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EL ARTE ROMANO CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL Tradicionalmente, la historia del mundo romano se divide en tres grandes periodos: monarquía, república e imperio. En el siglo VIII a. C. distintos pueblos ocupaban la actual Italia: los etruscos, al norte, los griegos, al sur y en Sicilia, y los latinos, de origen indoeuropeo, en el centro. Según la leyenda, Rómulo fundó Roma en el 753 a. C. sobre el Palatino y fue el primer rey de Roma. La tradición habla de otros seis reyes, los tres últimos etruscos, testimonio del dominio que esta cultura tuvo sobre Roma en el siglo VI a. C. El año 509 a. C. los patricios destronaron al último rey y establecieron la república, que se prolongó hasta el año 27 a. C. La institución más importante era el Senado, formado por los patricios, los descendientes de los fundadores de la ciudad; el Senado dictaba las leyes, dirigía la política exterior y controlaba a los magistrados. Los patricios poseían la mayoría de las tierras y ocupaban las magistraturas, mientras que los plebeyos (pequeños propietarios, campesinos, artesanos) carecían en principio de derechos políticos. Tras varios enfrentamientos, los plebeyos consiguieron tener un representante en el Senado y que uno de lo cónsules fuese elegido entre ellos. Los valores patricios marcaron la cultura republicana: tradicional, agraria, austera (rechazaba por principio cualquier forma de arte y las costumbres orientales), familiar y muy religiosa. La vida civilizada era, por definición urbana, y los romanos diseñaron muchos edificios adecuados a las muchas funciones que cumplía la ciudad. Durante la República, Roma comenzó a conquistar el Mediterráneo. Entre los siglos VI y III a. C. ocupó Italia. Más tarde, durante las guerras púnicas, se enfrentó a Cartago y tras derrotarla ocupó Sicilia, Córcega, Cerdeña, el norte de África y el sur de Hispania. Entre los siglos II y I a. C. Roma conquistó los reinos helenísticos: Macedonia, Grecia, Asia Menor, Siria y Egipto. De esta forma, los romanos conocieron y asimilaron el arte y la cultura de tradición helénica y oriental. Por otro lado, tan rápida expansión acentuó las diferencias sociales y favoreció el ascenso de generales como Julio César, que sacaron provecho de la inestabilidad para imponer su autoridad sobre las instituciones y el Senado. Octavio Augusto sucedió a Julio César y consiguió que el Senado le otorgara plenos poderes (27 a. C.). Apareció así el imperio, basado en el poder personal, cada vez más autoritario, del emperador, que presidía el Senado, dirigía el ejército y ejercía como sumo sacerdote. Roma alcanzó en este periodo los límites de su expansión con la conquista de Britania y las regiones del Rin y el Danubio. Los emperadores adoptaron la estética helenística y oriental para obras cada vez más grandiosas y espectaculares. En todo su imperio, Roma extendió el modelo cívico romano (romanización), que requería edificios públicos dignos y a la vez funcionales. En el siglo III se inició una crisis económica y de autoridad que las reformas de algunos emperadores (Diocleciano, Constantino) no pudieron frenar. El año 395 Teodosio dividió el imperio: la zona occidental con capital en Roma y la oriental con capital en Constantinopla. A lo largo del siglo V los pueblos bárbaros atravesaron las fronteras del imperio y ocuparon las provincias occidentales. Características esenciales del arte romano. El arte romano no tiene unas características inmutables a lo largo de toda su historia, sino que estas cambian con el paso de los siglos. Durante la República el arte romano era esencialmente cívico y práctico. Cívico porque desarrolló un urbanismo adecuado a la vida ciudadana tal y como la entendían los romanos, con lugares donde se celebraran los sacrificios (templos) y se hiciera justicia (basílicas), espacios donde se reunieran los ciudadanos (foro), otros donde se celebraran espectáculos y juegos (teatros, anfiteatros) y otros para se reuniera el Senado (curia). Así mismo, el arte romano era eminentemente práctico: así, mejoró la construcción de obras de ingeniería que hacían al vida de la ciudad más cómoda, como las cloacas y los acueductos, ideó tipos de edificios innovadores, como los anfiteatros, adecuados para la función a que estaban destinados e inventó y desarrolló materiales y técnicas de construcción (hormigón, arcos de medio punto) muy eficaces y baratos. En esta etapa, las artes figurativas (la escultura, la pintura, el mosaico) se caracterizaban por su sobriedad y sencillez. Los patricios, que marcaron el estilo de vida de esta época, eran personas tradicionales que en cierto modo rechazaban el lujo y la sofisticación del arte griego y oriental. Las esculturas eran sobre todo figuras de dioses, relieves históricos que narraban las grandes hazañas de los romanos y retratos funerarios austeros y muy realistas. Los mosaicos eran geométricos y con pocos colores y las pinturas solo servían simular paneles y molduras. A finales de la república llegaron las influencias griegas y orientales y el arte romano puede considerarse como un heredero o derivado del arte helenístico, con las características que ya hemos estudiado. En esta época y durante el imperio, los patricios y los hombres libres recién enriquecidos encargaban obras de arte de carácter privado para adornar sus viviendas con todo tipo de temas y las esculturas, la pintura y el mosaico adquirieron gran complejidad, capacidad de impresionar al espectador y virtuosismo. A la vez, la arquitectura se hizo más grandiosa y ostentosa. Con la capacidad de innovación que ya tenían los romanos, desarrollaron sistemas constructivos cada vez más complejos, combinando distintos materiales y sacando partido al hormigón, en edificios amplios y cubiertos con grandes bóvedas y cúpulas que, para que tuvieran el mejor aspecto, cubrían de mármol. El culto al emperador dio lugar a distintos tipos de retratos donde este aparecía en sus distintas funciones. Con el tiempo, lo emperadores fueron considerándose como personas casi divinas ya en este mundo y su imagen fue apareciendo cada vez más distante y hierática. Así mismo las basílicas tardo romanas, que era donde los emperadores se presentaban en todo su poder, se convirtieron en grandes espacios abovedados que anuncian las iglesias cristianas. La arquitectura romana. El urbanismo. En el mundo romano, la ciudad era el espacio en el se ejercía la justicia, imperaba el derecho, tenían lugar las transacciones comerciales y se disfrutaba de las comodidades y distracciones de la vida civilizada. La vida civilizada era impensable fuera de la ciudad. Las ciudades romanas de nueva planta tenían un plano ortogonal, con calles en ángulo recto y las calles principales, el cardo y el decumanus, se orientaban según los puntos cardinales, de norte a sur y de este a oeste respectivamente. Además, por influencia etrusca, la planta tenía un trazado prácticamente rectangular Las ciudades se fundaban a través de un rito en el que el augur o sacerdote, tras realizar sacrificios a los dioses, trazaba con su vara dos líneas perpendiculares: el punto de intersección marcaba el futuro templum o centro de la ciudad. Después trazaba los límites de la ciudad (el pomerium) con un arado, que levantaba donde se abrirían las cuatro puertas de acceso. Luego se trazaba las dos grandes avenidas, (cardo y decumanus); en la confluencia de ambas se abría el foro, espacio abierto donde se concentraban los espacios públicos (los templos, las basílicas y la curia) y estaba el mercado. Las demás calles se trazaban paralelas a estas dos arterias principales formando un plano en damero, con grandes manzanas en las que se levantaban las viviendas. Termas, teatros, anfiteatros, circos y otros grandes edificios se alzaban alejados delcentro. Características generales de la arquitectura romana. La arquitectura romana obedece a dos grandes principios: la utilidad y la belleza, es decir, que la forma de los edificios cumpliese perfectamente su función, por lo general asociada a la vida cívica, y que presentasen una bella apariencia. En función de estos objetivos, los romanos utilizaron distintos materiales y desarrollaron sistemas constructivos y decorativos nuevos. Utilizaban distintos materiales constructivos, como el aparejo de mampostería (opus incertum), de sillar (opus quadratum) o de ladrillo (opus latericium) y sobre todo el hormigón (opus caementicium), formado por una mezcla de cal, arena, guijarros (caementa) y, si tenía que estar en contacto con el agua, ceniza volcánica (puzolana). El hormigón romano fraguaba entre paredes de ladrillo o piedra o en un encofrado de madera y permitía crear superficies curvas y formas plásticas. Con frecuencia, los arquitectos e ingenieros romanos combinaban estos materiales para lograr estructuras más resistentes, sobre todo piedra y ladrillo (opus mixtum). Cuando la fábrica era de materiales baratos, como el hormigón o el ladrillo, recibía un revestimiento de planchas de mármol de diferentes colores o, en las paredes interiores, una capa de yeso y pintura que camuflaba su estructura. El sistema arquitectónico tradicional de los romanos era el arquitrabado, con columnas, pilares, dinteles y techos planos; este se mantuvo en las construcciones más pequeñas y tradicionales, como los templos dedicados al culto imperial y en viviendas privadas, pero el sistema constructivo que más desarrollaron fue el abovedado; gracias al hormigón, los romanos alcanzaron una gran maestría en la construcción de bóvedas de cañón, cúpulas semiesféricas y exedras de una altura y tamaño impensable hasta entonces. Primero se construía un armazón o cimbra de madera que tenía la forma de la cubierta y que servía de molde al hormigón, que por otra parte podía estar formado por capas de distinta densidad y resistencia. El peso de estas estructuras caía sobre gruesos pilares y muros y dejaba diáfano el espacio interior. Para soportar este peso, los muros estaban construidos con distintas combinaciones de piedra y ladrillo especialmente resistentes. Los romanos combinaron con frecuencia los dos sistemas constructivos. Levantaron muchos edificios con una estructura abovedada, la más eficaz desde el punto de vista técnico y luego cubrían sus muros con elementos tomados de la construcción arquitrabada. De esta forma crearon un modelo de fachada con arcos de medio punto enmarcados con columnas, pilastras y dinteles, que quedaba así más articulada e integraba el edificio en el espacio urbano. En el mismo sentido, colocaban frontoncillos, ménsulas y ventanas ciegas en los muros, sin ninguna función estructural, sino como mera decoración y utilizaban los elementos arquitectónicos (columnas, arcos) como motivos aislados para hacer monumentos conmemorativos o funerarios. Los romanos utilizaban con gran libertad todos los órdenes arquitectónicos griegos, en los que introdujeron variaciones, creando así el orden compuesto, cuyo capitel tiene volutas jónicas y hojas de acanto corintias. También utilizaron un orden autóctono, el orden toscano, que tiene un capitel sencillo y fuste liso. Los tipos de edificios romanos. Los romanos diseñaron distintos tipos de construcciones y edificios, con formas completamente adaptadas a las funciones que debían cumplir, que son las que requería la vida cívica. Las construcciones de ingeniería y de servicios. La administración y la vida cívica requerían construcciones, que no son estrictamente arquitectónicas o artísticas, pero que hacían posible la vida en la ciudad, asegurando su abastecimiento y servicios. Calzadas. Fueron destinadas en principio al desplazamiento de las legiones y más tarde fueron fundamentales para mantener la comunicación y administración de las ciudades. Estaban formadas con varias capas de grava de distintos grosor y una cubierta de losas planas. La superficie combada facilitaba el desalojo lateral del agua de lluvia. Dos de las más famosas calzadas que conducían a Roma fueron la vía Appia y la vía Flaminia. Para superar grandes desniveles y cruzar los ríos, elevaban las calzadas sobre puentes. Uno de los ejemplos más importantes es el Puente de Alcántara, sobre el Tajo. Los acueductos eran conducciones de agua que mantenían una pendiente suave y constante para llevar agua limpia a las ciudades; una gran parte de su trazado era subterráneo y en las vaguadas se alzaban sobre sucesiones de arcos. Los ejemplos más importantes son el acueducto de Segovia y el acueducto de los Milagros (Mérida) Las cloacas eran conducciones subterráneas de aguas residuales, generalmente construidas con hormigón impermeable y, como los acueductos, con sistemas de registro y drenaje muy eficaces. Entre los edificios y construcciones de carácter práctico destacan las termas, que, además de cumplir una función práctica, estaban construidos y embellecidos como los más importantes edificios cívicos; eran baños públicos con salas con distintas temperaturas, una con pilas de agua caliente (caldarium), otra templada (tepidarium) y otra fría (frigidarium); en ocasiones había incluso una piscina (natatio). El agua se calentaba en el hipocaustum, una estructura que dejaba un espacio bajo el suelo por el que circulaba el aire calentada en hornos subterráneos. Las más conocidas son las monumentales termas de Caracalla en Roma. Los edificios y construcciones del foro. En el espacio público del foro, el más importante era la basílica, un edificio destinado a las transacciones comerciales y la administración de justicia. En origen era una construcción arquitrabada, con una cubierta de madera que tenía casetones. Su planta era rectangular y tenía un ábside en la cabecera; en el interior había tres naves (excepcionalmente cinco) separadas por columnas, la central con el doble de altura que las laterales y ventanas altas que iluminaban el interior. A partir del siglo III d. C. las basílicas se convirtieron en edificios destinados a ceremonias en las que el emperador se presentaba a la corte de forma solemne, como la basílica de Majencio, en el foro romano, y se cubrían con grandes bóvedas y exedras de hormigón. También en el foro estaban los principales templos, sobre todo el dedicado al culto imperial. Los primeros templos de Roma se levantaron según el modelo etrusco. Son templos de reducidas dimensiones, de planta rectangular y una sola nave, con un profundo pórtico; se elevan sobre un podio o zócalo que los eleva entre las demás construcciones y al que se accede por un tramo de escaleras; en el frontón hubo esculturas alusivas al dios a que estaba consagrado o inscripciones que conmemoran su fundación. Por influencia griega estos templos adoptaron los órdenes clásicos, en especial el jónico y, sobre todo, el corintio, más decorativo, con las columnas adosadas al muro o formando un peristilo, pero continuaron teniendo dimensiones reducidas. Entre los ejemplos más antiguos está el templo de Portuno, en Roma. Este mismo modelo fue el más empleado para los templos dedicados al culto imperial, como el que mandó levantar Augusto en Nimes (Francia) conocido como Maison Carrée. Junto a este tipo de templo hubo otro de planta circular; algunos derivan de las antiguas cabañas latinas y estaban consagrados a la diosa del hogar y la patria, Vesta, o bien procedían de los tholos griegos, como es el caso de los templos dedicados a Hércules (como el que se conserva en el foro Boario). En el siglo II d. C. el emperadorAdriano mandó levantar un templo singular, el Panteón, el primer edificio concebido para lograr un espacio amplio y sobrecogedor, pensado más como espacio interior que como monumento integrado en la ciudad, y que obedece a un concepto nuevo de la arquitectura que se desarrollará a partir de esa fecha y heredará la primera arquitectura cristiana. ANÁLISIS DE UNA OBRA: EL PANTEÓN. Identificación de la obra: El Panteón es un templo dedicado a todos los dioses que se encuentra en Roma, en el Campo de Marte. Agripa, yerno de Augusto, mandó edificar un primer Panteón de planta rectangular, característica de la tradición romana y la influencia etrusca y griega. El emperador Adriano lo reedificó entre los años 118 y 125 d. C con una disposición completamente diferente, pero conservó el friso en el que se hace mención de la fundación del templo de Agripa. El año 602 fue convertido en iglesia bajo la advocación de Santa María de los Mártires. Análisis: La planta del Panteón está formada por un profundo pórtico rectangular con ocho columnas corintias en el frente que comunica con una enorme sala circular de 43,5 metro de diámetro; en esta rotonda se abren siete capillas que alternan la planta rectangular y semicircular. El edificio ofrece una imagen insólita: el pórtico arquitrabado de aspecto completamente clásico, en cuyo frontón hubo en origen un águila de bronce, sugiere un edificio longitudinal, pero la gran nave circular forma un espacio centralizado, un efecto que subraya la gran cúpula semiesférica que la cubre y cuya altura coincide con el diámetro de la nave. El Panteón es una de las obras más complejas de la arquitectura romana. La nave circular está formada por grandes pilares de piedra caliza entre los que se abren las capillas, y por muros en los que la piedra se va alternando, en mayor proporción según aumenta la altura, con ladrillo y piedra volcánica, materiales más ligeros. La cúpula semiesférica se fabricó con hormigón, cuya composición también se aligera progresivamente gracias a la inclusión de piedras volcánicas; el óculo abierto en la clave libera de peso la parte más frágil de la cúpula y entre los casetones (rehundidos cuadrangulares) hay nervios de refuerzo. Como se aprecia al exterior, la cúpula tiene una base muy gruesa formada por varios anillos que impiden que se abra. El interior conserva casi intacto el revestimiento de mármol. Para articular la fachada y evitar la monotonía y pesadez que supondría la superficie cerrada y completamente lisa del muro, el arquitecto ha utilizado distintos elementos arquitectónicos: en el nivel inferior hay columnas que separan las capillas del espacio central, pilastras acanaladas y nichos coronados con frontoncillos rectos y curvos; en el superior hay ventanas ciegas, también rematadas con frontoncillos y paneles de mármol rodeados de molduras decorativas. La sobriedad de los elementos contrasta con la riqueza cromática del mármol. Significado. El Panteón de Adriano es el primer edificio en el que es más importante el espacio interior que el exterior; el pórtico sigue el modelo de los templos tradicionales y relaciona el edificio con el espacio urbano, mientras que la planta circular y la gran cúpula que la cubre lo convierten en un auténtico símbolo de la religión de la época en que fue construido, el siglo II, distante ya de los dioses tradicionales, y atravesada por inquietudes filosóficas. En su construcción culmina la evolución técnica de la arquitectura romana. Sus soluciones estéticas, sobre todo el uso plástico de los elementos constructivos, tuvieron una gran influencia en la arquitectura del renacimiento y el barroco, El foro era también el lugar de las construcciones conmemorativas, cuya forma y estructura procede de algunos elementos de la arquitectura que, separados de su función y aislados, se convirtieron en soportes idóneos para tallar esculturas e inscripciones y recordar acontecimientos, es decir, auténticos monumentos, que tienen un carácter más escultórico que arquitectónico. Arco conmemorativo: Era un arco monumental que celebraba el triunfo de un general. Muchas veces era la réplica en piedra del arco de madera que se había levantado con ocasión de una ceremonia de triunfo. Se levantaba sobre un podio y las paredes solían decorarse con relieves alusivos; sobre la parte superior, el ático, una inscripción recordaba el motivo del monumento. En las enjutas aparecen divinidades aladas, las victorias, extendiendo coronas de laurel. En la cima solía erigirse una estatua del conmemorado, a veces en un gran carro triunfal. Podían tener un solo vano, como el de Tito o estructuras más complejas, como el de Septimio Severo que está, como el anterior, en Roma. La columna conmemorativa: se erigía para conmemorar una victoria militar. El tipo más antiguo fue la columna rostral, que estaba en el foro, y tenía adosados los rostros o espolones de las naves vencidas. Ya en el imperio adquirió mayores dimensiones y, por influencia helenística, se cubrió con un relieve corrido que asciende en espiral y describe el acontecimiento que conmemora (columnas Trajana y de Marco Aurelio). Los edificios de espectáculos. Estos edificios surgieron por la necesidad de celebrar espectáculos multitudinarios y complejos y motivaron el desarrollo de soluciones técnicas y estéticas muy logradas. Teatro. Este edificio procedía del mundo griego, pero los romanos lo modificaron de manera que la cávea no se apoya sobre la ladera de un cerro, sino que se erige sobre una estructura de galerías (vomitoria), a su vez cerrada por una fachada de arcos enmarcados por columnas adosadas que integra el edificio en la ciudad. La orquestra tenía planta semicircular y aparecieron arquitecturas que cerraban la escena y servían de fondo escenográfico a obras de teatro en las que el movimiento de actores era mucho más complejo que en las obras griegas. Tras la escena, los teatros tenían amplios jardines rodeados de pórticos. Teatro de Mérida. Anfiteatro. Surgió de la unión de dos teatros que dio lugar a una planta elíptica, con una cávea que, al igual que los teatros, se desarrolla en tres anillos (inma, media y summa cavea). En la arena tenían lugar los juegos, luchas de gladiadores o de fieras y bajo su superficie existían cámaras y pasillos (carceres). En los anfiteatros se representaban también batallas navales (naumaquias). El anfiteatro más importante, el Coliseo, se construyó en Roma en época de los Flavios. Circo. Era un recinto alargado, según el modelo de estadio griego, pero en Roma se destinaba a las carreras de caballos o de cuadrigas y, al final del imperio, para celebrar luchas de gladiadores y juegos. En uno de los lados mayores se encontraba el palco de las autoridades y en el centro la spina o eje de la pista. El Circo Máximo de Roma fue modelo de los que se levantaron en provincias. Las construcciones funerarias. La tradición obligaba a realizar los enterramientos fuera del pomerium, el recinto de la ciudad, y las tumbas romanas se excavaban a ambos lados de las calzadas. Durante la República y los dos primeros siglos del imperio, casi todas las familias romanas practicaban la incineración. Sobre las urnas cinerarias se colocaba un ara, un pequeño altar con una inscripción conmemorativa y, en los mejores casos, columnas, monumentos en forma de torrecilla (llamados cipos) o paramentos decorados con arcos, estatuas y guirnaldas. Muchas familias reunían sus cenizas en construcciones modestas en cuyas paredes interiores había nichos para depositar las urnas (columbarios). A partir del siglo I a. C. los romanos más ilustres se hicieron enterrar en mausoleos, construcciones monumentales de influencia helenística que, en loscasos más frecuentes adoptaron forma cilíndrica, con uno o varios pisos. Uno de los primeros ejemplos es el de Cecilia Metela junto a la vía Apia, de finales del siglo I a. C. Los emperadores lograron hacerse enterrar dentro de las murallas y algunos, como Augusto y Adriano levantaron grandes mausoleos de varios pisos que estaban cubiertos de un montículo y árboles. La escultura romana. Los romanos realizaron esculturas de distintos materiales, sobre todo bronce y mármol, para representar a sus dioses, conmemorar a sus difuntos y gobernantes y celebrar sus hazañas. Durante la república predominó la influencia etrusca, pero a partir del siglo II a. C. Roma se dejó fascinar por la influencia griega, tanto clásica (en el reinado de Augusto) como, sobre todo, helenística. No obstante, la escultura romana tiene su propia personalidad, marcada por su sentido de la historia y la forma de percibir al individuo y su alma, lo que explica que creara un nuevo género (el relieve histórico) y desarrollase especialmente el retrato. En este sentido, la escultura adquirió pronto un carácter singular, más narrativo y descriptivo y, en el caso de los retratos, expresivo. Ya al final del imperio, a partir del siglo III, los escultores renunciaron incluso a la naturalidad e incluso proporciones del arte clásico, proporcionando a la imagen de emperadores y gobernantes un aspecto solemne y estático adecuado a la nueva noción del poder. El retrato. El retrato fue uno de los géneros más destacados de la escultura griega. Los retratos servían para recordar la imagen de un difunto y celebrar a los hombres ilustres de Roma. Incluso, entre los patricios romanos existía la costumbre de conservar las máscaras de cera de sus antepasados para exhibirlas en las ceremonias funerarias. Durante la República fue característico un tipo de retrato realista y severo (Bruto Capitolino, siglo III a. C.). Con frecuencia se trata de retratos del rostro o de busto, y, desde el siglo II a. C., por influencia griega, también de cuerpo entero, como el Patricio Barberini (siglo I a. C.). Se conservan también imágenes de Julio César ennoblecido y con cierta sombra melancólica en los ojos, anuncio del idealismo de la etapa siguiente. Con la llegada de Augusto al poder (27 a. C.) se hizo necesario crear un tipo de retrato que expresara la autoridad y el aura divina que, desde el primer momento, rodeó a la persona del emperador. Aparecieron distintos modos de representar las facetas de la autoridad imperial: como cónsul cum imperium o comandante, dirigiéndose a las tropas, según un tipo de época etrusca (Augusto de Prima Porta), como Sumo Pontífice, con la toga cubriendo su cabeza y la patena en la mano, como pretor o juez, con los rollos de poder en la mano e incluso divinizado, bajo la imagen de Júpiter, desnudo o semidesnudo. Durante la época de Augusto y sus herederos, la dinastía Julia (27 a. C. 69 d. C.), se impuso el idealismo de influencia clásica o neoático, y el cuerpo de las imágenes se labraba aparte, con proporciones y anatomía clásicas, mientras que el rostro, sin dejar se ser un retrato, adquiere un aire ennoblecido e intemporal. Durante la dinastía Flavia (69- 96), convivieron dos tendencias, una helenizante, propia de ambientes cultos y oficiales y otra de carácter popular en el que se hicieron retratar los propios emperadores. La época de los Antoninos, a la que pertenecen Adriano o Marco Aurelio, se caracteriza por retratos impersonales, en los que el emperador asume la imagen de un filósofo, con barba y las pupilas marcadas que imprimen a su expresión un aire ausente y espiritual, muy adecuado al temperamento de su época. La obra más importante es el retrato de Marco Aurelio a caballo, en la que el emperador aparece dirigiéndose a las tropas y eleva un brazo con gesto retórico y conciliador; aparece sin armas pero el gesto del caballo, que levanta una pata bajo la que estuvo la imagen humillada de un vencido, expresa de forma eficaz su autoridad y proporciona a la escultura dimensiones monumentales. A partir del siglo III el retrato adquiere un carácter cada vez más impersonal, estático y esquemático, con ojos de gran tamaño de profundas pupilas (retrato colosal de Constantino). En algunas obras (los tetrarcas de Venecia, de época de Diocleciano), desaparecen incluso a las proporciones, naturalidad y movimiento de tradición clásica, y se convierten en imágenes simbólicas, en las que, antes que la imagen del individuo, importa representar la dignidad de su cargo. ANÁLISIS DE UNA OBRA: AUGUSTO DE PRIMA PORTA Identificación. Esta escultura se halló en la villa de Prima Porta, propiedad de Livia, esposa del emperador Augusto. Fue realizada hacia el año 20 d. C. y es una copia en mármol de una obra de bronce destinada al culto de Augusto divinizado. Análisis: Augusto viste una túnica corta, coraza musculada y paludamentum, el manto que rodea su cintura, atributos característicos del poder imperial. En la mano izquierda sostiene el bastón consular, símbolo del poder militar, y levanta el brazo derecho en actitud de arengar a las legiones. La estatua resulta interesante desde el punto de vista iconográfico, debido a las alegorías de la coraza que, con toda probabilidad, debió lucir en vida; los relieves representan el firmamento, que extiende su manto protector hacia la Madre Tierra, que ocupa la parte inferior junto con Rómulo y Remo y el cuerno de la abundancia. En el centro, un legado de Roma, probablemente Tiberio, hijo de Livia y sucesor de Augusto aparece recuperando del rey de los partos, recién derrotado, las insignias que había arrebatado a los romanos. Junto a él aparecen la mítica loba capitolina y las personificaciones de dos provincias del imperio, quizás Galia e Hispania. El emperador, ya difunto y divinizado, aparece con los pies descalzos. La imagen del dios Cupido puede aludir a su madre, Venus, de la que decía descender la familia de Julio César con el que, a su vez, pretendía Augusto entroncar. Se advierten en esta obra influencias muy diferentes: la anatomía idealizada y atlética recuerda a las esculturas clásicas griegas, en especial a las de Policleto, así como el contrapposto en que se dispone la figura, en movimiento reposado y contenido. En cambio las facciones son realistas y corresponden a un auténtico retrato de Augusto que fue tallado en una pieza aparte y sin proporción con el resto del cuerpo, pero aparece ennoblecido y en la plenitud de su vida. Por otro lado, el gesto de arengar a las tropas procede de modelos etruscos y republicanos y simboliza la dimensión pública del emperador. Significado: Augusto inauguró una nueva etapa en la historia de Roma en la que el poder personal del emperador eclipsó a las viejas instituciones; se presentó como heredero de Julio César, promovió su divinización y culto, sentando un precedente que se hizo extensivo a él mismo y sus sucesores; en este contexto, necesitaba un nuevo modelo de retrato oficial que reuniese significados alegóricos y elevase su persona sobre otros grandes personajes de la república. Esta fue una de las primeras esculturas en las que se advierte la utilización del modelo griego clásico para conseguir una imagen más elevada y ajustada a la imagen divinizada del emperador, pero también es fiel a la tradición del retrato romano de origen funerario, en la que era esencial que cada individuo fuera recordado con sus rasgos individuales, que le hacen irrepetible, para perpetuar su memoria. El relieve histórico. El relieve histórico romano es la síntesis de distintas influencias. Desde sus orígenes, existía en Roma una tradición literaria ocupada en relatar los hechos y hazañas de la República, que quedaban registradas en los Annales y de los que los relieves históricosson un equivalente figurativo. A esta tradición se unió la influencia del relieve narrativo y alegórico de los reinos helenísticos; aunque los romanos prefirieron la narración sencilla de acontecimientos reales, no es raro encontrar en los relieves históricos representaciones de divinidades o personificaciones de conceptos abstractos o de naciones, ríos y accidentes geográficos. También influyeron en los relieves romanos los que realizaron los grandes imperios orientales, como los egipcios, asirios o persas, en los que se conmemoraban y ensalzaban las hazañas de los monarcas representando las ceremonias en las que los vencidos le rendían obediencia. Este género es la aportación más original del arte romano en el campo de la escultura. Destaca la concepción pictórica del relieve, que lleva a la ejecución con distintos volúmenes de talla para conseguir efectos de perspectiva y a la creación de contrastes de luces y sombras. Las escenas están concebidas de forma narrativa, incluyendo detalles descriptivos realistas, elementos de paisaje y de arquitecturas y caracterización detallada de los individuos. Cuando se trata de composiciones complejas, con varias escenas, aparecen concatenadas de forma coherente, como si se tratara de un relato. El relieve histórico romano experimentó una evolución en la que adquirieron cada vez más importancia los detalles descriptivos y la narración dinámica de los hechos. Al final del imperio, a partir del siglo II d. C., los relieves adquieren un carácter más conmemorativo y ceremonial y las composiciones se hicieron más rígidas. Uno de los conjuntos de relieves más importantes se encuentra en el Ara Pacis Augutae. Conmemora una procesión que tuvo lugar el año 13 a. C. para celebrarla paz las fronteras del imperio. Las paredes interiores están decoradas con guirnaldas de flores y frutos entre bucráneos, símbolos del sacrificio, y las exteriores con dos niveles de relieve separados por un meandro; en el nivel inferior o zócalo, formando composiciones simétricas, hay decoración vegetal con hojas de acanto y pequeños animales. El nivel superior está ocupado por relieves figurados: escenas alegóricas en los lados cortos y, en los lados largos, una escena histórica, la procesión del año 13 a. C., en la que aparecen representadas personas de la familia imperial. En la proporción de las figuras humanas y en el equilibrio que muestran entre naturalidad y dignidad se advierte la influencia de la escultura clásica griega, en especial del friso de las Panateneas de Fidias; pero representa un acontecimiento que tuvo lugar en un momento concreto, con personajes históricos que tienen rasgos individualizados (si bien idealizados). El año 81 d. C se concluyó el arco de Tito, en cuyo intradós aparecen representadas dos escenas del desfile triunfal del año 70 d. C. en el que Tito, entonces príncipe del imperio, regresó con el botín saqueado en Jerusalén. En una escena aparece Tito en una cuadriga coronado por una victoria; en la otra, las legiones desfilan con los objetos sagrados del templo de Salomón en una composición dinámica en la que parecen salir por un extremo y se alejan del espectador por el otro, y donde aparece el arco que se utilizó en aquello ocasión penetrando de forma oblicua en la superficie tallada. La columna de Trajano, en cuya base se depositaron las cenizas del emperador y que estaba coronada con su imagen, está cubierta con un largo friso continuo que se extiende en espiral hacia arriba. Imita los rollos de papiro extendidos y narra las campañas de Trajano contra los dacios del norte del Danubio (101- 107 d. C.) de forma realista, incluyendo detalles de armamento, fortalezas, uniformes y máquinas de guerra, sacrificando las proporciones entre las figuras humanas y el paisaje para lograr una descripción más detallada y con audaces efectos de perspectiva. La columna formaba parte del foro de Trajano y estuvo rodeada por un pórtico y dos bibliotecas desde las que se podían apreciar los relieves. La pintura romana. Las paredes de las viviendas romanas estaban cubiertas de pinturas desde el suelo hasta el techo, y a veces también de estucos con relieves que podían estar a su vez pintados. Estas pinturas se ejecutaban con una técnica parecida a las pinturas al fresco, aplicando los colores sobre un revoque húmedo para que se fijaran en la pared; en algunas ocasiones diluían los colores en cera. Durante la república y el primer siglo del Imperio, la mayoría de las pinturas simulaban paneles y molduras de mármol, a veces incluso ventanas ciegas, pilastras y columnas que parecen adosadas a las paredes (primer estilo pompeyano). En los primeros años de nuestra era comenzaron a representarse arquitecturas más complejas que en ocasiones parecen prolongar el espacio de la habitación y crean la ilusión de espacios profundos (segundo y cuarto estilos pompeyanos). En la casa de Livia, la esposa de Augusto, las paredes están pintadas con la vista de un jardín. En algunas ocasiones, en las paredes se recortan auténticos cuadros donde se representan escenas literarios, mitológicas o, como sucede en la villa de los Misterios de Pompeya, los ritos que realizaban los iniciados en el culto a Dionisos. También apareció en esta época otro estilo de pintura que es muy frecuente en Pompeya (y que se denomina tercer estilo pompeyano), en el que aparecen diseños tomados de la orfebrería con pequeñas figuritas fantásticas (amorcillos, hermas…). Las pinturas murales romanas estaban ejecutadas con gran agilidad y rapidez, con pinceladas largas, y reproducen muy bien el efecto de profundidad y de atmósfera. El mosaico romano Los mosaicos cubrían los suelos y pavimentos de las casas privadas y de los edificios públicos romanos. Estaban realizados con mármol de distintos colores y, en ocasiones pasta vítrea y piedras duras. El opus sectile es un tipo de mosaico en el que los diseños están realizados con placas de mármol recortadas y ensambladas haciendo diseños generalmente geométricos. El opus teselatum u “fábrica con teselas” era el tipo más frecuente. El diseño está realizado con pequeños prismas de sección cuadrada de mármol que se van uniendo y combinando haciendo diseños geométricos y figurativos. En los mosaicos de más calidad, las teselas son muy pequeñas, de forma que se consiguen muchos matices de color y efectos de luces y sombras, similares a los de la pintura. El opus signinum era el más modesto y consistía en una superficie lisa de arcilla en la que se incrustaban teselas de mármol haciendo algún dibujo. En cada mosaico, sobre todo si es de gran tamaño, los temas están organizados con un esquema geométrico: o bien el tema principal en el centro y los temas menores en cuadros o medallones alrededor, o bien como una sucesión de medallones o cuadros; entre los temas figurativos hay decoración geométrica y vegetal. En los mejores ejemplos, como los de la villa del Casale (Sicilia), hay enormes escenas que cubren de forma unitaria toda una superficie. Los temas del mosaico romano son variadísimos y muy imaginativos. Son frecuentes, sobre todo en las grandes villas rurales, las representaciones de las estaciones del año, de los trabajos de Hércules o de episodios de la guerra de Troya, pero no faltaban propietarios que solicitaran temas literarios, mitológicos y filosóficos muy precisos y complejos. También encontramos temas intrascendentes y simplemente decorativos. Los mosaicos romanos son de una calidad extraordinaria, con efectos muy conseguidos de claroscuro, profundidad y movimiento y, sobre todo en los que tienen carácter geométrico, gran efecto decorativo. Como también sucede en la escultura y la pintura, los mosaicos del final del Imperio son más esquemáticos y hieráticos,pero no pierden nada en la calidad de su ejecución. En Hispania destacan precisamente los mosaicos de las villas rurales del Bajo Imperio Romano, como la de La Olmeda (Palencia) o Carranque (Toledo).
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