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II 7 115 pias o de sus antepasados o de otros cualesquiera con los que tengan parentesco. Y en general, de aquellos por los que se siente vergüenza; son tales los predichos y los que con uno tienen relación, de los que se ha sido maestro o con- 5 sejero, y si hay otros semejantes con los que rivalizar, pues muchas cosas por respeto a éstos se hacen o se dejan de hacer. Y los que van a ser continuamente vistos y los que van a convivir descubiertos con los que lo saben, tienen más vergüenza. Por lo cual el poeta Antifón, yendo a ser 10 muerto a palos por sentencia de Dionisio, dijo al ver a los que iban a morir con él que se cubrían los rostros según pa saban por las puertas: ¿Por qué os cubrís? ¿Es que mañana no os va a ver alguno de éstos? Esto es lo que hay que decir sobre la vergüenza; acer ca de la desvergüenza, es evidente que por lo contrario tendremos premisas en abundancia. 15 D e l f a v o r . 7 A quiénes se hace favor y sobre cuáles cosas, o en qué disposición, resultará claro una vez que hayamos definido el favor. Sea favor el servicio por el cual el que lo concede se dice que hace gracia al que lo necesita, no a cambio de nada ni con finalidad ninguna para el que la hace, sino para el otro; será grande cuando ha sido hecho a alguien muy ne- 20 cesitado, o es sobre cosas grandes y difíciles, o en ocasiones determinadas, o el único en hacerlo o el primero o el que más. Son necesidades los apetitos, y de éstos especialmente los que llevan consigo pena si no se realizan. Tales son las pasiones, por ejemplo, el amor. Y también en los sufrimien tos del cuerpo y en los peligros, pues también el que está 25 en peligro desea, y el que siente pena. Por eso los que se encuentran en la miseria y en el destierro, aunque sea pe queño el servicio, quedan agradecidos por la magnitud de II 8 116 la necesidad y por la ocasión; por ejemplo, el que en el Li ceo prestó la estera (35). Pues es necesario sobre todo pres tar servicio en tales cosas, y si no en iguales o mayores. De manera que, una vez que es claro a quiénes y en qué 30 ocasiones se hace favor, y en qué disposición, es evidente que teniendo ésto en cuenta han de disponerse los argu mentos: mostrando que unos se hallan en tal pena o nece sidad o se han hallado antes, y que los otros han prestado en esa necesidad tal socorro o lo están prestando. También 1385 b queda claro cómo se puede negar el favor y presentar des agradecidos, a saber, o diciendo que se hace o hizo el servicio por causa del mismo que lo hace (y ésto no era ya favor); o porque ocurrió por casualidad o forzosamente, o porque pagó mas no hizo donación gratuita (36), lo mismo si lo supo como si no, pues de una y otra manera fué a 5 cambio de algo, de modo que así no sería favor. Y hay que mirar según todas las categorías (37), pues el favor es porque lo es o porque es en tal cantidad o de tal cualidad o en tal tiempo o lugar. Y prueba de que algo no es favor es que uno menor no se hubiera hecho y si se ha prestado a enemigos lo mismo o algo igual o mayor, por que es claro que tal cosa no se habría hecho por atendernos a nosotros. O si fuera cosa sin valor y lo supiera el que hizo 10 el favor, porque nadie reconocerá que ha necesitado algo sin valor. De l a c o m pa sió n . S Queda expuesto lo referente al favor y al disfavor; diga mos, pues, qué cosas son merecedoras de compasión y a quiénes se compadece y en qué disposición. Sea la compa sión cierta pena por un mal que aparece grave y penoso en quien no lo merece, el cual mal se podría esperar padecerlo uno mismo o alguno de los allegados, y esto cuando apa- 15 rezca cercano; porque es claro que es necesario que el que
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