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Aristoteles Retorica-páginas-86

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II 21 139
patas se habían adherido a ella; un erizo que andaba por 
allí, cuando la vió la preguntó compadecido si quería que so 
le arrancara las garrapatas, y ella dijo que no, y como la 
preguntara por qué, dijo: «Porque éstas ya están cebadas 
de mí y sacan poca sangre, pero si me quitas éstas, vendrán 
otras hambrientas y me chuparán la sangre que me queda.
Así pues, dijo, oh samios, éste ya no os hará más daño, por­
que es rico; si lo matarais, vendrán otros, pobres, que os 1394 a 
gastarán el resto y os robarán».
Las fábulas son muy propias de los discursos al pueblo 
y tienen la ventaja de que, si hallar ejemplos semejantes 
en cosas sucedidas es difícil, fábulas es fácil, porque es pre­
ciso componerlas, como parábolas, si se es capaz de ver lo 
semejante, lo cual será fácil por la filosofía. Ciertamente 5 
cosa fácil es disponer de fábulas, si bien es más útil para el 
género deliberativo la argumentación por los hechos, por­
que por lo general es semejante el futuro al pasado.
Es preciso, cuando no se dispone de entimemas, servir­
se de ejemplos como demostración (porque en ellos se fun­
da la persuasión), y teniendo entimemas hay que servirse 10 
de los ejemplos como de testimonios, poniendo los entime­
mas como remate, pues poniéndolos delante se asemejan a 
la inducción, y en la oratoria no es propia la inducción, ex­
cepto en pocos casos; dichos en el remate se asemejan a 
los testimonios, y el testigo en todos los casos (85) es digno 
de fe. Por eso el que los pone al principio, por fuerza tiene 15 
que decir varios; y en el epílogo uno solo puede bastar, 
porque un testigo bueno, él solo basta.
Cuántas son las especies de ejemplos y cómo y cuándo 
hay que usarlos, queda dicho.
b) D e l a s s e n t e n c i a s . 21
Acerca del uso de sentencias, una vez que se ha dicho 
qué es adagio, resultará muy claro en qué asuntos y cuándo 20
II 21 140
y a quiénes conviene usar de sentencias en los discursos. 
Adagio o sentencia es una aseveración, pero ciertamente 
no de cosas particulares, por ejemplo, cómo es Ifícrates, 
sino sobre lo universal, mas tampoco de todo lo universal, 
por ejemplo, que lo recto es lo contrario de lo curvo, sino 
de aquello sobre que versan las acciones y puede elegirse o 
evitarse al obrar, de manera que dado que es entimema el 
silogismo sobre tales cosas, vienen a ser sentencias aproxi­
madamente las conclusiones y las premisas de los entime­
mas, quitado el silogismo; por ejemplo [Eur. Medea 294 s.]:
«Jamás debe el hombre que es discreto 
educar en demasiada sabiduría a sus hijos.»
Esto es por cierto una sentencia; si se añade la causa y el 
por qué, el todo se vuelve un entimema, por ejemplo 
[Ibid. 296 s.]:
«Pues aparte la pereza que les echan en cara, 
cosechan de los ciudadanos envidia cruel.»
Y aquello de [Eur. Estenobea fr. 661 N.]
«No hay hombre que sea venturoso en todo»,
y también [Eur. Hécuba 863]:
«No hay entre los hombres quien sea libre»,
es una sentencia, pero entimema, añadido lo que sigue 
[ibid. 864]:
«porque o es esclavo de las riquezas o del azar».
Si sentencia es lo que decimos, por fuerza habrá cuatro 
especies de sentencia, porque o bien será con demostración 
o sin demostración. Requieren demostración las que dicen
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1394 b

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