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Aristoteles Retorica-páginas-92

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no poder corresponder el que recibe bienes como no ven­
garse el que es maltratado. Todos éstos, pues, definen y 
parten de la definición esencial para razonar sobre aquello 
de que hablan.
V III. Otro lugar es el de cuantas maneras se dice una 
palabra como en los Tópicos hemos dicho acerca de «bien 
está» (127).
IX. Otro por división, por ejemplo, si todos cometen 
injusticia por tres razones (o por esto o por esto o por lo 
otro); y como por dos de ellas es imposible que sea, que ha 
sido por lo tercero ni hay que decirlo.
X. Otro por inducción como el de La mujer de Pepare- 
lo (128), porque sobre los hijos las mujeres siempre definen 
la verdad; asi en Atenas lo demostró contra el orador Man- 
tias (129), que disputaba contra su hijo, la madre, y así en 
Tebas, disputando Ismenias y Estilbón (130), la Dodónide 
declaró que el hijo era de Ismenias; y por eso decidieron 
que Tesalisco era hijo de Ismenias. Y también en la Ley de 
Teodectes (131): si a los que han cuidado mal de los caba­
llos ajenos no se les entregan los propios, ni a los que han 
hecho naufragar las naves ajenas, si lo mismo debe hacerse 
en todo, también a los que han guardado mal la ajena no 
hay que confiar la defensa de la propia salvación. Y como 
dice Alcidamas (132) que todos rinden honores a los sabios, 
y así los de Paros han honrado a Arquíloco, aun siendo mal­
diciente; y los de Quíos a Homero, aunque no era ciudada­
no; y los de Mitilene á Safo, aunque mujer; y los lacede- 
monios hicieron a Quilón hasta del colegio de los gerentes, 
aunque no eran nada aficionados a las letras; y los de Ita­
lia a Pitágoras honraron y los de Lámpsaco dieron sepul­
tura a Anaxágoras, aunque era extranjero, y todavía aho­
ra le rinden honores... (133)... que los atenienses sirviéndose 
de las leyes de Solón fueron felices, y los lacedemonios con 
las de Licurgo; y en Tebas en cuanto los magistrados se 
hicieron filósofos (134), triunfó la ciudad:
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XI. Otro lugar resulta de un juicio acerca de lo mismo 20 
o de lo semejanle o contrario; sobre todo si todos y siempre 
han resuelto así, o si no, al menos cuando la mayoría, o los 
sabios todos o los más, o los buenos; o si los mismos que 
juzgan o aquellos a Jos que reconocen autoridad los que 
juzgan o a los que es imposible contradecir en el juicio, tales 
los que tienen poder soberano, o aquellos a los que no está 
bien oponer un juicio contrario, como los dioses o el pa- 25 
dre o los maestros; así lo que dijo a Mixidémides Auto- 
cles (135): «Si a las diosas augustas les estuvo bien acudir a 
juicio en el Areópago, ¿a Mixidémides no va a estárselo?»
O como dijo Safo (136) que morir es un mal, porque los dio­
ses así lo han juzgado, pues morirían si fuera un bien. O 30 
como Aristipo (137) contra Platón que decía algo demasiado 
presuntuoso, según a él le parecía: «Pero ciertamente nues­
tro amigo no hablaría así», refiriéndose a Sócrates. Y Hegesí- 
polis (138) enDelfos preguntó al dios, después de haber con­
sultado en Olimpia, si le parecía lo mismo que a su padre, 1399 a 
puesto que está mal llevarle la contraria. Y acerca de He­
lena, como escribió Isócrates (139), que era buena, ya que así 
la juzgó Teseo; y de Alejandro, que le habían preferido las 
diosas, y acerca de Evágoras, que era bueno, como dice s 
Isócrates: «Pues Conón, después de su derrota, sin acordar­
se de todos los demás, acudió a Evágoras».
XII. Otro lugar es por las parles, como en los Tópi­
cos [IV 1 121 a 33 ss.]: ¿qué clase de movimiento es el 
alma: este o el otro? Un ejemplo del Sócrates (140) de Teo­
dectes: «¿Contra que sauluario cometió impiedad? ¿A cuá­
les dioses no rindió honores de aquellos en los que la ciu­
dad cree?»
X III. Otro lugar, el de que puesto que acaece en la 10 
mayoría de los casos que se le siga a lo mismo un bien y un 
mal, persuadir o disuadir según las consecuencias, o bien 
acusar o defender y ensalzar o vituperar. Así, a la educa­
ción sigue el mal de ser envidiado, mas el ser sabio es un

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