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Franciscanum. Revista de las ciencias del
espíritu
ISSN: 0120-1468
franciscanum@usbbog.edu.co
Universidad de San Buenaventura
Colombia
CAMPOS FLÓREZ, Luis Augusto
FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA: LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 139, 2005, pp. 9-19
Universidad de San Buenaventura
Bogotá, Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529889002
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FILOSOFíA Y TEOLOGíA:
LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
Luis Augusto CAMPOS FLÓRET
INTRODUCCIÓN-PROBLEMÁTICA
«La idea de la filosofía es la mediación, la del cristianismo es la paradoja»l. En los
ténninos escuetos de esta tesis se reconoce que, con frecuencia, la tensión caracteriza
la relación existente entre dos formas de sabiduría: la Filosofía y la Teología. Es posible
ahondar esta visión y reconocer que la paradoja cristiana consiste, precisamente, en
afinnar que más allá de toda forma de "sabiduría" está el anuncio sorprendente de
Cristo crucifícado (1 Cor 1,27). Todo parece indícar que algo único se esconde en este
desconcertante "evangelio" de la fe cristiana. A esta intuición no era ajeno un pensador
tan radical como Nietzsche quien afirma al respecto: «Los hombres modernos, con su
embotamiento para toda la nomenclatura cristiana, no sienten ya la horrorosa
superlatividad que había, para un gusto antiguo, en la paradoja de la fórmula: "Dios en
la cruz". Nunca ni en ningún lugar había existido hasta ese momento una audacia igual
en dar la vuelta a las cosas, nunca ni en ningún lugar se había dado algo tan terrible,
interrogativo y problemático como esa fórmula: ella prometía una transvaloración de
todos los valores antiguos»2.
En primera instancia la cuestión de la relación entre Filosofía y Teología tiene, por
lo paradójica, un carácter desafiante y provocador que debería despertar un interés casi
EL Padre Augusto Campos Flórez es el actual Rector del Seminario Mayor de la Arquidiócesis de
Bogotá. Doctorando en Filosofía del Instituto Católico de París. Fue invitado por la Facultad de
Filosofía, para hacer el 22 de febrero la "Lectio Inauguralis" del primer semestre de 2005, ante la
Comunidad académica de la Facultad y personas de dentro y fuera de la Universidad.
Texto atribuido a Heidegger. Cfr. FISICHELLA Rino. "Teología y filosofía", Diccionario de Teología
Fundamental. Paulinas, 1990, p. 1430.
NIETZSCHE, Federico. Más al/á del bien y del mal, III, Alianza, 1985, p. 73
Señalados, de modo global, los tér-
minos del problema, se trata ahora de re-
currir a la historia para determinar cuál ha
sido el desarrollo de esta discusión, identi-
ficar los "paradigmas" fundamentales que
se han constituido progresivamente y pre-
cisar algunas líneas que ayuden a pensar
de nuevo la cuestión. La imagen del "dra-
ma clásico", realizado en cinco actos (ex-
posición, nudo, peripecia, desaceleración
y resolución), ayuda en esta aproximación
histórica al tema3•
A manera de ilustración, es útil hacer
referencia a una serie de oposiciones
lingüísticas en las cuales se puede identifi-
car y expresar rápidamente la tensión inhe-
rente a la problemática en cuestión. Así, por
ejemplo, a "razón-racionalidad" se opone
"creencia-fe"; a "cuestionamiento", "Reve-
lación"; la "autonomía" humana parece ne-
gada por toda actitud de "obediencia"; "Gre-
cia-Atenas" se oponen a "Jerusalén-Roma"
del mismo modo como "naturaleza"
"sobrenaturalgracia" parecen mutuamente
excluyentes. Del mismo modo, en ciertos
problemas fundamentales, especialmente el
de la universalidad y el de la verdad, la con-
frontación entre Filosofia y Teología pare-
ce no poder ser sino de mutua exclusión.
10
Luis Augusto Campos Flórez
Situando ya la reflexión al interior del
problema, conviene señalar algunos ele-
mentos que muestran su complejidad. Por
una parte, la naturaleza cambiante de la
cuestión, debido a que la definición de los
términos, "Filosofia" y "Teología", es muy
variable. Por otra parte, conviene no olvi-
dar que, para quienes se dedican a estas
disciplinas, la relación entre ellas compor-
ta un interés que puede ser caracterizado
como vital, con lo cual se ponen en juego
posiciones bastante personales.
Cfr. HENRICI, Peter. "La Chiesa e la filosofia", Gregorial1l1m 80. 4 (1999), p. 635-644; también,
HENRICI, Peter "La Philosophie dans l'enseignement théologique", Gregorian1/f11 50, 3-4, 1969,
777-803.
"natural". Sin embargo, parece que este
problema interesa a un grupo relativamen-
te restringido de especialistas. En efecto,
en la cultura actual, cada vez más secu-
larizada, el tema aparece más bien como
marginal. En el campo estrictamente filo-
sófico, hay sectores que miran con reser-
vas o que descalifican de entrada cualquier
aproximación a lo teológico pues la
"heteronomía" propia de este discurso
choca frontalmente con la autonomía de
un saber "libre" como el filosófico. Otra
tensión viene, además, a justificar este des-
interés de hecho frente a la cuestión: una
cierta oposición parece imponerse entre una
filosofia "laica" y otra cultivada en instihl-
ciones explícitamente confesionales.
11
Por lo cual se podrá hablar de un "paradigma de la coincidencia"
Cfr. Hechos 17, 18-19
Hechos 17, 27
En esta perspectiva es posible leer algunas de las tesis del estoicismo
y RUPTURAS ENTRE
lA RAZÓN Y LA FE: LÍNEAS Y
"PARADIGMAS" DE UNA HISTORIA
Y A VECES TRÁGICA
La cuestión de la relación entre Filo-
sofia y Teología ha sido planteada funda-
mentalmente en un universo intelectual y
cultural determinado por el cristianismo. Un
antece:dente pre-cristiano está represen-
tado por la filosofía aristotélica, en la cual
la relación entre los dos discursos pue-
de ser vista más como armónica que
conflictiva4 •
En lo que respecta específicamente a
la fe y a la Teología cristianas, su relación
con la razón filosófica conoce los siguien-
tes momentos.
PRIMERAETAPA:
LOS COMIENZOS DE
LA PREDICACIÓN MISIONERA
Se trata de la "exposición" o de la
"puesta en escena" de la problemática.
Como evento representativo de este pri-
mer momento habría que citar la experien-
cia de San Pablo que predica en el
Filosofia y Teología: las leccíones de la hístoría
Areópag05• La Escritura misma se convier-
te aquí en testigo perenne de las dificulta-
des inherentes a la relación entre filosofia
y fe. Al anunciar el mensaje cristiano, Pa-
blo debe tomar en consideración las ideas
filosóficas dominantes en la época y asu-
mir el lenguaje y los argumentos filosófi-
cos para poder hablar de modo fundado a
los griegos. Con la célebre expresión pau-
lina del Dios a veces "buscado a tientas"6,
parece reconocerse un valor a la experien-
cia filosófica como expresión de la bús-
queda "natural" de Dios, por parte del hom-
bre, lo cual no es ajeno al mérito atribuido
a la filosofia de servir como instancia crí-
tica y catártica frente a las posibles des-
viaciones idolátricas de la religiosidad na-
turaF. No obstante esta primera impresión
de armonía, un punto serio de tensión en-
tre la filosofía y la fe reside en aquello que
el cristianismo considera como nuclear en
su mensaje: la resurrección de Cristo y la
pretensión salvadora de la nueva fe, pues
la razón filosófica se atribuye también una
vocación de salvación.
A partir de este momento, el encuen-
tro entre filosofia y cristianismo, además de
ser unhecho incontestable, asume ciertos
Nótese cómo en la universidad, des
la Alta Edad Media, se volvió obligato
pasar por la Facultad de Artes, para ac
der a la Facultad Superior de Teología, M
dicina o Derecho 1o• En París, ese "paS
comparten una visión del mundo y del
finito considerados como criaturas de Dio
La reflexión se centra, entonces, sobre e
problema filosófico crucial en esta época
la constitución ontológica del ser finito. Así
la filosofia va adquiriendo una gran impor
tancia y un puesto relevante, particulannent
en el naciente mundo universitario. En efec
to, en primer lugar, la cuestión de la rec
interpretación de Aristóteles se convierte e
un tema importante de discusión filosófic
En segundo lugar, la confrontación entre
teología y el saber profano exigía poder afi
mar de manera sólida la racionalidad, co
probada filosóficamente, de la fe cristian
12
Cfr. Col 2, 8. 1 Cor 1, 18-25
Piénsese, por ejemplo, en Tertuliano, Pascal y Barth. Uno de los problemas que ocupará la atención
dará lugar a tomas de posición diferentes y casi excluyentes, es aquel de la relación entre la fe cr'
naciente y el pensamiento helénico. En este contexto es preciso mencionar, por una parte, a Ha
con su teoria sobre la "helenización del cristianismo", según la cual la fe cristiana perdió su simpli
evangélica y dejó de ser una religión del corazón para convertirse en una religión del ritual y del sabe
decir, en un cuerpo reglamentado de doctrina. Por otra parte, en una posición contraria, la figura
Ireneo representa más bien una "cristianización del helenismo". Efectivamente, alli se da razón de la
determinación intelectual, espiritual y misionera de los Padres de la Iglesia. Con Ireneo se tien
llamado "paradigma de la recapitulación": se trata de un ejercicio formidable de organización del conj
to de datos de la fe, al servicio de una visión unitaria de la historia de la salvación cuya clave
Encamación: el hombre-Dios es la recapitulación del deseo salvador de Dios. Con una clara inspi
paulina (Cfr. Efesios 1, 9-10), este tema de Ireneo de la recapitulación en Cristo de todo (lo huma
cosmos, la historia de la salvación) se encontrará en Justino (con su tesis Toda "verdad" es crisli
Clemente de Alejandria (según el cual La filosofia abre la rula a Crislo), Origenes y Agustín.
d'IRSAY, Stephen. Histoire des Universités fi'ancaises el élrangeres des origines a nos jours,
Picard, 1933-1935) 1, p. 99: Cfr. HENRICI, Peter. "La Philosophie dans l'enseignement théolol~iqu
Gregorianum 50, 3-4, 1969, 780.
\0
Luis Augusto Campos Flórez
rasgos de definitivo y casi irreversible. El
paso del discurso cristiano no teológico, o
kerigmático, al teológico comienza a verifi-
carse. A decir verdad, en Pablo no se en-
cuentra un rechazo de la sabiduría filosófi-
ca sino de todo tipo de pensamiento
autosuficiente que se cierra a la sabiduría
de la cruz8. Sin embargo, en la historia del
cristianismo, la condena de la filosofia no
estará del todo ausente9•
SEGUNDAETAPA:
EL PERÍODO MEDIEVAL
En esta época, ya no es el anuncio sino
la teología misma quien se confronta con la
filosofía antigua, especialmente con el
aristotelismo, interpretado por creyentes
monoteístas Gudíos y musulmanes). Exis-
te un punto de encuentro entre estos pen-
sadores y los teólogos cristianos: todos
13
Estudiar filosofía, desde el Medioevo hasta el s. xvrn, significaba procurarse una cultura general que
determinaba el nivel académico de los estudios especializados que seguían o acompañaban el estudio
filosófico.
Esta costumbre fue confirmada, adoptada y propagada por los jesuitas para sus estudiantes, tres siglos
más tarde, después del Concilio de Trento. En el mundo latino, la enseñanza de la Facultad de Artes, de
tipo filosófico, pasa a los "Colegios". En el mundo universitario alemán, la Facultad de Filosofia debía
ofrecer una cultura general preparatoria a los estudios profesionales (hasta finales del s. XVIII). Los
jesuitas estudiaban la Suma Teológica de Santo Tomás y las Disputationes metaphysicae, de Francisco
Suárez, primer tratado sistemático de metafisica. Respecto de esta formación, afirma san Ignacio en
sus Ejercicios espirituales (363): "Alabar la doctrina positiva y escolástica, porque, así como es más
propio de los doctores positivos, así como de san Jerónimo, san Agustín y de san Gregorio, etc., el
mover los afectos para en todo amar y servir a Dios nuestro Señor, así es más propio de los escolás-
ticos, así como de santo Tomás, san Bonaventura y del Maestro de las Sentencias (Pedro Lombardo),
etc., el definir o declarar para nuestros tiempos de las cosas necesarias a la salud eterna, y para más
impugnar y declarar todos errores y todas falacias". Nace entonces la Ratio Studiorum de los jesuitas,
que prescribía para todos los estudiantes tres años de estudios filosóficos.
Santo Tomás aprende de Aristóteles que las cosas tienen una "natura" determinada que la "razón"
puede descubrir. La teología debe "reconstruir especulativamente el orden de las formas, de las rationes,
puestas en las cosas y en los misterios de la salvación, por la sabíduría de Dios" CONGAR, D.Th.C. XV,
col. 389: Cfr. HENRICI, Peter. "La Philosophie dans l'enseignement théologíque", Gregorianum 50,
3-4, 1969, 789.
las lecciones de la historia
quaestio representa un antecedente impor-
tante de este ingreso de la razón filosófica
en la teología: lo que allí está en juego es la
organización dialéctica del modo de saber
teológico y la progresiva estructuración de
su contenido por obra de la filosofía
aristotélica.
Para lo que va a suceder después con
la filosofía moderna, conviene subrayar
algunos elementos decisivos de la obra de
Tomás de Aquino. Al introducir en el dis-
curso teológico la categoría aristotélica de
la "natura rerum"13, Tomás sitúa el discur-
so teológico no sólo en un horizonte de
coherencia y de significación, sino tam-
bién de verdad y de verdad universal. Para
poder escapar a la ambigüedad y al peligro
de la arbitrariedad es preciso referirse a
la Facultad de Artes llegó casi a cons-
en el programa universitario mis-
. En el s. XIII, dicha Facultad se con-
en una verdadera Facultad de
Fil()sotia, donde se enseñaba la lógica, la
y la metafisica aristotélicas. Se lle-
así, a hablar del "modus parisiensis",
académica que privilegiaba el es-
de la filosofia, fuertemente sosteni-
por los Dominicos en el s. XIII12.
Tomás de Aquino debe ser mencio-
como uno de los representantes ma-
de este trabajo de harmonización
filosofia y teología, del cual surge el
puede ser llamado "paradigma de in-
tegraciól1" o de "repartición": el pensamien-
filosófico es considerado como elemento
corlstitut1ivo del discurso teológico. La
11
13
Luis Augusto Campos Flórez
TERCERA ETAPA:
LA FILOSOFÍA MODERNA
En este período, se continúa este
movimiento de alejamiento entre la razón
y la fe. El concepto de verdad conocerá
una transformación decisiva, debido a la
ruptura de aquello que era considera
como el fundamento mismo de la sínte
tomista, es decir la búsqueda de ration
En lugar de "verdad" se hablará de "ce
za". Si la tradición antigua y medieval
sideraba como "verdadero" "aquello
es", en adelante "verdadero" será "lo
no puede ser negado".
A esta metamorfosis aparece
el nacimiento de las ciencias, fenóme
que sucede en estrecha relación con 1
nuevos desarrollos del pensamiento fil
sófico, incluso al interior mismo de J
facultades de Filosofíal 5• Las ciencias
cientes no se preocupan por conocer
verdad de las cosas sino por establee.
"hechos" indudables. Nuevas formas
racionalidad, distintas de la filosófica,
van afirmando (racionalidad matemáti
científica y tecnológica), interesándose
por explorar e! fin y e! sentido último de
vida humana, sino por desarrollarse
bien como "razón instrumental", con
finalidad práctica l6 •
TOMÁS DE AQUINO, In Cael., 1,22 (núm. 228): Cfr. HENRICI, Peter. "La Philosophie
l'enseignement théologique", Gregorianllm 50, 3-4, 1969, 789.
La lecturade este acontecimiento oscila entre dos polos: o bien, hay quienes piensan que el
científico fue quien hizo nacer una nueva filosofía, o bien, para otros, fue la nueva filosofía quien
aparecer las ciencias. En lo que se refiere a las ciencias históricas y ciencias del hombre (siglos XIX y
el1as no proceden directamente de la filosofía, la cual, en cambio, comenzará a interesarse en los nu
dominios del saber: surgen así ciertas "filosofías genitivas", filosofía "de" la historia, del derecho (en I
del derecho natural), de la religión (en lugar de la teología natural), del arte, del lenguaje, de los valor
La emergencia de las nuevas racionalidades científicas, en su relación con la filosofía y la teología,
deja de comportar cierta ambigüedad. De hecho, a nivel teórico, la ciencia moderna no nació opon"
dose a la fe. La situación actual de marginación de la fe (y, a veces, de la filosofía) por la afirma
progresiva de la ciencia se debe a factores que no pertenecen a la naturaleza misma de estas discipli
14
14
16
15
un horizonte absoluto de comprensión: la
"naturaleza de las cosas", es decir, su ver-
dad puesta por Dios, buscando así, por la
vía filosófica, no quid homines senserint,
sedqualiter se habeat veritas rerum l4 • Sólo
este horizonte de verdad hace posible e!
diálogo del creyente con el no-creyente.
Este trabajo de búsqueda de rationes, he-
cho al interior de! "misterio", supone una
razón aplicada al discurso filosófico.
Esta situación de integración armóni-
ca entre filosofia y teología va a conocer
un cambio notorio con la aparición del
nominalismo: de una distinción legítima de
estos dos tipos de saber, se pasará a una
franca separación.
A esta aparición de nuevas racionali-
dades se añaden otros factores, ya de or-
den filosófico, que van a favorecer una
creciente separación entre filosofia y teo-
logía. Se trata, en primer lugar, del giro
hacia el sujeto, característico de la filoso-
fía moderna, preocupada menos por el
objeto como tal y más por la relación en-
tre el sujeto y el objeto. Una vez que los
"seres verdaderos" han sido reemplazados
por los "hechos indubitables", la búsque-
da del fundamento del mundo debe ade-
lantarse de lado del sujeto, bajo la forma
del "sentido". En segundo lugar, se asiste
aun progresivo y galopante desarrollo de
la "función negativa" y crítica del pensa-
miento humano, que va de la duda car-
tesiana, hasta las "ciencias de la sospecha"
(psicoanálisis, crítica de las ideologías,
análisis del lenguaje), pasando por el
empirismo inglés y la crítica kantiana que
establece los límites de la razón. Es sabido
que, con frecuencia, estas filosofías críti-
cas se presentan declaradamente hostiles
a la fe cristiana, cuando no buscan abier-
tamente substituirla.
La difícil relación entre filosofía y teo-
logía conoce cierta elaboración temática
en dos paradigmas, llamados respectiva-
mente de "difracción" y de "cumplimien-
to filosófico". Respecto del primer para-
digma, dos nombres sobresalen. Por una
parte, en el pensamiento de Descartes, la
ruptura se opera en favor de la filosofía,
15
Filosofia y Teologia: las lecciones de la historia
pues sólo a ella se le reconoce un auténti-
co trabajo de razón, ausente de la teolo-
gía, la cual queda reducida a un mero
asunto de fe. Por otra parte, en este dis-
tanciamiento entre estos dos tipos de sa-
ber, es imprescindible mencionar a Lutero.
Formado en la tradición inaugurada por
Guillermo de Ockam, Lutero propone una
teología de la absoluta soberanía de Dios,
a cuya libre decisión está todo sometido.
El Dios personal, libre y omnipotente, por
libérrima decisión de su voluntad, crea cada
ser singular y determina su esencia. El
único fundamento metafísicamente inteli-
gible del individuo realmente existente, es
el inescrutable decreto del amor divino. En
esta perspectiva teológica, la única que tie-
ne cabida y una competencia propia es la
fe, ella misma separada de la razón. En un
clima de reservas frente al aristotelismo,
Lutero lucha por establecer una "buena
teología" que debe ser, fundamentalmen-
te, "escriturística", diferente de la teolo-
gía escolástica, y que no reconoce ningu-
na autoridad a la filosofía. El único lenguaje
al cual la teología debe ajustar el suyo pro-
pio, es el de la Escritura y el del Espíritu
Santo. La separación entre filosofía y teo-
logía se refuerza para desembocar, nece-
sariamente, en el fideísmo.
El exponente mayor del "paradigma
del cumplimiento filosófico" es Lessing. A
diferencia de Ireneo, que habla de la "re-
capitulación", en este caso se trata de un
Téngase en cuenta que estos movimientos críticos, desarrollados en ámbitos no católicos, fueron
escasamente tenidos en cuenta por la Iglesia, la cual favorecia la enseñanza de la filosofia escolástica.
En lo que se refiere a la formación de los candidatos al sacerdocio, Trento no hace prácticamente
ninguna alusión a una formación filosófica propiamente dicha; los estudios tenían un carácter más
"pastoral", ordenados a la práctica.
Será con la Ratio stlldiorllm de los jesuitas donde la formación tendrá un carácter más "moderno"
("científico") que escolástico. Efectivamente, las ciencias y la filosofia de la naturaleza (incluidas la
sicología y la fisiología) serán tenidas más en cuenta, al tiempo que algunas de las doctrinas metafisicas
modernas (de Descartes y de Wolf) comienzan a incursionar en este medio académico eclesiástico. La
situación cambiará notablemente con la aparición de las ciencias históricas. En efecto, algunos teólo-
gos católicos se abren a la nueva filosofía alemana de comienzo del siglo XIX, buscando fundar la
teología, no ya sobre la especulación, sino sobre la crítica histórica y filológica que acababa de
aparecer. Aquí el tema bíblico se volverá central, por lo cual la enseñanza filosófica no será vista como
muy necesaria. En realidad, todo parece indicar que para hacer más comprensible el dato revelado al
hombre moderno, las ciencias humanas pueden ser más útiles que la metafísica.
Luis Augusto Campos Flórez
cumplimiento. Para Lessing, la filosofia es
la instancia hermenéutica de la teología: la
filosofia dice la verdad de la teología. En
realidad, la revelación no ofrece al hom-
bre nada que él no pueda encontrar por su
propia razón: ésta está en capacidad de
encontrar todo lo que le brinda aquella. El
valor de la revelación consiste en abreviar
está búsqueda, pues ella es una especie de
"atajo" que permite que las verdades esen-
ciales sean encontradas más rápidamente.
Así pues, el papel de la revelación es fun-
damentalmente pedagógico y el verdadero
cumplimiento de toda pedagogía es la filo-
sofía. En consecuencia, la revelación se
convierte en sierva de la filosofia.
Nótese que este tipo de relación entre
filosofia y teología está también presente
en el pensamiento de Feuerbach, quien
sostiene que el verdadero secreto de la teo-
logía es la antropología: ésta se apropia de
la verdad de aquella17.
17
CUARTAETAPA:
LA "DESACELERACIÓN"
DEL SIGLO XIX
La racionalidad científica entró de ma-.
nera definitiva e irreversible en el universo
del pensamiento. La razón filosófica realiza
un trabajo de inserción en el mundo de las
ciencias humanas: la filosofia se "historiciza".
Las facultades de filosofia toman otro nom-
bre: ahora se llaman "Facultades de Letras".
Como sí sucedía en la época medieval, en
este momento la formación filosófica ya no
defme la cultura general de una persona. En
la universidad el énfasis deja de ser "acadé-
mico", es decir, centrado sobre la libre espe-
culación desinteresada, para centrarse en el
"método científico".
En lo que se refiere a la enseñanza
eclesiástica de la filosofía, ésta se desa-
rrolla bastante al margen de las enormes
transformaciones que ha conocido la dis-
0110 de la apo
1 campo teológ
la doctrina de lo
comprende la tripl
, christiana y cat
ndamentalmente co
cristiano en tanto ql
rgo, la apologética es
xterior a la teología:¡
anece separada del sa
El Magisterio eclesiá
vérselas con los movi
cos modernos de tipo sep
mente anticristianos. Co
'mpuso una actitud de cen1
pensadores católicos,
tVl1n{ü>r a dichas filosofias,
de terminar inspirándm
Predomina, entonces,
de defensa que de diálog
razón y fe.
Una mención especi
textos, escritos en un ton<
16
ciplína. El interés neotomista por redescu-
brir las inmensas riquezas de la filosofía
antigua y medieval, especialmente de la
metafísica, no conserva la suficiente aper-
tura para reconocer otros tesoros, en do-
minios nuevos, como el de la historia, del
lenguaje, del arte, de la religión o de los
filósofos contemporáneos.
El desarrollo de la apologética es no-
torio, en el campo teológico. De modo
especial, la doctrina de los praeambula
fidei, que comprende la triple demonstratio
(religiosa, christiana y catholica), se en-
tiende fundamentalmente como "ciencia del
hecho cristiano en tanto que hecho". Sin
embargo, la apologética es un trabajo más
bien exterior a la teología: aquí la filosofía
permanece separada del saber teológico.
El Magisterio eclesiástico ha tenido
que vérselas con los movimientos filosó-
ficos modernos de tipo separatista o abier-
tamente anticristianos. Con frecuencia se
impuso una actitud de censura, pues algu-
nos pensadores católicos, buscando res-
ponder a dichas filosofías, corrían el ries-
go de terminar inspirándose en ellas.
Predomina, entonces, una actitud más
de defensa que de diálogo abierto entre
razón y fe.
Una mención especial merecen dos
textos, escritos en un tono más dialogan-
17
Filosofía JI Teología: las lecciones de la historia
te. Por una parte, la Constitución dogmá-
tica Dei Filius, del Concilio Vaticano 1,
"carta magna" que orienta las relaciones
entre fe y razón. Allí, contra los movimien-
tos que intentaban reemplazar y anular la
fe, es propuesta nuevamente la ya antigua
tesis del duplex cognitionis ordo. Igualmen-
te, en este deseo de favorecer el encuen-
tro entre filosofía y teología y de buscar
una colaboración mutua entre fe y razón,
es preciso hacen alusión también a la Car-
ta encíclica de León XIII, Aeterni Patris,
en la cual se invita al cultivo de una "bue-
na" y "sana" filosofía, por ejemplo como
aquella propuesta por santo Tomás. Esto
suscita un renovado interés por un mejor
conocimiento y por una relectura actuali-
zada de la filosofía medieval.
QUINTA ETAPA:
LA SITUACIÓN PRESENTE
Pareciera que el avance vertiginoso
de la racionalidad científica condenara la
filosofía a su desaparición, con lo cual la
enseñanza se apoyaría definitivamente en
el piso sólido de las ciencias, particular-
mente las humanas. A lo sumo, a la filoso-
fía se le podría reconocer el papel prelimi-
nar de una "cultura general", a partir del
cual se emprendería un estudio verdade-
ramente "científico" de la realidad (inclu-
so de la teología). Sin embargo, no existe
verdadera formación sin instancia crítica
y sin discernimiento intelectual. Por ello,
Luis Augusto Campos Flórez
18
RICOEUR, Paul. «Herméneutique de I'idée de la révélatioll» in, RICOEUR, Paul. LEVINAS, Emmanuel.
La Révé/ation, Bruxelles, Publications des Facultés Universitaires Saint-Louis, 1984, 2e édition, p. 36.
ndo cometido tie
la filosofía de reJ
dad del hombre (
e Dios, capacidad (
en la historia, histor
por la filosofía. De
filiación protestante
.eoeur es iluminador.
sofía no le eorrespor
de Dios, sino despeJ
fíeación en el cual es,
chada
sofía del "sentido" al interior mismo del "he-
cho" anunciado por la fe cristiana. Es posible
hacer un trabajo apologético del puro hecho,
sin que se ponga de manifiesto el valor y la
significación del mismo para la vida del hom-
bre. Del mismo modo, es posible hacer una
filosofía y una teología del puro sentido, sin
un hecho que le sirva de soporte histórico.
Esta tarea de la teología es absolutamente ac-
tual y exige la colaboración cercana de la filo-
sofía: dar el paso del conocimiento histórico
del "hecho" a la comprensión y expresión de
su "sentido" para el hombre de hoy. La filo-
sofía debe reflexionar sobre las aspiraciones
de la humanidad para ayudar a descubrir en
qué medida la fe cristiana se presenta como
respuesta, no ideológica, a tales aspiraciones.
Esta reflexión tiene como intención final el
poder dirigir la atención, no hacia una simple
interpretación de la historia, sino hacia una
historia nueva, trascendente y misteriosa,
punto de crisis de toda otra interpretación,
pues ella se presenta como el "sentido" últi-
mo. Este trabajo de conjunción de "hecho" y
de "sentido" no debe olvidar la oportuna voz
de alerta de Paul Ricoeur frente a lo que él
llama un "existencialismo de la miseria", en
el que la filosofía se limitaria a ofrecer las
preguntas y la teología, con relativa facili-
dad, las respuestas. Para Ricoeur, "la filo-
sofia de la miseria, aún si no se es marxis-
ta, es siempre la miseria de la filosofía"18.
18
Parece importante enriquecer esta visión
con un doble cometido asignado a la filoso-
fía. En primer lugar, el desarrollo de una filo-
es una pura ilusión el pensar en la adquisi-
ción de una verdadera "cultura", que sea más
científica, sin pasar por la confrontación "cri-
tica", es decir filosófica, con sus nociones y
principios. Más aún, es claro que el saber
científico no está eximido de la exigencia de
integración en una totalidad de pensamiento,
lo cual exige otro tipo de racionalidad, preci-
samente la filosófica. Dicho de otro modo:
para que la formación no se reduzca a un
simple aprendizaje de opiniones, es impen-
sable una verdadera cultura sin critica y sin
integración, frente a lo cual la filosofía juega
un papel decisivo.
La tradición cristiana ha identificado
ciertas razones para justificar los estudios
filosóficos antes de la teología. En primer
lugar, la necesidad de contar con un so-
porte conceptual, y aun de contenidos, para
desarrollar la inteligencia de la fe. En se-
gundo lugar, la urgencia de una instancia
reflexiva autónoma en orden al trabajo apo-
logético, expresión de la autonomía pro-
pia de la naturaleza humana. Finalmente,
la necesidad de preparar a los futuros sa-
cerdotes para el "diálogo" con los hom-
bres de su tiempo.
El mismo filósofo advierte sobre una
doble pretensión, a todas luces imposible
de aceptar: por una parte, aquella según la
cual la revelación, y la reflexión sobre ella,
comportarían un sacrificium intellectus
que negaría el ejercicio responsable del
pensamiento que, incluso, tennina por ple-
garse al veredicto de un magisterio de últi-
ma instancia. No es difícil reconocer la
coloración protestante de la tesis, pero no
es sensato negar la fuerza de su afirma-
ción. En segundo lugar, es claro que es
lícito poner en cuestión la pretensión filo-
sófica a una transparencia absoluta de lo
verdadero y a una autonomía total del su-
jeto pensante.
Filosofia y Teología: las lecciones de la hísloría
Precisamente, es en este contexto
donde puede situarse, como toda una pro-
mesa, la sugestiva visión de la Ratio et Fides
que habla de una relación de "circularidad"
entre Filosofia y Teología l9 .
El texto papal parece estar atravesa-
do, menos por un aire de reprobación y
más de lamento, ante la situación de la fi-
losofía que corre el riesgo de resignarse a
la acogida no crítica de aquello que la cien-
cia dice, o a desarrollarse bajo la fonna de
simples filosofias regionales o puramente
metodológicas. La circularidad en cues-
tión afinna que "a la parresia de la fe debe
corresponder la audacia de la razón"20, es
decir que, de modo especial en la situa-
ción actual, "es la fe quien provoca la ra-
zón a salir de todo aislamiento y a arries-
garse por todo aquello que es bello, bueno
y verdadero"21.
19
JUAN PABLO n, Fídes el Ralio, 73
ÍDEM. Ibídem, 48
ÍDEM. Ibídem, 56
El segundo cometido tiene que ver con
la tarea de la filosofia de reflexionar sobre
la capacidad del hombrede escuchar la
Palabra de Dios, capacidad que no se reali-
za sino en la historia, historia profana que
es leída por la filosofia. De nuevo, no obs-
tante su filiación protestante, el pensamien-
to de Ricoeur es iluminador. En su opinión,
a la filosofia no le corresponde justificar la
Palabra de Dios, sino despejar el horizonte
de significación en el cual esta Palabra pue-
da ser escuchada. Es necesario, pues, vol-
ver la atención sobre ciertas estructuras de
interpretación de la experiencia humana para
discernir allí los rasgos a través de los cua-
les algo, desde siempre, se deja compren-
der bajo la fonna de una "revelación".
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