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PSICOLOGIA DE LA SALUD ENRIQUE BARRA ALMAGIA 2003 Editorial Mediterráneo, Santiago, Chile 2 2 INDICE PREFACIO ..................................................................................................4 CAPITULO 1 INTRODUCCION........................................................................................6 RELACION MENTE-CUERPO............................................................................................7 EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD..............................................10 EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD..........................................................13 CAPITULO 2 ESTRES Y SALUD................................................................................... 17 CONCEPTUALIZACION....................................................................................................18 ENFOQUES Y MODELOS...................................................................................... ............20 AFRONTAMIENTO DEL ESTRES....................................................................................30 ESTRES Y ENFERMEDAD..................................................................................... ...........37 CAPITULO 3 EMOCIONES Y SALUD ..........................................................................41 EMOCIONES Y FUNCIONAMIENTO FISIOLOGICO....................................................41 EMOCIONES Y PERCEPCION DE SINTOMAS FISICOS............................................ 44 EMOCIONES Y BUSQUEDA DE ATENCION MEDICA...............................................47 EMOCIONES Y CONDUCTAS RELEVANTES PARA LA SALUD.............................. 49 EMOCIONES Y RELACION ENTRE APOYO SOCIAL Y SALUD...............................51 HOSTILIDAD Y SALUD....................................................................................................52 EXPRESION EMOCIONAL Y SALUD.............................................................................58 CAPITULO 4 ATENCION DE SALUD Y CONDUCTA DEL PACIENTE.................62 CONDUCTAS DE SALUD Y DE ENFERMEDAD...........................................................63 INTERACCION MEDICO-PACIENTE..............................................................................66 ADHERENCIA A LAS INDICACIONES MEDICAS........................................................70 3 3 CAPITULO 5 HOSPITALIZACION Y PREPARACION PARA CIRUGIA...............80 CONDUCTA DEL PACIENTE HOSPITALIZADO...........................................................81 HOSPITALIZACION INFANTIL...................................................................................... 83 PREPARACION PARA INTERVENCIONES QUIRURGICAS........................................89 CAPITULO 6 MODELOS EXPLICATIVOS DE LAS CONDUCTAS DE SALUD....97 MODELO DE CREENCIAS DE SALUD...........................................................................97 MODELO DE LA ACCION RAZONADA........................................................................99 MODELO DE LA CONDUCTA PLANIFICADA............................................................102 MODELO DE INFORMACION-MOTIVACION-HABILIDADES CONDUCTUALES............................................................................................ .................103 MODELO TRANSTEORICO DEL CAMBIO CONDUCTUAL......................................106 CAPITULO 7 PREVENCION Y PROMOCION...........................................................110 PROMOCION, EDUCACION Y PREVENCION.............................................................112 ESTRATEGIAS DE PREVENCION Y PROMOCION....................................................116 PREVENCION DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES.................................122 PREVENCION DEL HABITO DE FUMAR EN ADOLESCENTES..............................124 REFERENCIAS .......................................................................................126 4 4 PREFACIO Tal vez desde siempre se ha sabido que en la salud y la enfermedad están involucrados los diversos aspectos del organismo, tanto los de tipo somático como aquellos de tipo psicológico y social. Sin embargo, ha sido solamente en los últimos años que se ha logrado tener una comprensión más acabada de cuáles son las variables psicosociales más directamente relacionadas con la salud física, y cuáles son los mecanismos que permiten explicarnos cómo nuestros pensamientos, sentimientos y relaciones sociales afectan tanto la mantención como la recuperación de nuestra salud. Tal comprensión es hoy posible gracias al trabajo de muchos investigadores que han aportado al desarrollo de un nuevo campo de aplicación del conocimiento psicológico, la Psicología de la Salud. Este nuevo campo no sólo es uno de los de mayor relevancia social por la importancia que tienen la salud y la enfermedad para las personas y la sociedad en su conjunto, sino que también constituye una de las áreas de estudio más fascinantes para la psicología por varias razones. En primer lugar, porque abarca e integra muy diversos niveles de análisis, desde los factores estrictamente individuales hasta las relaciones interpersonales y el contexto social en general. En segundo lugar, porque representa una integración del conocimiento proveniente de la investigación sobre procesos básicos (especialmente fisiológicos y cognitivos), con los desarrollos conceptuales y metodológicos de diversas otras áreas de la psicología (clínica, social, comunitaria, etc.). En tercer lugar, porque el análisis y eventual control de diversos aspectos relacionados con la mantención y recuperación de la salud constituyen una valiosa oportunidad para mostrar los aportes específicos de los modelos y conocimientos de la psicología a la vida concreta de las personas. Y por último, porque estudia realidades humanas muy significativas que tienen que ver con el comportamiento, con las emociones y el sentido de bienestar personal, con las relaciones íntimas, con el dolor y el sufrimiento, con la enfermedad, y en último término con la vida y con la muerte. 5 5 Este libro intenta ser una introducción y una invitación a este fascinante nuevo campo de la Psicología de la Salud, destinada a alumnos y profesionales de la psicología y de las carreras de la salud, así como a todas aquellas personas interesadas en comprender mejor la influencia de los factores psicológicos en los diversos aspectos de los procesos de salud y enfermedad. Debido al crecimiento explosivo de este campo durante los últimos años, uno de los mayores desafíos al elaborar este texto ha sido sintetizar e integrar la enorme cantidad de información que se ha generado y se sigue generando en diversos medios. Para lograr este objetivo, y junto con la utilización de la gran cantidad de material disponible en nuestro medio, una herramienta fundamental ha sido el tener acceso a las principales bases electrónicas de datos psicológicos a nivel mundial, un recurso valiosísimo con el que no contábamos hace solo unos pocos años. Por esta razón, pensamos que además del contenido mismo, uno de los aportes concretos más importantes de este libro es una extensa lista de referencias bibliográficas donde los lectores pueden encontrar trabajos específicos sobre los temas de su interés o necesidad. En la necesaria selección de temas para un texto de un tamaño reducido, hemos privilegiado aquellos aspectos donde a nuestro juicio existe mayor evidencia acerca de la importancia de las variables y procesos psicológicos. Y además hemos tratado de mantener un equilibrio entre temas más conocidos en el área de la salud (como el estrés,la interacción médico- paciente, las conductas de salud y la adherencia a las prescripciones, la prevención de enfermedades y promoción de salud), y temas más nuevos aún en pleno desarrollo emergente (como algunos modelos conceptuales de carácter integrativo, algunos factores de afrontamiento de la cirugía, y los diversos aspectos de la relación entre emociones y salud, incluyendo los últimos desarrollos acerca de la expresión emocional escrita y la salud). Al igual que en otros dos libros anteriores acerca de temas psicológicos, hemos tratado de combinar la rigurosidad científica con la mayor claridad y simplicidad posibles en el lenguaje utilizado, de manera de facilitar al lector el procesamiento y la comprensión de los temas abordados. Y también al igual que en los casos anteriores, hemos dado un lugar destacado a la presentación de los principales modelos teóricos, ya que ellos proporcionan una base fundamental tanto para la investigación como para cualquier programa de prevención e intervención. 6 6 CAPITULO 1 INTRODUCCION Durante las dos últimas décadas ha ido consolidándose la Psicología de la Salud como un nuevo campo de estudio y aplicación del conocimiento psicológico. En este tiempo relativamente breve, hemos ido aprendiendo muchas cosas y hemos ido cambiando nuestra manera tradicional de pensar respecto a la salud y a la enfermedad. Aunque tal vez muchas de estas nuevas actitudes hacia la salud no son tan nuevas como se podría creer, sí representan un cambio significativo respecto a la concepción predominante a lo largo del desarrollo de la medicina científica. Algunas de las cosas que hemos ido aprendiendo, es que el comportamiento es un componente básico de la salud y que puede hacer más o menos probable el enfermar, y que nuestros pensamientos, sentimientos y conductas afectan nuestra salud y nuestro bienestar. También hoy sabemos que el estilo de vida y diversas dimensiones personales se relacionan en un grado considerable con el estado de salud y el pronóstico de algunas enfermedades, y que diversos factores psicológicos y sociales desempeñan un rol fundamental en las diversas fases del proceso de salud-enfermedad, desde la prevención de la enfermedad hasta la recuperación de la salud. De manera lenta pero progresiva, la medicina ha ido incorporando y utilizando cada vez más las contribuciones psicológicas en diversos temas médicamente relevantes, con un creciente interés en ver y tratar al paciente de una manera holística como una persona integral y no sólo como un conjunto de órganos y sistemas, y con una creciente conciencia que los factores psicológicos son significativos en el curso de casi cualquier enfermedad. Al desarrollarse la noción que la salud involucra tanto el bienestar físico como mental y emocional, y que las variables psicológicas y sociales son importantes en la enfermedad, se hace posible una nueva relación entre la psicología y la medicina. 7 7 Por una parte, la salud y sus diversos aspectos relacionados se han convertido en temas favoritos de investigación y aplicación de la psicología, observándose una verdadera explosión del conocimiento acerca de las influencias psicológicas en el proceso de salud-enfermedad. Y por otra parte los psicólogos han comenzado a participar más activamente en el diagnóstico, tratamiento y prevención de problemas de salud, como miembros activos de equipos de salud junto con médicos y otros profesionales, aportando sus conocimientos y habilidades de investigación y sus técnicas específicas de evaluación e intervención, en los diversos aspectos referentes a la salud y la enfermedad. Sin embargo, durante mucho tiempo la psicología y la medicina han seguido caminos muy separados. A pesar de un origen común, la psicología y la medicina han estado inmersas en el dualismo de cuerpo y mente predominante en el pensamiento occidental, concibiendo ambas entidades como dos sistemas separables y relativamente autónomos. Para la medicina la salud ha significado salud física, mientras que la relación de la psicología con la salud se había limitado a la llamada salud mental, careciendo ambas disciplinas de una visión holística de la salud como bienestar mental y físico. Para comprender cabalmente el significado de la psicología de la salud es necesario revisar brevemente el trascendental tema de la relación mente-cuerpo. RELACION MENTE-CUERPO Históricamente la relación entre la mente y el cuerpo ha sido un tema controversial entre filósofos, fisiólogos y psicólogos. Aunque durante los últimos siglos ha predominado en Occidente una concepción dualística que considera la mente y el cuerpo como sistemas separados, esta visión no ha sido siempre la predominante. Antiguas civilizaciones tanto orientales como occidentales parecían tener una concepción más integrada de la mente, el cuerpo, la salud y la armonía con la naturaleza. Como un ejemplo de esa visión más integrativa de la mente y el cuerpo se puede mencionar la doctrina clásica de los temperamentos de Hipócrates, uno de los fundadores de la medicina. El postulaba que los distintos líquidos o humores corporales estaban asociados con determinados atributos de personalidad o temperamento. Así, un exceso de bilis amarilla tenía como efecto que el individuo estuviera permanentemente enojado e irritable, lo 8 8 que caracteriza el temperamento colérico. Un exceso de bilis negra sería la causa de que la persona estuviera permanentemente triste o melancólica, es decir, que tuviera un temperamento melancólico. El exceso de sangre en el organismo producía un temperamento activo y optimista, es decir, sanguíneo. Y por último un exceso del humor llamado flema producía características como ser calmado y reservado, es decir, tener un temperamento flemático. Debido a la fuerte concepción dualista que ha caracterizado nuestra cultura durante los últimos siglos, tal vez es difícil para muchas personas hoy en día comprender cabalmente el significado de una visión unitaria de la mente y el cuerpo. Sin embargo, a través de la historia se puede encontrar la concepción de que los factores físicos o biológicos interactúan con, y afectan a, las características psicológicas o de personalidad de los individuos. En esa visión más holística, la mente es parte del cuerpo ya que es producto de la actividad cerebral y del sistema nervioso, y la salud y la enfermedad son productos del organismo como un todo. Esta visión integrativa va cambiando con el advenimiento de la medicina científica durante el Renacimiento. La idea que la mente pueda influir poderosamente en las funciones corporales llega a ser considerada como no científica, el tema de la mente y el alma se dejan como preocupación de la religión y la filosofía, mientras que el análisis y comprensión del cuerpo se reservan para un campo específico y distinto, la medicina física. La concepción dualista de que la mente y el cuerpo funcionan separadamente y en forma independiente estaría representada en su máxima expresión en las ideas del filósofo francés René Descartes, quien plantea que el alma o la mente era una entidad distinta incapaz de afectar de una manera directa la materia física o los procesos somáticos. Este dualismo Cartesiano de mente y cuerpo proporcionó la base filosófica del nuevo campo independiente de la medicina, alejándola del enfoque holístico que enfatizaba la interdependencia mente-cuerpo, y conduciéndola hacia el enfoque fisiopatológico mecanicista que ha caracterizado esta disciplina hasta muy recientemente. Los grandes descubrimientos de las causas biológicas de las enfermedades y el desarrollo de tratamientos y vacunas que fueron permitiendo el control y la prevención de muchas enfermedades, parecenhaber proporcionado poderosas evidencias de la conveniencia de tratar el cuerpo separadamente 9 9 de la mente. Así, el descubrimiento de los microorganismos causantes de ciertas enfermedades revolucionó la medicina en el siglo XIX pero también reforzó el dualismo mente-cuerpo, y algo similar sucedió con el desarrollo de medicamentos y vacunas para el control de diversas enfermedades. Durante la mayor parte de esta era científica de la medicina las explicaciones permitidas para la enfermedad fueron las leyes mecánicas o ciertos principios fisiológicos, y los aspectos psicológicos o sociales eran descartados como posibles factores explicativos por no encajar en la concepción somática mecanicista. Un resultado de esta aproximación a la salud y la enfermedad es que muchos desórdenes quedaban fuera de los sistemas de clasificación y no recibían la atención debida. Así, se empezó a hablar de desórdenes “nerviosos” o “emocionales”, siendo un enigma su etiología y su tratamiento específico. Existía una especie de acuerdo tácito de que si un médico concluía que el problema de un paciente era “solo nervioso”, debería dejar de indagar y no preocuparse mucho, ya que aquello causado por un factor psicológico sólo tendría efectos psicológicos. De esta manera los problemas nerviosos o emocionales se veían disociados de los procesos fisiológicos, y se concluía que las quejas somáticas de origen nervioso no tenían una base física. El modelo que ha sido dominante en la concepción que se ha tenido de la salud y la enfermedad, el llamado modelo biomédico, se basa en la proposición que la enfermedad es causada por un agente patógeno, el cual puede ser un virus, una bacteria o algún otro germen que se introduce en el cuerpo y provoca diversas alteraciones y molestias. Es decir, la supuesta intervención de los espíritus o la falta de armonía interna y con la naturaleza de otras épocas o tipos de medicina fueron reemplazadas en la medicina científica por los microorganismos, y los esfuerzos por controlar las enfermedades fueron dirigidos específicamente hacia la eliminación o prevención del proceso infeccioso. Por una parte este enfoque posibilitó un gran desarrollo técnico que permitió erradicar muchas de las principales enfermedades, disminuir enormemente la mortalidad y ampliar significativamente la expectativa de vida de las personas en un período histórico relativamente breve. Pero por otra parte, también implicó un gran descuido de los diversos factores psicológicos y sociales que hoy sabemos desempeñan un rol fundamental en las diversas fases del proceso de salud-enfermedad. 10 10 EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD A partir de la Segunda Guerra Mundial la psicología fue cambiando gradualmente su carácter. Este cambio, mucho más patente en la psicología norteamericana dominante, significó una tendencia creciente a dejar de ser solamente una disciplina académica y experimental, para desarrollarse también como una ciencia aplicada. De esta forma la psicología fue mostrando cada vez más que podía contribuir significativamente a la prevención y solución de diversos problemas en muy variados ámbitos, desde aquellos de carácter más individual y subjetivo hasta otros de tipo más social, organizacional y comunitario. Esta tendencia recibió un gran impulso en los años 40 con las propuestas y trabajos de Kurt Lewin, considerado el pionero de la psicología social aplicada (Barra, 1998), área que ha sido de las que más han contribuido a la Psicología de la Salud desde sus inicios hasta la actualidad. En esta misma época se desarrolla la medicina psicosomática, otro de los antecedentes importantes de la psicología de la salud. Diversos investigadores, la mayoría con una orientación psicoanalítica, hicieron importantes contribuciones al estudio de la relación entre salud, comportamiento y personalidad, destacando el rol del estrés y sus efectos en el desarrollo de algunas enfermedades. Se empieza a considerar que la incapacidad para adaptarse al estrés y a diversos cambios vitales, así como muchos conflictos psicológicos, pueden llevar a respuestas emocionales y fisiológicas que contribuyen a desencadenar procesos de enfermedad. Además, también se encuentra que los distintos individuos reaccionan al estrés con diferentes patrones de respuestas corporales, existiendo ciertos estilos de personalidad que hacen más probable el desarrollo de ciertos trastornos. Algunos de los trastornos “clásicos” de la medicina psicosomática son el asma bronquial, la colitis ulcerosa, la hipertensión esencial, el hipertiroidismo, la neurodermatitis, la artritis reumatoide, y la úlcera duodenal (Laederach-Hofmann, 1997). A medida que la investigación en psicofisiología fue proporcionando cada vez más evidencia de la relación entre los factores emocionales y congnitivos por una parte y los procesos fisiológicos por otra parte, se fueron creando las bases para el desarrollo de la llamada medicina conductual. La medicina conductual consiste en la aplicación de principios y técnicas psicológicas en la evaluación, manejo, tratamiento, rehabilitación y prevención de problemas de tipo médico. Así como la medicina 11 11 psicosomática tenía estrecha relación con la orientación psicoanalítica predominante en los años 40, la medicina conductual estaba más relacionada con la orientación conductista predominante en los años 60 y 70, utilizando principalmente la metodología del análisis experimental del comportamiento y las técnicas de la terapia conductual. Sin embargo, y al menos desde el punto de vista conceptual, la medicina conductual tendría un carácter interdisciplinario y representaría una integración de las disciplinas conductuales en general (tales como psicología, sociología y antropología médicas, educación de la salud, etc.) con la práctica médica y sus grandes objetivos de cuidar la salud y prevenir y tratar las enfermedades. Así, la Conferencia de Yale sobre Medicina Conductual en 1977 la definió como el campo interdisciplinario relacionado con el desarrollo y con la integración del conocimiento científico y de las técnicas emanadas de las ciencias conductuales y de las ciencias biomédicas, que resulten relevantes para la atención de la salud y de la enfermedad, y con su aplicación a la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación (Shapiro, 1988). A través de diversos desarrollos como los mencionados fueron adquiriendo un significado cada vez más concreto nociones que tal vez han estado desde siempre en la medicina, pero que no se traducían en la práctica médica habitual. Algunas de esas ideas, que ahora tenían cada vez más respaldo de evidencias científicas, eran que el organismo es un todo integrado, que es necesario ver al paciente como una persona integral y no sólo como un conjunto de síntomas, que no existen enfermedades sino que personas enfermas, que la relación personal entre el médico y el paciente es un aspecto esencial del tratamiento, y en general que los factores psicológicos (creencias, actitudes, emociones, conductas, etc.) eran un aspecto significativo en el curso de casi cualquier enfermedad. Las bases teóricas y las evidencias que fueron posibilitando el surgimiento de este nuevo campo provenían de la investigación en diversas áreas tradicionales de la psicología (social, clínica, fisiológica, del desarrollo, etc.), en nuevos campos que emergían, como la medicina conductual, la psicofarmacología y la psicología comunitaria, y también en otras disciplinas relacionadas con la salud, como la sociología médica y la epidemiología. Estas diversas evidencias conducían a pensar que, para poder comprender adecuadamente la salud y la enfermedad, se debe ver a las 12 12 personas como entidades individualescomplejas que están en continua interacción con su ambiente físico y social. Los nuevos desarrollos tanto en psicología como en medicina permitieron el análisis más preciso de las interacciones entre comportamiento y salud, y proporcionaron nuevas formas de explicar y controlar enfermedades. Así como anteriormente se consideraba que la enfermedad era producto de un único agente patógeno, actualmente se reconoce que las enfermedades pueden ser multideterminadas, producto de una interacción entre predisposiciones individuales, influencias ambientales, vulnerabilidad orgánica, estilos de vida y aún procesos emocionales. Y por lo tanto el enfrentamiento de la enfermedad también debe ser multifactorial, atendiendo tanto a los aspectos somáticos como psicológicos y sociales. Otro factor que también llevó a tener una nueva perspectiva de la salud y la enfermedad fueron los cambios en los patrones de morbilidad y mortalidad. Se ha observado una notable disminución de las enfermedades infecto- contagiosas que constituían importantes causas de muerte durante la primera mitad del siglo XX. Mediante vacunas, antibióticos y mejoramiento de condiciones sanitarias los países más desarrollados lograron prácticamente eliminar enfermedades como la polio, tuberculosis, sarampión, fiebre tifoídea, etc., produciendo una gran reducción de la mortalidad infantil y elevando significativamente la expectativa de vida. Y en lugar de las enfermedades infecciosas, ha ido aumentando cada vez más la importancia de las enfermedades crónicas y de aquellas relacionadas con el estilo de vida y el comportamiento, para las cuales no existe una vacuna o una cura específica. Entre estas enfermedades, algunas de las cuales son las principales causas de muerte en diversos países, están el cáncer, la diabetes, la enfermedad cardíaca, accidente vascular, drogadicción y SIDA. El aumento de estas enfermedades se relaciona en gran medida con dos hechos: que las personas viven más y que ellas se involucran en conductas nocivas para la salud. La falta de actividad física, la nutrición inadecuada, el estrés, el fumar, y el abuso de alcohol y drogas contribuyen al desarrollo de muchas de esas enfermedades. Y por otra parte el hecho que las personas vivan más implica que hay más tiempo para que ellas desarrollen enfermedades que resultan de estilos de vida y comportamientos. Y otro factor a considerar son los crecientes costos de la atención de salud. Las enfermedades infecciosas son agudas, pueden ser tratadas con 13 13 antibióticos o drogas antivirales, y las personas se recuperan rápidamente. En cambio, las enfermedades crónicas son difíciles de tratar, pueden requerir intervenciones costosas (cirugía, radioterapia, quimioterapia, trasplantes, etc.) y necesitan tratamiento por muy largos períodos o de por vida, el cual puede implicar costos adicionales importantes como inactividad muy prolongada o medicamentos a permanencia. Todo esto hace cada vez más urgente prevenir el desarrollo de tales enfermedades mediante cambios en comportamientos y estilos de vida, así como también plantea la necesidad de incorporar intervenciones psicológicas al tratamiento y cuidado de la salud, las cuales pueden reducir costos en factores tales como número de consultas y duración de estadía hospitalaria post-quirúrgica, tal como se verá en un Capítulo posterior. Todos estos elementos sentaron las bases para que a finales de la década del setenta emergiera la psicología de la salud como un nuevo campo de investigación y de aplicación del conocimiento psicológico. Aunque ya en 1968 se había creado en el Ministerio de Salud de Cuba el Grupo Nacional de Psicología de la Salud (Grau, 1995), el reconocimiento más formal de esta nueva disciplina se produjo en 1978 cuando la American Psychological Association (APA) crea la División 38 de Psicología de la Salud, destinada a difundir y fomentar la contribución profesional de los psicólogos a un mejor conocimiento de la salud y la enfermedad. En 1982 se inicia la publicación de la revista Health Psychology, órgano oficial de la División 38, y que en poco tiempo se convirtió en una de las principales revistas de la APA, alcanzando una distribución de alrededor de 10.000 ejemplares (Grau, 1996). EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD Ya que el antecedente más inmediato de la psicología de la salud es lo que se denomina medicina conductual, se puede establecer una relación entre ambas disciplinas. Matarazzo, primer presidente de la División 38, planteó una distinción entre el campo interdisciplinario de la medicina conductual y el campo específicamente psicológico de la psicología de la salud. Para Matarazzo (1980), medicina conductual sería aquel amplio campo interdisciplinario de investigación científica, educación y práctica que tiene que ver con la salud, la enfermedad y disfunciones fisiológicas relacionadas. Debido a que la medicina conductual no incorpora suficientemente la promoción de salud y la prevención, él propone que se desarrolle una nueva 14 14 subespecialidad interdisciplinaria dentro de la medicina conductual, llamada salud conductual que estaría relacionada específicamente con la mantención de la salud y la prevención de la enfermedad y de las disfunciones médicas en individuos sanos. Y la psicología de la salud sería una disciplina específica que involucra a toda la psicología como ciencia y como profesión en ambos dominios, es decir, tanto en lo referente a la enfermedad como a la promoción y prevención. Específicamente, y de acuerdo a la definición de Matarazzo adoptada por la División 38, la psicología de la salud sería el conjunto de contribuciones específicas educacionales, científicas y profesionales de la disciplina de la psicología a la promoción y mantención de la salud, a la prevención y el tratamiento de la enfermedad, a la identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, de la enfermedad y de las disfunciones relacionadas, y al análisis y mejoramiento del sistema de atención de salud y de las políticas de salud (Matarazzo, 1980, 1982; Taylor, 1990). Basada en esta definición, la División 38 de la APA se propone estimular las contribuciones educacionales, científicas y profesionales de la psicología a: (1) comprender la etiología, promoción y mantención de la salud; (2) la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad; (3) el estudio de los factores psicológicos, sociales, emocionales y conductuales en la enfermedad; y (4) el mejoramiento del sistema de atención de salud y la formulación de políticas de salud. Este último punto es muy relevante porque por una parte constituye un elemento diferenciador con la medicina conductual, y por otra parte estimula el aporte psicológico a la salud más allá del nivel individual tradicional hasta el nivel organizacional, comunitario y social en general. Y también la División 38 ha establecido los siguientes objetivos para la psicología de la salud (Buela-Casal, Sierra y Carrobles, 1995). 1. Comprender y evaluar la interacción existente entre el estado de bienestar físico y los diferentes factores biológicos, psicológicos y sociales. 2. Entender cómo las teorías, los principios y los métodos de investigación psicológica pueden aplicarse para potenciar los enfoques biomédicos en la promoción de la salud y el tratamiento de la enfermedad. 3. Comprender la naturaleza de la respuesta de estrés y su importancia en la etiología y el proceso de adquisición de un gran número de problemas de la salud. 15 15 4. Entender cómo los métodos y técnicas conductuales y cognitivos pueden ayudar a la persona a afrontar y controlar el estrés. 5. Desarrollar las habilidades necesarias para diseñar y aplicar programas cuyos objetivos seancrear o incrementar hábitos o estilos de vida personales de salud. 6. Comprender las dificultades que experimentan los pacientes al decidir buscar tratamiento para sus molestias y problemas. 7. Ser conscientes del estado y las condiciones experimentadas por los pacientes en el ámbito hospitalario, así como los factores que afectan la adhesión a los tratamientos médicos y las fuentes de problema en la relación médico-paciente. 8. Entender las diferencias existentes entre los métodos psicológicos y médicos para reducir el dolor, y cómo se combinan éstos para mejorar la eficacia del tratamiento. 9. Ser conscientes del impacto que las enfermedades incapacitantes y terminales producen en los propios pacientes y sus familias. 10.Descubrir y entender cómo las técnicas y los principios psicológicos pueden aplicarse para ayudar a los pacientes a afrontar y controlar las enfermedades crónicas. De acuerdo a todo lo anterior, sería necesario enfatizar que la psicología de la salud es una nueva área aplicada de la psicología, al igual como lo son la psicología educacional, clínica o laboral. No sería sólo una combinación de aspectos biológicos, clínicos, educacionales y socioculturales de la salud y la enfermedad, ni se confunde con disciplinas relacionadas como la educación para la salud, la medicina conductual o la sociología de la salud. Al igual como cualquiera otra área de la psicología, la psicologia de la salud recibe e integra el aporte de otras disciplinas pero tiene su propia identidad. Por lo cual, y aunque el quehacer de los psicólogos de la salud debiera darse en un contexto interdisciplinario, su formación e identidad deben ser claramente psicológicas. A medida que este nuevo campo de aplicación de la psicología continúe desarrollándose, se podrán ir delimitando sub-áreas más específicas que orienten la investigación y la práctica profesional en ámbitos más circunscritos. Entre esas sub-áreas podrían estar la psicología de la salud infantil o escolar, la psicología de la salud ocupacional, la psicología de la salud de la mujer, la psicología de la salud del adulto mayor, etc. Como una forma de ilustrar acerca del amplio campo de la psicología de la salud, se presenta una selección de algunos de los grandes temas que 16 16 constituyen focos de investigación y aplicación de esta nueva área de la psicología, algunos de los cuales se examinarán en este libro. Bases fisiológicas de la conducta y la salud Estrés y enfermedad Creencias y conductas de salud (representaciones, atribuciones, etc.) Personalidad, salud y enfermedad (reactividad, resistencia, optimismo, hostilidad, etc. ) Atención de salud y conducta del paciente (comunicación, satisfacción, adherencia, etc.) Dolor y manejo del dolor (control cognitivo, conducta de dolor, etc.) Preparación para cirugías y exámenes invasivos (afrontamiento, información, imaginería, etc.) Modificación de conductas adictivas (tabaquismo, alcohol, drogas) Discapacidad y rehabilitación (evaluación neuropsicológica, ajuste, etc.) Desórdenes psicofisiológicos (respiratorios, dermatológicos, gastrointestinales, cardiovasculares, etc.) Afrontamiento y ajuste a enfermedades crónicas (cáncer, diabetes, artritis, insuficiencia renal, etc.) Cuidados paliativos a enfermos terminales Prevención de enfermedades y promoción de salud (estilos de vida, hábitos, conductas de riesgo, etc.) 17 17 CAPITULO 2 ESTRES Y SALUD Cada vez es más frecuente encontrarnos con la palabra estrés tanto en los medios de comunicación como en las conversaciones que sostenemos en nuestra vida cotidiana. Habitualmente se utiliza el término estrés para referirse a una variedad de sensaciones y emociones que tienen en general un carácter aversivo, y que estarían directamente relacionadas con presiones y exigencias que se enfrentan. Así por ejemplo, las personas pueden sentir que tienen que hacer demasiadas cosas, o hacerlas en menos tiempo del que quisieran, o sin contar con las condiciones o el apoyo necesarios, o cualquiera otra situación que ellas perciban como apremio y/o sobrecarga. En situaciones como éstas, es probable que las personas realicen un esfuerzo extra para hacer las cosas a tiempo y con buenos resultados, desplegando mayor energía y rapidez que en períodos normales. Pero también es probable que se pongan más irritables, que consuman más café o cigarrillos, que disminuyan su apetito o coman demasiado rápido, que hagan menos ejercicios, y que experimenten diversas formas de malestar físico y/o emocional que afectan su bienestar general. Vemos entonces que el llamado estrés puede ayudarnos a desplegar mayor esfuerzo y energía cuando es necesario, pero que también puede tener diversos efectos negativos en el organismo. Por esto es un término muy común que ha llegado a ser una explicación popular para una gran cantidad de dolores y molestias, no sólo entre las personas legas sino que también entre muchos profesionales de la salud. El estrés es un concepto central en la psicología de la salud, ya que se trata de un proceso que no sólo nos ayuda a adaptarnos a los cambios ambientales, sino que también puede tener un rol central en la fisiopatología de diversas enfermedades. Así, se piensa que el estrés en algunas de sus formas puede ser un precursor fisiológico o psicológico de la enfermedad, mediante diversas vías que revisaremos más adelante. Esto no debe sorprender si se considera que las reacciones al estrés involucran a todo el organismo, produciéndose cambios bioquímicos, 18 18 fisiológicos, emocionales y conductuales, muchos de los cuales se relacionan directamente con la salud. En este Capítulo haremos una revisión e integración de los diversos aspectos del estrés que lo convierten en un tema central para la psicología de la salud. Revisaremos las formas de definirlo, los principales enfoques y modelos que se han propuesto para su análisis, sus principales componentes, el cómo las personas intentan manejarlo o enfrentarlo, y cuáles son las formas y vías de relación entre el estrés, la salud y la enfermedad. CONCEPTUALIZACION Aunque siempre es importante empezar el análisis de un tema con una clarificación de qué estamos entendiendo por ese tema, en el tema del estrés tal clarificación es especialmente necesaria por tratarse de un concepto muy utilizado pero al parecer muy poco claro para la mayoría de las personas. Como expresó alguna vez Hans Selye, uno de los iniciadores de su estudio, el concepto de estrés “adolece de la ambigua bendición de ser demasiado bien conocido y demasiado poco entendido” (citado en Travers y Cooper, 1997, p. 27). El hecho que la experiencia de estrés puede tener componentes o acepciones muy diversos (ansiedad, cansancio, tensión, molestias y hasta enfermedad), hace por una parte muy difícil concordar en una sola definición, y por otra parte hace que existan diversos tipos de definiciones dependiendo de las disciplinas de los autores que intentan definir el concepto. Por esto pueden encontrarse definiciones más fisiológicas o endocrinológicas, junto con definiciones más psicológicas o más sociales. El mismo Selye parece haber tenido grandes dificultades para elaborar una definición satisfactoria de estrés. Esto se puede apreciar en la siguiente descripción que presenta hace varias décadas: “el estrés es el común denominador de todas las reacciones de adaptación del organismo... es el estado que se manifiesta por un síndrome específico, consistente en todos los cambios inespecíficos, inducidos dentro de un sistema biológico. Así el estrés tiene su propia forma y composición característica, pero ninguna causa particular” (Selye, 1960, p. 65). ¿Cómo se defineactualmente el estrés? Baum, Gatchel y Krantz (1997) expresan que el estrés es “el proceso por el cual los eventos ambientales 19 19 amenazan o desafían el bienestar de un organismo y por el cual ese organismo responde a esta amenaza” (p. 61). Cruz y Vargas (1998) definen el estrés como “el comportamiento heredado, defensivo y/o adaptativo, con activación específica neuro-endocrino-emocional ante un estímulo percibido como amenazante (estresor) para nuestra integridad o bienestar” (p. 70). Y en una línea similar de integración, Alvarez (1986, citado en Morales, 1999, p. 154-155) caracteriza el concepto de estrés de la siguiente manera: (a) es una respuesta del organismo ante estímulos físicos, biológicos o psicosociales que alteran su homeostasis; (b) es una respuesta parcialmente inespecífica y sistémica que integra niveles psicológicos, neurológicos y endocrinos; (c) el carácter estresante del estímulo deriva de la significación que le atribuye el individuo, en base a su experiencia previa y a sus procesos cognitivos y afectivos; y (d) la respuesta de estrés es activa e influye tanto sobre el estímulo como sobre su significado atribuido. Podemos concluir entonces que el estrés involucra eventos ambientales y psicológicos, interpretaciones de ellos, y respuestas fisiológicas y conductuales. Esto lleva a Baum, Gatchel y Krantz (1997) a ampliar la definición mencionada anteriormente y a expresar que “Estrés es el proceso por el cual los eventos ambientales nos desafían o amenazan, cómo los interpretamos, cómo nos hacen sentir, y cómo respondemos y nos ajustamos a ellos” (p. 63). Habría que destacar que los estresores, es decir las fuentes de amenaza o desafío para el organismo, pueden ser tanto externos como internos. Y que las respuestas ante esos estresores pueden ser fisiológicas, emocionales, cognitivas, conductuales, o una combinación de ellas. En esta forma moderna de concebir el estrés adquieren relevancia dos conceptos no considerados en las formulaciones tradicionales. Ellos son la valoración o interpretación de los estresores, y el afrontamiento o los intentos de lidiar con la situación estresante. Por lo tanto, el proceso completo del estrés comienza con la anticipación del encuentro con un estresor y se desarrolla a medida que interpretamos su naturaleza, nos preparamos para afrontarlo, y ya sea tenemos éxito o fracasamos en adaptarnos a la situación. Si la adaptación es exitosa, el efecto del estresor disminuye. Si no es exitosa, el estrés persiste, la activación no se reduce, y se hacen más probables los efectos negativos ya sea en la salud mental o física. 20 20 ENFOQUES Y MODELOS DEL ESTRES Como se expresó anteriormente, no existe una sola forma de definir el estrés, lo cual tiene que ver con su carácter multifacético y con el distinto peso que se le puede asignar a sus diversos componentes o factores involucrados. Así, existen varias formar de enfocar el estrés: (a) el estrés como ciertos estímulos presentes en el ambiente; (b) el estrés como una forma de evaluar los estímulos ambientales; (c) el estrés como una respuesta a las condiciones ambientales; y (d) el estrés como una forma de interacción entre las exigencias ambientales y la capacidad del individuo de adaptarse a ellas. Aunque actualmente se considera que el concepto de estrés incluye todos estos aspectos o componentes, en la investigación del tema es posible encontrar que se enfatizan algunos aspectos, lo que da origen a distintos modelos. Considerando lo anterior, se pueden distinguir tres formas principales de enfocar el estrés: (a) el estrés como variable dependiente, es decir, como respuesta; (b) el estrés como variable independiente, es decir, como estímulo; y (c) el estrés como variable interviniente, es decir, como interacción Estas diferentes formas de analizar los aspectos referidos al estrés se expresan en los tres enfoques siguientes: 1) El modelo psicobiológico 2) El modelo de agresores ambientales 3) El modelo transaccional o interactivo MODELO PSICOBIOLOGICO DEL ESTRES Hans Selye (1960), considerado el pionero en el estudio del estrés, fue el primero en examinar las reacciones fisiológicas del organismo frente a los estresores, particularmente aquellos de tipo crónico. El describió el conocido Síndrome General de Adaptación (SGA) constituido por tres fases: alarma, resistencia y agotamiento. Durante la reacción de alarma el organismo se prepara para enfrentar el estresor, mediante un incremento en la actividad del eje hipotalámico- hipofisiario-suprarrenal, en el cual el hipotálamo actúa tanto sobre el sistema nervioso autónomo (SNA) como sobre la glándula pituitaria. La 21 21 estimulación de la rama simpática del SNA provoca que la médula suprarrenal secrete grandes cantidades de catecolaminas, aquellas hormonas neurotransmisoras como la adrenalina y la noradrenalina que producen una aceleración de la actividad cardíaca y respiratoria, y muchos otros cambios que en general configuran el estado de activación (arousal) que prepara el organismo para la lucha o la huida. Y la estimulación de la glándula pituitaria produce la secreción de la hormona corticotrofina, la que a su vez actúa sobre la corteza suprarrenal para que esta secrete corticoesteroides como el cortisol, el cual afecta el metabolismo de los carbohidratos y es un agente anti-inflamatorio. Aunque se producen muchos otros efectos neuro-endocrinos, la liberación de los dos tipos de hormonas mencionadas, catecolaminas y cortisol, es lo que más se destaca habitualmente dentro de los cambios que ocurren en el organismo en respuesta al estrés. Sin embargo, existirían algunas diferencias importantes entre ambos efectos. En primer lugar, mientras la secreción de catecolaminas es brusca y constituye una respuesta inmediata al estrés, la secreción de cortisol es prolongada y por tanto constituye una respuesta más lenta y continua. En segundo lugar, se ha encontrado que mientras la adrenalina aumenta tanto en situaciones agradables como desagradables de diferentes niveles de intensidad, el cortisol no aumenta en situaciones placenteras o de intensidad moderada de estrés (Cruz y Vargas, 1998). Estas diferencias podrían relacionarse con el hecho que se considera que el estrés lento o prolongado sería mucho más dañino para el organismo, tal como sucedería en el llamado estrés crónico. Si el estresor persiste, el organismo entra en la fase de resistencia, donde se intenta enfrentar el estresor o adaptarse a él. En esta fase aumenta la resistencia al estresor, pero puede disminuir la resistencia a otros estímulos. Si la amenaza es breve, usualmente existirán los recursos suficientes para la adaptación y el organismo retornará a su nivel normal de funcionamiento. En cambio, si la situación estresante se prolonga, el organismo retorna a una fase de alarma, permaneciendo en un alto estado de tensión y activación, y aumentando nuevamente la liberación de hormonas y por lo tanto la probabilidad de daño fisiológico. Así, el organismo puede ir y venir entre alarma y resistencia varias veces, pero cuando los estresores son repetidos, prolongados o muy potentes se deteriora la capacidad de seguir resistiendo, ya que los recursos adaptativos son limitados. 22 22 Si el estado anterior persiste y la resistencia ya no es posible, se llega a la fase de agotamiento donde se acaban las reservas de energía del organismo y puede sobrevenir un quiebre. El organismo no retorna a su nivel normal de homeostasis, sino que pueden reaparecer algunos síntomas de la reacción de alarma, o bien se puede producir un nivel anormalmente bajo de activación. El resultado de este agotamiento de los recursos adaptativos del organismo puede ser la depresión, el desencadenamientode lo que Selye llama enfermedades de adaptación (renal, artritis, cardiovascular), el colapso y en casos extremos la muerte. Este esquema, elaborado inicialmente por Selye, es considerado por lo general como una descripción útil de cómo el organismo responde a las amenazas y cómo el estrés puede aumentar la vulnerabilidad a diversos daños y enfermedades. Sin embargo, y tal como vimos al revisar el concepto de estrés, Selye planteaba que el estrés es un síndrome específico inducido de manera no específica, es decir, se produciría el mismo patrón de respuestas independientemente del estresor, ya sea este un gran esfuerzo físico o la preocupación por un examen. Y es esta noción de respuesta no específica la que ha sido más cuestionada por la investigación posterior, entre otras cosas porque no considera el rol de los factores psicosociales en el estrés. Se ha encontrado evidencia de diferentes patrones de secreción de hormonas para diferentes estresores o condiciones. Así por ejemplo, Mason (citado en Baum, Gatchel y Krantz, 1997, p. 68) ha informado de diferentes patrones de secreción de adrenalina, noradrenalina y cortisol frente a estresores de diferentes intensidades y asociados a distintas experiencias emociones, tales como incertidumbre, rabia y temor. Este mismo autor ha contribuido a aclarar el rol de los factores psicosociales, planteando que la tensión psicológica precede la respuesta de las glándulas adrenales y las reacciones fisiológicas. Aunque pueden existir circunstancias en que ocurre una respuesta no específica de estrés sin mucha intervención de procesos psicológicos, en general serían cruciales la conciencia que se tenga de la condición nociva y los intentos de lidiar con ella. El importante rol de las variables psicológicas en las reacciones de estrés también se evidencia en otros estudios focalizados en la secreción de adrenalina y noradrenalina en diversas condiciones. Así por ejemplo, se ha encontrado que el nivel de estas hormonas, las cuales pueden afectar el funcionamiento cognitivo y emocional, se incrementa no sólo por 23 23 sobreestimulación sino que también por subestimulación, y no sólo frente a eventos nocivos o aversivos sino que también frente a eventos placenteros pero incontrolables. Esto último es especialmente importante porque destaca el rol crucial que parece desempeñar el control percibido en la conducta humana en general, y en las formas de afrontar el estrés y la enfermedad. Volviendo al cuestionamiento de la noción de respuesta no específica de Selye, podríamos pensar que la naturaleza no específica del estrés está limitada a las respuestas iniciales al estresor. Es decir, el organismo reaccionará inicialmente en la forma descrita en la fase de alarma frente a eventos estresantes de muy diversa naturaleza. En cambio las reacciones posteriores a los eventos generadores de estrés pueden ser mediadas por diversos factores, incluyendo las importantes variables psicológicas y sociales, las cuales se integrarían con los aspectos biológicos para crear un cuadro más complejo. Así como las bases biológicas del estrés son muy importantes porque determinan muchas de las cosas que sentimos o hacemos bajo esa condición, los factores psicológicos, en términos ya sea de causas o efectos, son también de gran importancia en el inicio, manejo y resolución de los episodios de estrés. Además, si hay evidencia que los factores psicológicos pueden alterar el funcionamiento orgánico en formas tales que faciliten el daño o la enfermedad, entonces podemos disponer de un importante nexo entre psicología y salud. MODELO DE LOS AGRESORES AMBIENTALES En este enfoque se pone el énfasis en el componente externo del estrés, representado por los eventos ambientales que tienen la capacidad de afectar o amenazar el equilibrio del individuo, y que reciben el nombre de estresores. Esos eventos amenazantes pueden incluir acontecimientos traumáticos (por ejemplo, desastres naturales), cambios vitales (por ejemplo, perder el trabajo), o condiciones crónicas (por ejemplo, hacinamiento o pobreza). Una situación adversa puede ser considerada un evento estresante cuando causa cambios en la rutina habitual de una persona y además exige un reajuste o adaptación a ella. Dentro de esta perspectiva se asume que cualquier cambio es en sí mismo potencialmente estresante, en especial aquellos que alteran el estilo de vida o de actividades de la persona, y aquellos que tienen el carácter de no deseados o molestos. 24 24 Es posible clasificar los estresores según diversos criterios. De acuerdo a su fuente o contexto, la mayor parte de los estresores comunes pueden ser clasificados en cuatro áreas: personal, social/familiar, laboral y ambiental (Bernard & Krupat, 1994). Dentro del área personal estarían aquellos conflictos o inconsistencias entre metas personales importantes, los cuales se asocian con emociones negativas y mayor probabilidad de problemas psicosomáticos. En el área social/familiar pueden existir muchas fuentes de conflicto, presiones y frustraciones, y también grandes cambios vitales como matrimonio, divorcio o pérdidas significativas (muerte de un padre, un cónyuge o un hijo). En lo referente al área laboral, algunas fuentes importantes de estrés serían la inseguridad laboral, el desempleo, la jubilación, las demandas excesivas, y la evaluación del desempeño. Y dentro de los estresores ambientales estarían aquellas condiciones extremas de temperatura, contaminación, congestión, hacinamiento, ruido, etc. También los estresores pueden clasificarse de acuerdo a su duración, intensidad, relevancia, etc. Así por ejemplo, Lazarus y Cohen (citados en Baum, Gatchel y Krantz, 1997, p. 74) distinguen tres categorías generales de estresores, en base a su impacto en el individuo y al número de personas afectadas: (a) eventos cataclísmicos, (b) estresores personales, y (c) problemas cotidianos. Los eventos cataclísmicos son aquellos que tienen un impacto muy poderoso y universal, que requieren un gran esfuerzo adaptativo, y cuyos efectos pueden persistir por largo tiempo. Además de desastres naturales como terremotos y huracanes, se incluirían dentro de esta categoría experiencias como la guerra, la tortura y los campos de concentración. Los estresores personales son eventos poderosos e inesperados que pueden poner en juego las habilidades adaptativas de la misma manera que los eventos cataclísmicos, pero que afectan a menos personas al mismo tiempo, por lo cual se deben enfrentar en una forma más personal o solitaria. Ejemplos de esto serian la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, sufrir un accidente grave, etc. Y una categoría especial la constituyen los problemas cotidianos, aquellas contrariedades, dificultades y preocupaciones persistentes, repetitivas y de baja intensidad que enfrentamos cotidianamente dentro de nuestras rutinas. En comparación con los otros tipos de estresores, estas “pequeñas” contrariedades, consideradas individualmente, tienen una intensidad mucho 25 25 menor, pero al mismo tiempo pueden tener un carácter crónico y por esto llegar a tener un efecto acumulativo tanto o más severo que aquellos estresores más importantes. Estos problemas cotidianos se pueden agrupar en las siguientes áreas: a) Trabajo: insatisfacción, sobrecarga, etc. b) Actividades sociales: visitas inesperadas, dificultades con vecinos, etc. c) Medio ambiente: contaminación, congestión, ruido, etc. d) Aspectos prácticos: perder cosas, largas esperas, etc. e) Finanzas: ser deudor o acreedor, gastos inesperados, etc. f) Salud: molestias, enfermedad de familiares, etc. El ya mencionado efecto acumulativo de este tipo de problemas cotidianos puede ilustrarse de manera simple si pensamosen un individuo que debe levantarse cada mañana muy temprano, gastar mucho tiempo trasladándose en un bus atestado de gente por calles congestionadas de vehículos, y luego trabajar muchas horas en un ambiente ruidoso. Cada episodio individual de dificultad para abordar el bus, o de molestia con la congestión, o de dificultad para hacerse oir por el ruido, no representaría un problema mayor y su efecto transitorio puede ser compensado por otros eventos positivos, como por ejemplo contactos afectuosos con amigos y familiares. Sin embargo, a medida que tales contrariedades se hacen cada vez más frecuentes o crónicas y se agregan otras dificultades en las otras áreas señaladas, el nivel general acumulado de estrés puede llegar en algún punto a superar las capacidades adaptativas del individuo, afectando su equilibrio emocional y provocando sobrerreacciones psicológicas y fisiológicas ante estresores agudos. El valor confortante del contacto con otros puede ser reemplazado por una evitación de la interacción social, y la persona puede sentir que se agota la paciencia y la tolerancia a la frustración, llegando a sobrerreaccionar frente a la desobediencia de un hijo, una broma de un compañero de trabajo o alguna dificultad con un vecino. Existen algunas características o factores que determinan el carácter estresante de un evento. Entre esos factores se pueden mencionar la novedad, deseabilidad, ambigüedad, controlabilidad y ajuste requerido. En general, será mayor el estrés experimentado cuando el evento estresor tenga un carácter inesperado, involucre un significado negativo, sea de naturaleza ambigua, sea percibido como incontrolable y parezca requerir un gran esfuerzo adaptativo. Y además de las características percibidas de los 26 26 estresores, en el efecto que ellos tengan también influirían poderosamente otros factores del individuo y del entorno, entre ellos las expectativas y el apoyo social percibido. Se puede ver entonces que el impacto de los eventos estresantes está determinado en gran medida por las percepciones de la persona acerca de tales eventos y de la situación en la que ellos tienen lugar. Es por esta razón que dentro del análisis de los factores involucrados en el estrés desempeñarían un rol crucial los procesos cognitivos del individuo, lo cual nos conduce al modelo transaccional del estrés. MODELO TRANSACCIONAL O INTERACTIVO Siendo muy importantes los dos modelos anteriores y habiendo hecho ambos aportes muy significativos, hoy en día se considera que no podemos seguir concibiendo el estrés como un fenómeno estático, ya sea como respuesta o como estímulo, sino más bien como un proceso complejo y dinámico de carácter interactivo. Es decir, en lugar de concebir el estrés como amenazas del entorno o como reacciones a tales amenazas, se lo considera en términos relacionales, como una interacción o transacción entre el individuo y su entorno. Visto de esta manera, el entorno o determinados eventos no son en sí mismos estresantes, sino que es la relación que establece el individuo con el entorno lo que puede originar una experiencia estresante. Y esta interacción entre el individuo y el entorno que sirve de marco a la experiencia de estrés, a su vez está siendo continuamente mediada por un conjunto de procesos cognitivos y psicosociales. El modelo interactivo de estrés de Lazarus y Folkman (1986) destaca justamente la relación entre el individuo y el entorno. Así como actualmente la enfermedad ya no es vista como consecuencia sólo de la acción de un agente externo, sino que se considera también la vulnerabilidad del organismo, tampoco sería adecuado definir el estrés como un estímulo o como una reacción, sin hacer referencia a la participación del individuo. Por lo tanto, el estrés es el resultado de una interacción entre el sujeto y el entorno, que es valorado por éste como amenazante o que sobrepasa sus recursos, poniendo en peligro su bienestar. Este modelo interactivo destaca el rol fundamental que juegan los factores cognitivos en la experiencia de estrés, y dentro de ellos un concepto central es el de valoración. El otro 27 27 componente esencial en el modelo interactivo es el afrontamiento del estrés, tema que revisaremos en la siguiente sección. VALORACION Para que los individuos puedan sobrevivir y adaptarse al ambiente, necesitan distinguir entre situaciones favorables y situaciones peligrosas. En muchas ocasiones esta distinción puede ser sutil, compleja y abstracta, requiriendo de un sistema cognitivo eficiente y versátil. El concepto de valoración hace referencia a las consecuencias y repercusiones que puede provocar un acontecimiento determinado en un individuo particular, y tiene que ver tanto con la evaluación del significado personal de un evento como con la adecuación de los recursos del individuo para afrontarlo. La interacción con el medio nos obliga a una valoración constante de las situaciones que vivimos, las demandas que ellas plantean y nuestra capacidad para afrontarlas, y esta necesidad se traduce en dos tipos de valoración, primaria y secundaria. En este caso los términos primaria y secundaria no se refieren a que un tipo es más importante que el otro o a que precede en el tiempo al otro, sino que están dirigidas hacia distintos objetivos. Valoración primaria Es aquella destinada a determinar el significado de un evento o las demandas que plantea una situación, y puede ser de tres tipos: irrelevante, benigna-positiva y estresante. La valoración primaria irrelevante corresponde a aquella donde no se perciben implicaciones para el individuo, el evento no lo afecta ni positiva ni negativamente. La valoración primaria benigna-positiva corresponde a la valoración positiva que realiza un individuo respecto a un evento del entorno, evento percibido como favorable para el logro de bienestar personal. Esta valoración trae consigo emociones placenteras como alegría, amor, felicidad, regocijo o tranquilidad. Y la valoración primaria estresante es aquella que se hace de los eventos percibidos como negativos o potencialmente negativos, y que implica valorar su posible daño/pérdida, amenaza y desafío. Estas tres formas de 28 28 valoración estresante se diferencian en cuanto a su contenido y a las reacciones emocionales asociadas. La valoración de daño/pérdida habitualmente involucra el análisis de los efectos negativos ya acontecidos, como por ejemplo la destrucción causada por un sismo o la pérdida de un ser querido, y en general origina emociones negativas como rabia, depresión y frustración. En cambio la valoración de amenaza se relaciona más con la estimación de peligros futuros y tiene habitualmente un carácter anticipatorio, acompañándose de emociones negativas como el miedo y la ansiedad. Es necesario hacer notar que la amenaza de un evento puede ser más estresante o aversivo que la experiencia directa con el evento. Como ejemplo de lo anterior, estar esperando ansiosamente un examen difícil puede ser más estresante que estar dando el examen o aún que saber que se fracasó en él, y en términos más generales, la amenaza de castigo parece ser más aversiva que el castigo mismo. Y en la valoración de desafío se centra la atención en las fuerzas necesarias para lograr una efectiva confrontación o superar el evento estresor, lo que genera emociones positivas como impaciencia, excitación y entusiasmo. Cuando el individuo tiene confianza en su habilidad para afrontar exitosamente el evento estresante valora tal evento como un desafío más que como un peligro o amenaza. Valoración secundaria Esta corresponde a la estimación de si las propias habilidades y recursos serán o no suficientes para hacer frente a la situación y lidiar contra eldaño, la amenaza o el desafío que representa el evento. Tales recursos estarían determinados por la experiencia con situaciones similares, por las habilidades desarrolladas a lo largo de la vida, por la capacidad para planificar y llevar a cabo estrategias adecuadas, etc. La valoración de los recursos de afrontamiento determinará qué tipo de respuesta se intentará para enfrentar la situación, así como también la intensidad y tipo de reacciones emocionales que acompañarán tal intento de afrontamiento. Así como la valoración primaria se refiere al proceso de percibir una situación como estresante, la valoración secundaria tiene que ver con el proceso de elaborar una respuesta a dicha situación. 29 29 En síntesis, la valoración primaria de un evento involucra la evaluación de su significado personal, mientras que la valoración secundaria involucra la evaluación de las opciones de afrontamiento. La valoración primaria incluye la estimación del daño o pérdida que ya ha ocurrido, de la amenaza de daño o pérdida, o del desafío concebido como una oportunidad para la maestría. Y la valoración secundaria tiene que ver con el grado en que el individuo puede controlar o cambiar la situación. En conjunto, ambos tipos de valoración determinan el grado en que la situación es evaluada como un daño o pérdida, una amenaza, un desafío, o una combinación de ellos, y la intensidad de la respuesta emocional que acompaña esas evaluaciones (Folkman, 1999). Aunque habitualmente la valoración primaria precede a la secundaria, también puede suceder que producto de una determinada valoración secundaria el individuo haga una nueva valoración primaria del evento. En último término, la experiencia subjetiva de estrés representaría un balance entre la valoración primaria y la secundaria. Cuando el daño y la amenaza son altos y la capacidad de afrontamiento es baja, el estrés es considerable. Por el contrario, cuando la capacidad de afrontamiento es alta, el estrés puede ser mínimo. Revaloración Puede producirse un cambio en la valoración inicial, de acuerdo a la información nueva recibida del entorno, o derivada de nuestras propias reacciones, la cual puede implicar una disminución o un aumento del carácter estresante del evento. Lo que en un comienzo se valoró como amenazante, puede revalorarse como carente de fundamento, o bien lo que inicialmente fue una valoración positiva, puede convertirse en amenazadora, sucediéndose de esta manera emociones y valoraciones. También existe una revaloración defensiva, que consiste en el esfuerzo que se hace para reinterpretar una situación del pasado de manera más positiva, o también para afrontar los daños o amenazas del presente desde una perspectiva menos negativa. De acuerdo a Lazarus y Folkman (1986) existen factores personales y situacionales que influyen en el proceso de valoración. Los factores personales corresponden a los llamados compromisos y creencias. 30 30 Los compromisos son la manifestación de aquello que es considerado importante para el individuo y que además determina sus decisiones. Ellos contienen una cualidad motivacional vital, afectando la valoración de un acontecimiento. Los compromisos actúan a través de diversos mecanismos sobre la valoración de una persona respecto de una situación particular. Pueden acercar o alejar a una persona de aquellas situaciones que la amenazan o desafían, benefician o dañan. Las creencias también influyen en la forma en que una persona valora lo que ocurre o lo que ocurrirá. Dentro de ellas destacan las creencias existenciales y aquellas referidas al control personal. Las creencias existenciales, tales como la fe en Dios o en el destino, permiten que un individuo encuentre significado y mantenga su esperanza en las situaciones difíciles, siendo capaces de generar emociones positivas cuando convergen con un compromiso importante. Y las creencias acerca del control personal tienen relación con las sensaciones de dominio y confianza en la posibilidad de afrontar los eventos estresantes. Dentro de los factores situacionales que ejercen influencia sobre el proceso de valoración están: la novedad de la situación, su predictibilidad, la incertidumbre del acontecimiento, factores temporales, ambigüedad, y la cronología de acontecimientos estresantes en relación con el ciclo vital. AFRONTAMIENTO DEL ESTRES El concepto de afrontamiento se refiere en general a las estrategias utilizadas para reducir la tensión causada por las situaciones estresantes, o para controlar las condiciones aversivas del entorno, como por ejemplo recurrir al humor, al llanto, blasfemar, lamentarse, jactarse, discutir, pensar, etc. A pesar de estar directamente relacionado con el éxito adaptativo, el afrontamiento no es una conducta adaptativa automatizada, ya que siempre requiere esfuerzo e involucra aprendizajes conductuales previos. Sería aquel esfuerzo dirigido a enfrentar las demandas del entorno, independiente de cuales sean los resultados. El afrontamiento exitoso de una situación no implica necesariamente modificar radicalmente la situación, pero sí enfocarla o manejarla de una manera adecuada para el individuo. Así, muchas fuentes de estrés no pueden dominarse, pero sí tolerarse, minimizarse, aceptarse o incluso ignorarse. 31 31 Lazarus y Folkman (1986) definen el afrontamiento como aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes, que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas, que son valoradas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. El afrontamiento se concibe como un proceso, que involucra cambios en los pensamientos y conductas del individuo a medida que se desarrolla su interacción con una situación, como resultado de las continuas valoraciones y revaloraciones de lo que ocurre, de su importancia y de lo que puede hacerse al respecto. De acuerdo a lo que se vio anteriormente, para que un evento sea valorado como estresor, por una parte debe ser percibido como personalmente significativo y por otra parte debe hacerse un balance entre las demandas de la situación y los recursos personales para afrontarla. Por lo tanto, se puede plantear que el estrés ocurre solamente cuando la persona cree que no puede afrontar adecuadamente el estresor. Según esto, y excepto para algunos acontecimientos traumáticos, no deberíamos hablar de eventos estresantes y no estresantes, sino que el carácter estresante de un evento resultará de la interacción entre el evento y la valoración por parte del individuo del significado de tal evento y de su habilidad o recursos para afrontarlo. En el afrontamiento exitoso del estrés es importante la convicción de la persona de que puede llevar a cabo los actos necesarios para un afrontamiento efectivo, y también la convicción de que el ambiente responderá bien a sus esfuerzos. En general, el estrés subjetivo seguirá presente en la persona mientras ésta crea que un determinado curso de acción producirá un resultado deseado, pero no está segura de tener la capacidad de actuar efectivamente al respecto (Lazarus & DeLongis, 1983). TIPOS DE AFRONTAMIENTO Las formas de afrontamiento al estrés pueden agruparse en cinco categorías generales: a) Buscar información sobre los eventos estresores. b) Acción directa, o tomar medidas específicas para afrontar el estresor. c) Inhibición de la acción, lo cual puede ser también un modo de afrontamiento. d) Esfuerzos intrapsíquicos, como involucrarse en procesos de negación, evitación o intelectualización del estresor, orientados primariamente hacia la regulación emocional. 32 32 e) Recurrir a los otros en busca de ayuda y apoyo emocional. En otras palabras, las respuestas al estréspueden adoptar una forma más activa o una forma más acomodativa. Por una parte, pueden haber respuestas de acción directa donde el individuo intenta manipular o alterar la situación estresante, ya sea resolviendo el problema, removiendo el estresor, o en último caso abandonando la situación. Y por otra parte, el individuo puede adoptar otras alternativas como buscar información acerca de la situación para comprenderla mejor, no hacer nada (lo cual puede ser adecuado en algunas situaciones), o recurrir a un afrontamiento intrapsíquico o paliativo. En este último caso el individuo intenta acomodarse a la situación estresante mediante ya sea una revaloración de la situación (reinterpretación, negación, racionalización, etc.), o alterando su ambiente interno (ingiriendo drogas o alcohol, practicando meditación y relajación, etc.). Respecto a los tipos o estilos de afrontamiento, parece útil distinguir entre dos tipos generales de problemas que podemos enfrentar y que pueden generarnos estrés. Algunos de ellos, que podríamos denominar “centrados en la realidad”, se refieren a situaciones en que la dificultad se origina en un acontecimiento externo que se podría manipular mediante una acción específica. Mientras que existen otros problemas, “centrados en la emoción”, donde la dificultad inicial deriva de un estado emocional, que puede o no haber sido provocado por circunstancias externas, que afecta nuestro bienestar o interfiere con el logro de objetivos personales. A pesar que ambos tipos de problemas habitualmente originan reacciones emocionales importantes, es útil distinguir entre ellos porque las soluciones al primer tipo se basan en la intervención directa sobre el ambiente físico o social, mientras que las soluciones más indicadas para el segundo tipo dependen del autocontrol de las reacciones emocionales que pueda ejercer el individuo. Lazarus y Folkman (1986) describen dos tipos generales de estrategias de afrontamiento: el manejo o la alteración de la relación entre la persona y el medioambiente que es la fuente del estrés (afrontamiento centrado en el problema) y la regulación de las intensas emociones que produce la situación estresante (afrontamiento centrado en la emoción). Así, el afrontamiento dirigido al problema involucra actividades destinadas a modificar, evitar, o minimizar el impacto de la tensión, actuando sobre las condiciones estresantes o a través de una actividad cognitiva que lleve a la 33 33 creencia que la tensión puede ser controlada. En cambio, el afrontamiento dirigido a la emoción implica esfuerzos por paliar o eliminar las emociones negativas causadas por la tensión, usando diversos mecanismos psicológicos tales como negación, racionalización, evitación, etc. Un factor que puede diferenciar ambos tipos de afrontamiento es el grado de control que percibe el individuo respecto a la situación estresante (Folkman, 1999). A mayor control existirá mayor tendencia al afrontamiento centrado en el problema, tal como búsqueda de información, resolución de problemas, y acción directa para resolver un problema. En cambio, el menor control se asocia con mayores niveles de afrontamiento centrado en la emoción, tal como escape y evitación, búsqueda de apoyo social, distanciamiento, y re-encuadre cognitivo. Lazarus y Folkman (1986) diseñaron un Cuestionario de Modos de Afrontamiento donde se distinguen ocho dimensiones : (1) Confrontación: acciones directas que permitan modificar la situación problema. (2) Distanciamiento: esfuerzos por alejarse de la situación, como no tomarla en serio, olvidarse del problema, etc. (3) Autocontrol: controlar las propias reacciones emocionales y las conductas que de ellas se derivan. (4) Búsqueda de apoyo social: acciones destinadas a obtener apoyo, información o aceptación de parte de los demás. (5) Aceptación de la responsabilidad: reconocer la responsabilidad en la generación, mantenimiento y solución de los problemas. (6) Escape-evitación: comportamientos que tiendan a evitar una situación previamente evaluada como problemática o amenazante. (7) Planificación: elaboración de un plan de acción para hacer frente al problema. (8) Reevaluación positiva: extraer consecuencias positivas de las experiencias, aunque algunas de ellas hayan resultado negativas. De estas dimensiones de afrontamiento, hay algunas que corresponderían claramente al afrontamiento centrado en el problema (confrontación y planificación) mientras que otras serían formas de afrontamiento centrado en la emoción (distanciamiento, autocontrol, escape-evitación y reevaluación positiva). En el caso de las dimensiones de aceptación de la responsabilidad y búsqueda de apoyo social parecen existir componentes de ambos tipos de estrategias de afrontamiento. 34 34 Es interesante mencionar que recientemente Folkman (1999) ha modificado el modelo original para destacar más el componente de afecto positivo, y además para agregar un tercer tipo de estrategia de afrontamiento: el afrontamiento basado en el significado, aquellos esfuerzos destinados a mantener un estado de bienestar y generar afectos positivos mediante distintas estrategias, como realizar comparaciones sociales favorables, iniciar un evento positivo para eliminar el estrés, formular y lograr metas factibles, y recurrir a creencias espirituales en las cuales apoyarse. A pesar del gran aporte que representó el modelo interactivo de Lazarus, este enfoque no especifica qué relación existe entre estrés y emociones, tal vez por su fuerte énfasis cognitivo. Este es un punto central porque lo que tiene que ver con la aparición de la enfermedad no sería el proceso mismo de estrés, sino que algunos efectos emocionales que surgen producto de ese proceso. Es decir, el estrés no sería un estado emocional en sí mismo, sino más bien un proceso interactivo y dinámico que lleva a experimentar ciertos estados emocionales. Y ese proceso involucra diversas variables mediadoras, como la evaluación cognitiva, el tipo de afrontamiento, la percepción de control, la disponibilidad de apoyo social, y ciertos factores de personalidad. RECURSOS DE AFRONTAMIENTO AL ESTRES Como se ha podido apreciar, los modelos actuales del estrés asignan un rol central a la forma en que el individuo interpreta los eventos potencialmente estresantes, las estrategias que utiliza para afrontarlos, y también los factores personales y sociales que son mediadores entre tales eventos y las reacciones del individuo. Por lo tanto, las personas dispondrán de diversos recursos que les ayudarán a afrontar el estrés, los cuales son agrupados por Lazarus y Folkman (1986) en las siguientes categorías: (a) Salud y energía (b) Creencias positivas (c) Habilidades de resolución de problemas (d) Habilidades sociales (e) Recursos materiales Salud y energía El bienestar físico sería una condición importante cuando se deben afrontar problemas y situaciones estresantes que exigen una inversión importante de 35 35 energía. Una persona cansada, enferma o débil tiene menos energía para enfrentar cualquier situación que aquella persona que se siente saludable y resistente. Sin embargo, también se observa que en muchos casos las personas enfermas y debilitadas logran reunir la energía necesaria para afrontar una situación, en especial cuando ésta es muy importante para ellas. Creencias positivas Se incluyen dentro de esta categoría todas aquellas creencias generales y específicas que sirven de respaldo y sustento a la esperanza, y que a su vez favorecen el afrontamiento en las condiciones más adversas. Tanto la naturaleza del sistema de creencias como su grado de generalización van a determinar su valor como recurso y también su grado de influencia en los procesos de valoración y
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