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Estudo sobre a Carta aos Efésios

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Avda. de Pamplona, 41 - Apdo. 34 • 31200 ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
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(Viene de solapa portada)
editorial verbo divino
Autores
(Continúa en solapa contraportada)
Licenciado en Ciencias Bíblicas
por el Pontificio Instituto Bíblico de
Roma y doctor en Filosofía y Letras por
la Universidad Pontificia de Salamanca,
es traductor de obras de teología y estudios
bíblicos. Uno de sus últimos trabajos en este
campo ha sido la versión española del
Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo
(Estella 2004), a la que ha contribuido con
su asesoramiento técnico y parte de la
traducción. Colabora con el Centro Regional
de Estudios Teológicos de Aragón en la
difusión de la cultura bíblica. Es autor de
numerosas recensiones y algunos artículos,
así como de un libro relacionado con la
carta a los Efesios (Cristo y el universo:
estudio lingüístico y temático de Ef 1,10b
en Efesios y en la obra de Ireneo de Lyon,
Salamanca 1995). Ha escrito también otro
libro de tema bíblico: La Biblia como
literatura, Estella 1996.
Tomás OTERO LÁZARO
Profesor de Sagrada Escritura
en la Facultad de Teología de Burgos
Francisco RAMÍREZ FUEYO
Profesor de Sagrada Escritura
en la Facultad de Teología de Comillas
Juan Miguel DÍAZ RODELAS
Profesor de Sagrada Escritura
en la Facultad de Teología de Valencia
José CERVANTES GABARRÓN
Profesor de Sagrada Escritura
en el Instituto de Teología S. F. de Murcia
Juan Carlos GARCÍA DOMENE
Profesor de Teología y Didáctica
de la Religión en la Universidad de Murcia
Coordinador: Dr. José Pedro TOSAUS ABADÍA
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LA CARTA A LOS EFESIOS
Asociación
Bíblica Española
V E R B O D I V I N O
P R I M AV E R A 2 0 0 5
Nº 45
LA CARTA A LOS EFESIOS
“La Carta a los Efesios ante
la crítica moderna”
José Pedro TOSAUS ABADÍA
“La relación entre Colosenses y Efesios”
Tomás OTERO LÁZARO
“El himno de Ef 1,3-14”
José Pedro TOSAUS ABADÍA
“Claves para una relectura actual
de la teología de Efesios”
Francisco RAMÍREZ FUEYO
“La espiritualidad de la Carta a los Efesios”
Juan Miguel DÍAZ RODELAS
“La disponibilidad como actitud cristiana”
José CERVANTES GABARRÓN
PRIMAVERA 2005 • Nº 45
“Lectio divina sobre el himno
de la Carta a los Efesios”
Juan Carlos GARCÍA DOMENE
Revista trimestral de la
Asociación Bíblica Española
Director:
José Cervantes Gabarrón
Consejo de Redacción:
José Pérez Escobar
José María Bravo Aragón
José Pedro Tosaus Abadía
Cristóbal Sevilla Jiménez
Revisión literaria:
José Pérez Escobar
© Asociación Bíblica Española, 1993
http://www.forodigital.es/abe
© Editorial Verbo Divino
Printed in Spain
Diseño: Contraplano
ISSN: 1134-5233
Depósito Legal: MU-251-1994
Para suscripción dirigirse a:
RESEÑA BÍBLICA
Editorial Verbo Divino
Avda. de Pamplona, 41
31200 Estella (Navarra) España 
Telf. 948 55 65 10
Fax: 948 55 45 06
E-mail: publicaciones@verbodivino.es
Internet: http://www.verbodivino.es
PRECIOS PARA 2005
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Suscripción Extranjero:
Europa ........................................ 31.66
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España (I.V.A. incluido) .............. 7.81
Extranjero ................................... 10 US $
En estos precios están incluidos los gastos de envío
Reservados todos los derechos. Nada de lo contenido en la presente publicación
podrá ser reproducido y/o publicado mediante impresión, fotografía, copia,
microfilme, o en cualquier otra forma, sin el previo consentimiento por escrito
del Consejo de Redacción y de Editorial Verbo Divino.
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EDITORIAL ................................................... Pág. 2
SECCIÓN MONOGRÁFICA
1. “La carta a los Efesios ante 
la crítica moderna” ...................................... Pág. 5
José Pedro TOSAUS ABADÍA
2. “La relación entre Colosenses y Efesios” ...... Pág. 15
Tomás OTERO LÁZARO
3. “El himno de Ef 1,3-14” ............................. Pág. 25
José Pedro TOSAUS ABADÍA
4. “Claves para una relectura actual 
de la teología de Efesios”............................. Pág. 37
Francisco RAMÍREZ FUEYO
5. “La espiritualidad de la 
carta a los Efesios” ....................................... Pág. 47
Juan Miguel DÍAZ RODELAS
SECCIÓN ABIERTA
6. “La disponibilidad como 
actitud cristiana“ ......................................... Pág. 57
José CERVANTES GABARRÓN
SECCIÓN DIDÁCTICA
1. “Lectio divina sobre el himno 
de la carta a los Efesios” ............................ Pág. 65
Juan Carlos GARCÍA DOMENE
SECCIÓN INFORMATIVA
1. Boletín bibliográfico................................. Pág. 69
2. Recensión................................................... Pág. 69
3. Noticias .................................................. Pág. 71
4. Reseña bibliográfica bíblica ....................... Pág. 72
Pág. 1
PRIMAVERA 2005 • Nº 45
LA CARTA A LOS EFESIOS
Coordinador: Dr. José Pedro Tosaus Abadía
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Pág. 2
Editorial
La carta a los Efesios (Ef) no es de las cartas paulinas más leídas. Entre los cristianos es, comúnmente,
mucho menos conocida que las grandes “estrellas” del epistolario del Nuevo Testamento. En la esti-
ma general queda muy lejos de cartas como Gálatas, Romanos o primera y segunda Corintios, llenas
de apasionamiento y vida y, también, de grandes ideas teológicas. Comparada con ellas, Ef parece
una carta poco vital y excesivamente grandilocuente, con ideas teológicas que, a primera vista al
menos, resultan casi siempre poco originales. No es una obra que suscite entusiasmos entre los fieles
ni ríos de tinta entre los exégetas. Esa índole propia de Ef ha quedado reforzada en los dos últimos
siglos por la polémica en torno a su autor y a la originalidad de sus materiales. Son muchos los que,
como resultado de dicha polémica, piensan que Ef no fue escrita por Pablo y que, además, fue redac-
tada tomando sus materiales de otras cartas paulinas, sobre todo de la carta a los Colosenses (véanse
sobre estos dos temas los dos primeros artículos de este número, especialmente el segundo, de Tomás
Otero Lázaro). Esta aura de carta doblemente inauténtica (por su autor y por sus materiales) ha con-
tribuido de hecho a que Ef no cotice tan alto como otras en la estima de los cristianos modernos.
Sin embargo, una mirada atenta a la historia de la interpretación moderna de Ef nos demuestra su
importancia en diferentes ámbitos: como banco de pruebas de numerosos métodos de exégesis; como
campo de batalla de las ideologías subyacentes a la cuestión de si Pablo pudo ser o no su autor; como
cristalización y punto de encuentro de numerosos sustratos culturales y religiosos en los que los es-
pecialistas ven las raíces de esta carta; como testimonio de la evolución del pensamiento paulino (en
él o en sus seguidores). (Sobre la historia de la interpretación moderna de Ef, véase el primer artícu-
lo, de José Pedro Tosaus).
Y no sólo eso: Ef es una carta que tiene mucho que decir al hombre de hoy. Muchas de sus ideas tie-
nen plena vigencia en el momento actual y pueden sugerir líneas de actuación y vías de solución en
un mundo marcado simultáneamente por la globalización y la división fruto de la injusticia (véase el
cuarto artículo, de Francisco Ramírez Fueyo). La misma actualidad tiene la espiritualidad de Ef en
sus líneas maestras. Su carácter cristológico, eclesiológico y existencial pueden ayudarnos a redescu-
brir lo esencial en una época de confusión y desaliento (veáse el quinto artículo, de Juan Miguel Díaz
Rodelas).
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El esfuerzo de leer Ef compensa, pues. Más aún
si es una lectura “acompañada” o “guiada”. A
falta del espacio para realizar ese acompañamien-
to en la lectura de toda la carta, se ofrece en el
tercer artículo (de José Pedro Tosaus) un peque-
ño ensayo de cómo se podría hacer. Se utiliza
para ello un texto de gran densidad (Ef 1,3-14),
dando pistas al lector para que afronte la lectura
del pasajede manera activa.
Ef, fuera quien fuera su autor, es fruto de una
época de transición y de mezcla heterogénea de
gentes y culturas. Por eso es de desear que nos
sirva de modelo para vivir esta época nuestra,
también de transición, y este mundo nuestro,
crisol heterogéneo cuyo resultado sigue siendo
incierto, pero al que Ef aporta la certidumbre de
que Cristo “recapitula” todo para bien de la hu-
manidad.
José Pedro Tosaus
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En el presente artículo se intenta ofrecer
una síntesis de las principales líneas de
exégesis que se han desarrollado en re-
lación con la carta a los Efesios. Con
ello se pretende poner de manifiesto dos
cosas. La primera, el condicionamiento
que en toda interpretación de textos su-
pone adoptar una metodología concreta:
limita la perspectiva del análisis. La
segunda, los temas y aspectos de la
carta que más interés han suscitado
entre los investigadores por su trascen-
dencia histórica o teológica, por su pe-
culiaridad lingüística o por ambas
cosas a la vez. 
LA CARTA 
A LOS EFESIOS
ANTE
LA CRÍTICA
MODERNA
José Pedro Tosaus Abadía
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1. La carta y los métodos
LA cosa (como tantas otras) empezó en Inglaterra.
En el calendario cristiano corría el año 1792.
Tan sólo dos años antes, Paley había constatado
que la autenticidad de la carta a los Efesios (Ef)
no había sido puesta en duda nunca. Verdad era que Teo-
doro de Mopsuestia y Erasmo de Rotterdam habían expre-
sado algunas reservas en lo referente al peculiar estilo de la
carta, pero no habían pasado de allí. Sin embargo, en el
mencionado año se negó por primera vez que Pablo hu-
biera sido el autor de Ef. El autor de tal hipótesis fue el
británico Evanson. De Inglaterra, la idea pasó a Alemania,
donde Usteri y De Wette acumularon argumentos contra
la autoría paulina. Baur y el resto de la Escuela de Tubin-
ga consolidan la opinión de la no autenticidad de Ef, que
consideran ya evidente. El carácter deuteropaulino de Ef
se cimienta en diversos tipos de razones teológicas, lin-
güísticas e históricas. En todas ellas, la línea fundamental
de argumentación suele ser la discontinuidad, supuesta-
mente demostrada, entre las cartas protopaulinas y Ef.
Nos encontramos de este modo en plena eclosión 
de la crítica histórica, cuya importancia se desprende 
de dos factores íntimamente unidos: su objetivo y su 
influencia.
El primero consiste en responder a dos cuestiones centra-
les: por una parte, el valor histórico del NT en general y
de Ef, en nuestro caso, en particular, y, por otra, íntima-
mente unida a lo anterior, el significado teológico del
texto. Se subraya el hecho de que el NT no es un bloque
errático intemporal, en la marea de los siglos, sino una
realidad entretejida esencialmente en la historia. De aquí
podemos deducir la importancia que el tema de la auten-
ticidad cobra para la exégesis: no se trata de una mera
cuestión histórica, discusión de eruditos sin trascendencia
alguna, sino de un dato que será clave a la hora de la in-
terpretación teológica del texto. En efecto, la diferencia
entre considerar o rechazar a Pablo como autor de Ef se
traduce, por ejemplo, en los presupuestos de la Escuela de
Tubinga, en la afirmación de dos tipos de cristianismo to-
talmente diferentes en Ef: el paulinista liberal (“tesis” en
el proceso dialéctico del cristianismo primitivo) y el cato-
licismo incipiente (“síntesis” final de tal proceso). 
El segundo factor decisivo que se ha de considerar en la
crítica histórica es su influencia. Por un lado hay que se-
ñalar la consideración del carácter histórico del NT como
una de las aportaciones fundamentales de Baur a la exége-
sis moderna, pero el estandarte de la no autenticidad de
Ef enarbolado por él se convirtió pronto en bandera dis-
cutida. Por una parte, dentro de Alemania, numerosos
autores, como Holtzmann o Von Soden, influidos por el
ilustre profesor de Tubinga aceptaron su tesis, si bien
aportando sus matices propios tanto al método como al
contenido de su investigación. Otros, como Reuss y
Ewald, aun aceptando el método histórico-crítico como
válido en términos generales, se constituyeron en defen-
sores de la autenticidad de Ef. Por su parte, Von Harnack
se sitúa en el polo opuesto a las dos corrientes, pues reac-
ciona contra el método y genera una corriente nueva de
exégesis, liberal, en torno a su consigna de volver a la tra-
dición.
Al otro lado del canal de la Mancha, las tesis de Baur en-
contraron muchos e importantes contradictores. Destacan
entre ellos “los tres de Cambridge”: Lightfoot, Westcott
y Hort, quienes, además de aceptar la autenticidad de Ef,
sometieron el método a una depuración tanto en sus pre-
supuestos como en sus resultados. Éstos y otros compa-
triotas señeros en los estudios bíblicos, como Ellicott y
Headlam, entre otros, hicieron con su autoridad científica
que la tesis deuteropaulinista de Ef, tan extendida en
Alemania, tuviera una incidencia mucho menor en Gran
Bretaña, la tierra que la vio nacer.
En Inglaterra a comienzos del siglo XX, frente a esta co-
rriente predominante, encontramos como defensor signi-
ficativo de la no autenticidad de Ef a Moffat. Durante ese
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mismo período, en Alemania hay grandes divergencias.
Junto a la opinión llena de seguridad de Feine, que afir-
ma la autenticidad de Ef, encontramos grandes reservas
en Haupt y Knopf. Por su parte, Wrede y J. Weiss se ma-
nifiestan seguros de su no autenticidad. Lueken indica
que Ef es “paulina” aunque no proceda de Pablo. Dentro
del continente, pero fuera de Alemania, podemos destacar
entre los que niegan la autenticidad a Goguel.
La escisión de la opinión de los investigadores, en cual-
quier caso, se ha hecho más llamativa con el paso de los
años. El grupo partidario de la no autenticidad, inicial-
mente formado en su mayor parte por exégetas protestan-
tes alemanes, ha cobrado en los últimos setenta años un
carácter interconfesional e internacional. A su vez, la ne-
gación de la autoría paulina ha suscitado la búsqueda de
otro autor, llegándose a diversas atribuciones que, en al-
gunas ocasiones, admitirán una autenticidad indirecta.
Frente a esta postura, otro grupo de autores continúa
siendo partidario de la autenticidad, bien inmediata, bien
mediata, con diversas variantes. Un tercer grupo de inves-
tigadores, sin embargo, no llega a decidirse, perplejo ante
los diversos argumentos esgrimidos a favor y en contra.
Íntimamente vinculada con la cuestión del autor, se plan-
tea la pregunta sobre la fecha de composición de Ef. Los
defensores de la autenticidad paulina la sitúan antes del
año 65. Sus contrarios, con matices divergentes, hacia fi-
nales del siglo I. En cuanto al lugar de su emisión, encon-
tramos también cierta polarización, motivada en parte
por la postura tomada respecto a la autenticidad. Así,
frente a la opinión tradicional mayoritaria que la sitúa en
Roma, otro grupo habla más bien de Asia Menor, que-
dando en franca recesión en los últimos años la postura
favorable a Cesarea.
A propósito de los destinatarios, la polémica surgió pron-
to. Ya Tertuliano reprochaba a Marción su discordancia
con la veritas ecclesiae al transformar Ef en la epístola a los
Laodicenses. Sobre todo, el carácter impersonal de la
carta, ya señalado por Teodoro de Mopsuestia, puso en
duda la originalidad tanto del sobrescrito “A los Efesios”
como de la lectura “en Éfeso” (Ef 1,1), variante que ha
hecho correr ríos de tinta en el campo de la crítica textual.
Este interés por los pequeños detalles textuales ha de en-
tenderse desde una convicción moderna fundamental: los
estudios críticos necesitan asentarse sobre un texto firme
para poder plantear desde allí la cuestión histórica. Di-
versas hipótesis se han elaborado para dar razón de los
destinatarios de Ef. Harnack retoma la opinión de Mar-
ción, de una carta a los Laodicenses. Orígenes parecía in-
dicar que la carta no habría llevadonombre alguno. La
propuesta de Beza y Grotius de la carta con un hueco en
blanco donde en cada caso se escribiría el nombre de la
iglesia destinataria fue elaborada por Ussher y demostra-
da como no imposible por Zuntz. Un numeroso grupo de
autores se inclina por una variante de esta última hipóte-
sis, a saber, la de la carta circular, prescindiendo de la po-
sibilidad o no del hueco en blanco. En todo caso, poco a
poco parece haberse creado cierto consenso de que Ef no
fue enviada a Éfeso o, al menos, no a Éfeso solamente. 
A partir de Jülicher (finales del siglo XIX), comienza a
plantearse la cuestión de la situación vital de la Iglesia
del siglo I que motivó la carta. En este punto, sin embar-
go, los exégetas distan mucho de haber alcanzado el con-
senso. Unos consideran que el autor hace un planteamien-
to fundamentalmente positivo: instruir sobre el misterio
de la Iglesia, servir de introducción al corpus paulino, ins-
truir a los catecúmenos con ocasión de su bautismo o sin-
tetizar los nuevos temas surgidos a raíz de la problemática
de Col, por enumerar sólo algunas opiniones. Otros, más
numerosos, abogan por circunstancias menos positivas,
peligrosas para las comunidades: problemas de relación
entre judeo-cristianos y pagano-cristianos, sincretismo,
tendencia al exclusivismo y la desunión, herejías, crítica
al tardío y pobre advenimiento de la Iglesia, dificultades
en la misión a los paganos y en la convivencia con los ju-
díos, falta de asimilación de la eclesiología y la moral
cristianas, competencia con los escritos joánicos para rea-
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firmar la autoridad de Pablo, destrucción del orden co-
munitario paulino con la introducción de la estructura
comunitaria episcopal. La misma pluralidad de explica-
ciones sugiere que quizá sería más adecuado pensar que Ef
no se entiende desde una sola de estas hipótesis.
2. Las grandes líneas 
metodológicas
EL doble objetivo marcado por la crítica históri-
ca, determinar el valor histórico y el significado
teológico de los textos del NT, impulsó, desde
el principio, dos grandes líneas metodológicas,
que debían proporcionarle los datos necesarios para alcan-
zar ambos fines. Nos referimos al estudio del lenguaje y
del trasfondo de los documentos.
a) El estudio del lenguaje
De hecho, los autores de finales del siglo XIX y princi-
pios del siglo XX, como Westcott y Vosté, muestran un
interés filológico muy intenso. Etimologías, usos, significa-
dos, sintaxis..., son cuidadosamente analizados para selec-
cionar el término y la explicación adecuados. Se recurre
también a textos de la misma carta o de otras del corpus
paulino a fin de esclarecer en lo posible el sentido de cada
versículo.
En esta misma línea se sitúan los estudios de historia de
las formas, disciplina surgida a principios del siglo XX de
la actividad de Schmidt, Dibelius y Bultmann. Aplicada
a Ef, va a generar una investigación en doble dirección en
el conjunto de la carta, determinando tanto el género li-
terario como la estructura. El mismo método se aplica a
algunos pasajes en particular.
Este sistema de trabajo se conecta con otros dos, ya en-
tonces largamente experimentados. Uno, la crítica de las
fuentes, aplicada sistemáticamente al NT a partir de la
segunda mitad del siglo XIX (Holtzmann); el otro, la
historia de las tradiciones entendida en su sentido más
amplio, iniciada por el mismo Baur.
La crítica de las fuentes afronta la búsqueda de las relacio-
nes de dependencia literaria respecto a diversas fuentes
escritas. Esto supone el desarrollo de minuciosos análisis
sobre el estilo de Ef, muchas veces conectados con el tema
de la autenticidad paulina. Quizá, el lugar común más
conocido de esta línea de trabajo sea la relación literaria
entre Ef y Colosenses (Col), de la que se nos habla en el
siguiente artículo de este número de Reseña Bíblica.
b) El estudio del trasfondo
Por su parte, la crítica de las tradiciones rastrea la prehisto-
ria oral de Ef. Con ello se pretende esclarecer el trasfondo
donde se gestaron las diversas ideas, imágenes y motivos
presentes en la carta, para así poder hacer de ella una va-
loración histórica y teológica más exacta. La necesidad de
buscar más allá del texto un horizonte que le dé sentido
la percibió ya claramente la Escuela de Tubinga. De
hecho, tanto Baur, con el gnosticismo, como Schwegler,
con el montanismo, quisieron insertar Ef en la historia
concreta universal. Esta intuición metodológica se ci-
mienta sólidamente al inicio del siglo XX con el adveni-
miento de la escuela de la historia de las religiones, cuyos
guías reconocidos son Reitzenstein y Bousset. En los años
subsiguientes la búsqueda se ha diversificado notable-
mente, si bien subsiste en el conjunto de los estudios la
polaridad básica en la que todavía se mueven los plantea-
mientos sobre el NT: judaísmo y helenismo, entendidos
ampliamente. Si a este binomio añadimos el indiscutido
componente de tradición cristiana presente en Ef, tene-
mos ante nosotros las grandes líneas de investigación que
en este campo se han desarrollado.
Téngase en cuenta que tales trasfondos y tradiciones no
implican necesariamente una influencia directa sobre la
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carta, pero pueden iluminar la prehistoria social y oral de
sus diversos elementos. En todo caso, ninguna de las va-
riadas propuestas en este campo puede aspirar a ser la
única verdadera. Pero, aun sin excluir ninguna en princi-
pio, no podemos considerarlas todas con el mismo grado
de importancia. De hecho, esta obligada valoración y,
hasta cierto punto, “cuantificación” de la influencia de los
diversos horizontes genera y explica las fuertes divergen-
cias y contrastes entre los estudiosos. 
M. Barth expone sucintamente las diferentes líneas expli-
cativas. Su claro esquematismo nos servirá de cañamazo
para la presentación de las diversas hipótesis.
1. Trasfondo judío
El primero de los grandes trasfondos que se nos ofrecen al
estudiar Ef es el judío. En él podemos distinguir tres blo-
ques: AT, judaísmo intertestamentario (Qumrán, litera-
tura apocalíptica, judaísmo helenista) y ámbito del culto.
El Antiguo Testamento figura en gran parte de la literatura
especializada como punto básico de referencia para la
comprensión de Ef en muy diversos elementos, como son:
estilo, géneros literarios, imágenes, conceptos, ideas.
Igualmente básica es la influencia del judaísmo intertesta-
mentario, concepto que condensa una amplia gama de co-
rrientes y tendencias de pensamiento situadas “entre” el
AT y el NT. Se detecta su impronta tanto en imágenes y
conceptos como en lo relativo a sustrato ideológico.
Sin embargo, conviene destacar tres factores en el seno
del judaísmo. 
El primero en importancia, aunque su aparición en el
campo exegético data sólo de mediados del siglo XX, es
la literatura de Qumrán. Los estudios comparativos, inicia-
dos por Rigaux y Kuhn a raíz de su descubrimiento, arro-
jaron mucha luz sobre Ef, inclinando a muchos exégetas a
adoptar, con mayor interés y profundidad, una metodolo-
gía diacrónica.
En segundo lugar se destaca la literatura apocalíptica,
representada en el Antiguo Testamento (Dn, Ez, Is),
pero más abundante en textos extracanónicos tardíos. A
la hora de valorar textos del Nuevo Testamento desde
esta perspectiva, debemos tener en cuenta que, según
Schmithals, el rechazo de la apocalíptica por parte de la
Iglesia, al considerarlo un movimiento “entusiasta”,
limitó el influjo positivo de esta corriente al uso de imá-
genes y motivos apocalípticos en textos de pensamiento
esencialmente no apocalíptico. Así, Dunn afirma la per-
sistencia de un residuo apocalíptico en Ef 1,10.20-23,
mientras que Gnilka y Schnackenburg encuentran la
misma presencia en Ef 2,19-22 y en el concepto de
“plenitud de los tiempos” (cf. Ef 1,10), respectivamente.
También se encuentran en el siglo I especulaciones
rudimentarias sobre la cabeza de un cuerpo cósmico en
el Libro segundode Henoc y el Libro de Elcasai que
podrían tener relación con la imagen efesina de Cristo
como cabeza del cuerpo cósmico-eclesial.
Finalmente, hay que destacar en el ámbito del judaísmo
helenista la figura de Filón de Alejandría, cuyas especu-
laciones en torno a los temas del Logos (palabra) y del
Anthropos (hombre) constituirían, a juicio de Colpe y
Gnilka, el lugar histórico-religioso del concepto eclesio-
lógico de Ef.
Entre los influjos judíos en Ef no podemos dejar de seña-
lar, por último, el culto, que podría explicar tanto la es-
tructura de Ef 1-3 como ciertas peculiaridades de algunos
fragmentos de la carta.
2. Trasfondo cristiano
Por otra parte, dado su carácter de escrito cristiano, Ef
conecta necesariamente con la realidad vital de la Iglesia
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primitiva, que muestra su influencia fundamentalmente a
partir de dos trasfondos: la liturgia y la doctrina.
La liturgia es un ámbito rico y bien representado en la
carta. De hecho, para numerosos autores, la presencia de
materiales litúrgicos en Ef es evidente. En este campo,
podríamos distinguir, para mayor claridad, dos influen-
cias no siempre fácilmente separables: el lenguaje y las
ideas.
En cuanto al lenguaje, los autores destacan en Ef la presen-
cia exuberante de “prosa litúrgica” o de una lengua y un
estilo “litúrgicos”. Además, la estructura de Ef 1-3 coin-
cide con el esquema seguido por ciertas oraciones judías y
cristianas. Para algunos, el contexto litúrgico se manifes-
taría, además, en ciertos indicios de esquema homilético. 
También se encontrarían en Ef conceptos teológicos de cuño
cultual, como la afirmación de la actual condición celes-
tial de los creyentes.
Sin embargo, dentro del campo litúrgico, el elemento de-
terminante del carácter de Ef lo constituirían sin duda los
sacramentos o, mejor dicho, un sacramento: el bautismo.
Éste no sólo desempeñaría un gran papel en la carta en
general, sino también en secciones menores y en algunos
versículos destacados. Todo ello se enmarcaría con la ima-
gen de “cuerpo de Cristo”, que sitúa el bautismo como
medio por el que los creyentes se incorporan a Cristo.
En íntima unión con la liturgia cristiana primitiva se en-
cuentran los himnos. Numerosos autores descubren restos
de tales composiciones en ciertos textos de Ef. La crítica de
la redacción, iniciada por los post-bultmannianos Born-
kamm, Conzelmann y Marxsen, ha producido abundantes
estudios sobre la elaboración redaccional de tales compo-
siciones por parte del autor de Ef. Con ello, estos trabajos
se vinculan a la crítica literaria (cuando tales textos son
escritos) y a la crítica de las tradiciones (cuando son com-
posiciones transmitidas oralmente, como podrían ser, por
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ejemplo, los himnos). Sin embargo, parece crecer entre
los investigadores la convicción de que el autor de Ef usó
el lenguaje litúrgico para crear composiciones originales.
Esta tendencia de los estudiosos va acompañada, lógica-
mente, de un progresivo abandono de la idea opuesta, a
saber, que el autor de Ef habría reelaborado himnos pree-
xistentes.
Tras la liturgia, el segundo bloque de influencias cristianas
proviene de lo que hemos denominado “doctrina”. La
mutua implicación de liturgia y doctrina hace que este
aspecto ocupe en los autores un puesto subordinado res-
pecto al de las ideas transmitidas en contexto litúrgico.
Pese a todo, podemos anotar dos líneas de contactos.
Una, vinculada a las antiguas “escuelas” cristianas, como
la paulina, que sería para muchos investigadores el ámbi-
to donde surgió Ef; otra, relativa a diversas tradiciones
parenéticas.
3. Trasfondo pagano
La polifacética cultura pagana se destaca como la tercera
fuente de influencia. En este ámbito, como era de esperar,
los contrastes entre las diversas corrientes sociales, reli-
giosas y culturales son mayores que en el seno del judaís-
mo o de la primitiva Iglesia. Ello motiva divergencias no-
tables entre las posturas sostenidas por los estudiosos a la
hora de precisar los orígenes de ciertas tradiciones de Ef.
La mitología griega y romana, en primer lugar, configuraría
según algunos la base de textos como 5,21-33 o de la
imagen del cuerpo cósmico con cabeza divina.
Dentro del mismo ambiente de religiosidad pagana, al-
gunos autores subrayan el impacto del culto de Artemisa
en Éfeso, de los cultos mistéricos o de la magia, casi siempre
como catalizadores de la reacción de Ef.
Otra forma cultural eminente del mundo pagano es la fi-
losofía. Entre las escuelas y tendencias, dos se consideran
más decisivas para comprender el trasfondo de la carta: el
estoicismo y el platonismo.
La vitalidad del estoicismo generó diversas corrientes de
tradición, algunas de las cuales habrían sido recogidas y
ampliadas en Ef: la noción de pléroma (plenitud), la ima-
gen del cuerpo, materiales éticos, la fórmula de omnipo-
tencia...
Por su parte, el platonismo configuró las raíces de la cos-
mología y religiosidad populares del helenismo, que esta-
rían presentes en Ef. Su efecto sobre la mentalidad judeo-
cristiana fue el de sustituir lentamente el esquema
histórico, “presente-futuro”, por el espacial, “arriba-
abajo/cielo-tierra”.
En la encrucijada de lo religioso y lo filosófico encontra-
mos el gnosticismo, cuya doctrina sería, a juicio de muchos
autores, elemento clave para la explicación de Ef. Ya Baur
recurrió a él para situar la carta en un marco histórico y
teológico concreto. La escuela de la historia de las religio-
nes lo elevó a categoría imprescindible del pensamiento
presente en la carta. Pero fue el comentario de Bultmann
al evangelio de Juan (1925-1926) el punto de partida de
una de las discusiones exegéticas más significativas en
torno a Ef. Siguiendo la tesis de Bultmann, Schlier (en un
primer momento) y Käsemann afirmaron el trasfondo
gnóstico de Ef. 
Las primeras reacciones fueron contrapuestas, desde el re-
chazo a la aceptación. Entre los críticos de la metodología
de ambos autores en esa primera hora podemos destacar a
Schneider y Wikenhauser. Sin embargo, los dos recono-
cen cierto valor a la hipótesis propuesta, hasta el punto de
provocar este último la reacción de Benoit y Malévez con-
tra su opinión de un influjo del mito gnóstico del hom-
bre primordial redentor en la imagen y noción paulina de
la Iglesia en su relación con Cristo. Por otra parte, Schlier
modificó más tarde su postura. Partidarios más recientes
de esta posición son Pokorn, Fischer y Lindemann. No
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podemos, sin embargo, pasar por alto el hecho de que las
críticas a la tesis gnóstica, y a la misma escuela de la his-
toria de las religiones, han ido creciendo con el paso de
los años.
Finalmente, la suma de todos estos elementos conforma-
ría el horizonte del helenismo, concepto no exento de am-
bigüedad, al que se recurre con frecuencia al hablar de in-
flujos paganos en Ef tanto en el lenguaje como en las
ideas.
3. Los nuevos métodos
SERÍA ingenuo pretender que, con los nuevos es-
tudios sincrónicos, la metodología más moderna
habría supuesto el abandono de la anterior. 
Sólo se puede hablar de períodos de preponderan-
cia, y aun en este supuesto sería aventurado precisar cro-
nológicamente con exactitud el paso de una etapa 
a otra.
En cualquier caso, la época reciente se distingue por un
redescubrimiento del texto en sí como objeto de estudio.
Entre las diversas razones que podrían aducirse para ex-
plicar este cambio de orientación cabría señalar dos: una,
intrínseca a la misma metodología diacrónica, es la clara
percepción de sus propios límites; otra, extrínseca, pro-
veniente de los grandes avances de la lingüística 
moderna, que han permitido otros tipos de enfoque 
de los textos.
En este contexto deben situarse aproximaciones a Ef que
retoman métodos sincrónicos clásicos en nueva clave,
como el estudio retórico, o desarrollan nuevas líneas de tra-
bajo, como el análisis de campos semánticos, el método prag-
mático, el análisis de la cartacomo literatura y la aplicación
de perspectivas y modelos sociológicos para arrojar luz sobre 
las situaciones tratadas y sobre el dinamismo interno 
de la carta.
4. El silencio de los sabios
T RAS este rápido bosquejo de métodos, en el
que apenas encontramos resultados en que
haya unanimidad total, la impresión de plura-
lidad y dispersión es tan fuerte que suscita un
profundo cuestionamiento hermenéutico. El hecho de
que personas serias, preparadas e inteligentes, enfrentadas
a los mismos datos objetivos, lleguen a conclusiones di-
versas, y aun contradictorias, debe obedecer a una razón
profunda que no sería sensato descuidar. 
Esta razón podríamos enunciarla genéricamente como
“presupuestos”: no la metodología o el campo de trabajo
elegidos, sino aquellos puntos de partida que cada autor
asume sin discusión y las más de las veces de manera táci-
ta, y que condicionan totalmente el proceso de investiga-
ción y sus resultados. En otras palabras, la raíz de la mul-
tiplicidad exegética no es lo que los estudiosos dicen y
hacen, es decir, los métodos, sino lo que callan y dan por
sentado, esto es, los presupuestos.
La gama de tales axiomas intangibles es tan variada como
las mismas líneas metodológicas, pero mucho más refrac-
taria a cualquier sistematización, por lo que voy a intentar
presentar sólo aquellos que considero más importantes.
Primera y principal es la perspectiva filosófica, no en la
acepción técnica del término “filosofía”, sino en un senti-
do lato, en el que se incluye también aquélla. Es el modo
cultural, y como tal aprendido, de percibir y sentir la rea-
lidad, de interpretarla y estructurarla. Así, por ejemplo,
una formación filosófica moderna de corte occidental, con
su típico antropocentrismo racionalista, está en el cimien-
to de muchas elaboraciones exegéticas sobre Ef, condicio-
nando la valoración de un documento que fue escrito con
otra visión “filosófica” de la realidad.
La perspectiva teológica, fundamentada sobre la filosófica,
no puede dejar de sufrir sus mismos condicionamientos.
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