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Relatoría: Perfil Neuropsicológico en pacientes con ACV y el rol del neuropsicólogo en su rehabilitación Lina Marcela Hidalgo Diaz Universidad de Manizales Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Escuela de Psicología Manizales, Mayo de 2022 Para iniciar, es de suma importancia conocer el significado, temas generales del ACV, y su incidencia que tiene en la salud de las personas que lo llegan a tener. Para lo cual, la Organización Mundial de la Salud (2017), la define como “el rápido desarrollo de signos focales o globales de compromiso de la función cerebral, con síntomas de 24 horas o más de duración, ó que lleven a la muerte, sin otra causa que el origen vascular". Así mismo, la OMS menciona que “ 15 millones de personas sufren un ACV por año. De éstos, mueren 5 millones y otros 5 millones quedan con una discapacidad permanente” (Ministerio de Salud, Gobierno entre ríos, 2017). En relación a Colombia, se considera según la Recavar (citando a la Asociación Colombiana de Neurología) que “en el país se estima que 45 mil personas al año sufren de ACV. Por su parte, el DANE reveló que tan solo entre enero y julio del 2020, 8.693 personas murieron a causa de esta enfermedad”(s.f.). Y, según el Ministerio de Salud (2017) llega a ser “la tercera causa de muerte y la primera de discapacidad en el mundo. Por cada ACV sintomático, se estima que hay 9 “infartos silentes” que impactan en el nivel cognitivo de los pacientes”. En base a esto, este escrito tiene como propósito dar a conocer el impacto que trae consigo a nivel cognitivo en el paciente, como también el rol del neuropsicólogo en los procesos de rehabilitación del mismo. Así pues, hay que empezar abordando un poco sobre temas generales del ACV y su impacto a nivel neuropsicológico. Por tanto, como ya se mencionó anteriormente, un ACV es provocado ya sea por la irrupción del flujo sanguíneo en una parte del cerebro, haciendo que este no pueda recibir los nutrientes y oxígeno necesario y por tanto ocasionando daño o muerte de las células, causando así un daño permanente, o por otro lado, puede deberse a una extravasación de sangre (ruptura de un aneurisma), donde su sintomatología ya va a depender más de la extensión de la hemorragia como tal y de la zona afectada; en base a esto, un Accidente Cerebrovascular se puede clasificar según Medisan (2009) en Isquémico el cual “ se produce por la disminución del aporte sanguíneo cerebral, ya sea de forma total (isquemia global) o parcial (isquemia focal). Según la duración del proceso, se produce como un ataque transitorio de esta o como infarto cerebral, según el déficit isquémico se revierta o no antes de las 24 horas” y Hemorrágico “ el cual se da por una extravasación de de sangre en el cerebro, ya sea en el parénquima, el interior de los ventrículos cerebrales o el espacio subaracnoideo”. Donde, según su naturaleza, las enfermedades cerebrovasculares (ECV) pueden presentarse como isquemia o hemorragia, con una proporción de 85 y 15 %, respectivamente (Medisan, 2009) Del mismo modo, se menciona que los factores de riesgo han sido clasificados como definidos y posibles, teniendo en cuenta las características individuales, el estilo de vida, las enfermedades y los marcadores biológicos de estas, así como las lesiones estructurales sintomáticas, las cuales pueden ser detectadas en el examen físico o las exploraciones complementarias. Todo ello indica que la edad avanzada, el color negro de la piel, el alcoholismo, los cambios meteorológicos, el hábito de fumar, las dislipidemias, los trastornos cardíacos, la diabetes mellitus, las afecciones cerebrovasculares anteriores, los estados migrañosos, la embolia retiniana, las asincronías de pulsos carotídeos, además de la estenosis, las malformaciones arteriovenosas y los aneurismas detectados mediante pruebas complementarias, entre otros, parecen ser condiciones que inciden en la aparición de esta enfermedad; sin embargo, la hipertensión arterial es el factor tratable más importante, puesto que su control ha logrado disminuir la ocurrencia y mortalidad por ictus (Medisan, 2009). Ahora bien, para entrar en materia, las secuelas neurológicas y neuropsicológicas de la isquemia van a depender del área afectada y la extensión. De las alteraciones neuropsicológicas producidas por los ACV se destaca que en general los trastornos de tipo isquémico tienden a producir déficit cognitivos y sensitivomotores focales, mientras que las hemorragias cerebrales tienen consecuencias más amplias y difusas sobre las funciones cognitivas. Donde, “ la lateralización de la lesión también produce efectos diferenciados, ya que el ACV sobre el hemisferio izquierdo con frecuencia se traducirá en trastornos del lenguaje, mientras que las lesiones del hemisferio derecho producirán trastornos espaciales y visoperceptivos” (Acta Neurológica Colombiana, 2013). Por consiguiente, las posibles consecuencias que deja sobre las funciones cognitivas del paciente, pueden ser alteraciones en la atención, agnosias, trastornos del lenguaje, memoria etc. Así pues, los síndromes neuropsicológicos se presentarán en mayor o menor intensidad, dependiendo de la extensión y el territorio vascular afectado, ya que, como se menciona en el Acta Neurológica Colombiana “Las lesiones vasculares en el territorio irrigado por la arteria cerebral anterior, producirán hemiparesia contralateral, trastornos en el nivel de alerta, desinhibición, impulsividad y dificultades para el inicio del lenguaje, síndrome disejecutivo y afasia de Broca. Si se compromete el segmento de la arteria cerebral media que irriga al lóbulo parietal las funciones de procesamiento somestésico, el sentido del gusto, el control motor, el esquema corporal, la memoria, la orientación espacial, el cálculo, la praxis y las gnosias” (2013). Así mismo, cabe aclarar que, la arteria cerebral media, es el territorio en el que con mayor frecuencia sucede el ACV y sus lesiones en el hemisferio izquierdo frecuentemente se asocian con afasia sensitiva o motora, y cuando se infarta el territorio vascular del lóbulo temporal irrigado por la arteria cerebral media, las funciones que se afectan son las del procesamiento de la audición, la memoria, el lenguaje comprensivo y la regulación emocional. Con lo anterior mencionado se quiere decir que, cuando ocurre un ACV se presta mayor atención a los ACV que afectan el hemisferio izquierdo, por sus repercusiones en el lenguaje, por ejemplo, las afasias, las cuales se originan de infartos, hemorragias o hematomas que irrigan regiones perisilvianas del hemisferio izquierdo, mientras que las lesiones del hemisferio derecho suelen producir síntomas como el de un déficit en la memoria visual, cambios emocionales, heminegligencia, confabulaciones, las cuales terminan interfiriendo en los recuerdos, y se puede llegar a producir agnosias cuando se afecta la arteria cerebral posterior derecha. Por tanto, se puede decir que, los pacientes que sufren un Accidente Cerebrovascular, llegan a contraer un gran deterioro a nivel neuropsicológico al verse comprometido una afectación directa a nivel cerebral, llegando a dejar secuelas físicas y emocionales apartes de las neuropsicológicas, que pueden llegar a afectar el desenvolvimiento cotidiano tanto a nivel familiar como social del paciente. Dicho lo anterior, es donde entra a jugar el rol del psicólogo o neuropsicólogo en los procesos de rehabilitación de los pacientes que han sufrido un ACV, ya que más allá de los compromisos directos por el ACV, hay una disminución de la autonomía del paciente, tal y como lo mencionan Rodriguez y Ursua (2009) “cuando existe un daño cerebral, la alteración de las funciones nerviosas superiores cubre un espectro muy amplio donde el paciente puede verse afectado en cuatro grandes funciones: cognitivas o neuropsicológicas, de la comunicación y expresión, físicas y actividades de la vida diaria (citando a Castillo de Ruben, 2002). Y, que portanto, según Rodriguez y Ursua (2009) “es importante considerar que el factor neuropsicológico es una variable que afecta en diverso porcentaje el funcionamiento autónomo del paciente ACV, esto se explica ya que aspectos como el diario vivir y actividades domésticas, son parte de un proceso de planificación y autocontrol, dos ingredientes de las funciones ejecutivas incluidos en los factores neuropsicológicos (citando a Mercier, Audet, Hebert, Rochette & Dubois, 2001)” (p.21). En base a esto y en términos generales, se puede decir que, el papel del neuropsicólogo al momento de abordar pacientes que han sufrido un ACV, se basa en poder realizar una valoración y evaluación neuropsicológica muy detallada y temprana de los diferentes deterioros cognitivos que se pueden presentar en el paciente, para así poder optimizar un mejor diagnóstico y al mismo tiempo poder planificar de forma más concisa el mejor tipo de rehabilitación y plan de intervención que vaya en pro de generar una mejor adaptación en el paciente a su nueva vida y así mismo, como también realizar una intervención a sus familiares para que sepan cómo sobrellevar esta nueva situación. Y ya en modo de conclusión, a lo largo de este escrito se ha venido planteando que los ACV son la tercera causa de muerte y la primera discapacidad en el mundo; que implican un gran impacto y deterioro a nivel cognitivo de los pacientes, y por ende, afectando en la autonomía frente a su vida cotidiana, por tanto, el rol del neuropsicólogo es trabajar en conjunto con su equipo con el fin de mejorar el bienestar integral del paciente y de su familia en la mayor medida que se pueda, así mismo, trabajar también los factores psicosociales cómo el estado de ánimo del paciente, su percepción subjetiva frente a la enfermedad, son factores de gran influencia para el tratamiento del paciente y para su mejoría. Para finalizar, según la ISEP (2017) menciona que “El objetivo primordial de toda intervención neuropsicológica en ACV debería orientarse no solo a incrementar los beneficios del proceso rehabilitador, sino a facilitar el proceso de readaptación y de reintegración social y comunitaria. Así, el acompañamiento y apoyo emocional cobran especial importancia tras el ingreso hospitalario, cuándo la persona debe abandonar la seguridad de un entorno completamente adaptado a sus necesidades para volver a la realidad”. WEBGRAFÍA Hospital Provincial Docente �Saturnino Lora Torres� (2009, septiembre). Tomografía axial computarizada en pacientes con enfermedades cerebrovasculares hemorrágicas. Medisan. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1029-30192009000500011 Instituto Superior de Estudios Psicológicos (2017). La importancia de la intervención psicológica en el proceso de rehabilitación neuropsicosocial [Mensaje en un blog]. Recuperado de https://www.isep.es/actualidad-neurociencias/psicoterapia-en-dano-cerebral-adquirido-dca-pa rte-1-2/ Ministerio de Salud, Gobierno entre Ríos ( 2017, febrero). Accidente Cerebrovascular. ER. 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