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La Educación Dominicana desde el año 1961 hasta el 1978 La crisis de la hegemonía pos trujillista La muerte de Trujillo marcó el inicio de un período moderno de la política dominicana; un proceso signado por avances y retrocesos, pero que colaboró en la construcción de la democracia. Tras la desaparición del dictador, el país experimentó una prolongada crisis política que culminó en una guerra civil y la posterior instauración del gobierno de Balaguer, llamado el Gobierno de los Doce Años, entre 1966 y 1978. De 1961 a 1965, la República Dominicana atravesó una larga crisis en la hegemonía social y política. El primer aspecto relevante de esa crisis fue la lucha entre los diversos grupos interesados en manejar el Estado, que se había convertido en el empresario más importante del país con la incorporación de los bienes de la familia Trujillo. En esa lucha se distinguían, al menos, dos sectores contrapuestos: el estamento burocrático- militar heredero de la dictadura trujillista y la oligarquía tradicional antitrujillista. El segundo aspecto relevante fue el surgimiento de las masas populares urbanas como actores políticos activos. El tercero fue el papel de los Estados Unidos en la búsqueda de un nuevo ordenamiento para la situación dominicana. Con la muerte de Trujillo, el presidente en ejercicio pasó a ser Joaquín Balaguer, un viejo personaje del régimen. Como primer mandatario, Balaguer enfrentó desde el principio una serie de presiones. Por un lado, los ataques provenientes de los grupos dominantes tradicionales, la oligarquía contraria a los líderes del trujillismo, encabezados inicialmente por el hijo del dictador, Ramfís Trujillo, cuya influencia sobre el Ejército era indiscutible. Por el otro, el títere del régimen Balaguer enfrentó las presiones de los nuevos actores que entraron en escena con la caída de la dictadura: los grupos políticos exiliados, que a partir de ese momento comenzaron a mostrarse presentes, y las masas populares urbanas, que iban adquiriendo una mayor importancia en la lucha que trabaron con los grupos dominantes. El escenario político que en esas condiciones se fue armando se caracterizó por la presencia de una fuerza política conservadora de origen oligárquico, la Unión Cívica Nacional (UCN), un partido de origen popular democrático, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) liderado por Juan Bosch, un partido de izquierda nacionalista, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, y el sector trujillista, que no tenía partido propio y actuó bajo la sombra protectora del Ejército. Como resultado de las presiones populares, pero especialmente de las del poder oligárquico y de los Estados Unidos, a principios de 1962 la familia Trujillo se retiró de la escena política, y viajó al exterior. Inmediatamente se creó el Primer Consejo de Estado, presidido por Balaguer e integrado por prominentes figuras de la oposición antitrujillista, por representantes de la Iglesia Católica y por Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barreras, quienes habían participado en el atentado a Trujillo y consiguieron escapar de la represión ordenada por Ramfís Trujillo, siendo considerados desde entonces héroes nacionales. Meses más tarde, hubo una fracasada tentativa de golpe militar comandada por el coronel Rodríguez Echeverría. El proceso culminó con la huida hacia el exilio de Joaquín Balaguer. Entonces se creó el Segundo Consejo de Estado, del que el PRD no participaba. Estaba presidido por Rafael F. Bonelly, y tenía un claro predominio de la UCN. Ese Consejo de Estado fue el que organizó las elecciones de 1962 y, bajo su dirección, consiguió que la Organización de los Estados Americanos (OEA) levantase las sanciones impuestas al país. En ese período también se firmaron los acuerdos bilaterales de ayuda con los Estados Unidos. Fundamentalmente, la acción política del Segundo Consejo de Estado se concentró en fortalecer el dominio de la emergente oligarquía antitrujillista. Consecuencias de la Dictadura de Balaguer para la educación de las mayorías Duran te los 12 años dictatoriales del gobierno, los salarios fueron congelados. A pesar de que el sector privado paulatinamente aumentó, el magisterio de escuelas públicas sufrió la pérdida de sus mejores profesores, y lo mismo podría afirmarse de la enseñanza universitaria. Los mejores profesionales abandonaron por falta de oportunidades para investigar y por los reducidos pagos a destajo, es decir, por hora de clase impartida, sin ningún tipo de seguridad laboral, seguro de salud o pensión.
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