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EL COMPORTAMIENTO DE LA MADERA
AL FUEGO
Existe la idea ancestral de asociar la madera
con el fuego, en el sentido de considerar a
aquélla como el combustible tradicional. Esto
ha hecho que el fantasma del fuego siempre
aparezca cuando se habla de construcción
con madera, como peligro fundamental, que
en la mayoría de las veces, hace que se desis-
ta del empeño y se busquen soluciones de
hormigón o estructuras metálicas.
Nada más lejos de haber acertado. La
madera es el material ideal en muchos aspec-
tos: estético, aislante, agradable su presencia
al hombre, etc. y además también es uno de
los materiales que integrados formando estruc-
turas (puertas, forjados, pilares, etc.) tienen
mejor resistencia al fuego. En cuanto a su
reacción al fuego, sin ser mala, existe gran
facilidad de mejorarla consiguiéndose sin
ningún problema y de una forma casi perma-
nente que una madera no se inflame, no
pudiendo ser nunca la causa del inicio de un
incendio.
RESISTENCIA AL FUEGO DE UNA
ESTRUCTURA
Definición y criterios
Este concepto se ha definido como «tiempo
que una estructura o elemento estructural
está cumpliendo sus funciones aún a pesar
de la acción del fuego».
Para su medición se establecieron una serie
de parámetros que son los que utilizan las
Normas de Ensayo para efectuar una clasifi-
cación del elemento ensayado según su grado
de resistencia, en un incendio.
Los parámetros mencionados son:
— Corta-fuego.
— Parallamas.
— Estable al fuego.
El primero responde al llamado criterio de
aislamiento térmico, considerado como satis-
factorio cuando el calentamiento medio de la
cara no expuesta y/o el calentamiento máximo
no pasan, respectivamente, 140°C y 180°C.
El segundo toma como base el criterio de
estanqueidad a las llamas, cumpliéndose, hasta
que un tampón de algodón colocado a 3 cm
delante de la cara no expuesta, se inflama.
También este criterio depende de que los
gases emitidos fuera de la cara no expuesta
sean inflamables o no, al aproximarse una
llama cualquiera y continuar quemando al
menos 20 segundos después del alejamiento
de la fuente.
Y en lo que concierne al parámetro 3 9 se
basa en la propia cualidad del elemento, por
el que continúa cumpliendo su oficio.
Métodos de ensayo
El método utilizado en los Laboratorios del
Fuego consiste en someter la probeta, por
una o varias de sus caras a la acción de un
programa térmico definido por el método
internacional:
T — To 345 Ig (8t + 1)
siendo:
T : temperatura de la muestra en grados celsius.
To: temperatura inicial de la muestra en grados celsius.
t : tiempo en minutos.
Ecuación logarítmica que da los puntos
característicos siguientes:
15 min. —718°C 2 hor. —1030° C
30 min. —827' C 3 hor. —1090° C
1 hor. —925° C 4 hor. —1133°C
1,5 hor. —986° C 6 hor. —1194°C
La obtención de este programa térmico
normalizado se produjo tras múltiples ensayos
y comprobación térmica de incéndios reales,
por lo que el sometimiento de una muestra a
este ensayo, simula con verdadera aproxima-
ción lo que les ocurriría en un incendio real.
Por ello, este ensayo es prácticamente el
mismo en todos los países que tienen desarro-
llada una tecnología de Ensayos de Fuego.
En España se especifica en la NORMA UNE
23.093-81.
RESISTENCIA AL FUEGO DE LA MADERA
Factores necesarios para que una madera
siga ardiendo
A partir de los 275° C, la combustión de la
madera es ampliamente exotérmica y se des-
prenden grandes cantidades de gases.
Una vez comenzada la combustión, conti-
núa por si misma en tanto que haya aire sufi-
ciente y una gran parte del calor desprendido
no se disipe más que para calentar nuevas
porciones de madera hasta que alcancen el
punto de inflamación.
¿Cómo pues, un trozo de madera una vez
inflamado y ardiendo puede apagarse, sin que
las condiciones exteriores cambien? El calor
producido por la combustión en la periferia
de la pieza de madera, se disipa en gran
parte por radiación y puede, a causa de la
gran conductividad térmica del carbón y de la
madera, no penetrar lo suficientemente rápido
hacia el interior, para calentar las partes
internas de la madera hasta el punto de desti-
lación y el fuego se puede apagar, la combus-
tión cesa.
Esto explica porqué es difícil mantener una
combustión de una pieza aislada de madera
gruesa (fig. 1).
Fig. 1.—Protección de la capa de carbón en una pieza
gruesa de madera.
En ausencia de fuente de calor exterior, la
pieza aislada pierde tanto calor por convec-
ción de aire y radiación, que la temperatura
en la superficie en ignición cae rápidamente
por debajo de los 275° C y el fuego cesa.
Esto ocurre en edificios cuyos forjados,
celosías u otros elementos estructurales son
de madera y se ha desarrollado un incendio.
Cuando el momento del «flash-over» ha pasado
y el material combustible del local ha desapa-
recido por combustión total, no queda ya
alimento para el fuego, éste desaparece, la
temperatura desciende y la madera se apaga
(figura 2).
Fig. 2.—El forjado de madera después de un incendio
que destruyó todo, se mantiene.
La combustión de la madera, en definitiva,
depende:
— De la dimensión de las piezas.
— Forma con que el calor de combustión
se disipa o se retiene.
— Cantidad de aire existente.
— Etcétera.
Lo más corriente es que la velocidad de
combustión sea regulada por el aire que llega,
estando el calor constantemente disipado por
convección y por radiación.
La propiedad derivada de ello, de quemar
rápidamente en la periferia, formando una
delgada capa de carbón y en seguida cesar la
combustión o seguirla muy lentamente es una
característica importante para las maderas uti-
lizadas en las construcciones expuestas a
peligro de incéndio.
«Una estructura de madera, de grandes
dimensiones o escuadrías no quema más que
muy lentamente y solamente cuando hay un
aporte continuo de calor exterior».
Resistencia mecánica de las estructuras
de madera bajo un incendio
Aunque las piezas de madera emiten gases
combustibles que sirven de alimento al incéndio,
su deformación no es sensible: quedan recti-
líneas.
Por otra parte, su resistencia mecánica no
disminuye más que muy lentamente, a medida
que el fuego gana en profundidad.
Esta ganancia es como término medio de
0,7 mm/mn, de forma que conociendo el
espesor de la pieza podemos conocer el
tiempo de resistencia al fuego de ésta.
En un incéndio de un local con estructuras
de madera, no hay que temer un hundimiento
total del edificio como ocurre, sin embargo, si
ésta es de hierro (fig. 3).
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Con este fin es interesante comparar resul-
tados obtenidos con posterioridad, en postes
de madera y de hierro sometidos al mismo
ensayo de resistencia al fuego, realizado en el
C.S.T.B. (Francia).
Fig. 3—Carpintería de madera a la derecha, resistió el
incendio. La carpintería metálica a la izquierda, no.
Todas las muestras estaban cargadas con
10 toneladas. Las características dimensiona-
les eran las mismas.
Duración de la resistencia
Ensayo Poste de roble
15X15X230 cm
Poste de acero
HN 100 de 230 cm
Poste desnudo 	
Protegidos por 1 cm
de yeso 	
Protegidos por 2 cm
de yeso 	
52 mn
81 mn
118 mn
8 a 10 mn
60 a 69 mn
84 a 95 mn
Están claros los ventajosos resultados de la
madera respecto al acero, protegidos o no.
En suma la madera, en escuadrías sufi-
ciente, resiste al fuego perfectamente bien
(fig. 4).
Ello explica, por ejemplo, que una puerta
de madera maciza sea un excelente corta
fuegos, infinitamente mucho más eficaz que
una puerta metálica, incluso aunque ésta es-
tuviera protegida.
Fig. 4.—La carpintería de madera después de un gran in-
cendio está aún en su sitio.
Incidencia del tipo de estructuras en la
extinción de un incendio
Los bomberos planifican la acción de dis-
tinta forma ante un incendio, según que las
escaleras, forjados, suelos, etc., del edificio
incendiado sean de madera o metálicos. Si es
de madera, les permite realizar su trabajo de
salvamento de personas, bienes y extinción
del incendio en buenas condiciones, mientras
que si es metálico, éstos no se pueden hacer
por las temperaturas insosteniblesy peligro
inmediato de derrumbe total al dilatarse las
piezas metálicas y desplazarse los apoyos lo
suficiente para ello, en los 5 ó 7 minutos pri-
meros del incendio (fig. 5).
Cuando el forjado y resto de estructuras
del edificio son de hormigón, armado o no, y
Fig. 5.—Compa-
ración de la res-
puesta de dos pi-
lares al fuego.
están a las altas temperaturas que comporta
un incendio, no pueden soportar los chorros
de agua de las mangueras sin peligro de dis-
gregación por el choque térmico sufrido, pro-
vocando igual que en el caso de estructuras
metálicas el hundimiento total. Sin embargo,
la carpintería de madera, entre el resto de las
ventajas, tiene también la de poder ser regada
con las lanzas de las mangueras sin el más
mínimo peligro.
En definitiva, la débil conductividad térmica
de la madera le confiere una buena «resis-
tencia al fuego», pues gracias a ello no se
inflama más que lentamente en profundidad y
no pierde, más que lentamente sus propieda-
des mecánicas.
El espesor, la mejor protección de la
madera contra el fuego
La capa de carbón que se forma en la
superficie de la madera ardiendo juega un
papel protector importantísimo (fig. 6).
Fig. 6.—Cajón archivador de madera, a la izquierda, con
los documentos perfectamente protegidos. A la derecha,
cajón archivador metálico, con los documentos destruidos.
Ella forma una pantalla cuya acción unida a
la muy mala conductividad de la madera, pro-
tege totalmente las capas subyacentes contra
la acción del fuego.
La temperatura interior de las grandes pie-
zas de madera, continúa normal aún en
medio del incendio más violento.
En cuanto a la velocidad de aumento del
espesor de la capa carbonizada, hay que
hacer notar que los 0,7 mm/mn como media
para todas las maderas y derivados, dismi-
nuye ligeramente cuando la densidad de
maderas o derivados aumenta e inversamente.
Dando por supuesto, que esta capa carbo-
nizada, no tiene la más mínima resistencia
mecánica, sin embargo, se ha de hacer notar
que ella conserva la de la madera que cubre,
siendo fácil calcular la resistencia mecánica
restante de una pieza de madera en el curso
de un incendio.
Por consiguiente, es posible preveer la
resistencia al fuego de un tablero de madera
o derivados en función de su espesor.
REACCION AL FUEGO
Es, en definitiva, cómo se comporta un
material frente al fuego y este comporta-
miento puede implicar que el material sea
combustible o incombustible. Todos sabemos
lo que significan estos términos.
La determinación de la combustibilidad o
incombustibilidad de un material es el primer
ensayo que se debe hacer cuando su com-
portamiento frente al fuego sea desconocido.
Este ensayo está descrito en la norma ISO
R1182 y ha sido aceptado en algunos países,
así en Inglaterra se rigen por la norma BS
476 parte 4, donde es exhaustivamente expues-
to. También en Bélgica en el Departamento
de Investigación del Fuego, de la Universidad
Estatal de Gante, el ingeniero Monsieur Minne
ha realizado un estudio minucioso de este
método, introduciendo algunas modificacio-
nes al aparato utilizado en Inglaterra y
descrito en la recomendación de la norma
ISO R 1182.
Según este método de ensayo, un material
se clasifica como no combustible, cuando,
durante el ensayo, ninguna de las probetas:
a) No provoca una elevación de tempera-
tura del horno igual o superior a 50° C, por
encima de la temperatura inicial del horno.
b) No provoca una elevación de la tempe-
ratura de la probeta igual o superior a 50° C,
por encima de la temperatura inicial del
horno.
c) No muestra ninguna llama de una dura-
ción de 10 segundos o más: las llamas de
una duración inferior a 10 segundos no se
toman en consideración.
d) La pérdida de peso de las probetas es
inferior al 50 por 100.
Sin embargo, en Francia no se utiliza este
ensayo, sino el llamado de la bomba calori-
métrica, mediante la determinación del poder
calorífico superior e inferior y la descripción
está reflejada en la norma francesa NFO 3005
y en las órdenes ministeriales del 15 de abril
de 1937 y 9 de diciembre de 1957. También la
norma internacional ISO 1716, describe este
ensayo con minuciosidad. Se considera un
material incombustible cuando su poder calo-
rífico práctico es inferior a 600 calorías/gramo.
Para los materiales combustibles, la noción
de ,<reacción al fuego», debería constituir
la síntesis de todos los factores que intervie-
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nen en el comportamiento al fuego de un
material:
Inflamabilidad.
Propagación de las llamas.
Altura de las llamas.
Poder calorífico.
Sensibilidad a la radiación de calor.
Desprendimiento de humos.
Desprendimiento de gases tóxicos.
Etcétera.
Sin embargo, en la mayor parte de los paí-
ses del Mercado Común, existen métodos ofi-
ciales o normalizados que no examinan más
que uno o varios de estos factores que inter-
vienen en la reacción del fuego y jamás el
conjunto de estos factores.
a) En la República Federal Alemana, se
examina:
La combustibilidad o la no combustibilidad
de materiales, en el sentido definido por la
recomendación ISO R 1182, pero completada,
observando además el desprendimiento de
calor, la formación de gases inflamables y/o
tóxicos.
b) En Dinamarca, se examina:
La propagación de la llama, en la superficie
de los materiales, que conduce a la reparti-
ción de los materiales en dos clases, de las
cuales, una representa, en principio, las pro-
piedades de superficies no combustibles, mien-
tras que la otra, representa las propiedades
de una madera maciza de densidad normal.
c) En Francia, se examina:
La inflamabilidad de un material de cons-
trucción. Este ensayo se refiere a la tendencia
de un material de construcción a desprender,
en el curso de un esayo normalizado durante
el cual, está expuesto a un calentamiento
prescrito, gases cuya naturaleza y cantidad
son susceptibles de producir, una combustión
en fase gaseosa, es decir, producir llamas.
Este ensayo determina uno de los grados
de inflamabilidad siguientes:
— Muy fácilmente inflamables (M-5).
— Fácilmente inflamables (M-4).
— Medianamente inflamables (M-3).
— Difícilmente inflamables (M-2).
— No inflamables (M-1).
El grado de inflamabilidad, ha sido deter-
minado conforme a la orden ministerial fran-
cesa de 26 de julio de 1973, publicada en el
«Journal Oficciel de la Republique Francaise»,
de dicha fecha, clasificando los materiales y
elementos de construcción por categorías y
fijando la clasificación de un material, los
métodos de ensayo y los aparatos a utilizar
para es fin.
d) En Gran Bretaña, se examina:
La velocidad de propagación de las llamas
en la superficie de un material de cons-
trucción.
Se trata de la velocidad a la cual, las llamas
provenientes del material de construcción
ensayado, se propagan a lo largo de su
superficie, durante un ensayo normalizado, en
el transcurso del cual, este material de cons-
trucción se expone a un calentamiento pres-
crito.
Este ensayo determina los grados de pro-
pagación (su velocidad) siguientes:
— Superficie con velocidad de propagación
de la llama muy lenta.
Superficie con velocidad de propagación
de la llama lenta.
Superficie con velocidad de propagación
de la llama media.
Superficie con velocidad de propagación
de la llama rápida.
La velocidad de propagación de las llamas,
se ha determinado provisionalmente, conforme
a la norma inglesa «British Standard 476:1953,
parte 1, sección 2», y de una forma definitiva
en la «B.S. 476:1971, parte 7».
e) En los Países Bajos, se examina:
Simultáneamente, la incombustibilidad, la
inflamabilidad, el desarrollo de las llamas y la
contribución a la quema generalizada de los
materiales (flash-over), según los métodos
descritos en la norma NEN 1076.2.
REACCION AL FUEGO DE LA MADERA
Para el cálculo de ésta en España, se han
adoptado las normas UNE 23.721-81 y 23.727-
81 que sancionan el método francés asimilado.
Durante el ensayo del epirradiador, la tem-
peratura de la fuente de calor es del orden de
la alcanzada en un incéndio y se constata
que efectivamente, la velocidad de carboniza-
ción dela madera es de 0,7 mm/mn.
Esta carbonización atravesará muy fácil-
mente un tablero delgado durante los 20
minutos del ensayo. Por consiguiente, es fácil
que se produzca una segunda inflamación en
la cara no expuesta, lo que explica la clasifi-
cación de «fácilmente inflamable» que obtie-
nen los tableros delgados.
Por el contrario, cuando al final de los 20
minutos, la carbonización no ha pasado a la
otra cara del tablero, es que éste tenía un
espesor superior al que según hemos indi-
cado anteriormente, debería tener para que la
carbonización llegase (0,7 X 20 = 14 mn. aprox.)
y la clasificación que se Obtiene es de
«medianamente inflamable».
En resumen, la reacción al fuego de las
maderas depende de:
— Espesor de la muestra.
— Humedad de la madera.
— Especie de muestra.
Si consideramos una H% = 12% constante,
las maderas frondosas de espesor inferior a
15 mm su reacción al fuego es de M-4
(fácilmente inflamables).
Si el espesor es superior a 15 mm la clasi-
ficación obtenida es de M-3 (medianamente
inflamables).
En resinosas, el límite de espesor sube a 18
milímetros aproximadamente.
Entre 12 y 15 mm según las especies y la
densidad, existe una zona de indeterminación,
en que algunas probetas se clasifican M-4 y
otras M-3 o están en el límite entre ambas
clasificaciones.
Esta indeterminación es debida a la natura-
leza heterogénea de la madera o materiales a
base de maderas.
MEJORA DEL GRADO DE REACCION
DE LA MADERA AL FUEGO
Se puede obtener una mejor clasificación
de la madera en su reacción al fuego por:
— Una puesta en obra adecuada, como
encolados de tableros delgados sobre sopor-
tes incombustibles, etc.
— Tratamiento de ignifugación apropiados.
Respecto de ciertas precauciones de
construcción
En los EE.UU. y los países escandinavos,
donde la mayoría de las casas de tipo unifa-
miliar se construyen de madera, las estadísti-
cas muestran claramente que la media de
incendios en estas casas es en gran propor-
ción inferior a las de construcción tradicional
con materiales duros (piedra o cemento).
Esto tiene fácil explicación:
1) Los habitantes de estas casas toman
más precauciones contra el fuego.
2) Los constructores de estas casas están
mejor concienciados para respetar ciertas
reglas de construcción, conducentes a reducir
el peligro de incendio.
A continuación, enumeramos las principales
de estas reglas, las cuales, deben tener en
cuenta también los arquitectos españoles cuan-
do construyan una casa de este tipo:
a) Supresión de aristas vivas y ángulos
agudos donde la relación superficie/volumen
de material es elevada; pues sabemos que
cuanto mayor es esta relación, la inflamabili-
dad es mayor.
b) Cada vez que sea posible, utilizar de
piezas de grandes secciones y escoger espe-
cies de maderas duras (fresno, roble, castaño,
etcétera).
c) Compartimentación de los edificios. Es-
tos deben ser subdivididos según sus dimen-
siones en dos o más partes independientes
(sectores de incendios), protegidos por do-
bles paredes, con relleno de material ais-
lante.
Para evitar la propagación del fuego, éste
cerramiento debe ser continuo tanto horizon-
tal como verticalmente.
d) Interposición de muros y puertas «corta-
fuegos» . Los muros corta-fuegos deben ser
construidos entre edificios continuos, de forma
que se evite la propagación del fuego de un
edificio a otro (fig. 7).
e) Las cajas de escaleras y ascensores
deben estar siempre que sea posible dispues-
Fig. 8.—Situación de construcción de la base de una chi-
menea en un suelo de madera.
8
Fig. 7.—Muro corta-fuegos.
Zona de
recalentamiento Pared
incombustible
PROPAGACION DEL
FUEGO POR COMBUSTION
Zona de
destilacidn
Sentido de la
exposicidn al
fuego
Aire
Revestimiento en madera
Muro en mampostería
Procedimientos de ignifugación de la
madera
Se tiene que señalar que la ignifugación no
modifica en ningún sentido la resistencia al
fuego de una madera y sí, en sentido muy
favorable, su «inflamabilidad» (reacción al
fuego).
lgnifugación en profundidad
Muro en mampostería
Consiste en incorporar a la masa de madera
una cierta cantidad de sales ignífugas. Es el
método de gran eficacia de la permanencia
de la ignifugación, sin embargo, es caro.
Fig. 9.—Situación de un conducto de humos respecto de
los muros y revestimiento.
tos en el exterior de los edificios y cerrados
en toda su altura.
f) Protecciones especiales, en puntos peli-
grosos de las casas tales como:
— Proximidad a las chimeneas (fig. 8).
— Proximidad a las conducciones eléctricas.
— Proximidad a los conductos de humos
(figura 9).
g) Aparatos de calefacción, deberán estar
distanciados al menos 20 cm de todas las
paredes combustibles.
h) Revestimientos murales, se aconseja colo-
carlos con interposición de material incom-
bustible, sin dejar huecos para evitar el efecto
chimenea entre el revestimiento y el muro.
La ignifugación de la madera
Es una idea muy antigua. Aulu-Gelle nos
informa que en el siglo de Pireo (86 a J. C.),
no se pudo incendiar una torre de madera
impregnada de alumbre (sulfato doble de
potasio y aluminio hidratado-SO 4 K2 (SO4 )3 Al2
24H20).
Ignifugar la madera y sus derivados es so-
meter ésta a un tratamiento que les va a
transformar en más difícilmente inflamables
(M-2) o incluso en no inflamables (M-1).
Para realizar esta ignifugación, se utilizan,
generalmente hoy, productos a base de fosfa-
tos y sulfatos de amonio, boratos de sodio,
ácido bórico, silicatos de sodio y de potasio,
compuestos clorados, etc.
A) Madera maciza
Para la madera maciza, su porosidad facilita
la introducción de productos ignífugos bajo
forma de soluciones acuosas, generalmente
calientes y a una concentración dadas.
EN EL CASO DE REVESTI-
MIENTO MONTADO CON
VACIO DE AIRE HAY IN-
FLAMACION DE LOS LA-
DOS Y ELLO SUPONE UNA
ACELERACION DE LA COM-
BUSTION
Pared
incombustible
PROPAGACION DEL
FUEGO POR CONDUCCION
Fig. 10.—La puesta en obra influye sobre la velocidad de
combustión. En el caso de un revestimiento sujeto sóli-
damente a la pared incombustible la combustión es más
lenta.
139
Una simple inmersión es insuficiente la
mayoría de las veces, pues el aire contenido
en la madera se opone a esta penetración.
Por ello, este tipo de ignifugación de la única
forma que es eficaz es utilizando el autoclave.
Al principio se realiza un vacío para extraer el
aire contenido en la madera. Cuando cesa el
vacío y vuelve a la presión atmosférica inme-
diatamente se le somete a una fuerte presión.
Cuando ha penetrado en la madera una can-
tidad suficiente de solución, ésta se seca y
las sales quedan depositadas en el interior de
la madera en forma de finos cristales.
También se puede ignifugar la madera en
profundidad calentando las piezas a ignifugar,
sumergiéndolas en una solución ignifugante
caliente obteniéndose así una profundidad de
penetración suficiente (del orden de 10 a 20 mm)
para que la carbonización de la madera,
incluso en un incéndio violento, no profun-
dice, protegiendo a ésta y manteniendo la
estructura.
B) Contrachapado
Puede hacerse la ignifugación profunda de
dos formas:
a) Después de haberse encolado y consti-
tuido el tablero y, entonces, se trata como si
fuera madera maciza.
b) Por impregnación de cada chapa antes
del encolado.
C) Tablero de fibras
Es muy difícil la ignifugación de estos
tableros por el procedimiento normal de vía
húmeda, sin embargo, en Francia han des-
arrollado un método por «vía seca» para los
tableros duros y han sido comercializados
oficialmente con la clasificación de M-1.
A) Acabados, enlucidos y revestimientos de
cierto grosor
El más conocido de estos revestimientos es
el yeso. Según el espesor de la capa aplicada
sobre la madera, la protección es más o
menos buena, siendo ya interesante para
espesores a partir de 1 mm.
Hay dos buenas razones para que el yeso
constituya una protección contra el incéndio:
una, es poco conductor del calor y otra, la
deshidratación que sufre hacia los 120° C, en
que pierde más del 15 por 100 de agua, y
hacia los 550° C, en que pierde aún un 5 por
100 más,hacen que en estas temperaturas,
absorba parte del calor exterior e impida sea
transmitido al material subyacente.
Otros materiales de revestimiento que tam-
bién hacen la misma función hacia la madera
son: planchas de fibrocemento, lana de vidrio,
vermiculita, fibra cerámica, etc.
B) Pinturas y barnices
Los procedimientos descritos antes no le
confieren calidad estética alguna a la madera,
por lo que ellos deben ser aconsejados
cuando ésta en la construcción no vaya a
estar visible.
Si es necesario ignifugar estructuras de
madera vista es necesario recurrir a las pintu-
ras y/o los barnices ignífugos, para conjugar
la necesidad de la protección contra el fuego
y la estética que constituye la madera como
elemento de decoración y confort.
La acción retardante del fuego de estos
productos depende fundamentalmente, inde-
pendientemente de su composición, del espe-
sor de la película o capa de pintura sólida
que queda sobre el soporte.
Puede haber un límite de espesor que la
acción del barniz o de la pintura sea nula, y
aunque éste sea «no inflamable», no cumpla
su función ignífuga.
D) Tablero de partículas
Su ignifugación se basa en la posibilidad
de añadir ignífugos poco hidrosolubles al
mezclar en estado pulverulento las partículas
o incluso a la misma cola.
Ingnifugación superficial
Presenta la ventaja respecto a la ignifuga-
ción en profundidad, de poder ser dada sobre
la madera ya encolada en obra.
Esta ignifugación puede ser realizada con
productos muy diferentes según los fines a
conseguir.
C) Las soluciones salinas
Un último método de ignifugación superfi-
cial de la madera consiste en aplicar en la
superficie del material ciertas sales o mezclas
de sales ignífugas. Estas deben ser disueltas
en agua según las proporciones que indique
el fabricante. La aplicación sobre la madera
se hace por pulverización o por inmersión,
secándose a continuación, siendo éste relati-
vamente rápido pues la humificación es sólo
superficial y depositándose las sales sobre la
madera e incluso penetrando ligeramente.
Francisco Javier Jiménez Peris
Laboratorio del Fuego Departamento de
Maderas del INIA
140

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