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Esteatohepatitis no alcohólica (NASH): patogénesis, diagnóstico y manejo La esteatohepatitis no alcohólica (NASH) es una enfermedad hepática caracterizada por la acumulación de grasa en el hígado (esteatosis) junto con inflamación y daño hepático. Aunque el término "no alcohólica" se refiere a la ausencia de consumo excesivo de alcohol como causa principal, la NASH está fuertemente asociada con la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2 y otros factores metabólicos. En este ensayo, examinaremos la patogénesis, el diagnóstico y el manejo de la NASH, destacando su creciente importancia en la salud pública y las estrategias actuales para abordar esta enfermedad hepática emergente. La patogénesis de la NASH es multifactorial y compleja, involucrando una interacción entre factores genéticos, metabólicos y ambientales. La acumulación de grasa en el hígado es el primer paso en el desarrollo de la enfermedad, seguida de la inflamación hepática y el daño celular. Se cree que la resistencia a la insulina desempeña un papel central en la patogénesis de la NASH, provocando un aumento en la liberación de ácidos grasos libres y la acumulación de lípidos en el hígado. Esta acumulación de lípidos puede desencadenar una respuesta inflamatoria, con la liberación de citocinas proinflamatorias y la activación de células inflamatorias, como los macrófagos hepáticos (células de Kupffer) y los linfocitos T. El diagnóstico de la NASH requiere una combinación de hallazgos clínicos, pruebas de laboratorio y pruebas de imagen. Los pacientes con NASH pueden presentar síntomas inespecíficos, como fatiga, malestar abdominal y hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado). Las pruebas de laboratorio pueden mostrar elevaciones en las enzimas hepáticas, como la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST), así como alteraciones en los lípidos y la glucosa en sangre. La ecografía abdominal y la elastografía por ultrasonido pueden ser útiles para evaluar la esteatosis hepática y la fibrosis hepática, respectivamente, aunque la biopsia hepática sigue siendo el estándar de oro para el diagnóstico definitivo de la NASH y la evaluación del grado de fibrosis. El manejo de la NASH se centra en el control de los factores de riesgo y el tratamiento de las complicaciones asociadas. Las estrategias de tratamiento incluyen cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio regular para perder peso y mejorar la sensibilidad a la insulina. El control de los factores de riesgo cardiovasculares, como la hipertensión y la dislipidemia, también es importante para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Además, se están investigando diversas terapias farmacológicas para el tratamiento de la NASH, incluidos los agonistas de los receptores de GLP-1, los agonistas de los receptores FXR y los agentes antioxidantes, aunque aún no hay un tratamiento farmacológico específico aprobado para la NASH. En resumen, la NASH es una enfermedad hepática cada vez más prevalente y una causa importante de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Su compleja patogénesis y su asociación con múltiples comorbilidades metabólicas hacen que su diagnóstico y manejo sean un desafío. Sin embargo, una comprensión mejorada de los mecanismos subyacentes de la enfermedad y el desarrollo de nuevas terapias están arrojando luz sobre nuevas estrategias para abordar este importante problema de salud pública.
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