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Aristoteles Retorica-páginas-85

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y lo pequeño, por lo antedicho ya sabemos con claridad a 
qué atenernos. Porque sobre los discursos deliberativos he­
mos tratado [1360 b 5-1365 b 20] de la magnitud de los 
bienes y acerca del mayor bien en general y del menor. De 
manera que según cada uno de los géneros es la bondad 
del fin, por ejemplo, lo conveniente y lo noble y lo justo, y 
es evidente que mediante esos fines han de hacer los ora­
dores todos las amplificaciones. Buscar fuera de esto algo 
sobre la grandeza en general y la excelencia, es divagar, 
porque más importante parada práctica que las cosas uni­
versales, son las particulares.
Acerca de lo posible y de lo imposible, y si algo sucedió 
o no, y si será o no será, y además acerca de la grandeza y 
la pequenez de las cosas, quede dicho esto.
De l o s a r g u m e n t o s r e t ó r i c o s c o m u n e s a l o s t r e s
G É N E R O S .
Queda ahora tratar de los argumentos retóricos comu­
nes a todos los géneros, una vez que hemos tratado de los 
especiales (78 a). Los argumentos retóricos comunes son 
de dos géneros: el ejemplo y el entimema, porque el ada­
gio (78 b) es una parte de entimema.
a) E l e j e m p l o y s u s c l a s e s : 1) D e s u c e d i d o s .
Digamos primero del ejemplo, porque es semejante a 
la inducción, y la inducción es principio (79). De ejemplos 
hay dos especies: la una es decir cosas que han sucedido 
antes, la otra inventarlas. De esta especie una cosa es pa­
rábola, otra fábulas, como las esópicas y las líbicas (80). 
Exponer hechos es como si alguien dijera que es preciso 
disponerse a luchar contra el gran rey y no dejarle someter 
Egipto (81), porque también antaño Darío no pasó el mar 
contra Grecia antes de tomar Egipto, y una \7ez que lo hubo 
tomado, pasó; y de nuevo Jerjes no atacó a Grecia antes de
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1393 b
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conquistarlo, y después de conquistarlo, pasó: de manera 
que éste, si lo conquista, pasará; por eso no hay que con­
sentirle que lo someta.
2) P a r á b o l a .
Parábolas son las socráticas, como si alguien dijera (82) 6 
que no deben ser elegidos por la suerte los magistrados, 
porque es lo mismo que si alguien a los atletas los designara 
por sorteo, y no a los que saben luchar, sino a los que la 
suerte señalase, o entre los marineros sorteara al que tiene 
que pilotar la nave, como si no debiera ser piloto el que 
sabe y no el que saliera a suerte.
3 ) F á b u l a .
Fábula es como la de Estesícoro sobre Fálaris y la de io 
Esopo sobre el demagogo. Estesícoro (83), como los de Hi­
mera hubieran elegido general con plenos poderes a Fála­
ris, y estuvieran a punto de concederle una guardia perso­
nal, les contó esta fábula: un caballo poseía él solo un pra­
do, y como viniera el ciervo y le estropease el pasto, que­
riendo vengarse del ciervo, pidió a un hombre si podría, 15 
junto con él, castigar al ciervo; respondió el hombre que si 
aceptaba un freno y él se montaba encima llevando unos 
dardos; como el caballo accediera y montara el hombre, a 
cambio de vengarse, se convirtió en siervo del hombre. 
«Así también mirad vosotros, dijo, no sea que por querer 
vengaros de vuestros enemigos, os ocurra lo que al caballo, 20 
porque el freno ya lo tenéis con haber escogido un general 
con plenos poderes; si le concedéis una escolta y le dejáis 
que se monte encima, os habréis convertido en esclavos de 
Fálaris.»
Esopo (84), defendiendo en Samos a un demagogo a 
quien se juzgaba de pena capital, dijo: una zorra que va- 25 
deaba un río fué arrastrada a un barranco, y como no podía 
salir, estaba mucho tiempo y en apuro, y muchas garra-

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