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II 20 137 y lo pequeño, por lo antedicho ya sabemos con claridad a qué atenernos. Porque sobre los discursos deliberativos he mos tratado [1360 b 5-1365 b 20] de la magnitud de los bienes y acerca del mayor bien en general y del menor. De manera que según cada uno de los géneros es la bondad del fin, por ejemplo, lo conveniente y lo noble y lo justo, y es evidente que mediante esos fines han de hacer los ora dores todos las amplificaciones. Buscar fuera de esto algo sobre la grandeza en general y la excelencia, es divagar, porque más importante parada práctica que las cosas uni versales, son las particulares. Acerca de lo posible y de lo imposible, y si algo sucedió o no, y si será o no será, y además acerca de la grandeza y la pequenez de las cosas, quede dicho esto. De l o s a r g u m e n t o s r e t ó r i c o s c o m u n e s a l o s t r e s G É N E R O S . Queda ahora tratar de los argumentos retóricos comu nes a todos los géneros, una vez que hemos tratado de los especiales (78 a). Los argumentos retóricos comunes son de dos géneros: el ejemplo y el entimema, porque el ada gio (78 b) es una parte de entimema. a) E l e j e m p l o y s u s c l a s e s : 1) D e s u c e d i d o s . Digamos primero del ejemplo, porque es semejante a la inducción, y la inducción es principio (79). De ejemplos hay dos especies: la una es decir cosas que han sucedido antes, la otra inventarlas. De esta especie una cosa es pa rábola, otra fábulas, como las esópicas y las líbicas (80). Exponer hechos es como si alguien dijera que es preciso disponerse a luchar contra el gran rey y no dejarle someter Egipto (81), porque también antaño Darío no pasó el mar contra Grecia antes de tomar Egipto, y una \7ez que lo hubo tomado, pasó; y de nuevo Jerjes no atacó a Grecia antes de 20 20 25 30 1393 b II 20 138 conquistarlo, y después de conquistarlo, pasó: de manera que éste, si lo conquista, pasará; por eso no hay que con sentirle que lo someta. 2) P a r á b o l a . Parábolas son las socráticas, como si alguien dijera (82) 6 que no deben ser elegidos por la suerte los magistrados, porque es lo mismo que si alguien a los atletas los designara por sorteo, y no a los que saben luchar, sino a los que la suerte señalase, o entre los marineros sorteara al que tiene que pilotar la nave, como si no debiera ser piloto el que sabe y no el que saliera a suerte. 3 ) F á b u l a . Fábula es como la de Estesícoro sobre Fálaris y la de io Esopo sobre el demagogo. Estesícoro (83), como los de Hi mera hubieran elegido general con plenos poderes a Fála ris, y estuvieran a punto de concederle una guardia perso nal, les contó esta fábula: un caballo poseía él solo un pra do, y como viniera el ciervo y le estropease el pasto, que riendo vengarse del ciervo, pidió a un hombre si podría, 15 junto con él, castigar al ciervo; respondió el hombre que si aceptaba un freno y él se montaba encima llevando unos dardos; como el caballo accediera y montara el hombre, a cambio de vengarse, se convirtió en siervo del hombre. «Así también mirad vosotros, dijo, no sea que por querer vengaros de vuestros enemigos, os ocurra lo que al caballo, 20 porque el freno ya lo tenéis con haber escogido un general con plenos poderes; si le concedéis una escolta y le dejáis que se monte encima, os habréis convertido en esclavos de Fálaris.» Esopo (84), defendiendo en Samos a un demagogo a quien se juzgaba de pena capital, dijo: una zorra que va- 25 deaba un río fué arrastrada a un barranco, y como no podía salir, estaba mucho tiempo y en apuro, y muchas garra-
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