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Aristoteles Retorica-páginas-49

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I 10 56
rresponden tales cosas, y a cuáles, cuáles; porque acaso al 
temperante, por su temperancia, le acompañan desde el 
principio opiniones y deseos buenos acerca de los placeres, 
mas al vicioso las contrarias sobre éstos mismos.
Por eso hay que dejar tales distinciones, y mirar qué es 25
lo que a cada cualidad sigue, pues si uno es blanco o negro, 
o grande o pequeño, no corresponde que ello vaya seguido 
de tales o cuales cosas; pero si es joven o viejo o justo o 
injusto, ya hay diferencia. Y, en general, hay que mirar 
todas las contingencias que hacen diferenciarse los carac­
teres de los hombres; por ejemplo, si se considera a sí mis- 30 
mo rico o pobre, se diferenciará en algo, o si desgraciado o 
feliz. De estas cosas hablaremos después [ I I 12-17],y ahora 
hablemos primero de las restantes.
Son sucesos de la fortuna aquellos cuya causa es inde­
finida y los que no suceden por causa de algo, y ni siem­
pre, ni la mayoría de las veces, ni de modo regular; sobre 35 
estas notas está claro por la definición de la fortuna (113).
Son por naturaleza aquellos cuya causa está dentro de 1369 b 
ellos mismos y es regular, porque o siempre o en la mayoría 
de los casos ocurre así (114). Mas lo que ocurre fuera de lo 
natural no hay que andarlo averiguando si sucede por cier­
ta causa natural o por otra, pues podría parecer también 
que la fortuna es causa de tales cosas. 5
Obedecen a violencia las cosas que suceden contra el 
deseo o los razonamientos de los mismos que las hacen.
Por costumbre, lo que se hace por haberlo hecho mu­
chas veces.
Por razonamiento, los actos que parecen convenientes 
por los bienes enumerados [cap. 6], o como fin o para el 
fin, cuando son hechos por conveniencia; pues algunos ac- 10 
tos convenientes los hacen los viciosos también, pero no 
por la conveniencia, sino por el placer.
Por ira y cólera se hacen las venganzas. Se diferencian 
la venganza y el castigo, pues el castigo es por causa del
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que lo sufre (115); la venganza por causa del que la toma, 
para cobrarse (116). Acerca de qué es la cólera será expuesto 15 
al tra tar de las pasiones [II 2],
Por apetito se hace cuanto parece placentero. También 
lo acostumbrado y habitual está entre lo placentero, pues 
muchas cosas de las que por naturaleza no son placente­
ras, cuando se convierten en acostumbradas, se hacen con 
placer.
De manera que, en resumen, cuantas cosas se hacen por 
propia voluntad, todas son o bienes o bienes aparentes, o 20 
cosas agradables o que lo parecen. Y puesto que lo que es 
para uno mismo se hace de buena gana, y no de buena gana 
lo que no es para uno mismo, todo lo que se hace de buena 
gana será o bueno o aparentemente bueno, o agradable o 
aparentemente agradable; porque incluyo entre los bienes 
el librarse de males o males aparentes, o el recibir un mal 25 
menor (pues esto es en algún modo preferible); y también 
la privación de las cosas penosas o que lo parecen, o el par­
ticipar de daños menores en vez de mayores, se cuentan 
igualmente entre las cosas placenteras.
Hay que examinar también las cosas útiles y placente­
ras, cuántas y cómo son. Acerca de lo útil ya se ha tratado, 3o 
pues, antes en la oratoria deliberativa [cap. 6]; hablemos 
ahora acerca de lo agradable. Hay que considerar que las 
definiciones son suficientes cuando sobre cada punto no 
son ni confusas ni minuciosas.
Lo a g r a d a b l e : e l p l a c e r .
Supongamos que el placer (117) es cierto movimiento de 11 
alma, y una vuelta total y sensible hacia el estado natural; 35 
y que el dolor es lo contrario. Si tal es el placer, es eviden- 1370 a 
te que es también placentero lo que causa la antedicha 
vuelta; lo que la destruye o es causa de la contraria, es 
doloroso.

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