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La Poética de Borges en El Aleph

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En la poética de Borges, la universalidad y la multiplicidad de mundos se exploran a través de la concepción del Aleph como un objeto que contiene todos los puntos del espacio y donde convergen todas las cosas. Esta noción sugiere la existencia de múltiples realidades y universos que coexisten y se entrelazan en un solo punto.
En El Aleph, Borges describe la experiencia del narrador al contemplar el Aleph:
"Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo" (Borges, "El Aleph").
A través de esta experiencia, el narrador es capaz de presenciar simultáneamente la totalidad del universo, abarcando todos los tiempos y todos los espacios en un solo instante. Esta visión universal y multidimensional desafía las limitaciones de la percepción humana y plantea la idea de que existen múltiples realidades que coexisten en un punto singular.
El juego con la realidad y la ficción es un elemento distintivo en la poética de Borges, y también se manifiesta en su obra "El Aleph”
La mezcla de elementos reales y fantásticos: En "El Aleph", Borges combina elementos de la realidad con elementos fantásticos y surrealistas. Por ejemplo, el narrador describe su encuentro con el Aleph en la casa de Beatriz Viterbo, una referencia a una persona real en la vida de Borges. Esta fusión de elementos reales y ficticios desdibuja los límites entre la realidad y la fantasía.
"La casa estaba orientada hacia el oeste. En el zaguán desembocaba un zaguán semejante. En el segundo, reconocí una lámpara morisca de hierro, una alta puerta, un aljibe, la tapa de un libro, mapas, un óvalo, medallones, la cabeza de un dios mitológico" (Borges, "El Aleph").
En "El Aleph", el narrador enfrenta el desafío de transmitir su experiencia del Aleph a través de palabras, sabiendo que su relato puede ser considerado una mera invención.
"Será este relato una mera confesión de la soberbia, ya que cualquier límite impuesto al lenguaje es un límite al espíritu, que es infinito" (Borges, "El Aleph").
Estos ejemplos ilustran cómo Borges juega con la realidad y la ficción en "El Aleph". El uso de elementos reales y fantásticos, la creación de universos imaginarios y el cuestionamiento de la veracidad de los relatos son recursos literarios que Borges emplea para explorar la naturaleza subjetiva de la realidad y desafiar las nociones tradicionales de la verdad y la objetividad.
La reflexión sobre el tiempo y la eternidad es un tema recurrente en la obra de Borges, incluyendo "El Aleph". Borges indaga en la naturaleza del tiempo y la percepción humana del mismo.
La simultaneidad de todos los tiempos: En "El Aleph", Borges introduce la idea de que el Aleph permite una visión simultánea de todos los tiempos, abarcando tanto el pasado como el presente y el futuro. Esta concepción desafía la noción lineal del tiempo y sugiere la existencia de un estado de eternidad en el que todos los momentos coexisten.
"Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo" (Borges, "El Aleph").
El contraste entre el tiempo humano y el tiempo cósmico: Borges explora la brevedad de la experiencia humana en comparación con la inmensidad del tiempo cósmico. En "El Aleph", el narrador reflexiona sobre cómo la visión del Aleph le ha otorgado un indicio de la eternidad, mientras que los seres humanos están confinados a una existencia temporal limitada.
"El Aleph era probablemente, Dios. Lo vi tal cual es, sin límites de tiempo ni espacio, en su gloriosa totalidad. Lo vi, lo veo, como Dickinson, lo he visto" (Borges, "El Aleph").
La relación entre la memoria y la eternidad: Borges plantea que la memoria puede ser una forma de alcanzar la eternidad, ya que permite preservar los momentos y las experiencias en la mente. En "El Aleph", el narrador busca la inmortalidad a través de la escritura, tratando de capturar y conservar la experiencia del Aleph en palabras.
"La memoria es uno de los más grandes dones que nos han conferido los días, es un análogo mágico del Aleph" (Borges, "El Aleph").

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