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Gnoseología: Teoria do Conhecimento

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Gnoseología 
Mito de la Caverna de Platón 
La gnoseología (del griego γνωσις, gnōsis, «conocimiento» o «facultad de conocer», y 
λόγος, logos, «razonamiento» o «discurso»), también llamada teoría del conocimiento, 
es la rama de la filosofía que estudia la posibilidad, el origen o medios, la naturaleza o 
esencia, y la fenomenología del conocimiento. 
La gnoseología no estudia los conocimientos particulares, como pueden ser los 
conocimientos de la física, de la matemática o del entorno inmediato, sino la naturaleza 
del conocimiento en general. Muchas ciencias particulares tienen además su propia 
filosofía, como por ejemplo la filosofía de la física, la filosofía de la matemática, la 
filosofía de la historia, etc. Otras disciplinas también se ocupan del conocimiento en 
general, pero desde otros puntos de vista. La psicología estudia los aspectos de la vida 
mental implícitos en el conocer, la lógica estudia la corrección o incorrección de los 
razonamientos que pueden implicar nuevos conocimientos, y la ontología o metafísica 
estudia la naturaleza de los objetos que se pueden conocer. 
Los problemas en torno al conocimiento son centrales en la filosofía y su consideración 
se inicia con la filosofía misma, especialmente en el Teeteto de Platón. Prácticamente 
todos los grandes filósofos han contribuido a la gnoseología. 
Naturaleza del conocimiento 
Ilusión óptica del elefante 
Tipos de conocimiento 
En la gnoseología se suele distinguir entre tres tipos de conocimiento: el conocimiento 
proposicional, el conocimiento práctico o performativo, y el conocimiento directo 
(acquaintance). El primero se asocia a la expresión «saber que», el segundo a la 
expresión «saber cómo», y el tercero, en el español, se asocia a la expresión «conocer» 
(en vez de «saber»). Así se dice, por ejemplo, que en la biología se sabe que los perros 
son mamíferos. Este es un conocimiento proposicional. Luego existe un 
saber cómo entrenar un perro, el cual es un conocimiento práctico o performativo. Y por 
último, el conocimiento por familiaridad es aquel que posee quien dice, por ejemplo, 
«yo conozco a mi perro». La mayoría del trabajo en gnoseología se centra en el primer 
tipo de conocimiento, aunque ha habido esfuerzos por cambiar esta tendencia. 
Conocimiento proposicional 
El conocimiento proposicional es un tipo de conocimiento intelectual que se tiene 
cuando un sujeto sabe que X: 
1. Si X es verdadero 
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2. Si cree en la verdad de X 
3. Si hay fundamento para creer en X 
Se lo asocia a la expresión del lenguaje ordinario "saber que" (en inglés, know that) . 
Por ejemplo, decimos que sabemos que la Luna orbita alrededor de la Tierra, que el 
texto que tenemos delante de los ojos está en español, que padecemos de dolor de 
muelas, o que 2 + 2 = 4. Todos estos conocimientos son muy diversos entre sí, pero 
tienen en común que todos son conocimiento de una proposición. 
Conocimiento práctico 
El conocimiento práctico, también llamado conocimiento operacional o procedimental, 
es el conocimiento que se tiene cuando se poseen las destrezas necesarias para llevar a 
cabo una acción. Se lo asocia a la expresión "saber cómo" (know how). Por ejemplo, 
decimos que sabemos cómo ir en bicicleta, cómo redactar una carta comercial o cómo 
amamantar un niño. 
Es frecuente la suposición de que la mayor parte de la teoría del conocimiento "clásica" 
—es decir, aquella anterior al siglo XX— se ocupa principalmente del conocimiento 
proposicional. Sin embargo, los problemas del conocimiento operacional gozan de una 
extensa historia en la filosofía occidental. En la gnoseología contemporánea, sin 
embargo, la mayoría de los esfuerzos se centran en el conocimiento proposicional 
(enunciado que afirma o niega algo). 
Conocimiento directo 
El conocimiento directo, u objetivo (de objeto), es el conocimiento que se puede tener 
de las entidades. En español, el conocimiento directo se asocia a la expresión "conocer". 
Por ejemplo, decimos que conocemos a Juan Pérez, que conocemos tal canción, que 
conocemos París. 
Bertrand Russell trazó una distinción influyente entre conocimiento por 
familiaridad (en inglés, knowledge by acquaintance) y conocimiento por descripción. 
El primer tipo de conocimiento es el conocimiento de un objeto al que se tiene acceso 
directo, como puede ser una percepción o un dolor. El segundo es en cambio el 
conocimiento de un objeto al que no se tiene acceso directo, al que llegamos solo 
mediante una descripción definida que refiere unívocamente al objeto siendo conocido. 
Por ejemplo, nuestro conocimiento del agua es un caso de conocimiento por 
familiaridad, mientras que nuestro conocimiento del centro del Sol es un caso de 
conocimiento por descripción. 
Vías de acceso al conocimiento 
Realidad aumentada y problemas gnoseológicos 
Un debate importante y recurrente en la gnoseología es aquel entre el racionalismo y el 
empirismo. El racionalismo es la doctrina que sostiene que parte de nuestro 
conocimiento proviene de una «intuición racional» de algún tipo, o de deducciones a 
partir de estas intuiciones. El empirismo defiende, en cambio, que todo conocimiento 
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proviene de la experiencia sensorial. Este contraste está asociado a la distinción entre 
conocimiento a priori y conocimiento a posteriori, cuya exposición más famosa se 
encuentra en la introducción a la Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant. 
Existen dos formas de adquirir el conocimiento: 
 Sentidos: Es la información que se adquiere por contacto, visión, olfato, 
audición, gusto o cualquier otro sentido como la propiocepción. Una variante 
elaborada de esta forma es la transmisión de información entre personas, por 
ejemplo, comunicar lo que hizo una persona cuando estaba sola. 
 Razón: Elabora la información e infiere una conclusión. Por ejemplo: si se 
ponen todas las piezas de un juego de ajedrez en una bolsa oscura y se van 
retirando una por una, cuando quede una sola pieza se podrá saber cuál es esta 
pieza sin necesidad de sacarla. 
Problema de Gettier 
Esta sección es un extracto de Problema de Gettier[editar] 
El problema de Gettier es un problema en gnoseología moderna que surge al presentar 
contraejemplos a la definición clásica de conocimiento como «creencia verdadera 
justificada» y que obligan a modificar la definición. 
Desde al menos el Teeteto de Platón, la gnoseología contaba con una definición 
generalmente satisfactoria del conocimiento proposicional: si S es un sujeto y p una 
proposición, entonces S sabe que p si y sólo si: 
 S cree que p 
 p es verdadera 
 S está justificado en creer que p 
Por ejemplo, Newton sabe que de alguna manera tiene una manzana si y sólo si: 
 Newton cree que tiene una manzana 
 Es verdad que tiene una manzana 
 Newton está justificado en creer que tiene una manzana 
Sin embargo, en 1963, Edmund Gettier publicó un artículo de tres páginas titulado ¿Es 
el conocimiento creencia verdadera justificada? en el que argumentó que la definición 
clásica no es suficiente. Gettier mostró que hay casos en los que una creencia verdadera 
justificada puede fallar en ser conocimiento. Es decir, hay casos en los que los tres 
requisitos se cumplen, y sin embargo intuitivamente nos parece que no hay 
conocimiento. Retomando el ejemplo anterior, podría ser que Newton crea que tiene una 
manzana y esté justificado en ello (por ejemplo, porque parece una manzana), pero que 
sin embargo la manzana sea de cera. En ese caso, según la definición clásica, Newton 
no posee conocimiento,porque falta que sea verdad que tiene una manzana. Pero 
supongamos también que dentro de la manzana de cera hay otra manzana, más pequeña, 
pero real. Entonces Newton cumple con los tres requisitos: Newton cree que tiene una 
manzana; Newton está justificado en su creencia; y de hecho tiene una manzana. Sin 
embargo, intuitivamente nos parece que Newton no posee conocimiento, sino que 
solamente tuvo suerte (lo que se llama suerte epistémica).Frente a este problema, 
muchos filósofos contemporáneos intentaron y aún intentan reparar la definición, dando 
lugar a nuevas corrientes gnoseológicas. Otros filósofos han propuesto problemas 
ligeramente diferentes, que se han incorporado a los contraejemplos enunciados por 
Gettier. El conjunto de estos problemas y el desafío que plantean a la cuestión ¿qué es 
conocer? recibe el nombre de el problema de Gettier. Aunque se han dedicado cientos 
de artículos a esta cuestión, no hay consenso respecto a la solución al problema general. 
El problema de Gettier es uno de los motores principales de la gnoseología 
contemporánea. 
Adquisición del conocimiento 
Justificación 
Uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento es el problema de la 
justificación, la determinación de en qué circunstancias una creencia —es decir, un 
determinado juicio o proposición a la que asentimos— puede llamarse realmente 
conocimiento. El planteamiento clásico de esta cuestión se encuentra en un diálogo 
platónico, el Teeteto, donde Sócrates defiende que el término "conocimiento" debe 
restringirse a las creencias verdaderas y justificadas, al mismo tiempo que rechaza que 
la sensación pura y simple pueda ser identificada con el conocimiento. De acuerdo a 
esta definición, no basta con afirmar algo verdadero para considerar que eso constituye 
conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser fundadas y suficientes. 
Cuando no se dispone de una justificación semejante, se habla de fe, opinión o 
convicción, pero no de conocimiento en sentido estricto. 
Por su parte, la exigencia de que solo puede considerarse que es conocimiento un 
conjunto de proposiciones estrictamente verdaderas (demostrables), ha sido 
cuestionado. En su Lógica de la investigación científica, Karl Popper propuso el 
falibilismo, según el cual incluso la mejor clase de ciencia empírica es falible. Una 
posición semejante puede rastrearse ya en René Descartes. 
Si partiendo de la llamada "definición platónica" se acepta el punto de vista falibilista, 
se llega a la idea de que el concepto que designa la característica central del 
conocimiento (y la ciencia), es el de la (adecuada) justificación o prueba. 
Justificación a priori y a posteriori 
Esta sección es un extracto de A priori y a posteriori[editar] 
Las locuciones latinas a priori (‘previo a’) y a posteriori (‘posterior a’) se utilizan para 
distinguir entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento a priori es aquel que, en 
algún sentido importante, es independiente de la experiencia; mientras que el 
conocimiento a posteriori es aquel que, en algún sentido importante, depende de la 
experiencia. 
Por ejemplo, el conocimiento de que «no todos los cisnes son blancos» es un caso de 
conocimiento a posteriori, pues se requirió de la observación de cisnes negros para 
afirmar lo establecido. Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, 
son juicios empíricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. 
Ejemplos: «los alumnos de filosofía son aplicados» o «los ancianos son tranquilos». 
En cambio, el conocimiento de que «ningún soltero es casado» no requiere de ninguna 
investigación para ser establecido como verdadero, por lo que es un caso de 
conocimiento a priori. Parece razonable afirmar que todo el mundo sabe que eso es 
cierto. Incluso diríamos que es obvio. ¿De dónde proviene la justificación para ese 
conocimiento? Está claro que no viene de haber preguntado a cada soltero si es casado. 
Más bien, parece que basta con comprender el significado de los términos involucrados, 
para convencerse de que la proposición es verdadera. Esta proposición es un ejemplo de 
lo que se llama una proposición analítica, es decir una proposición cuya verdad 
descansa sobre el significado de los términos involucrados, y no sobre cómo sea el 
mundo. Otros ejemplos de proposiciones analíticas podrían ser: «todas las nubes son 
nubes», «si llueve, entonces llueve» y «esta manzana es roja o no lo es». Al parecer, 
cuando se trata de proposiciones analíticas, nuestra justificación para creer en ellas es a 
priori. Esto no quiere decir, por supuesto, que nuestro conocimiento de su verdad 
sea completamente independiente de la experiencia, pues el significado de cada término 
se aprende empíricamente. Pero una vez entendidos los términos, la justificación de la 
verdad de las proposiciones no parece depender de la experiencia (es decir, de cómo sea 
el mundo). Existen otros candidatos a conocimiento a priori, cuya justificación a priori 
no estriba en que la proposición sea analítica. Por ejemplo, la famosa frase de 
Descartes, pienso, luego existo, pretende mostrar que para que alguien sepa que existe, 
no necesita recurrir a la experiencia, sino que basta con pensar acerca de ello para 
convencerse. Otro candidato importante es el conocimiento de Dios. Los argumentos 
ontológicos pretenden mostrar, sin recurrir a la experiencia, que Dios 
existe.Tradicionalmente, el conocimiento a priori se asocia con el conocimiento de lo 
universal y necesario, mientras que el conocimiento a posteriori se asocia con lo 
particular y contingente. Como la experiencia sensorial en la que generalmente se basan 
las justificaciones de las proposiciones a posteriori no siempre es confiable, estas 
proposiciones se pueden rechazar sin caer en contradicciones. Sin embargo, a partir del 
trabajo El nombrar y la necesidad de Saul Kripke, actualmente se debate la posibilidad 
del conocimiento contingente a priori y el conocimiento necesario a posteriori. 
Problema de la inducción 
Esta sección es un extracto de Problema de la inducción[editar]El problema de la 
inducción radica en si un resultado obtenido mediante inducción está justificado 
epistemológicamente, es decir, si la inducción produce conocimiento. 
A partir de la definición de Platón del conocimiento como «creencia verdadera y 
justificada», disponer de una justificación adecuada para la inducción es requisito 
indispensable para que tales «creencias» constituyan conocimiento válido o legítimo. 
La RAE define «inducir» en su sentido filosófico, como «extraer, a partir de 
determinadas observaciones o experiencias particulares, el principio general que en ellas 
está implícito». Esas «extracciones» son de dos tipos: 
 Generalizaciones acerca de las propiedades de «clases de objetos», efectuadas a 
partir de una cierta cantidad de observaciones de casos individuales. Por 
ejemplo: la inferencia que las esmeraldas son verdes a partir de la observación 
de algunas (quizás muchas) esmeraldas individuales. 
 Presunción de que eventos en el futuro continuarán presentando la misma forma 
o que las mismas causas ocasionarán los mismos efectos observados en el 
pasado (ver causalidad). Lo que implica, por ejemplo, la creencia en que las 
leyes científicas serán válidas en el futuro. John Stuart Mill llamó a esta 
asunción el principio de la uniformidad de la naturaleza. 
Dado que ambas son utilizadas, ya sea explícita o implícitamente, en forma generalizada 
para proponer hipótesis —ya sea formales o no— a partir de observaciones empíricas, 
su cuestionamiento pone en duda una gran parte, si es que no la totalidad, del 
conocimiento humano. El problema adquiere especial relevancia en el ámbito científico, 
dado que generalmente se pensaba que las asunciones necesarias para formular leyes 
científicas requieren tanto generalizaciones como expectativas de que eventosen el 
futuro continuarán exhibiendo los mismos comportamientos que en el pasado. Esto se 
expresa generalmente como el principio de simetría o principio de invariancia (véase 
también principio de Curie y teorema de Noether). 
Consecuentemente Alfred North Whitehead describió la inducción como «el 
rompecabezas (the despair) de la filosofía» y el filósofo C. D. Broad sugirió: «La 
inducción es la gloria de la ciencia, y el escándalo de la filosofía».Según el sentido de la 
teoría de la justificación la ciencia ha de consistir en proposiciones probadas. El 
experimento no es una verificación de la teoría que lo sustenta, como mostró Karl 
Popper desnudando el problema de la inducción. Por otro lado, las inferencias lógicas 
transmiten la verdad, pero no sirven para descubrir nuevas verdades. Las teorías 
generales no son directamente contrastables con la experiencia, sino solamente 
mediante casos particulares, con soluciones específicas mediante teorías específicas, 
como modelos teoréticos. Cuanto mayor sea la lógica que detente una teoría, menor será 
la contrastabilidad empírica. Esto quiere decir que teorías tan generales como la teoría 
de la información, mecánica clásica o mecánica cuántica solo pueden ser contrastadas 
respecto a modelos teóricos específicos en el marco de dichas teorías, teniendo en 
cuenta que no siempre es posible saber qué es lo que hay que corregir en el modelo 
cuando el contraste empírico fracasa o, si por el contrario, es la propia teoría general la 
que contiene el error, teniendo muy presente la dificultad de poder asegurar que el valor 
de los datos manejados y obtenidos sean los correctos. Por ello la filosofía de la ciencia 
adquiere un carácter de investigación científica muy importante. 
Problema de la deducción 
Esta sección es un extracto de Problema de la justificación de la deducción[editar] 
El problema de la justificación de la deducción es el problema de la filosofía de la 
lógica acerca de cómo justificar los métodos deductivos propios de las ciencias 
formales, suponiendo que necesitan ser justificados. Este problema presenta un desafío 
a varios tipos de justificación a priori y constituye un desafío para los proponentes de 
dicha justificación. 
Suponga que la proposición «la vida extraterrestre existe o no existe» está justificada a 
priori. No se necesita recorrer el universo para saber que esa proposición es verdadera. 
Sin embargo, según las técnicas estándar de la lógica contemporánea, si se quiere 
demostrar la verdad de esa proposición, se debe demostrar que 
bajo cualquier interpretación de las partes de la proposición, la proposición completa 
resulta verdadera. Pero este proceso de demostración supone, necesariamente, la validez 
de al menos una regla de inferencia, generalmente el modus ponens. Pero para 
demostrar la validez del modus ponens, es necesario recurrir al modus ponens, o a 
reglas de inferencia cuya validez se demuestra por medio del modus ponens. Luego, 
parece imposible dar una justificación última de la verdad de la proposición. 
En 1895, Lewis Carroll publicó un breve ensayo titulado Lo que la tortuga le dijo a 
Aquiles, donde por medio de un diálogo entre estos dos personajes, expone un problema 
de justificación de la deducción. Carroll observa que para aceptar la verdad de una 
conclusión basada en un argumento deductivo, es necesario aceptar tanto la verdad de 
las premisas como la validez del argumento. Sin embargo, la validez del argumento 
puede ser considerada una premisa adicional, que debe por lo tanto sumarse a las 
premisas que ya se tenía. Pero esto genera un nuevo argumento, distinto al anterior, 
con n + 1 premisas, y si se quiere aceptar la conclusión original con base en este nuevo 
argumento, entonces debe aceptarse que el nuevo argumento con n + 1 premisas es 
válido. Pero aceptar esto, otra vez, es introducir una nueva premisa, que genera un 
argumento con n + 2 premisas, distinto al anterior. Y así ad infinitum. 
En un artículo de 1976, Susan Haack revela varios paralelismos entre el problema de la 
justificación de la deducción y el problema de la inducción. Según Haack, tanto la 
inducción como la deducción se pueden justificar deductivamente o inductivamente. En 
el caso de la inducción, una justificación deductiva resultaría demasiado fuerte, porque 
mostraría que siempre que las premisas sean verdaderas, la conclusión también lo será, 
y una justificación inductiva resultaría circular. Análogamente, en el caso de la 
deducción, una justificación inductiva resultaría demasiado débil, porque mostraría 
que casi siempre que las premisas sean verdaderas, la conclusión también lo será, 
mientras que una justificación deductiva resultaría circular.Paul Boghossian, en su 
trabajo titulado Knowledge of Logic, menciona otro posible camino de justificación para 
la deducción: el camino no inferencial, según el cual es posible algo así como 
una intuición racional de la verdad de las bases de la deducción (Boghossian se refiere 
en particular al modus ponendo ponens). Este camino, dice, aunque ha sido 
históricamente influyente, parece más un nombre para el problema que una solución a 
él. 
Teorías del conocimiento 
Ante la posibilidad del conocimiento existen distintas aproximaciones: 
 El realismo es una doctrina filosófica según la cual el conocimiento humano está 
regido por el ser de las cosas. La verdad de una proposición depende de que tal 
proposición concuerde con el estado de las cosas. Esta doctrina ha sido 
defendida por Aristóteles, Tomás de Aquino y muchos otros autores modernos y 
contemporáneos. 
 El dogmatismo es una doctrina filosófica según la cual podemos adquirir 
conocimientos universales, y tener plena certeza de ello. Puede haber también un 
dogmatismo de la experiencia, como el que se dio entre estoicos, cínicos y 
epicúreos, que niegan la validez de afirmaciones universales pero afirman la 
certeza completa de la experiencia sensible. A este dogmatismo empirista se 
opusieron fuertemente dos académicos, Arcesilao y Carnéades, y el más famoso 
escéptico, Sexto Empírico. 
 El escepticismo es una teoría filosófica opuesta al dogmatismo la cual duda de 
que sea posible un conocimiento firme y seguro, en algunos ámbitos del saber 
(un escepticismo más moderado) o en todos (un escepticismo radical). Esta 
postura fue defendida por Pirrón. 
 El criticismo es una doctrina filosófica intermedia entre el dogmatismo y el 
escepticismo, admite la existencia de la verdad absoluta, y la posibilidad de 
acercarnos a ella mediante la crítica: es decir, la eliminación de hipótesis falsas, 
otorgándonos verdades provisionales. Cualquier verdad provisional sigue 
estando sometida a la falsabilidad, de tal forma, que jamás exista la certeza de 
que una verdad provisional sea verdad absoluta. Tal doctrina fue defendida por 
Immanuel Kant. 
 El relativismo es una corriente de pensamiento filosófica, defendida por los 
sofistas, que niega la existencia de una verdad absoluta y defiende la idea de que 
cada individuo posee su propia verdad, la cual depende del espacio y el tiempo. 
Un prototipo de sofista, al menos como lo presenta Platón, sería Protágoras de 
Abdera. 
 El perspectivismo es una doctrina filosófica que defiende la existencia de una 
verdad absoluta pero piensa que ninguno de nosotros podemos llegar a ella sino 
que llegamos a una pequeña parte. Cada ser humano tiene una vista de la verdad. 
Dicha actitud fue defendida por José Ortega y Gasset. 
 El racionalismo de René Descartes proponía que los seres humanos nacían con 
ideas, tales como la idea de Dios, y que el conocimiento proviene del 
razonamiento. 
 El empirismo fue desarrollado por los filósofos ingleses John Locke, George 
Berkeley y David Hume, los cuales, basándose y siguiendo las enseñanzas de 
Aristóteles, sostienen que todo conocimiento proviene de la experiencia, y que el 
hombre es al nacer una tabula rasa,es decir, como una tabla lisa, sin ninguna 
idea preconcebida y en la cual las experiencias van dejando su marca, al 
contrario de lo que sostenía Descartes. 
 El idealismo desarrollado en 1781 por el filósofo alemán Immanuel Kant; 
publica la Crítica de la razón pura, una obra muy influyente en la que critica 
tanto al racionalismo como al empirismo y propone una alternativa superadora: 
el idealismo trascendental. Con ello propuso un "giro copernicano" en la 
filosofía moderna, donde el sujeto ya no es pasivo frente al mundo, sino que 
pasa a ser un sujeto activo que "construye" el objeto de su conocimiento. De este 
modo, Kant propone que el mundo nouménico permanece incognoscible para el 
sujeto, que solo puede conocer el mundo fenoménico, mediado por las 
intuiciones puras del espacio y el tiempo, las categorías del intelecto y las ideas 
regulativas de la razón. A partir de entonces, la gnoseología ha intentado volver 
a recuperar el conocimiento del mundo. La obra de Kant dio inicio al idealismo 
alemán, escuela que tuvo a sus mayores exponentes, además del propio 
Immanuel Kant, en Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Wilhelm Joseph von 
Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. 
 El constructivismo es una doctrina filosófica según la cual el sujeto "construye" 
estructuras que representan la realidad dentro de sí mismo, a partir de su 
interacción con los objetos, de tal manera que no es solo la experiencia pura lo 
que crea el conocimiento, sino la transformación de las estructuras por el sujeto 
(ver Estructuralismo). Jean Piaget desarrolló su teoría del constructivismo 
genético, con la cual busca dilucidar la "génesis" de las estructuras en el 
individuo, a partir de la observación de niños desde su nacimiento hasta la 
adolescencia. Los principios de esta construcción de estructuras son la 
asimilación y la acomodación, conceptos que Piaget tomó de la biología. 
 El materialismo dialéctico es una postura filosófica, desarrollada por Karl Marx 
y Friedrich Engels, que retoma el pensamiento dialéctico de Hegel, pero 
"dándole vuelta". Según estos autores, existe una realidad material 
independiente de los sujetos, pero que solo es comprendida por la actividad de 
los hombres. Es decir, que la realidad solo es realidad porque es mediada por la 
práctica de los hombres concretos. La idea de que el hombre construye la 
realidad, no obstruye que el hombre pueda conocer la realidad tal cual es, sino 
todo lo contrario, solo así puede conocer tanto la realidad humana creada como 
la naturaleza. 
 El objetivismo randiano es el sistema filosófico desarrollado por la filósofa y 
novelista Ayn Rand. Sostiene que existe una realidad independiente de la mente 
humana, que los individuos están en contacto con ésta a través de la percepción 
de los sentidos, que adquieren conocimiento procesando los datos perceptivos 
utilizando la razón (o la "identificación no-contradictoria"). Esta teoría parte de 
los principios de la lógica y metafísica aristotélicas. 
Fenomenología 
Dentro de la gnoseología, una parte importante, que algunos consideran incluso una 
rama independiente de la filosofía, es la fenomenología. La fenomenología es el estudio 
de los fenómenos, es decir de la experiencia de aquello que se nos aparece en la 
conciencia. Más precisamente, la fenomenología estudia la estructura de los distintos 
tipos de experiencia, tales como la percepción, el pensamiento, el recuerdo, la 
imaginación, el deseo, etc. Algunos de los conceptos centrales de esta disciplina son la 
intencionalidad, la conciencia y los qualia, conceptos que también son estudiados por la 
filosofía de la mente. 
Límites del conocimiento 
Trilema de Münchhausen 
Esta sección es un extracto de Trilema de Münchhausen[editar] 
El trilema de Münchhausen o trilema de Agripa es un ataque a la posibilidad de lograr 
una justificación última para cualquier proposición, incluso en las ciencias formales 
como la matemática y la lógica. 
Un trilema es un problema que admite sólo tres soluciones, todas las cuales parecen 
inaceptables. El argumento discurre así: cualquiera que sea la manera en que se 
justifique una proposición, si lo que se quiere es certeza absoluta, siempre será 
necesario justificar los medios de la justificación, y luego los medios de esa nueva 
justificación, etc. Esta simple observación conduce sin escape a una de las siguientes 
tres alternativas (los tres cuernos del trilema): 
 Una regresión infinita de justificaciones: A se justifica por B, B se justifica por 
C, C se justifica por D, etc. La necesidad de remontarse cada vez más en la 
búsqueda de fundamentos, un proceso sin fin irrealizable que no provee ningún 
fundamento seguro. 
 Un corte arbitrario en el razonamiento: A se justifica por B, B se justifica por C, 
y C no se justifica. Esta última proposición se puede presentar como de sentido 
común o como un principio fundamental (postulado o axioma), pero en 
cualquier caso representaría una suspensión arbitraria del principio de razón 
suficiente recurriendo a un dogma. 
 Una justificación circular: A se justifica por B, B se justifica por C, y C se 
justifica por A. En el proceso de justificación se recurre a enunciados que ya 
antes se habían mostrado como enunciados que requieren justificación y por lo 
tanto sin llegar nunca a una justificación segura por ser lógicamente defectuosa. 
Historia 
Edad Antigua 
La investigación sistemática del conocimiento comienza en la Antigua Grecia, 
especialmente con el diálogo platónico Teeteto, aunque también en la República (VI). 
Aristóteles dedica parte de su trabajo titulado De Anima a explicar el conocimiento 
"empírico", el que se obtiene a través de los sentidos, y en la Metafísica dedica el libro 
IV (especialmente el capítulo 4 y ss.) a discutir cuestiones como la prueba de los 
primeros principios y el relativismo. En los Segundos analíticos (o Analíticos 
posteriores) presenta lo que puede considerarse como su epistemología. Para estos dos 
autores, solo podía haber conocimiento que llegue a ser ciencia de lo inmutable: para 
Platón las Ideas, y para Aristóteles las sustancias (también las sustancias separadas). En 
el período helenístico el pirrónico Sexto Empírico ofrece la expresión más completa y 
sistemática del escepticismo antiguo. 
Edad Media 
En el mundo cristiano antiguo y en la Edad media se elaboraron diversas doctrinas 
sobre el conocimiento humano. San Agustín pensó en la necesidad de una iluminación 
divina que garantizase la verdad de nuestras afirmación. Santo Tomás de Aquino, por su 
parte, recoge ideas de Aristóteles y elabora una completa teoría del conocimiento, que 
critica el ultrarrealismo (por ejemplo de Guillermo de Champeaux), el 
representacionismo y el nominalismo -o verbalismo- (de Roscelino). 
Renacimiento 
Con el Renacimiento comenzó un período de intenso desarrollo de la gnoseología, que 
marcará toda la modernidad. La invención de nuevos instrumentos de observación, 
como el telescopio, ayudaron al desprendimiento de los cánones (principalmente 
Aristóteles y la Biblia) a la hora de fundamentar el conocimiento. 
Edad Moderna 
En el siglo XVII, el inglés Francis Bacon escribe Advancement of knowledge y Novum 
organum, donde reclama el apoyo de la monarquía para impulsar el conocimiento de 
tipo empírico. La tradición empirista encontraría a sus principales defensores en John 
Locke, David Hume y George Berkeley. Locke se ocupó de estas cuestiones en su 
obra Ensayo sobre el entendimiento humano; Berkeley sigue parcialmente a Locke en 
su Tratado sobre los principios del conocimiento humano, de 1710; y Hume, hizo lo 
propio en la primera parte de su Tratado de la naturaleza humana y en su Investigación 
sobre el entendimiento humano. 
Por otro lado, el francés René Descartes publica en 1637 el Discurso del método y en 
1641 las Meditaciones metafísicas, obras en gran parte dedicadas a plantear y resolverlos problemas fundamentales de la teoría del conocimiento. Descartes introduce la duda 
metódica como método racional para obtener conocimiento seguro, y dio inicio a la 
tradición racionalista, que será continuada por Spinoza y Leibniz, entre otros. 
Ya en el siglo XVIII, en 1781, el alemán Immanuel Kant publica la Crítica de la Razón 
Pura, una obra muy influyente en la que critica tanto al racionalismo como al 
empirismo y propone una alternativa superadora: el idealismo trascendental. Con ello 
propuso un «giro copernicano» en la filosofía moderna, donde el sujeto ya no es pasivo 
frente al mundo, sino que pasa a ser un sujeto activo que «construye» el objeto de su 
conocimiento. De este modo, Kant propone que el mundo nouménico permanece 
incognoscible para el sujeto, que solo puede conocer el mundo fenoménico, mediado 
por las intuiciones puras del espacio y el tiempo, las categorías del intelecto y las ideas 
regulativas de la razón. A partir de entonces, la gnoseología ha intentado volver a 
recuperar el conocimiento del mundo. La obra de Kant dio inicio al idealismo alemán, 
escuela que tuvo a sus mayores exponentes en Johann Gottlieb Fichte, Friedrich 
Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. 
Edad Contemporánea 
A principios del siglo XX, Husserl propuso un retorno "a las cosas mismas", expresión 
con la que quedó fundada la fenomenología, que sería continuada, de distintos modos, 
por Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, entre otros. 
En la filosofía analítica, por el contrario, a mediados del siglo XX se inició a partir de 
un breve artículo de Edmund Gettier una tradición de análisis del conocimiento en 
términos de atribuciones de conocimiento, retomando las tres características que 
señalara Platón para todo conocimiento: que sea una creencia, que sea verdadera y que 
esté justificada. A partir de este análisis estándar han surgido a principios del siglo XXI 
diversas teorías sobre las atribuciones de conocimiento como el invariantismo, el 
invariantismo sensible, el contextualismo y el relativismo. 
En 1963, Frederic Fitch publica un trabajo en lógica epistémica en el que demuestra que 
dados ciertos supuestos básicos, "si toda verdad se pudiera conocer, entonces toda 
verdad sería conocida". Pero como no toda verdad es conocida, se sigue que no es 
posible conocer todas las verdades. Esta paradoja se conoce hoy como la paradoja de la 
concupiscibilidad de Fitch (Fitch's Paradox of Knowability). 
Paralelamente, desde mediados del siglo XIX, quizá empezando con las reflexiones 
metodológicas del astrónomo británico William Whewell, como a lo largo del siglo XX, 
se dedicaron muchos esfuerzos filosóficos al estudio del conocimiento científico, dando 
lugar a la filosofía de la ciencia. Este tipo de estudios pronto se ven complementados 
con otros sobre la historia de la ciencia, y más tarde, la sociología de la ciencia.

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