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Aristoteles Retorica-páginas-74

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pias o de sus antepasados o de otros cualesquiera con los 
que tengan parentesco. Y en general, de aquellos por los 
que se siente vergüenza; son tales los predichos y los que con 
uno tienen relación, de los que se ha sido maestro o con- 5 
sejero, y si hay otros semejantes con los que rivalizar, pues 
muchas cosas por respeto a éstos se hacen o se dejan de 
hacer. Y los que van a ser continuamente vistos y los que 
van a convivir descubiertos con los que lo saben, tienen 
más vergüenza. Por lo cual el poeta Antifón, yendo a ser 10 
muerto a palos por sentencia de Dionisio, dijo al ver a los 
que iban a morir con él que se cubrían los rostros según pa­
saban por las puertas: ¿Por qué os cubrís? ¿Es que mañana 
no os va a ver alguno de éstos?
Esto es lo que hay que decir sobre la vergüenza; acer­
ca de la desvergüenza, es evidente que por lo contrario 
tendremos premisas en abundancia. 15
D e l f a v o r . 7
A quiénes se hace favor y sobre cuáles cosas, o en qué 
disposición, resultará claro una vez que hayamos definido 
el favor. Sea favor el servicio por el cual el que lo concede se 
dice que hace gracia al que lo necesita, no a cambio de nada 
ni con finalidad ninguna para el que la hace, sino para el 
otro; será grande cuando ha sido hecho a alguien muy ne- 20 
cesitado, o es sobre cosas grandes y difíciles, o en ocasiones 
determinadas, o el único en hacerlo o el primero o el que 
más.
Son necesidades los apetitos, y de éstos especialmente 
los que llevan consigo pena si no se realizan. Tales son las 
pasiones, por ejemplo, el amor. Y también en los sufrimien­
tos del cuerpo y en los peligros, pues también el que está 25 
en peligro desea, y el que siente pena. Por eso los que se 
encuentran en la miseria y en el destierro, aunque sea pe­
queño el servicio, quedan agradecidos por la magnitud de
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la necesidad y por la ocasión; por ejemplo, el que en el Li­
ceo prestó la estera (35). Pues es necesario sobre todo pres­
tar servicio en tales cosas, y si no en iguales o mayores.
De manera que, una vez que es claro a quiénes y en qué 30 
ocasiones se hace favor, y en qué disposición, es evidente 
que teniendo ésto en cuenta han de disponerse los argu­
mentos: mostrando que unos se hallan en tal pena o nece­
sidad o se han hallado antes, y que los otros han prestado 
en esa necesidad tal socorro o lo están prestando. También 1385 b 
queda claro cómo se puede negar el favor y presentar des­
agradecidos, a saber, o diciendo que se hace o hizo el 
servicio por causa del mismo que lo hace (y ésto no era ya 
favor); o porque ocurrió por casualidad o forzosamente, o 
porque pagó mas no hizo donación gratuita (36), lo mismo 
si lo supo como si no, pues de una y otra manera fué a 5 
cambio de algo, de modo que así no sería favor.
Y hay que mirar según todas las categorías (37), pues el 
favor es porque lo es o porque es en tal cantidad o de tal 
cualidad o en tal tiempo o lugar. Y prueba de que algo no 
es favor es que uno menor no se hubiera hecho y si se ha 
prestado a enemigos lo mismo o algo igual o mayor, por­
que es claro que tal cosa no se habría hecho por atendernos 
a nosotros. O si fuera cosa sin valor y lo supiera el que hizo 10 
el favor, porque nadie reconocerá que ha necesitado algo 
sin valor.
De l a c o m pa sió n . S
Queda expuesto lo referente al favor y al disfavor; diga­
mos, pues, qué cosas son merecedoras de compasión y a 
quiénes se compadece y en qué disposición. Sea la compa­
sión cierta pena por un mal que aparece grave y penoso en 
quien no lo merece, el cual mal se podría esperar padecerlo 
uno mismo o alguno de los allegados, y esto cuando apa- 15 
rezca cercano; porque es claro que es necesario que el que

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