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Aristoteles Retorica-páginas-57

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alii donde los que cometen delito son castigados, lo cual 
hacen los testigos falsos, pues ¿dónde no podría cometer 
delito si también lo comete en el tribunal? Y por aquellas 
cosas en que hay más vergüenza. Y si es contra aquel de 
quien se ha recibido un beneficio, pues comete injusticia 
mayor con cometer un mal y dejar de hacer un bien. 15
Y los delitos que violan leyes no escritas, pues vale más
el ser justo sin ser forzado, y las leyes escritas son impues­
tas; las no escritas no. Otro es el recurso retórico si es se­
gún las leyes escritas, pues el que comete delito en casos 
en que ha de temer el castigo, también será capaz de co­
meterlo cuando no hay castigo. 20
Y terminamos de tratar sobre la mayor y menor gra­
vedad del delito.
Los ARGUMENTOS EX TR A RRETÓ RICO S:
A los argumentos llamados no técnicos corresponde pa- 15 
sar a continuación de lo expuesto, porque éstos son carac­
terísticos de la oratoria forense (148). Son cinco en número: 
leyes, testigos, pactos, declaraciones en tormento, jura- 25 
mentó.
a) L e y e s .
Digamos primero sobre las leyes, cómo ha de servirse de 
ellas el que persuade y el que disuade (149), el que acusa y 
el que defiende, pues es evidente que si la ley escrita es con­
traria al hecho, hay que aplicar la ley común y los argumen­
tos de equidad y más justos. Y es evidente que la fórmula 
«con la mejor conciencia» (150) significa no servirse siempre 30 
de las leyes escritas. Y que la equidad permanece siempre, 
y no cambia nunca, como tampoco la ley común, porque es 
conforme a la naturaleza, mas las leyes escritas muchas ve­
ces, de donde lo dicho en la Antigona de Sófocles, pues ella
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se defiende diciendo que ha obrado fuera de la ley de Creon- 
te, pero no fuera de la ley no escrita [456 y 458]:
«porque no ahora ni ayer, sino por siempre jamás...·
Esto yo no debía (por miedo a la ira) de ningún hombre...»
Y argüiremos que lo justo es cosa verdadera y conve­
niente, pero .no lo es lo que lo aparenta; no lo es, pues, la 
ley escrita, porque no hace la función de la ley. Y que el 
juez es como el que examina la moneda para juzgar cuál es 
justicia falsificada y cuál no. Y que es propio de hombre 
mejor aplicar y guardar las leyes no escritas que las escri­
tas. Y si alguna ley es acaso contraria a una ley aprobada 
o a sí misma, así algunas veces una dispone que valga lo 
que se acuerde, y otra prohibe que se acuerde fuera de la 
ley. Y si es ambigua, de manera que se puede volver y mi­
rar en dos sentidos, y acomodar lo justo o conveniente, y 
así nos servimos de ella. Y si las cosas para las que fué es­
tablecida la ley no permanecen ya, y sí la ley, hay que in­
tentar poner esto en claro y luchar por esta parte contra 
ella.
Si la ley escrita es favorable al caso, entonces hay que 
decir que aquello de con la mejor conciencia no es salirse 
de la ley, sino que su finalidad es evitar el perjurio de 
desconocer lo que dice la ley. Y porque nadie escoge lo 
simplemente bueno, sino lo que lo es para sí. Y que no 
hay ninguna diferencia entre no haber ley o no servirse de 
ella. Y que en las demás artes no sirve de nada superar en 
habilidad, por ejemplo, al médico, porque no daña tanto 
el error del médico como la costumbre de desobedecer al 
que manda. Y que el pretender ser más sabio que las leyes 
es lo que se prohibe en las leves alabadas.
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