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Coaching del alma_ Descubrí el sentido de tu vida Raij,Silvio

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Portadilla
Legales
Agradecimientos
Prólogo
Introducción
Capítulo 1. La mirada del observador
Capítulo 2. El propósito
Capítulo 3. El nuevo líder consciente
Capítulo 4. Enemigos del aprendizaje
Capítulo 5. Los juicios
Capítulo 6. El arte de escuchar y conversar
Capítulo 7. Las emociones
Capítulo 8. Liberarse del estrés
Capítulo 9. Sentirse bien
Bibliografía
2
Silvio Raij
Coaching
para el alma
Descubrí el sentido
de tu vida
3
Raij, Silvio
Coaching para el alma. - 1a ed. - Buenos Aires : Paidós,
2013.
E-Book.
ISBN 978-950-12-0041-6
1. Autoayuda. 2. Superación Personal. I. Título
CDD 158.1
Todas las meditaciones propuestas en este libro se ofrecen de forma gratuita en:
<www.silvioraij.com>.
Comentarios o sugerencias al autor: silvio@silvioraij.com
© 2013, Silvio Raij
Todos los derechos reservados
© 2013, Editorial Paidós SAICF
Publicado bajo su sello Paidós®
Independencia 1682, Buenos Aires - Argentina
E-mail: difusion@areapaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar
Digitalización: Proyecto451
Primera edición en formato digital: marzo de 2013
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del
“Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el
tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-12-0041-6
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Quiero dedicar este libro a todos los que sienten que el verdadero cambio comienza
por uno mismo.
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Existe al menos un rincón del Universo que con toda seguridad puedes mejorar. Tú
mismo.
ALDOUS HUXLEY
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Este libro está basado en mis experiencias como líder, coach y caminante espiritual.
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AGRADECIMIENTOS
A mi queridísima familia, que me ha apoyado y alentado siempre en cada nuevo
proyecto de mi vida.
A la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris, (1) que con sus enseñanzas me
ha ayudado a cambiar mi vida a través del maravilloso arte de la meditación Raja Yoga.
Y en especial a mis compañeros de camino: Moira Lowe, Ken O’Donnell y Silvia
Quijano.
A la Escuela Newfield Network por sus valiosas enseñanzas sobre el Coaching
Ontológico y a mi querido equipo Los Despertares.
A mis amigas del alma Victoria Larrabeiti, Mariana Flores y Mónica Figueredo, quienes
han estado siempre a mi lado como maestros en mi crecimiento.
A Miriam Subirana, Leticia Brando y Karina Raij por sus valiosas correcciones y
aportes.
A mi socio de la vida, Gustavo Rodríguez, por su amistad y constante aliento.
A Marcela Luza, por haberme regalado su confianza y su fe para que me anime a
escribir.
A Dios, por mimarme tanto.
1. Brahma Kumaris World Spiritual University, más información en:
<www.bkwsu.org>.
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PRÓLOGO
Hay una canción de cuna en inglés sobre un enorme huevo llamado Humpty Dumpty.
Se cayó de un muro y se rompió en mil pedazos. A final dice: “Todos los caballos y
todos los hombres del rey, no pudieron juntar los pedacitos de Humpty de nuevo”. Por
supuesto, el huevo es un símbolo de la fuerza creativa del alma humana. En su estado
fragmentado es muy difícil entender la complejidad del momento que estamos viviendo.
En muchas situaciones profesionales que he vivido con grandes corporaciones y
ministerios de gobierno, a menudo he tenido la sensación de que, a pesar de que las
calificaciones profesionales de mis interlocutores (que eran en su mayoría muy
adecuadas), el tipo de complejidad que vivimos en estos días va más allá de la
inteligencia individual. Es por eso que los seres humanos, y no solo quienes somos
profesionales, necesitamos ayuda. Tenemos que hacernos a nosotros mismos las
preguntas correctas sobre nuestras vidas, los demás y el mundo en que vivimos.
Necesitamos comprendernos a nosotros mismos y lo que somos capaces de hacer.
Locura es hacer la misma cosa repetidamente y esperar resultados diferentes. Esta
frase, atribuida a Albert Einstein, muestra el grado en que por mejorar nosotros mismos
hemos sido cegados por la rutina y la sobrecarga.
Al fin de cada año nos prometemos que vamos a mejorar nuestros pensamientos y
comportamiento. Establecemos metas, hacemos planes y muy solemnemente declaramos
nuestras resoluciones. La creencia común de que tenemos que tener un plan y objetivos
definidos para nuestras vidas es tal vez demasiado exagerada.
El problema es que la planificación de automejora no es la misma que la que es
necesaria para un evento. Para los eventos, fijamos la fecha, repartimos las tareas y
comprobamos regularmente si vamos por buen camino. La diferencia es que el evento
futuro está en el futuro, mientras que las semillas de nuestra propia mejora residen en
nosotros, ahora en el presente. Todo lo que quiero ser, ya lo soy, pero estas cualidades
están enterradas por el ego y sus ramificaciones. Mientras tanto, me quedo como un
perro persiguiendo su propia cola, dando vueltas dentro de mí, en la vuelta de mis
propias ilusiones, solo logrando mantener la distancia entre lo que realmente soy y lo que
me veo obligado a ser, debido a mis circunstancias.
En cierto sentido, mi yo futuro ya ha ocurrido. Solo tengo que crear una imagen tan
positiva ahora que pueda ser el yo que debo ser, aunque sea nomás por unos momentos.
Para hacer esto, tengo que aprender y practicar el desapego. Ya soy el ser espiritual
dando vida a mi cuerpo y las funciones y actividades que tengo a través de él. No tengo
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que hacer esfuerzos para ser el alma. Tengo que empeñarme en ser un buen coach para
ella.
Los atributos innatos que llevo dentro de mí –la paz, el amor, la felicidad, la verdad y la
pureza– no tengo que buscarlos en los demás o en el mundo físico. Puesto que ya existen
internamente, tengo que aprender a expresarlos. Este libro de Silvio Raij ayuda a hacer
esto.
Hacer resoluciones y planificación para el futuro no tiene sentido a menos que sean una
expresión de lo que ya soy. Si nos fijamos en nuestras vidas caóticas y ocupadas, ya
podemos ver las limitaciones a la hora de hacer planes. Debido a la complejidad y su
imprevisibilidad consecuente, es casi imposible realizar con éxito las tareas programadas
para un día, por no hablar de las metas para el año entero. Aunque yo sea capaz de
marcar las cosas que he logrado en mi lista de tareas pendientes, una pregunta más
profunda sería: ¿Son las cosas que realmente debería estar haciendo de todos modos? ¿O
son solo las reacciones cansadas en un mar incesante de un remolino de circunstancias?
Tengo que entender que es mucho menos problemático cambiar mis actitudes que
cambiar las relaciones o situaciones. Cambiar de pareja, trabajo o país requiere de una
gran cantidad de energía y dinero y aún así, no garantiza la felicidad. Por lo tanto,
debería echar un vistazo a mi alrededor y ver lo mucho que puedo dar y tomar de las
cosas que tienen significado para mí. ¿Estoy tomando el dolor de la gente o las
situaciones o estoy realmente contribuyendo con lo mejor que tengo en esas conexiones?
Pensar constantemente sobre los defectos de la gente y querer que cambien es
probablemente lo peor que puedo hacer por ellos. Al ver sus virtudes y aprender las
lecciones de la tolerancia, la humildad y la paciencia me fortalecen en las relaciones.
En este mundo caótico ser un buen coach de mí mismo me ayuda a convivir con el
caos en el que viven los Humpty Dumpty, es decir, cada uno de nosotros.
La teoría del caos nos dice que los sistemas vivos son dinámicos, no lineales,
complejos y que se autoorganizan. También pierden energía con el tiempo. Por lo tanto,
tengo que fluir, ser más flexible. Dejar de pensar en forma puramente lineal y lógica.
Crear condiciones sanas en donde las cosas puedan organizarse de la mejor manera
posible. Dejar de controlar a los demás y las situaciones. Más bien, lo único que tengo
que hacer es aprender a controlarme a mí mismo. Las personas y los eventos se
organizan en torno de mis actitudes saludables. Si soy débil la influencia que eso tendrá
en mi vida será también débil. Por lo tanto, tengo que aprendera inyectarme con el
poder espiritual a través de la práctica de la meditación y otras cosas más. Si yo soy
fuerte espiritualmente, mi vida se inclinará ante mí, el alma. En otras palabras: la creación
reconocerá a su creador. Vivir de otra manera, siempre es poner el carro delante del
caballo.
Esto no quiere decir que tenga que vivir sin hacer planes o proponerme metas. Estar
presente y hacer lo que está delante de mí, podría conducirme a una vida de no hacer
nada y producir muy poco en términos de valor para el mundo. Tengo que hacer mi vida
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más útil. Este es el mayor secreto para mantener la autoestima en buen estado. Debería
preguntarme: ¿Es mi existencia útil? ¿En qué grado? Si no es así, ¿cómo puedo ser más
útil a la gente a mi alrededor, a mi profesión y al mundo en general? Así que, tengo que
descubrir mi propósito.
Si tan solo miro las cosas físicas que me rodean, puedo ver que cada objeto tiene un
propósito. Una lámpara produce luz, un micrófono amplifica sonido, un lápiz escribe,
una puerta nos permite entrar y salir. No encontramos una puerta fingiendo ser un
micrófono o un lápiz. Si me hago la pregunta: “¿Cuál es mi propósito?”, llego a la
conclusión de que tiene que estar muy profundamente conectado con lo que realmente
soy. Si soy un ser espiritual cuyas cualidades principales son la paz, el amor, la felicidad,
la verdad y la pureza, eso me muestra cómo debo vivir en este mundo. Seguramente,
sería servir con las cualidades de manera análoga a como se enciende una luz. Si puedo
conectar mis acciones con este profundo sentido de propósito, entonces voy a tener la
sensación de ser más, hacer menos y lograr más.
Claro que ser coach de uno mismo es un gran desafío.
Es por eso que este libro de Silvio Raij es tan apropiado. Él nos lleva por un viaje del
alma donde están todas las respuestas.
Conozco a Silvio desde hace muchos años, con quien trabajé en proyectos
profesionales en Uruguay y otros lugares. También hemos desarrollado juntos cursos y
talleres de meditación y calidad de vida para la Brahma Kumaris World Spiritual
University. He llegado a apreciar su facilidad de comprensión de conceptos muy
profundos. Esto queda muy evidente en el presente libro, que invito a ustedes a leer y
disfrutar...
KEN O’DONNELL
Autor, consultor organizacional y conferencista internacional
www.kenodonnell.net
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INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo muy diferente al que conocimos veinte años atrás. El contexto se
asemeja a una gran ola que nos arrastra, exigiéndonos una adaptación rápida a los
cambios vertiginosos, sin darnos demasiado margen para reflexionar o parar. No hay
tiempo para preguntarnos si es así como queremos vivir.
Los tiempos que corren comienzan a reflejar en nosotros los costos de haber adherido
a este estilo de vida en, prácticamente, todas nuestras actividades e interacciones. A nivel
familiar, un estudio realizado en el año 2008, en Argentina, revela que uno de cada tres
matrimonios termina en divorcio. A nivel laboral, un estudio de Regus Group (2) hecho
en mil corporaciones, en quince países, muestra que seis de cada diez trabajadores
padecen de estrés laboral. Y a nivel personal, estos últimos años, hemos visto el
surgimiento de nuevas enfermedades como los ataques de pánico, la muerte súbita o la
depresión, que ha sido llamada “la enfermedad silenciosa” y según la Organización
Mundial de la Salud (3) (OMS) hoy afecta a 121 millones de personas en todo el mundo.
Significa que no es un capricho ni una casualidad que las librerías tengan en sus
exhibidores principales libros de autoayuda y desarrollo personal, o que hayan surgido
tantas nuevas disciplinas que quieran ocuparse de dar respuesta a la problemática
humana. Contamos con evidencia suficiente para entender cuál es la real necesidad de
estos tiempos y hacia dónde deberíamos enfocar nuestra mirada, si queremos cooperar y
ofrecer alguna respuesta diferente a la sociedad toda.
Como no soy la excepción, también fui arrastrado por esta ola de depresión, que de
alguna manera me llevó a tocar fondo a los 33 años de edad. Cuando salí a buscar
respuestas, mi vida dio un giro de 180 grados a partir de una serie de experiencias
espirituales que me llevaron a integrarme a un camino de desarrollo personal y espiritual.
Esto me embarcó en un viaje de descubrimiento y realización personal para encontrar la
paz y la felicidad que tanto ansiaba a través de la práctica de la meditación.
Luego de catorce años de estudio y experiencias de meditación, de viajes de
profundización a la India y de escuchar y dictar seminarios de calidad de vida, descubrí
que también puedo compartir mis experiencias y volcarlas en el mundo empresarial. De
esta manera comencé a integrar ambos mundos, el empresarial y el espiritual, y a
disfrutar de mi trabajo, no solo como una fuente de ingresos sino como un canal para
servir. Descubrí mi verdadera vocación, que pronto se transformó en mi vacación.
La idea de escribir este libro nace de la inquietud por querer ofrecer algunas respuestas
a las grandes necesidades de este tiempo, antes mencionadas, que he podido aplicar con
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éxito en mi propia vida.
El conocimiento espiritual adquirido en todos estos años de estudio me permitió ver la
vida desde una nueva perspectiva y responderme algunas de las preguntas que muchos
de nosotros nos hacemos: ¿cómo encontrarle un sentido a la vida? ¿Quién soy
verdaderamente? ¿Cómo liderar de una manera armoniosa, sin soltar mis valores?
¿Cómo poder equilibrar mi vida familiar con mi vida laboral? ¿Cómo transformar los
pensamientos negativos en pensamientos útiles y positivos? ¿Cómo cumplir con el
trabajo más exigente, sin necesidad de sacrificar mi paz? ¿Cómo sentirme bien?
Aceptar que las respuestas que buscamos están escondidas en las preguntas que nos
hacemos y que todo cambio en la vida comienza por un cambio personal fueron las
realizaciones que me inspiraron a comenzar una y otra vez luego de cada fracaso. He
aprendido acerca del valor de considerarme un eterno aprendiz de la vida y compartir
esto es mi gran sueño.
2. Disponible en: <www.gostress.com>.
3. Disponible en: <www.who.int>.
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CAPÍTULO 1
LA MIRADA DEL OBSERVADOR
No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos.
EL TALMUD
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VER MÁS ALLA DE NUESTRAS NARICES
La gran mayoría de nosotros creemos que cuando observamos el mundo que nos rodea
estamos viendo todo lo que necesitamos para entenderlo, y esto, es solo una ilusión.
Basta con mirar el suelo sobre el que estamos parados para darnos cuenta de que
nuestros ojos ven una superficie plana cuando en realidad todos sabemos que no lo es.
Nuestros ojos nos engañan. ¿Y qué hay del resto de nuestros sentidos?
Descartes, el famoso filósofo francés, decía a propósito de los sentidos: “Muchas veces
he constatado que los sentidos me engañaban, como cuando introduzco un palo en el
agua y parece quebrado, o cuando una torre me parece redonda en la lejanía y al
acercarme observo que era cuadrada, y situaciones semejantes. No es prudente fiarse de
quien nos ha engañado en alguna ocasión, por lo que será necesario someter a duda y,
por lo tanto, poner en suspenso (asimilar a lo falso) todos los conocimientos que derivan
de los sentidos”.
Si nuestra orientación dependiera únicamente de lo que nuestros oídos escuchan, yo
estaría en graves problemas. Hace unos días me acosté a dormir y fui despertado por el
sonido de una alarma de un auto estacionado en la calle. Enseguida pensé: ¿Me habrán
robado la radio? ¿Tengo que alquilar un garaje? ¿Ya no puedo seguir siendo tan
descuidado? ¿Será mi auto? ¿Seguro que el dueño debe de estar durmiendo y no escucha
la alarma? Cuando ya no soporté tantos pensamientos de incertidumbre, me levanté y me
asomé por el balcón del departamento para ver si era mi auto el que sonaba. Me
sorprendí al comprobar que el sonido venía de la esquina opuesta a la que estaba
estacionado mi auto. Pronto regresé a mi cama y volví a dormir.
La capacidad de percibir que tienen nuestros sentidos físicos es limitada y no siempre
alcanzapara entender o comprobar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Necesitamos
aprender a observar diferente si queremos entender y ver mas allá de lo que nuestros
ojos ven. Necesitamos también escuchar diferente si queremos oír lo que hay detrás de
lo que nuestros oídos oyen. Para esto, nuestros sentidos físicos no alcanzan. Debemos
abrir nuestra percepción a un nuevo espacio de aprendizaje donde lo que comunica es
el sentir.
EL OBSERVADOR QUE SOMOS
Siguiendo con la misma reflexión y a modo de ejemplo, si en este momento te pidiera
que te sentaras junto a mí y describieras lo que ves a tu alrededor, te aseguro que verías
todo de una manera muy distinta a la mía. ¿Me daría esto el derecho a afirmar que tú te
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equivocas? ¿Que el mundo es solo como yo lo veo?
Esto parece una obviedad, sin embargo es lo que nos sucede a diario, y es la razón de
la mayoría de nuestros conflictos a todo nivel: familiar, laboral, de pareja e incluso
personal.
Todos sabemos que somos observadores diferentes, no obstante, cuando trabajamos
juntos, suponemos que todo lo vemos igual y exigimos esto a los demás.
Julio Olalla (4) en la primera conferencia del curso El Arte del Coaching Profesional
(ACP), expuso un ejemplo muy claro de esto: “Si le preguntáramos a un pescador:
‘¿Para qué es el mar?, su respuesta sería algo así como: ‘Una fuente de recursos para
poder sobrevivir’; en cambio, si le formuláramos la misma pregunta a un turista, la
respuesta podría ser: ‘Es un precioso lugar para bañarme’”. ¿Quién de los dos tiene
razón? ¡Ambos! Porque cada uno de nosotros ve e interpreta el mundo según sus
vivencias, sus experiencias o como lo llama el Coaching Ontológico, (5) sus
“distinciones”. ¿Pero qué son las distinciones y para qué nos sirven?
LO QUE NOS DISTINGUE DEL RESTO
El lenguaje nos permite distinguir lo que nombramos, y a medida que vivimos,
conocemos y vamos aprendiendo cosas nuevas, se van creando nuestras distinciones. Es
decir, todo lo que nosotros observamos en la vida lo podemos entender cuando lo
interpretamos de acuerdo a las distinciones que tenemos. Por ejemplo, un doctor posee
distinciones sobre el cuerpo humano que le permiten ayudar a sanar a un paciente, un
mecánico posee distinciones para saber como arreglar un motor cuando se rompe, un
astrónomo posee distinciones para diferenciar planetas de estrellas con tan solo mirar el
cielo. Pero no solo los profesionales tienen distinciones, todos las tenemos. Una madre
también tiene distinciones sobre sus hijos, eso le permite criarlos.
En síntesis, todos poseemos distinciones de aquello que ya hemos experimentado,
¿pero qué sucede cuando no posees las distinciones sobre algo?, ¿cuando algo nuevo se
presenta? Puede pasar que al no tener las distinciones, sencillamente no lo veas, ya que
no lo conoces. Por ejemplo: si le damos un coco para beber a un niño de Finlandia,
quizás ese niño no sepa que hacer con él, en cambio, si se lo damos a un niño de Brasil,
seguramente tenga las distinciones como para quebrarlo y tomar su jugo. Lo mismo
ocurriría si a mí me piden que elija un buen vino. Como no conozco de vinos, no tendría
las distinciones de un catador como para diferenciar si uno es mejor que otro.
Ser conscientes de nuestra capacidad de distinguir nos permite entender mejor nuestras
vidas, nuestras preferencias y lo más importante, el valor que cada uno de nosotros
posee por el solo hecho de ser un observador único y diferente a todos los demás.
Querer compararnos y competir con otros no es posible, y exige una enorme cantidad de
energía que nos aleja de los demás y no nos permite apreciar la riqueza que significa ser
únicos e irrepetibles.
En cierta ocasión que estaba visitando India, tuve la buena intención de llevar calzados
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de regalo para los niños de una escuela rural. Cuando fui a colocárselo a uno de los
niños, por sus gestos, noté que no sabía qué era aquello que le quería regalar. Tan pronto
le enseñé los zapatos que yo llevaba puestos, en ese mismo momento, él aprendió una
nueva distinción. De todas maneras su madre no los aceptó, ya que no estaba
acostumbrado a usarlos. Entonces, cuando no logramos distinguir algo, el coaching nos
dice que estamos frente a una transparencia.
VIVIR EN TRANSPARENCIA
Aquello que no distinguimos permanece transparente para nuestra percepción y para
nuestros sentidos, hasta que se genera un hecho inesperado o un quiebre que nos lo
muestra. Por ejemplo, si salimos a correr por el parque y en un momento nos empieza a
doler una rodilla, en ese instante nos acordamos que teníamos rodilla. Si bien la rodilla
siempre estuvo, permaneció transparente para nosotros hasta que un acontecimiento o
quiebre nos recordó que existía. De la misma manera, hay muchas cosas que
permanecen transparentes a nuestra percepción, hasta que no se genera un quiebre que
las distingue.
Recuerdo una experiencia que tuve hace alrededor de veinte años. Era común que los
domingos la abuela de mi mejor amigo reuniera a toda su familia a almorzar en su casa y
también me invitara a mí como parte de la familia. En una oportunidad, mientras mi
amigo estaba de viaje, su abuela me invitó al almorzar a pesar de que su nieto no estaba
en el país. Lo que ella no sabía era que mi amigo preparaba una sorpresa que solo yo
conocía. Él tenía pensado regresar ese domingo y sorprender a su abuela. Llegó el día y
mientras todos ya estaban sentados en la mesa, la abuela se levantó para ir a la cocina a
traer la comida. En ese momento, y sin que ella lo notara, mi amigo ocupó su silla, que
estaba siempre reservada en su honor, y le indicó al resto que no dijeran nada. La abuela
regresó y comenzó a servir uno por uno a cada comensal, incluyendo a su nieto (mi
amigo). Al terminar, se sentó en la cabecera de la mesa y dio la orden de que
comenzáramos. En ese instante todos se empezaron a reír y yo pregunté: “¿Abuela, no
ha notado algo diferente en la mesa?”. Ella volvió a mirar a todos: “No…”, respondió
extrañada. Mi amigo le dijo: “Abuela, estoy aquí, llegué” y se levantó a abrazarla. Fue
tan emocionante como insólito que ella no lo hubiera distinguido antes. Más tarde, ella
nos confesó que nunca se había percatado de su presencia, porque sencillamente no lo
esperaba a comer.
Este es un ejemplo puntual de transparencia y de cómo nuestra mente nos engaña y
solo nos deja ver lo que queremos ver. Cuántos nietos u oportunidades o logros no
vemos en la vida por la sencilla razón de que no los esperamos. O aun peor, por creer
que no los merecemos. Los quiebres son bienvenidos para despertar nuestra atención y
hacernos más conscientes. Si nuestra vida solo consiste en levantarnos, desayunar, hacer
las compras, trabajar o estudiar, almorzar, trabajar o estudiar otra vez, cenar, mirar
televisión y dormir, ¿cómo podrías llamar a ese tipo de vida? Algunos hablan de una vida
en piloto automático y otros, de estar dormidos.
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Nuestras vidas están llenas de historias de quiebres. Algunos son más dolorosos y
profundos que otros, pero está garantizado que de alguna manera nos van a movilizar.
Nos despiden de un trabajo, nuestros hijos se van de casa, un ser querido muere,
perdemos un examen importante, tenemos un accidente, nos divorciamos y todo aquello
que parecía tan sólido y estable se resquebraja como si fuera una torre construida con
cartas. En ese momento nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad. El quiebre llega,
generalmente, para mostrarnos algo y motivarnos a reflexionar dónde hemos construido
los pilares que sostienen nuestra vida. Son como alarmas que nos avisan que es necesario
un cambio y nos invitan a hacernos preguntas: ¿Estoy satisfecho con mi vida? ¿Cómo me
siento? ¿Existen otras formas de vivir? ¿Hay posibilidades de mejorar?
DIFERENTES MANERAS DE APRENDER
Imaginemos que al respondernos las preguntas anteriores surge la motivación de querer
hacer un cambio. Nos damos cuenta de que no estamos plenamente satisfechos con
nuestra vida y que lo que hemos venido haciendo hasta ahora solo ha producido
resultados que ya no deseamos. ¿Qué eslo primero que generalmente haces? Se los diré:
¡buscamos cambiar nuestras acciones!
Miren esta fórmula que nos propone el Coaching: Observador + Acciones =
Resultados.
Cuando a un observador no le satisfacen los resultados, lo primero que intenta es
cambiar las acciones para poder generar nuevos resultados, ¿sí o no? Hemos puesto un
negocio y no funciona bien, intentaremos cambiar por otro negocio. Nos hemos casado y
el matrimonio no ha ido bien, pues buscaremos otra pareja. En definitiva, es poco común
que optemos por revisar y cambiar lo que sucede de nuestro lado, o sea, del lado del
observador. Por ejemplo, si por alguna razón le hemos hablado mal a alguien y esa
persona se enoja con nosotros, para enmendar nuestro error solemos intentar varias
cosas: cambiar nuestras palabras, bajar el volumen de nuestra voz, buscar otro momento
para hablar, pedir perdón, o sea, buscamos cambiar las acciones. A esto se lo llama
aprendizaje de segundo nivel. Lo que propone el Coaching Ontológico es un
aprendizaje de primer nivel donde el foco está puesto en generar un cambio en el
observador. Podemos preguntarnos: ¿por qué me afecta que esa persona se enoje
conmigo? ¿Qué hay en mi actitud que le provoca enojo a la persona? ¿Qué puedo
aprender de lo que sucede? El objetivo es asumir nuestra responsabilidad frente a los
hechos.
HACERNOS CARGO
Otra de las cosas que solemos hacer cuando no nos gustan los resultados que
obtenemos es dar largas explicaciones. O bien queremos justificarnos por algo que hemos
hecho o buscamos minimizar su impacto explicándolo. Irónicamente hablando, las
explicaciones que nos damos son fantásticas y hasta nos logran convencer de que
nosotros no tenemos nada que ver con lo que está pasando en nuestras vidas.
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¿Te ha pasado de desesperarte por ir a buscar una llave que has dejado en algún lugar y
no encontrarla? Hay varias explicaciones que nos podemos dar para este suceso y que
van a influir directamente en el resultado final. ¿A ver si te suena conocido?:
“Seguramente alguien agarró la llave que dejé aquí”; “No entiendo por qué hacen las
llaves tan pequeñas que nadie las puede ver”; “Hay tanto desorden en esta casa que no
se puede encontrar nada”. En estos casos, culpamos a otros y no nos responsabilizamos
de la situación. Nosotros somos los inocentes o somos la víctima de alguien más. Estas
explicaciones no nos permiten cambiar lo que sucede, ya que la responsabilidad la hemos
puesto afuera de nosotros. Solo sirven para tranquilizarnos un poco pero la situación
seguirá existiendo. En cambio, si elegimos ser realistas y hacernos cargo de la situación,
la explicación podría ser: “La próxima vez debo estar más atento a dónde dejo mis
llaves”. Al asumir la responsabilidad, nos volvemos protagonistas de nuestra vida y
tenemos la oportunidad de hacer cambios en nuestro comportamiento futuro y mejorar.
Las maneras como nos explicamos las cosas van generando hábitos en nuestra forma
de comportarnos cuando se repiten durante años. Si somos los que adoptamos siempre la
posición de víctima, inculcaremos ese hábito que influirá en nuestra manera de pensar y
hablar, y nos llevará a actuar desde una determinada emoción. Esto también se reflejará
incluso en nuestra postura corporal. ¿Qué pensarías de una persona que siempre anda
jorobada, que no tiene su espalda derecha, que habla con sus manos en los bolsillos, que
encoge sus hombros o cruza sus brazos al hablar o que su mirada siempre se dirige hacia
el piso? Estas son todas posturas o señales que según los expertos en lenguaje corporal,
pueden estar indicando inseguridad o al menos alguien que está a la defensiva. Debemos
entender que las explicaciones que nos damos a nosotros mismos o a otros pertenecen
solo a nuestro propio mundo interpretativo.
Uno de los aprendizajes más interesantes que tuve en mi formación como Coach
Ontológico es poder hablar haciéndome cargo de lo que digo. Para hacerlo, debemos
estar atentos a cuando tenemos que hablar sobre nosotros mismos y sustituir el uno dice
por el yo digo o uno piensa por yo pienso o uno sabe por yo sé y así. Este pequeño pero
gran cambio hará que notemos instantáneamente la diferencia que genera en nuestra
actitud, emocionalidad y sentimientos.
Cuando nos hacemos cargo, esta acción nos libera y libera a los demás de nosotros
mismos.
LA FUERZA DE LA RAZÓN
Habrán notado que nuestras conversaciones están plagadas de explicaciones. Tenemos
como una adicción a explicarlo todo y si no lo hacemos aparece la sensación o el temor
de no haber sido lo suficientemente claros. Es como si creyéramos que el lenguaje es la
única vía para expresarnos y olvidáramos que es todo nuestro ser el que está
comunicando. Hay cosas en la vida que no necesitan explicación.
Imagínense que dos amados se dicen: “Querida, te amo y ahora paso a explicarte las
razones”. ¿Es posible explicar por qué sientes amor? Es como si necesitáramos usar la
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razón para explicar, no solo lo que hacemos, sino lo que sentimos. Intentar explicar un
sentimiento o una experiencia que hemos tenido es como matarla sin poder apreciar el
valor que la experiencia en sí misma conlleva. De hecho, muchas veces sucede que
cuando no podemos encontrarle una explicación razonable a una experiencia, preferimos
negarla antes que aceptar su existencia. Muchos llaman a eso “fe ciega”.
Todo esto es la herencia que nos han dejado pensadores como Descartes y su famosa
frase: Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo) o Copérnico: “Basta la razón para
conocer” y otros pensadores de la época. La separación entre lo empírico y lo racional, la
mente del cuerpo o el razonamiento de la intuición, tiene sus profundas raíces en la
historia de la filosofía occidental, donde el estudio y el interés por la vida emocional,
quedó relegado al estudio de los procesos mentales, a través de un único método
científico.
¿Adónde quiero llegar con esta reflexión? A invitarlos a minimizar nuestras largas
explicaciones, mandar de vacaciones a la razón y recuperar nuevamente algo tan
valioso que teníamos de niños y que hemos olvidado: nuestra capacidad de asombro.
ENCONTRARSE CON UNO MISMO
Llegará el día en que te darás cuenta de que todo el universo vive dentro de ti, y entonces serás un mago.
Como mago, no vives dentro del mundo, el mundo vive dentro de ti.
DEEPAK CHOPRA, El sendero del mago
Vimos, hasta ahora, que cuando los resultados de nuestros actos no nos satisfacen,
nuestra tendencia es querer cambiar las acciones para generar resultados distintos. Vimos,
también, cómo el Coaching Ontológico propone una manera de aprender distinta que
consiste en volver al observador e indagar sobre sus distinciones, emociones o
experiencias al observar.
Ahora, si queremos dar un paso más e ir a la profundidad del tema, no solo para
comprender mejor estas teorías sino para comenzar a vivir observando y actuando
diferente, podemos preguntarnos, ¿quién es el observador? “Sí, ya sé”, me dirán: “Soy
yo mismo” pero, ¿quién es “yo mismo”?
La manera en que miramos a otros o cómo nos miramos a nosotros mismos no es
inocente. Esto habla de cómo somos, de cómo vemos el mundo y cómo actuamos en
consecuencia. También determina las posibilidades que se nos presentan y las
experiencias que vamos a vivir.
Uno de los mejores libros que conozco que trata sobre el tema, pertenece a Deepak
Chopra, El sendero del mago, en donde propone un diálogo entre el Rey Arturo y el
Mago Merlín. Este mago no es el típico ilusionista que hace desaparecer conejos o
palomas, sino que es el mago que conoce los trucos para encontrarse a uno mismo y ser
feliz.
En la primera parte del libro, “Lección para ser un mago”, Merlín le dice a Arturo: “Es
preciso mirar más allá del yo limitado para ver el yo ilimitado. Perforar la máscara de la
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mortalidad para encontrar el mago. Él vive dentro de nosotros y solamente ahí. Una vez
que lo hallemos también seremos videntes. Pero aquello que hemos de poder ver llega
solamente a su propio ritmo, paso a paso. Es como una voz suave que susurra.
‘Encuéntrame’. Esla voz del mago, pero también es nuestra voz”.
Esta lección nos invita a considerar la importancia de mirar de manera ilimitada. No
solo lo que vemos con los ojos, como antes mencionábamos, sino mirar más allá de los
sentidos, mirar con el alma.
Es un mirar sin la intención de predecir o controlar, sin analizar ni juzgar. Es estar
atentos a observar lo que sucede dentro de nosotros mismos, de manera apreciativa,
con confianza y sin expectativas. Aceptando que lo que sucede es lo que debe suceder.
En otro pasaje, Merlín dice: “El mago lo ve todo bajo la luz de la autoaceptación, que
es la luz del amor. El mago no discute con la mente. Todos los debates son productos del
pensamiento, el mago no piensa, solo observa”.
RECUPERAR LA CAPACIDAD DE ASOMBRO
Cuando le preguntaron a Merlín sobre cuál era el secreto para mirar al mundo con
nuevos ojos, él contestó: “Ustedes han perdido la inocencia. Como le han dado nombre a
las cosas, ya no ven las cosas sino sus rótulos”.
Cuando nuestro yo está conectado con el pasado, con nuestras experiencias viejas, no
podemos ver un mundo nuevo porque nuestros ojos están nublados con el pasado, están
condicionados. Por eso, el mago nunca ve la misma cosa de la misma manera dos veces.
Cuando observa el bosque, no está tan absorto en la vista del ciervo como en alguna
nueva faceta de su ser: su suavidad, gracia, timidez o delicadeza.
¿Te gustaría volverte un mago como Merlín? ¿Te gustaría vivir la vida desde el
asombro? Pues tengo una buena noticia. El mago no está en el libro de Deepak Chopra,
ese mago está dentro de nosotros mismos y solamente ansía una cosa: nacer.
CONECTAR CON LA REALIDAD
“En mi vida solo hay dificultades, parece que nada saliera bien, nada fluye, todo me
implica esfuerzo. Intento una y otra vez, pero siempre aparecen obstáculos. Ya no doy
más.”
Este es un extracto de una conversación de Coaching que realicé el año pasado. ¿Te
sientes identificado?
Seguramente todos hemos pasado por momentos así, al menos yo he estado en ese
lugar varias veces, y luego de haber superado ese estado de resignación y de queja, he
reflexionado y me he preguntado si la vida no debería ser mucho más simple.
Todos sabemos que de aquí a fin de año tendremos que sortear al menos veinte
grandes obstáculos, tomar al menos cinco o seis decisiones importantes y resolver una
treintena de problemas de convivencia, de confusiones o de salud. Entonces ya que lo
22
sabemos, ¿por qué preocuparnos? O mejor dicho, ¿por qué no ocuparnos? Cuanto más
nos preparemos física, mental y emocionalmente, mejor estaremos afirmados para
cuando las situaciones lleguen. Nosotros no podemos controlar las situaciones y aún
menos impedir que vengan, eso no es nuestro papel. Pero sí podemos hacer algo y eso es
fortalecernos y prepararnos para que no nos tomen desprevenidos.
Generalmente solemos luchar contra las circunstancias para tratar de acomodarlas a
nuestra forma de ver y remediar eso que nos incomoda. Intentamos corregir el curso
natural de los acontecimientos y cuando parece que lo hubiéramos logrado, la vida nos
muestra su verdad dando un nuevo giro e imponiéndose otra vez. ¿Es que la vida se ha
ensañado con nosotros y nos quiere dañar?
Me gusta pensar que la vida es como un tren que avanza por sus propias vías, va
siempre sobre sus rieles, constante e inamovible, a su propio ritmo y velocidad. Y
nosotros somos los pasajeros que viajamos en alguno de esos vagones. A través de las
ventanillas del tren, vemos las escenas de la vida pasar y, como pasajeros, podemos
optar por verlas o no verlas, involucrarnos o no, resistirlas o aceptarlas, aplaudirlas o
criticarlas, afectarnos o maravillarnos, pero lo que no podemos hacer es cambiarlas.
También podemos elegir descender del tren e intervenir en alguna escena, si sentimos
que es para nosotros o preferir no actuar y continuar hasta la siguiente estación. Nosotros
somos los que elegimos.
Esta metáfora nos puede servir para reflexionar en qué medida sirve destinar nuestra
energía en querer cambiar las circunstancias que no podemos cambiar, cuando
podríamos usarla para cambiar lo que sí está en nuestras manos cambiar.
EJERCICIO. EL OBSERVADOR
Preguntas para reflexionar:
Puedes poner un poco de música, sentarte en un espacio preferido y
responder a estas preguntas que te dejo. Te sugiero que no pienses demasiado,
solo deja que las respuestas lleguen y si no lo hacen, no te preocupes. Lo más
importante es hacerte las preguntas. Las respuestas llegarán a su propio tiempo.
Piensa:
• ¿Qué clase de observador soy?
• ¿Qué tipo de observador me gustaría ser?
• ¿Qué hace que observe el mundo de una cierta manera?
• ¿Cómo es mi grado de aceptación cuando otros ven diferente a mí?
• ¿Qué cosas cambiarían en mi vida si observara diferente?
• ¿Estoy intentando cambiar lo que puedo cambiar?
23
MEDITACIÓN. EL OBSERVADOR
Te sugiero que elijas un lugar tranquilo, donde puedas estar en silencio
durante cinco minutos. Si tienes música puedes colocar algún tema instrumental
que te inspire.
Siéntate en un lugar cómodo y con la espalda bien recta. El cuerpo debería
estar bien apoyado y tus ojos semicerrados o bien enfocados en algún punto
donde puedas descansar tu mirada.
Respira varias veces profundamente y siente como tus pulmones se oxigenan
mientras el aire entra y sale. Tu cuerpo comienza a relajarse. Tus sentidos están
más quietos y receptivos y puedes captar todo lo que sucede a tu alrededor.
Escucha los sonidos de tu entorno y aceptalos sin ofrecer resistencia, son parte
del mundo en el que vives cada día. Viendo ese mundo comienza a soltarlo y
haz un viaje hacia el interior, hacia el mundo de la mente, ese lugar donde
sucede tu pensar o adonde te retiras cada vez que necesitas reflexionar.
Ahora reflexiona sobre estos pensamientos:
Estoy sentado en el centro de mi vida… Afuera, todo sucede a gran
velocidad, pero aquí dentro, hay tranquilidad y silencio… Como si estuviera
sentado en una habitación de mi casa veo el mundo externo a través de las
ventanas de mis ojos… No intento modificar ni cambiar nada de lo que
sucede afuera… Dejo que todo fluya sin resistencia… Me doy cuenta que solo
hay una cosa que puedo cambiar y eso es a mí mismo… Mi actitud… Mi
forma de mirar… Mi capacidad de aceptar…
Veo todo como un observador… Comprometido con las escenas, pero
independiente de ellas… Dejando que sucedan sin mi intervención… Soy solo
un observador…
4. El director de la Escuela de Coaching, Newfield Network, Chile.
5. Disponible en: <www.newfield.cl>.
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CAPÍTULO 2
EL PROPÓSITO
Mira y observa todos los caminos de cerca.
Hazlo tantas veces como creas necesario.
Después, pregúntate a ti mismo, y solo a ti mismo, lo siguiente…
¿Tiene este camino corazón?
Si lo tiene, el camino es bueno, si no lo tiene, no sirve para nada.
CARLOS CASTANEDA, Las enseñanzas de Don Juan
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AMAR LO QUE HACEMOS
Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga
medicina, pero creo que el paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza.
No pierdan la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tienen
que encontrar eso que aman. Y eso es tan válido para su trabajo como para sus amores. Su trabajo va a llenar
gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran
trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen.
STEVE JOBS (6)
No es novedad que el amor es el gran motor de nuestras vidas. Funciona como un
imán que nos guia consciente o inconscientemente en cada decisión que tomamos y en
definitiva es lo que como seres vivos y conscientes buscamos para satisfacer nuestro
corazón. El amor es el valor que está por detrás del verdadero sentido de nuestras
vidas y se manifiesta en el propósito que cada uno trae.
El verdadero propósito de nuestra vida no lo podemos crear ni construir, sino más bien
descubrir. Cuando esto sucede, cuando conocemosnuestro propósito, toda nuestra
energía y las acciones que realizamos cada día, tienen una dirección clara que está
alineada a satisfacer eso que tanto amamos. Así, tomar decisiones se vuelve una tarea
sencilla, ya que sabemos lo que queremos y adónde queremos llegar.
CONOCER NUESTRO PROPÓSITO
El propósito de nuestra vida necesita apoyarse en valores como el amor, la paz, la
felicidad, el equilibrio, la sabiduría, la libertad, que funcionan como sostén y le imprimen
un carácter positivo. Pero el propósito también necesita de una dirección clara, un lugar
hacia donde podamos dirigir nuestra energía y acciones para cumplirlo. Ese lugar es
nuestra visión, donde viven nuestros sueños futuros.
Significa que si aún no sabemos cuál es nuestro propósito, una forma de averiguarlo
es comenzar por indagar cuáles son los principales valores humanos en los que nos
apoyamos y cuál es nuestra más clara visión del futuro que queremos. Claro que todo
camino tiene obstáculos y este no es la excepción. Pueden ser externos, como barreras
geográficas, falta de tiempo, ausencia de prioridades, dificultades físicas, conflictos de
relación, pero las barreras más profundas son internas y personales: ego, arrogancia, ira,
pereza, apego, intolerancia, impaciencia.
La analogía del arquero que comparto a continuación puede ayudarnos a entender
mejor lo que planteo.
26
Figura 1. El arquero sostiene su arco mientras observa su objetivo adelante. Tensiona la
cuerda afirmándose en su arco (sus valores), alinea la flecha (su propósito) con su visión
y suelta. La flecha ya ha salido, la decisión ya fue tomada y son muy altas las
probabilidades que acierte en el blanco.
PROFUNDICEMOS UN POCO MÁS
Cuando no sabemos a qué puerto nos dirigimos, todos los vientos son desfavorables.
LUCIO ANNEO SÉNECA
Todo lo que vemos tiene algún propósito, es la razón por la cual existe o para aquello
que fue hecho. Por ejemplo: un avión es para volar, un lápiz para escribir, la luz es para
iluminar y así. Como seres humanos también venimos con un propósito que nos define,
que nos hace únicos y como dijimos anteriormente, tenemos que descubrirlo. Para esto
podríamos hacernos la siguiente pregunta; ¿yo, para qué estoy hecho?
Lograr un título, instalar un negocio, ganar una carrera, recibirnos en la universidad,
criar a nuestros hijos, casarnos, no es a lo que me refiero cuando hablo de propósito.
Esos son objetivos a cumplir y pueden ir cambiando a medida que los cumplimos o que
crecemos, o a medida que nuestras necesidades cambian. Pero existe algo más grande
que le da sentido a nuestra existencia, algo que nos trasciende y está más allá de
nosotros mismos y nuestras necesidades personales. Está conectado con nuestra
captacidad de servir y contribuir con los demás, es como el ADN de nuestras vidas.
En una conferencia que dictaba Ken O’Donnell, (7) uno de mis mentores a nivel
empresarial y espiritual, le preguntó al público:
–¿Cuál es el propósito de una abeja?
Alguien del público levantó su mano y respondió:
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–Recoger néctar de las flores.
Ken le volvió a preguntar:
–¿Y para qué?
–Para llevarlo al panal y hacer miel.
–Esto mismo –dijo Ken– sucede en las empresas. Nos perdemos en los objetivos y no
nos enfocamos en el propósito. –Y continuó diciendo:– Si tuviéramos claro que
nuestro éxito no es para cumplir objetivos, sino para lograr nuestro propósito,
tendríamos éxito.
Luego preguntó al público:
–¿Y ustedes están detrás del néctar o de la miel?
DISEÑAR NUESTRO PROPÓSITO
Una vez que conocemos nuestros valores, sabemos cuál es nuestra visión y
reconocemos nuestros obstáculos, es de gran ayuda poder enunciar nuestro propósito en
una frase que nos quede escrita y nos sirva para recordarla cada vez que perdemos el
rumbo u olvidamos nuestro enfoque en la vida. Comencemos por encontrar un verbo
(por ejemplo, ayudar, inspirar, vivir, contribuir…), un a través de (por ejemplo, valores,
talentos) y un para quién (por ejemplo, las personas, la comunidad, el mundo).
He aquí algunos ejemplos de propósito:
Mi propósito es ayudar a las personas a través de mis conocimientos sobre la música, a
que crezcan, se desarrollen y puedan disfrutar y vivir de su arte (Marcelo, un
participante de un taller de liderazgo).
Humildemente me esforzaré en amar, en decir la verdad, en ser honesto y puro, en no
tener nada que no sea necesario, en estar siempre atento a lo que como y bebo, en no
vivir con miedo, en respetar las creencias de los demás, en querer siempre lo mejor
para todos y ser un buen hermano… Para todos mis hermanos (Mahatma Gandhi).
No importa si el propósito pertenece a una personalidad conocida mundialmente como
Gandhi o a un trabajador desconocido. Es la forma que cada uno tiene para poder
enunciar sus sueños. Es la verdadera razón de nuestra existencia, desde lo que mejor
sabemos hacer y desde lo que podemos dar.
Te invito a que pruebes enunciar el tuyo aquí:
Mi propósito es ................................
SOBRE LOS VALORES HUMANOS QUE NOS GUÍAN
Intenta no volverte un hombre de éxito,
sino volverte un hombre de valor.
ALBERT EINSTEIN
Los valores humanos, en el contexto de este libro, son el motor de nuestros cambios,
28
son los engranajes que nos llevan a cumplir nuestro propósito y nos ayudan a
mantenernos en la dirección de nuestros sueños o visión.
Si no conociéramos los valores que nos mueven, estaríamos tentados a cambiar nuestro
rumbo muchas veces. Los valores son una fuerza positiva muy importante y son los
encargados de conectar nuestras acciones con nuestro propósito.
La gente no siempre concuerda con lo que decimos, pero si estamos presentes y
conectados con nuestro propósito, nuestra actitud será la que hablará, porque está
conformada por nuestros principales valores. Los valores son los ladrillos invisibles que
construyen el muro de nuestras mejores relaciones y de la confianza que forjamos con
los demás. En definitiva, una acción sin un valor que le de significado, no tiene sustancia,
es vacía. Es como pretender que el abrazo de un robot sea similar al de un ser humano.
No importa cuán bien programados estén sus circuitos ni cuán perfecta sea su maquinaria
para abrazar, nunca será lo mismo.
Durante un taller le pregunté al público: ¿si tuvieran que elegir cuál es su valor principal
en la vida, qué dirían? Una persona respondió: “Para mí es el amor, y continuó diciendo,
pero me resulta extraño pensar que el amor sea mi valor principal cuando al mismo
tiempo me doy cuenta de que es el que más busco y el que más necesito”.
¿Esto puede ser así? Parece una contradicción, que lo que más buscamos sea lo que
más tenemos. Pero es cierto, ya que jamás buscaríamos algo que no conocemos
¿verdad? Por la sencilla razón de que no despertaría mayor interés en nosotros. Si
buscamos amor es porque conocemos lo que es el amor y lo queremos volver a
experimentar. Incluso me animaría a decir que solo buscamos aquello que ya hemos
experimentado o aquello de lo que estamos hechos.
Así como nuestro cuerpo necesita agua para sobrevivir porque en su mayor porcentaje
está hecho de agua, ocurre lo mismo con nuestros valores internos.
¿Tiene sentido salir a buscar los valores que necesitamos en los bienes materiales, en el
reconocimiento que obtenemos de otras personas o en las cosas que hacemos? La
respuesta te la dejo a ti.
Mi propuesta es que recuperemos esos valores que hemos puesto afuera de nosotros y
los regresemos a donde realmente pertenecen. A nuestro mundo interno.
¿QUÉ PASA CON LOS VALORES EN LA EMPRESA?
En la mayoría de las empresas que me ha tocado trabajar, los valores humanos no
suelen ser el tema principal de conversación, si bien todos reconocen que existe una
relación directa entre los valores y la calidad en el comportamiento de las personas y los
equipos. De hecho, muchas de las empresas que he visitado, tienen una chapa colocada
en su acceso donde hay una serie de valores claramente enunciados. No obstante, y por
mi propia experiencia, pocas veces reflejan los comportamientos de las personas de la
organización.29
Es que aún existe la creencia de que al mejorar los procesos organizativos, los cambios
estructurales o los sistemas administrativos, generaremos un mejor clima laboral y todos
se sentirán bien y satisfechos. Sin embargo, cuando he realizado algún diagnóstico de
necesidades o una encuesta de satisfacción en alguna organización, lo que más aparece
como resultado es la necesidad de trabajar valores como la confianza, la ética o la
responsabilidad, entre otros.
El tema de los valores humanos y su incidencia en el ámbito laboral y en el éxito de
las empresas, ya no es un capricho de unos pocos, sino una necesidad real y eso se ve
en las encuestas más actuales al respecto.
En el año 2011 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hizo una encuesta (8)
muy interesante a jóvenes y empresas de América Latina que revela la gran desconexión
que existe entre ambas partes. Los jóvenes finalizan la secundaria sin saber lo que es la
responsabilidad, la comunicación y la creatividad, que son las destrezas que hoy en día
más exige el mercado laboral.
Además, el estudio muestra como a un 80% de las empresas les resulta difícil encontrar
en los jóvenes habilidades blandas o socioemocionales (relacionadas con la personalidad)
como la empatía, la adaptabilidad, la responsabilidad, el pensamiento crítico y el
compromiso.
Esto me lleva a la reflexión: no hace mucho tiempo atrás, cuando yo era muy joven, el
conocimiento era el atributo más buscado. Pero eso ha cambiado: hoy son los valores. Ya
sea que los usemos para contribuir con los objetivos de una empresa, para mejorar
nuestra relación familiar o de pareja, o para cultivarlos a nivel personal, los valores
colorean todo lo que hacemos, decimos o pensamos e influyen directamente en nuestros
comportamientos y en la calidad de las respuestas que ofrecemos para hacer frente a los
desafíos de cada día.
UNA EXPERIENCIA DE VALOR
Me sucedió mientras trabajaba como docente de diseño gráfico en una Universidad
privada en Uruguay. Luego de tomar una prueba de examen de diseño digital a mis
alumnos, les pedí a mis dos asistentes que al finalizar la prueba, como es de costumbre,
me guardaran los resultados de los exámenes en un cd para poder corregirlos. Lo que
pasó fue que finalizada la prueba, los archivos se habían perdido. Ante esta dificultad se
lo comuniqué a mis superiores y ellos citaron a ambos asistentes. El primero dijo que no
sabia lo que había pasado y que no era su culpa. El segundo dijo que reconocía que se
habían extraviado los archivos y que asumía la responsabilidad. La dirección de la
Universidad decidió despedir al primero de los asistentes y mantener al segundo. ¿Tú que
habrías hecho?
Este es un ejemplo de cómo, cuando nos apoyamos en nuestros principales valores,
en este caso la honestidad, somos fieles a lo que sentimos y verdaderos con nosotros
mismos, las personas lo perciben y las situaciones se vuelven favorables.
30
LOS OBSTÁCULOS PARA ALCANZAR EL PROPÓSITO
Steve Jobs dijo en su discurso: “Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido
si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el
paciente la necesitaba”.
Si cierras tus ojos en este instante y haces el ejercicio mental de viajar al futuro para
verte dentro de siete u ocho años ¿Cómo te ves? ¿Con quién estás? ¿Adónde has
llegado? Ya sea que te veas en la cima de la montaña habiendo conseguido tus objetivos,
que te veas feliz en compañía de tu familia ideal o en lo más elevado de tu realización
personal, seguramente llegaste luego de haberte enfrentado a muchos desafíos. Es más,
parado en tu futuro y mirando hacia el hoy, seguramente te des cuenta de que esos
obstáculos que en su momento te parecieron difíciles o infranqueables, fueron las
dificultades que te permitieron llegar adonde hoy estás.
No obstante, aunque consideremos los obstáculos como aprendizajes, aun así debemos
enfrentarlos y vencerlos. ¿Qué deberías hacer para vencer o eliminar los obstáculos que
se interponen entre tu realidad actual y tu propósito?
Lo primero que propongo hacer es conocer muy bien cuáles son esos obstáculos.
Estos pueden pertenecer al dominio familiar, laboral o personal. Por ejemplo: “No
tengo tiempo”, “No tengo dinero”, “Mi familia me ocupa todo el día”, “Tengo que
trabajar todo el día”, “Mi condición física me lo impide”, “Empiezo las cosas y nunca las
termino”, “Es imposible”, “Me da pereza”.
Si bien estos son obstáculos reales y que todos nosotros de alguna manera hemos
vivido en algún momento de nuestras vidas, les puedo asegurar que no son la razón del
verdadero problema. Por detrás de cada uno de ellos hay una raíz en donde nace la
verdadera debilidad y si usamos la Regla de los 5 por qué, podremos llegar fácilmente al
fondo.
LA REGLA DE LOS CINCO POR QUÉ
Usaré un ejemplo que cité anteriormente de un participante de uno de mis talleres para
explicar esta regla.
Él comenzó haciendo el ejercicio de descubrir y enunciar su propósito.
Luego indagó sobre cuales eran las raíces de esos obstáculos, que le estaban
impidiendo alcanzar su propósito.
Escribió:
Mi propósito es ayudar a las personas a través de mis conocimientos sobre la música, a
que crezcan, se desarrollen y puedan disfrutar y vivir de su arte.
Luego me confesó que uno de los obstáculos para lograr su propósito era que tenía un
trabajo de 8hs., y le daba miedo dejarlo para dedicarse a la música, que es lo que
siempre ha amado. Le sugerí usar la regla de los cinco por qué, que se trata de
31
preguntarse tantas veces como sea necesario ¿por qué? e ir respondiéndose hasta llegar a
la raíz:
1. ¿Por qué tengo miedo de dejar mi trabajo de 8 hs.?
Porque tengo miedo de fracasar.
2. ¿Y por qué tengo miedo de fracasar?
Porque no podré ganar lo suficiente para sustentar a mi familia.
3. ¿Y por qué no podré ganar suficiente dinero?
Porque no tengo suficiente confianza en mí mismo.
4. ¿Y por qué no confío en mí?
Porque soy inseguro.
En este ejemplo, la persona logró llegar a una raíz profunda en solo cuatro por qué. Se
dio cuenta de que el miedo a dejar su trabajo para dedicarse a la música tenía como raíz
su propia inseguridad.
Se requiere de mucho coraje para aceptar que uno es inseguro o que tiene
inseguridades, sin embargo, el ser capaz de ver las debilidades y aceptarlas es el
primer paso para comenzar a erradicarlas.
Ahora te toca a ti:
• Mi propósito es............................................
• Mi obstáculo es...........................................
• ¿Y por qué?..................................................
• ¿Y por qué?..................................................
• ¿Y por qué?..................................................
• ¿Y por qué?..................................................
• ¿Y por qué?..................................................
Una vez que detectamos la raíces de nuestros obstáculos, tenemos que decidir qué
haremos con ellas y cómo las eliminaremos. Aunque existe la posibilidad de cavar
profundo y arrancar la raíz entera, eso también requiere de mucha energía y
determinación. Hay que cuidar y evitar que algún resto de dicha raíz haya quedado y se
vuelva a reproducir en el futuro. Pero existe otra alternativa… ¡Y es dejar de regarla!
Donde va nuestra atención, la energía fluye. Y donde la energía fluye, la vida crece
(Brian Bacon).
Esta frase de Brian Bacon, más que una fórmula para terminar con nuestros
obstáculos, podría ser toda una filosofía de vida si entendemos sus verdaderas
implicancias. A todo aquello a lo que le prestamos nuestra atención crece. Entonces, si
queremos que las raíces dejen de crecer, tenemos que dejar de regarlas. Eso significa
32
dejar de alimentarlas con nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Sucede lo mismo en todos los órdenes de nuestra vida. Si dejamos de alimentar una
relación, ya sea de pareja o familiar, al poco tiempo la relación se seca y muere,
¿verdad? Lo mismo pasa con nuestras debilidades. El hecho de pensar o hablar de ellas
con otros alcanza para alimentarlas y que tomen más fuerza. Encambio, si elegimos
enfocarnos en nuestras fortalezas, en lo que sí funciona, los obstáculos serán los que
dejen de recibir el alimento y mueran, y las fortalezas serán las que crezcan.
¿Crees que es posible ponerlo en práctica?
UNA VISIÓN CLARA DEL FUTURO
El hombre tiene la peculiaridad de que no puede vivir si no mira al futuro. Y esto constituye su salvación en
los momentos más difíciles de su existencia.
VICTOR FRANKL
Esta frase pertenece a uno de mis libros de cabecera, El hombre en busca de sentido
de Víctor Frankl, un psiquiatra judío, nacido en Viena, que cuenta sus aprendizajes
mientras estuvo recluido en el campo de concentración de Auschwitz, durante la Segunda
Guerra Mundial. En su libro describe la importancia de tener una visión de futuro para
alcanzar los objetivos en la vida.
Frankl escribe en su libro:
Al borde del llanto a causa del tremendo dolor (tenía llagas terribles en los pies debido a
mis zapatos gastados) recorrí con la larga columna de hombres los kilómetros que
separaban el campo del lugar de trabajo. El viento gélido nos abatía. Yo iba pensando
en los pequeños problemas sin solución de nuestra miserable existencia. ¿Qué
cenaríamos aquella noche? ¿Si como extra nos dieran un trozo de salchicha,
convendría cambiarla por un pedazo de pan? ¿Debía comerciar con el último cigarrillo
que me quedaba de un bono que obtuve hacía quince días y cambiarlo por un tazón de
sopa? ¿Cómo podría hacerme con un trozo de alambre para remplazar el fragmento
que me servía como cordón de los zapatos? ¿Llegaría al lugar de trabajo a tiempo para
unirme al pelotón de costumbre o tendría que acoplarme a otro cuyo capataz tal vez
fuera más brutal? ¿Qué podía hacer para estar en buenas relaciones con un “capo”
determinado que podría ayudarme a conseguir trabajo en el campo en vez de tener que
emprender a diario aquella dolorosa caminata? Estaba disgustado con la marcha de los
asuntos que continuamente me obligaban a ocuparme solo de aquellas cosas tan
triviales. Me obligué a pensar en otras cosas. De pronto me vi de pie en la plataforma
de un salón de conferencias bien iluminado, agradable y caliente. Frente a mí tenía un
auditorio atento, sentado en cómodas butacas tapizadas. ¡Yo daba una conferencia
sobre la psicología de un campo de concentración!
Visto y descrito desde la mira distante de la ciencia, todo lo que me oprimía hasta ese
momento se objetivaba. Mediante este método, logré cierto éxito, conseguí
distanciarme de la situación, pasar por encima de los sufrimientos del momento y
33
observarlos como si ya hubieran transcurrido…
Queda claro, luego de leer esto, la importancia de tener algo por cumplir en el futuro
que le dé sentido a nuestra existencia. Y eso no es otra cosa que visualizarnos algunos
años adelante en el tiempo, viéndonos cumplir nuestro propósito de vida.
VISUALIZACIÓN SOBRE EL FUTURO
Imagina por un momento que puedes verte a ti mismo en el futuro, digamos que en
unos diez años más. Quiero que te sitúes en ese momento del tiempo y que uses tu
mente como una pantalla para verte proyectado en el futuro.
Escribe lo que te venga a la cabeza en tiempo presente. Como si lo estuvieras viviendo
hoy.
¿En dónde te encuentras?
¿Con quién estás?
¿Qué haces?
¿Cómo te sientes?
Estas respuestas, como dice Frankl, te ayudarán a verte en el futuro y encontrarle un
mayor sentido a tu existencia en el presente.
EL TRIÁNGULO DE LA PROSPERIDAD
Estamos acostumbrados a tomar todo lo que necesitamos en la vida, como si ese fuera
un derecho inapelable. Como si el mundo y sus riquezas estuvieran allí para nutrirnos,
abrigarnos y alimentarnos, sin que tuviéramos ninguna responsabilidad de retribución de
nuestra parte.
Tomamos de nuestras relaciones cuando exigimos respeto antes de respetar, tomamos
cuando reclamamos amor antes de amar o cuando pedimos felicidad antes de dar
felicidad a otros.
Recuerdo que en una oportunidad, estando en India, en un pequeño pueblo llamado
Mount Abu, sobre los Himalayas, fui a comprar unas pulseras de colores típicas de ese
lugar para llevar de regalo a mi familia en Uruguay. En el momento en que fui a pagar se
me cayeron al suelo las monedas que traía conmigo. Cuando me agaché para recogerlas,
dos adolecentes, semidesnudos y de un aspecto muy pobre se me adelantaron y
recogieron las monedas antes que yo. Mi primer pensamiento fue: “Me robarán el dinero
y saldrán rápidamente corriendo”, al menos eso es lo que generalmente ocurre en
muchos lugares de Sudamérica. Pues, nada de esto sucedió. Al contrario, uno de ellos
que parecía un poco más grande se me acercó y, con un gesto muy suave y una sonrisa
en su boca, extendió su brazo y me ofreció el dinero que se me había caído.
Sorprendido, lo acepté y en ese mismo instante y ante mi asombro, ellos abrieron sus
manos para mendigarme el dinero que me acababan de dar. Por supuesto que se los di,
34
pero en esta ocasión sentí algo diferente, había dignidad y humildad en su gesto, era un
acto de profundo respeto, un comportamiento que reflejaba pureza y realeza. La
sensación fue como si estuviera parado frente a dos príncipes.
Esta experiencia me enseñó mucho. Lo más importante fue darme cuenta de que una
cultura tan antigua como la India tiene incorporado en su manera de ver y entender la
vida la ley de dar y recibir, o como ellos la llaman: la ley del Karma.
El Karma es una creencia fundamental en religiones como el budismo, el hinduismo, el
yainismo, el espiritismo y otros, y si bien las interpretaciones en cada caso no son
exactamente las mismas, todos coinciden en que se basa en la relación que existe entre la
causa y el efecto de una acción. Toda acción que realizamos tiene una retribución de la
misma calidad, o sea un efecto igual y contrario. En la ciencia existe la misma ley a nivel
físico descubierta por Isaac Newton, la ley de acción y reacción, que dice que toda
acción genera una reacción igual y opuesta.
Mi intención, en este momento, no es profundizar sobre esta ley, ni validar o cuestionar
su veracidad. La menciono para introducir un principio de vida, que lo he visto cumplirse
en innumerables ocasiones y el cual he adoptado como estrategia para tomar la gran
mayoría de las decisiones en mi vida.
Este es el triángulo de la prosperidad y esta formado por tres puntos como muestra el
gráfico. En la base estamos nosotros representados por el “Yo” y del otro lado “La vida”.
Como mencionaba antes, estamos acostumbrados a tomar de la vida todo lo que
necesitamos. Por ejemplo, cuando exigimos la atención de los demás estamos tomando,
cuando exigimos respeto también estamos tomando y de la misma forma lo hacemos con
el amor, la paz, la libertad y otros.
Por lo general, primero exigimos de los otros y si recibimos lo que deseamos, entonces
recién pensamos en dar. Es duro admitirlo, pero es una actitud muy egoísta de nuestra
parte.
Algunos de nosotros, vivimos esta horizontalidad como la única realidad posible y la
ilusión que lo sustenta es: “Cuanto más tomamos, más felices somos”.
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El triángulo de la prosperidad propone una ley alternativa, una forma nueva de mirar la
vida y nuestras interacciones: si lo que necesitamos de la vida está alineado con nuestro
propósito (el punto más alto del triángulo) y nuestras acciones están basadas en
valores, la vida se encargará de traernos todo lo que necesitamos y fíjense que digo, lo
que necesitamos, que no es lo mismo que lo que queremos.
Entonces, si realmente necesitamos algo de la vida, solo tenemos que darlo, y la vida se
encargará de devolvérnoslo multiplicado. Si necesitamos amor, tenemos que dar amor;
si necesitamos paz, comencemos por dar nosotros paz; y si necesitamos dinero, ya
saben lo que deberíamos hacer.
EJERCICIO. EL PROPÓSITO
A continuación te dejo un ejercicio para que puedas descubrir cuáles son tus
principales valores y utilizarlos para vencer los obstáculos que pueden estar
interponiéndose entre tú y tu propósito de vida.
• Piensa sobre esa persona que ha tenido una influencia positiva en tu vida.
¿Qué valores tiene que lohacen especial?
• Piensa sobre esa canción que más te gusta. ¿Por qué la valoras? ¿Qué valores
hay en su letra?
• Piensa sobre tu libro, poema o frase de cabecera. ¿Qué valores representa
para ti?
• Piensa en ese símbolo, imagen o paisaje con el que te sientes identificado.
¿Qué valores evoca en ti?
• Imagina que le preguntamos a tus amigos y seres queridos sobre lo que más
valoran de ti. ¿Qué nos dirían ellos?
De todos los valores que aparecieron en tus respuestas, elige tres. Aquellos
que consideras más importantes en esta etapa de tu vida y escríbelos a
continuación.
Ahora que conoces tus principales valores: ¿Cómo podrías usarlos para
cumplir el propósito de tu vida?
MEDITACIÓN. VIVE TUS VALORES
Puedes colocar un poco de música y sentarte cómodo y relajado. Las manos
apoyadas sobre las piernas y los pies descansando sobre el piso.
Puedes cerrar tus ojos si lo deseas, respirar hondo dos o tres veces y mientras
respiras, aprovecha a relajar tu cuerpo.
Afloja los hombros, los músculos del cuello y la nuca y por último la cabeza y
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las facciones del rostro. Ahora enfoca tu atención en ese lugar dentro de ti,
donde piensas, y permite que tus pensamientos desminuyan su velocidad y se
calmen.
Medita sobre estos pensamientos:
Observo los pensamientos que pasan por la pantalla de mi mente pero no
intento detenerlos… Pienso en las cosas que sucedieron durante el día,
actividades que realicé o personas con las que estuve… Observo sin juzgar…
A medida que el ritmo del pensar desciende, la mente se calma y comienzo a
percibir el silencio que existe entre cada pensamiento… Disfruto del silencio
que irradia paz… Me vuelvo consciente de que soy un ser especial lleno de
valores… Estos valores me definen… Son mi esencia… Me hacen ser el ser
único que soy… Ahora me concentro en uno de estos valores… ¿Qué imagen
viene a mi mente asociada a este valor? Experimento esa imagen… Ese valor
soy yo… ¿Cómo me siento siendo ese valor?
Ahora enfócate en otros de tus tres valores elegidos y fíjate qué se siente ser
ese valor y haz lo mismo con el resto de tus valores.
A tu propio tiempo, abre tus ojos y deja que este valor se expanda por tu
cuerpo y lo envuelva.
6. Jobs, Steve, fundador de Apple. Discurso del año 2005, en la ceremonia de
graduación de la Universidad de Stanford.
7. O’Donnell, Kenneth, australiano, consultor organizacional, conferencista
internacional, autor de más de diez libros y coordinador subregional para América del Sur
de la ONG BKWSU. Más información en: <http://kenodonnell.net>.
8. Disponible en: <http://idbdocs.iadb.org>.
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CAPÍTULO 3
EL NUEVO LÍDER CONSCIENTE
Los líderes fueron pasando durante esos dos meses y medio sin que nadie eligiera un líder. El líder aparecía por
las ideas, por las acciones y siempre fueron líderes compasivos, no líderes de poder ni de fuerza, por eso yo
siempre pienso y lo trato de hacer en mis empresas, de ser un líder compasivo, de recibir a todo el mundo, de dar
lo mejor de mí, como dimos allí. Siempre decimos, nunca fuimos mejores hombres de lo que fuimos allí, porque
no había nada que influyera en nuestra forma de comportarnos, éramos absolutamente sinceros.
FERNANDO PARRADO (9)
9. Parrado, Fernando, sobreviviente de la tragedia de los Andes. El testimonio fue
extractado de una entrevista.
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Un nuevo paradigma de liderazgo está emergiendo. En los últimos diez años han
aparecido cientos de libros, ensayos y nuevas reflexiones sobre el liderazgo. Ya nos
hemos dado cuenta que para ser buenos líderes, el camino no va por ser jefes inflexibles,
utilizar un rol de dirección para dar órdenes, creer que somos omnipotentes al mando de
un batallón del ejército o gritar más fuerte que todos para conducir eficientemente un
equipo de fútbol.
El líder al que me quiero referir en este libro es esa persona como tú o como yo, que es
capaz de ser un ejemplo e inspirar con su actitud y acciones.
Una vez me preguntaron si se nace buen líder, si son personas que han sido bendecidas
por su carisma o se puede aprender a ser un buen líder.
Estoy de acuerdo con que el carisma no es algo que podamos aprender, pero no es la
única característica que define a un buen líder. La humildad, la integridad, la confianza,
el compromiso son también características esenciales para un buen líder y estos
valores se pueden cultivar, practicar y mejorar. Significa que podemos nacer con ese
don, pero también podemos aprenderlo.
Si pienso en las personas que he seguido a lo largo de mi vida, primero pienso en mis
padres, mis abuelos, mis tíos, amigos y gente común que ha aparecido en momentos
particulares de mi vida para inspirarme con su ejemplo y mostrarme un camino. Estos
líderes, como comparte Fernando Parrado en las palabras que reproducimos al comienzo
de este capítulo, han sido sinceros y compasivos, fueron sus comportamientos, sus
acciones y sus ideas los que me han inspirado y los han definido a cada uno de ellos
como tales.
Es la coherencia entre lo que pensamos, hablamos y actuamos, lo que nos vuelve
dignos de la confianza de los demás y lo que en definitiva nos transforma en
verdaderos líderes. Nuestra reputación puede ser impecable, nuestra escolaridad
inmejorable, nuestro currículo muy completo e incluso podemos contar con muy buenas
recomendaciones, pero si nuestra actitud y comportamiento no son acordes, todo lo
demás pasa a un segundo plano.
El nuevo líder debe atender y armonizar los aspectos físicos, intelectuales,
emocionales y espirituales, poniendo foco en lo más importante, ser líder de sí mismo
antes de poder liderar a otros. Una madre puede ser un líder, un maestro puede ser un
líder, un niño puede ser un líder, un abuelo puede ser un líder, tú puedes ser un líder.
No se trata de roles sino de actitudes y comportamientos. De hecho, la mejor prueba
de nuestro liderazgo, son nuestros liderados.
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Pregúntate: ¿cuándo se pone más feliz la gente, cuando llegas o cuando te vas?
SER LÍDER DE UNO MISMO
La vida de todos está bajo el control de alguien…más nos vale que esté bajo el nuestro para que podamos
dirigir nuestro destino.
HARRY TUCKER
Suena muy bien el título de este párrafo ¿verdad?: “ser líder de uno mismo”. ¿A quién
no le gustaría poder liderar o manejar su propia vida? A mí me gustaría saber qué hacer y
hacia dónde ir todo el tiempo, tener control sobre mis estados de ánimo y poder decidir
cómo quiero sentirme a cada momento y ante cada situación. A nivel laboral, me gustaría
poder tomar mis propias decisiones sin dudar, confiar más en mis talentos y en lo que
siento. También me gustaría manejar mejor las emociones y decidir cuándo irme, cuándo
quedarme, cuándo reírme, cuándo enojarme, cuándo llorar o cuándo callarme.
¿No crees que sería genial si pudiéramos manejar nuestro estado interno a nuestro
propio gusto, en lugar de reaccionar todo el tiempo?
Como seres conscientes, tenemos esta capacidad de decidir cómo sentirnos,
independientemente de lo que esté pasando. No obstante, y aunque lo sabemos, en
general, no contamos con la suficiente entereza de carácter para decidir algo diferente de
lo que siempre hemos hecho. Reaccionamos dejando que la vida sea la que nos maneje
como a una marioneta, cada vez que aparecen nuevos desafíos.
Si alrededor nuestro todo se mueve, también somos movidos y si todo permanece
quieto, nos quedamos quietos. ¿Cómo llamarías a esto? Te lo diré: ser dependientes.
Nuestro bienestar se vuelve totalmente dependiente de lo que sucede en nuestro entorno.
Nos transformamos en esclavos de las circunstancias, de las personas o de las
situaciones.
¿Qué pasaría si tuvieras el coraje de elegir? Podrías ser quien manda en tu vida, ser
el rey de tus decisiones y volverte el único responsable de lo que piensas, hablas y
actúas. ¿No es esto lo que en definitiva te convierte en un hombre libre?
Durante el invierno, cuando salgo de mi casa y tengo que atravesar la portería de mi
edificio, Hugo, un portero muy simpático que tenemos en el edificio desde hace muchos
años, siempre me hace algún comentario sobre el estadodel tiempo.
–Vio, vecino, qué frío y cómo llueve, qué clima feo que hay.
Yo le suelo responder con humor: “aquí dentro de mí cabeza está soleado y calentito, el
día está precioso”.
¿Dónde aprendimos estas convenciones de que la lluvia es fea o que el frío es malo o
que un día soleado significa buen clima?
Como vimos en el capítulo anterior, en el que nos referimos al observador, cada
persona interpreta la realidad de acuerdo a sus propias experiencias y conveniencias. La
lluvia bien podría ser el mejor regalo para un campesino que depende de ella para su
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cosecha, ¿o no?
Pero esto no es lo más grave. Algunas personas delegan su bienestar o su clima interno
al clima externo. Si llueve y está nublado están mal y depresivos, en cambio, si sale el sol
están felices.
Imaginen esta actitud aplicada en países como Finlandia donde hay seis meses de sol y
el resto de sombra. No dudo que pueda haber una conexión entre el clima y nuestro
estado anímico, pero eso dependerá de cuánto nos dejemos influir o afectar. Si somos
fuertes internamente y sabemos lo que queremos, podemos generar nuestro propio
microclima y decidir cómo nos queremos sentir.
Pregúntate: ¿de qué depende tu felicidad, del clima o de ti?
CARACTERÍSTICAS DEL LÍDER CONSCIENTE
El líder consciente se conoce a sí mismo, conoce sus valores y fortalezas y cuál es su
propósito de vida. Es capaz de permanecer claro y estable ante cualquier situación y tiene
el poder para establecer relaciones de confianza y cooperación con los que lo rodean.
Además, no tiene miedo de equivocarse, porque para él la vida es siempre ganar o
aprender. He aquí sus cinco características principales:
1. Transforma los errores en aprendizajes
Si nos equivocamos como líderes, lo mejor que nos puede pasar es que rescatemos
algún aprendizaje de ese error y nos sirva para no cometerlo la próxima vez. Toda
equivocación es una oportunidad para aprender. ¿Recuerdas el discurso de Steve Jobs?
Desde esta visión, podríamos decir que nuestro divorcio fue lo mejor que nos pudo pasar
o que perder ese examen nos enseñó mucho o que nos hayan despedido de aquel trabajo
fue beneficioso.
2. Delega y se libera
Muchos de nosotros, alguna vez nos hemos visto obligados a quedarnos hasta altas
horas de la noche para terminar una tarea, ya sea en nuestro trabajo o en el hogar. Esto
también les sucede a muchos empresarios que conozco, que por no ejercer un buen
liderazgo, se ven obligados a quedarse solos, en su oficina, a terminar algo.
Generalmente, la principal razón es su propio ego, que no les permite delegar o pedir
ayuda creyendo que son los únicos capaces de hacerlo. Esta trampa es muy corriente y
que levante la mano quién no la ha vivido alguna vez.
El líder consciente elige capacitar constantemente a su gente para que tenga sus propias
ideas y en vez de que vengan a plantear problemas, que también aporten alternativas y
soluciones. Esto nos libera de querer tener siempre todo controlado, nos permite
dedicarle más tiempo a nuestras familias y a nuestro propio y necesario esparcimiento.
Sobre este aspecto hay muchos mitos: “si capacito a mi gente, ellos se irán a otro lugar
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mejor”, “Esto es muy costoso, ellos luego van a querer ganar más”, “Ellos van a saber
más que yo”. Es probable que muchas de estas creencias tengan una base sólida y en
algún momento se vuelvan realidad, pero por otro lado también tendríamos personas
mejor preparadas y más eficientes que podrían beneficiarnos mucho, ayudarnos a crecer
y alivianar nuestro esfuerzo.
¿Cuál sería el costo por capacitar a tu gente y cuál sería el costo por no capacitarla?
¿Será que necesitas más recursos humanos o solo sacar más provecho de los que ya
tienes?
3. Observa lo positivo
Como vimos en el primer capítulo de este libro, no es inocente la forma en la que
observamos a los demás, al contrario, genera una gran influencia sobre los observados.
Aprender a mirar diferente y ayudar a que las personas puedan dar más de lo que ellos
mismos creen que pueden dar genera cambios y resultados sostenibles en el tiempo.
La teoría del Pigmalión (Rosenthal y Jacobson, 1968) o de la profecía autocumplida
plantea que las expectativas que tenemos sobre otros, los incitan a estos a actuar de
forma que esas expectativas se cumplan.
Por ejemplo: si un profesor ve a sus alumnos como estudiantes ejemplares, la teoría
dice que estos se comportarán así. Funciona igual si vemos a nuestros empleados o a
nuestros jefes como incompetentes. Lo ideal sería usar la profecía autocumplida para
despertar el mayor potencial que hay dentro de cada persona o dentro de nosotros
mismos. Es como si dentro de nosotros vivieran dos seres: uno que es chico y ve solo
limitaciones, impedimentos y excusas y otro que es el grande, que ve posibilidades,
oportunidades y aprendizajes. Depende de ti, cuál eliges ver. Por ejemplo: ¿qué haría un
padre si su hijo no aprueba un examen? Podría optar por retarlo, criticarlo o recriminarle
porque no lo pudo aprobar o podría elegir una actitud más positiva y motivarlo
ayudándolo a ver su verdadero potencial, ¡ver su ser más grande!
• ¿Cuál de estas dos actitudes crees que servirá para que el hijo apruebe el examen?
• ¿Cuál de las dos actitudes crees que servirá para que ese padre pueda mantener una
buena relación con su hijo?
• Y ahora… ¿Si te miras a ti mismo, cómo te ves? ¿Te ves grande o te ves chico?
4. Es protagonista de su vida
¿A ver qué tan familiares te resultan estas razones?
• “Perdón, llegué tarde porque el ómnibus se retrasó.”
• “Mi pareja me enloquece, entonces me voy a separar.”
• “Mi auto se vive rompiendo entonces lo voy a vender.”
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• “Mis subordinados son un desastre y no sirven para nada.”
• “No estudié porque no tuve tiempo.”
¿Estás viviendo tu vida como el protagonista o eres la victima? ¿El culpable de todo lo
que te pasa, esta afuera de ti?
Si somos honestos podemos darnos cuenta que estas son solo excusas que declaramos
para no responsabilizarnos. ¿Será que llegas tarde porque no encontraste un taxi o porque
no saliste lo suficientemente a tiempo como para buscarlo? ¿Será que tu pareja te vuelve
loco o que no estás satisfaciendo las necesidades de esa relación? ¿Será que tus
subordinados no sirven o que no has sido capaz de inspirarlos o motivarlos como su
líder?
Podríamos culpar al mundo entero de nuestras incompetencias y vivir en esa actitud
constante de ser la víctima o podemos escoger otra alternativa. Hacernos cargo y
asumir nuestra responsabilidad. Este es un paso que requiere de mucho coraje pero
también es el primer escalón para el cambio verdadero.
5. Permanece estable ante cualquier situación
Frente a cualquier situación, el líder consciente recurre a su fortaleza interna para
escoger si quiere permanecer callado o quiere hablar, si quiere quedarse quieto o quiere
actuar. Los pensamientos en su mente son sus súbditos y él es un rey sentado en el trono
de su conciencia dando las órdenes, determinando qué se debe pensar. Si el rey se
levanta de su trono, o sea, se mueve de su autorrespeto, sus súbditos no lo obedecerán.
Cuando esto sucede, los pensamientos lo gobiernan y toman el poder. Lo atacan en la
forma de dudas o incertidumbres: “¿Por qué me pasa esto a mí?”, “¿Por qué no puedo
lograrlo?”, “¿Qué he hecho mal?”, “¿Por qué la vida siempre…?”.
Estos cuestionamientos agotan nuestras energías, debilitan nuestro poder y nos vuelven
esclavos de nuestros propios pensamientos.
PONER UN PUNTO FINAL
Si queremos recuperar el lugar de rey, tenemos que reconquistar nuestro reino y poner
un punto final a todos los pensamientos que nos desestabilizan y desequilibran. Esto se
puede lograr practicando parar varias veces durante el día y volver a nuestro centro.
Me digo: “Yo soy quien toma las decisiones y decide en mi vida”, “A mí me hace bien
esto”, “Yo me siento bien así”.
Si esto lo practicamos asiduamente puede ser la diferencia entre pensar positivo y
pensar negativo, o sea, entre sentir pena o felicidad. Podremos elegir qué queremos
pensar y cómo nos queremos sentir.