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XXXVII las objeciones de F. Solmsen (Hermes LXVII, p. 145 s.), re cordando el título de συναγωγή más arriba recogido, es de cir, «recolección, compilación», que entre las obras de Aris tóteles citan Diógenes y Hesiquio y las referencias a Teo- dectes en los fr. 133 I y II R.2. Es más, ciertas orientacio nes de nuestra Retórica en las que Solmsen (1 ) señala coinci dencias con los discípulos de Isócrates, así ritmo de la pro sa, teoría del discurso demostrativo (III 19), de las pasio nes (ib. 24), obedecerían al aprovechamiento por el Esta girita de la obra de Teodectes. El análisis de Solmsen nos lleva al último límite de lo seguro, pero no basta para eli minar la posibilidad de la hipótesis de Gohlke, sobre todo si se llega a interpretar de acuerdo con ella el aludido final del prólogo de la Ret. a Alejandro. Otro problema que no cabe soslayar al tra tar de los es critos retóricos de Aristóteles es el de determinar el puesto que junto a ellos tiene una obra incluida en el Corpus Aris- totelicum y que muchos han creído no es del Estegirita: la Retórica a Alejandro. Dotada de una epístola a Alejandro como prólogo, esta obra fué contada entre las obras aristo télicas y así ha llegado Tiasta nosotros. La opinión más general (2) es situar cronológicamente esta Retórica entre la de Teodectes y la de Aristóteles'. Su autor, según esto, pudo ser Anaximenes de Lámpsaco, con temporáneo y maestro de Alejandro; ya en el siglo xvi el gran aristotélico Yettori, y Buhle en el xvm , han pensado sea él el autor de .esta obra, apoyándose sobre todo, en re lación con el comienzo del capitulo I, en el pasaje de Quin tiliano, Inst. I l l 4, 9. Las coincidencias de esta Retórica con la de Aristóteles (1) Cf. F. Stahelin BE V (A) 1730 s. (2) Establecida, para muchos de modo definitivo, por P . Wendland Anazu menes von LampsaJcos (Berlín, 1905), cf. también C. Robert R E I col. 2089 os. (año 1894). XXXVIII son muchas: distinción de los tres géneros de oratoria (ca pítulo I), exigencia en el orador político de ciertos conoci mientos (cap. II), semejantes medios de persuasión (Gohl ke, Entsí., p. 117), mención de la γνώμη junto al entimema (ibid, p. 127), se citan los entimemas, pero tienen aún esca so desarrollo (cap. X), se trata ya de la oratoria política y demostrativa (cap. XXXIY, cl. Rei. 1 1, 1354 b 23 ss.). El plan es muy semejante, ya que se tratan sucesivamente en ambas obras, la πίστις, la λέξις y la τάξις (1). Lo que ocurre es que la redacción de la Retórica a Alejandro es anterior al·desarrollo de la dialéctica, como prueba que en ella fal ten todavía el silogismo, el concepto de «lugar», el tecnicis mo πρότασις, etc. Para muchos, el punto de vista moral es distinto, ya que la Retórica a Alejandro concede importancia a la tradi c io n a l u t i l iz a c ió n «de todos lo s m e d io s para V e n ce r ante e l tribunal. Y además, sea en un discurso para elogiar o en uno para vituperar, el retórico no retrocede ante la. más se ñalada deslealtad ni ante triquiñuelas infames» (2). En esto la Retórica que publicamos es bien distinta y refleja una elaboración de la contradicción que Platón hacía a toda la Retórica por motivos morales. La Retórica a Alejandro co rresponde al momento en que Aristóteles, fuera de la tutela d e su maestro, ha absorbido’la enseñanza tradicional y ha confeccionado su τεχνών συναγωγή, pero aún no ha puesto su nueva adquisición de acuerdo con la exigencia ética de Platón. ' ' Gomo Gohlke (3). ha señalado, la Retórica a Alejandro no es sino una primera etapa de nuestra Retórica, en la cual todavía no le ha sido dada cabida al ethos y al pathos, a lo que forma precisamente los capítulos I 9 y I I 1-17. Su pun- (1) J . Zürcher Aristóteles3 Werh und Geist, Paderbom 1952, p. 274. (2) Geffoken. Griech. Lit. II, p, 231. (3) Entstehung, p. 126.
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