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Artroscopia_Diagnóstico_Tratamiento_Lesiones_Internas

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Universidad de León
Secretariado de Publicaciones
LA ARTROSCOPIA EN EL DIAGNÓSTICO
Y TRATAMIENTO DE LAS LESIONES
INTERNAS DE LA RODILLA CANINA
JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ-ALTÓNAGA MARTÍNEZ
Reservados todos los derechos.
Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún
procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética
o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación,
sin permiso escrito del Servicio de Publicaciones de la Universidad de León.
ISBN: 84-7719-800-4
Depósito Legal: LE.342-2000
Imprime: CELARAYN, s.l. (impresión electrónica)
Ordoño II, 31 • 24001 león
© José Antonio Rodríguez-Altónaga Martínez
© Servicio de Publicaciones
Universidad de León
A mi familia y amigos
AGRADECIMIENTOS:
Una vez finalizado este trabajo, me gustaría mostrar mi agradecimiento a las siguien-
tes personas:
Al Doctor José Ramón Rodríguez Altónaga, mi padre y amigo, sin cuya ayuda, la rea-
lización de este trabajo habría sido mucho más complicada y por supuesto menos agradable.
A mi madre por estar siempre a mi lado.
Al profesor José Manuel Gonzalo Orden, por su constante ayuda y acertada dirección.
A los profesores J.M. Gonzalo Cordero y Mª Asunción Orden Recio, por la confianza
y el apoyo prestados.
A Edel, por todo el tiempo robado (T.Q.m).
A todos los integrantes de la Unidad de Cirugía y Radiología de esta Facultad por su
colaboración en la revisión y redacción de este trabajo. De forma especial a mis compañeras,
“las becarias” que han sabido soportarme.
Por último, a mi familia y amigos, porqué siempre es más agradable trabajar en buena
compañía.
ÍNDICE
I.- INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS DEL TRABAJO................................................. 13
II.- ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA .................................................................... 17
III.- ANATOMÍA DE LA ARTICULACIÓN DE LA RODILLA CANINA.................. 35
III.1. Anatomía descriptiva y funcional ........................................................................ 35
III.2. Anatomía atroscópica .......................................................................................... 37
IV.- LESIONES INTERNAS DE LA RODILLA CANINA............................................ 51
V.- MATERIAL Y METÓDOS........................................................................................ 65
V.1. Instrumental y material auxiliar ............................................................................ 65
V.2. Conservación y limpieza del material ................................................................... 77
V.3. La técnica artroscópica ......................................................................................... 78
V.4. Estudio experimental ............................................................................................ 85
V.5. Estudio clínico...................................................................................................... 95
V.5.1. Estudio comparativo ................................................................................... 95
V.5.2. Cirugía artroscópica .................................................................................... 99
VI.- RESULTADOS........................................................................................................ 107
VI.1. Estudio experimental......................................................................................... 107
VI.2. Estudio comparativo.......................................................................................... 109
VI.3. Cirugía artroscópica .......................................................................................... 168
VII.- DISCUSIÓN........................................................................................................... 171
VIII.- CONCLUSIONES ................................................................................................ 181
IX.- RESÚMENES.......................................................................................................... 183
X.- BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 185
I.-INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS DEL TRABAJO
Con el término "artroscopia" se define la técnica que permite observar por medio de
un instrumento óptico las estructuras intraarticulares, sin la necesidad de practicar artrotomía.
El primer artroscopio fue desarrollado por Kenji Takagi en 1920, pero hasta el año
1960 no aparece la artroscopia moderna, cuando el profesor Watanabe, compatriota y discí-
pulo del pionero Takagi, también de la universidad de Tokio, diseña el primer artroscopio
moderno para la investigación en la rodilla humana.
En la actualidad, dentro del campo de la traumatología y ortopedia humana, la artros-
copia se ha convertido en un método básico de diagnóstico y en una técnica operativa quirúr-
gica indispensable (Eikelar, 1976; Valentí, 1991). Hemos de decir que la decisión de realizar
una artroscopia debe venir siempre precedida de una cuidadosa anamnesis y una exploración
clínica sistemática, junto a un estudio radiológico y analítico cuando sea necesario.
Desde el punto de vista teórico-práctico, se pueden enumerar una serie de puntos que
dan plena justificación a la práctica de la artroscopia en ortopedia humana:
a) Posibilidad de diagnóstico: La técnica artroscópica permite un diagnóstico más fia-
ble y preciso en la rodilla humana que otras técnicas diagnósticas como la radiología conven-
cional, la artrografia, la tomografía axial computerizada, la resonancia magnética e incluso
que la artrotomía convencional. Siendo una técnica mucho menos traumática e invasiva que
esta última, consiguiéndose por tanto una recuperación postoperatoria del paciente mucho
más rápida. Un artroscopista experto puede llegar a una precisión diagnóstica del 98% (Shea,
1992).
b) Evolución de una enfermedad articular crónica: Según el momento evolutivo del
proceso, el aspecto macroscópico intraarticular también presenta modificaciones; la experien-
cia del artroscopista puede proporcionar una idea del momento evolutivo del proceso, es decir
si está en regresión o no con respecto a observaciones anteriores (Shirakura, 1995).
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c) Orientación pronóstica: En procesos que son de difícil valoración, como son las le-
siones del cartílago articular, nos da el alcance real de la lesión y facilita el planteamiento
terapéutico.
d) Toma de biopsias: La realización de biopsias de la membrana sinovial es una prác-
tica cada vez más frecuente y de una gran importancia en el estudio de la patología articular.
Diferentes trabajos han demostrado que las lesiones sinoviales no son difusas y uniformes,
sino que se localizan en zonas concretas; esta circunstancia motiva que el estudio histopatoló-
gico no dé el rendimiento esperado debido a que al practicar la biopsia a ciegas, se toman
muestras que no son las adecuadas. Sin embargo la artroscopia permite obtener material bajo
un control visual directo.
e) Facilita los planteamientos terapéutico/quirúrgicos: Que pueden realizarse en el
mismo acto anestésico o demorarlos en función de los hallazgos patológicos.
f) Efectos terapéuticos asociados con la realización de la artroscopia: Diversos auto-
res (Herrero,1994), han señalado que después de la realización de una artroscopia explorato-
ria, frecuentemente se presenta un mejoría de los síntomas locales de la rodilla explorada,
especialmente en los casos de artrosis. Estos efectos terapéuticos se atribuyen al lavado arti-
cular, que es necesario realizar durante la exploración artroscópica, con el fin de obtener una
imagen límpida, de esta forma se arrastran una serie de materiales de naturaleza flogógena
(restos de cartílagos, flóculos de fibrina y material fibrinoide, etc.).
g) Validez médico legal: Las imágenes son recogidas en fotografía o en vídeo, com-
pletando la documentación del caso que en ocasionespuede ser necesaria en procesos jurí-
dicos.
h) Medio de docencia: Algunos autores indican la posibilidad de emplear la técnica
atroscópica como medio de docencia desde el punto de vista macroscópico, dado el aspecto
didáctico de la imagen.
La evidencia cotidiana nos indica que la artroscopia se ha convertido en una técnica
esencial dentro del campo de la cirugía de la rodilla humana.
Podríamos decir que la artroscopia ha sustituido todas las artrotomías posibles, aunque
es en la articulación de la rodilla donde con más asiduidad se ha utilizado esta técnica; algu-
nos ejemplos son: el tratamiento de las roturas del ligamento cruzado anterior (LCA), menis-
cectomías parciales, tratamiento de fracturas condrales, tratamiento de las osteocondritis, las
necrosis óseas, las osteoartritis y las artritis reumatoides (Chassaing, 1987; De Haven, 1990;
Dandy, 1995; Perez-Caballer, 1995).
En el perro, los daños internos de esta articulación son muy similares en muchos as-
pectos a aquellos que ocurren en la rodilla humana. Esto nos lleva a reflexionar sobre la posi-
bilidad de utilizar las mismas técnicas artroscópicas de la cirugía humana en la rodilla canina.
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Algo similar ha sucedido dentro de la cirugía equina, en la cual la artroscopia, primero
como método diagnóstico y luego como técnica quirúrgica, ha visto ampliado su campo de
actuación durante los últimos 20 años (Hall, 1975; Knezevic, 1977; Mcilwraith, 1990).
Convencionalmente, el diagnóstico de las diferentes patologías de la rodilla canina se
han basado en la exploración física y radiográfica del paciente, con sus consiguientes limita-
ciones. Por otra parte, otras técnicas diagnósticas como la artrografía tienen una utilidad cues-
tionable y además no deja de ser una técnica invasiva en comparación con el resto de técnicas
de diagnóstico por imagen (Atilola, 1984; Engelke, 1996; Hay, 1996); ante estas limitaciones,
la artrotomía exploratoria ha sido la técnica diagnóstica de elección.
En muchos casos la artrotomía exploratoria se convierte en un abordaje quirúrgico que
soluciona el problema; pero en otros casos, la sospecha clínica de una determinada lesión no
se confirma al realizar la artrotomía y ésta no reporta un beneficio terapéutico. Pensamos que
es en estos casos dudosos, done la artroscopia jugaría un papel fundamental, permitiendo un
diagnóstico preciso sin la necesidad de abrir la articulación.
Objetivos del trabajo:
Cuando decidimos realizar este trabajo, nos planteamos varios objetivos:
1) Desarrollar y poner a punto una técnica artroscópica apropiada para la exploración
de la rodilla canina. Al mismo tiempo comparamos la técnica de Siemering con la de Person,
para ver si existen diferencias significativas entre ambas.
2) Determinar el grado de precisión y eficacia diagnóstica de la artroscopia en la rodi-
lla del perro, para lo cual la comparamos con el examen ortopédico, el radiológico y final-
mente con la artrotomía convencional.
3) Comprobar la utilidad y eficacia de la cirugía artroscópica en los procesos de la ro-
dilla del perro.
II.- ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA
El deseo de explorar las cavidades del cuerpo no es nuevo, ya en la literatura hebrea,
existen datos acerca del uso de espéculos vaginales y rectoscopios. Pero no es hasta 1806,
cuando Bonzini desarrolla el primer cistoscopio. Este instrumento consistía en dos tubos con
una vela como fuente de luz para examinar el interior de la vejiga.
En el año 1853, Desmoreaux diseñó un cistoscopio usando una mezcla de alcohol y
terpentina que, cuando se encendía, producía una luz que se transmitía, reflejada a través de
un sistema de espejos dentro de la vejiga, permitiendo la visualización en el interior de la
vejiga.
Max Nitze, en 1876, inventó el instrumento que sirvió como prototipo para la cistos-
copia moderna; el sistema consistía en un haz de platino que se calentaba eléctricamente en el
interior de la vejiga y producía la luz necesaria. Este método se tornó más seguro cuando
Thomas Edison desarrolló la lámpara incandescente en 1880.
Fue en el año 1918 cuando el profesor Takagi, de la Cátedra de Ortopedia y Trauma-
tología de la Universidad de Tokio, introdujo el término de endoscopia intraarticular al vi-
sualizar el interior de la rodilla de un cadáver con un cistoscopio.
Los primeros intentos en el desarrollo de un artroscopio dieron como resultado un ins-
trumento demasiado grande, con un diámetro de 7,3 mm, que hacía casi imposible su uso
práctico dentro de la rodilla. Sin embargo este fracaso inicial no le detuvo en sus investiga-
ciones, de forma que en el año 1931 desarrolló su primer artroscopio, con un diámetro de 3,5
mm, que fue el prototipo de los artroscopios usados en la actualidad.
A lo largo de su vida profesional, Takagi desarrolló 12 artroscopios diferentes, con di-
versos ángulos de visión y varios diámetros y enfoques.
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Al mismo tiempo, pero en el mundo occidental, Eugen Bircher, de nacionalidad suiza,
realizaba una artroscopia con el laparoscopio de Jacobeus, aunque su manejo era mucho más
complicado que el del cistoscopio infantil utilizado por el japonés.
Durante los años 1921 y 1922, Bircher publicó diversos trabajos, entre los que merece
destacar sus estudios sobre la artrosis postraumática y el diagnóstico artroscópico exacto de la
patología del menisco. Al final de estos trabajos escribía “ La artroscopia nos permite exami-
nar el interior de la articulación e identificar los cambios patológicos y el diagnóstico es he-
cho por visualización directa de la lesión. Es por lo tanto superior a todos los otros métodos
de investigación y como la endoscopia de la vejiga, puede ser usada para definir ciertas indi-
caciones quirúrgicas. Encontrará resistencia, como se hizo con la cistoscopia, pero como este
último procedimiento ganará en popularidad y se desarrollará a tal punto en que se hará
indispensable”
En 1925, Phillip Kreuscher publicó el primer trabajo sobre artroscopia en Estados
Unidos, en el Illinois Medical Journal, para el reconocimiento y tratamientos tempranos de las
lesiones de menisco.
A principios de los años treinta, Finkelstein y Mayer trabajaron en New York sobre un
nuevo artroscopio y en 1931 publicaron un trabajo donde se exponía una descripción sistemá-
tica de la técnica, perfectamente definida, con anestesia local y la irrigación realizada con
solución de Ringer.
Este precoz desarrollo de la artroscopia se vio frenado por la Segunda Guerra Mundial
que tuvo un impacto muy negativo sobre ella, tal es así que debieron transcurrir más de treinta
años hasta que el auge de la técnica artroscópica se recuperase.
Esta recuperación fue en gran parte debida al trabajo realizado, durante los años 1951-
1957, por el Profesor Masaki Watanabe, discípulo de Takagi, que retomó las investigaciones
de este último en el Hospital Teishin de Tokio. Watanabe junto a su discípulo Takeda pueden
considerarse los padres de la artroscopia moderna, al construir en el año 1957 el que puede
considerarse el primer artroscopio moderno. Éste consistía en un telescopio recto, una vaina y
un portalámparas con una lámpara incandescente; y tenía un diámetro total de 6,2 mm (Wata-
nabe, 1969).
A pesar del gran avance que suponía el artroscopio de Watanabe, éste tenía algunos
inconvenientes debidos principalmente al portalámparas, que en ocasiones provocaba corto-
circuitos, y al bulbo donde iba enchufado el portalámparas, pues era una estructura débil que a
menudo se rompía dentro de la rodilla.
Estos problemas se solucionaron a comienzos de los años 70, cuando la lámpara in-
candescente fue reemplazada por una fibra óptica de luz fría, apareciendo de esta forma los
artroscopios contemporáneos.
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Watanabe (1969) es además el primer autor en describir el abordaje craneolateral de la
rodilla humana, esa misma técnica fue traída a EE.UU. por Jackson en 1967.
Robert Jackson trató miles de rodillas por artroscopia y en 1975 publicó su ya clásico
trabajo conDavid Dandy, que muestra una exactitud diagnóstica del 98% sobre 800 casos
consecutivos. Jackson aún hoy es un líder en la evolución de la artroscopia, es un escritor
prolífico y dicta clases en centros nacionales e internacionales. También fue responsable del
entrenamiento directo de muchos ortopedistas que dirigieron el esfuerzo educacional masivo
en EEUU. y en el extranjero.
En el año 1971, S.Casscells publicó el primer informe escrito de esa época en EE.UU.,
reflejando los resultados de 150 de sus propios casos y destacó la baja morbilidad y otros be-
neficios de su procedimiento. Años después Casscells sería el primer editor de la revista
Arthroscopy.
En el mismo año se produjo otro gran avance, cuando Richard O’Connor visitó Tokio
con la finalidad de aprender artroscopia de Watanabe y después volvió a los EE.UU. para de-
sarrollar la cirugía artroscópica de meniscos, dándola a conocer a numerosos cirujanos orto-
pédicos.
En 1973, John J. Joyce III organizó el primer curso formal de artroscopia en la Uni-
versidad de Pensilvania. Joyce repitió el curso al año siguiente e incluyó en el equipo docente
a Masaki Watanabe.
Un año después, en 1974, se fundó la Asociación Internacional de Artroscopia en Fi-
ladelfia, al finalizar el segundo curso de Joyce. Estaba compuesta por 80 miembros fundado-
res y un consejo internacional de directores que representaban a cuatro naciones; Masaki
Watanabe fue elegido presidente.
En los años siguientes el mayor esfuerzo educacional en la artroscopia se debió a la
Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos, la cual promovió el desarrollo de numerosos
cursos en los principales centros de los EE.UU.
En el año 1982 se creó la Asociación de Artroscopia de los EE.UU. que se ha trans-
formado en una de las más grandes organizaciones de subespecialidades en ortopedia, con
900 miembros. Además es responsable de la publicación de su propia revista, Arthroscopy.
Durante estos últimos 20 años, el desarrollo del instrumental artroscópico ha sido pa-
ralelo al de la práctica. Lanny Johnson fue pionero en el desarrollo de la instrumentación
motorizada en los primeros años de la década de 1970; aparecen distintos dispositivos de su-
tura para la reparación de los meniscos y se desarrollan guías para la reconstrucción asistida
artroscópicamente de los ligamentos cruzados de la rodilla.
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En el año 1975, la tecnología de la televisión fue aplicada por primera vez a la artros-
copia. De esta forma el cirujano podía visualizar directamente la operación a través del mo-
nitor, sin necesidad de mirar por el ocular del telescopio. Al año siguiente se aplicó por prime-
ra vez la televisión en color.
En la década siguiente los avances tecnológicos permitieron, primero la reducción del
peso de la videocámara conectada al artroscopio y posteriormente, la sustitución de ésta cá-
mara conectada por otra aislada que podía ser esterilizada independientemente.
LA ARTROSCOPIA EN CIRUGÍA VETERINARIA
Dentro de la Cirugía Veterinaria, al igual que ha ocurrido con la mayor parte de las
técnicas quirúrgicas y diagnósticas, la artroscopia se ha desarrollado de forma mucho más
lenta a como lo ha hecho en la Medicina Humana, de forma que no fue hasta el año 1978 en
que en los EE.UU., Siemering (Siemering,1978) introdujo por primera vez la técnica artros-
cópica en el perro, empleando la misma técnica que Jackson había aplicado en la rodilla
humana.
Rodilla o Articulación fémorotibiorotuliana
Siemering (1978) durante un período de dos años examinó un total de 180 rodillas, de
las cuales 45 eran rodillas completamente sanas, 59 tenían una lesión del menisco interno sin
que existiera una rotura simultánea del ligamento cruzado anterior, 37 tenían una rotura del
menisco interno concurrente con un daño en el ligamento cruzado anterior y por ultimo, otras
39 tenían una discreta artrosis que no había sido diagnosticada radiológicamente; según el
estudio de Siemering de no haber sido por la técnica artroscópica, hubiera sido imposible rea-
lizar el diagnóstico en las 59 rodillas con sólo rotura del menisco interno y en los 37 casos de
rotura simultánea del menisco interno y del cruzado anterior, sólo hubiera sido posible el
diagnóstico en 26 del total de los casos. Además, de las 39 articulaciones artrósicas solamente
11 hubieran sido diagnosticadas sin artroscopia.
Hubo 11 casos en que la técnica artroscópica no tuvo éxito, y esto fue debido princi-
palmente a :
1) Dificultades en la introducción del artroscopio por un pobre llenado con suero fi-
siológico de la rodilla.
2) Extravasación pericapsular del suero fisiológico salino.
3) Ciertas articulaciones eran demasiado pequeñas; según Siemering en los perros me-
nores de 6 Kg no es posible la aplicación de la técnica artroscópica.
Las conclusiones a las que llega Siemering son que la artroscopia se puede considerar
como una técnica diagnóstica de gran precisión, que permite la toma de biopsias de la articu-
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lación bajo control visual directo, siempre que se domine apropiadamente. También menciona
la importancia de este método en proyectos de investigación, ya que permite valorar los cam-
bios en la articulación y la toma de biopsias sin la necesidad de sacrificar los perros para rea-
lizar los estudios patológicos pertinentes.
Kivumbi y Bennet describen en 1981 un procedimiento similar al de Siemering. Este
procedimiento fue desarrollado sobre un número de 39 perros para un total de 59 rodillas ex-
ploradas.
La técnica aplicada por estos autores consistía en dividir la articulación en 5 compar-
timentos anatómicos : 1) saco suprapatelar, 2) articulación fémoro-rotuliana, 3) comparti-
mento medial, 4) espacio intercondíleo y 5) compartimento lateral.
La exploración artroscópica se desarrollaba examinando primero el saco suprarrotulia-
no para luego, ir bajando hacia el compartimento medial y continuar por el espacio intercon-
díleo y el compartimento lateral.
Los resultados alcanzados por Kivumbi y Bennet fueron muy satisfactorios, ya que la
técnica desarrollada permitía la visualización de las diferentes estructuras anatómicas de la
rodilla realizando un solo abordaje infrarrotuliano, aunque había dificultades en la visualiza-
ción del área poplítea y del área comprendida entre el ligamento colateral medial y la unión a
nivel intercondíleo del cuerno posterior del menisco interno; para la visualización de estas
estructuras era necesario realizar un abordaje posterior, bien medial o lateral.
Estos resultados fueron también positivos en el sentido de que era posible el diagnósti-
co de diversos cambios patológicos articulares, cuyo diagnóstico no hubiera sido posible por
los métodos diagnósticos convencionales.
Algunas de las patologías apreciadas fueron: hipertrofia de la membrana sinovial, ero-
siones del cartílago articular, degeneraciones meniscales y desarrollo de osteofitos.
No obstante, en 1984, el profesor Person describe una técnica con la que primero exa-
mina el compartimento medial y por último, el saco suprarrotuliano. Person llega a la conclu-
sión de que la artroscopia puede considerarse una técnica diagnóstica eficaz, pero su dominio
requiere paciencia, práctica y persistencia.
En el año 1985, Miller realiza un estudio sobre 18 perros, en el que compara la técnica
convencional de la artrotomía con la técnica artroscópica. La técnica artroscópica demostró
aportar una buena valoración diagnóstica siendo menos traumática e invasiva que la artroto-
mía y permitiendo una recuperación postoperatoria más rápida del paciente.
En el mismo año, Van Gestel realizó un estudio comparativo sobre 24 rodillas caninas,
en el que el diagnóstico artroscópico se confirmó por artrotomía en un 98% de los casos y ésta
pudo haber sido evitada en un 39% de las exploraciones.
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En el año 1986, Goring y Lewis compararon la artrotomía convencional y la artrosco-
pia exploratoria como métodos diagnósticos en la evaluación de los cambios degenerativos
articulares.Para ello utilizaron 10 perros maduros en los que el ligamento cruzado anterior,
bien fuera izquierdo o derecho, era seccionado por una artrotomía convencional. Se controló
diariamente el grado de cojera y se tomaron muestras del líquido sinovial para su estudio ci-
tológico. Finalmente, previo estudio artroscópico, los perros eran sacrificados y a continua-
ción se realizaron los pertinentes estudios histológicos. Las conclusiones a las que llegaron
estos autores son que la artroscopia es una técnica diagnóstica fiable y precisa y que aporta
información adicional sobre los cambios patológicos de la membrana sinovial y cartílago arti-
cular no detectados durante la artrotomía clásica.
También en el año 1986, Siemering realizó un estudio sobre un número de 10 perros
para un total de 20 rodillas operadas. En todos los casos, se produjeron de forma quirúrgica
diferentes lesiones a nivel del menisco interno ó del ligamento cruzado anterior dependiendo
del caso. Los perros fueron estudiados durante un período de un año. A lo largo de este tiem-
po, se realizaron diversas artroscopias exploratorias que confirmaron que en aquellas articula-
ciones en que el ligamento cruzado anterior había sido roto, se produjeron cambios dege-
nerativos.
Por otra parte, la artroscopia demostró que en aquellos casos en que se realizaron me-
niscectomías parciales los cambios intrarticulares fueron mínimos, sin embargo en el caso de
realizarse meniscectomías totales estos cambios fueron muy severos.
Finalmente, el examen postmortem, demostró que las multiples artroscopias explorato-
rias realizadas no produjeron cambios apreciables.
De nuevo Person, en 1987, realizó un proyecto piloto en el que el ligamento cruzado
anterior era repuesto por técnica artroscópica. Para ello, desarrolló primero la técnica sobre 4
perros muertos y después la realizó en 7 perros adultos. El tiempo medio de la intervención
era de 60 minutos. Esta técnica quirúrgica resultó un éxito en la eliminación del signo de ca-
jón-anterior, aunque las fibras de carbono de las que está hecho el ligamento se rompieron
prematuramente y la inestabilidad reapareció.
Otros autores han utilizado la artroscopia como técnica quirúrgica además de diagnós-
tica en la articulación de la rodilla, este es el caso de McLaughlin que en 1989 publica un artí-
culo, en el que un caso de OCD (osteocondritis disecante) bilateral, era tratado por técnica
artroscópica. Recordemos que la osteocondrosis consiste en una osificación anormal del car-
tílago articular en hueso subcondral (Olsson, 1981) y cuya etiología no está clara, aunque in-
fluyen factores genéticos y medioambientales.
Este autor dice que aunque la artrotomía permite una exposición adecuada para el tra-
tamiento de la OCD de la rodilla canina, el postoperatorio suele ser largo; sin embargo, la
23
artroscopia es una técnica mucho menos traumática, con lo cual la normalidad en la función
del miembro se recupera mucho antes. Otra ventaja de la técnica artroscópica es que ambas
rodillas pueden ser operadas en la misma anestesia.
Por otra parte, este autor comenta que en algunos casos en que la articulación no es
muy grande, la exploración artroscópica se complica al haber dificultades en la introducción
del artroscopio; sin embargo hay que recordar, que la OCD afecta casi siempre a razas de talla
gigante (Leighton, 1971; Smith, 1991), y por lo tanto con rodillas grandes.
Los éxitos obtenidos en el estudio artroscópico de la rodilla canina por los diversos
autores mencionados, llevó a éstos a ampliar el campo de actuación de la artroscopia canina al
resto de las articulaciones.
Hombro o Articulación Escapulohumeral:
En 1986, Goring describe por primera vez la ténica artroscópica para la exploración
del hombro canino; para ello usó 4 perros adultos cruzados. Los criterios usados en la evalua-
ción de esta técnica son: el tiempo operatorio, la visibilidad del campo operatorio y el trauma
producido durante el desarrollo de la técnica. Todos los perros fueron sacrificados al final del
estudio, permitiendo el examen macroscópico de las articulaciones, de esta forma se valoró el
grado de trauma producido.
Las conclusiones a las que llegó este autor fueron las siguientes: La artroscopia explo-
ratoria del hombro canino requiere un tiempo operatorio mínimo (20 minutos), permite una
excelente visión de las diferentes superficies articulares, es mucho menos invasiva que la ar-
trotomía exploratoria y además el período de recuperación después de la cirugía se acorta sig-
nificativamente
También debemos destacar el trabajo realizado por Person en el año 1987, en el que
describe una técnica artroscópica para la exploración del hombro o articulación escápulo-
humeral en el perro; Person dice que, al igual que ocurre con el hombre, el diagnóstico de
lesiones en el hombro del perro es a menudo dificultoso debido a la gran musculatura que lo
recubre, haciendo muy difícil su palpación.
Otros métodos diagnósticos como el radiológico, pueden revelar lesiones óseas, pero
los cambios en el cartílago o en los tejidos blandos son difíciles de diagnosticar; por otra par-
te, las radiografías de contraste, aunque permiten la visualización de lesiones en el cartílago,
son muy difíciles de interpretar y a veces conducen a errores. Estos inconvenientes impulsa-
ron el desarrollo de la exploración artroscópica del hombro.
En el estudio de Person de 1987, se realizaron artroscopias en 58 hombros caninos con
una técnica similar a la descrita por Burman en el año 1931 para el hombro humano, aunque
con las lógicas variaciones debidas a la diferente anatomía del perro.
24
Person utilizó un artroscopio de 1,7 mm de diámetro, pero el resto del material era si-
milar al empleado en la artroscopia de rodilla. El paciente fue colocado en decúbito lateral
con el miembro a operar sujeto con un fijador especial que permitía aplicar los movimientos
necesarios. El punto de abordaje era directamente craneal a la cabeza acromial del músculo
deltoides y dorsal al tubérculo mayor del húmero; con el húmero formando un ángulo de 120º
respecto a la espina de la escápula.
Los resultados obtenidos por este autor fueron muy satisfactorios, ya que la artrosco-
pia fue un éxito en 52 de los 58 casos (90% efectividad). Los principales inconvenientes. en-
contrados fueron:
1) Acúmulo de suero fisiológico a nivel periarticular y a nivel subcutáneo.
2) Escarificaciones en el cartílago articular de la fosa glenoidea o de la cabeza humeral
debido a las manipulaciones realizadas con la óptica dentro de la articulación.
Sin embargo estos problemas sólo aparecieron en un porcentaje muy bajo (5%) y
además, según el autor, podían haber sido evitados con una mayor experiencia.
El éxito obtenido por Person en la exploración artroscópica del hombro le animó a
continuar sus investigaciones en este campo. Así, en 1989, publica un nuevo estudio (Person,
1989) en el que demuestra la posibilidad de tratar una de las patologías más frecuentes de
dicha articulación, estamos hablando de la osteocondritis disecante (OCD). Para ello trató 23
hombros de 21 perros afectados de OCD. Hay que recordar que la OCD es una patología que
afecta a la gran mayoría de las articulaciones del perro, aunque el lugar en que aparece con
más frecuencia es el aspecto caudal de la cabeza humeral (Vaughan, 1968; Jones, 1970; Ol-
sson, 1977).
El procedimiento artroscópico incluyó la extracción del fragmento de cartílago, el ras-
pado del defecto subcondral y la eliminación de parte de la sinovial. Los resultados fueron un
éxito, ya que 14 de los perros estaban usando el miembro al cabo de un día y el resto lo hicie-
ron dentro de los dos días siguientes; además todos los propietarios quedaron muy satisfechos
con los buenos resultados estéticos y con la rápida recuperación de la normalidad.
Más recientemente, en el año 1992, el Profesor Van Bree realizó un estudio en 20
hombros de 13 perros con evidencias clínicas y radiográficasde osteocondrosis, con el fin de
ver si existía una correlación entre el diagnóstico por artrografía de contraste positivo y el
diagnóstico por artroscopia. En 12 de las articulaciones, la artrografía demostró la presencia
de un fragmento de cartílago, hecho que se confirmó por artroscopia; sin embargo, en 3 de las
articulaciones restantes la artrografía falló en el diagnóstico de un daño articular, lesión que
confirmó el diagnóstico artroscópico. Además, en 2 articulaciones la artroscopia detectó la
presencia de un pequeño ratón articular que no había sido observado por artrografía.
25
El resultado de este estudio demostró que la artroscopia tiene una mayor precisión en
el diagnóstico de lesiones intraarticulares en el hombro canino que otras técnicas como la ar-
trografía de contraste, e incluso esta precisión se aumenta hasta un 10% más cuando nos refe-
rimos a la artrotomía convencional exploratoria; esta desventaja de la artrotomía se debe a que
el campo de visión de la articulación que tenemos es mucho menor (Bardet, 1994 a y b).
Además se une el hecho de que la artroscopia es una técnica mucho menos invasiva
que la artrotomía exploratoria, que supone el trauma de abrir la articulación, con un riesgo de
infección mayor y con un postoperatorio mucho más lento (Bardet, 1995).
Como puede comprobarse, aunque la artroscopia sea la técnica de elección en aquellos
casos clínicos en que la artrografía no es capaz de demostrar la presencia de defectos en el
hueso subcondral (Van Bree, 1991), hay que mencionar que la artrografía de contraste positi-
vo sigue siendo el método de elección para el diagnóstico de ratones articulares que se en-
cuentren inmersos dentro de la vaina del tendón bicipital (Van Bree, 1993 a).
La incidencia con que los ratones articulares quedan englobados en esta vaina tendino-
sa es de un 10 % (Van Bree, 1993 b), y su diagnóstico precoz tiene una gran importancia clí-
nica, ya que causan tenosinovitis que produce dolor y cojera (LaHue, 1988), motivo por el
que deben ser extraídos quirúrgicamente (Olson, 1980). En el perro, como en el hombre (Le-
vinsohn, 1980; Dumas, 1986) la artrografía y la artroscopia son dos técnicas diagnósticas que
se complementan.
Van Bree y Van Ryssen publican dos trabajos en los que ponen a punto la técnica ar-
troscópica en la exploración del hombro canino. En su primer estudio (Van Ryssen, 1993 c ),
desarrollan esta técnica sobre 20 cadáveres para un total de 40 hombros explorados y sobre 8
perros adultos sanos para un total de 16 articulaciones. La técnica no permitió unicamente un
examen directo de las distintas estructuras internas y del cartílago articular, sino que también
la toma de biopsias de la membrana sinovial bajo control visual directo.
En su segundo estudio (Van Ryssen, 1993 d), aplicaron la artroscopia en el tratamiento
quirúrgico de aquellos perros que presentaban lesiones osteocondrales, tratando 14 hombros
con OCD. En todos los casos el tratamiento artroscópico consistió en la retirada del “flap” o
fragmento de cartílago articular desprendido y posterior raspado del defecto de hueso subcon-
dral; en todos los casos resultó un éxito.
Hay que mencionar, que la técnica aplicada por Van Ryssen, es una técnica de trian-
gulación y tiene como principal característica, que el instrumental se va a introducir a nivel
caudal desde un ángulo determinado, mientras que el artroscopio se introduce a nivel craneal
desde otro ángulo. Esta técnica difiere de la utilizada hasta el momento (Person, 1989) en la
que la cánula del instrumental se introducía a nivel craneal.
26
Estos autores llegaron a la conclusión de que el tratamiento artroscópico de la OCD en
el hombro canino es un procedimiento quirúrgico más corto que la artrotomía convencional y
además mucho menos traumático, con lo que el período de recuperación se acorta en igual
medida.
Codo
Dentro del campo de la cirugía artroscópica humana, el codo ha sido una de las últi-
mas articulaciones donde se ha empezado a aplicar esta técnica; históricamente se ha conside-
rado que la realización de una artroscopia en esta articulación conllevaba un riesgo muy alto
de producir lesiones en alguna de las múltiples estructuras vasculares y nerviosas que discu-
rren por su interior, y por lo tanto se consideraba que su uso clínico estaba muy limitado
(Burman, 1931); sin embargo, el desarrollo durante la última década de nuevas técnicas e ins-
trumental especializado, ha permitido que la artroscopia se desarrolle y se convierta en una
técnica cada vez más usada en el diagnóstico y tratamiento de las lesiones del codo humano
(Andrews, 1995).
En el mundo de la veterinaria, también la articulación del codo ha sido una de las úl-
timas en que ha empezado a desarrollarse esta técnica.
El primer estudio sobre la artroscopia en el codo canino, fue realizado en 1993 por
Bernadette Van Ryseen y Henry Van Bree, de la facultad de Veterinaria de Ghent (Bélgica).
Este trabajo se dividió en dos partes bien diferenciadas, en la primera se utilizaron 5 cadáve-
res en los que se examinaron artroscópicamente los 10 codos, realizando en todos los casos un
abordaje por la cara interna o medial, de esta forma se estudió el aspecto artroscópico sano de
la anatomía intraarticular del codo. A continuación se realizó la disección anatómica de esas
articulaciones y pudo comprobarse la ausencia total de lesiones neurovasculares y que única-
mente había mínimos daños yatrogénicos en el cartílago articular.
En la segunda parte de este estudio, la técnica se aplicó clínicamente en un número de
13 perros para un total de 26 articulaciones exploradas. En todos los casos se trataba de perros
de experimentación completamente sanos y en todos ellos se realizó un abordaje medial.
Los resultados obtenidos por estos autores fueron un éxito; todos los perros se recupe-
raron sin problemas. Se demostró que la artroscopia exploratoria del codo canino, puede con-
siderarse una técnica útil, segura y que permite el examen de la mayor parte de las estructuras
internas de esta articulación. En concreto, permite la inspección sistemática de los cóndilos
humerales medial y lateral, las partes caudal y medial de la cabeza del radio, los procesos co-
ronoides medial y lateral, el olécranon (incluyendo el proceso ancóneo) y el ligamento colate-
ral medial.
En un estudio posterior en 1995), Van Bree y Van Ryseen realizaron un estudio com-
parado entre los hallazgos radiológicos, artroscópicos y por CT scan en perros que presenta-
27
ban signos de cojera asentada en la articulación del codo, llegando a la conclusión de que la
artroscopia diagnóstica, permitiría el diagnóstico precoz de las lesiones del codo, en especial
el proceso coronoides medial fragmentado (FCP), evitándose de esta forma el desarrollo de
cambios osteoartríticos. Además en aquellos casos dudosos, no sería necesario realizar un
artrotomía exploratoria.
Estos mismos autores, realizan un trabajo recopilatorio (Van Ryseen, 1997b) en el que
muestran los resultados obtenidos en la aplicación de la artroscopia como técnica diagnóstica
y quirúrgica de las diferentes patologías que se presentan en esta articulación.
En este estudio se operaron 100 perros que mostraban algún tipo de cojera en el
miembro anterior y cuyo origen estaba localizado en el codo. En 48 de los casos el problema
era bilateral, por lo tanto se exploraron artroscópicamente un total de 148 codos. Las lesiones
diagnosticadas fueron: Proceso coronoides medial fragmentado (PCMF) en 131 perros; Os-
teocondritis disecante (OCD) en 3 casos, y signos de artrosis y sinovitis sin haber PCMF, en
14 casos. Además en 27 casos diagnosticaron lesiones similares a la condromalacia, este últi-
mo tipo de lesión nunca hasta ese momento había sido diagnosticado en veterinaria.
Considerando el amplio campo de visión y la inspección detallada de las estructuras
intraarticulares, estos autores concluyeron que la artroscopia permite un examen máspreciso
y extenso que la artrotomía. Además, el diagnóstico radiológico en la mayoría de los casos de
PCMF es totalmente inspecífico (Henry, 1984; Voorhout, 1987; Fox, 1987; Carpenter, 1993)
mientras que la artroscopia permitiría una visión directa y específica de las lesiones intraarti-
culares. Finalmente comprobaron que la técnica era muy poco invasiva y traumática, permi-
tiendo un recuperación postoperatoria mucho más rápida.
Por todas estas razones, los autores consideran a la artroscopia como el método de
elección en el diagnóstico precoz y tambíen en el tratamiento quirúrgico de las lesiones de
PCMF en el codo canino.
Debemos destacar también los trabajos realizados por Bardet en 1997. Este autor des-
cribe un nuevo abordaje artroscópico para la exploración de la articulación del codo canino.
En la primera parte de este estudio describe la anatomía artroscópica del codo usando el abor-
daje craneolateral, a diferencia de los Van Ryssen y Van Bree que usaban el abordaje medial.
La técnica fue desarrollada sobre 10 cadáveres y en 6 perros de experimentación. Este
abordaje permitía una visualización directa de las estructuras óseas de la región craneal del
codo, así como de la articulación humerocubital. También permitía observar el proceso ancó-
neo, introduciendo el artroscopio a través del agujero supratroclear. La técnica resultó un
éxito, y no se observaron lesiones neurovascularres.
28
En la segunda parte de este trabajo, Bardet trata un número de 34 casos clínicos para
un total de 38 codos operados. En todos ellos aplicó el abordaje craneolateral. Por otra parte,
todos los casos de PCMF, fueron tratados con éxito usando un segundo abordaje auxiliar cra-
neomedial.
Las conclusiones a las que llega este autor son que, a pesar de que el abordaje medial
permite un acceso directo a la zona lesionada en aquellos perros con FCP (Van Ryssen, 1995),
sin embargo tiene limitaciones en la visualización del aspecto craneal de la articulación del
codo; problema que queda solucionado con el abordaje craneolateral, que además permite: 1)
la inspección directa del aspecto craneal del proceso coronoides medial, 2) la extracción de
ratones articulares localizados en el saco o receso craneal del codo, 3) el tratamiento de la
OCD del cóndilo humeral medial y 4) el control artroscópico durante la reducción de algunas
fracturas condilares de húmero (Bardet, 1996).
Cadera
También se han realizado estudios por artroscopia en otras articulaciones del perro y
así, se debe destacar el trabajo realizado en 1989 por Person en el que 20 caderas (articulación
coxofemoral), de 10 perros fueron examinadas con el propósito de desarrollar un método de
abordaje efectivo para la realización de la técnica artroscópica.
Los resultados obtenidos aunque buenos, no fueron tan positivos como con las articu-
laciones del hombro y de la rodilla. Este parcial fracaso se atribuye a las dificultades existen-
tes en la distracción de la cabeza del fémur respecto del acetábulo, de forma que los movi-
mientos del artroscopio en el interior de la articulación se ven muy limitados. Además, existe
un riesgo mayor de lesionar la superficie del cartílago de la cabeza del fémur o la superficie
del acetábulo.
Este problema existe también en la especie humana, aunque en los niños es más fácil
el examen por ser posible realizar la tracción manual.
A pesar de estos inconvenientes, se obtuvieron datos positivos ya que se comprobó
que realizando los movimientos adecuados de distracción y abducción era posible observar las
diferentes estructuras anatómicas de la cadera, con un riesgo mínimo de producir laceracio-
nes. Las estructuras que se pueden visualizar son:
1) Ligamento redondo.
2) Ligamento transacetabular.
3) Cartílago articular del acetábulo.
4) Fosa acetabular.
5) Membrana sinovial.
6) Entre un 70-80% de la superficie de la cabeza del fémur.
29
También es importante mencionar que estructuras vitales como el nervio ciático y la
arteria glútea caudal, no fueron lesionados en ninguno de los perros; sin embargo, Person re-
comienda precaución al introducir el instrumental por la vía caudal debido a la proximidad de
estas estructuras de gran importancia.
Como resumen diremos que, aunque la exploración de la cadera por artroscopia no
tiene un éxito en su aplicación tan alto como en otras articulaciones, no se descarta la posibi-
lidad de su aplicación como método diagnóstico siempre que se domine la técnica suficiente-
mente.
Person puntualiza que para realizar un trabajo diagnóstico son necesarias dos puertas
de entrada a la articulación, pero si lo que se desea es realizar algún procedimiento quirúrgico,
el número de vías de abordaje debería ser como mínimo tres.
Tarso o Articulación tibiotarsal
En el año 1992, el Profesor Van Ryssen publica un breve trabajo en el que describe
dos casos de osteocondrosis en la articulación tibio-tarsal canina. En el perro la OCD en la
articulación tibio-tarsal es un proceso bien conocido pero poco común. Aproximadamente
implica un 3% de todos los casos de OCD en el perro, afectando generalmente a perros en
crecimiento de razas de talla gigante; está descrito que para que haya una buena prognosis de
la enfermedad, es necesario que el diagnóstico sea lo más precoz posible para que no se pro-
duzca una artrosis secundaria (Van Sickle, 1975).
Es aquí donde la artroscopia tiene ventajas sobre los métodos diagnósticos convencio-
nales como el radiológico, ya que las radiografías no muestran lesiones en el cartílago, sino
solamente los cambios óseos secundarios que aparecen en estadíos más tardíos. De hecho,
varios autores han descrito la necesidad de realizar una artrotomía exploratoria para llegar al
diagnóstico preciso de este tipo de lesiones (Rosenblum, 1978; Denny, 1981).
En los dos casos descritos por Van Ryssen en 1992 se trataba de perros en crecimiento
menores de un año de edad, y en ambos casos se diagnosticó por técnica artroscópica una le-
sión osteocondral en la cresta de la tróclea medial del astrágalo.
Como equipo se utilizó un artroscopio con un diámetro de 2,7 mm y con las mismas
características que el empleado en la exploración de las otras articulaciones; en ambos casos
se realizó un abordaje latero-plantar que permitía una visualización directa de la tróclea me-
dial; ésta es, sin lugar a dudas, la localización más frecuente para la OCD en la articulación
tibio-tarsal; de hecho en toda la bibliografía sólo hay descritos 12 casos de OCD en la tróclea
lateral.
30
Como inconveniente a esta técnica, diremos que a diferencia de lo que ocurre en el
hombre y el caballo, especies en donde se puede realizar la artroscopia con una sola vía de
entrada, en el perro son necesarias dos (Van Ryssen, 1993 e), de forma que las lesiones locali-
zadas en la superficie dorsal requieren un abordaje dorsal y en el caso de encontrarse en la
zona plantar es preciso un abordaje latero-plantar, debido al pequeño tamaño de la arti-
culación.
Artroscopia equina
Como hemos dicho anteriormente, aunque este trabajo se centra en la exploración ar-
troscópica de la rodilla canina, es importante mencionar el gran auge que la artroscopia ha
tenido dentro de la cirugía equina en la última década.
Dentro de este campo debemos destacar los trabajos realizados en 1985 por Mci-
lwraith y Martin, que realizan el examen diagnóstico y el tratamiento quirúrgico por artrosco-
pia en 40 miembros de 24 caballos afectados de OCD en la articulación femorotibiorrotuliana;
la mayoría de las lesiones se localizaron en la cresta lateral de la tróclea del fémur y consistían
en defectos del hueso subcondral que contenían fragmentos condrales u osteocondrales.
Las manipulaciones quirúrgicas realizadas incluyeron la eliminación de fragmentos de
cartílago y la desbridación de los defectos subcondrales. Los resultados obtenidos fueron muy
satisfactorios y en todos los caballos hubo una mejoría inmediata después de la cirugía; dos
meses después,16 de estos caballos volvieron a la competición con éxito.
También en 1985, Hurting realizó un estudio experimental con el propósito de com-
probar el grado de fiabilidad de la artroscopia en el diagnóstico de lesiones en la articulación
carpal. Para ello utilizó 24 carpos de 12 caballos que habían sido sacrificados por diferentes
motivos, pero que no presentaban cojera. En estos animales se produjeron lesiones en 10 si-
tios diferentes de la articulación carpal. La evaluación artroscópica de estas lesiones implicó
determinar su localización, profundidad y tamaño. A continuación todas la articulaciones fue-
ron examinadas macroscópicamente.
Los resultados de este estudio demostraron que la artroscopia era capaz de detectar
cambios mínimos en el cartílago y el hueso, no visibles de forma macroscópica. Por otra parte
el error diagnóstico de la artroscopia aumentó de forma significativa con aquellas lesiones
localizadas en la cara medial del hueso carpo-radial.
Dentro de la especie equina, la artroscopia se ha desarrollado como técnica quirúrgica
en la mayoría de las articulaciones, claro ejemplo de esto es el trabajo publicado por Bertone
(1985), que demuestra la utilidad de esta técnica en el tratamiento de las lesiones osteocon-
drales de la articulación escapulohumeral equina.
31
Años después, en 1990, Nixon describe el abordaje por técnica artroscópica de la arti-
culación del codo equino, y además trata por medio de cirugía artroscópica los casos de os-
teocondritis y de quistes subcondrales que afectan a esta articulación.
En 1994 Trumble realiza un estudio artroscópico de la articulación femorotibiorrotu-
liana equina, en el que desarrolla un abordaje a los sacos caudales de esta articulación; este
abordaje por vía posterior es necesario ya que los abordajes craneales no permiten el trata-
miento de las lesiones articulares localizadas en el aspecto caudal de la articulación.
Para la realización de este estudio se examinó la anatomía de la región caudal de la ro-
dilla en un total de 52 miembros de cadáveres. Se utilizaron diversas técnicas: examen ma-
croscópico, tomografía computerizada axial, fluoroscopia y artroscopia.
En cuanto a la técnica artroscópica, los autores llegaron a la conclusión de que el
abordaje por vía posterior tiene el inconveniente de que existen diversas estructuras de vital
importancia que pueden ser lesionadas; estas estructuras son el nervio peroneo y la arteria y
vena poplítea. Otra estructura de importancia es el tendón del músculo poplíteo, que se en-
cuentra incluido dentro de la propia cápsula articular del saco caudal-lateral y que hace parti-
cularmente difícil el examen artroscópico de este saco.
Por lo tanto, la conclusión final a la que llegan estos autores es que el examen artros-
cópico de los sacos caudales de la articulación femorotibiorrotuliana equina, es técnicamente
mucho más difícil que el del resto de compartimentos, existiendo además un riesgo alto de
lesionar estructuras de importancia vital, por lo que salvo en casos excepcionales no debería
llevarse a cabo.
En el año 1995 se publica un artículo (Steinheimer, 1995) de gran interés, en el que se
realiza un estudio comparativo entre los hallazgos radiológicos y los artroscópicos. Para ello
se evaluaron un total de 72 articulaciones femorotibiales y femoropatelares de 50 caballos, y
se realizó un estudio estadístico para determinar la correlación existente entre los cambios
radiológicos del hueso subcondral y los hallazgos artroscópicos.
Este estudio demostró que un número significativo de articulaciones radiológicamente
normales, tenían cambios articulares (40 %); que articulaciones con ligeros cambios en el
hueso subcondral presentaban cambios articulares de importancia en la mayoría de los casos
(78 %) y que articulaciones que presentaban signos radiológicos moderados o severos del
hueso subcondral, tenían cambios en el cartílago articular que se detectaban artroscópica-
mente en todos los casos.
Como se puede comprobar, dentro de esta especie, la artroscopia no tiene solamente
una función diagnóstica sino que también tiene una aplicación quirúrgica; un claro ejemplo de
32
esto es el trabajo publicado por Fortier en 1995, en el que demuestra la utilidad de la técnica
artroscópica, en la extracción de fragmentos osteocondrales plantares o palmares, de la falan-
ge proximal.
Durante un período de 4 años, estos autores operaron un número de 119 caballos en
los que fue necesaria la extracción de algún fragmento osteocondral. En la gran mayoría de
los casos (92 %) se trataba de Pura Sangre Ingleses (PSI) de carreras jóvenes, menores de 3
años.
Sus resultados fueron satisfactorios ya que un 63 % de los caballos de carreras volvie-
ron a la competición después de la cirugía artroscópica; y en el caso de caballos no utilizados
en carreras, el 100 % volvieron a la que era su actividad normal antes de presentarse la lesión.
Por otra parte llegaron a la conclusión de que el número de fragmentos osteocondrales o su
localización, no influyó de forma significativa en la evolución del paciente. Sin embargo, la
presencia de cambios en el cartílago articular o la proliferación de vellosidades sinoviales, sí
se asoció de una forma altamente significativa (p< 0,0001) a una evolución del animal opera-
do menos favorable.
Otro trabajo muy interesante, es el realizado por Theoret (1996) para comprobar la ca-
pacidad de reacción y cicatrización de la sinovial en la especie equina. Para ello, utilizando un
resector de sinovial motorizado, realiza un sinovectomía subtotal de 7 mm de diámetro, en el
carpo de 8 caballos, utilizando la articulación del miembro contrario como control.
Después de 2 meses de descanso para todos los caballos, 4 de ellos comenzaron a ejer-
citarse de forma vigorosa, mientras que los 4 restantes continuaron en reposo.
La capacidad de reparación de la sinovial fue determinada por estudios macroscópicos,
histológicos y ultraestructurales. Los resultados de este estudio sugirieron que 120 días des-
púes de realizada la sinovectomía subtotal, el ambiente intrarticular se mantuvo, y en la zona
de resección de la sinovial había claras evidencias de reparación y de incremento de la activi-
dad metabólica. Por otra parte, a pesar de que algunos autores (French, 1989) han dicho que el
ejercicio favorece la reparación de los defectos en el cartílago articular y en la sinovial, se
comprobó que el ejercicio intenso de la forma realizada en este estudio, no aceleró este proce-
so de reparación, aunque tampoco influyó negativamente.
Las razones de este mayor desarrollo de la artroscopia en el caballo respecto a otras
especies son principalmente tres :
1) El mayor tamaño de las articulaciones, lo que facilita mucho la introducción y el
manejo del artroscopio dentro de la articulación.
2) Los grandes problemas que surgen en el caballo al realizar una artrotomía conven-
cional en una articulación como la femorotibiorrotuliana, debido a la mala cicatrización de la
herida por la gran tensión que sufre la piel en esa región.
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3) Por último, el hecho de que estos caballos en la mayoría de las ocasiones tienen un
gran valor económico y muchas veces son utilizados, en competiciones deportivas, lo que
hace necesario acortar el período postoperatorio y comenzar más rápidamente la rehabilita-
ción del paciente.
Nosotros pensamos que estas razones, que han favorecido el desarrollo de la artrosco-
pia en la especie equina, son igualmente aplicables en el perro.
III.- ANATOMÍA DE LA RODILLA CANINA
III.1 ANATOMÍA DESCRIPTIVA Y FUNCIONAL
La articulación de la rodilla o articulación femorotibiorrotuliana es una compleja arti-
culación sinovial, que a su vez está compuesta por la articulación femorotibial y la articula-
ción femororrotuliana (Miller´s, 1979).
La articulación femorotibial la conforman los cóndilos femorales, que tienen una su-
perficie esferoidal y se articulan con los platillos tibiales, que constituyenuna superficie pla-
na. En conexión con esta articulación, tenemos la articulación femororrotuliana, que está
constituida por la rótula y la tróclea del fémur. Ambas articulaciones son interdependientes,
ya que la rótula se encuentra firmemente unida a la tibia por medio de estructuras ligamento-
sas, que hacen que cualquier movimiento entre la tibia y el fémur, también se produzca entre
la rótula y el fémur.
La incongruencia que existe entre el fémur y la tibia, se contrarresta por la presencia
de dos fibrocartílagos, que son los meniscos. Existe un menisco denominado externo o lateral
situado entre el cóndilo lateral del fémur y la platea tibial lateral; y un menisco interno o me-
dial situado entre el cóndilo femoral medial y la platea tibial medial.
La articulación tibioperoneal proximal, también se considera un componente de la ar-
ticulación de la rodilla.
La cápsula articular de la rodilla es la más grande del cuerpo. Está constituida por 3
sacos o compartimentos, los cuales se comunican libremente entre sí. Dos de estos comparti-
mentos se localizan entre los cóndilos femorales y los tibiales, y el tercero se extiende por
debajo de la rótula. Este último es el más espacioso, se inserta en los bordes de los fibrocartí-
lagos pararrotulianos y desde allí se extiende en todas las direcciones.
Distalmente a la rótula, la membrana sinovial y las capas fibrosas están separadas por
el paquete adiposo infrarrotuliano, que va incrementando su grosor a medida que nos despla-
zamos distalmente.
36
Los sacos o compartimentos femorotibiales son menos espaciosos que el rotuliano.
Ambos sacos están a su vez divididos por los meniscos en 2 partes, una femoromeniscal y otra
femorotibial.
Por otra parte, el compartimento femorotibial lateral está subdividido en otros tres
subsacos. Uno de ellos se extiende lateralmente entre la cabeza del peroné y el cóndilo tibial
lateral, formando la cápsula de la articulación tibioperoneal proximal. Cranealmente a esta
articulación, a nivel del “sulcus muscular” de la tibia, tenemos otro subsaco que se extiende
distalmente unos 2 centímetros. El tendón del músculo extensor digital largo (TEDL) se ori-
gina dentro de este subsaco y por lo tanto está engobado dentro de una vaina de sinovial. Fi-
nalmente, tendríamos el tendón de origen del músculo poplíteo en el epicóndilo lateral, que
también se encuentra parcialmente englobado dentro de un saco sinovial.
Los meniscos externo e interno son dos fibrocartílagos en forma de semiluna. Son es-
tructuras que apenas se encuentran vascularizadas e inervadas, exceptuando su parte más peri-
férica, este es el motivo de que las roturas meniscales no cicatricen demasiado bien.
El menisco externo o lateral es ligeramente más grueso y forma un arco algo mayor
que el interno o medial. En perros grandes, el borde periférico del menisco externo mide
aproximadamente unos 8 mm. Otra característica del menisco externo es que no alcanza el
borde caudolateral de la tibia, esto es debido a que debe permitir el paso sobre el cóndilo tibial
lateral del tendón de origen del músculo poplíteo.
Los meniscos tienen 6 ligamentos que les mantienen unidos a la tibia y al fémur.
Existe un ligamento menisco tibial craneal y otro caudal para cada uno de los meniscos; un
ligamento intermeniscal que se une a la parte craneal de ambos meniscos, y finalmente un
ligamento femoromeniscal que va desde el cóndilo femoral medial hasta el borde interno del
menisco externo; el menisco interno carece de este último ligamento.
Además de los ligamentos meniscales, existen otros ligamentos de importancia: el li-
gamento colateral medial, es una fuerte banda fibrosa que va desde el epicóndilo femoral me-
dial hasta el borde medial de la tibia; la longitud total de este ligamento en perros de talla me-
dia es de unos 4 cm y está englobado dentro de la propia cápsula articular. En cuanto al liga-
mento colateral lateral, es similar en tamaño y longitud a su homólogo y se va a insertar en la
cabeza del peroné.
En el espacio intraarticular existen 2 ligamentos de gran importancia en la estabiliza-
ción articular; se trata de los ligamentos cruzado anterior (LCA) y cruzado posterior (LCP).
El ligamento cruzado anterior se origina en la superficie caudomedial del cóndilo fe-
moral lateral, para ir a insertarse en dirección diagonal sobre la zona intercondílea craneal de
la tibia. En cuanto al cruzado posterior, se origina en la cara interna del cóndilo femoral me-
37
dial y se dirige caudodistalmente para insertarse en el borde lateral del espacio poplíteo de la
tibia. Este ligamento es ligeramente más largo y grueso que el cruzado anterior. Como su pro-
pio nombre indica, ambos ligamentos están cruzados uno respecto del otro, y aunque se en-
cuentran en el espacio intraarticular, los dos están recubiertos por membrana sinovial (figuras
1, 2, 3 y 4).
La función del LCA es la de estabilizar la rodilla, limitando la rotación interna, el des-
plazamiento craneal o anterior de la tibia respecto del fémur y previniendo la hiperextensión
del miembro. En cuanto al LCP, su función es la de evitar el desplazamiento caudal o poste-
rior de la tibia respecto al fémur.
Otra estructura de gran importancia es la rótula, considerado el hueso sesamoideo más
grande del cuerpo y que se encuentra englobado dentro del tendón del músculo cuadriceps
femoral. Sin embargo y de forma general, a esta parte del tendón que engloba a la rótula,
hasta su inserción en la cresta tibial, se le denomina ligamento rotuliano. Este ligamento rotu-
liano se encuentra separado de la cápsula articular por un paquete de grasa, que se hace más
grueso en su zona distal.
Ya hemos comentado que la rótula se articula con la tróclea femoral. La tróclea femo-
ral está constituida por el surco femoral, que a su vez viene delimitado por las crestas femo-
rales lateral y medial. Las estructuras que mantienen fija la rótula son: la fascia femoral lateral
o fascia lata, de gran consistencia, y la fascia femoral medial que es una estructura mucho
menos fuerte. Por otra parte, existen 2 ligamentos femororrotulianos (medial y lateral), que
aunque son muy finos y delicados, contribuyen a la función estabilizadora de las fascias men-
cionadas.
III.2. ANATOMÍA ARTROSCÓPICA
Es esencial por parte del artroscopista tener un conocimiento profundo de la anatomía
normal de la rodilla, antes de emprender la investigación artroscópica de las variantes anató-
micas y los cambios patológicos intraarticulares.
Muchas de estas variantes anatómicas no son patológicas y el artroscopista debe saber
interpretarlas. Así, por ejemplo, debe saber interpretar las variaciones que se producen con la
edad.
Las estructuras de mayor importancia anatómica en la rodilla canina desde el punto de
vista de la exploración artroscópica son las siguientes:
III.2.1.- GOTERA LATERAL
La primera estructura que se observa tras realizar un abordaje infrarrotuliano lateral es
la gotera lateral (figura 5).
38
Figura 1: Vista anterior rodilla canina: LCA (naranja). LCP (amarillo). TEDL (azul). Ligamento rotuliano (negro).
Ligamentos colaterales lateral y medial (blanco). Inserción tibial del LCA (verde)
La gotera lateral forma parte del compartimento fémoro-rotuliano y está delimitada
anterior y lateralmente por el alerón lateral, posteriormente por la cápsula articular póstero-
lateral y medialmente por el cóndilo femoral lateral.
Toda la gotera se encuentra revestida por membrana sinovial y éste es, probablemente,
el lugar donde más frecuentemente se localizan cuerpos libres articulares. Posterior e infe-
riormente, la gotera lateral se extiende hacia abajo, hacia el receso poplíteo, donde los cuerpos
libres pueden desafortunadamente migrar, diseminandose por todo el camino dentro del rece-
so poplíteo.
III.2.2.- Bolsa suprarrotuliana
A continuación se puede visualizar la bolsa suprarrotuliana desde lateral a medial y
luego desde proximal a distal por debajo de la superficiearticular de la rótula y de la tróclea.
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Esto es posible gracias a que el artroscopio tiene una óptica con un ángulo de 30º, de forma
que girando el artroscopio se visualiza todo el compartimento sin dificultad (figura 6).
Figura 2: Vista posterior rodilla canina: LCP (azul). Menisco interno (negro). Ligamento femoromeniscal (verde).
Tendón del popliteo (naranja).
III.2.3.- Gotera medial
Se visualiza colocando el artroscopio en el margen medial de la articulación fémoro-
rotuliana, justo por encima de la superficie articular. La gotera medial viene delimitada late-
ralmente por el fémur, inferior y posteriormente por la cápsula póstero-medial y medialmente
por el alerón medial, la cápsula y la membrana sinovial.
III.2.4.- Membrana sinovial
Esta membrana aparece, a grandes rasgos, como una estructura de color rojo claro o
rosa pálido en toda la rodilla. Su superficie, en condiciones normales, tiene algunas irregulari-
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dades en forma de bultos o pliegues; sin embargo, cuando la presión del líquido intraarticular
es elevada, la rodilla está distendida y la superficie de la membrana sinovial debe ser
uniforme.
Figura 3: Vista lateral rodilla canina: TEDL (azul). Ligamento colateral lateral (blanco). Tendón de popliteo (naran-
ja). Ligamento rotuliano (negro). Inserción tibial del LCA (verde).
Nosotros hemos podido comprobar que, por lo general en perros de edad avanzada,
esta estructura tiene un color rojo más oscuro y los vasos aparecen más visibles, sobre todo en
los cóndilos femorales y en el fondo de saco. La presencia de estas alteraciones, aunque asin-
tomáticas y típicas de los perros viejos, no pueden considerarse como imagen normal descrip-
tiva y anatómica (Marqués, 1977). De hecho, las rodillas con artrosis incipientes y sin mani-
festaciones clínicas presentan de una forma casi constante estas alteraciones.
Otro síntoma indicativo de patología en la membrana sinovial es la presencia de vello-
sidades sinoviales; podemos concluir diciendo que toda membrana sinovial con vasos visibles
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macroscópicamente y no rosados o con vellosidades es patológica, sea o no sintomática clíni-
camente.
Figura 4: Vista de los meniscos de la rodilla canina: Menisco interno (negro). Ligamento intermeniscal (verde). Li-
gamento colateral medial (naranja).
III.2.5.- Compartimento fémoro-rotuliano
Este compartimento está constituido por la rótula, de la que ya hemos comentado que
es el hueso sesamoideo más grande del cuerpo y que está incluido dentro del tendón del cuá-
driceps.
La irrigación sanguínea se origina de doce arterias nutricias y fue descrita por primera
vez por Scapinelli, quien demostró la relación de las geniculares y las anastomosis alrededor
de la rótula.
La rótula se articula con la superficie anterior del fémur, llamada tróclea o surco femo-
ral. Con la rodilla en completa extensión, aproximadamente un 20 % de la superficie rotuliana
sobresale de la tróclea femoral y toda esta superficie se puede visualizar a través del abordaje
infrarrotuliano lateral. En las ocasiones en que necesitemos una visión más amplia, se puede
realizar un abordaje superior emplazado en el propio saco suprarrotuliano. De cualquier forma
es de gran importancia no sólo documentar los cambios en la superficie rotuliana sino también
en el aspecto de la tróclea femoral (figura 7).
Una de las patologías más frecuentes que se encuentran en este compartimento es la
condromalacia, una afección del cartílago articular en la que éste aparece reblandecido e irre-
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gular. Esta patología fue descrita por primera vez en medicina humana por Outerbridge en el
año 1961.
Figura 5: Observar las siguientes estructuras: a) tróclea femoral; b) rótula: c) LCA: d) menisco externo; e) TEDL.
En una rodilla sana, el cartílago tiene un grosor variable entre 2 a 5 mm de profundi-
dad y debe tener una superficie suave, lisa y contorneada.
III.2.6.- Compartimento medial o interno
En el compartimento medial se entra flexionando la rodilla mientras se guía el artros-
copio suavemente sobre el cóndilo femoral medial. La visualización completa del comparti-
mento, desde el aspecto anterior del menisco a su porción más posterior, se puede realizar
rotando el artroscopio 30º y aplicando una fuerza en valgo a la rodilla.
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Figura 6: 1) cápsula articular; 2) bolsa suprarotuliana.
Figura 7: 1) rótula. 2) tróclea femoral.
El menisco debe tener una forma de media luna, y su superficie debe ser lisa, regular y
sin ninguna erosión ni deshilachamiento (figuras 8 y 9); sin embargo, a veces en perros de
edad avanzada, pueden aparecer ligeras muescas y deshilachamientos; estos síntomas, aunque
aparezcan casi de una manera constante en perros viejos y generalmente sean clínicamente
asintomáticos, deben de ser considerados como patológicos (Marqués, 1977).
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Dentro de este compartimento se puede visualizar el ligamento colateral medial por
encima del epicóndilo del fémur, para ello es necesario levantar la porción media del menisco
interno.
En ciertos casos en que la observación del cuerno posterior del menisco interno a tra-
vés del abordaje anteroexterno o infrarrotuliano lateral se hace muy difícil, es posible realizar
un segundo abordaje a nivel posterointerno, para facilitar esa exposición. Sin embargo en más
del 90% de los casos es posible el estudio completo del compartimento interno, introduciendo
el artroscopio a través de un abordaje anteroexterno o infrarrotuliano lateral, al mismo tiempo
que el gancho palpador se introduce a nivel anterointerno o infrarrotuliano medial (figura 10).
Figura 8: 1) cóndilo femoral medial. 2) menisco interno. 3) platillo tibial medial.
III.2.7.- Área intercondílea
Las estructuras que encontramos en la escotadura intercondilea incluyen el panículo
adiposo infrarrotuliano, el ligamento adiposo, las espinas tibiales medial y lateral y el origen
de ambos ligamentos cruzados (figura 11).
Este contenido se puede ver usualmente con la rodilla flexionada 90º; a veces, sin em-
bargo, es imposible de visualizar debido a que el punto de punción es demasiado bajo y se
atraviesa el panículo adiposo, lo que impide la visión.
El origen del ligamento cruzado anterior se puede observar rotando el artroscopio
aproximadamente 30º, de esta forma se puede ver el aspecto medial del cóndilo femoral late-
ral, que es donde se origina este ligamento y además, en esta posición se puede inspeccionar
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la relación del ligamento cruzado anterior con el cruzado posterior. La porción final del liga-
mento cruzado anterior se va a insertar en la espina tibial medial.
Figura 9: 1) cóndilo femoral medial. 2) menisco interno. 3) platillo tibial medial.
Figura 10: 1) cuerno anterior del menisco interno. 2) platillo tibial medial.
A la visión artroscópica aparece como un pilar en forma de tronco de cono con base
inferior mayor. Su color es blanco brillante como la propia sinovial, sin embargo, en los ani-
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males de edad avanzada, suele aparecer algo irrigado, con vasos gruesos cuyo color rojo con-
trasta perfectamente.
El ligamento cruzado posterior nace en el fondo de la escotadura intercondílea y en la
cara axial del cóndilo femoral interno, y corre en una dirección más vertical justo sobre la
parte posterior de la tibia para insertarse aproximadamente a 1 cm por debajo de la superficie
articular. Este ligamento se visualiza fácilmente en ausencia del ligamento cruzado anterior;
sin embargo, durante una exploración artroscópica normal, debido a la posición tan retrasada
que ocupa, se debe retraer totalmente el cruzado anterior por medio de una sonda; a pesar de
esta maniobra, muchas veces la observación del ligamento cruzado posterior se hace muy
difícil debido a que se encuentra oculto bajo un panículo adiposo intercondilar que asienta
directamente sobre él. En la bibliografía está descrita la posibilidad de despedazar esa grasa
fuera del ligamento cruzado posterior por medio de una sonda, sin embargo no es muy acon-
sejable porel riesgo existente de interrumpir el aporte vascular.
El aspecto del ligamento cruzado posterior es el de un pilar cilíndrico, con característi-
cas similares a las del ligamento cruzado anterior.
Figura 11: 1) ligamento cruzado anterior. 2) ligamento cruzado posterior.
III.2.8.- Compartimento lateral o externo
Después de completar la inspección de la escotadura intercondílea, rotando el artros-
copio 45º y manteniendo la rodilla flexionada 90º, se puede visualizar el borde anterior del
menisco lateral; si desde este punto se aplica una posición de varo, es posible observar toda la
parte media y el cuerno posterior del menisco externo (figura 12).
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El menisco externo tiene una forma típica de “O” mucho más cerrada que la del me-
nisco interno, por esta razón su ruptura también es mucho menos frecuente.
La exploración artroscópica se completa, ascendiendo con el artroscopio por la cara
externa del cóndilo femoral lateral, donde puede observarse la inserción del tendón de origen
de músculo extensor digital largo (TEDL) (figura 13).
Figura 12: 1) cóndilo femoral lateral. 2) menisco externo. 3) platillo tibial lateral.
Figura 13: 1) cóndilo femoral lateral. 2) tendón extensor digital largo.
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III.2.9.- Plicas
Son unas bandas fibrosas originadas a partir de la membrana sinovial muy variables en
su forma, configuración y tamaño. Además, solamente se encuentran en un bajo porcentaje de
las rodillas caninas, no así en el hombre donde son mucho más frecuentes.
Las plicas sinoviales más frecuentes son las plicas suprarrotulianas medial y lateral y la
plica infrarrotuliana o ligamento adiposo (figura 14).
Figura 14: dibujo de las diferentes plicas que pueden encontrarse en la rodilla canina.III.2.9.a.- Plica suprarrotuliana
Esta plica separa los compartimentos articulares lateral y medial de la bolsa suprarro-
tuliana; generalmente se origina debajo del músculo cuadriceps para ir a insertarse en la pared
medial de la articulación, por encima de la rótula. A veces se observan hemorragias en esta
plica siendo este hallazgo indicativo de algún tipo de patología.
III.2.9.b.- Plica infrarrotuliana o ligamento adiposo
Esta es sin lugar a dudas la plica más común. Se origina en la escotadura intercondílea
para insertarse en el panículo adiposo infrarrotuliano. Esta disposición puede llevar muchas
veces a confundir el ligamento adiposo con la cara tibial o craneal del ligamento cruzado ante-
rior.
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A diferencia de las otras plicas, el ligamento adiposo no ha sido asociado con síndro-
mes clínicos, aunque a veces se observan pequeñas hemorragias en esta estructura, así como
pequeños desgarros parciales; si estos desgarros son o no asintomáticos se desconoce. Por
supuesto, es realista pensar que la hiperextensión de la rodilla podría derivar en una rotura
parcial o bien completa del ligamento adiposo.
IV. LESIONES INTERNAS DE LA RODILLA CANINA
A continuación describiremos de forma breve aquellas patologías que con más fecuen-
cia se diagnostican por artroscopia, en la articulación de la rodilla del perro.
IV.1 Lesiones traumáticas:
IV.1.1 Roturas del Ligamento Cruzado Anterior ( LCA)
En la actualidad, las lesiones de la rodilla del perro y en concreto la rotura del LCA se
han convertido en uno de los problemas ortopédicos más frecuentes para los veterinarios. Las
roturas del LCA pueden dividirse en completas y parciales. En cualquiera de los dos casos, se
va a producir una inestabilidad en la articulación que va a derivar en cambios degenerativos
articulares en un plazo de tiempo muy corto (4-6 semanas).
Ya hemos comentado cuales son las funciones del LCA, cuando el animal realiza al-
gún tipo de movimiento o esfuerzo brusco en que el LCA en su función estabilizadora se so-
mete a un estrés excesivo, éste acaba por romperse.
Como puede comprobarse, la rotura de LCA al igual que ocurre en la especie humana
tiene una etiología traumática; si bien es cierto que existe un grupo de perros que sufren rotu-
ras de este ligamento no asociadas a una historia de trauma, en estos casos la lesión suele ser
bilateral y es característico encontrar, en el momento de realizar la cirugía reparadora, nume-
rosos cambios degenerativos articulares que ya estaban presentes en el momento de producir-
se la lesión, lo que parece ser, de alguna forma, la causa de que el LCA sufra cambios degene-
rativos y a continuación se rompa (Niebauer, 1987).
Clínicamente los perros con una rotura del LCA suelen presentar dolor, derrame arti-
cular (figuras 15 y 16) y cojera en mayor o en menor grado; en general la mayoría de los pe-
rros empiezan a usar de nuevo el miembro entre las dos y tres semanas posteriores a la lesión
inicial, se trata tan solo de una mejoría aparente ya que pocas semanas después vuelven a co-
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jear de nuevo, casi siempre como consecuencia de los intensos cambios osteoartríticos secun-
darios a la inestabilidad articular y por el desarrollo de lesiones meniscales secundarias.
Figura 15: detalle del derrame articular.
En medicina veterinaria, la rotura del ligamento cruzado anterior se ha diagnosticado
convencionalmente por medio de una serie de pruebas clínicas; dentro de estas pruebas las
más utilizadas son la prueba del signo de cajón anterior y la prueba de compresión tibial.
Para realizar la prueba de cajón-anterior, el examinador se tiene que colocar detrás del
paciente que se halla en posición decúbito lateral. La extremidad a examinar tiene que estar en
la parte más superior; a continuación se estabiliza el fémur distal, mediante la colocación del
dedo medio en el cóndilo femoral medial y el pulgar en el cóndilo femoral lateral. La mano
izquierda se utiliza para la rodilla derecha y viceversa. Se asegura la tibia mediante la coloca-
ción del pulgar de la otra mano por detrás de la fíbula proximal, el dedo índice en la cresta
tibial y los dedos medio, anular y meñique en la tibia medial proximal. El fémur se mantiene
inmóvil y se moviliza la tibia proximal en dirección anterior y posterior (figura 17 y 18).
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Figura 16: rodilla izquierda inflamada.
Figura 17: prueba de cajón-anterior.
Existen casos en que la obtención de un signo claro de cajón anterior, unido a una
historia de trauma o accidente, nos confirmaría el diagnóstico de rotura del ligamento cruzado
anterior. Sin embargo estos casos tan claros no ocurren con demasiada frecuencia, ya que la
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información que el veterinario puede obtener de la exploración física de la rodilla es en mu-
chas ocasiones variable dependiendo de las características del propio paciente; así por ejem-
plo en un cachorro existe una mayor laxitud en las estructuras ligamentosas, lo cual nos po-
dría hacer sospechar erróneamente de una rotura del ligamento cruzado anterior.
Debemos tener en cuenta que después de una rotura del ligamento cruzado anterior, el
perro manifestará una serie de signos clínicos, pero sólo durante un período corto de tiempo,
para después empezar a utilizar de forma progresiva el miembro. Es en estos casos, donde el
diagnóstico se hace aun más difícil, ya que el desarrollo de tejido fibroso crónico secundario a
la inestabilidad, tiende a estabilizar la articulación enmascarando el signo de cajón anterior.
Además es fundamental a la hora de realizar este test, aplicar siempre algún tipo de
tranquilización, relajación muscular o anestesia, para eliminar la estabilización voluntaria de
la articulación de la rodilla por la propia tensión muscular del animal.
Aunque se han estimado las mediciones normales del cajón anterior en milímetros, es
más exacto que cada veterinario establezca según su propia experiencia una pauta de valores
normales, al mismo tiempo que utiliza la otra extremidad del paciente para realizar una com-
paración. Debemos tener claro que un resultado negativo del signo anterior de cajón no des-
carta de forma absoluta el diagnóstico de rotura del ligamento cruzado anterior.
Una prueba diagnóstica adicional es la prueba de compresión

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