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I 6 32 pues son -virtudes del alma. Y la salud, la belleza y demás semejantes, pues son virtudes del cuerpo y causantes de is muchos bienes; por ejemplo, la salud lo es del placer y de vivir, lo cual parece que es lo más excelente, porque es causa de dos cosas que son las más estimadas por el vulgo, el placer y la vida. La riqueza, porque es la excelencia de posesión y causante de muchos bienes. El amigo y la amis- 20 tad, porque también el amigo es deseable por sí mismo y causa de muchos bienes. El honor y la gloria, porque tam bién son agradables y causantes de muchos bienes, y les acompaña, por lo general, el poseer las cosas por las que se reciben los honores. Y la capacidad de hablar y de obrar, pues todo esto es origen de bienes. Además el buen natu- 25 ral, la memoria, la facilidad para aprender, la penetra ción, y todas las cualidades tales, pues son facultades productoras de bienes. De la misma manera todas las cien cias y las artes. Y la vida, pues aun cuando no la siguiera ningún bien, es deseable por sí misma. Y la justicia, porque es cosa conveniente a la comunidad. L u g a b e s c o m u n e s p a r a b a z o n a r e l o r a d o r s o b r e b i e n e s QUE PA RECEN D ISCU TIB LES. Todas estas cosas, casi generalmente se conviene en que 30 son bienes; sobre los discutibles, los razonamientos se pue den deducir de lo siguiente: aquello cuyo contrario es malo, es un bien. Y aquello cuyo contrario conviene a los enemi gos, como por ejemplo, si el ser uno cobarde les conviene sobre todo a los enemigos, es evidente que el valor es más que todó útil en los conciudadanos. Y, en general, de lo que los enemigos quieren o de aquello en que se alegran, parece útil lo contrario, por eso se ha dicho [Iliada I 255]: «Sería para alegrarse Príamo» (74). I 6 33 Esto no es siempre así, sino en general, pues nada im pide que algunas veces les convenga lo mismo a los rivales, de donde se dice que los males unen.a los hombres, cuando 1363 a lo mismo puede perjudicar a uno y otro. También aquello que no es excesivo es un bien, y lo que es mayor que debe es un mal. Y también aquello por lo que se han hecho grandes esfuerzos o gastos, pues ya es bien aparente, y Ib tal se toma como fin, y fin de muchos esfuerzos; y el fin es un bien, de donde se ha dicho aquello de [Ilía- 5 da II 176]: «Para que se gloriara Príamo» (75), y [Iliada I I 298]: «Vergüenza sería largo tiempo aguardar» (76). Y el proverbio de «á la puerta romper el cántaro». Y lo que los muchos desean y lo que parece digno de competir por ello, pues aquello que todos desean decíamos que es bien, y los muchos parecen ser todos. Y lo que es alabado, pues 10 nadie ensalza lo que no es bueno. Y lo que los enemigos alaban, pues es como si todos estuvieran de acuerdo cuan do también lo reconocen los que reciben el daño; pues por evidencia lo confesarán; como que son malos aquellos a quienes los amigos vituperan, y a quienes los enemigos no vituperan. Por eso los corintios se consideraron injuriados 15 por Simónides cuando escribió [cf. fr. 36 D.J: «A los corintios no reprocha Ilion» (77). Y lo que alguno de los prudentes, bien de los hombres buenos, bien de las excelentes mujeres, tiene por favorito, como a Ulises Atena, y a Helena Teseo, y a Alejandro las diosas, y a Aquiles Homero. Y, en general, las cosas preferí- 20 bles. Pues son preferibles de hacer las cosas dichas, las malas
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