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Aristoteles Retorica-páginas-12

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XXVII
el Grilo había conducido al repudio de la retórica que se 
orientaba hacia los πάθη» (1).
Junto a este rigor, Aristóteles limita el campo de juicio 
de los que hablan en derecho a la cuestión de hecho (1354 a 
27). El momento formalista está bien caracterizado: la ma­
teria del discurso y el fin de la demostración no tienen im­
portancia dentro de este concepto del arte. Un discurso so­
bre materia de una ciencia determinada es ya didáctico, 
cosa de διδασκαλία (1355 a 24), pero la retórica es sobre aque­
llo que no corresponde a arte determinado, y su materia es 
«común», y hace ω των κοινών sus argumentos y pruebas.
Solmsen (p. 210) ha interpretado este pasaje dentro del 
tecnicismo aristotélico, y entiende que la retórica no trata
d e l a s προτάσεις περί έκαστον γένος καί είδος, q U 6 C o r r e s p o n d e n a l a
ciencia, sino de los «lugares», los τόποι, que son κοινοί όμοίως 
πάντων. Es en este sentido en el que la retórica es «correla­
tiva», αντίστροφος, de la dialéctica, como dicen las primeras 
palabras de nuestro texto. Y en tal forma primitiva la re­
tórica se ocupaba, no como en la forma en que la leemos 
de los τόποι por un lado y de las προτάσεις por otro, sino exclu­
sivamente de los primeros, tal como los tenemos en los 
cap. 23 y 24 del libro II.
Aristóteles midió bien el grado de originalidad de su 
aportación a la retórica (2), y precisamente a consecuen­
cia de su progreso en la dialéctica. Dando como paralelas 
retórica y dialéctica, en un pasaje muy importante (3), se­
ñaló cómo lo más difícil en este campo, el principio, le co­
rrespondía a él, al haber convertido en verdadera arte, 
τέχνη en sentido preciso, lo que era antes pura empiria, ya
■ (1) Solznsen Die Entwicklung, p, 208.
(2) Sobre el tema de la originalidad de Aristóteles en la Ret. v. Fr. Solmsen 
A JPh LXII, p. 38.
(3) Ref. sof. 34, 183. ó, p. 31 ss.
XXVIII
que los anteriores, de Tisias a Gorgias y Teodoro, habían
enseñado οΰ τέχνην άλλά τά άπό της τέχνης (1).
La obra suya, la creación de una disciplina dialéctica, 
se iba traduciendo en la retórica por la organización de los 
τόποι o lugares en un sistema en el que actúan precisamen­
te como εϊδη, de un modo que en definitiva proviene del 
pensamiento platónico que exige que, para que una τέχνη 
sea tal, necesita manejar ¿íSr, (cf. Cratito 389 a/b) (2).
Sin embargo, Aristóteles amplió todavía el campo de la 
retórica al introducir en ella las προτάσεις. El capítulo que 
trata de las especies y fines del discurso (13), con el fin de 
diferenciar estas προτάσεις, «delata en su forma dicotómica 
su origen académico» (Solmsen, p / 211).
La gran masa de la Retórica, después de la sección ini­
cial estudiada, se divide, según Solmsen (p. 212 s.), en dos 
estratos. En el más antiguo lo característico es que la retó­
rica se opone plenamente a todo έπιστημονικός λόγος y ope­
ra prescindiendo de las íSim προτάσεις, de las premisas es­
pecíficas de un saber determinado. De la misma manera, 
falta también en esta retórica la doctrina de los afectos, así 
como toda referencia al carácter. La retórica aristotélica es,. 
pues, rigurosamente paralela, en esa concepción, de la dia­
léctica. Sus progresos en la dialéctica son lo que sobre todo 
hizo ver al filósofo la limitación en que la Academia man­
tenía, por reacción, la retórica. Por ello mismo, implícita­
mente, al progresar la dialéctica, le quedaba reconocida a 
la retórica la categoría de arte, de τέχνη (3).
Las líneas iniciales de la Retórica (1354 a 1-11) corres­
ponde a ese estadio en que, en cuanto tratan de la forma y 
no del contenido, retórica y dialéctica coinciden, y uno y 
otro arte se corresponden, como άντίστροφος el· uno del otro.
(1) Ibid. 184 a 4.
(2) Solmsen, pp. 169, 171.
(3) Solmsen, p. 213.

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