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Aristoteles Retorica-páginas-110

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como ciudad no atendemos a que muchos de los aliados es- 15 
tán reducidos a servidumbre» (78).
«O poseerlos vivos o después de muertos abandonar­
los» (79).
Y lo que alguien dijo contra Peitholaos y Licofrón en ei 
tribunal: «Estos cuando estaban en su casa os vendían a 
vosotros; después que han venido .donde vosotros os han 
comprado» (80).
R e c u r s o s e n e l e s t i l o .
Todos estos pasajes cumplen lo que se ha dicho. Tal es- 20 
tilo es agradable porque los contrarios son muy compren­
sibles, y puestos juntos más comprensibles aún, y porque 
se parece a un silogismo, porque la prueba en la refutación 
es la yuxtaposición de los opuestos.
Tal cosa es la antítesis; la parisosis es si los miembros 
son iguales, la paromoiosis si cada uno de los dos miembros 
tiene la extremidad semejante. Es necesario que sea o en ei 25 
principio o al fin. En el comienzo la tienen siempre los 
nombres; en el final, las últimas sílahas, o los casos del 
mismo nombre o el nombre mismo. Son semejantes en el 
comienzo, por ejemplo:
«Porque un campo inculto (agrón argón) recibió de 30
[él» (81).
«Accesibles eran a los dones, cap tares por dichos» (82).
En el fin: «No creían que lo hubiera como hijo engen­
drado, sino que la causa de su nacimiento había sido» (83). 
«En los cuidados mayores y en las esperanzas menores». 
Declinación del mismo nombre: «¿Digno de tener una esta­
tua de bronce no valiendo una moneda de bronce?». La 
misma palabra: «Tú de él cuando vivía decías mal y ahora 35 
(que ha muerto) escribes mal». Semejanza en una sílaba:
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«¿Qué cosa rara habrías sentido, si hubieran a un hombre 
perezbso percibido?». Es posible que todo esto vaya junto i4io b 
y que una misma frase sea a la vez antítesis, párison 
y homoiotéleulon. Las virtudes de los períodos se enume­
ran casi todas en los libros Teodecteos (83 a). Existen 
también antítesis falsas, según el versó de Epicarmo [20a 
Diels]:
«Ora en casa de aquéllos yo estaba, ora cerca de ellos yo», s
D i c h o s i n g e n i o s o s . 10
Puesto que están dadas estas definiciones, hemos de 
decir de dónde se sacan los dichos elegantes (84) y los que 
se celebran. Estos puede hacerlos o bien el que es de buen 
natural o bien el que se ha ejercitado; pero mostrar la ma­
nera de llegar a ellos nos corresponde en nuestro plan. Va­
yamos, pues, diciendo y enumerando, y comencemos por la 
siguiente afirmación: aprender fácilmente es por naturaleza 10 
agradable a todos; los nombres significan algo, de manera 
que aquellos de los nombres que nos procuran una ense­
ñanza son los más agradables. Mas las palabras inusitadas 
o glosas las desconocemos, las palabras propias las sabemos 
ya, y es la metáfora la que nos enseña especialmente, por­
que cuando se llama a la vejez paja (85) se da una enseñan- ib 
za y una noción por el género, pues una y otra cosa han 
perdido la flor. Producen también las imágenes de los poe­
tas el mismo efecto, por lo que si se aplican bien, resulta 
un estilo elegante. Pues es la imagen, como hemos dicho 
antes [4, 1406 b 20], una metáfora que se diferencia en que 
lleva delante un añadido; por eso es menos agradable, ya 
que es una expresión más larga; y tampoco dice que esto 20 
es tal, pues no busca el alma eso tampoco.
Es necesario, pues, que sean elegantes el estilo y los en- 
timemas estos cuando nos procuran una enseñanza pron-

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Aristoteles-Etica - Jessica MACIO

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