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1 3 20 suaden de lo provechoso; de que no es injusto esclavizar a los pueblos vecinos, aun cuando en nada hayan cometido injusticia, muchas veces no se preocupan. De semejante modo, los que alaban y vituperan no miran si aquel a quien se refieren ha obrado de manera conveniente o dañosa, 1359 sino que en alabanza muchas veces ponen al que descuidó su propia conveniencia para hacer algo hermoso, y así ala ban a Aquiles porque vengó a su amigo Patroclo, sabiendo que tenía por ello que morir, cuando podía vivir: mas para éste, seipejante muerte era más hermosa, vivir, sólo con- s veniente (47). P r o p o s i c i o n e s d e q u e h a d e d i s p o n e r e l o r a d o r s e g ú n l o s a s u n t o s d e c a d a c l a s e d e o r a t o r i a . Evidente es por lo dicho que es preciso sobre estas co sas (48) tener primero las premisas (49), ya que los argumen tos concluyentes y las verosimilitudes y los indicios son las premisas retóricas; pues, en absoluto, el silogismo pro cede de premisas, y el entimema es una especie de silogis- 10 mo consistente en las premisas dichas (50). Y puesto que no es posible que haya sido hecho lo im posible ni que se haga más adelante, sinp lo posible, ni lo que nunca ha sido ni será es posible que se haya hecho o se haga más tarde, es forzoso que el que aconseja y el que ib aboga y el que hace un discurso demostrativo tengan pre misas acerca de lo posible, y lo imposible, y si ha sucedido o no, y si sçrà o no. Y, adémás, puesto que todos los que alaban o tachan, o persuaden o disuaden, o acusan o de fienden, no sólo intentan mostrar lo dicho, sino también que lo bueno o lo malo, o lo hermoso o lo feo, o lo justo o 20 lo injusto, es grande o pequeño, bien hablando en absoluto bien comparando, es evidente que convendría tener pre misas acerca de la grandeza y la pequeñez, y lo mayor y lo menor, en absoluto y sobre cada cosa en particular; así, I 4 21 p o r e je m p lo , c u á l e s u n m a y o r o m e n o r b ie n , o u n a m a y o r 25 o m e n o r in ju s t ic ia o a c c ió n j u s t a ; y lo m is m o e n la s d e m á s c o s a s . Acerca de los asuntos sobre que necesariamente hay que tomar las premisas, queda dicho; después hay que dis tinguir en particular las premisas acerca de cada una de estas cosas, como acerca de cuáles se delibera y sobre cuá les son los discursos demostrativos, y, en tercer lugar, acer ca de cuáles son los juicios. La o r a t o r i a d e l i r e r a t i v a : s u a s u n t o . 4 Primero hay que comprender acerca de qué bienes o so males aconseja el orador deliberativo, pues no cabe sobre cualquier cosa, sino acerca de lo que puede suceder o no. Todo lo que necesariamente sucede o ha de suceder, o lo que es imposible que sea o que suceda, acerca de todo esto no es posible dar consejo. Ni tampoco sobre todo lo posi- 35 ble, pues hay algunas cosas buenas por naturaleza y algu nas buenas que suceden por acaso, entre las que pueden suceder o no, acerca de las cuales de nada sirve aconsejar, pero es evidente acerca de qué cosas hay deliberación. Ta les son las que pueden depender de nosotros, y de las cua les el principio de que sucedan en nosotros consiste; se de libera, pues, hasta el punto en que averigüemos si son po- 1359 b sibles o imposibles de hacer por nosotros. L í m i t e s y c o n c e p t o d e l a r e t ó r i c a . Pues enumerar cada cosa en particular y dividir en es pecies aquello sobre que se suele deliberar, y, además, en cuanto es posible, distinguir entre ellas conforme a la ver- 6 dad, no es preciso investigarlo por el momento,‘porque no corresponde al arte retórica, sino a otro arte más de inteli gencia y más verdadera, y es mucho más lo que le han con cedido a la retórica ahora, que sus especulaciones propias;
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