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EL FEMINISMO ISLÁMICO COMO ALTERNATIVA POLÍTICA EN ARABIA 
SAUDITA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES 
CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES 
BOGOTÁ D.C. 
2017
EL FEMINISMO ISLÁMICO COMO ALTERNATIVA POLÍTICA EN ARABIA 
SAUDITA 
 
 
 
 
 
 
 
 
KAROL DANIELA RODRÍGUEZ CUCAITA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES 
CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES 
BOGOTÁ D.C. 
2017
 
EL FEMINISMO ISLÁMICO COMO ALTERNATIVA POLÍTICA EN ARABIA 
SAUDITA 
 
 
 
 
 
KAROL DANIELA RODRÍGUEZ CUCAITA 
Trabajo de Grado para optar el título de Internacionalista 
 
 
 
 
 
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO 
GERMÁN CAMILO PRIETO CORREDOR 
Doctor en Ciencia Política 
 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES 
CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES 
BOGOTÁ D.C. 
2017 
I 
 
 
 
 
 
 
 
 
A Dios por sus interminables bendiciones. 
A mis padres por sus inconmensurables sacrificios. 
A mi hermana por su compañía irremplazable. 
II 
 
Índice 
Introducción ............................................................................................................... 1 
1. El rol del patriarcado en el Medio Oriente y el Norte de África .......................... 4 
1.1 El concepto del patriarcado en las sociedades islámicas ................................ 5 
1.2 El patriarcado y la participación política ........................................................... 8 
1.3 Feminismo Islámico y sus características ...................................................... 12 
1.4 Conclusión ...................................................................................................... 15 
2. El caso de la mujer en Arabia Saudita .............................................................. 16 
2.1 Contexto social y político de las mujeres en Arabia Saudita ......................... 17 
2.2 Activismo social en defensa de la igualdad de género .................................. 23 
2.3 Políticas de Participación Política en Arabia Saudita .................................... 26 
2.4 Conclusión ...................................................................................................... 28 
3. El Feminismo Islámico en Arabia Saudita ........................................................ 29 
3.1 Discurso del Rey Abdullah en el año 2011 frente al Consejo de la Shura .... 30 
3.2 Decreto Real del año 2013 relativo a la participación de las mujeres en el 
Consejo de la Shura ............................................................................................. 35 
3.3 Decreto Real M-61 del año 2014 relativo a la participación de las mujeres en 
las elecciones a los Consejos Municipales .......................................................... 40 
3.4 Discurso del Rey Salman en el año 2015 frente al Consejo de la Shura, la 
Familia Real y el clero .......................................................................................... 43 
3.5 Conclusión ...................................................................................................... 48 
Conclusiones ........................................................................................................... 49 
Bibliografía ............................................................................................................... 51 
1 
 
Introducción 
El problema que plantea este trabajo es que el Estado de Arabia Saudita se 
encuentra regido actualmente por interpretaciones patriarcales del Islam. Esta 
óptica ha limitado los derechos de la mujer en dicha sociedad, recluyéndola a la 
esfera privada. De acuerdo a las leyes saudíes, todo lo relacionado con la mujer 
debe estar excluido de los ojos de los hombres, lo cual ha resultado en el 
establecimiento de una jerarquía “natural” en la que el hombre está por encima de 
la mujer, según la interpretación tradicionalista del Corán. 
Es así como las mujeres no pueden salir sin autorización de su guardián (padre, 
hermanos, tíos, esposo, etc) y sin su abayah puesta (vestido tradicional saudí), no 
se les permite conducir, las escuelas y universidades están divididas para hombres 
y mujeres, así como los lugares de trabajo y los lugares públicos, no tienen control 
total sobre su vida reproductiva, no pueden aplicar a un empleo sin el permiso de 
su guardián o empezar un negocio por sí mismas, incluso no pueden expresar su 
opinión si su guardián no la pide o no es permitido que una mujer esté en la misma 
habitación con un hombre que no está unido en sangre a ella o es su guardián. 
Estos son solo algunos ejemplos. 
Por otro lado, el Feminismo Islámico propone el estudio del Corán con el fin de 
entender el papel igualitario de la mujer en la comunidad musulmana de acuerdo al 
texto sagrado del Islam. De acuerdo a este movimiento, la religión desde sus 
orígenes planteó la “igualdad fundamental entre hombres y mujeres como seres 
humanos” (Badran, 2010, pág. 69). En este sentido, las estructuras sociales de 
patriarcado que han existido no corresponden al mensaje que le fue revelado al 
Profeta Mahoma. 
En lo que atañe a las Relaciones Internacionales, esta investigación resulta 
provechosa porque el movimiento Feminista Islámico está presentándose en varios 
países del Medio Oriente, lo que quiere decir que es una corriente trasnacional. Por 
ejemplo, en el caso de Palestina desde los años de la Primera Intifada en los 90, las 
mujeres tuvieron un rol importante en las protestas, y posteriormente este hecho 
2 
 
incentivó discusiones en torno a asuntos como el abuso doméstico, el abuso sexual 
y el status personal. A partir de entonces se excluyó a las mujeres de la política 
palestina, lo que dio pie al surgimiento de organizaciones que abogan por la 
inclusión de las mujeres en la lucha palestina (Giacaman & Johnson, 2001, págs. 
150-155). Otro caso es el de Kuwait, en donde el gobierno controla todas las 
organizaciones feministas, y estas no pueden ir contravía de los principios islámicos 
de dicho país. No obstante, algunos grupos pedían el derecho al voto para la 
población femenina, algo que de acuerdo a su postura no era contradictorio con los 
principios islámicos. Finalmente en 2005 se materializó el voto para las mujeres (Al-
Mughni, 2001, págs. 177-182). 
Adicionalmente, en Irak las mujeres conformaron un movimiento feminista islámico 
de gran fuerza, que les permitió acceder a posiciones dentro de las cuales podían 
adelantar objetivos políticos y sociales, principalmente bajo el estandarte de la 
Federación General de Mujeres Iraquíes. Esta institución contaba con una cantidad 
numerosa de miembros, lo que le daba más fuerza. Del otro lado, las mujeres 
iraquíes también defendían la importancia del rol de la maternidad en la familia y la 
mujer como encargada del cuidado de los hijos (Halsell, 1998, pág. 176). Los 
ejemplos anteriores son solo unos pocos del total de países en donde hay presencia 
de organizaciones feministas islámicas. Conocer la influencia que está teniendo un 
movimiento transfronterizo en Arabia Saudita podría ampliar el conocimiento sobre 
las demandas de las activistas y el impacto que están generando en la región y en 
el mundo. 
Teniendo en cuenta lo anterior, esta investigación indaga sobre cómo la corriente 
feminista islámica ha influido sobre las políticas estatales de participación política 
de las mujeres en Arabia Saudita. Para poder responder a esta pregunta se deben 
cumplir los siguientes objetivos específicos: 
I. Evidenciar la situación política y social que caracteriza la vida de las mujeres 
en el Medio Oriente, haciendo especial énfasis en Arabia Saudita. 
3 
 
II. Identificar los actores que promueven políticas de participaciónpolítica 
femenina en Arabia Saudita, justificadas a través del Feminismo Islámico. 
III. Determinar la medida en que las políticas de participación política han sido 
influenciadas por el Feminismo Islámico en Arabia Saudita. 
En cuanto a la metodología de este trabajo consistirá la muestra de la investigación 
se centrará en dos políticas de participación política concretas, que fueron emitidas 
mediante decretos reales. La primera de ellas se dio en el año 2013, gracias a la 
reforma del Artículo III del Estatuto del Consejo de la Shura que permitió que 30 
mujeres hicieran parte, por primera vez, de dicho órgano asesor de proyectos de ley 
para la monarquía (La Vanguardia, 2013; Saudi Press Agency, 2013). La segunda 
política se dio en 2015, por medio del Decreto Real M/61 de 2014, el cual permitió 
que las mujeres en Arabia Saudita tuvieran el derecho del voto para las elecciones 
de consejos municipales, así como la posibilidad de postularse como candidatas a 
las mismas. Se debe tener en cuenta que fue la primera vez que le fue reconocido 
este derecho a la población femenina (Al Jazeera, 2015; Buchanan, 2015). 
Igualmente, se trabajarán discursos de los dos últimos gobernantes de Arabia 
Saudita, el Rey Abdullah y el Rey Salman, los cuales son importantes para la 
participación política femenina en el país. 
Para esta investigación se aplicará el análisis de discurso a la muestra 
anteriormente especificada, ya que este método permite estudiar “el lenguaje como 
medio de interacción” en los discursos y de este modo descifrar las prácticas 
sociales que aquellos llevan implícitos, es decir, permite analizar lo que “la gente 
hace”. De acuerdo a Silverman, el análisis de discurso revela la “forma en que 
versiones del mundo, la sociedad, eventos […] son producidos en el discurso” 
(Silverman, 2001, pág. 179). De este modo, el análisis de discurso se utilizará, por 
ejemplo, para leer los decretos reales que dieron origen a estas políticas de 
participación política femenina. Se buscará entender qué tipo de justificación se da 
para este cambio, cuáles son las condiciones bajo las que entran en vigor, qué rol 
4 
 
juega el Islam en estos procesos, quiénes son los que promueven dichos cambios 
y por qué. 
La tesis de este trabajo de investigación afirma que el Feminismo Islámico ha 
logrado encontrar espacios dentro de Arabia Saudita, los cuales se evidencian en 
las interpretaciones hechas por el gobierno de fuentes islámicas, gracias a lo cual 
se ha logrado el reconocimiento de derechos de participación política femenina. 
El texto estará dividido en tres capítulos. El primero trabajará el concepto de 
patriarcado y sus implicaciones multidimensionales. El segundo estudiará el 
patriarcado en el caso de la mujer en Arabia Saudita. Y el tercero analizará el 
Feminismo Islámico en la participación política femenina en Arabia Saudita. 
 
1. El rol del patriarcado en el Medio Oriente y el Norte de África 
La problemática tratada en este trabajo apunta a que las interpretaciones 
patriarcales del Islam han limitado los derechos de las mujeres en los países 
islámicos, lo que ha causado desigualdades de género que impiden que la población 
femenina puede acceder a las mismas oportunidades que los hombres y, por 
consiguiente, no puedan desarrollar su vida plenamente. 
En este capítulo se explica el concepto de patriarcado, el cual es vital para 
comprender las relaciones de género que existen en el Medio Oriente y el Norte de 
África, región en la que habitan la mayoría de musulmanes en el mundo. Asimismo, 
se evidencia las maneras en que los valores patriarcales se instalan en todos los 
niveles políticos, sociales y económicos, abarcando la totalidad de la realidad dentro 
de dichas sociedades y que permiten constatar la dificultad que supone el 
patriarcado para los derechos igualitarios entre géneros. Otro aspecto que se 
describe es el del surgimiento de otras interpretaciones islámicas no patriarcales, lo 
que plantea un enfrentamiento de visiones de mundo para esta región, pero que 
puede constituir una alternativa local con la cual lograr la igualdad de género. 
5 
 
El capítulo inicia con una descripción del patriarcado en las sociedades islámicas, 
especificando la forma en que la familia juega un rol fundamental en el 
sostenimiento y reproducción de las instituciones patriarcales. Posteriormente, se 
detalla la participación política y los derechos de las mujeres en países islámicos y 
la manera en que estos procesos interactúan con el patriarcado. Finalmente, se 
explica el Feminismo Islámico como una respuesta a los valores patriarcales que 
dominan la realidad de la región y cómo este movimiento puede transformar dichas 
sociedades hacia horizontes de igualdad de género. 
1.1 El concepto del patriarcado en las sociedades islámicas 
Durante las últimas cuatro décadas, el papel de la mujer en los países islámicos del 
Medio Oriente y el Norte de África se ha basado en una serie de instituciones 
patriarcales, las cuales han limitado el margen de acción al cual las mujeres pueden 
apelar. De este modo, las libertades de la población femenina se restringen en 
muchos ámbitos dentro de las sociedades en las que viven, tanto por parte del 
Estado como por parte de las comunidades, causando desigualdad en relación con 
su contraparte masculina. 
Es importante aclarar que en el territorio anteriormente mencionado existe una gran 
diversidad cultural debido a la numerosa cantidad de países que allí se encuentran 
ubicados, por lo que sería incorrecto realizar afirmaciones que reflejen la región 
como totalmente homogénea. No obstante, existe un conjunto de valores básicos 
compartidos por dichos países islámicos que permiten hacer una descripción 
general sobre el contexto social y político de las mujeres en el Medio Oriente y el 
Norte de África. 
Inicialmente, el patriarcado hace referencia a la preferencia dada a los hombres, 
incluyendo a los ancianos, basada en “términos de parentesco”. Ellos se convierten 
en líderes de las familias, su autoridad se impone sobre los miembros más jóvenes, 
y especialmente sobre las mujeres. Particularmente, a ellas se les enseña a respetar 
la superioridad que encarnan los padres, hermanos, tíos, abuelos e incluso primos. 
Igualmente, sobre los hombres pesa la responsabilidad de cuidar de las mujeres a 
6 
 
su cargo, lo cual implica que aquellos poseen la facultad de ejercer poder sobre 
ellas (Joseph & Slyomovics, 2001, pág. 2). Esta relación lleva implícita una 
concepción jerárquica entre géneros, en la cual las mujeres se encuentran con 
condiciones desiguales que les impiden gozar de los mismos beneficios de los 
hombres (Joseph & Slyomovics, 2001, pág. 2). Tal estructura patriarcal se 
reproduce en todos los niveles de la sociedad, por lo que resulta muy difícil que las 
mujeres encuentren espacios en los que no se vean sometidas a la figura masculina. 
Así pues, el patriarcado se manifiesta principalmente a través de la familia, que a 
su vez es la unidad más importante en las sociedades islámicas. Su influencia 
resulta vital en “términos políticos, económicos, sociales y religiosos” (Joseph & 
Slyomovics, 2001, pág. 1), lo que significa que dicha institución abarca la totalidad 
de la vida de los individuos que la componen. De esta manera, los vínculos 
familiares son indispensables para establecer conexiones sin las cuales no se 
puede acceder a distintas esferas públicas y privadas, ya que la institución de la 
familia se privilegia en todos los ámbitos. Uno de los aspectos que caracterizan a 
las familias es que son símbolo de seguridad económica, tanto en el sentido de 
brindar protección porque sus miembros “sienten la obligación” de cuidar 
financieramente unos de otros, como en el sentido de brindar oportunidades porque 
es común que entre ellos inicien negocios, ofrezcan empleos y sean copropietarios 
de capital,entre otras iniciativas (Joseph & Slyomovics, 2001, págs. 1-4). 
Asimismo, la familia es fundamental si se desea tener acceso al sector político 
debido a que el gobierno tiende a distribuir sus recursos y servicios de acuerdo a 
las relaciones familiares que se contraen con agentes del Estado (Joseph & 
Slyomovics, 2001, pág. 4). Es posible decir que entre más poderosa es una familia, 
mayores posibilidades tiene de acceder a agencias gubernamentales. Por supuesto, 
parte de este poder proviene de la reputación que cierta familia tenga dentro de su 
comunidad, y este se puede alcanzar si demuestra ser capaz de seguir con rigor los 
valores islámicos –patriarcales– que son comúnmente aceptados. 
7 
 
Ahora bien, de acuerdo a la afirmación de Joseph y Slyomovics (2001): “ya que la 
familia es patriarcal, la política también privilegia el patriarcado” (pág. 5). Por ello, 
las mujeres se ven obligadas a recurrir a sus relaciones familiares para incrementar 
las probabilidades de que sus demandas como ciudadanas sean escuchadas por el 
gobierno. Adicionalmente, el Estado se encarga de replicar el patriarcado por medio 
de leyes relacionadas con el matrimonio, el divorcio, la herencia, la custodia de los 
hijos y la poligamia, en las que suele favorecerse al hombre (Population Bulletin, 
1993, pág. 30). Añadido a esto, el cumplimiento de las leyes se encuentra bajo 
control de las instituciones religiosas, razón por la cual los clérigos adquieren una 
alta capacidad de injerencia en los asuntos familiares de los individuos. Sin 
embargo, los cleros promulgan una interpretación tradicionalista del Corán –el libro 
sagrado del Islam– que entiende el mundo a través del patriarcado y en 
consecuencia se establece una serie de preceptos que dejan a la mujer en 
condiciones de inferioridad con respecto al hombre; además, sobre la imagen 
femenina se construyen nociones de género que perjudican las aspiraciones de 
igualdad entre hombres y mujeres. 
En relación con lo anterior, uno de los valores fundamentales más importantes en 
las familias de países islámicos es el honor de la familia, este hace referencia “al 
propio sentido de dignidad, identidad, status, […], y estima pública que está 
vinculado al respeto con que la familia es percibida por la comunidad” (Joseph & 
Slyomovics, 2001, pág. 6). En otras palabras, el honor está asociado con la 
reputación que la familia tiene dentro de su comunidad, motivo por el cual a las 
personas se les enseña que sus acciones repercuten directamente en su familia, 
así que su comportamiento debe ser ejemplar y, precisamente por el honor de esta, 
deben estar dispuestos a llevar a cabo sacrificios personales que beneficien a la 
totalidad de los miembros. En concordancia con esta creencia, el honor de la familia 
es visto desde una perspectiva patriarcal que afecta a las mujeres, debido a que 
parte de dicho control de comportamiento ejercido por los hombres y los ancianos 
interviene en asuntos como “la sexualidad de las mujeres, el movimiento en esferas 
8 
 
sociales, y en cierto grado, las oportunidades económicas” (Joseph & Slyomovics, 
2001, pág. 6). En resumen, el honor sirve de excusa para incrementar la autoridad 
del patriarcado –y con este, el de los hombres– sobre las mujeres, pues de aquellas 
se espera abnegación si sus intereses entran en conflicto con los de su familia, o 
más específicamente, con los de los hombres que pertenecen a esta (Joseph & 
Slyomovics, 2001, págs. 6-7). 
En definitiva, la familia es determinante para que una persona sea capaz de 
materializar sus intereses en las sociedades islámicas del Medio Oriente y el Norte 
de África. En el caso de las mujeres, a pesar de que esta dependencia revela a la 
familia como una fuente de apoyo y protección, también puede llegar a resultar 
desventajosa debido a los valores patriarcales a los cuales deben someterse si 
desean tener mejores oportunidades a lo largo de su vida. 
1.2 El patriarcado y la participación política 
Visto desde otro ángulo, es relevante ver la manera en que las instituciones 
patriarcales afectan la participación política de las mujeres en los países islámicos 
de Medio Oriente y el Norte de África, con el fin de permearse del contexto social y 
político que rodea a la población femenina. Inicialmente, el concepto de 
participación política debe ser entendido como una actividad que “[busca] influenciar 
el trabajo del gobierno, ya sea influyendo directamente en los formuladores de 
políticas o en la implementación de las políticas, o indirectamente influyendo en la 
selección de las personas que hacen estas políticas” (Al Maaitah, Al Maaitah, 
Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, pág. 13). 
Por un lado, la comunidad internacional, encabezada por las Naciones Unidas, ha 
promovido en las últimas décadas la protección de los derechos humanos, así pues, 
como parte de esta campaña se desarrolló un trabajo enfocado en la erradicación 
de la desigualdad de las mujeres en relación con su contraparte masculina. En dicho 
proceso, los países islámicos se han convertido en una región con dificultad para 
adoptar medidas en torno a la igualdad de género. No obstante, sí existen iniciativas 
para lograr avances en esta materia, como es el caso de las Primeras Damas de 
9 
 
distintos países, quienes se han pronunciado a favor de la participación de las 
mujeres en la construcción de sus propias comunidades, de manera que tienen que 
gozar de los mismos beneficios que los hombres (Al Maaitah, Al Maaitah, Olaimat, 
& Gharaeibeh, 2011, págs. 7-9). 
Como resultado de estos llamados a la realización de reformas estatales, algunos 
países como Túnez y Marruecos han incluido en sus constituciones determinados 
postulados que establecen que las mujeres deben ser consideradas como 
ciudadanas con los mismos derechos y deberes que los hombres. Otros países 
como Argelia, Egipto y Jordania han promulgado leyes que incentivan la incursión 
femenina en el mercado laboral y los escenarios políticos tales como licencias de 
maternidad y derecho al voto. También, como parte de esta transformación, países 
como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Líbano, Jordania, Palestina, Argelia, Irak y 
Bahréin crearon instituciones gubernamentales como ministerios, consejos o 
comités con el fin de incluir a las mujeres como actores políticos directos. Sus 
funciones son manejar asuntos de mujeres e igualdad de género, planificar políticas 
y proyectos de ley, así como preparar informes para la ONU. En algunos casos, las 
Primeras Damas ocupan cargos importantes dentro de las instituciones, lo cual 
otorga mayor legitimidad a los ojos de las élites, asegurando la continuidad de su 
actuación (Al Maaitah, Al Maaitah, Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, págs. 9-11). 
Igualmente, después de la Conferencia de Pekín en 1995 bajo el marco de las 
Naciones Unidas, en la que se trató el tema de igualdad de género, los Estados 
islámicos como Egipto, Jordania y Bahréin comenzaron a introducir el debate de 
género dentro de sus agendas políticas, así como se empezaron a desarrollar 
estrategias nacionales para atender problemas concernientes a las mujeres. 
Asimismo, a partir de este escenario multilateral, muchos Estados árabes llevaron 
a cabo cambios en sus legislaciones con el fin de asegurar a las mujeres derechos 
laborales, de seguridad social y protección en contra de la violencia (Al Maaitah, Al 
Maaitah, Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, pág. 13). Posteriormente, en el 2004 se dio 
a conocer la Declaración de Túnez, producto de la Cumbre Árabe de ese mismo 
10 
 
año, aquel documento informaba sobre el compromiso político de los 22 países de 
la Liga de Naciones Árabes (VOA, 2004) a fortalecer la participación política, 
económica y social de las mujeres, adicional al deber de reforzar el status de la 
figura femenina en sus sociedades. Uno de los resultados más significativos de esta 
declaración fue la difusión de leyesque obligaban a que los parlamentos y los 
partidos políticos tuvieran una cuota mínima de mujeres en sus filas, garantizando 
de esta manera una aplicación más rápida y efectiva del compromiso. Algunos 
países en los que se puede observar este tipo de discriminación positiva son 
Jordania, Egipto, Marruecos, Palestina, Mauritania, Sudán y Somalia. Aún más, hay 
países en los que las mujeres ya no solo están aspirando a ocupar puestos en la 
rama legislativa, sino también hacen parte del servicio diplomático y ocupan altos 
cargos judiciales y ejecutivos (Al Maaitah, Al Maaitah, Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, 
págs. 13-18). 
A pesar de que estos esfuerzos son valiosos en el largo y difícil camino de la 
inclusión femenina, la región tiene el nivel más bajo de participación de mujeres en 
la rama legislativa en todo el mundo, por lo que medidas más profundas tienen que 
ser aplicadas. Los avances que se den en este campo van a ser fundamentales 
para que las mujeres tengan una voz sobre las políticas que afectan directamente 
sus vidas. 
Aunque se ha adelantado todo un conjunto de esfuerzos para eliminar la 
discriminación contra la mujer, prevalecen elementos culturales muy arraigados que 
dificultan dicha tarea. En una sociedad patriarcal que promueve una división del 
trabajo muy clara, en la que la mujer debe estar relegada al hogar, encargada 
exclusivamente de su familia, es el hombre sobre quien recae la responsabilidad de 
tomar las decisiones sobre el curso de su comunidad. De este modo, se establece 
una dicotomía entre lo público y lo privado, es decir, entre lo masculino y lo 
femenino, una barrera que muchas veces resulta difícil de traspasar. Las mujeres 
que han ingresado a las esferas públicas se han enfrentado a una dura resistencia 
11 
 
por parte de algunos sectores que se oponen a que ellas tengan una injerencia real 
en la política. 
Adicionalmente, como consecuencia de ese mismo patriarcado, las mujeres no 
tienen confianza en sí mismas, en la capacidad de convertirse en actores con poder 
dentro del Estado, más allá de sus hogares. Esto a su vez se refleja en el hecho de 
que las mujeres aún no creen que las candidatas en una elección política sean las 
mejores aspirantes para ocupar cargos de ese calibre, por lo que los candidatos 
masculinos siguen abarcando gran parte de las votantes femeninas (Al Maaitah, Al 
Maaitah, Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, pág. 21). Por lo tanto, los gobiernos no 
pueden fomentar únicamente enfoques top-down sino que también deben prever 
que sus políticas tengan enfoques bottom-up, con el fin de causar cambios 
estructurales que alienten a hombres y mujeres a aceptar la igualdad y participar de 
ella activamente. 
Cabe resaltar que el patriarcado no es inherente al Islam per se, sino que su 
justificación religiosa está dada por una interpretación tradicionalista del Corán que 
presenta la hombre y la mujer en una relación jerárquica, en que la figura femenina 
está por debajo de la masculina y por ende no es igualitaria. Partiendo de esto, uno 
de los argumentos que emergen de las sociedades islámicas en contra de la 
igualdad de género es que tal concepto hace parte de una imposición cultural de 
occidente, que no encaja con su religión y su cultura. Sin embargo, esto no es del 
todo cierto, pues ya ha habido casos de presidentas musulmanas en países 
islámicos, como es el caso de Pakistán, Indonesia o Bangladesh (Al Maaitah, Al 
Maaitah, Olaimat, & Gharaeibeh, 2011, pág. 22). Esto quiere decir que hay 
antecedentes que demuestran que la población femenina puede aportar en 
cualquier esfera al igual que los hombres, sin que esto afecte lo que aquellos países 
islámicos consideran como valores locales, confirmando de esta forma que el 
impedimento a la incursión de las mujeres en las esferas públicas de la sociedad 
radica en las visiones patriarcales. 
12 
 
Entendido lo anterior, “iniciativas nacionales significativas relacionadas con el 
empoderamiento de las mujeres han surgido, lideradas por mujeres, figuras 
políticas, el público y las comunidades locales” (Al Maaitah, Al Maaitah, Olaimat, & 
Gharaeibeh, 2011, pág. 15). La sociedad civil ha adquirido un papel determinante 
en la lucha por la igualdad de género y de allí se han generado diferentes grupos 
con diversos puntos de perspectiva desde los cuales abordar este tema. Una de 
dichas perspectivas que será trabajada en particular es el Feminismo Islámico, que 
construye un puente entre el concepto de igualdad de género –calificado por 
muchos de occidental– y la cultura islámica. 
1.3 Feminismo Islámico y sus características 
Desde la mitad del S. XIX se dio la aparición de llamamientos sociales en Medio 
Oriente que reivindicaban el papel de la mujer y los derechos de esta como miembro 
activo de la sociedad. Parte de su motivación se hallaba en el hecho de que 
cualquier progreso que tales países pudieran alcanzar no se daría si sus mujeres 
se hallaban sometidas bajo la dominación patriarcal (Paradela, 2014, págs. 1-2). 
Hacia el S. XX, las principales demandas del movimiento eran las concernientes a 
la educación, el matrimonio forzado, la poligamia y el uso del velo. Además, la causa 
feminista se vio unida a la causa independentista, puesto que por aquella época los 
países de África se encontraban bajo el yugo colonizador europeo. Algunas de sus 
más álgidas exponentes tenían una relación cercana con Europa, motivo por el cual 
muchas mujeres tacharon sus reclamaciones de “occidentalistas”, aspecto que 
conllevó a que se pensara que en cierto modo estas líderes promovían un 
pensamiento colonizador que perpetuaría el dominio extranjero. Posteriormente, 
hacia la década de los 70 algunas naciones como Irán, con la Revolución Islámica, 
llevaron a cabo procesos de “reislamización” de sus sociedades, por lo que se 
registró un retroceso en cualquier avance realizado en materia de igualdad de 
género, debido a que estas iniciativas políticas apelaban al regreso de una sociedad 
con una Islam más tradicional. Finalmente, hacia la década de los 90 apareció lo 
que actualmente se conoce como Feminismo Islámico, el cual asegura que el Islam 
13 
 
por sí mismo permite la liberación de las mujeres, puesto que en su libro sagrado –
El Corán– se establece la igualdad entre hombres y mujeres (Paradela, 2014, págs. 
2-6). 
El Feminismo Islámico propone el estudio del Corán con el fin de entender el papel 
igualitario de la mujer en la comunidad musulmana de acuerdo al texto sagrado del 
Islam. Según este movimiento, la religión desde sus orígenes planteó la “igualdad 
fundamental entre hombres y mujeres como seres humanos” (Badran, 2010, pág. 
69). En este sentido, las estructuras sociales de patriarcado que han existido no 
corresponden al mensaje que le fue revelado al Profeta Mahoma. 
Vale la pena agregar que las activistas pertenecientes al Feminismo Islámico no 
buscan transformar el Islam, sino resaltar los puntos que ya contiene en sí mismo, 
y que demuestran que la mujer y el hombre son considerados complementos, el uno 
del otro en igual medida. 
Según Badran (2010), el Islam es la única de las tres religiones abrahámicas que 
contiene en su texto sagrado directrices que establecen a la mujer como igual frente 
al hombre, a pesar de las percepciones negativas que la sociedad global alberga 
respecto al Islam como la religión más patriarcal de todas. De hecho, Rivera de la 
Fuente (2014) expone que el Corán reconoce a la mujer derechos como el trabajo 
y la propiedad, el manifestar una opinión, igualdad ante la ley y manutención en 
caso de divorcio. 
Ahora bien, tanto Badran (2010) como Rivera de la Fuente (2014) consideran que 
la aparición del Feminismo Islámico se dio gracias a lo que ellas llaman “Islam 
Político”, que en otras palabras hace referencia a la reislamización de ciertos países 
en los años 70 como el caso de Irán, y que puso en la agenda política el rolque se 
suponía debía tener la mujer en dicha sociedad. Se distinguieron 3 corrientes acerca 
de este tema: tradicionalista, neo-tradicionalista y modernista (Rivera de la Fuente, 
2014, págs. 205-207). La tradicionalista recluye al género femenino a la esfera 
privada y doméstica, debido a una desigualdad natural entre el hombre y la mujer. 
14 
 
La neo-tradicionalista afirma que los hombres y las mujeres fueron creadas en 
igualdad pero que los roles que ocupan en la sociedad son distintos. Por último, la 
modernista estipula que es posible alcanzar la modernidad sin dejar de lado las 
creencias y los valores religiosos. Es precisamente bajo la corriente modernista que 
se gesta el Feminismo Islámico. 
Así pues, el proceso de reislamización provocó que el debate sobre la mujer ganara 
relevancia, dando como resultado dos décadas más tarde al Feminismo Islámico, 
que no rechaza la religión que el “Islam Político” defiende pero que halla en ella los 
argumentos para luchar contra el mismo. 
Badran (2010) ofrece ejemplos en los que la discriminación contra la mujer se 
materializó en la sociedad islámica. El primero es el fiqh (jurisprudencia islámica), 
en el cual la interpretación patriarcal del Corán ha llevado a que se tergiverse la 
igualdad de género estipulada en el libro, de tal manera que la sharia (leyes 
islámicas) ha dejado a muchas mujeres bajo condiciones desiguales frente a la ley 
respecto a sus contrapartes masculinas. Estas leyes también son conocidas como 
“códigos de familia” o “códigos de estatuto personal” y se encargan de regir asuntos 
relativos a filiación, herencia, matrimonio/divorcio y las custodias de los hijos 
(Paradela, 2014, pág. 4). Por ejemplo, a pesar de que la sharia reconoce que las 
mujeres tienen derecho a su parte del patrimonio familiar, en muchas ocasiones 
ellas nunca llegan a recibir nada (Joseph & Slyomovics, 2001, pág. 4). 
Otro espacio en el que las mujeres se ven relegadas es el relacionado con su papel 
en las instituciones religiosas islámicas y en los lugares de culto de la misma. No se 
les permite a las mujeres dirigir la oración u orar en los mismos salones en que los 
hombres lo hacen dentro de las mezquitas. En algunos casos, las mujeres oran en 
sitios adyacentes de las mezquitas que no gozan de la misma suntuosidad de los 
espacios reservados para los varones (Badran, 2010, pág. 82). No obstante, las 
feministas argumentan que esta situación no tiene fundamentación coránica, puesto 
que en la Meca (lugar más sagrado para el Islam y de obligatoria peregrinación para 
cualquier musulmán) las oraciones y ritos se realizan con hombres y mujeres juntos, 
15 
 
una tradición de siglos que no se emuló en los demás sitios. Del mismo modo, 
algunas líderes feministas están llevando a cabo iniciativas para dirigir la oración en 
las mezquitas y unificar los salones de oración, apoyándose en la inexistencia de 
prohibición alguna en el Corán (Badran, 2010, págs. 81-83). 
1.4 Conclusión 
A través de este capítulo se pudo evidenciar que el patriarcado juega un rol decisivo 
en la vida de las mujeres en los países islámicos, además de que existen 
instituciones que reproducen dichos valores tales como la familia. Del mismo modo, 
fue posible ver que los valores patriarcales alcanzan a penetrar todos los niveles 
sociales, políticos y económicos, haciendo que sea más difícil para la población 
femenina actuar por fuera de ellos. De acuerdo a Joseph y Slyomovics (2001) “lo 
que es crucial para entender el género de estas relaciones no es la separación entre 
lo público y lo privado, o entre la sociedad civil y el Estado, o entre la sociedad civil 
y lo doméstico, sino más bien cómo la jerarquía de género opera” (pág. 12). Por 
ende, ellas son sometidas bajo la totalidad del patriarcado, provocando la limitación 
de sus derechos. 
Por otro lado, el movimiento del Feminismo Islámico niega la interpretación 
patriarcal tradicional del Corán, gracias a la cual se suelen justificar las relaciones 
de género contemporáneas, y por el contrario ofrece una nueva mirada a los textos 
sagrados. Un cambio de este tipo implicaría un cambio en la visión de mundo de 
estas sociedades y probablemente llevaría a una profunda transformación de su 
realidad social, política y económica en la que la igualdad de género sería la norma 
a seguir. 
Adicionalmente, los aspectos tratados en este capítulo son significativos para 
entender la propuesta del Feminismo Islámico, puesto que este movimiento ataca 
el concepto de patriarcado sin el cual no sería posible entender las lógicas de 
género actuales que rigen los espacios políticos, sociales y económicos de la vida 
de las mujeres en las sociedades islámicas y que no permiten que ellas puedan 
gozar de derechos igualitarios. 
16 
 
 
2. El caso de la mujer en Arabia Saudita 
La problemática trabajada en este texto estipula que las interpretaciones 
patriarcales del Islam son las causantes de que los derechos de las mujeres en los 
países islámicos sean altamente condicionados y restringidos, lo que ha dado origen 
a desigualdades de género que entorpecen las oportunidades que tiene la población 
femenina de acceder a las mismas oportunidades que los hombres y, por 
consiguiente, no cuentan con las mismas garantías de desarrollar su vida 
plenamente. 
En este capítulo se explican las formas en que el patriarcado se materializa en 
Arabia Saudita por medio de una estricta institucionalidad, la cual controla todos los 
aspectos de la vida de las mujeres en el país. En el Reino los valores patriarcales 
han encontrado la manera de llegar a las esferas más privadas de todas las 
personas, regulando todo comportamiento e interacción entre ellas. Las distintas 
leyes perpetúan la desigualdad de género y las condiciones adversas con las que 
la población femenina saudí tiene que realizar todo tipo de labores. No obstante, 
han surgido movimientos sociales que de una forma u otra abogan por la igualdad 
entre hombres y mujeres, sentando un precedente de cambio. Es precisamente este 
tipo de transformaciones las que han llevado al gobierno saudí a emitir leyes de 
participación política femenina, que permitan incrementar los niveles de inclusión de 
las mujeres en los asuntos de su propio entorno y por ende, favorecer a pequeños 
pasos la igualdad de género. 
El capítulo inicia con una descripción de las formas de patriarcado en Arabia 
Saudita, especificando qué clase de instituciones y normas se encargan de 
difundirlo. Después se hace un recorrido por algunos ejemplos de activismo social 
dentro del Reino que buscan mejores condiciones de igualdad para las mujeres 
saudíes. Por último, se especifican dos leyes de participación política femenina 
17 
 
impuestas por el gobierno que indican que la igualdad de género es un objetivo que 
se está promoviendo en todas las esferas sociales y políticas. 
2.1 Contexto social y político de las mujeres en Arabia Saudita 
El Islam es la cultura política de Arabia Saudita, y es a la vez “la identidad nacional, 
la religión oficial y el modo de gobierno” que rige el Reino (Doumato, 2001, pág. 
167). Todas las políticas, las leyes, los gobernantes y, en resumen, el Estado 
mismo, son manejados a través de una ideología islámica que legitima por un lado 
la ostentación del poder por parte de la familia real y por otro lado el ejercicio de 
este sobre la población. Vale la pena añadir que en este país se ubican los dos 
lugares más sagrados para los musulmanes, las ciudades de Meca y Medina. 
La corriente islámica que predomina en Arabia Saudita es el Wahabismo, basado 
en una lectura radical literalista del Corán que promueve una visión de mundo 
altamente conservadora y tradicionalista (Grosfoguel, 2016, pág. 16). Bajo esta 
óptica, el Corán está al mismo nivel que la Constitución y la monarquía es fiel a la 
sharia, por lo que las leyes promulgadas son acordes a aquella (The Economist,2015). Respecto a la sharia hay que decir que es la ley islámica que está basada 
en tres fuentes: el Corán, la Sunna-Hadizes y la Ijtihad (interpretaciones de Corán y 
la Sunna por parte de las 4 escuelas musulmanas). Esta normatividad reconoce 
más derechos a los hombres en cuestiones como el matrimonio, el divorcio, la 
custodia de los hijos, el mantenimiento de la esposa y la herencia (Al-Khateeb, 1998, 
pág. 170). Esto significa que el gobierno se adhiere a las interpretaciones 
patriarcales del libro sagrado del Islam, las cuales no reconocen derechos 
igualitarios entre hombres y mujeres. De hecho, es habitual que Ulemas (miembros 
del Clero) afirmen que “la igualdad va en contra de la ley de Dios […] y en contra de 
la ley de la naturaleza”, y añaden que al cumplir los deberes religiosos como 
madres, esposas o hijas se les están garantizando todos sus derechos (Doumato, 
2001, págs. 169-171). Adicionalmente, debido a que el Wahabismo es tan 
fundamentalista, el papel de la mujer en la sociedad es altamente regulado, sobre 
18 
 
ella recae una serie de reglas y deberes muy estrictos que se relacionan 
directamente con el honor de la familia. 
El patriarcado en Arabia Saudita ha llevado a la institucionalización de un sistema 
de custodia por medio del cual las mujeres están sometidas a la autoridad de los 
hombres de sus familias para toda su vida. Durante su niñez, la niña está bajo la 
tutela principalmente de su padre, y en caso de que aquel esté ausente en el hogar, 
serán sus parientes masculinos como hermanos, tíos, abuelos o primos los que 
ocupen este lugar. Para cuando alcanza la adultez, la custodia de las mujeres pasa 
a manos de su esposo. Es posible que cuando la mujer se halle en la etapa de la 
vejez su cónyuge muera antes de ella y en tal caso sus hijos varones o sus 
hermanos serán los encargados de manejar la custodia (Human Rights Watch, 
2016). 
Ahora bien, el sistema de custodia masculina es la institución familiar más 
importante en Arabia Saudita, toda la sociedad funciona por medio de ella. Las 
mujeres dependen completamente de la potestad de sus guardianes para poder 
realizar cualquier labor, desde las más complejas hasta las más básicas del día a 
día. Paulatinamente, este sistema instituyó una estricta segregación de género en 
el país, de manera que se construyeron dos esferas claramente separadas –la 
femenina y la masculina– que solo se mezclan en ciertos espacios determinados. 
Legalmente, la población femenina siempre es menor de edad aunque ellas ya sean 
adultas, esto impide que tengan acceso a cualquier servicio por cuenta propia y, por 
ende, deban acudir a su guardián. Así pues, el sistema de custodia masculina es el 
principal obstáculo en el país para que las mujeres saudíes gocen de derechos 
igualitarios con respecto a los hombres (Human Rights Watch, 2016). 
De este modo, la población femenina está subordinada a la voluntad de sus 
guardianes y ellos juegan un rol clave en el futuro de las mujeres saudíes. Por 
ejemplo, una mujer necesita el permiso de su guardián si planea viajar fuera del 
país, incluso existen casos en los cuales deben pedir permiso para poder salir de 
su casa, como el de una mujer que fue golpeada y escupida por su esposo por no 
19 
 
pedirle su autorización para salir de su hogar (Arab News, 2015). También si desean 
iniciar una carrera universitaria o continuar con sus estudios de educación superior, 
si quieren iniciar un negocio, si pretenden aplicar a un empleo o aceptar alguna 
oferta laboral, e igualmente al momento de escoger con quién casarse, el guardián 
debe dar su visto bueno. Adicionalmente, en Arabia Saudita le es prohibido a la 
población femenina manejar autos, por lo que dependen de que los hombres de su 
familia las trasladen a los lugares que necesitan o deben acudir al servicio de 
conductores privados o taxistas (Human Rights Watch, 2016). 
Otro punto importante es el relativo al código de vestimenta, un asunto que se sigue 
con concienzuda rigurosidad por la totalidad de la población femenina saudí. Todas 
las mujeres están obligadas a usar un abaya, un vestido tradicional que va desde el 
cuello hasta los tobillos y que cubre los brazos y además es generalmente negro. 
Añadido a esto, las mujeres deben vestir una prenda que cubra su cabello, una 
opción muy común es el uso del niqab, el cual solo deja los ojos a la vista, y otra 
opción que se ha popularizado en los últimos años es el hijab, que deja el rostro 
descubierto (Gorney, 2016; The Economist, 2015). Las justificaciones detrás de esta 
práctica son variadas, aunque todas están interconectadas. De acuerdo a la opinión 
de distintas mujeres saudíes, el código de vestimenta “invoca a la tradición, a la 
presión social, a la devoción religiosa, […] la garantía del honor de una mujer –su 
fidelidad y probidad, si está casada; su modestia y virginidad, si no lo está– se 
mantiene intachable” (Gorney, 2016). Esta información revela que sobre las mujeres 
se posa un conjunto de deberes sociales influenciados por el patriarcado, los cuales 
dibujan el cuerpo de la mujer como algo prohibido que debe ser escondido de la 
vista, y mediante dicho cubrimiento se avala la reputación que la mujer misma junto 
con su familia tiene a los ojos de la sociedad. Como ya fue expuesto con 
anterioridad, el concepto que se tenga de una familia es clave para que las personas 
puedan acceder a mejores oportunidades en el marco de la institucionalidad 
islámica. Allí yace el riesgo de no obedecer este tipo de normas. 
20 
 
Uno de los cuerpos gubernamentales más destacados en Arabia Saudita, 
encargado de vigilar a la población y hacer cumplir las normas básicas de 
comportamiento, es el Comité para la Promoción de la Virtud y la Represión del 
Vicio, mejor conocido como la policía religiosa. Tiene acceso a todos los lugares si 
lo cree necesario para cumplir su labor, y se preocupa porque nadie traspase los 
límites “sexualizados” impuestos en el Reino (Le Renard, 2008, pág. 615). Cualquier 
varón puede postularse como miembro, siempre y cuando “sea conocido por su 
buena reputación” (Americans for democracy & Human rights in Bahrain, 2015). 
Por otro lado, es importante prestar atención a la manera en que la economía del 
petróleo transformó las relaciones de género en Arabia Saudita. La explotación de 
dicho hidrocarburo inició en la década de los 50 y se consolidó hacia los 70, y 
durante esta época se cimentaron fortunas en la sociedad que afectaron las 
aspiraciones de igualdad entre hombres y mujeres en el Reino. Primeramente, se 
consolidó la división del trabajo entre hombres y mujeres, los varones se encargaron 
de llevar el sustento a sus hogares y gracias a que el lucro de esta actividad era tan 
alto, sus respectivos salarios eran suficientes para proveer de todas las 
comodidades a sus familias. La presencia de las mujeres fuera de casa ya no fue 
requerida y, por consiguiente, se les asignaron labores domésticas relacionadas con 
sus posiciones como madres, hijas o esposas. Se propagaron narrativas en las que 
se consideraba un privilegio y una distinción de riqueza que una mujer no trabajara, 
protegiéndola de este modo de los peligros externos. Este proceso llevó a una 
división jerárquica entre las esferas públicas y privadas, en que las primeras 
correspondían al lugar de los hombres y las segundas al de las mujeres, 
asignaciones que se justificaron a través del patriarcado preexistente en la cultura 
de la comunidad y que terminaron naturalizándose (Al-Khateeb, 1998, págs. 168-
169; Le Renard, 2008, págs. 612-613). 
Paradójicamente, la industria petrolera originó un proceso de modernización en 
muchos frentes al interior del país. Uno de ellos es el relativo a la educación de las 
mujeres, que tuvieron la oportunidad de ir al colegio y posteriormente acceder a 
21 
 
educación universitaria. Los primeros pasos de la enseñanza femeninano se dieron 
sino hasta la década de los 50, por aquel periodo esta decisión levantó una serie de 
protestas civiles compuestas por hombres y mujeres pronunciándose en contra de 
esta política, las cuales tuvieron que ser reprimidas por medio de la fuerza por 
disposición del Rey Faisal (Rather, 2012, págs. 98-99). Gradualmente, con el pasar 
de las décadas la cantidad de instituciones educativas se incrementó, y con ellas el 
número de estudiantes femeninas que accedían a la educación. Actualmente, de 
acuerdo a cifras del 2014 más de la mitad de las personas que se gradúan de las 
universidades de Arabia Saudita son mujeres y en el exterior hay alrededor de 
35.500 estudiantes femeninas que financian sus estudios gracias al programa de 
becas del Guardián de las Sagradas Mezquitas, una inversión de la monarquía 
saudita por empoderar al sector femenino de su población (Rather, 2012, págs. 96-
98). Vale la pena agregar que aunque la interpretación patriarcal del Islam declare 
la educación de las mujeres como una afrenta a su religión, fue el mismo Profeta 
Mahoma quien dijo que todo musulmán hombre y mujer tenía el deber de buscar el 
conocimiento, durante toda su vida, incluso si esta tarea lo llevaba a tierras lejanas 
(Rather, 2012, págs. 98-99). Esto quiere decir que el Islam sí reconoce igualdad de 
género en esta materia, y que cualquier manifestación que reitere lo contrario está 
orientada por valores patriarcales que impiden el reconocimiento de condiciones 
igualitarias entre hombres y mujeres. 
Hacia la década de los 90, a pesar de que las mujeres se especializaban en 
determinado campo académico y avanzaban en sus carreras, la oferta laboral se 
limitaba a la enseñanza, la salud, el trabajo social y empleos en bancos, puesto que 
se consideraba que estos espacios eran acordes a la “naturaleza” femenina (Al-
Khateeb, 1998, pág. 171). A partir de aquella época, aunque a paso lento, el campo 
profesional ha ampliado su espectro y las mujeres están ingresando a nuevos 
ámbitos. Parte de este cambio se ha dado debido al interés del gobierno en que 
miles de trabajos en manos de extranjeros sean ocupados por nacionales saudíes, 
siendo la población femenina una prioridad en dicha política. No obstante, en la 
22 
 
actualidad la brecha continua siendo muy alta, circunstancia que se evidencia en el 
hecho de que del total de la población de Arabia Saudita mayor de 15 años, el 60% 
de los hombres están empleados, frente a un 12% de mujeres. Adicionalmente, el 
54% de las mujeres son amas de casa (Gorney, 2016). Esto significa que aún hoy 
es una ardua labor encontrar un lugar de trabajo al interior del país siendo una mujer. 
Normalmente, los espacios públicos están divididos por sexos. Los colegios y 
universidades, así como los lugares de trabajo están cuidadosamente designados 
a hombres y mujeres respectivamente. En los restaurantes o cafés, así como 
lugares en donde las personas deben hacer fila, hay lugares solo para hombres y 
lugares para familias. Estos últimos son los destinados al uso por parte de mujeres 
casadas o solteras. Tales sitios públicos son los pocos que existen en el país en 
donde se pueden mezclar hombres y mujeres que no están conectados 
familiarmente. Incluso dentro sus casas, las familias tienen áreas destinadas 
exclusivamente a los miembros femeninos y a las visitas de mujeres que ellas 
puedan recibir (Gorney, 2016). Estos ejemplos son indicativos del alto grado de 
separación entre hombres y mujeres en que están construidas las relaciones 
sociales en aquella sociedad, llegando incluso a los niveles más profundos de la 
esfera privada. 
Curiosamente, la alta segregación de género ha estimulado el florecimiento de la 
esfera únicamente femenina. No fue sino hasta el 2004 que las mujeres pudieron 
crear empresas a nombre propio, antes de ese año debían hacerlo usando el 
nombre de su guardián. De la misma manera, el gobierno saudí ha fomentado la 
creación de secciones femeninas en negocios privados e instituciones del gobierno, 
dirigidas exclusivamente a generar puestos de empleo para mujeres, en donde se 
ofrezcan servicios dirigidos a mujeres. Como se mencionó anteriormente, la 
monarquía impulsó políticas con el propósito de sustituir empleos ocupados por 
extranjeros. Un ejemplo de ello se presentó cuando en el 2005 el gobierno dio un 
plazo de un año para reemplazar a todas las empleadas extranjeras de tiendas de 
23 
 
ropa interior femenina por trabajadoras saudíes, al mismo tiempo que prohibió la 
entrada de hombres a estos lugares (Le Renard, 2008, pág. 625). 
En este sentido, especialmente en las ciudades se han propagado lugares 
destinados a ofrecer bienes y servicios únicamente a la población femenina, a la 
vez que son propiedad de mujeres. Sus actividades varían desde la religión, el 
trabajo, la caridad, hasta los medios de comunicación y el consumo. En su interior, 
las clientas pueden despojarse de sus vestiduras y permanecer en ropa informal, 
puesto que se garantiza la seguridad de que no habrá ningún hombre en el lugar 
(Le Renard, 2008, pág. 627). Algo similar se imitó en unos de los centros 
comerciales más destacados de Riad, en donde se construyó todo un piso para el 
consumo femenino. Allí, las mujeres pueden distenderse y es más flexible el seguir 
las normas de código de vestimenta. Suelen tener lugar eventos exclusivos como 
desfiles de moda de alta costura, los cuales son muy apetecidos por la audiencia 
femenina saudí (Gorney, 2016). Vale la pena preguntarse si el desarrollo de la 
esfera femenina ha profundizado aún más la estricta segregación de género, ya que 
no desafía la estructura existente sino que por el contrario se adapta a ella, y la 
utiliza como fuente de nuevos proyectos. 
Sin embargo, sí han existido iniciativas a distintos niveles en la sociedad y en el 
gobierno por cambiar las condiciones desiguales con las cuales tienen que vivir las 
mujeres saudíes. Con mayor o menor impacto todas se suman a una lista de 
esfuerzos por otorgarle a la mujer un papel más protagónico y, con ello, reconocerle 
más derechos. 
2.2 Activismo social en defensa de la igualdad de género 
El primer caso de activismo es el de Manal Al-Sharif, una mujer saudí de 37 años 
que en mayo del año 2011 inició una campaña para que las mujeres tuvieran el 
derecho a conducir un auto. Su estrategia consistió en grabarse conduciendo dentro 
de su país, y posteriormente subir el video a la plataforma de internet YouTube. 
Asimismo, en la grabación ella convocó a las mujeres saudíes a que hicieran parte 
de su iniciativa y se filmaran a sí mismas conduciendo el 17 de junio de ese mismo 
24 
 
año. Llamó a esta campaña Women2Drive y tan solo en un día el video recibió 
700.000 visitas. Lastimosamente, cuando intentó conducir por segunda vez fue 
arrestada por el Comité para la Promoción de la Virtud y la Represión del Vicio, y 
estuvo presa por 9 días. El 17 de junio de 2011 cerca de cien mujeres saudíes 
salieron a las calles manejando sus autos pero no hubo represalias, junto a ellas 
miles más expresaron su apoyo a la campaña por medio de las redes sociales. En 
lo relativo a Manal Al-Sharif, distintas organizaciones de derechos humanos e 
incluso Hillary Clinton se pronunciaron pidiéndole al gobierno de Arabia Saudita su 
liberación, presión que dio fruto al poco tiempo (Vu, 2016). 
La lucha de un sector de la población femenina saudí por su derecho a conducir ha 
alcanzado las más altas esferas de la monarquía, como es el caso del Príncipe 
Alwaleed bin Talal, quien por medio de su cuenta en la red social Twitter afirmó que 
el debate debía terminar y el derecho de las mujeres a conducir un auto debía ser 
garantizado con prontitud, a lo que no hubo respuesta alguna. De acuerdo a este 
miembro real, la prohibición está más allá de cualquier sustentación de la ley 
islámica y expone además que esta tradición supone un alto costo parala economía 
del país, ya que debido a que las mujeres dependen del servicio de taxis o de 
conductores privados, una millonaria cantidad de ingresos que se podrían invertir 
en el mercado nacional se filtra hacia el extranjero, ya que la mayoría de estos 
conductores son forasteros que envían sus ganancias a sus países (Al Jazeera, 
2016). 
Igualmente, Aziza Al-Yousef es una activista que por diez años ha trabajado para 
acabar con el sistema de custodia que impera en el país, razón por la cual hizo parte 
del grupo de personas que lanzaron una petición por internet en el año 2016 con la 
intención de pedirle a la monarquía que aboliera esta institución, alegando que 
impide que las mujeres tengan vidas plenas, además de la necesidad de que ellas 
sean tratadas como ciudadanas plenas con derechos. El proyecto logró recolectar 
cerca de 15.000 firmas y se popularizó por medio de las redes sociales, sin embargo 
no produjo resultados tangibles. Añadido a esto, alrededor de 2.500 mujeres 
25 
 
saudíes enviaron telegramas directos a la oficina del Rey pidiéndole reconsiderar la 
existencia del sistema, con el fin de que sea anulado. Un dato que vale la pena 
resaltar es que, según sus promotoras, miembros de la élite del Clero también 
firmaron, lo que significa que ellos reconocen que el sistema de custodia no tiene 
ninguna justificación en el Islam (Sidahmed, 2016). 
Otro caso de gran relevancia es el de la Princesa Ameerah Al-Taweel, quien es una 
de las voces más poderosas en cuanto a la lucha por el reconocimiento de derechos 
igualitarios entre hombres y mujeres. Ella ha sido una líder activa en el proceso de 
organizar a un grupo de mujeres en Arabia Saudita, el cual estaría encargado de 
presentar de manera más ordenada el conjunto de demandas al gobierno en 
nombre de la igualdad de género. La Princesa ha manifestado que lograr que el 
Estado garantice los derechos civiles a las mujeres saudíes como ciudadanas que 
son, es un pilar fundamental si se quieren ver verdaderos cambios en aquel país 
(Dolan, 2012). Debido a su posición como miembro de la monarquía, tiene el 
privilegio de emitir declaraciones que el resto de mujeres comunes de la sociedad 
no pueden expresar, así como la capacidad de comunicarse con las instituciones 
gubernamentales de forma más efectiva. Este poder ha hecho que ella sea una líder 
idónea debido a que se moviliza más fácilmente por la estructura institucional del 
Estado, llevando sus demandas a las más altas instancias. Ameerah ha recibido 
críticas por parte del sector femenino más conservador de la población pero no ha 
sido silenciada por los miembros masculinos de la monarquía (Dolan, 2012). 
Adicionalmente, entre las protestas más llamativas en contra de la situación de 
desigualdad de las mujeres en Arabia Saudita, se han llegado a utilizar expresiones 
artísticas como medio de disconformidad. Es el caso de una canción saudí llamada 
“Hwages”, de Majedalesa, que se difundió en internet a principios del año 2017 y 
alcanzó una gran fama. La canción expone la opresión a la cual las mujeres están 
sujetas bajo la voluntad de sus guardianes masculinos, y en el video musical utiliza 
la comedia para emitir fuertes críticas a las reglas de comportamiento que debe 
seguir la población femenina del país. Muestra a varias mujeres en abayas y niqabs 
26 
 
jugando baloncesto, montando en patineta y conduciendo carros de juguete, esta 
ultima una clara alusión a la prohibición en esta materia. Además, deja entrever 
reprobación hacia el sistema de custodia y hace alusión a uno de los ejemplos más 
frecuentemente mencionados, en los que los hombres pueden viajar libremente 
pero las mujeres necesitan el permiso de su guardián. La letra de la canción no es 
menos tímida y llega a pedirle a Allah que libere a las mujeres de los hombres 
(Massiah, 2017). Otro ejemplo similar sucedió en el año 2013 cuando el comediante 
saudí Hisham Fageeh adaptó la famosa canción de Bob Marley ‘No Woman, No 
Cry’ a una versión en la que se refería a la prohibición de las mujeres a conducir 
autos, la cual llamó ‘No Woman, No Drive’. El video se hizo famoso no solo en Arabia 
Saudita sino en el mundo islámico y muchos otros países, alcanzando millones de 
visualizaciones (BBC, 2013). 
Estos son solo algunos ejemplos entre muchos otros de activismo en pro de la 
igualdad de género en Arabia Saudita. No obstante, se prestará especial atención 
a los esfuerzos del gobierno por implementar cambios reales al interior de sus 
instituciones, especialmente los relacionados con la participación política de la 
población femenina saudí. 
2.3 Políticas de Participación Política en Arabia Saudita 
Se tratarán dos políticas de participación política concretas, que fueron emitidas 
mediante decretos reales. La primera de ellas se dio en el año 2013, gracias a la 
reforma del Artículo III y XXII del Estatuto del Consejo de la Shura que permitió que 
30 mujeres saudíes hicieran parte, por primera vez, de dicho órgano. Esta institución 
ya contaba con mujeres que “aconsejaban” a los miembros masculinos, pero su 
intervención era superficial (BBC, 2013; La Vanguardia, 2013). 
Básicamente, el Consejo tiene como función asesorar a la monarquía en ciertos 
proyectos de ley y después la élite gobernante tomará una decisión sobre si acepta 
la propuesta o no. Los miembros de este órgano son elegidos por el Rey por un 
periodo de cuatro años. Con esta nueva política de participación, se pretende que 
las mujeres ocupen uno de cada cinco puestos del total de 150 que están 
27 
 
disponibles, es decir, un 20% de la cuota total. Todas las mujeres elegidas cuentan 
con altos títulos de especialización en las determinadas carreras que ejercen, lo 
cual garantiza la calidad de quienes están trabajando. El decreto también especifica 
medidas para que se construya una sección en el edificio únicamente dirigida al uso 
de las mujeres, con el fin de que ellas no se toquen con los hombres ni estén en los 
mismos espacios que ellos. Del mismo modo, se les exige seguir cuidadosamente 
las normas del código de vestimenta de acuerdo a lo que ordena la sharia (BBC, 
2013; La Vanguardia, 2013). 
La segunda política se materializó en el año 2015, por medio del Decreto Real M/61 
expedido por el Rey Abdullah el 19 de julio del 2014, el cual le otorgó a las mujeres 
en Arabia Saudita el derecho del voto para las terceras elecciones de consejos 
municipales en la historia del Reino, adjunto a la posibilidad de postularse como 
candidatas a las mismas. Es de vital importancia mencionar que este 
acontecimiento constituyó la primera vez que le fue reconocido este derecho a la 
población femenina saudí. Por otro lado, el entonces Rey Abdullah ya había 
anunciado desde el año 2011 que esta sería una de las transformaciones durante 
su mandato (Al Jazeera, 2015; Buchanan, 2015). 
Respecto a los requisitos para las votantes, ellas debían llevar a cabo su inscripción 
de forma personal, no se aceptaban inscripciones por internet ni por correo, 
tampoco podían votar para más de un municipio y debían ser mayores de 18 años. 
Si una mujer quería postularse como candidata primero debía realizar el proceso 
anterior para aplicar como votante, ulteriormente debía cumplir con los requisitos, 
los cuales aseguraban que su candidatura no participara en más de un municipio, 
que la aspirante no estuviera relacionada de ninguna forma con los consejos 
municipales, que tuviera más de 25 años y hubiera finalizado el bachillerato, así 
como comprobar que es una persona con un historial ético intachable y que no está 
en la quiebra (Buchanan, 2015). 
Ahora bien, se estimó que 131.000 mujeres se registraron para poder votar y 900 
de ellas se postularon como candidatas. Al final, 20 mujeres saudíes ganaron 
28 
 
puestos en los consejos municipales incluyendo ciudades tan importantes como 
Meca y Riad. Estos números son pequeños si se tieneen cuenta que un total de 5 
millones de mujeres saudíes eran aptas para participar (Buchanan, 2015). Sin 
embargo, este es un cambio positivo, y a pesar de que la cantidad pueda parecer 
mínima, es el primer paso en el largo camino por el reconocimiento de la igualdad 
de género en Arabia Saudita. 
Es importante adicionar los principales obstáculos que las mujeres enfrentaron para 
poder hacer efectivos sus derechos políticos. El primero consiste en que los 
guardianes debían dar su consentimiento para que las mujeres fueran votantes o 
candidatas, sin este primer paso no podían acceder a las demás posibilidades. El 
segundo es que muchos centros de votación estaban apartados de los lugares de 
residencia, por lo que las mujeres solo podían llegar en auto, para lo cual en muchos 
casos necesitaban la ayuda del guardián para conducir. En lo relativo a las 
candidatas, ellas no se podían dirigir directamente a los votantes masculinos en 
busca de su apoyo electoral, ya que debían adherirse a la estricta segregación de 
género que les impide relacionarse con hombres que no son parte de su familia ni 
podían estar con ellos en el mismo lugar. Algunas candidatas hallaron 
intermediarios masculinos que sirvieron de portavoces entre la comunidad de 
hombres y ellas (Buchanan, 2015). 
2.4 Conclusión 
Las condiciones a las que están sometidas las mujeres de Arabia Saudita son duras 
y estrictas, sobre ellas pesa una serie de normas sociales basadas en 
interpretaciones patriarcales del Islam, especialmente influenciadas por la corriente 
islámica del Wahabismo que promueve lecturas literalistas del Corán, que han 
llevado a la sharia a ser la guía normativa para los procesos legislativos dentro del 
país. De allí surgen instituciones que replican la desigualdad de género en la 
sociedad saudí, como es el caso del Sistema de Custodia y el código de vestimenta. 
Es de destacar las diferentes iniciativas promovidas por distintos sectores de la 
sociedad que se están consolidando como factores de presión y que, a pesar de las 
29 
 
represalias, podrían conllevar al cambio hacia horizontes de igualdad de género. 
Precisamente, las políticas de participación política femenina son ese tipo de 
transformaciones deseadas en la búsqueda por la inclusión de las mujeres, y 
constituyen un esfuerzo para que ellas se posicionen en esferas públicas. Aún 
existen falencias estructurales que impiden que todas las mujeres saudíes gocen 
de sus derechos de manera autónoma, razón por la cual deben ser removidas. 
Finalmente, este capítulo es fundamental para entender las estructuras patriarcales 
sobre las cuales se desarrollan las relaciones de género en el Reino y que han 
llevado a una interacción tan desigual. Por ello, las políticas de participación política 
femenina en la sociedad conservadora de Arabia Saudita implican un importante 
avance en el proceso de encontrar soluciones locales a los problemas de 
discriminación contra las mujeres saudíes. 
 
3. El Feminismo Islámico en Arabia Saudita 
La problemática planteada en este trabajo propone que la existencia de 
interpretaciones patriarcales en el Islam limita los derechos de las mujeres en los 
países islámicos, lo que ha producido desigualdades de género que impiden que la 
población femenina pueda acceder a las mismas oportunidades que los hombres y, 
por consiguiente, no cuentan con los medios necesarios para desarrollar su vida 
plenamente. 
En este capítulo se analizan cuatro documentos cuyo contenido posee elementos 
que reconocen igualdad entre hombres y mujeres, a partir de interpretaciones 
religiosas similares a las promovidas por el Feminismo Islámico, que constituyeron 
la base sobre la cual se erigieron las dos políticas de participación política femenina 
explicadas en el capítulo anterior. El cambio de interpretaciones de las fuentes del 
Islam por parte gobierno ha resultado en un distanciamiento de las concepciones 
patriarcales, siendo estas últimas la causa de la desigualdad de género. 
30 
 
El capítulo expone los textos en orden cronológico, siendo el primero de ellos el 
discurso del Rey Abdullah frente al Consejo de la Shura en el 2011, durante el cual 
comunicó la implementación de las políticas de participación política. Después se 
procede a analizar las dos políticas de participación política para las mujeres 
saudíes, gracias a las cuales pudieron convertirse en miembros del Consejo de la 
Shura y participar en las elecciones a los Consejos Municipales. Por último, se 
estudia el discurso del Rey Salman en su primera intervención frente al Consejo de 
la Shura, mediante el cual informó sobre los puntos en los que se centraría su 
mandato. 
3.1 Discurso del Rey Abdullah en el año 2011 frente al Consejo de la Shura 
Este discurso fue el primer anuncio proveniente del monarca mediante el cual 
comunicaba a la audiencia, tanto del Consejo de la Shura como demás miembros 
del gobierno, así como a la población, sobre las leyes de participación política que 
serían emitidas más adelante. A continuación se presentan los aspectos más 
relevantes de la intervención del Rey Abdullah en aquella ocasión. 
El líder comenzó su intervención afirmando: 
The struggle of the father of all people, the late King Abdulaziz, with your 
grandfathers (Mercy be upon their souls), has resulted in the unity of hearts, 
land, and one destiny. Today, this destiny imposes on us to preserve this 
legacy, and not to stop here, but to develop it further in line with Islamic and 
moral values (al-bab.com, 2011). 
Una aseveración que contiene distintos puntos de interés. Uno de ellos se refiere al 
hecho de que menciona al Rey Abdulaziz, quien fundó el actual Estado de Arabia 
Saudita y es el padre de todos los reyes que lo han sucedido, presentando la 
construcción de dicho país como una lucha que ha dejado como legado ciertos 
valores en el pueblo saudí, los cuales no pueden ser traicionados por ninguna 
decisión, puesto que fueron aquellos sobre los que se creó el Reino. Después 
estableció como su deber continuar con este legado que está íntimamente 
31 
 
interconectado con los principios islámicos, por lo que las decisiones tomadas 
durante su mandato estaban ligadas a ellos. 
Luego, el Rey Abdullah añadió: 
It is a responsibility towards our religion, and the interest of our country and 
its citizens that we should not stop at the hurdles of the current time; but we 
should strengthen our determination by patience and work with dependence 
on Allah to address them (al-bab.com, 2011). 
Lo que significa que como musulmanes era un deber y honor cumplir con el 
progreso que proviene desde el Islam, por lo que dicho proceso era acorde a lo que 
sus creencias ordenaban, es decir, los adelantos que se realizaron estuvieron 
guiados por la religión y no atentaban contra sus pilares ni se separaban de ella. El 
trabajo dependía de que los avances estuvieran justificados en los valores 
islámicos, de lo contrario no se llevaban a cabo. Asimismo, los proyectos 
presentados por el Rey debían ser impulsados no solo por parte del Estado, sino 
también debían estar involucrados sus ciudadanos, de modo que la población tenía 
que ser consciente de los pasos a tomar para alcanzar un mayor desarrollo para su 
país. 
Después, el discurso manifiesta: “Balanced modernization in line with our Islamic 
values, which preserve rights, is an important requirement in an era with no room for 
the weak and undecided people” (al-bab.com, 2011), en este sentido el balance 
indica que quiere encontrar un punto medio entre su cultura conservadora y el 
discurso modernista que prevalece en el resto del mundo, sin ceder demasiado a 
tal punto de poner en riesgo su identidad, su legado, sus raíces y su tradición. Así 
pues, como parte de este balance los valores islámicos son fundamentales porque 
ellos representan la identidad saudí. Vale la pena prestar atención al uso de lapalabra «débil», en tanto es calificativo que causa rechazo en la audiencia e invita 
a hacer lo necesario para no ser llamada así. Pretendía que los saudís llegaran a la 
conclusión de que ellos no eran débiles y por el contrario hacían parte de las 
32 
 
naciones fuertes y desarrolladas y eso los lleva a actuar como tal. Las naciones 
fuertes son decididas, cualidad que los lleva a tomar decisiones que pueden resultar 
a veces duras pero que son necesarias, como las relacionadas con la igualdad de 
género. 
Eventualmente, el Rey Adbullah dijo: “All people know that Muslim women have had 
in the Islamic history, positions that cannot be marginalized, including correct 
opinions and advice since the era of Prophet Mohammed” (al-bab.com, 2011), lo 
que constituyó una afirmación bastante fuerte por varias razones. En primer lugar, 
cuando formuló «todas las personas» no dejó lugar para que alguien negara lo que 
la historia islámica le ha dado a las mujeres y lo que ellas le han aportado a esta. 
Lo manifestó como si este hecho fuese algo veraz con lo que todos –gobierno, 
ciudadanos y creyentes– estaban de acuerdo. Esto quería decir que existía 
entonces un acuerdo bajo el cual se reconocía que la mujer ha jugado un papel 
importante en la historia islámica y que este desempeño no se ha limitado a estar 
relegada, sino que ha tomado parte activa en los procesos históricos. El Rey 
Abdullah posiblemente intentaba transmitir la idea de que los valores culturales en 
el Reino también se debían al rol de la mujer, pues ella había participado en su 
construcción y su propagación. Al decir esto, estableció que sería un error negarle 
a la mujer el lugar que merecía dentro de la historia islámica y por ende dentro de 
Arabia Saudita. 
De la misma manera, otro aspecto llamativo en la cita residió en que el Rey afirmó 
que el papel de la mujer en la sociedad islámica había sido importante desde sus 
inicios, era una característica que venía desde los tiempos del Profeta Mahoma, lo 
que significaba que la inclusión de la mujer en esferas públicas no podía ser 
contraria a los valores islámicos porque el mismo Profeta compartía la postura de 
que la mujer debía cumplir en su comunidad un rol central. Por lo tanto, es un asunto 
que siempre ha existido para la sociedad islámica y posee un soporte religioso. 
33 
 
Teniendo en cuenta lo anterior, el discurso prosiguió diciendo: 
Since we reject to marginalize the role of women in the Saudi society, in every 
field of works, according to the (Islamic) Sharia guidelines, and after 
consultations with many of our scholars, especially those in the senior 
scholars council, and others, who have expressed the preference for this 
orientation, and supported this trend, we have decided the following: (al-
bab.com, 2011). 
Lo cual sintetizó la postura que tenía el gobierno de Arabia Saudita liderado por el 
Rey Abdullah en torno al ingreso de las mujeres a espacios que antes eran vetados 
para ellas. Por ello, basado en el recorrido histórico de la mujer islámica se rechazó 
cualquier intento de marginar a la mujer saudí, ya que Arabia Saudita es fiel al Islam 
y si este establece derechos para la mujer en términos de igualdad sería una afrenta 
contra la religión no reconocerlos. Además, la élite monárquica y el clero 
reconocieron los derechos en todos los frentes, lo cual quería decir que la figura 
femenina no debía estar limitada solo al hogar, sino que la mujer saudí debía 
incursionar en todas las esferas con el fin de que pudiera alcanzar el máximo 
potencial y ofrecerlo en servicio a la sociedad, tal como lo indica la creencia. 
Adicionalmente, las políticas que fueron propuestas no se alejaron de la identidad 
saudí ni de su forma de gobierno, ya que se legitimaron en la sharia, que es la ley 
oficial del país y la del Islam de acuerdo a interpretaciones radicales como la del 
wahabismo, que a su vez es la retórica predominante en Arabia Saudita. Añadido a 
esto, hubo consultas con el clero, una entidad fundamental para ganar el apoyo de 
la población y que legitimó la decisión que el gobierno estaba tomando, puesto que 
son ellos los eruditos de las fuentes primarias islámicas, textos en los que se hallan 
todos los principios de la religión. En conjunto esto significa que el gobierno no se 
está alejando del Islam y que, además de tomar la precaución de ser fiel a ella, 
busca cumplir con su deber como seguidor de la religión aceptando las 
34 
 
responsabilidades que se adquieren con ello, entre ellas darle a la mujer el lugar 
que merece. 
A continuación, se presentó la primera política: “participation of women in the Majlis 
Al-Shura as members from next session in accordance with the Sharia guidelines” 
(al-bab.com, 2011), la cual permitió la participación de las mujeres en el Consejo de 
la Shura. Lo primero que llamó la atención es que este derecho era otorgado, 
limitado y controlado por medio de la sharia, lo que ya ponía de frente que el Islam 
mismo era el que lo brindaba y lo sustentaba. El segundo aspecto a resaltar es la 
importancia del Consejo de la Shura, un órgano consultivo que asesora al Rey y 
tiene un papel importante en la estructura gubernamental, lo que hace más 
gratificante que las mujeres sean incluidas entre sus miembros. Muestra una 
voluntad, aunque sea mínima, de que las mujeres entren en las esferas más altas y 
no solo queden relegadas a los niveles más bajos. Ulteriormente, se mencionó la 
segunda política: “women will have the right to nominate themselves for membership 
of Municipal Councils, and also have the right to participate in the nomination of 
candidates with the Islamic guidelines” (al-bab.com, 2011), en la que se confirmó la 
participación de las mujeres en las elecciones a los Consejos Municipales. Respecto 
a esta decisión se le otorgó a la población femenina el poder de decidir a nivel local 
sobre el futuro de sus comunidades y de ellas mismas, no solo de ser depositarias 
de las decisiones. Se consideró que eran capaces moral y profesionalmente de 
postularse y de nominar candidatas, lo que se tradujo en que las mujeres tenían las 
mismas capacidades de su contraparte masculina para competir por cargos de este 
tipo. Por último, de nuevo se dispuso que este derecho fuese reconocido y 
controlado por medio de la sharia, queriendo decir que el Islam era la fuente de este 
cambio. 
 
35 
 
3.2 Decreto Real del año 2013 relativo a la participación de las mujeres en el 
Consejo de la Shura 
Esta fue la ley de participación política que reglamentó el ingreso de mujeres 
saudíes como miembros al Consejo de la Shura, especificando los derechos y 
deberes que regulan su trabajo, la cantidad de figuras femeninas que empezarían 
a conformar el órgano y los lugares que se dispondrían para ellas. Inmediatamente, 
se analiza el contenido de este Decreto Real. 
La ley inició comunicando: 
After having reviewed the Governance Statute and the Shura Council’s 
system and regulations and consulted with a large number of Ulema and 
members and non-members of the Senior Ulema Commission, the proposal 
regarding the participation of women in the Shura Council was passed in 
accordance with Islamic Sharia laws. This is a course we are not going to 
divert a hair’s breadth from as it is considered the pillar base of this nation laid 
by its founder King Abdulaziz, and is in the best interests of the public. We 
have therefore ordered the amendment of the Third Article of the Shura 
Council system to read as follows: (Asharq Al-awsat, 2013). 
A partir de lo cual se pueden inferir diferentes asuntos. Por un lado, se advirtió la 
revisión del «Governance Statute» que es una de las formas como es conocida la 
Ley Fundamental, la cual es la Constitución de Arabia Saudita y estipula que el 
Corán y la Sunna del Profeta son documentos centrales en la forma en que se 
espera que aquellos individuos que ocupan cargos

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