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XXV la redacción de la Retórica que publicamos, lo que luego consideraremos con Solmsen primer estrato de esta obra (1). En aquel momento (2) Aristóteles compartía el despre cio de Platón por la retórica, y es evidente que otra de sus obras sobre esta rama de la educación, la συναγωγή τεχνών, que acredita por el contrario su interés por la materia, co rresponde a un tiempo posterior. En el catálogo de escritos aristotélicos de Diógenes Laercio aparece en tres formas distintas esta obra (3), lo cual permite pensar se trate de otras tantas redacciones o ediciones. El éxito de ella fué enorme, y Cicerón (De inuent. II 2, 6) dice que el acierto de Aristóteles al recoger y explicar los textos de los ante riores llevó a eliminar las obras originales. La composición de esta obra es comparable a las otras colecciones de materiales realizadas por Aristóteles: νόμοι, constituciones, etc. Las artes estaban extractadas y orde nadas para más fácil utilización por el estudiante de ora toria. Fué en este estudio, cuya fecha no nos consta por ningún dato, donde Aristóteles adquirió el convencimiento de que la retórica al fin y al cabo merecía ser incorporada a su sistema de conocimientos. Sin pretender situar otras referencias en la evolución cronológica del pensamiento aristotélico, y sólo por el de seo de dar completa la exposición, citaremos aquí otras obras de retórica: el περϊ μεγέθους α', que trataba del τόπος de la amplificación (4); las ενθυμημάτων διαιρέσεις, que Mo raux, p. 102, supone se refieren a la clasificación de los entimemas retóricos y didácticos (cf. Ret. I 2, 1358 a 2-32); del περι συμβουλές a nos queda un fragmento (135 R^). La (1) Solmsen, p. 218. (2) Solmsen, p. 206 s, (3) Moraux, pp. 96 s., 104. (4) Cf. especialmente en la Bet. su aplicación a los tres géneros: I 7: I 9, 1367 a 16-32; I 14, 1375 a 8-20. XXVI τέχνη εγκωμιαστική que cita el catálogo anónimo es sin duda apócrifa (1). La Retórica que leemos es indudablemente el resultado de una evolución larga, que comienza todavía en vida de Platón, cuando Aristóteles, en la Academia, invitado por la polémica contra los isocrateos, se dedica al estudio de la tradición escolar retórica. Como suele ocurrir con las obras de Aristóteles, en general, la Retórica no es de composición regular, no ha sido elaborada sistemáticamente y carece en absoluto de unidad. Digresiones, repeticiones, nos permi ten ver el pensamiento vivo y en desarrollo. Para los anti guos, lo que no tenía forma artística y no estaba «termina do» como un diálogo platónico, no llegaba a tener tampoco una forma impuesta desde fuera, artificial y que enmasca rase la jdda del pensamiento. Nos hallamos hoy en el polo opuesto de la opinión que hace un siglo sostenía Bran dis (2)· ál creer a la Retórica «Werk aus einem Gusse». Fr. Solmsen fué, tras el ensayo de Kanterlhardt (3), el pri mero en establecer, siguiendo los métodos que Jaeger apli có a la Metafísica y a otras obras, las etapas de esta evolu ción. Según Kantelhardt y Solmsen, en el ,cap. 1 del libro I tenemos una parte que se caracteriza como independiente: comprende unas cinco páginas de nuestra edición (de 1354 a l i a 1355 δ 23) y en ella Aristóteles se define resueltamente contra los teóricos anteriores que atienden en primer lugar a los elementos emocionales. Aristóteles aparece aquí pre ocupado únicamente de lo que es περί τοϋ πράγματος, prescin diendo de lo que es πΡ6ς τόν δικαστήν. Se descubre en este proemio «el mismo implacable radicalismo ético y el mis mo impulso rectilíneo hacia la verdad y lo βέλτιστον τοΰ κοινού que conocemos por el Gorgias y que, según sabemos ya, en (1) Moraux Les listes, p. 259. (2) Philologus IV, p. 1. (3) De Aristotelis rhetoricis Diss. Gottingen 1911.
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