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I l l 9 198 como ciudad no atendemos a que muchos de los aliados es- 15 tán reducidos a servidumbre» (78). «O poseerlos vivos o después de muertos abandonar los» (79). Y lo que alguien dijo contra Peitholaos y Licofrón en ei tribunal: «Estos cuando estaban en su casa os vendían a vosotros; después que han venido .donde vosotros os han comprado» (80). R e c u r s o s e n e l e s t i l o . Todos estos pasajes cumplen lo que se ha dicho. Tal es- 20 tilo es agradable porque los contrarios son muy compren sibles, y puestos juntos más comprensibles aún, y porque se parece a un silogismo, porque la prueba en la refutación es la yuxtaposición de los opuestos. Tal cosa es la antítesis; la parisosis es si los miembros son iguales, la paromoiosis si cada uno de los dos miembros tiene la extremidad semejante. Es necesario que sea o en ei 25 principio o al fin. En el comienzo la tienen siempre los nombres; en el final, las últimas sílahas, o los casos del mismo nombre o el nombre mismo. Son semejantes en el comienzo, por ejemplo: «Porque un campo inculto (agrón argón) recibió de 30 [él» (81). «Accesibles eran a los dones, cap tares por dichos» (82). En el fin: «No creían que lo hubiera como hijo engen drado, sino que la causa de su nacimiento había sido» (83). «En los cuidados mayores y en las esperanzas menores». Declinación del mismo nombre: «¿Digno de tener una esta tua de bronce no valiendo una moneda de bronce?». La misma palabra: «Tú de él cuando vivía decías mal y ahora 35 (que ha muerto) escribes mal». Semejanza en una sílaba: 27 I l l 10 199 «¿Qué cosa rara habrías sentido, si hubieran a un hombre perezbso percibido?». Es posible que todo esto vaya junto i4io b y que una misma frase sea a la vez antítesis, párison y homoiotéleulon. Las virtudes de los períodos se enume ran casi todas en los libros Teodecteos (83 a). Existen también antítesis falsas, según el versó de Epicarmo [20a Diels]: «Ora en casa de aquéllos yo estaba, ora cerca de ellos yo», s D i c h o s i n g e n i o s o s . 10 Puesto que están dadas estas definiciones, hemos de decir de dónde se sacan los dichos elegantes (84) y los que se celebran. Estos puede hacerlos o bien el que es de buen natural o bien el que se ha ejercitado; pero mostrar la ma nera de llegar a ellos nos corresponde en nuestro plan. Va yamos, pues, diciendo y enumerando, y comencemos por la siguiente afirmación: aprender fácilmente es por naturaleza 10 agradable a todos; los nombres significan algo, de manera que aquellos de los nombres que nos procuran una ense ñanza son los más agradables. Mas las palabras inusitadas o glosas las desconocemos, las palabras propias las sabemos ya, y es la metáfora la que nos enseña especialmente, por que cuando se llama a la vejez paja (85) se da una enseñan- ib za y una noción por el género, pues una y otra cosa han perdido la flor. Producen también las imágenes de los poe tas el mismo efecto, por lo que si se aplican bien, resulta un estilo elegante. Pues es la imagen, como hemos dicho antes [4, 1406 b 20], una metáfora que se diferencia en que lleva delante un añadido; por eso es menos agradable, ya que es una expresión más larga; y tampoco dice que esto 20 es tal, pues no busca el alma eso tampoco. Es necesario, pues, que sean elegantes el estilo y los en- timemas estos cuando nos procuran una enseñanza pron-
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