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16. LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO Xulio Viejo Fernández Universidad de Oviedo jviejo@uniovi.es ► Resumen La más que centenaria tradición asturiana de estudios dialectales ha atravesado distintos perio- dos en la historia de las ideas lingüísticas y distintos postulados teóricos y metodológicos. Sin embargo, la dialectología asturiana se ha mostrado siempre fiel a una constante: la primacía de los rasgos fonéticos como elemento caracterizador del habla local (frente a los morfológicos y sin- tácticos) y, consiguientemente, la atención al marco natural donde se sustancian estos: el léxico. Nuestros estudios dialectales son, pues, una fuente valiosa de datos léxicos, cuya consideración va desde lo meramente inventarial hasta tratamientos lexicográficos más elaborados. En demasiados casos, la pretensión no va más allá de dar cuenta de palabras propias de una determinada zona, en un enfoque meramente diferencialista que renuncia a una caracterización semántica rigurosa y ni siquiera se plantea la conveniencia de definir grandes áreas geográficas de difusión léxica. En la medida en que la visión actual sobre el asturiano es deudora de este tipo de enfoques y percepciones y está fuertemente condicionada por ellos, es pertinente su estudio en el marco más general de los estudios lexicográficos locales y de la evolución histórica de los discursos lingüísticos en Asturias. ► Palabras clave Lengua asturiana, dialectología, lexicografía, léxico. Asturian dialectal lexicography ► Abstract The century-long Asturian tradition of dialect studies has traversed several periods in the his- tory of linguistic ideas and their theoretical and methodological postulates, yet a common thread runs throughout, namely the priority given to phonetic features, as opposed to morpho- logical and syntactic ones, in descriptions of local speech varieties and the close attention con- sequently paid to the lexicon, where most phonetic phenomena are most easily observed. Thus Asturian dialect monographs provide a valuable source of lexical data ranging from simple word lists to more sophisticated lexicographical works. All too often the only object is to single out idiosyncratic lexical items pertaining to a given region; in this differentialist programme, there is no attempt at rigorous semantic description or even mapping overall lexical diffusion geographically. A critical overview of this issue in the general framework of both lexicographic practice and linguistic discourses in Asturias is relevant insofar as such approaches influence perceptions about the Asturian language. ► Keywords Asturian language, dialectology, lexicography, lexicon. XULIO VIEJO FERNÁNDEZ350 1. Orígenes de la lexicografía asturiana Desde el siglo xvi y a lo largo del xvii pueden rastrearse indicios de interés intelec- tual sobre la lengua asturiana, pero es la generación ilustrada del xviii la que va a aportar iniciativas concretas de estudio filológico y, específicamente, lexicográfico. Anteriormente, lo más parecido a este tipo de empresa quizá haya sido el repertorio de refranes que Hernán Núñez recogiera de estudiantes asturianos y que incorporó a su refranero de 1555 con pequeñas glosas léxicas (Comba Paz s.a.). Otros autores coe- táneos también dieron cuenta de ciertas voces de uso local, casos de Juan de Valdés en Diálogo de la lengua (1535, pero no publicada hasta 1736) y, con más profusión, Luis Alfonso de Carvallo en sus Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias (1613, pero en edición póstuma de 1695). El último autor es precisamente uno de los primeros profesores de la Universidad de Oviedo (fundada en 1608), en cuyo entorno se documenta por entonces una inci- piente literatura en asturiano que no solo nos aporta información directa de la lengua de la época, sino que, además, será la base principal de las primeras tentativas serias de inventariado léxico de un siglo largo después. En este ambiente, cabe considerar también una obra singular en el tránsito entre los siglos xvii y xviii de gran interés para los estudios lingüísticos asturianos: el Arte de grangerías de Fray Toribio de Pu- marada, una monumental obra de agronomía inédita hasta su reciente edición (Santo Tomás y Pumarada 2006), que ofrece un amplísimo muestrario de vocabulario local, el propio del concejo centro-oriental de Colunga al que se refiere continuamente su autor. Aunque no estamos propiamente ante un repertorio lexicográfico (el vocabulario asturiano extractado de la obra puede verse en López Álvarez / Suárez García 2001- 2002 y López Álvarez / Suárez García 2003-2004), puede intuirse en esta obra cierta intención documental, como registro sistemático de conceptos pertinentes en el ámbito de la agronomía, reflejo de una actitud genéricamente ilustrada que marca un antece- dente del movimiento intelectual que prenderá en Asturias con fuerza décadas después. De hecho, desde los primeros años del xviii aparecen los primeros indicios positi- vos de recopilaciones de vocabulario local, como el repertorio de vocables asturians (aún inédito) facilitado a Antoni de Bastero (1675-1737) para la elaboración de su Historia de la llengua catalana, con términos de origen dialectal en el occidente de Asturias (Busto Cortina 2010-2011: 86; 2012: 98n). Cuando en las décadas finales del siglo eclosione en Asturias el interés por los estudios filológicos, la actividad lexico- gráfica va a intensificarse y, sobre todo, a madurar a partir de una profunda reflexión teórica y metodológica. Este impulso toma cuerpo en el círculo de Gaspar Melchor de Jovellanos, en su propósito de elaborar un Diccionario asturiano, proyecto en el que pronto se suscita la cuestión de la variación dialectal. Uno de sus más estrechos colaboradores y verdadero precursor del proyecto, Francisco de Paula Caveda (1760-1811), expone explícitamente en carta de 1791 a su mentor (Jovellanos 2005: 463-472) sus ideas respecto a los retos que planteaba la variación léxica local para el futuro Diccionario asturiano («una obra que quizá 351LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO será el origen de la ilustración del país»), algo de lo que era muy consciente por sus tentativas previas: El uno de ellos consistía en el acopio de artículos y voces usadas en los concejos distantes del mío, y en la gran diferencia que debe haber en ellas, así de parte de la pronunciación como de la verdadera unificación, y mucho más, cuando llegué a experimentar que, aun dentro de un mismo concejo, no se conocen en una parroquia algunas voces de la otra, o es distinto su uso y acepción. Ante lo cual propone que: Además de los colectores que debe haber esparcidos por todo el Principado, sean o no de letras, podría la Academia (como Cuerpo que supongo ya autorizado por la Superioridad), pasar una circular a cada párroco, con una instrucción muy breve, pero clara, de todas las obligaciones del colector, o por lo menos, recomendarle sólo el acopio de las voces, fijar su verdadero sonido, darles su definición correspondiente, en los términos que se les alcan- zase, sin dejar de añadir […] todos los conocimientos que le parezcan útiles sobre cada voz, su uso, correspondientes comprobaciones, historia, etc. Y en caso de contestar el cura que en su parroquia hay persona o personas capaces de desempeñar esta comisión, no perdonar encomendárselo, aun en nombre de la misma Academia. Aunque no se conoce propiamente el trabajo original de Francisco de Paula Cave- da, verosímilmente se corresponde con lo publicado un siglo después por su hijo José Caveda y Nava (1796-1882) como Recuerdos de la lengua asturiana: frases, locu- ciones, modismos y cantares de nuestro dialecto, inicialmente por entregas en prensa, póstumamente como folleto independiente (Gijón, 1886) y finalmente en Bellmunt / Canella (1895: I, 266-275) y García Arias (1982). Menos explícito es el sin duda más destacado filólogo asturiano del momento, Carlos González de Posada (1745-1831),amigo y colaborador de Jovellanos, que, sin embargo, también aplica criterios propios al inventariado del léxico asturiano. Los materiales conservados del autor, de hacia 1788 (González de Posada 1989; García Arias 1995), dentro de una percepción unitaria del asturiano, también traslucen cierto interés dialectalista, al consignar variantes para una misma palabra (por ejemplo, oc- cidentalismos, frente a los usos centrales generales). De hecho, el manuscrito titulado Carreño (concejo natal del autor) se presenta como «continuación de las etimologías de palabras que se usan en Carreño entre cultivadores y ganaderos» (González de Posada 1989: 43-48). En todo caso, el objetivo personal de Posada era la elabora- ción de un diccionario etimológico, del que llegó a tener redactadas hacia 1825 más de cuatrocientas veinticinco páginas con unas ochocientas entradas, hoy en paradero desconocido (Busto Cortina 2012: 112). Todas estas reflexiones previas vienen a sintetizarse en la Instrucción para la for- mación de un diccionario del dialecto asturiano que el propio Jovellanos redacta en 1801 (Jovellanos 2005: 265-286; Busto Cortina 2012; Río 1943; Sánchez Vicente XULIO VIEJO FERNÁNDEZ352 1985; Ruiz de la Peña 1996; Díaz Sancho 1999; Gracia Menéndez 2008, 2009, 2011; para un encuadre general en las ideas lingüísticas la época García Martín / Gaviño Rodríguez 2009), donde se aborda la cuestión de la variación léxica dándole aparen- temente una relevancia menor, en coherencia con otro tipo de observaciones propias al respecto1 y con cierto sentido normativista. Así: Como se hallarán algunas palabras pronunciadas diferentemente en varios concejos, los formantes preferirán siempre, no la pronunciación más común, sino la más análoga a su eti- mología, y en su defecto a la índole de nuestro dialecto. Sin embargo, notarán en la misma cédula las diferencias más señaladas de su pronunciación, sin formar para eso artículos separados. Habrá también muchas palabras usadas en alguno o algunos concejos, y no en los demás, las cuales cuidarán los formantes de poner en sus respectivas cédulas, notando esta circunstancia con esta expresión: concejil o concejal de tal o tal parte. Los ensayos lexicográficos asturianos del xix reflejarán más marcadamente esta disyuntiva heredada entre los proyectos de diccionario asturiano general y las tenta- tivas paralelas de vocabularios locales. El recorrido entre finales del xix y primeros del xx de este tipo de iniciativas (por lo demás complementarias y sin ningún sentido polemista) puede seguirse en Arias Cabal (1996 y 2008) y García Arias (1991, 2014). Si por lo común los diccionarios generales (de Junquera, Rato o Somoza) se pre- sentan como obras voluntaristas, muy desiguales en cuanto a rigor y calidad, las nue- vas aportaciones a la lexicografía dialectal de Asturias ofrecen cuando menos unas bases y objetivos más definidos y coherentes. De hecho, parece ser la toma de con- ciencia de una nueva exigencia científica hacia la variación local (por el surgimiento de los estudios comparatistas en la época) lo que disuade o paraliza la realización de ciertas obras de concepción unitaria. José Arias de Miranda en 1879 (García Arias 1993) daba cuenta de su viejo propósito de elaborar un Diccionario del dialecto astur, si bien, a día de su testimonio, declaraba resignarse «á recojer paulatinamente voca- blos provinciales, operación mucho mas difícil y pesada que á que primera vista se cree, porque cada distrito tiene sus terminos propios y para una regular coleccion se necesita tiempo, laboriosidad y paciencia». Así, resulta que el nuevo impulso para la elaboración de vocabularios locales se acaba hallando en los que podrían considerarse nuevos profesionales de la filología, universitarios y académicos que procuran una más puntillosa descripción de los usos lingüísticos. Es el caso de Gumersindo Laverde Ruiz (1835-1890), catedrático en Santiago de Compostela, que empieza a publicar ese mismo 1879 sus «Apuntes lexi- cográficos de una rama del dialecto asturiano» referidos a la parroquia de San Jorge (Llanes) en el oriente de Asturias (Laverde 1879-1880). 1 Como las referidas al habla de los vaqueiros, cuya lengua «es enteramente la misma que la de todo el pueblo de Asturias», con diferencias menores «que se pierden de vista en la inmensidad de una lengua y no merecen la atención del curioso observador» (Jovellanos 1981: II, 68; 2005: 139). 353LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO Con todo, la primera gran contribución a la dialectología asturiana en términos de descripción lingüística local y con arreglo a los estándares científicos en la investi- gación del momento será obra de un foráneo: el sueco Ake Wilhelmson Munthe, que publicará en 1887 su tesis doctoral, una caracterización del habla de dos parroquias de Cangas del Narcea (Munthe 1887). Inducido por el positivismo del momento, Munthe plantea con radicalidad el tema de la variación del asturiano, cuestionando su unidad, tratando de avanzar en la caracterización dialectal de su espacio geográfico y, a su manera, en su interacción con el castellano. Desde estas premisas deben evaluarse sus anotaciones lexicológicas, el vocabulario local que constituye prácticamente la mitad de su investigación: unas cuantas decenas de palabras, rigurosamente transcritas, bien definidas y acompañadas de ejemplos de uso y paralelos en escritos y otras lenguas próximas, pero recopiladas con un criterio esencialmente diferencialista, excluyéndo- se del repertorio los usos léxicos más generales. Por todo, aunque la obra de Munthe fue poco manejada en Asturias y España en su momento (su versión castellana es de 1987), anticipa algunos de los lugares comunes que van a reiterarse en la dialectología y la lexicografía asturiana hasta la actualidad. De mucho más volumen es el contemporáneo Vocabulario dialectológico del con- cejo de Colunga, del investigador y folclorista Braulio Vigón, publicado en la últi- ma década del xix (Vigón 1896, tempranamente reseñado en Munthe 1899). Se trata de un amplio y riguroso repertorio de varios cientos de palabras del citado concejo centro-oriental, firmado por un hablante nativo, que acompaña sus definiciones con ejemplos de uso y cognados de cada una de las voces en otras variedades asturianas o tomados de ejemplos antiguos y literarios. El vocabulario de Vigón ha sido durante mucho tiempo la obra lexicográfica de referencia para el asturiano, verdadera piedra de toque para estudios dialectales contrastivos (en el terreno del léxico) e incluso au- toridad para la lengua escrita. 2. Recopilaciones léxicas en la primera mitad del siglo xx La difusión de una obra de tal entidad parece haber servido como acicate para iniciati- vas similares desarrolladas desde las primeras décadas del xx, si bien desde esta fecha no cabe ignorar el impacto en la erudición asturianista de El dialecto leonés pidaliano de 1906 y su llamada expresa a ahondar en la investigación dialectal en general. Aún muy joven, Ramón Menéndez Pidal había publicado, un año después de la obra de Vigón, sus Notas acerca del bable de Lena (Menéndez Pidal 1897), que añadían a una caracterización general de esta variedad un breve vocabulario, modestamente presen- tado como meramente testimonial de las palabras representativas del concejo, pero con sustanciosa información filológica al lado de las definiciones (consideraciones etimológicas y evolutivas, paralelismos en otros romances, documentación, etc.). Con el pleno reconocimiento académico de los estudios asturianos que vienen a representar las sucesivas publicaciones de Menéndez Pidal, la actividad lexicográfica XULIO VIEJO FERNÁNDEZ354 asturiana conoce un momento de repunte que aparentemente se nutre de tres líneas inspiradoras diferentes: por un lado, la continuadora de la actividad lexicográfica an- terior vinculada a la concepción filológica más tradicional, basada en textos escritos y literarios; por otro, la directamentederivada de la propuesta investigadora implícita en la obra pidaliana, que estimula los estudios de campo en el ámbito asturiano-leonés; y, finalmente, desde los años veinte, la que va a inspirarse en el método Palabras y cosas importado directamente a nuestro ámbito lingüístico por Fritz Krüger. Estas líneas van a mostrarse, en todo caso, en fuerte interacción, lo que explica el giro esencialmente localista que van a tomar las nuevas iniciativas. Desde finales del xix, la creación literaria en asturiano experimentó un importante desarrollo con la aparición de algunas figuras que aportan una nueva exigencia inte- lectual más allá del costumbrismo o del humorismo trivial decimonónico y, correlati- vamente, una más acusada conciencia de autor. Esto se traduce en una preocupación creciente por la lengua y lleva a algunos autores a la elaboración de vocabularios o diccionarios que toman como referencia los usos orales. Lamentablemente, tales iniciativas permanecen o han permanecido inéditas hasta fechas muy recientes, de manera que su impacto público ha sido mínimo. El primer ejemplo es el poeta ovetense Juan María Acebal (1815-1895), cuyo vo- cabulario se conoce apenas parcialmente (García Fernández 1995). Más empaque pa- rece haber tenido el trabajo de Galo Antonio Fernández, conocido por los seudónimos Padre Galo y Fernán Coronas (1864-1939), clérigo, filólogo, erudito y políglota, y uno de los poetas más activos y destacados en asturiano durante los años 20 y 30 del siglo xx, que optó además por su variante occidental como lengua literaria. El Padre Galo es buen conocedor de las ideas pidalianas sobre el asturiano-leonés y bajo esa inspiración intelectual procede a la elaboración de un minucioso diccionario del asturiano (nor)occidental de su concejo natal de Valdés del que en 1928 tendría pre- paradas dieciséis mil fichas (Galán / Cubero 2015) y que podría haber alcanzado las veinticinco mil según otras fuentes (Rico Avello 1984: 14). Cada entrada incorporaba distintas acepciones ilustradas con ejemplos de uso y, en su caso, con indicación del nombre del informante; añadía igualmente su etimología y equivalentes en distintas lenguas románicas. Se trata, pues, de una obra imponente que por distintos avatares permanece inédita, si bien algunos de sus materiales habrían sido tomados por Gon- zález Cobas (1964). Mucho más modesto es el vocabulario de Mario Gómez (1872-1932), médico mi- litar y escritor en asturiano occidental que a principios de los años veinte se propuso elaborar un estudio sobre el habla de su concejo natal (Cangas del Narcea) titulado La fala de Cangas. Glosario, fonética y morfología, del que solo se conoce precisamente el vocabulario (González Azcárate 1986). Seleccionado con criterio meramente dife- rencialista, este incorpora unas cuantas decenas de palabras definidas en castellano y eventualmente acompañadas de ciertas consideraciones etimológicas. Al igual que la anterior, esta obra no tuvo impacto alguno en su momento, pues permaneció inédita hasta 1986. 355LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO Similar suerte corrió, en el otro extremo de Asturias, el trabajo de José García Peláez, conocido por el seudónimo Pin de Pría (1864-1928). Considerado uno de los autores canónicos de la lengua literaria asturiana, Pin de Pría se ocupó también de una amplia recopilación de léxico a partir tanto de datos orales de la región cen- tro-oriental como de fuentes literarias y lexicográficas previas. Natural de Llanes, en el extremo oriental de Asturias, Pin de Pría tuvo conocimiento directo del trabajo de Fernán Coronas en occidente (por lo que puede concebirse su iniciativa como comple- mentaria a la de este), así como del impulso de Menéndez Pidal (con quien mantuvo correspondencia) a los estudios filológicos asturleoneses. Su obra, inacabada, ha sido recuperada en fechas recientes (Hernán-Gómez 2015). Con todo, es una obra de ni- vel filológico menor, que mezcla indiscriminadamente voces literarias con registros orales del asturiano oriental y otros propiamente jergales u onomásticos. El criterio es esencialmente diferencialista, alterna las definiciones mayoritarias en castellano con algunas en asturiano y añade eventualmente ejemplos de uso u observaciones tangen- ciales de carácter enciclopédico o anecdótico. Fuera de Asturias, se publica en 1932 el Vocabulario del bable de occidente de Bernardo Acevedo y Marcelino Fernández. Acevedo también comparte la dimensión de erudito e investigador con la de poeta en asturiano y refleja en su título la influencia creciente de Pidal y su propuesta de tripartición dialectal del dominio leonés. Cabe considerar de todos modos que, pese al título, este vocabulario recoge más bien léxi- co del área del gallego-asturiano al oeste del río Navia, fuera por tanto del asturiano estricto. La otra gran fuente de inspiración en la época para los estudios dialectales astu- riano-leoneses fue sin duda el método Palabras y cosas de la Escuela de Hamburgo encabezada por Fritz Krüger. Esta corriente tiene un impacto inmediato sobre nuestro objeto por doble razón: por la evidente relevancia que este tipo de estudios concede al léxico como exponente de la cultura material de la comunidad estudiada y por aplicarse desde el primer momento a los estudios lingüísticos del noroeste hispánico en general y del asturiano-leonés en particular (véase el prólogo de Diego Catalán en Krüger 2001). En lo que se refiere específicamente a Asturias, Krüger firmará una serie de artículos relativos al suroccidente entre 1940 y 1952 (Krüger 1987), además de relacionarse intensamente con investigadores locales e incorporar datos asturianos a otras de sus publicaciones de corte temático. Fruto de su actividad es el fuerte arraigo de sus métodos en la dialectología as- turiana de décadas siguientes, bien en forma de estudios temáticos locales, bien a través de estudios dialectales de corte generalista, en los que se agrupa temáticamente el léxico en la parte del vocabulario o se acompañan las definiciones de fotografías o dibujos de objetos representativos de la cultura material local. Ejemplo destacado de lo primero es la serie de publicaciones de Alonso Zamora Vicente al amparo de este método (Zamora Vicente 1953a, 1953b y 1976) o las sucesivas contribuciones de quien parece haber sido el discípulo más directo de Krüger en Asturias, Manuel Menéndez García. XULIO VIEJO FERNÁNDEZ356 Menéndez García (1909-1962) es autor de una amplia monografía sobre el occi- dente asturiano, su tesis doctoral de 1957, publicada póstumamente en tres volúme- nes, incluido uno de vocabulario (Menéndez García 1963-1965). Con todo, la influen- cia de Krüger es más evidente en artículos temáticos sobre léxico dialectal (Menéndez García 1954, 1955), y sobre todo en Palabras y cosas de Bermiego, estudio sobre una variedad de la transición centro-occidental del asturiano que incorpora un amplio y detallado vocabulario (Menéndez García 2014). Elaborado entre 1950 y 1961, se trata de un estudio inacabado que, una vez más, tuvo nula influencia en su momento. Aún cabría añadir otras contribuciones puntuales al léxico dialectal temático en artículos de distinta orientación, lingüística o etnográfica, que se suceden hasta prác- ticamente la actualidad (Rodríguez Castellano 1954b, 1957; Rodríguez 1976, 1979; Graña 1984, 1985, 1989; Álvarez García 1989). Con todas las carencias que pueden achacarse a este método como procedimiento de caracterización dialectal, este tipo de trabajos han sido de hecho los que han aportado un criterio más coherente y riguroso de descripción del léxico local, toda vez que presentan el de determinados campos de manera exhaustiva y estructurada, frente a otras recopilaciones de vocabulario reali- zadas sin criterio u objetivo claro. 3. Los vocabularios en las monografías dialectales de la segunda mitad del xx En los años que siguen a la Guerra Civil, la incipiente tradición de vocabularios loca- les va a serdesplazada por estudios monográficos que aspiran a una caracterización general de la variedad correspondiente (especialmente en aspectos fonéticos) y en los que lo léxico se concibe como una aportación complementaria, aunque de un inne- gable peso específico. De hecho, este tipo de trabajos, aunque no estrictamente lexi- cográficos en su concepción, constituyen hoy una fuente esencial de conocimiento léxico del asturiano. De modo desigual, todos incorporan un amplio muestrario de tér- minos locales, tomados con criterio diferencialista y, por tanto, no fruto de una reco- gida exhaustiva y rigurosa del léxico disponible. En su caso, la entrada se acompaña de una transcripción fonética o fonológica (en obras más tardías) y una definición en castellano, a veces reducida a un equivalente más o menos aproximado al término local y solo ocasionalmente complementada con referencias a términos paralelos en otras variedades asturianas, peninsulares o románicas. En su caso, la huella de Pala- bras y cosas se advierte en breves capítulos complementarios en los que se reprodu- cen dibujos de distintos objetos, especificando sus nombres o los de sus partes. Este modelo tiene continuidad desde las primeras monografías tradicionalistas (Canellada 1944; Neira 1955) hasta las más tardías de orientación estructuralista (García Arias 1974 o Conde Saiz 1978, entre otras que obviamos por no encajar estrictamente en lo que se entiende como obra lexicográfica). En algunos casos, el eco de Krüger se hace patente al procederse a una clasificación temática del léxico, intercalando entre las definiciones los consabidos dibujos y gráficos (Rodríguez Castellano 1952). 357LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO El peso sustancial del léxico en estos trabajos monográficos da pie a que pueda acabar escindiéndose esta parte de la caracterización dialectal en publicaciones in- dependientes. Así podrían considerarse el ya citado vocabulario de El Cuarto de los Valles (Menéndez García 1965) y el casi contemporáneo Contribución al vocabulario del bable occidental (Rodríguez Castellano 1957), complemento de la caracterización dialectal del occidente asturiano publicada por el autor pocos años antes (Rodríguez Castellano 1954a) sobre materiales de encuestación de los años treinta. Se trata de un amplio vocabulario ordenado con criterio temático, con una precisa transcripción fonética de cada término, identificación del punto de recogida, consignación de va- riantes y, por supuesto, definición de cada una de las voces, escogidas, como suele ser habitual, con criterio diferencialista. De modo similar, el vocabulario integrado originalmente como capítulo final del estudio de Josefina Martínez sobre el habla rural de Oviedo (Martínez Álvarez 1967) volvió a publicarse de modo independiente años después a manera de diccionario bi- lingüe (Martínez Álvarez 1978). Más en línea con la lexicografía dialectal de carácter científico está el vocabulario somedano (Cano 1982) que completa la caracterización general de esta variedad occidental objeto de la tesis doctoral de su autora (Cano 1981). Este vocabulario recoge en más de quinientas páginas centenares de voces selecciona- das una vez más con criterios diferencialistas respecto al castellano, que, no obstante, se hacen explícitos en la introducción. Otra novedad es el acompañamiento de cada entrada por la correspondiente transcripción fonológica (no fonética como en otros vocabularios exentos anteriores), así como una pulcra distinción de cada una de las acepciones ofrecidas que, por otra parte, suelen estar bien ejemplificadas. La definición léxica se complementa a veces con observaciones enciclopédicas de tipo etnográfico o antropológico. Asimismo, ofrece distintas variantes fonéticas locales y paralelos lé- xicos en otras variedades asturianas. Más recientemente, y también como publicación escindida de una tesis doctoral (Suárez García 2010a), se ha publicado un amplio voca- bulario de Trubia, en la parte occidental del concejo de Oviedo (Suárez García 2010b). 4. Vocabularios locales independientes en las últimas décadas El desarrollo de los estudios locales en Asturias (en obras científicas o a iniciativa de aficionados locales sin formación lingüística) dio pie a la proliferación de voca- bularios dialectales sin una caracterización explícita del sistema lectal o con la mera pretensión de reducir esta a la exposición del léxico. Algunos fueron publicados direc- tamente en volumen (Pérez Sierra 1973; Rodríguez Solís 1982; Suárez Solís 1983; Martínez Fernández 1997; Álvarez Lobo 1998; Sordo Sotres 2001), mientras otros se publican originariamente en artículos seriados antes de su recopilación definitiva en un libro independiente (Armayor 1995; Blanco 1997). Recientemente, la Academia de la Llingua Asturiana ha impulsado la publicación de recopilaciones orales de léxico de distintas zonas, en todo caso sometidas a cierta XULIO VIEJO FERNÁNDEZ358 uniformidad formal, mayormente dada por ofrecer como entrada la variante gráfica normativa de la voz dialectal. Hasta la fecha (excluyendo otros vocabularios galle- go-asturianos, leoneses, de tipo temático o jergal) han visto la luz vocabularios de Quirós (García Lado 1996), Allande (Maire 1997), Ciañu y Llinares (García Fernán- dez 1997), Riosa (Álvarez Fernández-Novo 1998), Cangas del Narcea (Feito 2000), La Baña (Rodríguez Bayo 2007), Santa Marina y Vigu (Navia) (Larré 2007), Miranda (Álvarez Fernández 2011) y Ruenes (Rodríguez Corao 2011), junto al ya citado de Trubia. En línea similar cabe mencionar un reciente vocabulario de Santuyano (Mie- res) (Suárez Fernández 2014). La nómina puede aún ampliarse con un importante número de artículos, muy des- iguales, referidos al occidente en general (García Suárez 1950; Pérez de Castro 1955- 1968), Muros del Nalón (Fierro 1952), Gijón (Castañón 1964), Pravia (Avello Casie- lles 1969), Salas (Fernández 1984) o Cadavéu (Avello Fernández 1987), así como la serie publicada por Pérez Fernández (1988-1990) con materiales de Tox (Navia). Aún cabría añadir otras contribuciones que yuxtaponen el criterio estrictamente dialectal al temático, destacando aquí los trabajos sobre léxico marinero de Emilio Barriuso (1986, 2002) o los relativos a la minería del centro (Rivas 1936)2 o el occi- dente asturiano-leonés (Murias 2000), entre otros. 5. Diccionarios dialectales asturianos de carácter general La progresiva ampliación de los estudios sobre léxico dialectal ha acabado por plantear la conveniencia de elaborar diccionarios translectales que integren voces de distintas variedades asturianas bajo una estructura unitaria. Algunas de las obras mencionadas ya reflejan ese carácter translectal aunque sin plena vocación generalista, caso de Rodrí- guez Castellano (1957), que reúne voces de un amplio espectro de hablas occidentales. La primera tentativa de un diccionario dialectal general parece haber surgido en la Universidad de Oviedo entre los años cincuenta y sesenta, cuando distintas publica- ciones de Emilio Alarcos, Jesús Neira o Josefina Martínez citan tangencialmente datos tomados de un Diccionario de las hablas asturianas que nunca llegó a publicarse como tal. Nuestro reciente acceso a los archivos personales de Manuel Menéndez nos lleva a sospechar que tal Diccionario de las hablas asturianas estaba constituido fundamentalmente por los ficheros de este autor, con abundante material recogido personalmente por encuestación oral (publicado parcialmente en distintas obras suyas o, en una buena parte, inédito) complementado con el vaciado de otras publicaciones contemporáneas, probablemente en colaboración con Jesús Neira (Viejo 2014). Neira acabó publicando en 1989 su Diccionario de los bables de Asturias, clara- mente relacionado con el proyecto anterior (Neira / Piñeiro 1989). No obstante, este se 2 Sus contenidos están incorporados en Novo Mier (1979). 359LEXICOGRAFÍA DIALECTAL DEL ASTURIANO limita a consignar voces previamente registradasen obras publicadas, sin materiales orales inéditos. El Diccionario de los bables debe entenderse además como producto de un contexto de fuerte polémica en torno a la normalización del asturiano, donde la controversia académica acerca de la entidad de este como lengua independiente o como mero espectro lectal subsumido en el castellano era cuestión central. Neira participa de esta última postura y en razón de ella organiza los materiales de su diccio- nario, que divide en dos partes. La primera (castellano-bable) ofrece un listado alfa- bético de palabras castellanas de las que se establecen distintas correspondencias dia- lectales asturianas, organizadas por acepciones. En ocasiones, esta correspondencia es claramente forzada, por ejemplo por mera semejanza fonética, pero sin coincidencia en cuanto al contenido semántico. La segunda parte (bable-castellano) ofrece un lis- tado alfabético de voces dialectales asturianas sin uniformidad en cuanto a criterios de transcripción y sin especificación de su procedencia local, que solo se indica ocasio- nalmente en la primera parte. Aunque a veces se procede a una definición ad hoc de cada voz, en la mayor parte de los casos se remite sin más a una de las entradas caste- llanas listadas en la primera parte del diccionario. Si bien el Diccionario de los bables es fruto de un encomiable esfuerzo personal y contiene un volumen muy estimable de información, resulta muy deficiente desde el punto de vista de la práctica lexicográfi- ca, donde el exigible tratamiento riguroso de los datos locales cede manifiestamente a la urgencia de acreditar la dispersión y subsidiariedad de los mismos con respecto al castellano, dando lugar a una obra de difícil manejo y llena de incoherencias y lapsos. De inspiración opuesta es el Diccionario general de la lengua asturiana de García Arias (2002-2004), obra de 1440 páginas a triple columna y varias decenas de miles de palabras. Esta obra excede la definición de diccionario dialectal por integrar tanto materiales orales (algunos inéditos) como procedentes de fuentes escritas de distinta naturaleza, aunque el criterio dominante en su presentación es el de la variedad de origen de cada voz. García Arias parte del supuesto de la independencia y unidad del asturiano bajo su propia norma. Los materiales se ordenan alfabéticamente bajo entradas ajustadas a la ortografía académica asturiana, que introducen las distintas variantes fonéticas y léxicas locales, tanto del espacio romance asturiano-leonés como del gallego-asturiano, con indicación explícita de su procedencia mediante un com- plejo sistema de abreviaturas. La definición, en castellano, se complementa con un listado de locuciones y frases hechas relacionadas, a lo que se añaden ejemplos de uso cotidiano y otros tomados de la literatura, tanto de tradición oral como escrita. Las recientes versiones web de esta obra incorporan la indicación cartográfica del origen de cada voz. Esta obra es, sin lugar a dudas, la referencia inequívoca para los estudios actuales de léxico dialectal asturiano. Por otra parte, nace de la base de datos elaborada por el autor en el marco de su proyecto de investigación conducente a la elaboración del Diccionariu Etimolóxicu de la Llingua Asturiana (aún inacabado) y además ha ser- vido como punto de partida del diccionario normativo de la Academia de la Llingua Asturiana (2000). XULIO VIEJO FERNÁNDEZ360 Referencias bibliográficas Academia de la Llingua Asturiana (2000): Diccionariu de la Llingua Asturiana. Uviéu: Academia de la Llingua Asturiana <http://www.academiadelallingua.com/ diccionariu/> [01/03/2018]. 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