejor protección de la madera contra el fuego La capa de carbón que se forma en la superficie de la madera ardiendo juega un papel protector importantísimo (fig. 6). Fig. 6.—Cajón archivador de madera, a la izquierda, con los documentos perfectamente protegidos. A la derecha, cajón archivador metálico, con los documentos destruidos. Ella forma una pantalla cuya acción unida a la muy mala conductividad de la madera, pro- tege totalmente las capas subyacentes contra la acción del fuego. La temperatura interior de las grandes pie- zas de madera, continúa normal aún en medio del incendio más violento. En cuanto a la velocidad de aumento del espesor de la capa carbonizada, hay que hacer notar que los 0,7 mm/mn como media para todas las maderas y derivados, dismi- nuye ligeramente cuando la densidad de maderas o derivados aumenta e inversamente. Dando por supuesto, que esta capa carbo- nizada, no tiene la más mínima resistencia mecánica, sin embargo, se ha de hacer notar que ella conserva la de la madera que cubre, siendo fácil calcular la resistencia mecánica restante de una pieza de madera en el curso de un incendio. Por consiguiente, es posible preveer la resistencia al fuego de un tablero de madera o derivados en función de su espesor. REACCION AL FUEGO Es, en definitiva, cómo se comporta un material frente al fuego y este comporta- miento puede implicar que el material sea combustible o incombustible. Todos sabemos lo que significan estos términos. La determinación de la combustibilidad o incombustibilidad de un material es el primer ensayo que se debe hacer cuando su com- portamiento frente al fuego sea desconocido. Este ensayo está descrito en la norma ISO R1182 y ha sido aceptado en algunos países, así en Inglaterra se rigen por la norma BS 476 parte 4, donde es exhaustivamente expues- to. También en Bélgica en el Departamento de Investigación del Fuego, de la Universidad Estatal de Gante, el ingeniero Monsieur Minne ha realizado un estudio minucioso de este método, introduciendo algunas modificacio- nes al aparato utilizado en Inglaterra y descrito en la recomendación de la norma ISO R 1182. Según este método de ensayo, un material se clasifica como no combustible, cuando, durante el ensayo, ninguna de las probetas: a) No provoca una elevación de tempera- tura del horno igual o superior a 50° C, por encima de la temperatura inicial del horno. b) No provoca una elevación de la tempe- ratura de la probeta igual o superior a 50° C, por encima de la temperatura inicial del horno. c) No muestra ninguna llama de una dura- ción de 10 segundos o más: las llamas de una duración inferior a 10 segundos no se toman en consideración. d) La pérdida de peso de las probetas es inferior al 50 por 100. Sin embargo, en Francia no se utiliza este ensayo, sino el llamado de la bomba calori- métrica, mediante la determinación del poder calorífico superior e inferior y la descripción está reflejada en la norma francesa NFO 3005 y en las órdenes ministeriales del 15 de abril de 1937 y 9 de diciembre de 1957. También la norma internacional ISO 1716, describe este ensayo con minuciosidad. Se considera un material incombustible cuando su poder calo- rífico práctico es inferior a 600 calorías/gramo. Para los materiales combustibles, la noción de ,<reacción al fuego», debería constituir la síntesis de todos los factores que intervie- 136 137 nen en el comportamiento al fuego de un material: Inflamabilidad. Propagación de las llamas. Altura de las llamas. Poder calorífico. Sensibilidad a la radiación de calor. Desprendimiento de humos. Desprendimiento de gases tóxicos. Etcétera. Sin embargo, en la mayor parte de los paí- ses del Mercado Común, existen métodos ofi- ciales o normalizados que no examinan más que uno o varios de estos factores que inter- vienen en la reacción del fuego y jamás el conjunto de estos factores. a) En la República Federal Alemana, se examina: La combustibilidad o la no combustibilidad de materiales, en el sentido definido por la recomendación ISO R 1182, pero completada, observando además el desprendimiento de calor, la formación de gases inflamables y/o tóxicos. b) En Dinamarca, se examina: La propagación de la llama, en la superficie de los materiales, que conduce a la reparti- ción de los materiales en dos clases, de las cuales, una representa, en principio, las pro- piedades de superficies no combustibles, mien- tras que la otra, representa las propiedades de una madera maciza de densidad normal. c) En Francia, se examina: La inflamabilidad de un material de cons- trucción. Este ensayo se refiere a la tendencia de un material de construcción a desprender, en el curso de un esayo normalizado durante el cual, está expuesto a un calentamiento prescrito, gases cuya naturaleza y cantidad son susceptibles de producir, una combustión en fase gaseosa, es decir, producir llamas. Este ensayo determina uno de los grados de inflamabilidad siguientes: — Muy fácilmente inflamables (M-5). — Fácilmente inflamables (M-4). — Medianamente inflamables (M-3). — Difícilmente inflamables (M-2). — No inflamables (M-1). El grado de inflamabilidad, ha sido deter- minado conforme a la orden ministerial fran- cesa de 26 de julio de 1973, publicada en el «Journal Oficciel de la Republique Francaise», de dicha fecha, clasificando los materiales y elementos de construcción por categorías y fijando la clasificación de un material, los métodos de ensayo y los aparatos a utilizar para es fin. d) En Gran Bretaña, se examina: La velocidad de propagación de las llamas en la superficie de un material de cons- trucción. Se trata de la velocidad a la cual, las llamas provenientes del material de construcción ensayado, se propagan a lo largo de su superficie, durante un ensayo normalizado, en el transcurso del cual, este material de cons- trucción se expone a un calentamiento pres- crito. Este ensayo determina los grados de pro- pagación (su velocidad) siguientes: — Superficie con velocidad de propagación de la llama muy lenta. Superficie con velocidad de propagación de la llama lenta. Superficie con velocidad de propagación de la llama media. Superficie con velocidad de propagación de la llama rápida. La velocidad de propagación de las llamas, se ha determinado provisionalmente, conforme a la norma inglesa «British Standard 476:1953, parte 1, sección 2», y de una forma definitiva en la «B.S. 476:1971, parte 7». e) En los Países Bajos, se examina: Simultáneamente, la incombustibilidad, la inflamabilidad, el desarrollo de las llamas y la contribución a la quema generalizada de los materiales (flash-over), según los métodos descritos en la norma NEN 1076.2. REACCION AL FUEGO DE LA MADERA Para el cálculo de ésta en España, se han adoptado las normas UNE 23.721-81 y 23.727- 81 que sancionan el método francés asimilado. Durante el ensayo del epirradiador, la tem- peratura de la fuente de calor es del orden de la alcanzada en un incéndio y se constata que efectivamente, la velocidad de carboniza- ción dela madera es de 0,7 mm/mn. Esta carbonización atravesará muy fácil- mente un tablero delgado durante los 20 minutos del ensayo. Por consiguiente, es fácil que se produzca una segunda inflamación en la cara no expuesta, lo que explica la clasifi- cación de «fácilmente inflamable» que obtie- nen los tableros delgados. Por el contrario, cuando al final de los 20 minutos, la carbonización no ha pasado a la otra cara del tablero, es que éste tenía un espesor superior al que según hemos indi- cado anteriormente, debería tener para que la carbonización llegase (0,7 X 20 = 14 mn. aprox.) y la clasificación que se Obtiene es de «medianamente inflamable». En resumen, la reacción al fuego de las maderas depende de: — Espesor de la muestra. — Humedad de la madera. — Especie de muestra. Si consideramos una H% = 12% constante, las maderas frondosas de espesor inferior a 15 mm su reacción al fuego es de M-4 (fácilmente inflamables). Si el espesor es superior a 15 mm la clasi- ficación obtenida es de M-3 (medianamente inflamables). En resinosas, el límite de espesor sube a 18 milímetros aproximadamente. Entre 12 y 15 mm según las especies y la densidad, existe una zona de indeterminación, en que algunas probetas se clasifican M-4 y otras M-3 o están en el límite entre ambas clasificaciones. Esta indeterminación es debida a la natura- leza heterogénea de la madera o materiales a base de maderas. MEJORA DEL GRADO DE REACCION DE LA MADERA AL FUEGO Se puede obtener una mejor clasificación de la madera en su reacción al fuego por: — Una puesta en obra adecuada, como encolados de tableros delgados sobre sopor- tes incombustibles, etc. — Tratamiento de ignifugación apropiados. Respecto de ciertas precauciones de construcción En los EE.UU. y los países escandinavos, donde la mayoría de las casas de tipo unifa- miliar se construyen de madera, las estadísti- cas muestran claramente que la media de incendios en estas casas es en gran propor- ción inferior a las de construcción tradicional con materiales duros (piedra o cemento). Esto tiene fácil explicación: 1) Los habitantes de estas casas toman más precauciones contra el fuego. 2) Los constructores de estas casas están mejor concienciados para respetar ciertas reglas de construcción, conducentes a reducir el peligro de incendio. A continuación, enumeramos las principales de estas reglas, las cuales, deben tener en cuenta también los arquitectos españoles cuan- do construyan una casa de este tipo: a) Supresión de aristas vivas y ángulos agudos donde la relación superficie/volumen de material es elevada; pues sabemos que cuanto mayor es esta relación, la inflamabili- dad es mayor. b) Cada vez que sea posible, utilizar de piezas de grandes secciones y escoger espe- cies de maderas duras (fresno, roble, castaño, etcétera). c) Compartimentación de los edificios. Es- tos deben ser subdivididos según sus dimen- siones en dos o más partes independientes (sectores de incendios), protegidos por do- bles paredes, con relleno de material ais- lante. Para evitar la propagación del fuego, éste cerramiento debe ser continuo tanto horizon- tal como verticalmente. d) Interposición de muros y puertas «corta- fuegos» . Los muros corta-fuegos deben ser construidos entre edificios continuos, de forma que se evite la propagación del fuego de un edificio a otro (fig. 7). e) Las cajas de escaleras y ascensores deben estar siempre que sea posible dispues- Fig. 8.—Situación de construcción de la base de una chi- menea en un suelo de madera. 8 Fig. 7.—Muro corta-fuegos. Zona de recalentamiento Pared incombustible PROPAGACION DEL FUEGO POR COMBUSTION Zona de destilacidn Sentido de la exposicidn al fuego Aire Revestimiento en madera Muro en mampostería Procedimientos de ignifugación de la madera Se tiene que señalar que la ignifugación no modifica en ningún sentido la resistencia al fuego de una madera y sí, en sentido muy favorable, su «inflamabilidad» (reacción al fuego). lgnifugación en profundidad Muro en mampostería Consiste en incorporar a la masa de madera una cierta cantidad de sales ignífugas. Es el método de gran eficacia de la permanencia de la ignifugación, sin embargo, es caro. Fig. 9.—Situación de un conducto de humos respecto de los muros y revestimiento. tos en el exterior de los edificios y cerrados en toda su altura. f) Protecciones especiales, en puntos peli- grosos de las casas tales como: — Proximidad a las chimeneas (fig. 8). — Proximidad a las conducciones eléctricas. — Proximidad a los conductos de humos (figura 9). g) Aparatos de calefacción, deberán estar distanciados al menos 20 cm de todas las paredes combustibles. h) Revestimientos murales, se aconseja colo- carlos con interposición de material incom- bustible, sin dejar huecos para evitar el efecto chimenea entre el revestimiento y el muro. La ignifugación de la madera Es una idea muy antigua. Aulu-Gelle nos informa que en el siglo de Pireo (86 a J. C.), no se pudo incendiar una torre de madera impregnada de alumbre (sulfato doble de potasio y aluminio hidratado-SO 4 K2 (SO4 )3 Al2 24H20). Ignifugar la madera y sus derivados es so- meter ésta a un tratamiento que les va a transformar en más difícilmente inflamables (M-2) o incluso en no inflamables (M-1). Para realizar esta ignifugación, se utilizan, generalmente hoy, productos a base de fosfa- tos y sulfatos de amonio, boratos de sodio, ácido bórico, silicatos de sodio y de potasio, compuestos clorados, etc. A) Madera maciza Para la madera maciza, su porosidad facilita la introducción de productos ignífugos bajo forma de soluciones acuosas, generalmente calientes y a una concentración dadas. EN EL CASO DE REVESTI- MIENTO MONTADO CON VACIO DE AIRE HAY IN- FLAMACION DE LOS LA- DOS Y ELLO SUPONE UNA ACELERACION DE LA COM- BUSTION Pared incombustible PROPAGACION DEL FUEGO POR CONDUCCION Fig. 10.—La puesta en obra influye sobre la velocidad de combustión. En el caso de un revestimiento sujeto sóli- damente a la pared incombustible la combustión es más lenta. 139 Una simple inmersión es insuficiente la mayoría de las veces, pues el aire contenido en la madera se opone a esta penetración. Por ello, este tipo de ignifugación de la única forma que es eficaz es utilizando el autoclave. Al principio se realiza un vacío para extraer el aire contenido en la madera. Cuando cesa el vacío y vuelve a la presión atmosférica inme- diatamente se le somete a una fuerte presión. Cuando ha penetrado en la madera una can- tidad suficiente de solución, ésta se seca y las sales quedan depositadas en el interior de la madera en forma de finos cristales. También se puede ignifugar la madera en profundidad calentando las piezas a ignifugar, sumergiéndolas en una solución ignifugante caliente obteniéndose así una profundidad de penetración suficiente (del orden de 10 a 20 mm) para que la carbonización de la madera, incluso en un incéndio violento, no profun- dice, protegiendo a ésta y manteniendo la estructura. B) Contrachapado Puede hacerse la ignifugación profunda de dos formas: a) Después de haberse encolado y consti- tuido el tablero y, entonces, se trata como si fuera madera maciza. b) Por impregnación de cada chapa antes del encolado. C) Tablero de fibras Es muy difícil la ignifugación de estos tableros por el procedimiento normal de vía húmeda, sin embargo, en Francia han des- arrollado un método por «vía seca» para los tableros duros y han sido comercializados oficialmente con la clasificación de M-1. A) Acabados, enlucidos y revestimientos de cierto grosor El más conocido de estos revestimientos es el yeso. Según el espesor de la capa aplicada sobre la madera, la protección es más o menos buena, siendo ya interesante para espesores a partir de 1 mm. Hay dos buenas razones para que el yeso constituya una protección contra el incéndio: una, es poco conductor del calor y otra, la deshidratación que sufre hacia los 120° C, en que pierde más del 15 por 100 de agua, y hacia los 550° C, en que pierde aún un 5 por 100 más,hacen que en estas temperaturas, absorba parte del calor exterior e impida sea transmitido al material subyacente. Otros materiales de revestimiento que tam- bién hacen la misma función hacia la madera son: planchas de fibrocemento, lana de vidrio, vermiculita, fibra cerámica, etc. B) Pinturas y barnices Los procedimientos descritos antes no le confieren calidad estética alguna a la madera, por lo que ellos deben ser aconsejados cuando ésta en la construcción no vaya a estar visible. Si es necesario ignifugar estructuras de madera vista es necesario recurrir a las pintu- ras y/o los barnices ignífugos, para conjugar la necesidad de la protección contra el fuego y la estética que constituye la madera como elemento de decoración y confort. La acción retardante del fuego de estos productos depende fundamentalmente, inde- pendientemente de su composición, del espe- sor de la película o capa de pintura sólida que queda sobre el soporte. Puede haber un límite de espesor que la acción del barniz o de la pintura sea nula, y aunque éste sea «no inflamable», no cumpla su función ignífuga. D) Tablero de partículas Su ignifugación se basa en la posibilidad de añadir ignífugos poco hidrosolubles al mezclar en estado pulverulento las partículas o incluso a la misma cola. Ingnifugación superficial Presenta la ventaja respecto a la ignifuga- ción en profundidad, de poder ser dada sobre la madera ya encolada en obra. Esta ignifugación puede ser realizada con productos muy diferentes según los fines a conseguir. C) Las soluciones salinas Un último método de ignifugación superfi- cial de la madera consiste en aplicar en la superficie del material ciertas sales o mezclas de sales ignífugas. Estas deben ser disueltas en agua según las proporciones que indique el fabricante. La aplicación sobre la madera se hace por pulverización o por inmersión, secándose a continuación, siendo éste relati- vamente rápido pues la humificación es sólo superficial y depositándose las sales sobre la madera e incluso penetrando ligeramente. Francisco Javier Jiménez Peris Laboratorio del Fuego Departamento de Maderas del INIA 140
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