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FACULTAD DE EDUCACIÓN, COMUNICACIÓN Y HUMANIDADES ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN EDUCACIÓN ESPECIALIDAD DE CIENCIAS SOCIALES Y PROMOCIÓN CULTURAL CORRIENTES FILOSÓFICAS CONTEMPORÁNEAS TEMA: La evolución de la filosofía en América Latina desde el siglo XIX hasta la actualidad DOCENTE: Mgr. Rosa Maria Gil Yufra Sara Isabel Ponce Zapana 2018-113013 Marjori Escobar Pari 2018-113018 Gisella del Carmen Mamani Mamani 2017-113031 Fhiorella Angélica Córdova Botello 2018-113017 TACNA – PERÚ 2022 ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 3 CONTEXTO HISTORICO .................................................................................. 6 El proceso de emancipación ............................................................................. 6 La filosofía ante la primera emancipación (desde 1807) .................................... 13 Principales corrientes filosóficas y representantes en la primera mitad del siglo XIX ................................................................................................................................. 14 Influencia de la Ilustración en la emancipación ............................................. 14 El romanticismo y la búsqueda de independencia cultural ............................. 16 Filosofía americanista, romanticismo y la independencia cultural ............. 16 La filosofía de la liberación ................................................................................ 19 SURGIMIENTO ............................................................................................. 19 CARACTERÍSTICA GENERAL .................................................................. 20 DIFERENCIA CON OTRAS CORRIENTES ............................................... 21 SITUACIÓN ACTUAL ...................................................................................... 22 SIGNOS POSITIVOS DE LOS TIEMPOS ................................................... 23 LA NUEVA SITUACIÓN HISTORICA ....................................................... 24 La postmodernidad latinoamericana ................................................................... 25 La Filosofía Latinoamericana Social y Cultural ............................................. 28 Conclusiónes ....................................................................................................... 29 Bibliografía ......................................................................................................... 30 INTRODUCCIÓN La filosofía en América Latina, entendida como ciencia, no tiene un carácter regionalista, además de que uno de los rasgos que caracteriza y distingue al verdadero filósofo de aquel moralista como tal, hacedor de máximas o pensador reflexivo, es justamente su ubicación dentro del marco filosófico que le toca vivir. Asimismo, tiene que asimilar las doctrinas prevalecientes que conciernen a su época de modo que puedan reaccionar ante dichas tendencias, pero sin descuidar la herencia filosófica que le corresponde recibir. En ese sentido, se pretende entablar un diálogo con el pasado estando plenamente consciente de los problemas propios que aquejan a su presente realidad. Por otro lado, si nos sumergimos y analizamos la evolución de la filosofía en Latinoamérica debemos tener presente que partiendo desde la culminación de la primera mitad del siglo XIX los países de América habían logrado su tan anhelada independencia política, empero, persisten las ataduras que subordinan el pensamiento de los latinoamericanos a su existente pasado colonial. En búsqueda de la emancipación intelectual, será precisamente el venezolano Andrés Bello, el primero en declarar una segunda independencia: La ideológica. Con el transcurrir de los años y con cierto retraso, surgirá en América Latina dos corrientes filosóficas destacadas: El idealismo y el positivismo. La existencia de la filosofía latinoamericana viene desde la época de la colonia y también en el siglo XIX, pero es necesario dejar en claro que dicha filosofía no se realizó de una manera exclusiva por los grandes pensadores de aquellos tiempos. Siendo así que, hubo intelectuales que reflexionaron filosóficamente, aunque su principal actividad o función no era el filosofar. Su labor filosófica siempre estuvo supeditada a intereses de ámbito religioso como político. A lo largo de las últimas décadas, las tendencias que mayor influencia y desarrollo tuvieron en América Latina fueron: ➢ La filosofía cristiana - Tomista. ➢ El Marxismo. ➢ El existencialismo. ➢ La filosofía analítica. ➢ El movimiento americanista. CONTEXTO HISTORICO El siglo XIX fue un siglo fundamental para la historia de Latinoamérica. Dentro de este siglo se termina la dominación española, y el fin de la época Colonial, además del surgimiento de las diferentes repúblicas, comienza cada una de ellas con una historia personal y autónoma, como también en búsqueda de su propia identidad. De esta forma, como señala Arturo Andrés Roig (2000) “se trata, en verdad, de un apretado siglo de una extrema densidad social e histórica” (p.11-18). El siglo XIX, en lo que a su significado histórico se refiere, podemos decir que comienza, como señala Joaquín Santana Castillo, en 1810, con el movimiento llamado juntista, punto de arranque de un proceso de emancipación que concluirá en 1898, con la independencia de Cuba. Entre 1810 y 1898, la trayectoria de las naciones que componían la antigua Colonia española va a experimentar una serie de cambios radicales, tanto en su aspecto político como también económico, social, cultural, etc. Esta nueva etapa, que empezó de forma espontánea, llevaría a la ex-Colonia a plantearse su identidad y lo que a partir de entonces quiere ser y representar en el conjunto de las naciones. El proceso de emancipación Todo el largo y complicado proceso que llevó a las diferentes naciones iberoamericanas a la independencia de España se puede interpretar, en diversas facetas: política, social, cultural, económica, etc. Se trató de un acontecimiento en el que confluyen intereses muy diversos, tanto de los variados grupos que conformaban la población iberoamericana, como de los diversos agentes políticos exteriores que influenciaron a la independencia. La independencia de las naciones hispanoamericanas se puede decir que no fue un suceso premeditado, sino más bien algo que se fue fraguando como consecuencia de verse España sumergida en su propia «guerra de independencia» ante la invasión napoleónica. La crisis de España, ocasionada por la guerra, propició que en diversas regiones latinoamericanas se fueran formando Juntas de defensa contra el invasor francés, enviándose incluso delegados a las Cortes de Cádiz. Y desde esa situación de autonomía por parte de los virreinatos y comandancias, pasó enseguida por parte del pueblo y burgueses, a la independencia de su territorio. Ante la invasión napoleónica, en un primer momento todos los líderes y oligarcas hispanoamericanos se pusieron contra Napoleón y a favor de la monarquía española. No querían depender de Francia, ni tampoco de Inglaterra. Pero no pensaban así otros líderes que defendían una orientación liberal. De modo que se formaron pronto dos bandos contrapuestos: “Los realistas (conservadores) que se mantenían fieles a la Monarquía, y los patriotas (liberales) que buscaban decididamente la independencia”. El grupo independentista tenía claro que el objetivo final de las Juntas o Congresos que se fueron formando a partir de 1808 tenía que ser la separación total de España. Como menciona Fray Melchor de Talamantes (1977): Aproximándose el tiempo de independencia de este reino, debe procurarse que el congreso que se forme lleve en sí mismo, sin que pueda percibirse de los inadvertidos, las semillasde esa independencia sólida, durable y que pueda sostenerse sin dificultad y sin efusión de sangre (p.100-101). La postura conservadora se impuso en un primer momento, pero el secuestro de los monarcas españoles significó una época de desgobierno que ponía en peligro la situación social en el interior de las colonias, con fuertes movimientos de insurgencia popular, que hacía peligrar la situación de privilegio de los grupos oligárquicos. De tal forma que esta situación propició el nacimiento y fortalecimiento del movimiento independentista. En esos años de comienzos del s. XIX, la población hispanoamericana abarcaba poco más de 15 millones de habitantes, de los cuales el 46% eran indígenas puros, el 8% negros, el 26% mestizos, y sólo el 20% blancos, con sólo un 5% de ellos nacidos en España. De todos estos grupos, sólo la minoría blanca participó con plena conciencia en las luchas independentistas, tanto en el bando realista (defensor de la continuación de la colonia) como en el patriota (independentistas). De esto eran conscientes los protagonistas, por lo que este dato es fundamental para entender el proceso y, sobre todo, la situación posterior de Hispanoamérica y de cada una de las naciones que se fueron formando y apareciendo a lo largo del proceso emancipador. Junto a las élites político-económicas (criollos), se hallaban las masas populares de mestizos y de indígenas, que aprovecharon en un primer momento el paréntesis de desgobierno para organizar revueltas en búsqueda de mejorar su situación. También se dieron revueltas de grupos indígenas, como es el caso del levantamiento de Tupac Amaru o como es el caso del criollo Francisco Antonio de Zela que dio el primer grito de libertad y dio paso a la insurgencia contra el gobierno español. Así se fue produciendo una situación de anarquía y de conflicto de intereses entre los diferentes grupos sociales, que ponía en grave peligro la situación de privilegio de los criollos y del resto de los grupos oligarcas. Estos últimos consiguieron reorientar la situación de conflicto en una guerra por la independencia, que desembocaría en una nueva configuración de la sociedad hispanoamericana que mantuviera su situación de privilegio. Y si en un primer momento, como hemos señalado, una parte de la oligarquía pensaba que la mejor forma de seguir disfrutando su situación de privilegio era manteniendo la dependencia con la monarquía española, en seguida se dio cuenta de que esa dependencia les sería a la larga perjudicial. Así, está claro que el movimiento de independencia, liderado por los criollos, se hizo en su propio interés y en contra de las clases bajas, de las que temían que aprovecharan la ocasión para configurar una sociedad más democrática e igualitaria. Como señala M. Izard (como se citó en Gomez-Martinez 1988), los grupos dominantes optaron por la independencia porque “la vinculación con la Metrópoli era ya insoportable y suponía un obstáculo para el desarrollo material” (pp. 21-22). El conjunto de esta discrepancia de intereses es lo que hizo que los líderes del movimiento militar secesionista no coincidieran en el tipo de gobierno que debían adoptar para las nuevas naciones. Deseaban adoptar el estilo democrático y republicano que existía en Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. Es por eso que Bolívar menciono ante el congreso de angostura (1819): “Tenemos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa”. Por eso propuso Bolívar un tipo de gobierno representativo, pero con un senado que no fuese electivo, sino hereditario, pensando que así, además de poseer mayor estabilidad, estaría más de acuerdo con el “alma” de la nueva república. En esta forma de pensar coincidía también el líder argentino José de San Martín, quien llegó a defender una forma monárquica de gobierno, una cierta monarquía liberal, única capaz de mantener la paz y superar el desgobierno que empezaba a darse. Y así actuó también O’Higgins en Chile. A la hora de tratar de dotarse de textos constitucionales para regir la vida política, se hizo hincapié en el mantenimiento de la independencia política, recién conquistada, y en asegurar el cumplimiento de los derechos humanos. Pero, en este segundo aspecto, aunque las constituciones que se elaboraron estaban llenas de buenas intenciones, se advirtió una notable distancia entre el contenido de las leyes y la situación real en que estaban. Los ejemplos claros fueron las legislaciones sobre la erradicación de determinados tributos, aún seguían siendo muy excesivos para las capas populares, la servidumbre indígena gratuita para patrones, y la abolición de la esclavitud. Pero en la década de 1830 se volvió a imponer el impuesto personal. De nada serviría tener las leyes más avanzadas, si luego la realidad no permitía ejecutarlas. Así lo señala A. Bello, José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao. Aunque estos intelectuales son conscientes de la distancia entre la letra de las leyes y la realidad, no todos coinciden en la misma solución para superar ese distanciamiento. Esta discrepancia de posturas se va a mantener a lo largo de todo el siglo, en todo este tiempo, surge de nuevo el gobierno absoluto; esta vez no será la monarquía sino sus herederos: los terratenientes y la Iglesia, que ahora ya la nueva diferencia sería el poder económico. En aquellos lugares México, Bolivia, Perú, Colombia, etc. donde predominaba la población indígena y mestiza, el blanco, los criollos, se apoderaron del gobierno, forzando a la masa indígena a una situación que en nada se diferenciaba de la mantenida durante la Colonia. Esta oligarquía pensaba que la ruptura de la dependencia política con España iba a suponer identidad propia sólo con la consecución de la independencia política. Pero no fue así en absoluto. Lo que sí se consiguió, por parte de los grupos oligárquicos, fue un avance en la consecución del poder político y un fortalecimiento de su situación de privilegio económico. Pero donde no se cumplieron sus objetivos fue en el ámbito del desarrollo económico y cultural del conjunto de las naciones. Pensaban los oligarcas ilustrados que, una vez conquistada la independencia, dictadas unas constituciones democráticas, al estilo de los países europeos avanzados, se iba a producir casi automáticamente un desarrollo económico y social del conjunto de los pueblos que componían la antigua Colonia. La verdad fue muy otra, como señala M. Izard (como se citó en Gomez-Martinez 1988) “los secesionistas obtuvieron resultados contrarios a sus supuestos objetivos” (p. 37). No eran conscientes de la nueva situación internacional que se estaba gestando en esos años, situación que desde finales del siglo anterior se estaba transformando de una manera muy significativa, siendo el momento en que se produce, dentro de los países más avanzados del entorno europeo, el paso definitivo de una sociedad autosuficiente a otra excedentaria. O en terminología propia del materialismo histórico marxista, de una sociedad feudal al capitalismo. Y esto traerá unas consecuencias determinantes para las nuevas naciones hispanoamericanas. Una vez alcanzada la independencia política, los teóricos más conscientes consideran que debe perseguirse una cultura autónoma, propia de las nuevas naciones hispanoamericanas, como expresión de una independencia cultural acorde con la independencia política. Pero esta independencia cultural se mostraba como un ideal imposible, en la medida en que no hubo más que un cambio de referencia en los modelos de identificación tanto en lo filosófico como en todos los demás capítulos del mundo de la cultura. Se desecha, pues, el modelo hispano por trasnochado y se persigue imitar lo que proviene de los países ilustrados, sobre todode Francia e Inglaterra. Así, junto a los pensadores que convierten en tema de sus reflexiones la búsqueda de la identidad y autonomía de lo hispanoamericano, se dan otros muchos que se adscriben a diferentes escuelas de pensamiento europeas, siguiendo sus pautas de reflexión y acomodándolas a su propia circunstancia, con más o menos originalidad. Las principales escuelas a las que vamos a hacer referencia son las siguientes: los teóricos de la independencia cultural y Romanticismo liberal; la escuela escocesa; la ideología y el sensismo; el enciclopedismo y el liberalismo; los continuadores de la Escolástica; el idealismo; y la imaginería filosófica. La filosofía ante la primera emancipación (desde 1807) El periodo tradicional de la filosofía se origina desde la praxis misma para poder justificar así la voluntad revolucionaria: El uso de las armas, la libertad del comercio, el derecho de Constitución de una nación etc. Se puede volver a leer temas de la actualidad en aquellos filósofos puesto que gran parte de ellos habían desempeñado la labor de ser docentes de filosofía en seminarios, así también en universidades, lanzándose con ello a la política emancipadora, que produciría la filosofía política, como en el caso de un Fray Servando de Mier en México, de un Moreno en La Plata, de un Bolívar en la Gran Colombia y de otros tantos. A su vez, podríamos encontrar en ellos una filosofía con una postura explícita, ya que aquella gente era conocedora de las categorías tradicionales, que podían construir un discurso filosófico que surgiera de la praxis. En la primera época se considera cómo algunas personas justificaron el derecho de los indios a la rebelión en contra de la conquista. Mientras que en la segunda etapa tenemos una segunda parte en la filosofía de la liberación. Por su parte algunas personas intentarán justificar el derecho a la rebelión contra el despotismo español y portugués aun en Brasil, aunque ella lleve una historia distinta pese a que también tendrá que padecer el despotismo lusitano. Principales corrientes filosóficas y representantes en la primera mitad del siglo XIX El siglo XIX es amplio y complejo, no solo por los acontecimientos sociales y políticos propios de la independencia, sino también por el intelectual. Este complicado siglo Hispanoamericano suele dividirse en tres etapas. La primera dominada por la influencia de la Ilustración en este se apoyarían los grandes líderes de la emancipación, predomina pues sus ideales liberales y utópicos por el genuino optimismo de conseguir en Hispanoamérica recién emancipada los niveles de progreso, democracia y libertad propios de las naciones más avanzadas. El segundo dominado por historicismo racionalista centrado en conseguir una independencia cultural tras superarse los ideales utópicos en los primeros años de la independencia. Parte un realismo que pretende tener más en cuenta la situación autóctona volviéndose hacia las raíces de la propia realidad hispanoamericana. En el análisis de la propia realidad se cargan las tintas críticas en la mala herencia de la Colonia española, a la que se atribuyen todas las causas del atraso político, económico y cultural de Hispanoamérica. Se dan a la par dos movimientos, la vuelta al estudio del pasado centrándose en lo malo y deficiente, y la proyección hacia el futuro. El tercero caracterizado por la casi absoluta del positivismo, abarcando más allá del campo filosófico, sirvió como cobertura ideológica de una burguesía capitalista que pretendía superar el sistema feudal con la aplicación de un régimen económico capitalista y un sistema ideológico basado en el progreso científico. Influencia de la Ilustración en la emancipación Tanto en España como en Hispanoamérica se dio una apertura a los nuevos aires ilustrados, proveniente del enciclopedismo francés y del idealismo alemán, y que traían una invitación a pensar autónomamente y a superar todo tipo de autoritarismo dogmático e impositivo; la libertad en todos los campos, religioso, político, intelectual, de conciencia, etc.; y fe en la razón y en el progreso de las ciencias y de todos los saberes racionales. ( Beorlegui, 2010) Para Hispanoamérica la influencia de la Ilustración es determinante en el campo intelectual y político, pues suponía una invitación a la libertad de pensamiento que en algún punto traía consigo una libertad política. Por ello es fácil identificar la inclinación de los principales libertadores, el libertador por antonomasia es Simón Bolívar defendió la idea de formar con toda Hispanoamérica una sola nación “En el empeño unionista de Bolívar se hallaba la utopía de conseguir una gran nación americana en la que se encarnaran no los ideales de poder y grandeza política, sino la democracia, la solidaridad y el progreso” ( Beorlegui, 2010) Plantea una federación de naciones unidas con los mismos derechos y obligaciones, guiado no solo por la idea de democracia, solidaridad y progreso. Bolívar era consciente que sin una unión la vulnerabilidad ante enemigos y neutrales era mayor, la alianza con naciones poderosas, factor decisivo en el progreso o declive de los recién emancipados, era condena a servidumbre si no se era lo suficientemente fuerte y estable. El ideal unificador de Bolívar nunca se llevó a cabo, y sus previsiones pesimistas respecto a la debilidad de Hispanoamérica ante otras potencias mundiales, se cumplieron con exactitud. A lo largo de los siglos posteriores a la independencia, otros líderes e intelectuales hispanoamericanos renovaban el viejo sueño de unidad con similar falta de éxito. El romanticismo y la búsqueda de independencia cultural Alcanzada la independencia política, más conscientes de la realidad los teóricos consideran que debe perseguirse una cultura autónoma, propia de las nuevas naciones hispanoamericanas. Filosofía americanista, romanticismo y la independencia cultural El entusiasmo se apagaba tras la independencia política en medida que los objetivos planteados por el optimismo ilustrados para las naciones hispanoamericana no se cumplían. Solo se había conseguido la independencia política de España, en otros aspectos todo se mantenía igual. Si no se estaba en una guerra, se estaba bajo la anarquía o el despotismo de la clase conservadora. Se pasaba del dominio español al dominio de los criollos, tal situación empieza a extender el pesimismo entre la clase media liberal. Algo en las entrañas hispanoamericanas le impedía ser libre, por tanto, es menester conocerlo, pues solo conociéndolo podía ser extirpado. Se preguntaban entonces donde estaba el inicio del mal y la respuesta común, aunque expresada de distintas formas era la Colonia, se plantea así una nueva tarea la emancipación mental. La autonomía del intelecto fue el objetivo de la nueva generación. Los hispanoamericanos encontraron en sus historias particulares los elementos negativos de su destino. Así se presentaba ante ellos una doble tarea: la de estudiar el pasado, origen de todos sus males, y trazar el futuro, para proyectar en él las utopías renovadoras. En los años siguientes empiezan a aparecer una serie de libros, en los que se recogen los diversos obstáculos del pasado propios de la presencia de los españoles durante tres siglos. Estos libros serán el apoyo de la mayor parte de la sociedad, pero también la réplica de intelectuales que no estaban de acuerdo con un análisis tan negativo, como es el caso de Andrés Bello. En lo que refiere al futuro se busca construir unos ideales nuevos, una nueva cultura, con todos sus ingredientes: una literatura y una filosofía americanas, como va a defender Juan Bautista Alberdi. Cada pueblo debía construir sus propias artes, ciencias y filosofía, en función de las características propias de cada uno. La idea del desprendimiento intelectual europeo y el desarrollode uno propio de las naciones hispanoamericanas se convirtió mas en el rechazo a lo español, pero se convierten en modelos a seguir naciones europeas avanzadas como Francia e Inglaterra. “La filosofía que se va a desarrollar en los diversos países hispanoamericanos durante estos años es copia de los principales autores y escuelas europeas” Filosofía americana Los autores de esta generación que más van a insistir en la necesidad de pensar desde la realidad particular y de ir conformando una filosofía americana, independientemente de las discrepancias que sobre ello tengan, son Domingo Sarmiento, Juan Bautista Alberdi y Andrés Bello. Andrés Bello y el espiritualismo positivista Nació en Caracas, en 1781, y falleció en Santiago de Chile, en 1865. Cuando se dio el grito de independencia en Caracas, en 1810, por la Junta Suprema ocupó el cargo de oficial primero de la Secretaría de Estado. Enviado a Inglaterra en misión diplomática, junto con Bolívar y Luis López Méndez. Allí permaneció 19 años, en Londres entró en contacto con filósofos como Jeremy Bentham y James Mill, y de ellos recibió el influjo de la filosofía empirista. Sobre su filosofía durante su estancia recibió influencia del empirismo inglés y los racionalistas franceses. García Bacca, quien se dedico al estudio y recopilación de sus obras le denomina espiritualismo positivista. La filosófica de Bello ha quedado muy en segundo lugar si se la compara con su fama de gramático, siendo así que su filosofía hace de fondo de sus teorías como gramático, de tal modo que no se entiende esta segunda faceta sin comprender bien la primera. Aunque estuvo muy influenciado por empirismo y positivismo, pero su filosofía del lenguaje se orientó más en la línea del espiritualismo de Berkeley. Bello entiende que el espíritu tiene conciencia de sus actos, pero es inconsciente de lo que ocurre en su propio cuerpo, situándolo lejos de las teorías materialistas, sensualistas y positivistas. Postula una lógica original, distinta de la que se emplea en las ciencias, físicas o matemáticas. Sostiene que, en el espíritu, son perfectamente compatibles identidad y diferencia, identidad de todo con el alma, y diferencia de estados entre sí; sin embargo, la lógica que Bello considera propia del espíritu se separa de la lógica pura. Frente a las afirmaciones abstractas y grandilocuentes de pensadores hispanoamericanos que se hallaban influidos por los enciclopedistas franceses, Bello prefiere ajustarse más a los hechos y a la realidad concreta de Hispanoamérica. La historia empírica lleva al compromiso, a la conciliación, a la evolución y no a la revolución. Bello defiende que hay que ir con hechos concretos, y sólo después podrán realizar las síntesis comprensivas. En este modo de ver las cosas, Bello estaba influido por la obra de los historicistas Jules Michelet y G.B. Vico. La filosofía de la liberación La situación de América Latina no es la misma a la de 1971, se considera que ha empeorado. En la fecha indicada tiene su lugar de origen en Argentina, la llamada “filosofía de la liberación latinoamericana”, considerando el análisis de la situación de una parte del continente de América. A partir de la conciencia de la injusticia estructural que descompone o denigra a las conocidas mayorías populares, los desfavorecidos de nuestro continente. Hoy la exclusión se observa como mas evidente y como creadora de la explotación y una globalización que crece mas arrastrada por una ideología neoliberal, que desea la homogenización del pensamiento. La filosofía liberal en su cuestionamiento teórico y ético- política por los pobres se concretiza en una opción por los excluidos. Se considera que en esta parte se apuntara al surgimiento, características e historia, para demostrar su importancia en la utilización del pensamiento impartido. SURGIMIENTO Antes del surgimiento de la filosofía de la liberación, la preocupación en América Latina, era el desarrollo en conjunto, pero desde Colombia comenzó en 1968 a privilegiarse otro enfoque, que de alguna manera estaba mejor elaborada y preciso: la liberación. Así empezó la teología de la liberación, influida entonces por la teoría de la dependencia que estaba ocupando en las ciencias sociales. Esta interpretaba el subdesarrollo, no como un retrasado desarrollo capitalista sino como como un efecto dialectico del ProDesarrollo de los países centrales en un capitalismo periférico y dependiente, considerando que la liberación se opone a la dependencia y opresión partiendo de lo indicado. Sin embargo, en el campo de la filosofía, se la integro como liberación humana integral, hombre y mujer, excluyendo el plano sociológico o económico. Juan Carlos Scannone (2009) indica: Augusto Salazar Bondy se cuestiona sobre la existencia o no de una filosofía latinoamericana, nació entonces en Argentina, la FL1. . Ocurren tres antecedentes: un encuentro de un grupo de filósofos jóvenes provenientes de la ciudad de Santa Fe, con Enrique Dussel, en Córdoba, donde se planta como respuesta a Salazar; el II Congreso Nacional de Filosofía, en Alta Gracia (Córdoba) cautivo a filósofos en torno al Simposio “América como problema” y las Segundas Jornadas Académicas de la Facultad jesuitas de la Filosofía y Teología de San Miguel, donde se tocaron tema con referente a la “Liberación latinoamericana” en torno a las Ciencias Sociales, la Filosofía y la Teología. (p. 60) Ocurrido esto, el pensamiento liberal, muestra una filosofía que no parte del ego, sino desde los pobres y oprimidos, y de la praxis de la liberación, tomando los condicionamientos epistemológicos y políticos del pensar mismo. Así se dio inicio a un movimiento filosófico, que no tuvo tanto impacto como la teología de la liberación, aunque se extendió más allá de Latinoamérica que tuvo ciertos eslabones, con “filosofía americana” (Salazar Bondy y Leopoldo Zea), la filosofía a partir del “pensamiento indígena y popular” (Kusch), la historia de las ideas en América Latina (Roig, Abelardo Ramos), la reflexión de los presupuestos filosóficos, así como la filosofía de Zubiri (Ignacio Ellacuría). CARACTERÍSTICA GENERAL La praxis de la liberación es el punto de partida y hermenéutico de una reflexión humana radical, como es la filosófica, que usa como mediación analítica intrínseca las contribuciones de las ciencias del hombre, la sociedad y la cultura. Se trata de un nuevo modo de reflexión filosófica concreta y histórica enraizada en la praxis liberadora. Desde sus primeros planteos ese filosofar intento superar tanto la mera relación sujeto-objeto como la pura dialéctica “opresión-liberación”. Lo hizo a partir de lo exterior, alteridad2 y trascendencia ético-histórica del otro, del pobre, inspirándose en Lévinas, pero reinterpretándola desde América Latina, en cuanto no solo se preocupa por el pobre en forma persona y ética, sino social, histórica, universal, conflictiva y política. DIFERENCIA CON OTRAS CORRIENTES En la filosofía del liberalismo se fue distinguiendo por las diversas corrientes según distintos enfoques filosóficos e ideológico-político. Según Cerutti (1980), con referente a la relación con el populismo: populismo concreto y abstracto; crítica historicista o problematizadora al populismo. Más tarde usó una terminología más filosófica para referirse a las mismas tendencias: filosofía ontologista (cuyo principal exponente sería Kusch), filosofía analéctica (a la que pertenecerían Dussel y Scannone), versión historicista (por ejemplo, Roig) y problematización de la filosofía (en la cual se incluye a sí mismo). En gran parte se diferencia en esa interpretación del “pueblo” pobre, entendido sobre todo desde la cultura y sabiduría populares (Kusch, Carlos Cullen, Scannone), desde la exterioridad al sistema (Dussel) o desde la opresión de clase, comprendida en mayor o menormedida según la concepción marxista (Cerutti). Así es como Fornet distingue entre dos principales enfoques: el ético-cultural (de Kusch, Cullen, Scannone y otros) y el que, sin ser marxista, estaría “orientado por el marxismo” (por ejemplo, Dussel) .Sobre la relación entre esas dos vertientes de la FL (que no son las únicas) se puede afirmar que su crítica y contribución mutuas pueden enriquecer a ambas, liberándolas de sus limitaciones (respectivamente, culturalistas o conflictivistas).Así mismo tienen mucho que aportar tanto el estudio de la historia de las ideas y la reflexión filosófica sobre la historia latinoamericana (Zea, Roig, entre otros), como también su enriquecimiento con contribuciones de otras filosofías, como son la de Xabier Zubiri (Ellacuría, Germán Marquínez Argote) o de Paul Ricoeur, Karl-Otto Apel y otros. (Dussel, Scannone). SITUACIÓN ACTUAL En su mayoría los autores mas representativos cuentan con un pensamiento maduro y obras importantes, entre los cuales se considera: la última ética de Dussel, a saber: Ética de la liberación en la época de la globalización y la exclusión. Ha entrado en dialogo con los autores y movimientos filosóficos en casi toda América Latina, así como en otros continentes. Los numerosos encuentros de Dussel, Apel y otros, se ha abierto a nuevas propuestas, la filosofía intercultural, genero, etc. Después de tres décadas, la mayoría de los firmantes del Manifiesto de 1973 se reunieron en el 2003, en Río Cuarto para un dialogo renovado, a pesar, de las confrontaciones entre las distintas corrientes. Así queda por concluyente: la vigencia y actualidad de ese movimiento , el acuerdo en cuestiones metodológicas y temáticas fundamentales, una crítica filosófica renovada a la situación agravada de los pobres en el mundo y en América Latina, así como a la ideología y prácticas neoliberales; la contribución teórica –desde la filosofía– a nuevas alternativas viables de liberación, en especial en referencia a una globalización alternativa. Pues, como lo expresó el Foro Social de Porto Alegre: “Otro mundo es posible”. Consecuencia de dicho diálogo fue el nuevo Manifiesto de Río Cuarto (2003), firmado (en orden alfabético) por: Mario Casalla, Cerutti-Guldberg, Cullen, De Zan, Dussel, Fornari, Antonio Kinen, Alberto Parisí, Roig y Scannone; firmaron como adherentes, entre otros muchos: Fornet-Betancourt, Ricardo Maliandi, Dorando Michelini y Dina Picotti (12). Allí se dice: “Asumimos, como filósofos, la opción ético-política que implican estas declaraciones y manifestamos que la Filosofía de la Liberación tiene un aporte específico que dar a estos desafíos históricos”. SIGNOS POSITIVOS DE LOS TIEMPOS Sin embargo, la novedad de la situación se manifiesta asimismo en rasgos positivos, que caracterizan el momento actual y que también dan que pensar y qué pensar a la filosofía. Pues, según parece, el peligro militar ha pasado en América Latina y la democracia aun la formal es en muchas partes sólidamente apreciada, después de la dolorosa experiencia de la subversión y la represión. Además, los pueblos latinoamericanos muestran signos de resistencia cultural a la uniformización antes aludida, en medio de un siempre mayor pluralismo ético, cultural y religioso, que –según creo– marca un cambio cualitativo con respecto a los años 70. Otra novedad positiva es el lugar social cada vez más reconocido que ocupa la mujer, de cuya liberación ya hablaba entonces la FL en su “erótica latinoamericana” (Dussel). Por otro lado, la amenaza a lo humano en cuanto tal ha hecho surgir casi en todas partes una mayor conciencia de los derechos humanos, no sólo civiles y políticos, sino también sociales y culturales; la ética ha resurgido como preocupación, aplicándosela a la relación con el medio ambiente, a las investigaciones y manipulaciones genéticas, a la responsabilidad social de la empresa, a la relación entre las culturas, etc. Pero, según mi apreciación, hay además otros dos fenómenos que caracterizan positivamente la actual situación y praxis históricas latinoamericanas, a saber, 1) el del surgimiento de comunidades de naciones que continúan con el ideal de la “Patria grande”, por ejemplo, en el Cono Sur bajo la figura del Mercosur, no obstante, las dificultades que ha encontrado y sigue encontrando. Y aun la propuesta de la Unasur o Unión Sudamericana. Y, por otro lado, el de la emergencia de la sociedad civil como diferente del Estado y del mercado, la cual, a pesar de eventuales ambigüedades, se constituye no pocas veces como un nuevo agente del bien común tanto nacional como internacional. LA NUEVA SITUACIÓN HISTORICA Dussel señaló con las dos últimas palabras del título de su última ética, indica: “globalización” y “exclusión”, dos importantes momentos de la “nueva cuestión social”, después de la caída del muro de Berlín: primero, una globalización promovida según el ya mencionado “pensamiento único” neoliberal. Y, segundo, una de las consecuencias más funestas de éste para la persona humana, a saber, la exclusión fuera del sistema económico global, de millones de personas, de decenas de países y aun de continentes enteros (como el África subsahariana), exclusión cuya máxima expresión entre nosotros son el desempleo estructural y la precarización del trabajo. Pues, cuando el mercado se propugna como autorregulado y regulador de toda la vida social, se pervierte intrínsecamente en motor de concentración injusta de riqueza, ahondando así cada vez más el abismo entre los más pobres y los más ricos, entre naciones pobres y naciones ricas, y deja de ser instrumento, para transformarse en centro y fin; se provoca así la movilización de grandes masas de población que intentan emigrar hacia los centros de poder; las finanzas desreguladas tienden a primar sobre la producción, oponiéndose no pocas veces tanto a los intereses de los trabajadores como a los de los empresarios productivos; la política se pone al servicio de los poderes económicos y financieros; la cultura promovida por éstos a través de los medios de comunicación de masa, jaquea a las culturas de los pueblos, tratando de imponer una uniformización de pautas y conductas; se amenaza al medio ambiente y así, las generaciones futuras, etc. Por otro lado, la implosión de la Unión Soviética dejó sin contrapartida la hegemonía unilateral de los Estados Unidos como nuevo imperio mundial. Por ello, la ideología del “pensamiento único” se pretende sin alternativas viables; y en América Latina se nos presenta el ALCA como si fuera la panacea para todos nuestros problemas económicos, con la amenaza de una mayor dominación no sólo económica, sino también política y cultural. La postmodernidad latinoamericana La polémica sobre la postmodernidad en Latinoamérica se inició en la década de los ochenta y se ha reforzado en los años noventa. Si en la primera década eran unos pocos autores los que defendían las tesis postmodernas, en la actualidad se va ampliando el número de sociólogos, politólogos y filósofos que defienden como adecuado y pertinente el paradigma de la postmodernidad para el ámbito cultural de Latinoamérica. Ante las acusaciones de los detractores de ser la postmodernidad una teoría artificial, trasplantada de los países primermundistas, puesto que los teóricos que la defienden suelen ser intelectuales que han estudiado en universidades europeas o norteamericanas, responden ellos que no se trata de un programa teórico a implantar sino una realidad ya presente en la sociedad latinoamericana. Latinoamérica, como lo indican los cada vez más abundantes trabajos de sociólogos latinoamericanos, está atravesada y configurada por los mismos síntomas que describen la condición postmoderna europea y latinoamericana. De ahí que no se trataría de una doctrina importada, sino de algo que afectaría al ámbito de la vida. De ahí queconsideren algunos teóricos postmodernos. El problema no es si en Latinoamérica se da o no una condición posmoderna, sino cómo se interpreta y qué salidas se proponen a la misma. Y ahí es donde se diferencian los autores. Incluso, ya de entrada, hay quien discrepa que todos esos síntomas sean postmodernos, y no más bien elementos de una modernidad tardía e impura. La otra tesis, muy generalizada en el ámbito latinoamericano, considera que la causa del atraso y de la ausencia de modernidad en Latinoamérica se debe a la dependencia estructural de su economía. Esta situación es la que genera la idea de que el proceso de modernización latinoamericano es muy específico y sui géneris, constituido por un escenario de hibridación y multiculturalidad. Es lo que A. Touraine ha denominado “modelo latinoamericano de desarrollo”. Cuando Latinoamérica quiso modernizarse, lo intentó tratando de copiar miméticamente el modelo ilustrado europeo (Francia e Inglaterra), dando la espalda a su auténtica realidad, constituida por la herencia española y por amplias capas indígenas y mestizas que vivían todavía en niveles premodernos. De tal forma que “lo moderno de América Latina, más que “superar” la tradición, vino a entrecruzarse con ella, por lo que la región expresa en su “interior” un matizado collage cuyos injertos y alegorías son el resultado de la vivencia y la inserción históricas de la región en el mercado internacional”. El resultado es una heterogeneidad cultural que dura hasta nuestros días. Por tanto, si lo postmoderno se entiende como una transformación de lo moderno, resultado de lo cual es la proliferación de lo fragmentario, la heterogeneidad y la pluralidad, habrá que afirmar, como así lo hacen algunos intelectuales latinoamericanos, que en América Latina se está dando una situación de postmodernidad, como consecuencia de un proceso de modernización no concluido o no realizado correctamente (según el modelo europeo). Y así, ocurre en la actualidad que “lo que se ensalza desde el pensamiento descentrado de lo posmoderno estallado: explosión de culturas y subculturas, desfallecimiento del proyecto totalizador, crisis de los “grandes relatos” por su universalismo abstracto, pérdida de las legitimidades, debilitamiento de la historicidad, proliferación de espectáculos en la política, etcétera, guiños propios de una razón hasta de “racionalismos”, América Latina, a su modo y experiencia, ya lo ha historizado desde sus enclaves residuales y marginales”. Nos hallamos en un mundo muy diferente al de tres o cuatro décadas atrás. Un mundo sometido al fenómeno de la «globalización» o «mundialización». En ese sentido, los filósofos de la liberación no son ajenos a esta realidad, y han ido acomodado su pensamiento a esta nueva perspectiva sociológica. De hecho, la mayoría de ellos, como hemos tenido ocasión de ver, tienen agudos comentarios al fenómeno de la modernización y de la globalización. En concreto, veíamos que la obra fundamental de Dussel, “Ética de la liberación en la época de la globalización y de la exclusión”, está enfocada precisamente desde estos planteamientos. Lo que diferencia, por tanto, a estas corrientes es el modo como describen e interpretan esta época de la globalización, así como las soluciones que ante ella proponen. En este punto, la filosofía intercultural de Fornet-Betancourt y la Filosofía Latinoamericana de Dussel no tendrían grandes diferencias. Dussel propone, y realiza, el diálogo intercultural entre Norte-Sur y entre Sur-Sur, estableciendo para este diálogo el criterio formal de la ética del discurso, propuesta por Apel y Habermas. En relación con la postmodernidad, la primera constatación que hay que hacer, como el mismo Dussel se encarga de recordarlo, es que el concepto de “postmoderno” y “postmodernidad” lo utilizó él antes que Lyotard (La condición postmoderna), puesto que su planteamiento filosófico, apoyado en las críticas de Lévinas a la filosofía heideggeriana y europea, lo consideró un pensamiento postmoderno, superador de la modernidad europea, eurocéntrica y dominadora de los países periféricos, a quienes considera “bárbaros”, «irracionales», “lo otro que la razón”. Pero Dussel considera como filosofía alternativa un pensamiento que acoja en igualdad los planteamientos de los otros (culturas, sexos, clases sociales, generaciones futuras, etc.), constituyendo una filosofía “transmoderna”, con pretensiones de mayor amplitud y universalidad que la postmodernidad europea. La Filosofía Latinoamericana Social y Cultural Podemos decir que, cualquier cultura latinoamericana puede y debe aspirar a poseer un modo de filosofar original y auténtico, en la medida en que puede y debe filosofar desde sus propias coordenadas culturales y circunstanciales. Como mencionan los filósofos postmodernos y los postcoloniales, que estamos en un mundo cada vez más globalizado, por tanto, en circunstancias en las que las connotaciones de cada cultura parecen diluirse. Pero también es cierto, como esos mismos teóricos insisten, que la globalización no está reñida, sino complementada, con una mayor tendencia a la localización. Se aconseja hoy día “pensar con mentalidad global y actuar desde lo local”. Por tanto, una de las mejores aportaciones de la razón latinoamericana es la mostración de que las aportaciones que una cultura puede hacer a la universalidad pasan por una profundización en lo local y en lo específico de su propia cultura. Conclusiónes La Filosofía Latinoamericana se basó en el proceso continuo de independencia mediante la búsqueda de una identidad propia del ser latinoamericano. Asimismo, mantuvo un carácter crítico en la puesta en práctica sobre la reflexión de las cosas y no solo en especulaciones. La filosofía latinoamericana necesitaba descubrir su verdadero “Ser”, sin dejar de lado su historia al igual que sus antepasados. La búsqueda incesante de la identidad propia, de una propia filosofía resulta difícil para los pensadores latinoamericanos, todo el siglo XIX hispanoamericano es un laberinto de influencias de diferentes autores europeos. La clasificación exacta de la adaptación de estas a la realidad latinoamericana es complicada, la clasificación tiene que ser necesariamente sintetizadora y, por ende, simplificadora. La filosofía latinoamericana desde el momento de la independencia del poder español ha ido evolucionando conforme a un mundo más globalizado y más humano, con problemáticas sociales latentes, pero con una conciencia de la libertad presente. Cualquier cultura latinoamericana puede y debe filosofar según sus circunstancias y según su propia cultura. Bibliografía Beorlegui, C. (2010). Obtenido de Historia del pensamiento filosófico latinoamericano: Una búsqueda incesante de la identidad: https://enriquedussel.com/txt/Textos_200_Obras/Filosofia_religion/Historia_pen samiento-Carlos_Boerlegui.pdf ROIG, A.A. (ed.), El pensamiento social y político iberoamericano del s. XIX, Madrid, Trotta, 2000, «Presentación», 11-18; 12. 2 «Identidad cultural de un continente: Iberoamérica y la América Sajona. Desde la doctrina Monroe hasta la Guerra de Cuba», en ROIG, A.A. (ed.), o.c., pp. 19-39
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