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Aristoteles Retorica-páginas-31

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suaden de lo provechoso; de que no es injusto esclavizar a 
los pueblos vecinos, aun cuando en nada hayan cometido 
injusticia, muchas veces no se preocupan. De semejante 
modo, los que alaban y vituperan no miran si aquel a quien 
se refieren ha obrado de manera conveniente o dañosa, 1359 
sino que en alabanza muchas veces ponen al que descuidó 
su propia conveniencia para hacer algo hermoso, y así ala­
ban a Aquiles porque vengó a su amigo Patroclo, sabiendo 
que tenía por ello que morir, cuando podía vivir: mas para 
éste, seipejante muerte era más hermosa, vivir, sólo con- s 
veniente (47).
P r o p o s i c i o n e s d e q u e h a d e d i s p o n e r e l o r a d o r s e g ú n
l o s a s u n t o s d e c a d a c l a s e d e o r a t o r i a .
Evidente es por lo dicho que es preciso sobre estas co­
sas (48) tener primero las premisas (49), ya que los argumen­
tos concluyentes y las verosimilitudes y los indicios son 
las premisas retóricas; pues, en absoluto, el silogismo pro­
cede de premisas, y el entimema es una especie de silogis- 10 
mo consistente en las premisas dichas (50).
Y puesto que no es posible que haya sido hecho lo im­
posible ni que se haga más adelante, sinp lo posible, ni lo 
que nunca ha sido ni será es posible que se haya hecho o 
se haga más tarde, es forzoso que el que aconseja y el que ib 
aboga y el que hace un discurso demostrativo tengan pre­
misas acerca de lo posible, y lo imposible, y si ha sucedido 
o no, y si sçrà o no. Y, adémás, puesto que todos los que 
alaban o tachan, o persuaden o disuaden, o acusan o de­
fienden, no sólo intentan mostrar lo dicho, sino también 
que lo bueno o lo malo, o lo hermoso o lo feo, o lo justo o 20 
lo injusto, es grande o pequeño, bien hablando en absoluto 
bien comparando, es evidente que convendría tener pre­
misas acerca de la grandeza y la pequeñez, y lo mayor y 
lo menor, en absoluto y sobre cada cosa en particular; así,
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p o r e je m p lo , c u á l e s u n m a y o r o m e n o r b ie n , o u n a m a y o r 25 
o m e n o r in ju s t ic ia o a c c ió n j u s t a ; y lo m is m o e n la s d e m á s 
c o s a s .
Acerca de los asuntos sobre que necesariamente hay 
que tomar las premisas, queda dicho; después hay que dis­
tinguir en particular las premisas acerca de cada una de 
estas cosas, como acerca de cuáles se delibera y sobre cuá­
les son los discursos demostrativos, y, en tercer lugar, acer­
ca de cuáles son los juicios.
La o r a t o r i a d e l i r e r a t i v a : s u a s u n t o . 4
Primero hay que comprender acerca de qué bienes o so 
males aconseja el orador deliberativo, pues no cabe sobre 
cualquier cosa, sino acerca de lo que puede suceder o no.
Todo lo que necesariamente sucede o ha de suceder, o lo 
que es imposible que sea o que suceda, acerca de todo esto 
no es posible dar consejo. Ni tampoco sobre todo lo posi- 35 
ble, pues hay algunas cosas buenas por naturaleza y algu­
nas buenas que suceden por acaso, entre las que pueden 
suceder o no, acerca de las cuales de nada sirve aconsejar, 
pero es evidente acerca de qué cosas hay deliberación. Ta­
les son las que pueden depender de nosotros, y de las cua­
les el principio de que sucedan en nosotros consiste; se de­
libera, pues, hasta el punto en que averigüemos si son po- 1359 b 
sibles o imposibles de hacer por nosotros.
L í m i t e s y c o n c e p t o d e l a r e t ó r i c a .
Pues enumerar cada cosa en particular y dividir en es­
pecies aquello sobre que se suele deliberar, y, además, en 
cuanto es posible, distinguir entre ellas conforme a la ver- 6 
dad, no es preciso investigarlo por el momento,‘porque no 
corresponde al arte retórica, sino a otro arte más de inteli­
gencia y más verdadera, y es mucho más lo que le han con­
cedido a la retórica ahora, que sus especulaciones propias;

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