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Aristoteles Retorica-páginas-108

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Como suelen los niños adelantarse cuando dicen los heral­
dos aquello de «¿A quién escoge como patrono el liberto?», y 
responden: «ACleón» (54). Lo que carece de ritmo es ilimita- 25 
do, y es preciso que haya límites, si bien no en verso, ya que 
lo indefinido es desagradable e ininteligible. Todo se limita 
con el número, y el número de la forma del estilo es el rit­
mo, cuyos metros son divisibles (55). Por eso es preciso que 
el discurso tenga ritmo, pero no metro, pues resultaría un 30 
poema. Su ritmo no ha de ser exacto, y así será si es rít­
mico sólo hasta cierto punto.
De los ritmos uno es el solemne heroico, pero carente 
de armonía para el simple hablar; el otro es el yambo, que 
es el modo de decir de la mayoría de la gente, por esto más 35 
que todos los metros se suelen decir yambos al hablar. Mas 
es preciso que el discurso tenga majestad y conmueva. El 
trocaico es más próximo a la danza córdax (56), y lo mues- uos a 
tran los tetrámetros, que son un ritmo de carrera (57). Falta 
el peón, del que se servían los oradores a partir de Trasí- 
maco (58), pero no sabían decir cuál es. El peón es un ter­
cer ritmo, y contiguo a los precedentes, porque está en la 
relación de tres por dos; de los anteriores, el uno es de uno 5 
por uno y el otro de dos por uno. Es afín a estas proporcio­
nes el sesquiáltero (59), y este es el peón. Los restantes rit­
mos hay que dejarlos por lo dicho y porque son de verso, 
mientras que el peón hay que tomarlo, pues es el único que 
no es verso de los ritmos dichos, de manera que es el que 
más pasa desapercibido. Ahora se sirven de un peón tam- 10 
bién al comienzo, pero es preciso que el fin sea diferente 
del principio. Hay del peón dos formas contrapuestas en­
tre sí, de las que la una conviene al principio, según tam­
bién la emplean, y este es aquel que una larga inicia y ter­
minan tres breves (60):
— u υ υ — υ υ υ —
«Hijo de Delos, o si Licia»
I ll 9 195
y
— ο. ο υ — υ υ υ — υ υ 15
«De rubios cabellos flechero, hijo de Zeus.»
El otro es al contrario, iniciado por tres breves, y una larga 
es la última:
υ υ υ — υ υ υ — υ υ υ — υ υ υ —
«Después de la tierra y las aguas, al Océano ocultó la noche.»
Este hace bien la cláusula, pues la sílaba breve, por ser in­
completa, hace cortado. Mas es preciso terminar con larga 
y que el final sea evidente, no por el copista ni por el signo 20 
del párrafo (61), sino por el ritmo.
Que, pues, es preciso que el estilo tenga buen ritmo y 
no carezca de él, y cuáles son los ritmos que lo hacen bue­
no y cómo, queda expuesto.
E l e s t i l o s e g u i d o y e l p e r i ó d i c o . 9
El estilo es preciso que sea o seguido y unido por con- 25 
junción, como los preludios en los ditirambos (62), o perió­
dico y semejante a las estrofas simétricas de los poetas an­
tiguos. El estilo seguido es el antiguo: «De Heródoto de 
Thurioi esta es la exposición de su historia»; (63) de éste 
antes se servían todos, mas ahora no muchos. Digo estilo 30 
seguido el que no tiene fin por sí mismo, si no termina el 
asunto expuesto. Carece de agrado por ser infinito, porque 
todos quieren ver el fin. Por eso es en los postes (64) cuando 
los corredores quedan agotados y sucumben, porque mien­
tras ven un término no sienten la fatiga.
Tal es el estilo seguido; el periódico es el distribuido en 35 
períodos; llamo período a un trozo que tiene principio y 
fin en sí y por sí mismo; y una extensión abarcable a la 
mirada. Tal trozo es agradable y fácil de comprender; es 1409 b 
agradable por cuanto contrapuesto al discurso infinito, y

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