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I 10 56 rresponden tales cosas, y a cuáles, cuáles; porque acaso al temperante, por su temperancia, le acompañan desde el principio opiniones y deseos buenos acerca de los placeres, mas al vicioso las contrarias sobre éstos mismos. Por eso hay que dejar tales distinciones, y mirar qué es 25 lo que a cada cualidad sigue, pues si uno es blanco o negro, o grande o pequeño, no corresponde que ello vaya seguido de tales o cuales cosas; pero si es joven o viejo o justo o injusto, ya hay diferencia. Y, en general, hay que mirar todas las contingencias que hacen diferenciarse los carac teres de los hombres; por ejemplo, si se considera a sí mis- 30 mo rico o pobre, se diferenciará en algo, o si desgraciado o feliz. De estas cosas hablaremos después [ I I 12-17],y ahora hablemos primero de las restantes. Son sucesos de la fortuna aquellos cuya causa es inde finida y los que no suceden por causa de algo, y ni siem pre, ni la mayoría de las veces, ni de modo regular; sobre 35 estas notas está claro por la definición de la fortuna (113). Son por naturaleza aquellos cuya causa está dentro de 1369 b ellos mismos y es regular, porque o siempre o en la mayoría de los casos ocurre así (114). Mas lo que ocurre fuera de lo natural no hay que andarlo averiguando si sucede por cier ta causa natural o por otra, pues podría parecer también que la fortuna es causa de tales cosas. 5 Obedecen a violencia las cosas que suceden contra el deseo o los razonamientos de los mismos que las hacen. Por costumbre, lo que se hace por haberlo hecho mu chas veces. Por razonamiento, los actos que parecen convenientes por los bienes enumerados [cap. 6], o como fin o para el fin, cuando son hechos por conveniencia; pues algunos ac- 10 tos convenientes los hacen los viciosos también, pero no por la conveniencia, sino por el placer. Por ira y cólera se hacen las venganzas. Se diferencian la venganza y el castigo, pues el castigo es por causa del I 11 57 que lo sufre (115); la venganza por causa del que la toma, para cobrarse (116). Acerca de qué es la cólera será expuesto 15 al tra tar de las pasiones [II 2], Por apetito se hace cuanto parece placentero. También lo acostumbrado y habitual está entre lo placentero, pues muchas cosas de las que por naturaleza no son placente ras, cuando se convierten en acostumbradas, se hacen con placer. De manera que, en resumen, cuantas cosas se hacen por propia voluntad, todas son o bienes o bienes aparentes, o 20 cosas agradables o que lo parecen. Y puesto que lo que es para uno mismo se hace de buena gana, y no de buena gana lo que no es para uno mismo, todo lo que se hace de buena gana será o bueno o aparentemente bueno, o agradable o aparentemente agradable; porque incluyo entre los bienes el librarse de males o males aparentes, o el recibir un mal 25 menor (pues esto es en algún modo preferible); y también la privación de las cosas penosas o que lo parecen, o el par ticipar de daños menores en vez de mayores, se cuentan igualmente entre las cosas placenteras. Hay que examinar también las cosas útiles y placente ras, cuántas y cómo son. Acerca de lo útil ya se ha tratado, 3o pues, antes en la oratoria deliberativa [cap. 6]; hablemos ahora acerca de lo agradable. Hay que considerar que las definiciones son suficientes cuando sobre cada punto no son ni confusas ni minuciosas. Lo a g r a d a b l e : e l p l a c e r . Supongamos que el placer (117) es cierto movimiento de 11 alma, y una vuelta total y sensible hacia el estado natural; 35 y que el dolor es lo contrario. Si tal es el placer, es eviden- 1370 a te que es también placentero lo que causa la antedicha vuelta; lo que la destruye o es causa de la contraria, es doloroso.
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