Logo Studenta

Aristoteles Retorica-páginas-65

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

II 2 97
de aprecio, y también lo que tiende a ser un mal o bien, 
mas lo que no es nada o muy poco, suponemos que no me­
rece ninguna estima), tres son las especies de desprecio: el 
menosprecio, la vejación y el ultraje. Porque el que menos­
precia tiene en poco (pues lo cjue se cree que no vale nada se 
menosprecia, ya que lo que no vale nada se desprecia); tam- is 
bién el que veja {parece que desprecia], porque la vejación 
es un impedimento a los actos de voluntad, no para que algo 
sea para uno mismo, sino para que no sea de otro. Y puesto 
que no es para que algo sea para uno mismo, desprecia, ya 
que es evidente que el que así veja no supone que el otro 
va a dañar, pues entonces tendría temor y no despreciaría, 20 
ni piensa que el ofendido le puede hacer ningún favor no­
table, pues habría pensado en hacérsele amigo. Y también 
el que ultraja, desprecia; pues es ultraje el decir y hacer algo 
por lo cual le viene vergüenza al que lo sufre, y no para 
que a uno mismo le suceda otra cosa que ésta, ni porque le 
haya sucedido ya, sino para darse el gusto; porque los que 25 
responden a un acto con otro no cometen acto de ultraje 
sino que se vengan. Y la causa del gusto que se dan los 
que cometen ultraje es porque creen que cometiendo un 
daño ellos sobresalen más. Por eso los jóvenes y los ricos 
son insolentes, porque creen que haciendo ultrajes sobre­
salen. Es propio del ultraje deshonrar, y el que quita la 30 
honra desprecia; y lo que nada vale no tiene ninguna esti­
ma ni en bien ni en mal. Por eso dice Aquiles enojado 
[//. I 356]:
«deshonróme, pues me quitó y retiene el premio»,
y [II. IX 648]:
«como a un desterrado al que nadie honra»,
como enojado a causa de esto. Créese que conviene ser con­
siderado por los inferiores en linaje, en poder, en virtud y, 35
II 2 98
en resumen, en todo aquello en que uno (8) sobresale mu- i379> 
eho; tal como en riquezas el rico es superior al pobre, y en 
la oratoria el elocuente al que no sabe hablar, y el que 
manda, sobre el mandado, y el que se considera digno de 
mandar al que de ser mandado. Por eso sé ha dicho [Illa- 
da II 196]:
g
«grande es la ira de los reyes hijos de Zeus»
y [II. 1 182]:
«mas también después mantiene su ira»,
porque también se enfurecen los reyes a causa de su supe­
rioridad. También se espera ser respetado de parte de aque­
llos de quienes se cree merecidamente recibir favor, y son 
éstos los que uno ha favorecido o favorece, él mismo o al­
guno por causa de él o de los suyos, o bien, piensa o ha pen­
sado favorecer.
Cómo se s ie n t e i r a .
Por esto, pues, es evidente en qué disposición (9) se en- io 
colerizan éstos, y contra quienes y por qué causas. Ellos se 
enojan cuando sienten pena; porque siente deseo de algo el 
que siente pena; y lo mismo si directamente se opone al­
guien, como si al sediento le impiden beber, que si no di­
rectamente, de manera semejante parece que se hace lo 
mismo en ambos casos; y también si alguien lleva la con- 15 
traria o no ayuda o si cualquier otra cosa molesta cuando 
se está en tal disposición, contra todos se encoleriza. Por eso 
los que padecen de enfermedad, pobreza, {guerra), amor, 
sed, y los que en general tienen una pasión y no la satisfa­
cen, son enojadizos y agresivos, en especial con los que 
desprecian su situación presente, así él que padece enfer- 20 
medad, contra los que la desprecian; y el que penuria, con-

Continuar navegando

Materiales relacionados