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TEMA 6: El MERCANTILISMO I: Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO TEMA 6 EL MERCANTILISMO: I.- PRIMERAS MANIFESTACIONES TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 76 1.- GENERALIDADES Se denomina mercantilismo a la corriente del pensamiento económico correspondiente a un conjunto heterogéneo de escritores que, extendiéndose por Europa desde finales del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII y los tres primeros cuartos del siglo XVIII, propugnaban el enriquecimiento de la nación mediante el desarrollo del comercio exterior, principalmente. La idea básica de los mercantilistas era que la riqueza de la nación se lograba acumulando metales preciosos como resultado de un saldo positivo de la balanza comercial. Supusieron que en el ámbito nacional debería ocurrir lo mismo que en el personal: los individuos se hacían ricos atesorando dinero. Siendo esta la concepción fundamental, algunos autores se centraron en la defensa del comercio interior, proponiendo el desarrollo de las estructuras productivas nacionales y la remoción de las barreras que lo dificultaban. El nexo de unión entre los mercantilistas es la concepción de la balanza comercial con superávit como procedimiento de enriquecer a la nación mediante la acumulación de dinero en metálico. Esto constituyó una política económica denominada bullionista1 A partir del Renacimiento, la difusión de la cultura laica, más libre de ataduras morales, y la asunción del ideal nacionalista arraigaron en todas las capas sociales. Un elenco de autores, cultos y eminentemente prácticos, con profesiones variopintas (hombres de negocios, comerciantes, funcionarios, políticos, juristas, militares, periodistas, filósofos, entre otros) sintieron la necesidad de orientar a los gobernantes sobre la mejor forma de conseguir el engrandecimiento de la nación a través del desarrollo económico y fundamentalmente del comercio internacional. Para ello, el Estado, mediante eficaces medidas políticas , debía intervenir promoviendo y dirigiendo la actividad económica. , que también defendieron algunos autores españoles del siglo XVI. 1 Del latín, bulla-ae = bolita de oro; y del inglés, bullion= lingote. Al no existir en castellano un vocablo apropiado para designar este concepto se ha optado por usar un anglicismo. Por lo general, el pensamiento económico de los mercantilistas sólo abarcaba aspectos parciales de la economía y al carecer de una visión de conjunto, en ocasiones incurrían en contradicciones; sus puntos de vista y recomendaciones sólo eran aplicables dentro del limitado contexto al que se circunscribían. Por eso, las proposiciones de los mercantilistas han sido tildadas de medias verdades. Adam Smith (en su Riqueza de las Naciones, p.437) criticó severamente a la clase mercantil, porque con sus argumentos sofísticos lograba actuaciones políticas favorables a sus intereses, pero contrarias a los del pueblo. Además, señala que “con arreglo a las máximas del sistema mercantil, el interés del consumidor se sacrifica constantemente al del productor” (ibídem, p.588-589). Y en efecto, los comerciantes y manufactureros exentos de prejuicios morales tendieron a justificar prácticas monopolísticas (para así obtener ganancias personales, antes que atender al beneficio general) con la excusa de favorecer los intereses nacionales. La profusión de literatura mercantilista se compone mayormente de breves artículos, panfletos y opúsculos referentes a temas concretos de la economía. No obstante, de vez en cuando aparecen tratados más generales y sistemáticos que llegaron a consolidar la terminología de economía política para referirse a la ciencia que estudia el enriquecimiento económico de la nación.2 La metodología de los autores mercantilistas solía carecer de rigor científico y, en la mayor parte de las veces, se limitaba a una especulación basada en la experiencia personal del autor. Pero, entre las obras de algunos de ellos, también se encuentran instrumentos de análisis económico. Un propulsor del método experimental, en esta época, fue el filósofo Sir Francis Bacon (barón de Verulam y vizconde de Saint Albans, 1561-1625) noble, filósofo, abogado y político inglés. Su padre fue el guardasellos de la reina Isabel I y él también llegó a ser Lord Guardián del Gran Sello y Gran Canciller (1618), 2 El primer autor en utilizar el término economía política fue el francés Antoine de Montchrestien, quien tituló su libro Tratado de economía política (1615). TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 77 después de haber sido fiscal general de la corona. Estudió derecho en Londres y obtuvo un escaño parlamentario en la Cámara de los Comunes. La moralidad de su filosofía estuvo a una altura muy superior a la que demostró en la práctica, puesto que en 1621 fue acusado por el Parlamento de cohecho, depuesto de su cargo y encarcelado; no obstante, el Rey lo indultó. Inhabilitado para ejercer cargos públicos, en el forzado retiro de sus últimos años, prosiguió su labor filosófica y científica. La metodología filosófica de Bacon consistió en desmoronar el método aristotélico y escolástico, en la parte basada en el apriorismo y la deducción, para sustituirlo por otro fundamentado en la experiencia y la inducción. Su pretensión era obtener leyes generales inferidas de la experimentación. La fama y difusión que posteriormente alcanzaron sus escritos, creó un prejuicio contra la aplicación de los métodos racionales de deducción en el campo de las ciencias sociales. En el tema de la Economía fue uno de los primeros autores en usar el concepto de balanza comercial, expresándose en los siguientes términos: "pongamos los fundamentos de un comercio ventajoso, haciendo que las exportaciones de artículos del interior exceda en valor a la importación de artículos extranjeros; con ello, aseguraremos el incremento de las reservas del Reino, pues la balanza comercial deberá ser saldada en dinero"(citado por Spiegel, p. 125). 2.- EL MERCANTILISMO ESPAÑOL En España el pensamiento mercantilista se desenvolvió en unas circunstancias muy peculiares que lo diferenciaron nítidamente del de otros países. España, después de la conquista de gran parte del continente americano tuvo acceso a inmensas riquezas en oro y plata que llegaban con regularidad a la metrópoli. El problema, pues, no era cómo conseguir un tesoro que engrandeciera a la nación, sino cómo evitar perderlo. La medida legal adoptada en España de sancionar con la muerte a quien exportara oro y plata tenía escaso sentido cuando eran los propios reyes quienes los gastaban en el exterior del reino, a un ritmo superior al de las afluencias, en el sostenimiento de una política imperialista que les obligaba a mantener costosos ejércitos y guerras. Otra fuente de gastos consistía en la importación masiva de productos, debido al abandono de la agricultura y la artesanía (excepto la relativa a materiales bélicos) originado por el despoblamiento consiguiente a la colonización de América y a la sangría de las guerras. Una causa adicional de la pérdida de parte del tesoro americano se debió a la codicia de los piratas y de las potencias beligerantes contra España (Francia e Inglaterra) que vendían patentes de corso, practicando, así, una subrepticia y lucrativa política de guerra logística de desgaste. De muy poco sirvieron las recomendaciones de Luis Ortiz y las denuncias del Padre Mariana (autores estudiados en el Tema 5). En realidad,puede afirmarse que en la propia facilidad de alcanzar las riquezas de metales preciosos se encuentra la causa de la decadencia y el empobrecimiento del Reino de España; esas riquezas no se supieron aprovechar para la creación de una sólida y solvente estructura económica, a pesar de la insistencia de los mercantilistas españoles en que la verdadera riqueza no se encontraba en el oro y la plata, sino en la laboriosidad humana aplicada a todos los sectores de la economía: la agricultura, la industria y el comercio fundamentalmente. Los mercantilistas españoles más sobresalientes son: Sancho de Moncada, sacerdote y catedrático de Sagradas Escrituras en Toledo, fue un economista del siglo XVII autor de un único libro. Su interés por el desarrollo económico de España le impulsó a proponer la creación de una Universidad dedicada a la ciencia política en la capital del reino (Madrid) y a divulgar sus opiniones, en su obra Restauración política de España (1619) que alcanzó una notoria fama, incluso en el siglo XVIII en que se reeditó (1746). Consta de varias disertaciones sobre las cuestiones económicas más importantes de entonces: riqueza, rentas regias, población, moneda, impuestos, etc. Moncada, aunque sólo escribió esa obra (más bien opúsculo), mereció el elogio de los «ilustrados» del TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 78 siglo XVIII y de los economistas de la posguerra civil del siglo XX. Hasta tal punto llegó la admiración por este economista que se ha llamado «Sancho de Moncada» al Instituto de Economía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es posible que se escogiera a este autor debido a la coincidencia del pensamiento de Moncada con una de las bases de la política económica del general Franco durante la primara etapa de su régimen: la autarquía. Empero, el profesor Velarde, en una consulta personal, niega tal conjetura y atribuye tal denominación a una pura casualidad electiva entre varios candidatos, todos ellos economistas antiguos de fama reconocida. Moncada siguió el análisis del dinero de tipo cuantitativista (iniciado por los autores españoles del siglo anterior) y sus efectos sobre el nivel de precios: “Y con la abundancia de plata y oro ha bajado su valor (como suele bajar con la abundancia de cuanto hay) y consiguientemente ha subido el de lo que se compra con la moneda; y así se estima el oro y plata en poco, y se gasta pródigamente, y se introducen altos precios en todas las cosas” (citado por Perdices de Blas, 1999, p. 464). Por otra parte, no dejó de apreciar que la cuantiosa salida de metales preciosos hacia el extranjero provocaba una carencia de metal acuñable3 Las causas, según Moncada, de la depresión económica se encontraban en el despoblamiento de la nación; el descuido de la producción agrícola; la escasez de producción manufacturera; la inadecuación del sistema impositivo y la asunción del comercio por parte de extranjeros (Martín, 1999,a, p. 382). En lo que a esto último se refiere, estimaba que los forasteros desempeñaban las cinco sextas partes del comercio interior y las nueve décimas partes del comercio con las Indias (Moncada, 1619, p.111). que agravaba la depresión económica. El comercio desempeñado por los extranjeros era sumamente perjudicial para España, ya que se llevaban las materias primas y los metales preciosos, con lo cual quedaba desabastecida la industria y se impedía la prosperidad española en beneficio de los extranjeros. 3 Véase en el tema anterior «la revolución del cobre» en Juan de Mariana. Aunque este mal ya había sido denunciado por Ortiz (autor estudiado en el Tema 5) medio siglo antes, en la España de la época de Moncada se había agudizado hasta extremos en los que era patente el abandono de la agricultura y la industria (en aquella época las artes y oficios). El gran paro (holgazanería) que azotaba a España era debido a la inexistencia de actividad productiva en el interior, ya que los comerciantes extranjeros traían todos los bienes necesarios del exterior, los cuales incorporan mucho valor añadido, es decir, “gran porte de obraje” (citado por Martín, 1999, a, p. 383). Para evitar estas situaciones perjudiciales a los intereses económicos nacionales, recomendó un proteccionismo totalmente férreo, mediante barreras arancelarias que impidieran la importación de productos manufacturados. Para otorgar mayor eficacia al control del comercio exterior recomendó su supervisión por un tribunal seglar que actuase al modo del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (Moncada, 1619, p. 127). En lo concerniente a las cuestiones demográficas, Moncada adoptó una postura poblacionista, es decir fundamentó la riqueza y grandeza del reino en una población numerosa: “porque no habiendo gente no hay Reino [...], porque faltando la gente, falta la defensa del Reino [...], porque [ sin gente] faltan los oficios, comercio, agricultura, y todo lo que mana de la industria de la gente, y con ella todo anda bien, y así el derecho tiene por más rico al Reino por la gente, que por el oro ni plata, y vemos pobre a España, porque no tiene gente, y a otras provincias ricas por tener mucha” (citado por Perdices de Blas, 1999, p. 466). Las demás propuestas, aparte de las medidas de carácter comercial, las orientó hacia el desarrollo económico de la nación en todos los sectores; en concreto propuso la intensificación de la explotación agrícola, sobre todo la de regadío, la industrialización del país, y la formación de un área de comercio interior exenta de aranceles de tránsito entre todos los reinos de España, incluidos los extrapeninsulares como Nápoles y Sicilia (Martín, 1999, a, p. 383). Para Moncada, el desarrollo de la industria y el comercio en el interior del país, eficazmente protegidos TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 79 de la competencia extranjera, tenía gran importancia. Por este procedimiento se impediría que el dinero saliera al extranjero y serviría para promover el desarrollo económico; así se aumentaría el gasto nacional en materias primas y productos autóctonos, crecería el empleo y con el tiempo disminuirían los costes de producción. Además, al gastarse el dinero en España, pasando sucesivamente de mano en mano, con las muchas ventas también la hacienda real lograría altos ingresos por la alcabala (Moncada, 1619, p.162). Como se aprecia, Sancho de Moncada tiene una clara percepción de conceptos claves para el análisis económico: la interdependencia de los fenómenos económicos; el producto nacional íntimamente vinculado al valor añadido; y la velocidad de circulación del dinero como atributo intrínseco a la naturaleza del dinero, el cual es fundamentalmente un stock que circula de mano en mano. Su mercantilismo (y anteriormente el de Ortiz) se anticipó al que, posteriormente, Colbert llevó a la práctica en Francia. Pedro Fernández Navarrete, sacerdote, político y economista español del siglo XVII, ejerció como canónigo en Santiago de Compostela y como consultor del Santo Oficio de la Inquisición. Tuvo un cierto ascendiente en la corte pues llegó a ser secretario y confesor del rey Felipe III. Fernández Navarrete escribió unos comentarios al informe emitido en 1619 por el Consejo de Castilla4 El estudio que este autor realiza de la economía española, sus ideas y propuestas son muy similares a las de Sancho de Moncada, pero, en la docta opinión de Schumpeter (1954, p. 210), con una profundidad de sobre el estado económico de la monarquía española; con ellos adquirió fama. Estas glosas o comentarios fueron publicados con el título de Discursos políticos (1621), libro editado sin su consentimiento; decidiórevisarlo y publicarlo con un nuevo título: Conservación de monarquías y discursos políticos (1626). 4 Este informe fue solicitado, el año anterior, al Consejo de Castilla por el duque de Lerma en nombre del Rey pidiendo soluciones al estado catastrófico, casi de colapso, de la economía del Reino de Castilla (Martín, 1992, a, p. 380). análisis muy superior a la de su coetáneo. Por ejemplo, como causas del decaimiento de la economía y el abandono de la agricultura Navarrete contempla, además del despoblamiento general por la emigración a las colonias, la expulsión de los moriscos decretada en 1609 (unas 300.000 personas tuvieron que abandonar España); la excesiva presión fiscal; la constitución de mayorazgos; el elevadísimo número de religiosos; el desprecio por el trabajo que sentían los hidalgos y las clases medias; así como por el elevado número de vagos y mendigos. Fundamenta su propuesta de industrialización en el valor añadido que el trabajo incorpora a las manufacturas. En su opinión, el aumento de valor sobre las materias primas es mucho más importante que el oro y la plata; asimismo, la supresión de trabas ayudaría al desarrollo económico (Martín, 1999, b, p. 510; Perdices de Blas, 1999, p. 479). Respecto a las soluciones para lograr el desarrollo económico, a diferencia de Sancho de Moncada que concedía prioridad al sector industrial, Fernández Navarrete era partidario de promocionar en primer lugar el sector agrícola y luego el industrial (Perdices de Blas, 1999, p. 468). Para este autor el asentamiento de propietarios en las explotaciones agrarias era la mejor forma de conseguir un aumento demográfico, puesto que, según dice “las heredades son como ciertos grillos que detienen en su patria a los hombres” (citado por Perdices de Blas , 1999, p. 470). En efecto, una de las causas del despoblamiento rural eran los onerosos tributos, censos y arrendamientos que pesaban sobre los campesinos, quienes ni en años de buena cosecha (por la disminución de los precios de los productos agrarios) obtenían rendimientos suficientes para malvivir. El fomento de la agricultura debía pasar por una reforma fiscal que disminuyera el gravamen per cápita. Para ello, había que repartir la carga fiscal entre todos los reinos de España, pues era Castilla la que soportaba la mayor parte; y, además, rebajar los impuestos de los campesinos para evitar que emigraran del campo, porque “cuando los labradores ven que el rédito de las heredades no es suficiente a la paga de la renta que han de dar al señor, y a la de los censos que sobre ella tienen tomados, y a los pechos y tributos que les están TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 80 impuestos, con facilidad se resuelve a abandonarlas, buscando el sustento o en la limosna o en mudarse a otras tierras donde la carga sea más ligera” (Martín, 1999, p. 377). En lo concerniente a los impuestos, Navarrete dice que el primer propósito del rey debe ser la búsqueda de la prosperidad de sus súbditos, porque “no puede haber rey pobre de vasallos ricos” (citado por Perdices de Blas, 1999, p. 479). Otra contribución al crecimiento económico consistía en el desarrollo de las artes y oficios. Navarrete no observa dificultades para la promoción del sector industrial, en lo que respecta a la infraestructura, pues España es rica en todas las materias primas necesarias para la industria. El verdadero problema era la carencia de gente que se dedicara a esas ocupaciones. El fomento de las artes y oficios atraería a las personas, en especial a extranjeros en cuyos países no dispusieran de materias primas suficientes. Con el objeto de dar cohesión al imperio español tan dilatado, en el que el comercio era indispensable, también propuso formar una potente marina. Fernández Navarrete, como se ha podido apreciar, es decididamente poblacionista. Ortiz también lo fue, pero en su época (medio siglo antes) no era tan ostensible el despoblamiento como a principios del siglo XVIII. Navarrete fue más lejos que Sancho de Moncada en sus propuestas demográficas. A este respecto siguió las directrices de Ortiz, al proponer la repoblación con extranjeros; eso sí, de religión católica (Perdices de Blas, 1999, p. 470). El análisis monetario de Navarrete, como ya era tradicional entre los autores españoles, también era de tipo cuantitativista y tampoco consideró que la acumulación de oro y plata fuera la verdadera riqueza del país. Ésta en realidad consistía en todas las cosas útiles que se producen en la nación: “la importante a las provincias es la natural de los frutos de la tierra [...] Y así no se debe llamar más rica la provincia que tiene más oro y plata, si en ella cuestan más caras las cosas” (citado por Sureda, 1999, p. 535). Jerónimo de Uztáriz (1670-1732), político español y economista, residió durante su juventud en Flandes y estudió en diversos países europeos logrando una excelente formación, especialmente en cuestiones económicas. En la guerra de sucesión española luchó en los ejércitos de Flandes a favor de Felipe V (rey de España y nieto de Luis XIV de Francia) lo que le supuso ser nombrado caballero de la Orden de Santiago. A su regreso a España desempeñó varios cargos públicos en calidad de experto en asuntos económicos, hasta llegar a secretario de la Junta de Comercio y finalmente a ministro de Comercio y de Moneda. A través del primer ministro de Felipe V, el cardenal Alberoni, influyó grandemente en la política económica del reino ya que los programas industriales y de armamento que se llevaron a cabo entre 1717 y 1719 coinciden con los señalados en el libro de Uztáriz Teórica y práctica de comercio y de marina (1724) que alcanzó fama y difusión al ser reeditado varias veces y traducido al francés y al inglés. Este libro es un tratado al típico uso mercantilista de la época, en el que la práctica se basa en la consideración de muchos datos empíricos y la teórica se limita a especulaciones críticas y recomendaciones de diversas políticas económicas, entre ellas la de industrialización (Schumpeter, 1954, pp. 211 y 212). Su estudio (que como se ha dicho de teórico no tiene nada, según se entiende hoy la teoría económica) se basa en las prácticas de política económica adoptadas por varios países, fruto de las apreciaciones y documentos que obtuvo en sus viajes y en la legislación de contenido económico promulgada en España hasta el reinado de Felipe V (Martín, 1999, a, p. 391). En función de todos esos datos intenta buscar las soluciones a los problemas económicos españoles y efectúa sus propuestas, en el fondo, similares a la de los autores que le precedieron; pasó por alto los problemas agrarios y se centró en el desarrollo del comercio y de la industria (Martín, 1999, a, p. 391). Propuso una estricta reglamentación del comercio con las Indias, y una potenciación de la marina a la vez que la supresión de los monopolios y la reducción del sistema tributario indirecto (Perdices de Blas, 1999, p. 466 y 475). Bernardo de Ulloa (nacido en Sevilla en 1682, murió en Madrid en 1752). Fue alcalde mayor de Sevilla TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 81 y procurador mayor de esta ciudad en Madrid. Admirador y divulgador de la obra de Uztáriz, expone unas ideas similares a las de éste en base a un mercantilismo de tipo colbertista, o mejor dicho, de tipo español al estilo de Sancho de Moncada, Fernández de Navarrete y Martínez de Mata (arbitrista español que escribió Memorial en razón del remedio de la despoblación, pobreza y esterilidad de España (1650), donde niega que los metales preciosos constituyan la riqueza de la nación; en cambio ésta se fundamenta en el trabajodel hombre aplicado a todas las ramas de la economía). A Bernardo de Ulloa se le considera el último representante del mercantilismo español. Escribió Restablecimiento de las fábricas y comercio español (1740) que contiene, además, una interesante historia del comercio y de la industria españoles a lo largo del siglo XVIII. Ulloa no aportó ningún avance teórico sobre las cuestiones económicas, en relación a los logrados por los economistas que le precedieron. No obstante, su estudio de la situación económica de España es muy realista y minucioso. Su análisis es eminentemente empírico; y las soluciones que propone también. Recomienda adoptar las medidas económicas llevadas a cabo por los países más desarrollados de su época: Inglaterra y Holanda (Anés, 1992, p. XXI). Este autor centró el desarrollo económico de España en el fomento de la industria y el comercio. Éste era indispensable para llevar la riqueza a todos los sitios; para resaltar la importancia del comercio, comparó la riqueza de una nación con la sangre del cuerpo humano, siendo el comercio el motor que la hace circular (Anés, 1992, p. XXI). Bernardo de Ulloa, al igual que otros autores españoles, consideró que el origen del decaimiento económico de España se encontraba en la gran afluencia de oro y plata de las Indias. La abundancia de dinero aumentó la capacidad de gasto de los españoles que aplicaron principalmente sobre los productos extranjeros más baratos y deslumbrantes que los españoles (Anés, 1992, p. XXII). La carestía de la vida en España era una de las principales causas del encarecimiento de sus productos, ya que los altos salarios no admitían reducción por estar ya al límite de la subsistencia. Otra era un inadecuado sistema fiscal que gravaba excesivamente los artículos nacionales. Otra el elevado costo de los transportes, debido a la pésima infraestructura viaria, fluvial y marítima. Por otra parte, las leyes prohibitivas de las importaciones resultaban ineficaces debido a que la baratura de los productos foráneos franqueaba todas las barreras a través del contrabando. En consecuencia, las soluciones tenían que basarse en la reducción de los costes de la producción nacional, mediante reformas en la infraestructura, la estructura económica y el sistema fiscal (Anés, 1992, pp. XXIII a XXV). Respecto a la infraestructura, propuso la mejora de la red viaria terrestre, la construcción de canales, la mejora de la navegabilidad de los ríos y el fomento de la marina; con todo ello se reducirían los tremendos costes del transporte. En lo referente a la estructura, la rebaja de los salarios ayudaría a proveer subsistencias a bajo precio y el aumento de la producción a fomentar las industrias. La reforma fiscal debía ser no inhibitoria de la producción; así, las aduanas interiores y muchos impuestos indirectos tendrían que suprimirse, en especial los de ventas al por mayor, los que gravaban las materias primas (incluso las de importación) y los consumos intermedios. El proteccionismo arancelario de la industria nacional sólo debía afectar a los productos terminados de origen extranjero (Martín, 1999, a, pp. 393 y 394). Como es obvio, el objetivo contemplado por Ulloa era conseguir una producción nacional más barata que la foránea; de este modo se sustituirían las importaciones por artículos nacionales, se fomentaría la exportación y, con el aumento de la producción y las ventas al por menor, no se perderían ingresos para el fisco (Martím 1999, c, pp. 607 y 608). 3.- LOS PRIMEROS MERCANTILISTAS IN- GLESES Thomas Milles (c.1550-c.1627) fue un funcionario de aduanas y diplomático inglés. Pudo observar, por su experiencia personal como funcionario de aduanas, la TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 82 anarquía en la que se desenvolvían los mercaderes y su preeminencia, con la que obtenían concesiones y privilegios, en una época en la que prácticamente habían desaparecido las regulaciones comerciales medievales. Debido al cargo que desempeñaba y a su consideración de que el principal objetivo del comercio exterior de la nación era la importación de oro y plata, prefería el mantenimiento de las antiguas instituciones mercantiles, que servían para controlar e inspeccionar el comercio y los cambios de moneda; también deseaba conservar el estatuto de empleo, normativa por la que se impedía a los comerciantes extranjeros llevarse a su país el dinero obtenido con sus ventas obligándoles a adquirir con ese dinero productos nacionales (Schumpeter, 1954, p. 392). En forma alegórica, Milles dice que el oro en metal es el sol, las monedas son sus rayos y el cambio es la luz verdadera (Schumpeter, 1954, p. 414). Al parecerle escandalosa la forma en que se realizaban los negocios, en varios opúsculos, acusó a la prepotente compañía de los Merchant Adventures de monopolizar el comercio y a los banqueros de manipular el control de cambios y a todos ellos de ambición y de influir en las decisiones regias, hasta tal punto que "convierten a los reyes en súbditos y a los vasallos en reyes" (citado por Spiegel, p. 126) . John Wheeler, secretario de Merchant Adventures, se vio en la obligación de justificar la actividad de esta sociedad en su obra Tratado del Comercio (1601). La principal obra de Milles es El misterio de la iniquidad (1611). Gerard de Malynes (1586-1641), mercader, funcionario y economista inglés. Las aventuras comerciales que emprendió le llevaron a la cárcel por deudas. Ello no le impidió ocupar importantes cargos públicos en el Gobierno y en la Casa de la Moneda (también fue asesor económico de la reina de Inglaterra) debido a su gran ilustración en economía que también le sirvió para escribir una prolífica obra sobre este tema. Además de las que se citarán en el texto, entre las de mayor relevancia se encuentran: Conservación del libre comercio de acuerdo con tres partes esenciales del tráfico (1622), un amplio tratado de derecho mercantil y marítimo titulado Consuetudo vel lex mercatoria (es decir, Derecho mercantil consuetudinario, 1622) y su primer escrito San Jorge por Inglaterra, alegóricamente descrito (1601). En este breve opúsculo, San Jorge es el rey, su riqueza áurea es una dama rubia que se encuentra raptada por un dragón (la usura) cuyos coletazos son los vaivenes del tipo de interés. El dilema de San Jorge es que si mata al dragón, en su caída, aplastaría a la rubia dama que no podría salvarse (Spiegel, p. 127). Su pensamiento económico se elevó por encima de los panfletistas propios del mercantilismo y contiene auténtico análisis económico; aunque, en ocasiones, le condujeran a conclusiones erróneas, quizá debido a su animadversión contra los banqueros, causantes, para él, de casi todos los males económicos de la nación. Malynes lamentaba que el dinero, de simple medio de cambio y unidad de medida del valor de las cosas, se hubiera convertido en una mercancía más que se compraba y vendía para lucro de los banqueros. Una de sus preocupaciones fue el tipo de cambio que consideraba usurario; propuso su control para mejorar la balanza comercial y una limitación de las ganancias proporcionadas por el cambio de dinero. Para facilitar la entrada de metales preciosos en el país, recomendó el aumento de los impuestos a la importación y la prohibición de exportar lingotes de oro y plata. La talla de analista de este autor se refleja en su teoría sobre el tipo de cambio y en su concepción de un incipiente sistema de ajuste automático del mismo, que expone en su libro Tratado sobre el cáncer de la Economía de Inglaterra (A Treatise of de Canker of England's Commonwealth, 1601). Uno de los males que arruinan a la economía nacional es el exceso de las importaciones sobre las exportaciones (o sea, manteniendo en el comercio exterior unosgastos superiores a los ingresos) que pueden ocurrir por tres motivos (según Spiegl, p. 128): 1º.- Exportación de monedas o lingotes de oro y plata. 2º.- Venta barata de las exportaciones. 3º.- Compra cara de las importaciones. TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 83 Por esos motivos se origina un desequilibrio que "en realidad se debe al precio de los artículos y no a su cantidad o calidad" (cita de Spiegel, p. 128). Podemos observar que Malynes se expresa en términos de lo que hoy día denominamos relación real de intercambio: RRI = (PX ⋅ t) / PM; siendo PX, el índice de precios de las exportaciones expresado en moneda nacional, PM, el índice de precios de las importaciones expresado en moneda extranjera y t, el tipo de cambio expresado por el número de unidades monetarias extranjeras que se obtienen por una unidad monetaria nacional. Malynes argumenta (según el cuantitativismo monetario) que esa RRI se ha deteriorado para Gran Bretaña, porque los precios extranjeros (los de las importaciones) habían subido relativamente más con respecto a la elevación de los precios nacionales debido a la propagación por Europa del tesoro procedente de las Indias Occidentales y también a las adulteraciones de las monedas extranjeras. Para evitar ese deterioro de la RRI, no es partidario de la solución recomendada por otros autores de devaluar la moneda inglesa (que causaría la consiguiente inflación interior o incremento de PX) porque si bien es cierto que los precios interiores subirían igualmente lo sería que los precios extranjeros también subirían, pero en mayor proporción (Spiegel, p. 128), porque los países extranjeros recibirían el oro que saldría del país que había devaluado su moneda (por la ley de Gresham). Además, la propia devaluación hace más caros los precios de las importaciones expresados en moneda nacional. Explica la influencia del tipo de cambio en ese deterioro de la RRI. Si la moneda de un país (ins- trumentada en forma de letras, pagarés, etc.) cae por debajo de la paridad metálica, la moneda metálica irá saliendo de la nación, y si esta depreciación es pronunciada, tanto que compense el coste del transporte, seguro y recargos de acuñación, el oro y la plata en lingotes también saldrán del país (Spiegel, p. 129). En consecuencia, hoy sabemos que los precios bajarán en el interior y subirán en el exterior, debido al efecto del teorema de la cantidad. Para comprender mejor el pensamiento de Malynes, quizás convenga recordar primero la moderna teoría del tipo de cambio bajo un patrón oro. Supóngase que la demanda y la oferta de euros (según las curvas ab y cd de la figura) se equilibran a su paridad oficial, que por el contenido de oro de las respectivas monedas está establecido al tipo de cambio t=1,2 dólares por euro). Igualmente es preciso recordar que la demanda de euros proviene de la necesidad de pagar en euros dentro de la Unión Europea ora por sus exportación de bienes y servicios ora por la importación de capitales a la misma. La oferta de euros es debida a la importación de bienes y servicios procedentes de Estados Unidos de América y a las exportaciones de capital desde Europa a USA. Si, permaneciendo constate la oferta, la demanda de euros fuera aumentando hasta ef el euro se fortalecería y su tipo de cambio se elevaría; pero no subiría de tM, pues, suponiendo que 0,3 $ por € fueran los gastos de transporte del oro de USA a Europa (por fletes, seguro, acuñación), quien demanda euros no pagaría más dólares que tM ya que a este precio lograría los euros trasladando por su cuenta su oro a Europa. Por eso tM se denomina «punto de importación de oro». Si, continuando fija la demanda, la oferta de euros se incrementara hasta gh la cotización del € bajaría; pero no descendería de tX, pues, con los mismos gastos de transporte que antes, quien ofrece euros no estaría dispuesto a recibir menos dólares que tX ya que éstos son los que obtendría si transportara directamente su oro europeo a USA. Análogamente, tX es conocido como el «punto de exportación de oro». TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 84 Volviendo a nuestro personaje, Malynes demostró tener una clara visión teórica del punto de exportación del oro, del papel que desempeñan los tipos de cambio en el equilibrio de la balanza comercial y una intuición del proceso del ajuste automático de la misma a través de la elevación de precios en el país que recibe oro y plata y el descenso de los precios en la nación que entrega esos metales. Como se ha mencionado, propuso la necesidad del control de cambios para mejorar la RRI. Sin embargo, no tuvo la agudeza suficiente para captar que la fluctuación del tipo de cambio es una consecuencia del comercio internacional (y también de las partidas invisibles de la balanza de pagos que no contempló) y ofuscado por su creencia en las manipulaciones de los banqueros, para incrementar sus beneficios, les responsabilizó de la depreciación del tipo de cambio y de la salida del oro (Spiegel, p. 129). De lo que tampoco se dio cuenta es del punto de importación del oro causado por una apreciación del tipo de cambio suficientemente significativa, porque, en este caso, opinaba que los productos extranjeros se importarían en mayor cuantía al resultar más baratos en moneda nacional; así sería más ventajoso comprarlos que importar el dinero obtenido con las exportaciones y, al aumentar la demanda de artículos de importación (equivalente a un aumento de la oferta de moneda nacional en el mercado de divisas), crecerían las importaciones con lo que se provocaría un mayor desequilibrio de la balanza comercial (ibídem, p. 130). Como se observa, Malynes se encuentra en un círculo vicioso del que ni sabe salir ni halla una explicación adecuada. Su única solución es eliminar las fluctuaciones del tipo de cambio estabilizándolo en torno a su paridad mediante su control. En su defecto, la propia exportación del oro haría bajar los precios nacionales y subir los del extranjero; según sus propias palabras: "nuestra moneda, concurriendo con las monedas de otros países, causará plétora, con lo cual se aumenta el precio de las mercancías extranjeras" (citado por Schumpeter, 1954, p. 396). Es conveniente poner de relieve que los argumentos de Malynes en los dos casos de la fluctuación del tipo de cambio (depreciación y apreciación) se centran en la demanda nacional de productos extranjeros, o sea, en la oferta de moneda nacional en el mercado de divisas; no considera la posibilidad de que su demanda se desplace como consecuencia de alteraciones en la demanda extranjera de productos ingleses. Es posible que la considera inamovible; esto último es lo que se puede interpretar de su frase: "nuestras mercancías son muy necesarias y demandadas en todas partes" (citado por Schumpeter, 1954, p. 396). Malynes predice los efectos que se derivarían de la puesta en práctica de sus propuestas. Si se consiguiera atraer el oro hacia Inglaterra vendiendo más artículos de exportación y limitando las importaciones, los precios nacionales subirían y con el tipo de cambio controlado (es decir, fijo) mejoraría la relación real de intercambio con lo que se "habría proporcionado trabajo a mucha gente" (citado por Spiegel, p. 130). Según Keynes (1936, pp. 305-306), Malynes en su Lex Mertcatoria nos advierte de la falacia de la baratura: “Procurar no competir con otros malbaratando para daño de la república, con el pretexto de aumentar el comercio; porque el comercio no aumenta cuando los bienes son muy baratos, porque la baratura procede de la corta demanda y la escasez de dinero, que hace las cosas baratas; de tal manera que lo contrario aumentael comercio, cuando hay abundancia de dinero y los bienes se vuelven más caros al ser demandados”. En el fondo, tras esta apreciación de Malynes nos parece ver el principio de las ventajas relativas en el comercio, ya que unos precios altos no impiden que determinados productos nacionales se vendan en el extranjero. Puesto que fue uno de los primeros autores en relacionar el incremento de precios en la nación con la disminución del paro y el aumento de la actividad económica, conviene hacer una reflexión sobre algunos autores de esta época que se pueden exceptuar del vituperio general que en épocas posteriores recayó sobre los mercantilistas (como se ha comprobado, Malynes, concretamente, fue reivindicado por Keynes en su Teoría General, pp. 305-306). A los mercantilistas, entre otros defectos, se les imputó el haber incurrido en la contradicción de considerar nefasto para la economía el aumento general de los precios y, a la vez, postular el enriquecimiento de la nación mediante la acumulación de metales TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 85 preciosos.5 Sin embargo, ciertos autores propugnaron la afluen- cia de metales preciosos con el objetivo de crear una reserva para hacer frente a grandes contingencias, principalmente la guerra. Bajo esta perspectiva, no pasaba a incrementar la circulación monetaria todo el dinero obtenido por la nación, quedando así gran parte de él esterilizado en el tesoro público y sin consecuencias, por lo tanto, en lo relativo al aumento de precios. Pero algunos autores, más bien pocos y entre ellos Malynes, adujeron importantes motivos económicos para que parte del dinero entrante fuera a parar a la circulación monetaria, aunque con ello se elevaran los precios. En primer lugar, porque la subida de los precios no era instantánea y en segundo lugar, porque la mayor cantidad de dinero y el alza de los precios estimulaban la actividad económica. El consiguiente desarrollo económico crearía más empleo. Malynes intervino en una polémica con Misselden que preconizaba una política monetaria discrepante con la suya. En la exposición de este último autor se alude brevemente a dicha polémica. Edward Misselden (1608-1654), mercader y economista inglés, fue miembro del comité permanente para la investigación de la decadencia del comercio que con el tiempo daría lugar al Board of Trade (Junta de Comercio). Era uno de los numerosos mercaderes asociados en la Merchant Adventures que se consideraron discriminados por los privilegios concedidos a la East India Company, fundada recientemente, en 1600. En su libro Comercio libre o el medio de conseguir un comercio floreciente (1622) atacó a la East India Company6 5 A este respecto, es preciso recordar que los mercantilistas españoles, por lo general, supieron apreciar en qué consistía la verdadera riqueza de una nación: en el desarrollo integral de la economía del país y no en la acumulación de oro y plata. por ejercer un comercio en régimen de monopolio, para el cual se le había concedido el privilegio de exportar un cierto contingente de plata con el que importaba productos procedentes de la India. A la 6 Aunque cambió de parecer posteriormente cuando se produjo un acercamiento entre él y Mun (director de la East India Company). vez, comparó este comercio con el que practicaban los miembros de su asociación (Spiegel, p. 131). Reclamaba libertad de exportación para la Merchant Adventures, ya que en eso consistía su concepción del libre comercio, en que a su compañía también se le otorgaran privilegios (Schumpeter, 1954, p. 409). Dado su concepto de libre comercio, no captó que su asociación practicaba un régimen comercial oligopolista. En su opinión, su compañía contribuía al enriquecimiento de la nación al importar el oro y la plata que obtenía vendiendo en el extranjero los productos ingleses, principalmente tejidos de excelente paño de lana; en cambio, la East India Company hacía todo lo contrario: importaba mercancías exportando metales preciosos, sin la posibilidad de que ese dinero regresara al país y, además, ejercía un estricto monopolio. Para fomentar el comercio exterior y conseguir entradas de metales preciosos, propuso la devaluación de la moneda inglesa, mediante un "aumento del valor facial" (citado por Spiegel, p. 133). Además, opinaba que no era necesario efectuar un control del tipo de cambio, ya que las salidas de metal dinerario no se debían a las manipulaciones de los banqueros, como decía Malynes, sino al resultado de un comercio internacional desequilibrado (Spiegel, p.131). Su propuesta de devaluar la moneda implicaba un posterior incremento de los precios interiores, que él nunca negó, pero supuso que subirían en menor proporción que la dimensión de la devaluación y que, mientras subían, el aumento del dinero en circulación favorecería la producción y, sobre todo, la exportación de mercancías con lo que se lograría la entrada de oro y plata en el país. Esto sería así porque a los extranjeros les saldría más barata la mercancía procedente del país que devaluó. La crítica de Misselden a la política monetaria de Malynes indujo a éste a replicarle escribiendo un opúsculo: Conservación del libre comercio con tres partes esenciales del tráfico (1622), en el que sostiene sus tesis anteriormente expuestas. Por su parte, al año siguiente, Misselden publicó su folleto El círculo del comercio (1623) donde proseguía con sus críticas contra Malynes, metafóricamente y en un tono más áspero. En TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 86 esencia, Misselden explicaba que en el centro del círculo del comercio se encontraba "la balanza comercial" (Schumpeter, 1954, p. 407n), siendo ésta la primera vez que se empleaba por escrito esta terminología para designar el resultado de las exportaciones e importaciones de mercancías (según Spiegel, p. 133; sin embargo Schumpeter, 1954, p. 397n, cita casos anteriores del empleo de dicha nomenclatura). La contrarréplica de Malynes no tardó en publicarse: El centro del círculo del comercio (1623); en ese centro estaba el beneficio que era el móvil esencial del comercio y no la balanza comercial que era un resultado, pero nunca un fundamento del comercio (Spiegel, p. 133). Sir Thomas Mun (1571-1641), director de la East India Company desde 1615, es considerado el máximo representante del mercantilismo inglés, por su libro póstumo La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior (1664), donde se recogen varios artículos escritos por este autor hacia 1630. Previamente había publicado un breve ensayo, Discurso sobre el comercio entre Inglaterra y las Indias Orientales (1621), en defensa de la East India Company, cuando al poco de su fundación surgieron las críticas por su posición de monopolio y privilegio, así como por privar a Inglaterra de plata que se podría haber empleado en usos monetarios. En su Discurso, Mun aduce una serie de motivos para demostrar que el comercio ejercido por su compañía con las Indias era sumamente beneficioso para Inglaterra: 1º.- Todas las especias, drogas, seda, índigo y restantes artículos muy preciados que se importaban de la India resultaban más baratos para los ingleses que si se compraran a los turcos, quienes hasta entonces controlaban ese tráfico con oriente y dominaban las rutas mediterráneas del Próximo Oriente (Mun, 1621, pp. 164 a 167). Además, se empleaban barcos y mano de obra inglesa en ese comercio (ibídem, p. 169). 2º.- El cupo de plata asignado a la Compañía (siempre en monedas foráneas, mayormente españolas, y jamás en moneda inglesa) para su exportación nunca se había utilizado en su integridad (ibídem, p. 174) ysiempre se había traído anualmente tanta plata como la que se exportaba (ibídem, p. 175). Además, la parte de plata empleada siempre había sido compensada con creces por el valor obtenido mediante la posterior venta de esas mercancías importadas directamente (ibídem, pp. 176 a 178). 3º.- La Compañía había colaborado en la apertura de nuevos mercados para los productos ingleses, (en particular, telas finas, estambres, quincalla, plomo y algunas otras mercancías inglesas). De los productos importados de la India más de sus tres cuartas partes, posteriormente, Inglaterra los reexportaba obteniendo unos excedentes (que se materializaban en la afluencia de un tesoro al reino de Inglaterra) que superaban a los conseguidos con todo el comercio restante (ibídem, pp. 174 y 178). 4º.- Se construían barcos para el comercio y para la guerra y con ello se empleaba mano de obra, madera, otras materias primas inglesas y se aumentaba el número de artesanos (ibídem, p. 182). Por otra parte, el stock de mercancías, materiales y barcos que este comercio generaba podía ser muy útil en caso de guerra (ibídem, p. 184). 5º.- El tráfico directo con las Indias había causado una disminución de los precios de las especias y demás artículos importados que permitía un gran ahorro al reino (ibídem, p. 197). 6º.- El abandono del comercio con la India sería aprovechado rápidamente por otros países (en concreto, Holanda, donde también se había creado una Compañía de Indias Orientales en 1602) y sería mucho peor, ya que la compra de los productos necesarios procedentes de las Indias habría que pagarlos más caros y provocaría mayor salida de metales preciosos a la par que un debilitamiento del poderío naval por falta de comercio (ibídem, pp. 200 y 201). Para Mun, las causas de la depresión económica no eran debidas a la exportación de plata de su compañía, sino a la devaluación de las monedas y la depreciación del tipo de cambio que originaban una fuga de las monedas inglesas sobrevaloradas (ibídem, pp. 203 y 204). Por eso, no era partidario de devaluar la moneda inglesa ya que saldrían del país las monedas con buen TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 87 peso quedándose las de bajo peso (ibídem, p. 205). Las soluciones que él contempla son: una mayor frugalidad en el consumo interior para que se originen excedentes exportables (ibídem, p. 208); un menor consumo de importaciones; un aumento de la producción de bienes para la exportación y de bienes sustitutivos de importaciones (ibídem, pp. 207 a 209); y el fomento de pesquerías. Mun (p. 136) recoge de la proclamación de los Estados Generales de los Países Bajos el apelativo con que los holandeses se refieren a la pesca: "importante mina de oro". En La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior, desde el punto de vista del comercio en general, en lugar del particular de la Compañía de Indias, expone esas mismas ideas y otras consideraciones. Nada más comenzar el libro, parte Mun (1664, p. 58) de la regla de oro para lograr la riqueza de la nación: "vender más anualmente a los extranjeros en valor de lo que consumimos de ellos" . Este objetivo se logra con la sobriedad en el consumo de importaciones, laboriosidad y el incremento de la producción de manufacturas ("riquezas artificiales") para el consumo interno y, mejor, para la exportación, en lugar de exportar materias primas ("riquezas naturales") que deben conservarse (ibídem, p. 59). La adopción de estas medidas originan "empleo para el pobre" (ibídem, p. 134). De paso, hace un panegírico de lo que es el valor añadido: "compárese nuestro vellón con nuestras telas, que requieren la trasquila, el lavado, el cardado, el hilado, el tejido, el bataneo, el teñido, el aderezo y otros arreglos, y encontraremos que esas manufacturas son más provechosas que la riqueza natural" (ibídem, p. 67). La política de los precios, cuestión a la que concede gran importancia, la expone de un modo que, actualmente, se puede identificar el concepto de elasticidad de la demanda (o cociente existente entre la variación porcentual de la cantidad demandada y la variación porcentual del precio, de modo que si tal cociente es menor que la unidad la demanda se dice que es rígida o poco elástica y si es mayor que la unidad, entonces, la demanda es elástica). El precio de los productos deberá fijarse en función de las características de la demanda extranjera. Las mercancías muy necesarias para los extranjeros, que no puedan encontrar en otros mercados, se pueden vender caras, "hasta tanto que el precio alto no ocasione una menor salida en cantidad" (ibídem, p. 60). Las restantes mercancías que no se encuentren en esa situación tendrán que venderse baratas antes que "perder el mercado de tales efectos" (ibídem, p. 60). A este respecto, Mun (ibídem, p. 61) considera que un 25% de reducción en el precio de las lanas, telas y otras mercancías origina un incremento del 50% en la cantidad exportada. Fue uno de los primeros autores en prestar atención a las denominadas "partidas invisibles" de la balanza de pagos, o sea, a la exportación de servicios; de ellos da una lista, destacando por su especial relevancia los fletes (o derechos por el transporte de mercancías) y los seguros (ibídem, pp. 61 y 82). Los impuestos, deben contribuir al mejoramiento de la balanza comercial; para ello, los impuestos a la exportación deberían ser bajos para evitar un incremento excesivo del precio de venta en el exterior que desalentaría la demanda; incluso sería conveniente la exención de este impuesto a las manufacturas exportables realizadas con materias primas extranjeras. En cambio, los impuestos a la importación de mercancías para consumo interno tendrían que ser altos (ibídem, pp. 65 y 66). Los impuestos son necesarios para la constitución de un tesoro al que acudir en caso de guerra (ibídem, pp. 121 y 122) y para convertir al país en una potencia militar ( ibídem, p. 130). Sin embargo, la acumulación anual al tesoro no debe exceder el valor del saldo de las exportaciones e importaciones porque, en caso contrario [por falta de liquidez] se contraería la actividad económica debido a la escasez de la circulación monetaria (ibídem, p. 128-129). Mun distingue claramente lo que es riqueza (la natural y la artificial) de lo que es un tesoro, o acumulación de dinero, que no sirve de nada si no se puede trocar por las provisiones y avituallamientos necesarios en el momento preciso (ibídem, p. 131). La circulación del dinero y la proporción de su cantidad en relación con el tráfico comercial y con los TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 88 precios es otro de los temas que merecen su atención. El dinero no debe dejarse ocioso en el interior de la nación, excepto el exceso antes mencionado del saldo entre exportaciones e importaciones, ya que el buen uso del dinero consiste en establecer un ciclo: dinero- mercancías-dinero. Primeramente se emplea para comprar mercancías, a continuación se venden y se vuelve a obtener dinero con el que iniciar nuevamente el ciclo; de este modo se multiplica el dinero y se logra el enriquecimiento (ibídem, p. 71). Si el dinero se queda en el interior del país, su abundancia hará subir los precios por lo que disminuirán las exportaciones (ibídem, p. 72). Por eso, el dinero también es exportable (ibídem, p. 68) para evitar el incremento de precios, ampliar el comercio y facilitar la afluencia de productos extranjeros con el objeto de elaborar nuevas manufacturas y luego reexportarlas; con todo ello se aumenta la riqueza de la nación. Mun hace una sagaz comparación entre la exportación de oro en el comercio exterior y la siembra en la agricultura:“Así, si contemplamos los actos de un labrador en la siembra, cuando arroja el grano abundante y bueno en la tierra, lo tomamos más bien por un loco que por un labrador, pero cuando pensamos en su tarea en la época de la cosecha, que es el final de sus esfuerzos, descubrimos el mérito y pingüe producto de sus actos” (ibídem, p. 75). En realidad, para cubrir las necesidades de cada cual, las personas no precisan disponer de gran cantidad de dinero en efectivo; "el resto debe pasar continuamente de hombre a hombre en intercambio, para su beneficio, por lo cual podemos concebir que un poco de dinero rige y distribuye grandes negocios diariamente para todos los hombres en su justa proporción" (ibídem, p. 86). Como se aprecia en esta frase, Mun es un precursor de la teoría implícita en la ecuación de cambios (aquélla que iguala el valor de un flujo monetario –constituido por un stock de dinero multiplicado por su velocidad de circulación– con el valor de un flujo de transacciones), ya que se puede identificar en su exposición los conceptos de volumen de las transacciones por periodo de tiempo, cantidad de dinero y, en cierto grado, su velocidad de circulación. Al igual que Malynes, opina que no es conveniente la devaluación de la moneda aduciendo un argumento similar al de aquel autor, o sea, que no proporcionaría los resultados deseados ya que los demás países pronto reaccionarían adoptando la misma medida (ibídem, p. 86). Pero, además, aportó una nueva y sólida razón: la pretensión de revalorizar el tesoro público mediante una devaluación a quien realmente beneficia es a España que es la propietaria del tesoro americano (ibídem, p. 85); es decir, la devaluación de la moneda implica un aumento del valor del oro en lingotes y, por lo tanto, un país productor de oro resultaría beneficiado. Respecto al tipo de cambio opina que sus fluctuaciones obedecen a las variaciones del comercio exterior, por lo que su causa se encuentra en la abundancia o escasez de la moneda nacional en los mercados de divisas (ibídem, p. 97). Critica a Malynes, no porque considerara la salida del dinero inglés a consecuencia de la devaluación de la moneda, sino por proponer para evitarlo el mantenimiento del tipo de cambio por la autoridad pública, cuando, en realidad la devaluación de la moneda inglesa contribuía a que no saliera del reino todo el dinero que debería exportarse (si se mantuviera el tipo de cambio a la par) debido a un saldo comercial deficitario (ibídem, pp. 98 y 99). Hoy sabemos que la explicación de esto es que si no se devalúa la moneda nacional resulta favorecida; es decir, apreciada en los mercados de divisas con lo que tiene un alto poder de compra en el extranjero y por eso tiende a salir. Para Mun (ibídem, p. 150) “Es una norma verdadera de nuestro comercio exterior que en aquellos lugares en donde nuestras mercancías exportadas son superadas en valor por mercancías extranjeras traídas a este reino, allí nuestro dinero esta devaluado en el cambio, y en donde lo contrario de esto sucede, allí nuestro dinero es sobreestimado.” El tipo de interés y el comercio se encuentran íntimamente relacionados, ambos suben o bajan a la vez, por tanto no es cierto “que el comercio decrece cuando la usura aumenta” (ibídem, p. 118): los tipos de interés bajos no estimulan los negocios (en contra de la opinión de otros autores), están bajos porque no hay demanda de dinero debido a un decaimiento de la actividad económica; entonces, los comerciantes no pueden utilizar sus propios medios, por lo que de ninguna forma TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 89 tendrán que recurrir a los préstamos de los demás, de los ricos que “no saben como emplear su dinero, si el comerciante no lo toma a interés (aunque sea a tipo bajo)” (ibídem, p. 118). En terminología moderna, podríamos decir que en esta ocasión presenta una teoría de la demanda de dinero en función de los beneficios esperados; o sea, la tasa de beneficios debe ser superior al tipo de interés. En principios económicos similares vio Keynes (1936, p. 305) un esbozo anticipado de la eficiencia marginal del capital como algo distinto del tipo de interés También colaboró en precisar el concepto de la balanza comercial nacional, o general, que distingue de la balanza comercial particular con un país considerado individualmente (ibídem, p. 96). Para Mun lo verdaderamente importante era que la balanza general arrojara un superávit, aunque particularmente la balanza con un país concreto tuviera un déficit comercial (ibídem, pp. 64 y 82). También tuvo en consideración la ganancia en general para la nación aunque algún agente económico particular, como su compañía, arrojara un saldo comercial deficitario con el extranjero (ibídem, pp. 64 y 82). TEMA 6: EL MERCANTILISMO I : Primeras manifestaciones Prof. Dr. Eduardo Escartín González Τ6 − 90 BIBLIOGRAFÍA ANÉS, Gonzalo (1992): Estudio preliminar al libro de Bernardo de Ulloa Restablecimiento de las fábricas y comercio español; Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1992. KEYNES, John Maynard: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero; versión en español del Fondo de Cultura Económica, México, 1970. MARTÍN RODRÍGUEZ, Manuel (1999, a): Subdesarrollo y desarrollo económico en el mercantilismo español; publicado en Economía y economistas españoles, Tomo 2; Círculo de Lectores, S.A., Barcelona, 1999. MARTÍN RODRÍGUEZ, Manuel (1999, b): Población y análisis económico en el mercantilismo español; publicado en Economía y economistas españoles, Tomo 2; Círculo de Lectores, S.A., Barcelona, 1999. 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