Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
I ^ I ^^II'^ MADRID AGOSTO 1960 N.° 16-60 H La roña o moteado de perales y manzanos Fernando López de Sagredo Ingeniero Agrónomo del I. N. I. A. (Estación de Fitopatología Agrícola. Modrid) MINISTERIO DE AGRICULTURA DtRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO r CAPACITACION AGRARIA • SECCION DE CAPACITACION LA RONA 0 MOTEADO DE PERAIES Y MANZANOS La «rotia» o«moteado» es ttna enferlnedad de las más arraigaclas en nuestras comarcas fi-uteras. Ataca especial- mente al ^^eral }^ al manzano y produr.e g-raves daños en las comarcas cálidas y húmedas. Se encttentra extendida, en mayor o menor grado, por todo el área de cultivo de los frutales cle pepita, ejerciendo una marcada acción debilita- clora sobre las plantas y, a ve^e,^, la rasi total de^^reciación ^le los frutos, lo cual nos invita a reannendar que sea com- l^aticl^t sistemáticamente. Causa de la enfermedad. l,a roña o moteado de perales ^- manzanos es produci- da 1>or clos especies de hong-os microscój^icos mtt}- afines (1), de vi^la harasitaria, desarrollándose sobrc los dos frutales citaclos. L;sta forma parasitaria es la que verclacleramente cau- sa los daños, caracterizándose ^^^r clesarrollar su micelio bajo la cutícula de las hojas o capa sttperñcial de las par- tes clañaclas. Por roiura de dicha cutícula quedan al des- cubierto agrupaciones de gérmenes (conidio.c), de color cas- taño oscuro }- que, una vez maduros, son los factores de la propag-ación ^le la enfermeclacl _^-, en su conjunto, forman las «manchas» o «motas». I.os c^onidios se deshrenden y- (lo mismo que los ascos- ^oro.c procedentes de la fase saprofita) pueden ser arras- trados por el agua o el viento a largas distancias, propa- gando la enfermedad. (1) I?stos honños pertenecen al mismo género Fusicladium, que corresponde a la forma conidial del pirenomiceto i^entur^ia, de reproducción sexuada y vida saprofítica, o sea que se desarrolla sobre partes muertas dc la planta, como hojas y frntos caídos, etc. El parásito del peral se denomina botánicamente Venturia ^i- rina, y su forma conidial, Fusic/adium pirinicm; el del manzano es la T^esatur;a inaequalis, etiya forma conídica es el Fusicladiur^n dendriticum., eomo antes deci- mos, miry scmejantcs, excepto en la planta parasitada. - S - Síntomas y daños. I?1 «moteaclo» invade toclas las partes aéreas del árbol: hojas, frutos, flores, e incluso brotes y ramas, doncle se per- petúa la enfermedad cle unos años a otros. I_os .rírytitovia^s de la i^i f eeciótii se r^tiani f iestan, ezz pri^^aer lu^ar, sobre las lao jas como manchas pálidas que, posterior- mente, toman un rr^lor ne;;ruzco ierrug^inoso, con aspecto l Fig. 1.-Hoja cle manzano intensamente atacada por el Fusicladiuns, mostrando las típicas manchas o«motas» de color negruzco aterciopelado, repartidas por todo el haz. aterciopelaclo. l;stas manchitas, o motas, t-edondeadas, pun- tifrn-mes o alarg^adas, están distrib>.údas irregularmente, en espec^ial por la cara inferior o envés cle la hoja. Los ataques tempranos y graves en las hojas son causa de su caída pre- coz; sin embargo, en tnuchos casos, no es tan intensa ni manifiesta la clefoliación y puede pasar inadverticla esta hrimera infección, que se propaga luego a los frutos en crecimiento. Las manchas, bastante frecuentes, de la «sarna» en las - 4 - hojas del peral (1) po^lrían, a l^rimei-a vista, coiifundii-se con las tí^^icas del «moteado» ^^ «i-oña», pero tin e^amei^ n^ás ateiitu evita toda duda. 1^n el cas^^ cle la «sarna» s^»> de col^^r pai-dusco (a veces, casi negro, cuando ^>asa alg^út^ tiemlx^) ; salen igualmente pur ambas caras cle la h^>ja, lu que las distingue bien ^le las ^lel moteado, poco manifiesta^ por el haz y como aterciopela^las por el envés, ^eg-ún he- mos ^lich^. Adc^nás, las inanchas ^le la sal-na, conlo vercla- deras ag^allas, l^resentan por el envés cle la hoja los dimi- ntrt^^s orificios que sirven de eiitrada a lc^s ácaros, fácil- mente distiriguibles con una lente. SohrE^ los fru.tos, las lesic^nes se mailifiestan, al j^rinri- ^^io, <ie iorma más evidente ^- definida que en las hojas. A^^arecen como «motas» o manchas puntiformes de c<^lr,r oliv^íce^^, o neg^rttzco, a veces l^arcl^^ rojiz^^, que crecen len- Fig. 2. Yera inEectada precozmeute por la «roña», en la cual las lesiones, ^^a ^randrs y con hendidi^ras, abarcan la casi totalidad del fruto. tamente, manteniendo u^ia 1 urma redonda }- que niás tar- de ^^re^enta el mismo asl^ect^^ aterci^pelaclo que las de las hc^jati. I^_n las ^eras }- iua^izanas jóvenes, eu crecinlientc^, las lesiones alcanzan, f_recuentemente, di^nensiones c^^nsidera- bles-^ie bastantes milímetr^s ^- attn de alg-ttnos centímetr^^s (1) Pro^lucidas por el ataque del ácaro lirioplz^^^s piri. - 5 - cuacírados-, qtteclai^idc^ estro^^eail^^ 1>ot- esta causa gran pai-- te del frttt^. L^ zc^na central de la lesi6n, a la vez que ésta se agran- da por desarrollo ^lel hon^^o harásit^, va aclarándose, pues desaparece el revestimiento velloso, dejando al descubierto un tejido corchoso, cluro, que al final comprende la totali- dad de la «mota». En las lesi^^nes ^^rovocadas por r^^iia se presentan tre- cuenteinente hen^li<Iw-as, de fortna ^^ distribución totahnen- Pig. 3.-117anchas o«motas» con grictas sobrc pcra, las cuales l^an provocado cl crcrinilcnto in-c^ular <1c1 fruto. te irreg-ular a causa de la mtierte y desecamiento de los te- jidos interesados I^or la infección y por la presión que sobre ellos ejercen las partes sanas clel fruto en crecitniento. Al- i( 25 e;anzan estas grietas distinta hrofundidad bajo las capas necrotizadas, llegando incluso hasta la hull^a sana. Final- inente, es muy común v característico que lc,s f nttos pier- dan su forma normal, pues, como consecuencia de la atrofia, las partes lesionadas se deprimen y el desarrollo inayor de las partes sanas acentúa las oquedades y' deformaciones. Un fuerte ataque 1»,iede originar la caída de los frutitos casi inmediatamente después de la aparición de las motas. Los daños derivados de infecciones sobre frutos mu^^ avanzados en su desarrollo-casi maduros-son g^enera]- Fig. 4.-I)atios soUre mauzana casi madura. Las mand^as son generalmente pe queñas, esparcidas y sin hendiduras o grictas. tnente 1>eqtteños ; dif ícilmente alcanzan las dimensiones y el aspecto de las lesiones sobre trtrtos jóvenes, caracterizadas por esa zona central oscura suberosa y con grietas. La infección de la «roña» Iniede pa-oducirse, incluso, en i.A «]lC):^A» o u1VIOTEADO» D^: E'1:}l:^LI:S Y b1ANZANOS 1. Itama de peral, eon hojas y fruto ataa^dos por el F`iss^iclncl^iztir^z p^ir^i^euarz.- 2. Perita con «motas» y deformaciones.-3. Ramita de per^.^l con síntomas de la c+nfermedad.-^I. IIoja de manza.no con las manchas típicas de Fz^^sicladiuyra den- d^riticu^rrt.-5. Manzana c.on «roña».-(lle I^xox.) -^- f rutus _^•a recolectados y almacenados. Las nianchas, en- tonces, se presentan coulo «pttntuaciones iiegras» ahenas ^^errel^tibles a simple vista, o como «u^otas» sttl^erficiales ^^ardo-oscuras, de cc^,ntorno más o inenos definido, de cre- cin^iento lento y, a veces, del^rimidas. ^ólo en condiciones del anibiente particularmente favo- rables se infectan las flo^res, manifestándose los daños en el l^edúncttlo, cáliz o l^étalos, bajo forma de manchitas se- mejantes a las que se observan, en un princihio, sobre las hojas. Los brotes jóvetie.c atacados j^^rese^^rtaii, en su extremo, manchas neg-rttzcas que desl^ttés se extienden y acaban por seearlos, quedando como quemados. Las lesiones en las ra- u^itas o en las ranlas son parecidas en su conzienzo a la^ cle las hojas, l^ero en seguida toman el ashecto de pústulas que, surgiendo de la cutícula, están recubiertas por un 1>0l- vill^^ negruzco, fonnado l^or los gérnienes l^rol^agadores de] l^arásito. Según pasa el tietnpo, los tejidos sanos circttn^lantes aís lan tales l^ústulas y terminan eliminándolas a modo de es- camas, lo que deja dicha corteza con la suherficie irreg-ular y a^-rietada. La veg^etación de la rama atara^laes l^obre ^ acaba por secarse. I?ste tipo de infección inás bien aparece en comarcas cle clima fi-esco húniedo v en árboles mal atendidos. I.a circunstancia de que los brotes v ramas de los man- zanos sean menos atacadas que las de los l^erales, hace que la enferineda^l en a^jtiéllos no sea tan í^ersisteute _v oca- sione, por tanto, menores 1>erjttir-ios. L^^s ^laños en hojas. flores ^^ frutos son anál^^l;-os en uno y otro tirutal. Epoca y forma de producirse la infección. l.a r^^r7servación del hongo de un año para otro, en sus i^>rmas parasitaria ^^ saprofítica, puede ocurrir sobre las h^^jas, brotes ^• frutos, etc., que caen al suelo, o duedan so- l^re el árbol dttrante el invierno, y por otra harte, en las ,^ ^' -+ - 8 - pítstulas cle las rarnas o en las escamas de las yemas, i.^ajo forma cle micelio illvernante que, al llegar el tiemp^^ acle- cuado, dará lugal- a los gérmenes pl-oductol-es ^le la nueva intección. La primera torma de supervivencia supera a la segunda en importancia }^ f recuencia, tanto en Ial,^aña c^ ^ulo en otr^^s I^aíses. Fn primavera sa?en los asr.osporos, como primorcliales elementos de infección, y en presencia de una5 gotas cle ag^ua y a temperaturas vat-iables de 6 a 20 ^i-a^l^^^, germi- nan más o menos 1-ápiclamente, c<mtaminancl^^ ^Ie nue^-^^ a los brotes, hc>jas y frutos. A continuación rel^roducimos la tabla de M ILLS, eiI la cual se fija el número cle horas que han de pei-nl^Inerer m^^- jados los ascosporos sobre las partes susceptihles ^le l^^s iru- tales, c^^n relación a las distintas temperaturas, para ^^ue se produzca stt geru^inación y la c^^nsiguiente ini^ecci^ín ^lel ^írboí (^nz^rnac^^^rto c^•ítico). CONI)ICIONGS 1)E HUMEDAI) Y "1'EMPERATURA E^V QUE SI? PIZODUCF. LA INI^ECCIO^I (Se^íin las experieiicias de It^Iills.) Temperaluras medias ¢n grados cenlígrados.... 6 7 Duración de la hume-' dad sobre el fullaje (horas)........... 24,0 20,n 8 17,0 9 10 15,0 i 14,0 // 12 13 14 ^^ Ib 16a20 i I I I 12,0 '^ 1],5 , 1 1,0 ^^ I 0,0 9,0 Por tanto, todo el tiempo que ehce^la de hulneclad o tem- í^eratura sobre el r^zolrtieltto crí,ti.co de iyafeccióra es de ^raá:ri- nao peligro para la salud del árbol o del fruto y- solamea^Lte huede evita,s^se coya trata^nientos j^revei^ti^vo.r, a base de pro- ductos anticriptog-ámicos, como los que a continuación cita- remos, afilicado.r ^e^r-tro de u^a f^lc^tio i^nfeYior a lc^s veiNrt^i- cuatro horas desde que dicho momento crítico se ha ^^ro^- ducido, o antes de prociucirse. Una vez pasadas estas veinticuatro horas, la infección ya no se puede evitar, pues el micelio ha penetrado bajo la cutícula y entonces no es posible destruirlo. - ^ - "l^enicndo en cuenta que l^^s tratamientos hreventivos ej^^rren clurante alg^un^^s días una a.cción clelensiva contra la^ inierr.iones siguientes, se I^tiecle 1»-escindir de algtii^o de ellu^ ^iemhre quc el j^eríodo crític^> esté próximo al tratia- n^icnt^^ ^^recedente. I)e las e^heriencias cie M ills }^ otros investig-aclores se han sacado l^s gráficos corres^^on^lientes, que nos señalan el ^;-rad^^ ^íe iin^>ortancia en las infecciones, queclan^lo resu- mi^l^^ a tres : li^;^era, i»^xlerada ^^ ^;^rave. :0 10° 15° 20° 25° Temnerafuras I^í^;. ^. C^urvas que uwestran el período crítico y la mayor o menor importancia clc la inÍccci^'m sobrc pcralcs o mauzanos, con rclacióu a las distintas tcmpc- ratura. ^^ cl ní^mcro dc hojas quc pcrsistc la humcdad sol^rc cl (ollajc. "1'oclu ar-boricultor qtte desee coriocei- el na^^^rie^at^^ u^o^^- 1^^a^ao dc^ dar^ estos tratalftiientos tiene que deteriuinar l^^s dos ractc^re5 de los qtie clepende la infección: ln, tE^^ra^ern^tra^ra^ ^- la c/r+ra,c-ióri cle Ic^ ^tr^t^aed,ad sobre el follaje. 1:1 ^>rimero de e^tos factores es relativan^etite ^Í ácil de niedir : un termómetro de máxima y mínima, col^^cado a 1,50 inetros de altura sobre el suelo en el interior de la l^lantación es suficiente. Si la parcela no es hrnn^^^;^énea será J/ 2 ^r - lo - necesario entonces colocar otros termómetros en aquellas partes que se supong^a difieran en su temperatura. La duración de la humedad sobre el follaje no puede rnedirse con aparatos. La observación personal es, por el momento, capaz por sí sola de evaluarla. Así se fijará el principio y la duración de las lluvias, controlándose (hora más, hora menos) el estado de humedad del follaje de los árboles. Con estos datos, se comprobará en los gráficos, o en la tabla de Mills, la conveniencia o no de tratar los fru- tales. E1 período de i^>ciabación, o sea el que abarca desde el momento de la infección hasta que se manifiesta la enfer- medad en las hojas o frutos, comprende de ocho a catorce ^1'It:\7^.-\ N IF;\TO 1'ItF:\^F:\TI\'O E- F'ERIUDO DE IRCC'^GiA('IOK =^ 7_ Uenarrollo drl mic'elio `, ~ ba}o la rntíeula. ^ ^ ? C ;r ^ ^ ^ ^^ í^ % ^' ^ ^ llicello. 1'N^RIOUO ( 'RI'CI('O. ti1tiT(i\SAS DF, i.:\ •?!^' 1^ F.R}IE:I)"^. Fig. 6.-La figura representa un corte esquemático de una hoja, en el cual se puede seguir el proceso de la ínfección y los momentos más adecuados para ha- cer los tratamientos preventivos, antes de que el micelio penetre bajo la clrtícu- la, y los complementarios a fin de evitar infecciones secundarias por los gérmenes nacidos en las típicas manchas o«motas». (Ue STnI•.ara.tN y Bo^_nY.) días, cuando la temperatura oscila entre 20 y 25°; de dieci- siete a dieciocho días, si es de 8 a 10°. La penetración del parásito se efectúa por vía cuticu- lar y no por las aberturas de los estomas, como ocurre con otros honguillos parásitos. Después, el micelio se desarro- lla y da lugar a la enfermedad, con los síntomas y daños indicacíos. '1'RA'CA N 1 N]!4 TO CO^IPI.F..N F,N'P:\RIO >tA1'('H:\ O \f0'1':1. i^`i^li^r^r;;n^^ .: .OG ^^^,, ;^,_; - 11 - Cómo prevenir la enfermedad. Aunque la lucha contra la «roña» o«inoteado» está ba- sacía, funclamentaltnente, en la aplicación de preparados anticriptogámicos, como nledidas conzplementarias a los tra- tainientos químicos es aconsejable: - Recc^ger y destruir por el fuego, en otoño, las ho- j as ti- f rtttos caídos. - Cortar y quemar, asitnisnzo, al hacer la poda, todas las ratnitas secas y agrietadas. F_sta o^eracióia es esencial ^YacticaYla, sobre todo en las zonas mu_v infestadas y, espe- cialmente, en los perales. El ^^zovnento ^^yaá-s o^ortuno para hacer los tratan^ientos químicos preventivos, y el nútnero de éstos, es cosa difícil de aconsejar, pues varía seg^Ctn las circunstancias de c;ada caso ; no obstante, como norma general, se recomienda la utilidad de aplicar los productos en el período prefloral. I?s en este período precedente a la floración, cuando se forman lo.r ^ri^zaeyos fócos infecciosos de los que salen los gérmenes que, en condiciones climáticas favorables, difun- dirán rápiclamente la enfermedad. F,l nú^^nero y f recuencia de estos tratainient,os depeti- derán de dichas condiciones atmosféricas y del gracío de perfección que se quiera alcanzar en la lucha contra la «roña». Nortnalmente, el primero deberá coincidir con la bro- tación de las yemas y se hará seguir de un segundo trata- miento antes cíe abrirse las flores, o luego de caer los pé- talos. Después de la floración, y en las comarcas donde la tem- peratura y humedad son propicias para cotrtinuas infeccio- nes, los tratamientos preventivos se harán con intervalos de doce a quince días, según la persistencia de los produc- tos empleados, hasta veinte o treinta días antes de la re- colección de la f ruta. En las comarcas cálidas y secas no es necesario tratar las plantaciones un número de veces tan grande, pues, a más de que resulta antieconómico, no existe un peligro de f ^ `) - 12 - infección tan acusado. Será suficiente dar tratamientos pre- ventivos inmediatamente después de producirse los estados crít^icos. Si la enfermedad está ya desarrollada (han transcurri- do al menos veinticuatro horas desde el momento crítico ), cualquier tratamiento sería de resultados incompletos o to- talmente ineficaz. Los ^roductos ayiticriptogámicostnás empleados son los compuestos cúpricos, como sulfato de cobre, a dosis del 1 por 100 (caldo bordelés) o los cald,ns cú^ricos a,dherentes del comercio, oxicloruro de cobre del 50 por 100 cle riqueza, al 0,5 por 100, etc. Teniendo presente que algunas varieda- des e^tranjeras son sensibles al cobre, será entonces nece- sario aplicar compuestos orgánicos de síntesis. I^e los compuestos orgánicos de síntesis se han utiliza- do con gran éxito el Ca^tazio del 50 por 100 de principio ac- tivo al 0,3-0,4 por 100 y, con menos e Cectividacl, el Zira^rn al 0,2 - 0,3 por 100 y el Zineb del 65 por 100 de principio acti- vo al 0,2 - 0,3 por 100. Este último producto, a veces, pro- duce quemacluras en ciertas variedades cle perales, como la Blanca de Aranjuez o«pera de ag-ua» y alguna otra. Fs conveniente por esto tener precaución. También se utilizan con gran éxito productos dobles a base de cobre y zineb, existiendo en el comercio uno que tiene el 37,5 por 100 de cobre metal y el 15 por 100 de zineb l^uro. Se emplea a dosis del 0,4 por 100. ^Los azufres mojables, prácticamente, sólo pueden uti- lizarse en tratamientos preventivos propiamente dichos, o sea antes de producirse el momento crítico. DEP08IT0 LEGAL, M. 3.109 - 1958. GYA^ICAS UGUINA - MMY]D
Compartir