Logo Studenta

PsicologadelaSalud-EnriqueBarra

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

PSICOLOGIA DE LA SALUD 
 
 
 
 
 
 
 
ENRIQUE BARRA ALMAGIA 
 
 
 
 
 
 
2003 
 
Editorial Mediterráneo, Santiago, Chile 
 
 
2 
 
2 
INDICE 
 
 
 
 
 
 
PREFACIO ..................................................................................................4 
 
 
CAPITULO 1 
INTRODUCCION........................................................................................6 
 
RELACION MENTE-CUERPO............................................................................................7 
EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD..............................................10 
EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD..........................................................13 
 
 
CAPITULO 2 
ESTRES Y SALUD................................................................................... 17 
 
CONCEPTUALIZACION....................................................................................................18 
ENFOQUES Y MODELOS...................................................................................... ............20 
AFRONTAMIENTO DEL ESTRES....................................................................................30 
ESTRES Y ENFERMEDAD..................................................................................... ...........37 
 
 
CAPITULO 3 
EMOCIONES Y SALUD ..........................................................................41 
 
EMOCIONES Y FUNCIONAMIENTO FISIOLOGICO....................................................41 
EMOCIONES Y PERCEPCION DE SINTOMAS FISICOS............................................ 44 
EMOCIONES Y BUSQUEDA DE ATENCION MEDICA...............................................47 
EMOCIONES Y CONDUCTAS RELEVANTES PARA LA SALUD.............................. 49 
EMOCIONES Y RELACION ENTRE APOYO SOCIAL Y SALUD...............................51 
HOSTILIDAD Y SALUD....................................................................................................52 
EXPRESION EMOCIONAL Y SALUD.............................................................................58 
 
 
CAPITULO 4 
ATENCION DE SALUD Y CONDUCTA DEL PACIENTE.................62 
 
CONDUCTAS DE SALUD Y DE ENFERMEDAD...........................................................63 
INTERACCION MEDICO-PACIENTE..............................................................................66 
ADHERENCIA A LAS INDICACIONES MEDICAS........................................................70 
 
 
 
3 
 
3 
 
 
CAPITULO 5 
HOSPITALIZACION Y PREPARACION PARA CIRUGIA...............80 
 
CONDUCTA DEL PACIENTE HOSPITALIZADO...........................................................81 
HOSPITALIZACION INFANTIL...................................................................................... 83 
PREPARACION PARA INTERVENCIONES QUIRURGICAS........................................89 
 
 
CAPITULO 6 
MODELOS EXPLICATIVOS DE LAS CONDUCTAS DE SALUD....97 
 
MODELO DE CREENCIAS DE SALUD...........................................................................97 
MODELO DE LA ACCION RAZONADA........................................................................99 
MODELO DE LA CONDUCTA PLANIFICADA............................................................102 
MODELO DE INFORMACION-MOTIVACION-HABILIDADES 
CONDUCTUALES............................................................................................ .................103 
MODELO TRANSTEORICO DEL CAMBIO CONDUCTUAL......................................106 
 
 
CAPITULO 7 
PREVENCION Y PROMOCION...........................................................110 
 
PROMOCION, EDUCACION Y PREVENCION.............................................................112 
ESTRATEGIAS DE PREVENCION Y PROMOCION....................................................116 
PREVENCION DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES.................................122 
PREVENCION DEL HABITO DE FUMAR EN ADOLESCENTES..............................124 
 
 
REFERENCIAS .......................................................................................126 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
4 
 
 
 
PREFACIO 
 
 
 
 
Tal vez desde siempre se ha sabido que en la salud y la enfermedad están 
involucrados los diversos aspectos del organismo, tanto los de tipo somático 
como aquellos de tipo psicológico y social. Sin embargo, ha sido solamente 
en los últimos años que se ha logrado tener una comprensión más acabada 
de cuáles son las variables psicosociales más directamente relacionadas con 
la salud física, y cuáles son los mecanismos que permiten explicarnos cómo 
nuestros pensamientos, sentimientos y relaciones sociales afectan tanto la 
mantención como la recuperación de nuestra salud. Tal comprensión es hoy 
posible gracias al trabajo de muchos investigadores que han aportado al 
desarrollo de un nuevo campo de aplicación del conocimiento psicológico, 
la Psicología de la Salud. 
 
Este nuevo campo no sólo es uno de los de mayor relevancia social por la 
importancia que tienen la salud y la enfermedad para las personas y la 
sociedad en su conjunto, sino que también constituye una de las áreas de 
estudio más fascinantes para la psicología por varias razones. En primer 
lugar, porque abarca e integra muy diversos niveles de análisis, desde los 
factores estrictamente individuales hasta las relaciones interpersonales y el 
contexto social en general. En segundo lugar, porque representa una 
integración del conocimiento proveniente de la investigación sobre procesos 
básicos (especialmente fisiológicos y cognitivos), con los desarrollos 
conceptuales y metodológicos de diversas otras áreas de la psicología 
(clínica, social, comunitaria, etc.). En tercer lugar, porque el análisis y 
eventual control de diversos aspectos relacionados con la mantención y 
recuperación de la salud constituyen una valiosa oportunidad para mostrar 
los aportes específicos de los modelos y conocimientos de la psicología a la 
vida concreta de las personas. Y por último, porque estudia realidades 
humanas muy significativas que tienen que ver con el comportamiento, con 
las emociones y el sentido de bienestar personal, con las relaciones íntimas, 
con el dolor y el sufrimiento, con la enfermedad, y en último término con la 
vida y con la muerte. 
 
 
 
5 
 
5 
Este libro intenta ser una introducción y una invitación a este fascinante 
nuevo campo de la Psicología de la Salud, destinada a alumnos y 
profesionales de la psicología y de las carreras de la salud, así como a todas 
aquellas personas interesadas en comprender mejor la influencia de los 
factores psicológicos en los diversos aspectos de los procesos de salud y 
enfermedad. Debido al crecimiento explosivo de este campo durante los 
últimos años, uno de los mayores desafíos al elaborar este texto ha sido 
sintetizar e integrar la enorme cantidad de información que se ha generado y 
se sigue generando en diversos medios. Para lograr este objetivo, y junto 
con la utilización de la gran cantidad de material disponible en nuestro 
medio, una herramienta fundamental ha sido el tener acceso a las principales 
bases electrónicas de datos psicológicos a nivel mundial, un recurso 
valiosísimo con el que no contábamos hace solo unos pocos años. Por esta 
razón, pensamos que además del contenido mismo, uno de los aportes 
concretos más importantes de este libro es una extensa lista de referencias 
bibliográficas donde los lectores pueden encontrar trabajos específicos sobre 
los temas de su interés o necesidad. 
 
En la necesaria selección de temas para un texto de un tamaño reducido, 
hemos privilegiado aquellos aspectos donde a nuestro juicio existe mayor 
evidencia acerca de la importancia de las variables y procesos psicológicos. 
Y además hemos tratado de mantener un equilibrio entre temas más 
conocidos en el área de la salud (como el estrés,la interacción médico-
paciente, las conductas de salud y la adherencia a las prescripciones, la 
prevención de enfermedades y promoción de salud), y temas más nuevos 
aún en pleno desarrollo emergente (como algunos modelos conceptuales de 
carácter integrativo, algunos factores de afrontamiento de la cirugía, y los 
diversos aspectos de la relación entre emociones y salud, incluyendo los 
últimos desarrollos acerca de la expresión emocional escrita y la salud). 
 
Al igual que en otros dos libros anteriores acerca de temas psicológicos, 
hemos tratado de combinar la rigurosidad científica con la mayor claridad y 
simplicidad posibles en el lenguaje utilizado, de manera de facilitar al lector 
el procesamiento y la comprensión de los temas abordados. Y también al 
igual que en los casos anteriores, hemos dado un lugar destacado a la 
presentación de los principales modelos teóricos, ya que ellos proporcionan 
una base fundamental tanto para la investigación como para cualquier 
programa de prevención e intervención. 
 
 
 
 
 
6 
 
6 
 
CAPITULO 1 
 
INTRODUCCION 
 
 
 
 
Durante las dos últimas décadas ha ido consolidándose la Psicología de la 
Salud como un nuevo campo de estudio y aplicación del conocimiento 
psicológico. En este tiempo relativamente breve, hemos ido aprendiendo 
muchas cosas y hemos ido cambiando nuestra manera tradicional de pensar 
respecto a la salud y a la enfermedad. Aunque tal vez muchas de estas 
nuevas actitudes hacia la salud no son tan nuevas como se podría creer, sí 
representan un cambio significativo respecto a la concepción predominante 
a lo largo del desarrollo de la medicina científica. 
 
Algunas de las cosas que hemos ido aprendiendo, es que el comportamiento 
es un componente básico de la salud y que puede hacer más o menos 
probable el enfermar, y que nuestros pensamientos, sentimientos y 
conductas afectan nuestra salud y nuestro bienestar. También hoy sabemos 
que el estilo de vida y diversas dimensiones personales se relacionan en un 
grado considerable con el estado de salud y el pronóstico de algunas 
enfermedades, y que diversos factores psicológicos y sociales desempeñan 
un rol fundamental en las diversas fases del proceso de salud-enfermedad, 
desde la prevención de la enfermedad hasta la recuperación de la salud. 
 
De manera lenta pero progresiva, la medicina ha ido incorporando y 
utilizando cada vez más las contribuciones psicológicas en diversos temas 
médicamente relevantes, con un creciente interés en ver y tratar al paciente 
de una manera holística como una persona integral y no sólo como un 
conjunto de órganos y sistemas, y con una creciente conciencia que los 
factores psicológicos son significativos en el curso de casi cualquier 
enfermedad. Al desarrollarse la noción que la salud involucra tanto el 
bienestar físico como mental y emocional, y que las variables psicológicas y 
sociales son importantes en la enfermedad, se hace posible una nueva 
relación entre la psicología y la medicina. 
 
 
 
7 
 
7 
Por una parte, la salud y sus diversos aspectos relacionados se han 
convertido en temas favoritos de investigación y aplicación de la psicología, 
observándose una verdadera explosión del conocimiento acerca de las 
influencias psicológicas en el proceso de salud-enfermedad. Y por otra parte 
los psicólogos han comenzado a participar más activamente en el 
diagnóstico, tratamiento y prevención de problemas de salud, como 
miembros activos de equipos de salud junto con médicos y otros 
profesionales, aportando sus conocimientos y habilidades de investigación y 
sus técnicas específicas de evaluación e intervención, en los diversos 
aspectos referentes a la salud y la enfermedad. 
 
Sin embargo, durante mucho tiempo la psicología y la medicina han seguido 
caminos muy separados. A pesar de un origen común, la psicología y la 
medicina han estado inmersas en el dualismo de cuerpo y mente 
predominante en el pensamiento occidental, concibiendo ambas entidades 
como dos sistemas separables y relativamente autónomos. Para la medicina 
la salud ha significado salud física, mientras que la relación de la psicología 
con la salud se había limitado a la llamada salud mental, careciendo ambas 
disciplinas de una visión holística de la salud como bienestar mental y 
físico. Para comprender cabalmente el significado de la psicología de la 
salud es necesario revisar brevemente el trascendental tema de la relación 
mente-cuerpo. 
 
RELACION MENTE-CUERPO 
 
Históricamente la relación entre la mente y el cuerpo ha sido un tema 
controversial entre filósofos, fisiólogos y psicólogos. Aunque durante los 
últimos siglos ha predominado en Occidente una concepción dualística que 
considera la mente y el cuerpo como sistemas separados, esta visión no ha 
sido siempre la predominante. Antiguas civilizaciones tanto orientales como 
occidentales parecían tener una concepción más integrada de la mente, el 
cuerpo, la salud y la armonía con la naturaleza. 
 
Como un ejemplo de esa visión más integrativa de la mente y el cuerpo se 
puede mencionar la doctrina clásica de los temperamentos de Hipócrates, 
uno de los fundadores de la medicina. El postulaba que los distintos líquidos 
o humores corporales estaban asociados con determinados atributos de 
personalidad o temperamento. Así, un exceso de bilis amarilla tenía como 
efecto que el individuo estuviera permanentemente enojado e irritable, lo 
 
 
8 
 
8 
que caracteriza el temperamento colérico. Un exceso de bilis negra sería la 
causa de que la persona estuviera permanentemente triste o melancólica, es 
decir, que tuviera un temperamento melancólico. El exceso de sangre en el 
organismo producía un temperamento activo y optimista, es decir, 
sanguíneo. Y por último un exceso del humor llamado flema producía 
características como ser calmado y reservado, es decir, tener un 
temperamento flemático. 
 
Debido a la fuerte concepción dualista que ha caracterizado nuestra cultura 
durante los últimos siglos, tal vez es difícil para muchas personas hoy en día 
comprender cabalmente el significado de una visión unitaria de la mente y 
el cuerpo. Sin embargo, a través de la historia se puede encontrar la 
concepción de que los factores físicos o biológicos interactúan con, y 
afectan a, las características psicológicas o de personalidad de los 
individuos. En esa visión más holística, la mente es parte del cuerpo ya que 
es producto de la actividad cerebral y del sistema nervioso, y la salud y la 
enfermedad son productos del organismo como un todo. 
 
Esta visión integrativa va cambiando con el advenimiento de la medicina 
científica durante el Renacimiento. La idea que la mente pueda influir 
poderosamente en las funciones corporales llega a ser considerada como no 
científica, el tema de la mente y el alma se dejan como preocupación de la 
religión y la filosofía, mientras que el análisis y comprensión del cuerpo se 
reservan para un campo específico y distinto, la medicina física. 
 
La concepción dualista de que la mente y el cuerpo funcionan 
separadamente y en forma independiente estaría representada en su máxima 
expresión en las ideas del filósofo francés René Descartes, quien plantea 
que el alma o la mente era una entidad distinta incapaz de afectar de una 
manera directa la materia física o los procesos somáticos. Este dualismo 
Cartesiano de mente y cuerpo proporcionó la base filosófica del nuevo 
campo independiente de la medicina, alejándola del enfoque holístico que 
enfatizaba la interdependencia mente-cuerpo, y conduciéndola hacia el 
enfoque fisiopatológico mecanicista que ha caracterizado esta disciplina 
hasta muy recientemente. 
 
Los grandes descubrimientos de las causas biológicas de las enfermedades y 
el desarrollo de tratamientos y vacunas que fueron permitiendo el control y 
la prevención de muchas enfermedades, parecenhaber proporcionado 
poderosas evidencias de la conveniencia de tratar el cuerpo separadamente 
 
 
9 
 
9 
de la mente. Así, el descubrimiento de los microorganismos causantes de 
ciertas enfermedades revolucionó la medicina en el siglo XIX pero también 
reforzó el dualismo mente-cuerpo, y algo similar sucedió con el desarrollo 
de medicamentos y vacunas para el control de diversas enfermedades. 
 
Durante la mayor parte de esta era científica de la medicina las 
explicaciones permitidas para la enfermedad fueron las leyes mecánicas o 
ciertos principios fisiológicos, y los aspectos psicológicos o sociales eran 
descartados como posibles factores explicativos por no encajar en la 
concepción somática mecanicista. Un resultado de esta aproximación a la 
salud y la enfermedad es que muchos desórdenes quedaban fuera de los 
sistemas de clasificación y no recibían la atención debida. Así, se empezó a 
hablar de desórdenes “nerviosos” o “emocionales”, siendo un enigma su 
etiología y su tratamiento específico. Existía una especie de acuerdo tácito 
de que si un médico concluía que el problema de un paciente era “solo 
nervioso”, debería dejar de indagar y no preocuparse mucho, ya que aquello 
causado por un factor psicológico sólo tendría efectos psicológicos. De esta 
manera los problemas nerviosos o emocionales se veían disociados de los 
procesos fisiológicos, y se concluía que las quejas somáticas de origen 
nervioso no tenían una base física. 
 
El modelo que ha sido dominante en la concepción que se ha tenido de la 
salud y la enfermedad, el llamado modelo biomédico, se basa en la 
proposición que la enfermedad es causada por un agente patógeno, el cual 
puede ser un virus, una bacteria o algún otro germen que se introduce en el 
cuerpo y provoca diversas alteraciones y molestias. Es decir, la supuesta 
intervención de los espíritus o la falta de armonía interna y con la naturaleza 
de otras épocas o tipos de medicina fueron reemplazadas en la medicina 
científica por los microorganismos, y los esfuerzos por controlar las 
enfermedades fueron dirigidos específicamente hacia la eliminación o 
prevención del proceso infeccioso. 
 
Por una parte este enfoque posibilitó un gran desarrollo técnico que permitió 
erradicar muchas de las principales enfermedades, disminuir enormemente 
la mortalidad y ampliar significativamente la expectativa de vida de las 
personas en un período histórico relativamente breve. Pero por otra parte, 
también implicó un gran descuido de los diversos factores psicológicos y 
sociales que hoy sabemos desempeñan un rol fundamental en las diversas 
fases del proceso de salud-enfermedad. 
 
 
 
 
10 
 
10 
EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD 
 
A partir de la Segunda Guerra Mundial la psicología fue cambiando 
gradualmente su carácter. Este cambio, mucho más patente en la psicología 
norteamericana dominante, significó una tendencia creciente a dejar de ser 
solamente una disciplina académica y experimental, para desarrollarse 
también como una ciencia aplicada. De esta forma la psicología fue 
mostrando cada vez más que podía contribuir significativamente a la 
prevención y solución de diversos problemas en muy variados ámbitos, 
desde aquellos de carácter más individual y subjetivo hasta otros de tipo 
más social, organizacional y comunitario. Esta tendencia recibió un gran 
impulso en los años 40 con las propuestas y trabajos de Kurt Lewin, 
considerado el pionero de la psicología social aplicada (Barra, 1998), área 
que ha sido de las que más han contribuido a la Psicología de la Salud desde 
sus inicios hasta la actualidad. 
 
En esta misma época se desarrolla la medicina psicosomática, otro de los 
antecedentes importantes de la psicología de la salud. Diversos 
investigadores, la mayoría con una orientación psicoanalítica, hicieron 
importantes contribuciones al estudio de la relación entre salud, 
comportamiento y personalidad, destacando el rol del estrés y sus efectos en 
el desarrollo de algunas enfermedades. Se empieza a considerar que la 
incapacidad para adaptarse al estrés y a diversos cambios vitales, así como 
muchos conflictos psicológicos, pueden llevar a respuestas emocionales y 
fisiológicas que contribuyen a desencadenar procesos de enfermedad. 
Además, también se encuentra que los distintos individuos reaccionan al 
estrés con diferentes patrones de respuestas corporales, existiendo ciertos 
estilos de personalidad que hacen más probable el desarrollo de ciertos 
trastornos. Algunos de los trastornos “clásicos” de la medicina 
psicosomática son el asma bronquial, la colitis ulcerosa, la hipertensión 
esencial, el hipertiroidismo, la neurodermatitis, la artritis reumatoide, y la 
úlcera duodenal (Laederach-Hofmann, 1997). 
 
A medida que la investigación en psicofisiología fue proporcionando cada 
vez más evidencia de la relación entre los factores emocionales y 
congnitivos por una parte y los procesos fisiológicos por otra parte, se 
fueron creando las bases para el desarrollo de la llamada medicina 
conductual. La medicina conductual consiste en la aplicación de principios 
y técnicas psicológicas en la evaluación, manejo, tratamiento, rehabilitación 
y prevención de problemas de tipo médico. Así como la medicina 
 
 
11 
 
11 
psicosomática tenía estrecha relación con la orientación psicoanalítica 
predominante en los años 40, la medicina conductual estaba más relacionada 
con la orientación conductista predominante en los años 60 y 70, utilizando 
principalmente la metodología del análisis experimental del comportamiento 
y las técnicas de la terapia conductual. 
 
Sin embargo, y al menos desde el punto de vista conceptual, la medicina 
conductual tendría un carácter interdisciplinario y representaría una 
integración de las disciplinas conductuales en general (tales como 
psicología, sociología y antropología médicas, educación de la salud, etc.) 
con la práctica médica y sus grandes objetivos de cuidar la salud y prevenir 
y tratar las enfermedades. Así, la Conferencia de Yale sobre Medicina 
Conductual en 1977 la definió como el campo interdisciplinario relacionado 
con el desarrollo y con la integración del conocimiento científico y de las 
técnicas emanadas de las ciencias conductuales y de las ciencias 
biomédicas, que resulten relevantes para la atención de la salud y de la 
enfermedad, y con su aplicación a la prevención, el diagnóstico, el 
tratamiento y la rehabilitación (Shapiro, 1988). 
 
A través de diversos desarrollos como los mencionados fueron adquiriendo 
un significado cada vez más concreto nociones que tal vez han estado desde 
siempre en la medicina, pero que no se traducían en la práctica médica 
habitual. Algunas de esas ideas, que ahora tenían cada vez más respaldo de 
evidencias científicas, eran que el organismo es un todo integrado, que es 
necesario ver al paciente como una persona integral y no sólo como un 
conjunto de síntomas, que no existen enfermedades sino que personas 
enfermas, que la relación personal entre el médico y el paciente es un 
aspecto esencial del tratamiento, y en general que los factores psicológicos 
(creencias, actitudes, emociones, conductas, etc.) eran un aspecto 
significativo en el curso de casi cualquier enfermedad. 
 
 Las bases teóricas y las evidencias que fueron posibilitando el surgimiento 
de este nuevo campo provenían de la investigación en diversas áreas 
tradicionales de la psicología (social, clínica, fisiológica, del desarrollo, 
etc.), en nuevos campos que emergían, como la medicina conductual, la 
psicofarmacología y la psicología comunitaria, y también en otras 
disciplinas relacionadas con la salud, como la sociología médica y la 
epidemiología. Estas diversas evidencias conducían a pensar que, para poder 
comprender adecuadamente la salud y la enfermedad, se debe ver a las 
 
 
12 
 
12 
personas como entidades individualescomplejas que están en continua 
interacción con su ambiente físico y social. 
 
Los nuevos desarrollos tanto en psicología como en medicina permitieron el 
análisis más preciso de las interacciones entre comportamiento y salud, y 
proporcionaron nuevas formas de explicar y controlar enfermedades. Así 
como anteriormente se consideraba que la enfermedad era producto de un 
único agente patógeno, actualmente se reconoce que las enfermedades 
pueden ser multideterminadas, producto de una interacción entre 
predisposiciones individuales, influencias ambientales, vulnerabilidad 
orgánica, estilos de vida y aún procesos emocionales. Y por lo tanto el 
enfrentamiento de la enfermedad también debe ser multifactorial, 
atendiendo tanto a los aspectos somáticos como psicológicos y sociales. 
 
Otro factor que también llevó a tener una nueva perspectiva de la salud y la 
enfermedad fueron los cambios en los patrones de morbilidad y mortalidad. 
Se ha observado una notable disminución de las enfermedades infecto-
contagiosas que constituían importantes causas de muerte durante la primera 
mitad del siglo XX. Mediante vacunas, antibióticos y mejoramiento de 
condiciones sanitarias los países más desarrollados lograron prácticamente 
eliminar enfermedades como la polio, tuberculosis, sarampión, fiebre 
tifoídea, etc., produciendo una gran reducción de la mortalidad infantil y 
elevando significativamente la expectativa de vida. Y en lugar de las 
enfermedades infecciosas, ha ido aumentando cada vez más la importancia 
de las enfermedades crónicas y de aquellas relacionadas con el estilo de vida 
y el comportamiento, para las cuales no existe una vacuna o una cura 
específica. Entre estas enfermedades, algunas de las cuales son las 
principales causas de muerte en diversos países, están el cáncer, la diabetes, 
la enfermedad cardíaca, accidente vascular, drogadicción y SIDA. 
 
El aumento de estas enfermedades se relaciona en gran medida con dos 
hechos: que las personas viven más y que ellas se involucran en conductas 
nocivas para la salud. La falta de actividad física, la nutrición inadecuada, el 
estrés, el fumar, y el abuso de alcohol y drogas contribuyen al desarrollo de 
muchas de esas enfermedades. Y por otra parte el hecho que las personas 
vivan más implica que hay más tiempo para que ellas desarrollen 
enfermedades que resultan de estilos de vida y comportamientos. 
 
Y otro factor a considerar son los crecientes costos de la atención de salud. 
Las enfermedades infecciosas son agudas, pueden ser tratadas con 
 
 
13 
 
13 
antibióticos o drogas antivirales, y las personas se recuperan rápidamente. 
En cambio, las enfermedades crónicas son difíciles de tratar, pueden 
requerir intervenciones costosas (cirugía, radioterapia, quimioterapia, 
trasplantes, etc.) y necesitan tratamiento por muy largos períodos o de por 
vida, el cual puede implicar costos adicionales importantes como 
inactividad muy prolongada o medicamentos a permanencia. Todo esto hace 
cada vez más urgente prevenir el desarrollo de tales enfermedades mediante 
cambios en comportamientos y estilos de vida, así como también plantea la 
necesidad de incorporar intervenciones psicológicas al tratamiento y 
cuidado de la salud, las cuales pueden reducir costos en factores tales como 
número de consultas y duración de estadía hospitalaria post-quirúrgica, tal 
como se verá en un Capítulo posterior. 
 
Todos estos elementos sentaron las bases para que a finales de la década del 
setenta emergiera la psicología de la salud como un nuevo campo de 
investigación y de aplicación del conocimiento psicológico. Aunque ya en 
1968 se había creado en el Ministerio de Salud de Cuba el Grupo Nacional 
de Psicología de la Salud (Grau, 1995), el reconocimiento más formal de 
esta nueva disciplina se produjo en 1978 cuando la American Psychological 
Association (APA) crea la División 38 de Psicología de la Salud, destinada 
a difundir y fomentar la contribución profesional de los psicólogos a un 
mejor conocimiento de la salud y la enfermedad. En 1982 se inicia la 
publicación de la revista Health Psychology, órgano oficial de la División 
38, y que en poco tiempo se convirtió en una de las principales revistas de la 
APA, alcanzando una distribución de alrededor de 10.000 ejemplares (Grau, 
1996). 
 
EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA DE LA SALUD 
 
Ya que el antecedente más inmediato de la psicología de la salud es lo que 
se denomina medicina conductual, se puede establecer una relación entre 
ambas disciplinas. Matarazzo, primer presidente de la División 38, planteó 
una distinción entre el campo interdisciplinario de la medicina conductual y 
el campo específicamente psicológico de la psicología de la salud. Para 
Matarazzo (1980), medicina conductual sería aquel amplio campo 
interdisciplinario de investigación científica, educación y práctica que tiene 
que ver con la salud, la enfermedad y disfunciones fisiológicas relacionadas. 
Debido a que la medicina conductual no incorpora suficientemente la 
promoción de salud y la prevención, él propone que se desarrolle una nueva 
 
 
14 
 
14 
subespecialidad interdisciplinaria dentro de la medicina conductual, llamada 
salud conductual que estaría relacionada específicamente con la mantención 
de la salud y la prevención de la enfermedad y de las disfunciones médicas 
en individuos sanos. Y la psicología de la salud sería una disciplina 
específica que involucra a toda la psicología como ciencia y como profesión 
en ambos dominios, es decir, tanto en lo referente a la enfermedad como a la 
promoción y prevención. 
 
Específicamente, y de acuerdo a la definición de Matarazzo adoptada por la 
División 38, la psicología de la salud sería el conjunto de contribuciones 
específicas educacionales, científicas y profesionales de la disciplina de 
la psicología a la promoción y mantención de la salud, a la prevención y 
el tratamiento de la enfermedad, a la identificación de los correlatos 
etiológicos y diagnósticos de la salud, de la enfermedad y de las 
disfunciones relacionadas, y al análisis y mejoramiento del sistema de 
atención de salud y de las políticas de salud (Matarazzo, 1980, 1982; 
Taylor, 1990). 
 
Basada en esta definición, la División 38 de la APA se propone estimular 
las contribuciones educacionales, científicas y profesionales de la psicología 
a: (1) comprender la etiología, promoción y mantención de la salud; (2) la 
prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad; (3) 
el estudio de los factores psicológicos, sociales, emocionales y conductuales 
en la enfermedad; y (4) el mejoramiento del sistema de atención de salud y 
la formulación de políticas de salud. Este último punto es muy relevante 
porque por una parte constituye un elemento diferenciador con la medicina 
conductual, y por otra parte estimula el aporte psicológico a la salud más 
allá del nivel individual tradicional hasta el nivel organizacional, 
comunitario y social en general. 
 
Y también la División 38 ha establecido los siguientes objetivos para la 
psicología de la salud (Buela-Casal, Sierra y Carrobles, 1995). 
1. Comprender y evaluar la interacción existente entre el estado de bienestar 
físico y los diferentes factores biológicos, psicológicos y sociales. 
2. Entender cómo las teorías, los principios y los métodos de investigación 
psicológica pueden aplicarse para potenciar los enfoques biomédicos en 
la promoción de la salud y el tratamiento de la enfermedad. 
3. Comprender la naturaleza de la respuesta de estrés y su importancia en la 
etiología y el proceso de adquisición de un gran número de problemas de 
la salud. 
 
 
15 
 
15 
4. Entender cómo los métodos y técnicas conductuales y cognitivos pueden 
ayudar a la persona a afrontar y controlar el estrés. 
5. Desarrollar las habilidades necesarias para diseñar y aplicar programas 
cuyos objetivos seancrear o incrementar hábitos o estilos de vida 
personales de salud. 
6. Comprender las dificultades que experimentan los pacientes al decidir 
buscar tratamiento para sus molestias y problemas. 
7. Ser conscientes del estado y las condiciones experimentadas por los 
pacientes en el ámbito hospitalario, así como los factores que afectan la 
adhesión a los tratamientos médicos y las fuentes de problema en la 
relación médico-paciente. 
8. Entender las diferencias existentes entre los métodos psicológicos y 
médicos para reducir el dolor, y cómo se combinan éstos para mejorar la 
eficacia del tratamiento. 
9. Ser conscientes del impacto que las enfermedades incapacitantes y 
terminales producen en los propios pacientes y sus familias. 
10.Descubrir y entender cómo las técnicas y los principios psicológicos 
pueden aplicarse para ayudar a los pacientes a afrontar y controlar las 
enfermedades crónicas. 
 
De acuerdo a todo lo anterior, sería necesario enfatizar que la psicología de 
la salud es una nueva área aplicada de la psicología, al igual como lo son la 
psicología educacional, clínica o laboral. No sería sólo una combinación de 
aspectos biológicos, clínicos, educacionales y socioculturales de la salud y 
la enfermedad, ni se confunde con disciplinas relacionadas como la 
educación para la salud, la medicina conductual o la sociología de la salud. 
Al igual como cualquiera otra área de la psicología, la psicologia de la salud 
recibe e integra el aporte de otras disciplinas pero tiene su propia identidad. 
Por lo cual, y aunque el quehacer de los psicólogos de la salud debiera darse 
en un contexto interdisciplinario, su formación e identidad deben ser 
claramente psicológicas. 
 
A medida que este nuevo campo de aplicación de la psicología continúe 
desarrollándose, se podrán ir delimitando sub-áreas más específicas que 
orienten la investigación y la práctica profesional en ámbitos más 
circunscritos. Entre esas sub-áreas podrían estar la psicología de la salud 
infantil o escolar, la psicología de la salud ocupacional, la psicología de la 
salud de la mujer, la psicología de la salud del adulto mayor, etc. 
 
Como una forma de ilustrar acerca del amplio campo de la psicología de la 
salud, se presenta una selección de algunos de los grandes temas que 
 
 
16 
 
16 
constituyen focos de investigación y aplicación de esta nueva área de la 
psicología, algunos de los cuales se examinarán en este libro. 
 
 Bases fisiológicas de la conducta y la salud 
 Estrés y enfermedad 
 Creencias y conductas de salud (representaciones, atribuciones, etc.) 
 Personalidad, salud y enfermedad (reactividad, resistencia, optimismo, 
hostilidad, etc. ) 
 Atención de salud y conducta del paciente (comunicación, satisfacción, 
adherencia, etc.) 
 Dolor y manejo del dolor (control cognitivo, conducta de dolor, etc.) 
 Preparación para cirugías y exámenes invasivos (afrontamiento, 
información, imaginería, etc.) 
 Modificación de conductas adictivas (tabaquismo, alcohol, drogas) 
 Discapacidad y rehabilitación (evaluación neuropsicológica, ajuste, etc.) 
 Desórdenes psicofisiológicos (respiratorios, dermatológicos, 
gastrointestinales, cardiovasculares, etc.) 
 Afrontamiento y ajuste a enfermedades crónicas (cáncer, diabetes, 
artritis, insuficiencia renal, etc.) 
 Cuidados paliativos a enfermos terminales 
 Prevención de enfermedades y promoción de salud (estilos de vida, 
hábitos, conductas de riesgo, etc.) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
17 
 
17 
CAPITULO 2 
 
ESTRES Y SALUD 
 
 
 
 
Cada vez es más frecuente encontrarnos con la palabra estrés tanto en los 
medios de comunicación como en las conversaciones que sostenemos en 
nuestra vida cotidiana. Habitualmente se utiliza el término estrés para 
referirse a una variedad de sensaciones y emociones que tienen en general 
un carácter aversivo, y que estarían directamente relacionadas con 
presiones y exigencias que se enfrentan. Así por ejemplo, las personas 
pueden sentir que tienen que hacer demasiadas cosas, o hacerlas en menos 
tiempo del que quisieran, o sin contar con las condiciones o el apoyo 
necesarios, o cualquiera otra situación que ellas perciban como apremio y/o 
sobrecarga. En situaciones como éstas, es probable que las personas realicen 
un esfuerzo extra para hacer las cosas a tiempo y con buenos resultados, 
desplegando mayor energía y rapidez que en períodos normales. Pero 
también es probable que se pongan más irritables, que consuman más café o 
cigarrillos, que disminuyan su apetito o coman demasiado rápido, que hagan 
menos ejercicios, y que experimenten diversas formas de malestar físico y/o 
emocional que afectan su bienestar general. 
 
Vemos entonces que el llamado estrés puede ayudarnos a desplegar mayor 
esfuerzo y energía cuando es necesario, pero que también puede tener 
diversos efectos negativos en el organismo. Por esto es un término muy 
común que ha llegado a ser una explicación popular para una gran cantidad 
de dolores y molestias, no sólo entre las personas legas sino que también 
entre muchos profesionales de la salud. El estrés es un concepto central en 
la psicología de la salud, ya que se trata de un proceso que no sólo nos 
ayuda a adaptarnos a los cambios ambientales, sino que también puede tener 
un rol central en la fisiopatología de diversas enfermedades. Así, se piensa 
que el estrés en algunas de sus formas puede ser un precursor fisiológico o 
psicológico de la enfermedad, mediante diversas vías que revisaremos más 
adelante. Esto no debe sorprender si se considera que las reacciones al estrés 
involucran a todo el organismo, produciéndose cambios bioquímicos, 
 
 
18 
 
18 
fisiológicos, emocionales y conductuales, muchos de los cuales se 
relacionan directamente con la salud. 
 
En este Capítulo haremos una revisión e integración de los diversos aspectos 
del estrés que lo convierten en un tema central para la psicología de la salud. 
Revisaremos las formas de definirlo, los principales enfoques y modelos que 
se han propuesto para su análisis, sus principales componentes, el cómo las 
personas intentan manejarlo o enfrentarlo, y cuáles son las formas y vías de 
relación entre el estrés, la salud y la enfermedad. 
 
CONCEPTUALIZACION 
 
Aunque siempre es importante empezar el análisis de un tema con una 
clarificación de qué estamos entendiendo por ese tema, en el tema del estrés 
tal clarificación es especialmente necesaria por tratarse de un concepto muy 
utilizado pero al parecer muy poco claro para la mayoría de las personas. 
Como expresó alguna vez Hans Selye, uno de los iniciadores de su estudio, 
el concepto de estrés “adolece de la ambigua bendición de ser demasiado 
bien conocido y demasiado poco entendido” (citado en Travers y Cooper, 
1997, p. 27). El hecho que la experiencia de estrés puede tener 
componentes o acepciones muy diversos (ansiedad, cansancio, tensión, 
molestias y hasta enfermedad), hace por una parte muy difícil concordar en 
una sola definición, y por otra parte hace que existan diversos tipos de 
definiciones dependiendo de las disciplinas de los autores que intentan 
definir el concepto. Por esto pueden encontrarse definiciones más 
fisiológicas o endocrinológicas, junto con definiciones más psicológicas o 
más sociales. 
 
El mismo Selye parece haber tenido grandes dificultades para elaborar una 
definición satisfactoria de estrés. Esto se puede apreciar en la siguiente 
descripción que presenta hace varias décadas: “el estrés es el común 
denominador de todas las reacciones de adaptación del organismo... es el 
estado que se manifiesta por un síndrome específico, consistente en todos 
los cambios inespecíficos, inducidos dentro de un sistema biológico. Así el 
estrés tiene su propia forma y composición característica, pero ninguna 
causa particular” (Selye, 1960, p. 65). 
 
¿Cómo se defineactualmente el estrés? Baum, Gatchel y Krantz (1997) 
expresan que el estrés es “el proceso por el cual los eventos ambientales 
 
 
19 
 
19 
amenazan o desafían el bienestar de un organismo y por el cual ese 
organismo responde a esta amenaza” (p. 61). Cruz y Vargas (1998) definen 
el estrés como “el comportamiento heredado, defensivo y/o adaptativo, con 
activación específica neuro-endocrino-emocional ante un estímulo percibido 
como amenazante (estresor) para nuestra integridad o bienestar” (p. 70). Y 
en una línea similar de integración, Alvarez (1986, citado en Morales, 1999, 
p. 154-155) caracteriza el concepto de estrés de la siguiente manera: (a) es 
una respuesta del organismo ante estímulos físicos, biológicos o 
psicosociales que alteran su homeostasis; (b) es una respuesta parcialmente 
inespecífica y sistémica que integra niveles psicológicos, neurológicos y 
endocrinos; (c) el carácter estresante del estímulo deriva de la significación 
que le atribuye el individuo, en base a su experiencia previa y a sus procesos 
cognitivos y afectivos; y (d) la respuesta de estrés es activa e influye tanto 
sobre el estímulo como sobre su significado atribuido. 
 
Podemos concluir entonces que el estrés involucra eventos ambientales y 
psicológicos, interpretaciones de ellos, y respuestas fisiológicas y 
conductuales. Esto lleva a Baum, Gatchel y Krantz (1997) a ampliar la 
definición mencionada anteriormente y a expresar que “Estrés es el proceso 
por el cual los eventos ambientales nos desafían o amenazan, cómo los 
interpretamos, cómo nos hacen sentir, y cómo respondemos y nos ajustamos 
a ellos” (p. 63). 
 
Habría que destacar que los estresores, es decir las fuentes de amenaza o 
desafío para el organismo, pueden ser tanto externos como internos. Y que 
las respuestas ante esos estresores pueden ser fisiológicas, emocionales, 
cognitivas, conductuales, o una combinación de ellas. En esta forma 
moderna de concebir el estrés adquieren relevancia dos conceptos no 
considerados en las formulaciones tradicionales. Ellos son la valoración o 
interpretación de los estresores, y el afrontamiento o los intentos de lidiar 
con la situación estresante. 
 
Por lo tanto, el proceso completo del estrés comienza con la anticipación del 
encuentro con un estresor y se desarrolla a medida que interpretamos su 
naturaleza, nos preparamos para afrontarlo, y ya sea tenemos éxito o 
fracasamos en adaptarnos a la situación. Si la adaptación es exitosa, el 
efecto del estresor disminuye. Si no es exitosa, el estrés persiste, la 
activación no se reduce, y se hacen más probables los efectos negativos ya 
sea en la salud mental o física. 
 
 
 
20 
 
20 
ENFOQUES Y MODELOS DEL ESTRES 
 
Como se expresó anteriormente, no existe una sola forma de definir el 
estrés, lo cual tiene que ver con su carácter multifacético y con el distinto 
peso que se le puede asignar a sus diversos componentes o factores 
involucrados. Así, existen varias formar de enfocar el estrés: (a) el estrés 
como ciertos estímulos presentes en el ambiente; (b) el estrés como una 
forma de evaluar los estímulos ambientales; (c) el estrés como una respuesta 
a las condiciones ambientales; y (d) el estrés como una forma de interacción 
entre las exigencias ambientales y la capacidad del individuo de adaptarse a 
ellas. 
 
Aunque actualmente se considera que el concepto de estrés incluye todos 
estos aspectos o componentes, en la investigación del tema es posible 
encontrar que se enfatizan algunos aspectos, lo que da origen a distintos 
modelos. Considerando lo anterior, se pueden distinguir tres formas 
principales de enfocar el estrés: (a) el estrés como variable dependiente, es 
decir, como respuesta; (b) el estrés como variable independiente, es decir, 
como estímulo; y (c) el estrés como variable interviniente, es decir, como 
interacción 
 
Estas diferentes formas de analizar los aspectos referidos al estrés se 
expresan en los tres enfoques siguientes: 
1) El modelo psicobiológico 
2) El modelo de agresores ambientales 
3) El modelo transaccional o interactivo 
 
MODELO PSICOBIOLOGICO DEL ESTRES 
 
Hans Selye (1960), considerado el pionero en el estudio del estrés, fue el 
primero en examinar las reacciones fisiológicas del organismo frente a los 
estresores, particularmente aquellos de tipo crónico. El describió el 
conocido Síndrome General de Adaptación (SGA) constituido por tres fases: 
alarma, resistencia y agotamiento. 
 
Durante la reacción de alarma el organismo se prepara para enfrentar el 
estresor, mediante un incremento en la actividad del eje hipotalámico-
hipofisiario-suprarrenal, en el cual el hipotálamo actúa tanto sobre el 
sistema nervioso autónomo (SNA) como sobre la glándula pituitaria. La 
 
 
21 
 
21 
estimulación de la rama simpática del SNA provoca que la médula 
suprarrenal secrete grandes cantidades de catecolaminas, aquellas hormonas 
neurotransmisoras como la adrenalina y la noradrenalina que producen una 
aceleración de la actividad cardíaca y respiratoria, y muchos otros cambios 
que en general configuran el estado de activación (arousal) que prepara el 
organismo para la lucha o la huida. Y la estimulación de la glándula 
pituitaria produce la secreción de la hormona corticotrofina, la que a su vez 
actúa sobre la corteza suprarrenal para que esta secrete corticoesteroides 
como el cortisol, el cual afecta el metabolismo de los carbohidratos y es un 
agente anti-inflamatorio. 
 
Aunque se producen muchos otros efectos neuro-endocrinos, la liberación 
de los dos tipos de hormonas mencionadas, catecolaminas y cortisol, es lo 
que más se destaca habitualmente dentro de los cambios que ocurren en el 
organismo en respuesta al estrés. Sin embargo, existirían algunas diferencias 
importantes entre ambos efectos. En primer lugar, mientras la secreción de 
catecolaminas es brusca y constituye una respuesta inmediata al estrés, la 
secreción de cortisol es prolongada y por tanto constituye una respuesta más 
lenta y continua. En segundo lugar, se ha encontrado que mientras la 
adrenalina aumenta tanto en situaciones agradables como desagradables de 
diferentes niveles de intensidad, el cortisol no aumenta en situaciones 
placenteras o de intensidad moderada de estrés (Cruz y Vargas, 1998). Estas 
diferencias podrían relacionarse con el hecho que se considera que el estrés 
lento o prolongado sería mucho más dañino para el organismo, tal como 
sucedería en el llamado estrés crónico. 
 
Si el estresor persiste, el organismo entra en la fase de resistencia, donde se 
intenta enfrentar el estresor o adaptarse a él. En esta fase aumenta la 
resistencia al estresor, pero puede disminuir la resistencia a otros estímulos. 
Si la amenaza es breve, usualmente existirán los recursos suficientes para la 
adaptación y el organismo retornará a su nivel normal de funcionamiento. 
En cambio, si la situación estresante se prolonga, el organismo retorna a una 
fase de alarma, permaneciendo en un alto estado de tensión y activación, y 
aumentando nuevamente la liberación de hormonas y por lo tanto la 
probabilidad de daño fisiológico. Así, el organismo puede ir y venir entre 
alarma y resistencia varias veces, pero cuando los estresores son repetidos, 
prolongados o muy potentes se deteriora la capacidad de seguir resistiendo, 
ya que los recursos adaptativos son limitados. 
 
 
 
22 
 
22 
Si el estado anterior persiste y la resistencia ya no es posible, se llega a la 
fase de agotamiento donde se acaban las reservas de energía del organismo 
y puede sobrevenir un quiebre. El organismo no retorna a su nivel normal de 
homeostasis, sino que pueden reaparecer algunos síntomas de la reacción de 
alarma, o bien se puede producir un nivel anormalmente bajo de activación. 
El resultado de este agotamiento de los recursos adaptativos del organismo 
puede ser la depresión, el desencadenamientode lo que Selye llama 
enfermedades de adaptación (renal, artritis, cardiovascular), el colapso y en 
casos extremos la muerte. 
 
Este esquema, elaborado inicialmente por Selye, es considerado por lo 
general como una descripción útil de cómo el organismo responde a las 
amenazas y cómo el estrés puede aumentar la vulnerabilidad a diversos 
daños y enfermedades. Sin embargo, y tal como vimos al revisar el concepto 
de estrés, Selye planteaba que el estrés es un síndrome específico inducido 
de manera no específica, es decir, se produciría el mismo patrón de 
respuestas independientemente del estresor, ya sea este un gran esfuerzo 
físico o la preocupación por un examen. Y es esta noción de respuesta no 
específica la que ha sido más cuestionada por la investigación posterior, 
entre otras cosas porque no considera el rol de los factores psicosociales en 
el estrés. 
 
Se ha encontrado evidencia de diferentes patrones de secreción de hormonas 
para diferentes estresores o condiciones. Así por ejemplo, Mason (citado en 
Baum, Gatchel y Krantz, 1997, p. 68) ha informado de diferentes patrones 
de secreción de adrenalina, noradrenalina y cortisol frente a estresores de 
diferentes intensidades y asociados a distintas experiencias emociones, tales 
como incertidumbre, rabia y temor. Este mismo autor ha contribuido a 
aclarar el rol de los factores psicosociales, planteando que la tensión 
psicológica precede la respuesta de las glándulas adrenales y las reacciones 
fisiológicas. Aunque pueden existir circunstancias en que ocurre una 
respuesta no específica de estrés sin mucha intervención de procesos 
psicológicos, en general serían cruciales la conciencia que se tenga de la 
condición nociva y los intentos de lidiar con ella. 
 
El importante rol de las variables psicológicas en las reacciones de estrés 
también se evidencia en otros estudios focalizados en la secreción de 
adrenalina y noradrenalina en diversas condiciones. Así por ejemplo, se ha 
encontrado que el nivel de estas hormonas, las cuales pueden afectar el 
funcionamiento cognitivo y emocional, se incrementa no sólo por 
 
 
23 
 
23 
sobreestimulación sino que también por subestimulación, y no sólo frente a 
eventos nocivos o aversivos sino que también frente a eventos placenteros 
pero incontrolables. Esto último es especialmente importante porque destaca 
el rol crucial que parece desempeñar el control percibido en la conducta 
humana en general, y en las formas de afrontar el estrés y la enfermedad. 
 
Volviendo al cuestionamiento de la noción de respuesta no específica de 
Selye, podríamos pensar que la naturaleza no específica del estrés está 
limitada a las respuestas iniciales al estresor. Es decir, el organismo 
reaccionará inicialmente en la forma descrita en la fase de alarma frente a 
eventos estresantes de muy diversa naturaleza. En cambio las reacciones 
posteriores a los eventos generadores de estrés pueden ser mediadas por 
diversos factores, incluyendo las importantes variables psicológicas y 
sociales, las cuales se integrarían con los aspectos biológicos para crear un 
cuadro más complejo. 
 
Así como las bases biológicas del estrés son muy importantes porque 
determinan muchas de las cosas que sentimos o hacemos bajo esa 
condición, los factores psicológicos, en términos ya sea de causas o efectos, 
son también de gran importancia en el inicio, manejo y resolución de los 
episodios de estrés. Además, si hay evidencia que los factores psicológicos 
pueden alterar el funcionamiento orgánico en formas tales que faciliten el 
daño o la enfermedad, entonces podemos disponer de un importante nexo 
entre psicología y salud. 
 
MODELO DE LOS AGRESORES AMBIENTALES 
 
En este enfoque se pone el énfasis en el componente externo del estrés, 
representado por los eventos ambientales que tienen la capacidad de afectar 
o amenazar el equilibrio del individuo, y que reciben el nombre de 
estresores. Esos eventos amenazantes pueden incluir acontecimientos 
traumáticos (por ejemplo, desastres naturales), cambios vitales (por ejemplo, 
perder el trabajo), o condiciones crónicas (por ejemplo, hacinamiento o 
pobreza). Una situación adversa puede ser considerada un evento estresante 
cuando causa cambios en la rutina habitual de una persona y además exige 
un reajuste o adaptación a ella. Dentro de esta perspectiva se asume que 
cualquier cambio es en sí mismo potencialmente estresante, en especial 
aquellos que alteran el estilo de vida o de actividades de la persona, y 
aquellos que tienen el carácter de no deseados o molestos. 
 
 
24 
 
24 
 
Es posible clasificar los estresores según diversos criterios. De acuerdo a su 
fuente o contexto, la mayor parte de los estresores comunes pueden ser 
clasificados en cuatro áreas: personal, social/familiar, laboral y ambiental 
(Bernard & Krupat, 1994). Dentro del área personal estarían aquellos 
conflictos o inconsistencias entre metas personales importantes, los cuales 
se asocian con emociones negativas y mayor probabilidad de problemas 
psicosomáticos. En el área social/familiar pueden existir muchas fuentes de 
conflicto, presiones y frustraciones, y también grandes cambios vitales 
como matrimonio, divorcio o pérdidas significativas (muerte de un padre, 
un cónyuge o un hijo). En lo referente al área laboral, algunas fuentes 
importantes de estrés serían la inseguridad laboral, el desempleo, la 
jubilación, las demandas excesivas, y la evaluación del desempeño. Y 
dentro de los estresores ambientales estarían aquellas condiciones extremas 
de temperatura, contaminación, congestión, hacinamiento, ruido, etc. 
 
También los estresores pueden clasificarse de acuerdo a su duración, 
intensidad, relevancia, etc. Así por ejemplo, Lazarus y Cohen (citados en 
Baum, Gatchel y Krantz, 1997, p. 74) distinguen tres categorías generales de 
estresores, en base a su impacto en el individuo y al número de personas 
afectadas: (a) eventos cataclísmicos, (b) estresores personales, y (c) 
problemas cotidianos. 
 
Los eventos cataclísmicos son aquellos que tienen un impacto muy 
poderoso y universal, que requieren un gran esfuerzo adaptativo, y cuyos 
efectos pueden persistir por largo tiempo. Además de desastres naturales 
como terremotos y huracanes, se incluirían dentro de esta categoría 
experiencias como la guerra, la tortura y los campos de concentración. Los 
estresores personales son eventos poderosos e inesperados que pueden 
poner en juego las habilidades adaptativas de la misma manera que los 
eventos cataclísmicos, pero que afectan a menos personas al mismo tiempo, 
por lo cual se deben enfrentar en una forma más personal o solitaria. 
Ejemplos de esto serian la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, 
sufrir un accidente grave, etc. 
 
Y una categoría especial la constituyen los problemas cotidianos, aquellas 
contrariedades, dificultades y preocupaciones persistentes, repetitivas y de 
baja intensidad que enfrentamos cotidianamente dentro de nuestras rutinas. 
En comparación con los otros tipos de estresores, estas “pequeñas” 
contrariedades, consideradas individualmente, tienen una intensidad mucho 
 
 
25 
 
25 
menor, pero al mismo tiempo pueden tener un carácter crónico y por esto 
llegar a tener un efecto acumulativo tanto o más severo que aquellos 
estresores más importantes. 
 
Estos problemas cotidianos se pueden agrupar en las siguientes áreas: 
a) Trabajo: insatisfacción, sobrecarga, etc. 
b) Actividades sociales: visitas inesperadas, dificultades con vecinos, etc. 
c) Medio ambiente: contaminación, congestión, ruido, etc. 
d) Aspectos prácticos: perder cosas, largas esperas, etc. 
e) Finanzas: ser deudor o acreedor, gastos inesperados, etc. 
f) Salud: molestias, enfermedad de familiares, etc. 
 
El ya mencionado efecto acumulativo de este tipo de problemas cotidianos 
puede ilustrarse de manera simple si pensamosen un individuo que debe 
levantarse cada mañana muy temprano, gastar mucho tiempo trasladándose 
en un bus atestado de gente por calles congestionadas de vehículos, y luego 
trabajar muchas horas en un ambiente ruidoso. Cada episodio individual de 
dificultad para abordar el bus, o de molestia con la congestión, o de 
dificultad para hacerse oir por el ruido, no representaría un problema mayor 
y su efecto transitorio puede ser compensado por otros eventos positivos, 
como por ejemplo contactos afectuosos con amigos y familiares. 
 
Sin embargo, a medida que tales contrariedades se hacen cada vez más 
frecuentes o crónicas y se agregan otras dificultades en las otras áreas 
señaladas, el nivel general acumulado de estrés puede llegar en algún punto 
a superar las capacidades adaptativas del individuo, afectando su equilibrio 
emocional y provocando sobrerreacciones psicológicas y fisiológicas ante 
estresores agudos. El valor confortante del contacto con otros puede ser 
reemplazado por una evitación de la interacción social, y la persona puede 
sentir que se agota la paciencia y la tolerancia a la frustración, llegando a 
sobrerreaccionar frente a la desobediencia de un hijo, una broma de un 
compañero de trabajo o alguna dificultad con un vecino. 
 
Existen algunas características o factores que determinan el carácter 
estresante de un evento. Entre esos factores se pueden mencionar la 
novedad, deseabilidad, ambigüedad, controlabilidad y ajuste requerido. En 
general, será mayor el estrés experimentado cuando el evento estresor tenga 
un carácter inesperado, involucre un significado negativo, sea de naturaleza 
ambigua, sea percibido como incontrolable y parezca requerir un gran 
esfuerzo adaptativo. Y además de las características percibidas de los 
 
 
26 
 
26 
estresores, en el efecto que ellos tengan también influirían poderosamente 
otros factores del individuo y del entorno, entre ellos las expectativas y el 
apoyo social percibido. 
 
Se puede ver entonces que el impacto de los eventos estresantes está 
determinado en gran medida por las percepciones de la persona acerca de 
tales eventos y de la situación en la que ellos tienen lugar. Es por esta razón 
que dentro del análisis de los factores involucrados en el estrés 
desempeñarían un rol crucial los procesos cognitivos del individuo, lo cual 
nos conduce al modelo transaccional del estrés. 
 
MODELO TRANSACCIONAL O INTERACTIVO 
 
Siendo muy importantes los dos modelos anteriores y habiendo hecho 
ambos aportes muy significativos, hoy en día se considera que no podemos 
seguir concibiendo el estrés como un fenómeno estático, ya sea como 
respuesta o como estímulo, sino más bien como un proceso complejo y 
dinámico de carácter interactivo. Es decir, en lugar de concebir el estrés 
como amenazas del entorno o como reacciones a tales amenazas, se lo 
considera en términos relacionales, como una interacción o transacción 
entre el individuo y su entorno. Visto de esta manera, el entorno o 
determinados eventos no son en sí mismos estresantes, sino que es la 
relación que establece el individuo con el entorno lo que puede originar una 
experiencia estresante. Y esta interacción entre el individuo y el entorno que 
sirve de marco a la experiencia de estrés, a su vez está siendo continuamente 
mediada por un conjunto de procesos cognitivos y psicosociales. 
 
El modelo interactivo de estrés de Lazarus y Folkman (1986) destaca 
justamente la relación entre el individuo y el entorno. Así como actualmente 
la enfermedad ya no es vista como consecuencia sólo de la acción de un 
agente externo, sino que se considera también la vulnerabilidad del 
organismo, tampoco sería adecuado definir el estrés como un estímulo o 
como una reacción, sin hacer referencia a la participación del individuo. Por 
lo tanto, el estrés es el resultado de una interacción entre el sujeto y el 
entorno, que es valorado por éste como amenazante o que sobrepasa sus 
recursos, poniendo en peligro su bienestar. Este modelo interactivo destaca 
el rol fundamental que juegan los factores cognitivos en la experiencia de 
estrés, y dentro de ellos un concepto central es el de valoración. El otro 
 
 
27 
 
27 
componente esencial en el modelo interactivo es el afrontamiento del estrés, 
tema que revisaremos en la siguiente sección. 
 
VALORACION 
 
Para que los individuos puedan sobrevivir y adaptarse al ambiente, necesitan 
distinguir entre situaciones favorables y situaciones peligrosas. En muchas 
ocasiones esta distinción puede ser sutil, compleja y abstracta, requiriendo 
de un sistema cognitivo eficiente y versátil. El concepto de valoración hace 
referencia a las consecuencias y repercusiones que puede provocar un 
acontecimiento determinado en un individuo particular, y tiene que ver tanto 
con la evaluación del significado personal de un evento como con la 
adecuación de los recursos del individuo para afrontarlo. 
 
La interacción con el medio nos obliga a una valoración constante de las 
situaciones que vivimos, las demandas que ellas plantean y nuestra 
capacidad para afrontarlas, y esta necesidad se traduce en dos tipos de 
valoración, primaria y secundaria. En este caso los términos primaria y 
secundaria no se refieren a que un tipo es más importante que el otro o a que 
precede en el tiempo al otro, sino que están dirigidas hacia distintos 
objetivos. 
 
Valoración primaria 
 
Es aquella destinada a determinar el significado de un evento o las 
demandas que plantea una situación, y puede ser de tres tipos: irrelevante, 
benigna-positiva y estresante. 
 
La valoración primaria irrelevante corresponde a aquella donde no se 
perciben implicaciones para el individuo, el evento no lo afecta ni positiva 
ni negativamente. 
 
La valoración primaria benigna-positiva corresponde a la valoración 
positiva que realiza un individuo respecto a un evento del entorno, evento 
percibido como favorable para el logro de bienestar personal. Esta 
valoración trae consigo emociones placenteras como alegría, amor, 
felicidad, regocijo o tranquilidad. 
 
Y la valoración primaria estresante es aquella que se hace de los eventos 
percibidos como negativos o potencialmente negativos, y que implica 
valorar su posible daño/pérdida, amenaza y desafío. Estas tres formas de 
 
 
28 
 
28 
valoración estresante se diferencian en cuanto a su contenido y a las 
reacciones emocionales asociadas. 
 
La valoración de daño/pérdida habitualmente involucra el análisis de los 
efectos negativos ya acontecidos, como por ejemplo la destrucción causada 
por un sismo o la pérdida de un ser querido, y en general origina emociones 
negativas como rabia, depresión y frustración. 
 
En cambio la valoración de amenaza se relaciona más con la estimación de 
peligros futuros y tiene habitualmente un carácter anticipatorio, 
acompañándose de emociones negativas como el miedo y la ansiedad. Es 
necesario hacer notar que la amenaza de un evento puede ser más estresante 
o aversivo que la experiencia directa con el evento. Como ejemplo de lo 
anterior, estar esperando ansiosamente un examen difícil puede ser más 
estresante que estar dando el examen o aún que saber que se fracasó en él, y 
en términos más generales, la amenaza de castigo parece ser más aversiva 
que el castigo mismo. 
 
Y en la valoración de desafío se centra la atención en las fuerzas necesarias 
para lograr una efectiva confrontación o superar el evento estresor, lo que 
genera emociones positivas como impaciencia, excitación y entusiasmo. 
Cuando el individuo tiene confianza en su habilidad para afrontar 
exitosamente el evento estresante valora tal evento como un desafío más que 
como un peligro o amenaza. 
 
Valoración secundaria 
 
Esta corresponde a la estimación de si las propias habilidades y recursos 
serán o no suficientes para hacer frente a la situación y lidiar contra eldaño, 
la amenaza o el desafío que representa el evento. Tales recursos estarían 
determinados por la experiencia con situaciones similares, por las 
habilidades desarrolladas a lo largo de la vida, por la capacidad para 
planificar y llevar a cabo estrategias adecuadas, etc. La valoración de los 
recursos de afrontamiento determinará qué tipo de respuesta se intentará 
para enfrentar la situación, así como también la intensidad y tipo de 
reacciones emocionales que acompañarán tal intento de afrontamiento. Así 
como la valoración primaria se refiere al proceso de percibir una situación 
como estresante, la valoración secundaria tiene que ver con el proceso de 
elaborar una respuesta a dicha situación. 
 
 
 
29 
 
29 
En síntesis, la valoración primaria de un evento involucra la evaluación de 
su significado personal, mientras que la valoración secundaria involucra la 
evaluación de las opciones de afrontamiento. La valoración primaria incluye 
la estimación del daño o pérdida que ya ha ocurrido, de la amenaza de daño 
o pérdida, o del desafío concebido como una oportunidad para la maestría. 
Y la valoración secundaria tiene que ver con el grado en que el individuo 
puede controlar o cambiar la situación. En conjunto, ambos tipos de 
valoración determinan el grado en que la situación es evaluada como un 
daño o pérdida, una amenaza, un desafío, o una combinación de ellos, y la 
intensidad de la respuesta emocional que acompaña esas evaluaciones 
(Folkman, 1999). 
 
Aunque habitualmente la valoración primaria precede a la secundaria, 
también puede suceder que producto de una determinada valoración 
secundaria el individuo haga una nueva valoración primaria del evento. En 
último término, la experiencia subjetiva de estrés representaría un balance 
entre la valoración primaria y la secundaria. Cuando el daño y la amenaza 
son altos y la capacidad de afrontamiento es baja, el estrés es considerable. 
Por el contrario, cuando la capacidad de afrontamiento es alta, el estrés 
puede ser mínimo. 
 
Revaloración 
 
Puede producirse un cambio en la valoración inicial, de acuerdo a la 
información nueva recibida del entorno, o derivada de nuestras propias 
reacciones, la cual puede implicar una disminución o un aumento del 
carácter estresante del evento. Lo que en un comienzo se valoró como 
amenazante, puede revalorarse como carente de fundamento, o bien lo que 
inicialmente fue una valoración positiva, puede convertirse en amenazadora, 
sucediéndose de esta manera emociones y valoraciones. También existe una 
revaloración defensiva, que consiste en el esfuerzo que se hace para 
reinterpretar una situación del pasado de manera más positiva, o también 
para afrontar los daños o amenazas del presente desde una perspectiva 
menos negativa. 
 
De acuerdo a Lazarus y Folkman (1986) existen factores personales y 
situacionales que influyen en el proceso de valoración. Los factores 
personales corresponden a los llamados compromisos y creencias. 
 
 
 
30 
 
30 
Los compromisos son la manifestación de aquello que es considerado 
importante para el individuo y que además determina sus decisiones. Ellos 
contienen una cualidad motivacional vital, afectando la valoración de un 
acontecimiento. Los compromisos actúan a través de diversos mecanismos 
sobre la valoración de una persona respecto de una situación particular. 
Pueden acercar o alejar a una persona de aquellas situaciones que la 
amenazan o desafían, benefician o dañan. 
 
Las creencias también influyen en la forma en que una persona valora lo 
que ocurre o lo que ocurrirá. Dentro de ellas destacan las creencias 
existenciales y aquellas referidas al control personal. Las creencias 
existenciales, tales como la fe en Dios o en el destino, permiten que un 
individuo encuentre significado y mantenga su esperanza en las situaciones 
difíciles, siendo capaces de generar emociones positivas cuando convergen 
con un compromiso importante. Y las creencias acerca del control personal 
tienen relación con las sensaciones de dominio y confianza en la posibilidad 
de afrontar los eventos estresantes. 
 
Dentro de los factores situacionales que ejercen influencia sobre el proceso 
de valoración están: la novedad de la situación, su predictibilidad, la 
incertidumbre del acontecimiento, factores temporales, ambigüedad, y la 
cronología de acontecimientos estresantes en relación con el ciclo vital. 
 
 
AFRONTAMIENTO DEL ESTRES 
 
El concepto de afrontamiento se refiere en general a las estrategias 
utilizadas para reducir la tensión causada por las situaciones estresantes, o 
para controlar las condiciones aversivas del entorno, como por ejemplo 
recurrir al humor, al llanto, blasfemar, lamentarse, jactarse, discutir, pensar, 
etc. 
 
A pesar de estar directamente relacionado con el éxito adaptativo, el 
afrontamiento no es una conducta adaptativa automatizada, ya que siempre 
requiere esfuerzo e involucra aprendizajes conductuales previos. Sería aquel 
esfuerzo dirigido a enfrentar las demandas del entorno, independiente de 
cuales sean los resultados. El afrontamiento exitoso de una situación no 
implica necesariamente modificar radicalmente la situación, pero sí 
enfocarla o manejarla de una manera adecuada para el individuo. Así, 
muchas fuentes de estrés no pueden dominarse, pero sí tolerarse, 
minimizarse, aceptarse o incluso ignorarse. 
 
 
31 
 
31 
 
Lazarus y Folkman (1986) definen el afrontamiento como aquellos 
esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes, que se 
desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o 
internas, que son valoradas como excedentes o desbordantes de los 
recursos del individuo. El afrontamiento se concibe como un proceso, que 
involucra cambios en los pensamientos y conductas del individuo a medida 
que se desarrolla su interacción con una situación, como resultado de las 
continuas valoraciones y revaloraciones de lo que ocurre, de su importancia 
y de lo que puede hacerse al respecto. 
 
De acuerdo a lo que se vio anteriormente, para que un evento sea valorado 
como estresor, por una parte debe ser percibido como personalmente 
significativo y por otra parte debe hacerse un balance entre las demandas de 
la situación y los recursos personales para afrontarla. Por lo tanto, se puede 
plantear que el estrés ocurre solamente cuando la persona cree que no puede 
afrontar adecuadamente el estresor. Según esto, y excepto para algunos 
acontecimientos traumáticos, no deberíamos hablar de eventos estresantes y 
no estresantes, sino que el carácter estresante de un evento resultará de la 
interacción entre el evento y la valoración por parte del individuo del 
significado de tal evento y de su habilidad o recursos para afrontarlo. 
 
En el afrontamiento exitoso del estrés es importante la convicción de la 
persona de que puede llevar a cabo los actos necesarios para un 
afrontamiento efectivo, y también la convicción de que el ambiente 
responderá bien a sus esfuerzos. En general, el estrés subjetivo seguirá 
presente en la persona mientras ésta crea que un determinado curso de 
acción producirá un resultado deseado, pero no está segura de tener la 
capacidad de actuar efectivamente al respecto (Lazarus & DeLongis, 1983). 
 
TIPOS DE AFRONTAMIENTO 
 
Las formas de afrontamiento al estrés pueden agruparse en cinco categorías 
generales: 
a) Buscar información sobre los eventos estresores. 
b) Acción directa, o tomar medidas específicas para afrontar el estresor. 
c) Inhibición de la acción, lo cual puede ser también un modo de 
afrontamiento. 
d) Esfuerzos intrapsíquicos, como involucrarse en procesos de negación, 
evitación o intelectualización del estresor, orientados primariamente hacia la 
regulación emocional. 
 
 
32 
 
32 
e) Recurrir a los otros en busca de ayuda y apoyo emocional. 
 
En otras palabras, las respuestas al estréspueden adoptar una forma más 
activa o una forma más acomodativa. Por una parte, pueden haber 
respuestas de acción directa donde el individuo intenta manipular o alterar la 
situación estresante, ya sea resolviendo el problema, removiendo el estresor, 
o en último caso abandonando la situación. Y por otra parte, el individuo 
puede adoptar otras alternativas como buscar información acerca de la 
situación para comprenderla mejor, no hacer nada (lo cual puede ser 
adecuado en algunas situaciones), o recurrir a un afrontamiento 
intrapsíquico o paliativo. En este último caso el individuo intenta 
acomodarse a la situación estresante mediante ya sea una revaloración de la 
situación (reinterpretación, negación, racionalización, etc.), o alterando su 
ambiente interno (ingiriendo drogas o alcohol, practicando meditación y 
relajación, etc.). 
 
Respecto a los tipos o estilos de afrontamiento, parece útil distinguir entre 
dos tipos generales de problemas que podemos enfrentar y que pueden 
generarnos estrés. Algunos de ellos, que podríamos denominar “centrados 
en la realidad”, se refieren a situaciones en que la dificultad se origina en un 
acontecimiento externo que se podría manipular mediante una acción 
específica. Mientras que existen otros problemas, “centrados en la 
emoción”, donde la dificultad inicial deriva de un estado emocional, que 
puede o no haber sido provocado por circunstancias externas, que afecta 
nuestro bienestar o interfiere con el logro de objetivos personales. A pesar 
que ambos tipos de problemas habitualmente originan reacciones 
emocionales importantes, es útil distinguir entre ellos porque las soluciones 
al primer tipo se basan en la intervención directa sobre el ambiente físico o 
social, mientras que las soluciones más indicadas para el segundo tipo 
dependen del autocontrol de las reacciones emocionales que pueda ejercer el 
individuo. 
 
Lazarus y Folkman (1986) describen dos tipos generales de estrategias de 
afrontamiento: el manejo o la alteración de la relación entre la persona y el 
medioambiente que es la fuente del estrés (afrontamiento centrado en el 
problema) y la regulación de las intensas emociones que produce la 
situación estresante (afrontamiento centrado en la emoción). Así, el 
afrontamiento dirigido al problema involucra actividades destinadas a 
modificar, evitar, o minimizar el impacto de la tensión, actuando sobre las 
condiciones estresantes o a través de una actividad cognitiva que lleve a la 
 
 
33 
 
33 
creencia que la tensión puede ser controlada. En cambio, el afrontamiento 
dirigido a la emoción implica esfuerzos por paliar o eliminar las emociones 
negativas causadas por la tensión, usando diversos mecanismos psicológicos 
tales como negación, racionalización, evitación, etc. 
 
Un factor que puede diferenciar ambos tipos de afrontamiento es el grado de 
control que percibe el individuo respecto a la situación estresante (Folkman, 
1999). A mayor control existirá mayor tendencia al afrontamiento centrado 
en el problema, tal como búsqueda de información, resolución de 
problemas, y acción directa para resolver un problema. En cambio, el menor 
control se asocia con mayores niveles de afrontamiento centrado en la 
emoción, tal como escape y evitación, búsqueda de apoyo social, 
distanciamiento, y re-encuadre cognitivo. 
 
Lazarus y Folkman (1986) diseñaron un Cuestionario de Modos de 
Afrontamiento donde se distinguen ocho dimensiones : 
(1) Confrontación: acciones directas que permitan modificar la situación 
problema. 
(2) Distanciamiento: esfuerzos por alejarse de la situación, como no tomarla 
en serio, olvidarse del problema, etc. 
(3) Autocontrol: controlar las propias reacciones emocionales y las 
conductas que de ellas se derivan. 
(4) Búsqueda de apoyo social: acciones destinadas a obtener apoyo, 
información o aceptación de parte de los demás. 
(5) Aceptación de la responsabilidad: reconocer la responsabilidad en la 
generación, mantenimiento y solución de los problemas. 
(6) Escape-evitación: comportamientos que tiendan a evitar una situación 
previamente evaluada como problemática o amenazante. 
(7) Planificación: elaboración de un plan de acción para hacer frente al 
problema. 
(8) Reevaluación positiva: extraer consecuencias positivas de las 
experiencias, aunque algunas de ellas hayan resultado negativas. 
 
De estas dimensiones de afrontamiento, hay algunas que corresponderían 
claramente al afrontamiento centrado en el problema (confrontación y 
planificación) mientras que otras serían formas de afrontamiento centrado 
en la emoción (distanciamiento, autocontrol, escape-evitación y 
reevaluación positiva). En el caso de las dimensiones de aceptación de la 
responsabilidad y búsqueda de apoyo social parecen existir componentes de 
ambos tipos de estrategias de afrontamiento. 
 
 
 
34 
 
34 
Es interesante mencionar que recientemente Folkman (1999) ha modificado 
el modelo original para destacar más el componente de afecto positivo, y 
además para agregar un tercer tipo de estrategia de afrontamiento: el 
afrontamiento basado en el significado, aquellos esfuerzos destinados a 
mantener un estado de bienestar y generar afectos positivos mediante 
distintas estrategias, como realizar comparaciones sociales favorables, 
iniciar un evento positivo para eliminar el estrés, formular y lograr metas 
factibles, y recurrir a creencias espirituales en las cuales apoyarse. 
 
A pesar del gran aporte que representó el modelo interactivo de Lazarus, 
este enfoque no especifica qué relación existe entre estrés y emociones, tal 
vez por su fuerte énfasis cognitivo. Este es un punto central porque lo que 
tiene que ver con la aparición de la enfermedad no sería el proceso mismo 
de estrés, sino que algunos efectos emocionales que surgen producto de ese 
proceso. Es decir, el estrés no sería un estado emocional en sí mismo, sino 
más bien un proceso interactivo y dinámico que lleva a experimentar ciertos 
estados emocionales. Y ese proceso involucra diversas variables 
mediadoras, como la evaluación cognitiva, el tipo de afrontamiento, la 
percepción de control, la disponibilidad de apoyo social, y ciertos factores 
de personalidad. 
 
 
RECURSOS DE AFRONTAMIENTO AL ESTRES 
 
Como se ha podido apreciar, los modelos actuales del estrés asignan un rol 
central a la forma en que el individuo interpreta los eventos potencialmente 
estresantes, las estrategias que utiliza para afrontarlos, y también los 
factores personales y sociales que son mediadores entre tales eventos y las 
reacciones del individuo. Por lo tanto, las personas dispondrán de diversos 
recursos que les ayudarán a afrontar el estrés, los cuales son agrupados por 
Lazarus y Folkman (1986) en las siguientes categorías: 
(a) Salud y energía 
(b) Creencias positivas 
(c) Habilidades de resolución de problemas 
(d) Habilidades sociales 
(e) Recursos materiales 
 
Salud y energía 
 
El bienestar físico sería una condición importante cuando se deben afrontar 
problemas y situaciones estresantes que exigen una inversión importante de 
 
 
35 
 
35 
energía. Una persona cansada, enferma o débil tiene menos energía para 
enfrentar cualquier situación que aquella persona que se siente saludable y 
resistente. Sin embargo, también se observa que en muchos casos las 
personas enfermas y debilitadas logran reunir la energía necesaria para 
afrontar una situación, en especial cuando ésta es muy importante para ellas. 
 
Creencias positivas 
 
Se incluyen dentro de esta categoría todas aquellas creencias generales y 
específicas que sirven de respaldo y sustento a la esperanza, y que a su vez 
favorecen el afrontamiento en las condiciones más adversas. Tanto la 
naturaleza del sistema de creencias como su grado de generalización van a 
determinar su valor como recurso y también su grado de influencia en los 
procesos de valoración y

Continuar navegando