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Dadaísmo

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Dadaísmo
Se entiende por dadaísmo, movimiento dadá o simplemente dadá a un movimiento artístico-cultural surgido en la Suiza de inicios del siglo XX con la intención expresa de rebelarse en contra de las convenciones literarias y artísticas que consideraba burguesas, y a la filosofía positivista que las acompañaba y su idea de razón. Este movimiento luego se extendió a los campos de la escultura, la pintura e incluso la música, pasando a llamarse sus manifestaciones como arte dadá.
El término dadaísmo proviene del vocablo “dadá”, inventado por sus fundadores, en el cual resumían la filosofía del movimiento: la apuesta por el absurdo, por el sinsentido y por la oposición a todo lo que remitiera a una perspectiva racionalista de la vida. En ese sentido, se consideró al movimiento dadá como un “antiarte” o un movimiento anti-estético, para el que eran muy frecuentes los gestos y los actos, tanto como las obras mismas. Es decir, se trataba de un movimiento con espíritu de negación, de llevarle la contraria y provocar al orden establecido.
Contexto histórico del dadaísmo
El dadaísmo surgió en Europa, pero tuvo muchos adeptos en Estados Unidos y otras partes del globo. Se asume su origen en Suiza en 1916, en el Cabaret Voltaire en Zúrich, y como su fundador a Hugo Ball, aunque el escritor más icónico del movimiento fuera el rumano Tristán Tzara, quien se incorporó posteriormente al mismo. Quizá por ello se presentó inicialmente como más que un movimiento estético: como una forma de vivir, y un cuestionamiento constante a la existencia del arte y de la poesía, de modo que en el fondo incluso se cuestiona a sí mismo.
Características del dadaísmo
El dadaísmo se opone a la idea de una belleza eterna, a las leyes de la lógica y a la inmovilidad del pensamiento, y sembró las semillas del cuestionamiento constante del arte moderno respecto a qué cosa es o no es el arte, la poesía o la belleza.
El dadaísmo era provocador, escandaloso, y defendía el caos y la imperfección contra sus valores contrarios. Sus primeros escritos constaban de cadenas de letras y palabras a los que resultaba complejo hallar una lógica evidente, o en los que predominaban lo fantasioso, lo dudoso, la muerte, y la mezcla, que luego cobraría forma bajo la técnica del collage o del uso de materiales inusuales en las artes plásticas.
Este espíritu se resumía en su nombre y en la palabra “dadá”, cuyo significado no es nada claro pero que, en principio, se le habría ocurrido a Tristán Tzara en 1916, quien se habría entusiasmado por su semejanza con el balbuceo de los niños que recién empiezan a hablar, o incluso se sugiere que habría abierto un diccionario en una página al azar y elegido el término más extraño, que resultó ser “dadá”, término usado en francés para cierto tipo de caballo de batalla. En todo caso, esto era irrelevante para los dadaístas, como se comprenderá, dado su aprecio por el sinsentido y la provocación.
Autores y representantes del dadaísmo
El movimiento fue fundado por el alemán Hugo Ball (1886-1927), pero su representante más icónico fue el rumano Tristán Tzara (1896-1963). Otros exponentes de renombre y provenientes de diversas disciplinas artísticas fueron los franceses Jean Arp (1887-1966) y Marcel Duchamp (1887-1968), y colaboraron con sus publicaciones Guillaume Apollinaire (francés, 1880-1918), Fillippo Tommaso Marinetti (italiano, 1876-1944), Pablo Picasso (español, 1881-1973), Amedeo Modigliani (italiano, 1884-1920) y Vasili Kandinski (ruso, 1866-1944). El movimiento contó además con las simpatías de los poetas André Bretón (francés, 1896-1966) y Giaccomo Ungaretti (italiano, 1888-1970).

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