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Aristoteles Retorica-páginas-76

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conversaciones y demás sobre los que sufren desgracia, por 
ejemplo, de los que están muriendo. Y especialmente el que 
personas buenas estén en tal situación excita la compasión, 
pues todo esto, por hacerlos aparecer cerca, acrece la com­
pasión, porque la desgracia resulta inmerecida y porque 
aparece ante los ojos. 5
D e LA IN DIG NACIÓN. 9
Se contrapone a la compasión, principalmente, lo que 
llaman indignación, porque al sentir pena por las desgra­
cias inmerecidas es en cierto modo contrario, y procede del 
mismo carácter sentir pena por las fortunas inmerecidas. 
Ambas pasiones son propias de un carácter noble, porque 
corresponde apenarse y sentir compasión por los que su- 10 
fren desgracia inmerecidamente, e indignarse contra los que 
inmerecidamente gozan de ventura, porque es injusto lo 
que ocurre contra los merecimientos, por lo cual atribuimos 
también a los dioses la indignación.
También podría parecer que la envidia se opone a la 
compasión de la misma manera, como si se acercara mucho 15 
y fuese del mismo género que la indignación, pero es cosa 
diferente, porque la envidia es una pena con turbación, y 
se siente por el bien ajeno, pero no por el inmerecido, sino 
contra la persona igual o semejante. Mas el que sea no por­
que a uno le va a ocurrir algo, sino por el prójimo, es preci­
so que se dé en unos y en otros, porque ya no será lo uno 20 
envidia y lo otro indignación, sino temor, si el pesar y la 
turbación vienen de que a uno le va a venir un daño de la 
ventura de aquél.
Y es evidente que les seguirán a éstos las pasiones con­
trarias, pues el que siente pesar por los que injustamente 
sufren daño se alegrará o mantendrá sin pena cuando de 25 
modo contrario lo sufren; por ejemplo, de los parricidas o 
asesinos cuando les llega el castigo ningún hombre bueno
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sentirá compasión, ya que es preciso alegrarse de tales co­
sas; y del mismo modo ocurre con los que gozan de ventura 
merecidamente, pues lo uno y lo otro es justo y causa gozo 
en el hombre decente, porque corresponde esperar que le 
ocurra lo que al que es como uno, a uno mismo. Y es propio 
todo ésto del mismo carácter,^ lo contrario del contrario, 30 
pues la misma persona es el que en el mal se goza y el en- 1337 a 
vidioso, ya que por lo que uno siente pesar cuando ocurre 
o lo tiene alguien, es forzoso que él mismo se alegre de la 
privación y destrucción de aquello. Por eso son impedi­
mentos de la compasión todos estos sentimientos, pues se 
diferencian por las causas dichas, de manera que para ha­
cer (44) una cosa indigna de compasión todas son igualmen- 5 
te útiles.
Digamos en primer lugar acerca de la indignación, contra 
quiénes uno se indigna y por qué y en qué disposición; des­
pués a continuación, acerca del resto. Por lo expuesto, es 
ello evidente, porque si la indignación es pesar por el que 
parece que goza de fortuna inmerecidamente, es en primer 10 
lugar claro que no es posible indignarse con todos los bie­
nes; pues nadie se indignará contra uno que sea justo o va­
leroso o alcance una virtxid (pues tampoco la compasión se 
siente por los contrarios a ésto), sino por la riqueza y el 
poder, y cosas tales de las que hablando en general son dig­
nos los buenos y los que por naturaleza poseen bienes como 15 
nobleza, belleza y demás semejantes. Y puesto que lo 
que es antiguo parece próximo a lo que es de naturaleza, 
es forzoso que contra los que tienen un mismo bien, si ca­
sualmente lo tienen desde ha poco, y por ello gozan de 
ventura, se sienta más indignación, pues más pesar causan 
los que son ricos recientes que los que lo son de antiguo y 20 
por su familia; del mismo modo también los que tienen 
mando y poder y muchos amigos y buenos hijos y cual­
quier cosa de las tales. Y si a causa de estas cosas les sucede 
a ellos algún otro bien, lo mismo; porque más pesar causan
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