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PERSPECTIVA_SOBRE_LAS_RELACIONES_DEL_TER

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145Huelva arqueológica, Xiv, 2014, 1-30
PERSPECTIVA SOBRE LAS RELACIONES DEL TERRITORIO 
ONUBENSE EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA. 
PRIMERAS APROXIMACIONES A PARTIR DEL REGISTRO 
CERÁMICO: VAJILLA DE MESA AFRICANA Y ORIENTAL
PersPective on the relations of the huelva’s territory 
in the late antiquity. the first aPProximations 
from the ceramic record: african and oriental Pottery
Nuria de la O Vidal Teruel 2
1
1. Universidad de Huelva. Dpto. de Historia I. Área de Arqueología. Grupo “Vrbanitas. Arqueología y Patrimonio”. 
Facultad de Humanidades. Campus El Carmen. Avda Tres de Marzo, s/n. Huelva, 21071. nvidal@uhu.es
 
Resumen: 
En este trabajo se realiza un primer acerca-
miento de conjunto sobre el periodo tardoanti-
guo en el territorio onubense a partir de la vajilla 
de mesa africana y oriental localizada hasta el 
momento. Esta primera síntesis se ha elabora-
do sobre la base de un corpus documental en 
el que se han recopilado referencias bibliográi-
cas, conocidas hasta el momento, a la Sigillata 
Focense (Late Roman C) y a la Terra Sigillata 
Africana, esta última, no obstante, en todas sus 
variantes no sólo tardías y bajo imperiales sino 
también altoimperiales, añadiendo también las 
referencias a las cerámicas de cocina conocidas 
como “Comunes Africanas”. Como primeras va-
loraciones de esta investigación, que ha de ser 
continuada en profundidad en un futuro inmedia-
to, destacamos el mantenimiento de estructuras 
comerciales de cierta solidez tanto con el mundo 
africano como oriental, y tanto de modo directo, 
a través de la costa (para el caso africano), como 
mediante una ruta posiblemente terrestre (para 
el caso oriental) cuyo epicentro podría haber 
sido la ciudad de Hispalis. 
 
Palabras clave: 
Periodo Tardoantiguo; Terra Sigillata Africana; 
Terra Sigillata Focense; Territorio onubense. 
Huelva.
Abstract: 
In this work, a irst whole approximation on the 
Late Roman Period of the Huelva territory is 
realized, from the African Red Slip Ware and 
Oriental Ware (Late Roman C) known up to the 
moment. This irst synthesis has been elabora-
ted on the base of a documentary corpus, which 
includes both types of pottery mentioned, adding 
also the references to African Cooking Wares. As 
the irst and partial conclusions of this research, 
which has to be continued in an immediate futu-
re, we emphasize the maintenance of commer-
cial structures of certain solidity so much with the 
African as Oriental world, and so much of a direct 
way, across the coast (for the African case), as 
by means of a possibly terrestrial way (for the 
oriental case), which epicentre would be the city 
of Hispalis (Seville).
Key words: 
Late Antiquity; African Red SlipWare; Late Ro-
man C; Huelva’s County. 
146
I. Introducción
“La cerámica es el fósil director por excelencia 
de la arqueología”
(Caballero, Mateos y Retuerce, Eds, 2004, 9)
El registro cerámico constituye uno de los más 
apreciados fósiles guía en la investigación ar-
queológica dadas sus amplias y variadas po-
sibilidades informativas para la reconstrucción 
del proceso histórico de cualquier lugar y so-
ciedad2. En este sentido, son notables los cam-
bios producidos en la consideración de este 
material arqueológico habiéndose pasado de 
una concepción básicamente arqueográica y 
descriptiva, a otra donde la cerámica constitu-
ye el pilar fundamental en el que apoyar el con-
cepto de “Arqueología de la Producción” (Ma-
nonni y Giannichedda, 2004) que se proyecta 
no sólo en el ámbito investigador sino incluso 
académico, con la impartición de contenidos 
formativos que desarrollan esta temática, es-
pecialmente en Másteres de especialización en 
Arqueología. 
Este impulso cientíico se evidencia en la pro-
fusión de publicaciones, eventos, e incluso, 
conformación de sociedades cientíicas que 
tienen como eje fundamental el estudio cera-
mológico desde una amplia perspectiva, y que 
para el caso que nos ocupa tiene su máximo 
exponente en la creación de la eX oFFiciNa 
HiSPaNa, Sociedad de estudios de la cerá-
mica antigua en Hispania (SecaH), entre cu-
yos ines se encuentra: “Impulsar el estudio y 
aplicación de todas aquellas técnicas, tanto en 
el campo arqueológico, como en el histórico, 
analítico o el experimental, que coadyuven a 
un mejor conocimiento de la cerámica antigua 
en Hispania, bien se trate de producciones lo-
cales o importaciones, así como promover el 
uso de nuevas tecnologías aplicadas a la de-
tección, excavación, datación, análisis, estudio 
y publicación de los centros de producción ce-
rámica y sus productos”3. 
2. Sobre la importancia de la cerámica en arqueología 
remitimos a títulos clásicos como los de Orton, Tyers y 
Vince, 1997, o a otros más recientes como los de Caro 
Bellido (2002; 2008) o Lull Santiago (2007).
3. http://www.exoficinahispana.org/qsomos.htm (Fe-
cha de consulta 4 de noviembre de 2013)
Paralelamente, la ampliación de las investiga-
ciones y el consecuente impulso y reactiva-
ción de conceptos historiográicos como el de 
la Tardo Antigüedad o Período Tardo Antiguo 
(incluso Proto Bizantino: Vallejo Girvés, 2009) 
que tan notables frutos está aportando durante 
los últimos años para entender el tránsito de la 
baja romanidad a la época medieval (por ej.: Gil 
y Vallejo, 2003; Brown, 2003; Ubierna, 2007; 
Pierroti, 2008; González Blanco, 2009; Rous-
seau y Papoutsakis, Eds, 2009) en numerosos 
puntos del ámbito hispano4, especialmente de 
carácter urbano (p. ej. Caballero y Mateos, 
1993; Hidalgo y Ventura, 1994; Hidalgo Prieto, 
1996; García y Rascón, Coords, 1999; Martín, 
Ribera y Roselló, 1999; Gurt Esparraguera, 
2000-2001; Arce Martínez, 2005; Gurt e Hidal-
go, 2005; Gurt y Sánchez, 2008; Mateos Cruz, 
1999; 2003; Beltrán de Heredia, 2001; 2008; 
2009; 2011; Ribera i Lacomba, 2003; Bosch et 
al., 2005; Ribera y Roselló, 2000; Caballero 
y Mateos, Eds, 2000; Fuentes Hinojo, 2006; 
Jurado Pérez, 2008; Sánchez, Ramos, 2006; 
2010; García y Peris, Coords, 2010)5 y también 
4. Sin pretender se exhaustivos remitimos a algunas 
de las más recientes síntesis de carácter general 
sobre este período en el marco de la evolución de 
la presencia romana en la Península Ibérica: (en or-
den cronológico: Sayas Abengoechea, 2008; VVAA, 2009; Le Roux), 2010: 293 y ss; Fernández Uriel, 
Coord, 2010; Reynolds, 1995; 2010). 
5. A lo que puede sumarse igualmente la publica-
ción de sumarios periódicos centrados en la temá-
tica, caso de antigüedad y cristianismo. Monogra-
fías históricas sobre la antigüedad Tardía por parte 
de la Universidad de Murcia (http://dialnet.unirioja.
es/servlet/revista?codigo=99), la celebración de las 
reuniones sobre arqueología cristiana Hispánica, 
cuyas actas han sido publicadas para todas las edi-
ciones celebradas hasta el momento (1ª reunión: 
Palol, Rev., 1967; 2ª reunión: Palol, Rev., 1982; 3ª 
reunión: Palol, Rev., 1994; 4ª reunión: Gurt y Tena, 
Eds, 1995; 5ª reunión: Gut y Tena, Eds, 2000, y 6ª 
reunión: Gurt y Ribera, Coords, 2005), o los encuen-
tros sobre Hispania en la antigüedad Tardía cele-
brados en 1996 (García y Rascón, Coords, 1999), 
1997 (VVAA, 2001), 1998 (Bosch, et alii, Coords, 
2003), 1999 y 2000 (García y Rascón, Eds, 2005). 
Paralelamente, han tomado un impulso destacable 
los estudios sobre cerámica tardía en el ámbito me-
diterráneo, destacándose la publicación de las mo-
nografías lrcW late roman coarse wares, cooking 
wares and amphorae in the Mediterranean en la serie 
Bar international Series a cargo de Gurt, Buxeda 
y Cau (Eds, 2005); Bonifay y Tréglia (Eds, 2007) y 
Menchelli et al (Eds, 2010).
147
rural (p. ej. García Moreno, 1998; López y Ro-
dríguez, 2000-2001; Espinosa y Castellanos, 
Coords, 2006; López et al.,2006; Chavarría 
Arnau, 2007; Blánquez y Celestino, Coords, 
2009; Cordero Ruiz, 2010), resulta de gran in-
terés sobre todo en lugares donde aún no ha 
habido posibilidad de profundizar en torno a es-
tas cuestiones, caso del territorioonubense, en 
el que han sido escasos los trabajos sobre este 
periodo: algunos a partir de un punto de vis-
ta de conjunto pero supericial (López Domín-
guez, 1998), otros centrados en algún aspecto 
concreto (López Domínguez, 1999; 2000; Ló-
pez y Pérez, 2001; Pérez et al., 2004), algunos 
otros en el marco de otras investigaciones so-
bre el horizonte romano (Campos et al., 1999; 
2004 a y b; Campos y Vidal, 2004; 2006; Vidal 
y Campos, 2008; Vidal et al., 2008; 2010; Cam-
pos et al., 2013), siendo bastante recientes las 
aportaciones especíicas sobre aspectos hasta 
ahora no tratados, como el urbanístico (Berme-
jo Meléndez, 2011).
Así pues, en las próximas páginas presenta-
mos un primer acercamiento a las relaciones 
entre el territorio onubense y el ámbito africano 
y oriental durante el período bajo imperial y es-
pecialmente tardoantiguo, a partir del análisis 
del registro cerámico de mesa (Terra Sigillata 
africana y Late Roman C –Sigillata Oriental-) 
documentado en este ámbito periférico de la 
provincia Baetica. No obstante, el corpus do-
cumental sobre el que hemos basado este 
estudio, recoge todas las variantes de la Te-
rra Sigillata Africana, incluyéndose también las 
altoimperiales y por extensión hemos creído 
conveniente la inclusión de las Comunes Afri-
canas, dado su obvio origen.
De modo que abordaremos, desde la perspec-
tiva conceptual de la arqueología de la produc-
ción, el signiicado de la presencia y/o ausen-
cia, e incluso posible imitación o producción 
in situ, de una serie de cerámicas, conocidas 
como Terra Sigillata Africana y Terra Sigilla-
ta Focense Tardía o Sigillata Oriental, y cuya 
procedencia original extra hispánica permite 
relexionar sobre las relaciones que el territo-
rio onubense debió haber mantenido con los 
centros de producción y/o distribución en un 
arco cronológico especialmente situado entre 
los siglos III/IV y VI d.C., en un contexto histó-
rico tardoantiguo dominado ya por la presencia 
visigoda / bizantina en la Península Ibérica. 
II. Las Evidencias Arqueológicas. 
Terra Sigillata Africana y Oriental 
en el Territorio Onubense
Aunque es cierto que la situación ha cambiado 
notablemente, no puede dejar de ser advertido 
el hecho de que, tradicionalmente, los estudios 
sobre el mundo romano no han sido demasiado 
profusos hasta el comienzo de la década de los 
noventa de la pasada centuria, cuando la crea-
ción del área de arqueología de la Universidad 
de Huelva permitió abordar temáticas hasta el 
momento desechadas por la investigación más 
tradicional y habitual, centrada fundamental-
mente en otros momentos y manifestaciones 
históricas como el Megalitismo, el Horizonte 
Tartésico, Pre y Orientalizante o la Gesta Co-
lombina. Debido a ello, puede airmarse que 
hasta el momento carecemos de un análisis 
de conjunto sobre la cuestión objeto de este 
estudio, existiendo no obstante, aportaciones 
sobre el tema en el marco de investigaciones 
especíicas sobre la economía romana o algún 
aspecto de ésta (desarrollados por investiga-
dores vinculados con el marco universitario) e 
incluso en los estudios propios y preceptivos 
derivados de las intervenciones arqueológicas 
que se llevan a cabo en la actual provincia de 
Huelva por parte de investigadores de variada 
procedencia y iliación (empresas privadas, 
profesionales libres,..). 
Así, como punto de partida para abordar esta 
investigación, hemos confeccionado un primer 
corpus documental6 donde se contienen todos 
aquellos registros, localizados hasta el mo-
mento a través de diferentes vías, que hacen 
referencia a la presencia de Vajilla de Mesa 
6. Por necesidades de espacio y dado el carácter 
compilador de este trabajo, no vamos a reproducir 
íntegramente el corpus documental de forma detalla-
da, haciendo únicamente referencias generales a los 
resultados obtenidos tras su elaboración y primeros 
análisis.
148
Africana7 y Oriental8 en el territorio onubense. 
Éste ha sido realizado a partir de una icha 
tipo, de la cual ofrecemos una muestra en la 
igura 1, que informa de la localización de los 
registros según ámbito morfopaisajístico (Tie-
rra Llana/Andévalo/Sierra), yacimientos y tér-
minos municipales, se completa con una breve 
7. Sobre la TSAf, además del clásico trabajo de J. 
W. Hayes (1972; 1980) remitimos por su renovación conceptual y estudio historiográico a la monogra-
fía de M. Ben Moussa (2007), en la que se analiza 
la evolución de la concepción de esta producción 
cerámica típicamente africana, desde su primeros 
reconocimientos por parte de F. O. Waagé, a su ca-
racterización inicial como "Sigillata chiara" por par-
te de N. Lamboglia, y posterior denominación como 
African Red Slip Ware por J. W. Hayes, pasando por 
las contribuciones de las misiones internacionales 
en Cartago por parte de S. Tortorella. Igualmente 
y por su carácter compilador sobre el estado de la 
cuestión en la fecha de la contribución, remitimos a 
la aportación de M. A. Alonso y C. Fernández Ochoa (1988), donde se contiene un balance historiográi-
co sobre la presencia de las producciones africa-
nas en la Península Ibérica hasta el momento. Más 
recientemente y también para la Península Ibérica, 
es de valorar la aportación de X. Aquilué Abadías 
(2004) al II Simposio de Arqueología de Mérida, 
celebrado en 2001, donde mostraba un estado de la 
investigación de la TSAf tardía de los siglos VI-VII. 
8. Siguiendo las indicaciones de E. Serrano Ramos 
(1997-1988; 2005 b), abordaremos el estudio de las 
piezas pertenecientes a la variedad que F. O. Waagé 
(1933) denomino como late roman c Ware. Este tér-
mino lo mantuvo Hayes en su publicación de 1972 al desconocerse el lugar exacto de esta producción. En 
el citado trabajo el autor consideraba esa cerámica 
como el mayor competidor en el Este de las produc-
ciones africanas desde el siglo IV en adelante, y ofre-
cía además una descripción del tipo, formas, decora-
ción y cronología. Con el paso de los años y fruto de 
la investigación se ha localizado uno de los más im-
portantes centros de producción de esta cerámica en 
Focea (Asia Menor), por lo que Hayes sugirió el cam-
bio de denominación a Phocaean Red Slip Ware para 
esta variedad a la que también se le denomino Terra 
Sigillata del Asia Menor o de Costantinopolis (Caran-
dini, 1981). Con posterioridad se han localizado otros 
talleres, caso del de Grynion (Asia Menor), localidad 
próxima a Pérgamo, aunque por el momento se des-
conoce si los productos de este alfar se comerciali-
zaron, pues los que aparecen tanto en el Este como 
en el Oeste son materiales fabricados en Focea. Por 
nuestra parte, asumimos, al igual que la Prfª Serrano 
Ramos (1997-1998, 171; 2005 b, 307) la traducción al 
castellano de Terra Sigillata Focense Tardía que han 
hecho otros autores (Fernández, García y Uscatescu, 
1992), a partir de la denominación propuesta por F. 
Mayet y M. Picon - Sigillée Phocéenne Tardive - tras 
la conirmación conseguida a través de análisis ar-queométricos, del origen exclusivamente foceo intuido 
por Hayes, proponiendo así el que parecía que iba a 
ser su apelativo deinitivo (Mayet y Picon, 1986, 129).
descripción de los sitios y inaliza con una ca-
talogación de las piezas documentadas (utili-
zándose las abreviaciones TSAf y TSFt para 
aligerar la lectura del texto), en los casos en 
que ello es posible, y las principales referen-
cias bibliográicas relacionadas, incluyéndose 
en un último apartado una relación de todos 
los tipos documentados según las tipologías al 
uso (igura 1). Paralelamente hemos incluido 
también la presencia de las producciones de 
cocina, conocidas tradicionalmente como “Co-
munes Africanas” y cuyos centros productores 
estuvieron situados en la región central de Tú-
nez, en la Byzacena y en el norte, en la región 
de Cartago, relacionados con los mismos ta-
lleres de Sigillata Africana A y D (Serrano Ra-
mos, 2005 a, 261). 
A partir deesta primera recopilación de datos, 
hemos confeccionado una serie de cuadros y 
tablas (iguras 2, 3, 4, 5 y 6) con base en las 
cuales, podremos, en un apartado posterior, ha-
cer algunas consideraciones iniciales acerca de 
la vajilla africana (especialmente bajo imperial y 
tardía) y oriental sobre la que hemos encontrado 
información en el territorio onubense y las con-
secuencias que de ello pueden derivarse. 
Así, desde el punto de vista cuantitativo pode-
mos airmar que de las 79 localizaciones don-
de hemos documentado vajilla africana, el ma-
yor porcentaje se encuentra en el ámbito de la 
Tierra Llana (Campiña y Costa), siendo, y por 
este orden, la Sierra y el Andévalo las siguien-
tes áreas conforme al siguiente cuadro (igura 2). 
Para la vajilla oriental, el 100% de los registros (5 
localizaciones) se vincula con la primera (igura 
3), existiendo tan sólo una localización costera, 
concretamente en la cetaria de El Eucaliptal de 
Punta Umbría y quedando el resto asociadas 
con villae rusticae del entorno de Niebla y Huel-
va (Bojeos, Ranosa, Canarranas y La Almagra). 
Como observamos en el cuadro anterior, son 
sólo dos las formas de TSFt documentadas; 
por el contrario es cuantiosamente más amplia 
tanto formal como numéricamente la TSAf, cuya 
variedad puede ser observada a través de los 
siguientes cuadros (iguras 4 y 5), y que se com-
pleta con un último cuadro relativo a las cerámi-
cas “Comunes Africanas” (igura 6).
149
Figura 1. ejemplo de Ficha em-
pleada para la realización del 
corpus Documental con Situa-
ción del territorio onubense y 
diferenciación morfopaisaística.
 DATOS CUANTITATIVOS. VAJILLA AFRICANA
Nº/ PORCENTAJE TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA CAMPIÑA
Total (79) 6 54 7 12
Porcentaje (100%) 7’60% 68’36% 8’86% 15’18
Figura 2. Datos cuantitativos de localización de sitios con presencia de vajilla africana.
TERRA SIGILLATA FOCENSE TARDÍA
Localizaciones
Totales (5)/ Formas
TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA
(1= 20%) 
CAMPIÑA
(4= 80%)
Hayes 3 x X
Hayes 1 X
Figura 3. cuadro resumen cuantitativo, tipológico y de localización de formas 
de Terra Sigillata Focense Tardía.
150
TERRA SIGILLATA AFRICANA
FORMAS
TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA CAMPIÑA
Hayes 2 X
Hayes 2/3 X X
Hayes 3 X X X
Hayes 3 B X X
Hayes 3 C X X
Hayes 6 X X X
Hayes 6 B X
Hayes 8 X X X
Hayes 9 X X X
Hayes 9A X X
Hayes 10 A X
Hayes 14 X X
Hayes 14A X
Hayes 14B X
Hayes 14 A/B X
Hayes 14/17 X X
Hayes 16 X
Hayes 16,1 X
Hayes 16/18 X X
Hayes 17 X
Hayes 18 X X
Hayes 23 X X X
Hayes 23B X X
Hayes 25 X
Hayes 27 X X X
Hayes 31 X
Hayes 31/33 X
Hayes 32 X X
Hayes 32/33 X
Hayes 32/58 X X
Hayes 35 X
Hayes 42 X X
Hayes 44 X
Hayes 45 X X X
Hayes 49 X
Hayes 50 X X X X
Hayes 58 X X
Hayes 58B X
Hayes 59 X
Hayes 59 A/B X
151
TERRA SIGILLATA AFRICANA
FORMAS
TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA CAMPIÑA
Hayes 59 A X
Hayes 60 X
Hayes 61 X X X
Hayes 61A X X
Hayes 61B X X X
Hayes 62 X
Hayes 63 X
Hayes 63,1 X
Hayes 64 X X
Hayes 67 X X
Hayes 68 X
Hayes 69 X X
Hayes 70 X
Hayes 72 X
Hayes 73 X
Hayes 75 X
Hayes 76 X X
Hayes 78 X
Hayes 80 X
Hayes 81 X
Hayes 90 X X
Hayes 91 X X
Hayes 91/92 X
Hayes 92 X X
Hayes 93 X
Hayes 99 X X X
Hayes 103 X
Hayes 104 X
Hayes 107 X
Figura 4. cuadro resumen con la localización y tipología de formas de Terra Sigillata africana
TERRA SIGILLATA AFRICANA 
VARIANTES
VARIANTE A VARIANTE A/D VARIANTE C VARIANTE D VARIANTE E
Hayes 2 Hayes 18 Hayes 35 Hayes 58 Hayes 68
Hayes 2/3 Hayes 27 Hayes 42 Hayes 58B Hayes 70
Hayes 3 Hayes 32 Hayes 44 Hayes 59
Hayes 3 B Hayes 32/58 Hayes 45 Hayes 59 A/B
Hayes 3 C Hayes 32/33 Hayes 49 Hayes 59 A
Hayes 6 Hayes 50 Hayes 60
152
TERRA SIGILLATA AFRICANA 
VARIANTES
VARIANTE A VARIANTE A/D VARIANTE C VARIANTE D VARIANTE E
Hayes 6 B Hayes 67 Hayes 61
Hayes 8 Hayes 73 Hayes 61ª
Hayes 9 Hayes 61B
Hayes 9ª Hayes 62
Hayes 10 A Hayes 63
Hayes 14 Hayes 63,1
Hayes 14A Hayes 64
Hayes 14B Hayes 69
Hayes 14 A/B Hayes 72
Hayes 14/17 Hayes 75
Hayes 16 Hayes 76 
Hayes 16,1 Hayes 78 
Hayes 16/18 Hayes 80
Hayes 17 Hayes 81
Hayes 23 Hayes 90
Hayes 23B Hayes 91
Hayes 25 Hayes 91/92
Hayes 31 Hayes 92
Hayes 31/33 Hayes 93
Hayes 99
Hayes 103
Hayes 104
Hayes 107
Figura 5. Cuadro Resumen con las distintas variantes de Terra Sigillata Africana identiicadas.
 COMUNES AFRICANAS
FORMAS TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA CAMPIÑA
 Hayes 23 B X X
Hayes 131 X
Hayes 181 X X
Hayes 182 X
Hayes 196 X
 Hayes 197 X
Ostia I-261 X X X
Ostia I-262 X X
Ostia I-264 B X X
Ostia I-273 X
Ostia II-302 X X
Ostia III-170 X X
Ostia III-321 X
153
 COMUNES AFRICANAS
FORMAS TIERRA LLANA
ANDÉVALO SIERRA
COSTA CAMPIÑA
Ostia III-267 X X X
Ostia III-332 X X X
Ostia IV-1 X
Tarraco, 1986 X
Lamboglia 9A X
Lamboglia 10A X X
Sin precisión for-
mal
X X X
Figura 6. cuadro resumen con la tipología y localización de formas de cerámicas comunes af.
Las primeras apreciaciones que podemos avan-
zar a partir de estas aproximaciones tipológicas 
nos informan de que en lo que se reiere a la Te-
rra Sigillata Focense Tardía, y tal y como resulta 
habitual en el contexto hispano, el repertorio ti-
pológico onubense es extremadamente reduci-
do dentro del ya exiguo repertorio global de esta 
producción, circunscribiéndose a la forma Hayes 
3, con alguna aparición puntual de la forma 1 
(localizada en La Almagra). De modo genérico, 
sólo son diez las formas que describe Hayes 
(1972) cuyas fechas de fabricación irían desde 
el siglo V hasta comienzos del VII. Dos técnicas 
decorativas aparecen sobre esta producción: la 
ruedecilla y los motivos estampados. La prime-
ra, preferentemente, sobre bordes de la forma 3, 
que, como hemos observado es la más amplia-
mente representada en el territorio onubense, y 
la segunda sobre fondos de grandes recipientes 
donde están representados elementos lorales, 
geométricos, animales, iguras humanas, can-
taros y cruces. La pasta normalmente está bien 
cocida, corte recto y su color oscila entre el rojo 
anaranjado y el castaño; ambas caras están re-
cubiertas de engobe, generalmente mate y con 
tonos parecidos al color de la pasta.
Por lo que se reiere a la difusión de las produc-
ciones focenses tardías, se localizan a lo largo 
del Mediterráneo y costa Atlántica, siguiendo una 
ruta comercial que las llevará a las Islas Británi-
cas. En el caso concreto de la Península Ibérica, 
el panorama ha cambiado considerablemente en 
las dos últimas décadas, desde las primeras con-
sideraciones sobre su aparición siempre ligada 
a lugares costeros y zonas próximas de carác-
ter generalmente urbano (Járrega Domínguez, 
1991), a su expansión hacia ámbitos también ru-
rales, tal y como se observa en el área catalana 
(Járrega Domínguez, 2010 b). Es más, su apa-
rición ha llegado a constatarse en lugares cla-
ramente interiores, como Segobriga, (Cuenca), 
donde hace ya varios años se localizó un con-
junto de material oriental (Late Roma C y Late 
Roman E/D) recuperado en el transcurso de las 
campañas de 1998 y 2001 y cuya datación se 
sitúa entre el siglo V-inales del VI d.C. (Sanfeliu 
Lozano, 20009).
 
En el marco bético, los estudios de J. A. de la 
Sierra ya localizaban hace años algunos ejem-
plares en varios puntos de la costa gaditana, 
el área hispalense, la propia Córdoba y otros 
puntos del Valle del Guadalquivir (Alonso de la 
9. “La existencia en un yacimiento de la meseta, 
como es Segobriga, durante los siglos V-VI d.C. de 
importaciones africanas, de cerámicas narbonen-
ses y, en menor medida, de productos orientales 
que serían comercialmente subsidiarios de los pri-
meros, es un punto a favor a la hora de desmentir la 
idea de que los contactos económicos entre el área 
del interior de la península Ibérica y la costa medi-
terránea en la tardoantigüedad eran prácticamente 
nulos. Incluso en pleno siglo VI los enfrentamientos 
entre la Hispania visigoda y labizantina no forzaron 
el aislamiento comercial entre ambas zonas (Gutié-
rrez, 1998a, p. 183; 1998b, p. 558)” (Sanfeliu Loza-
no: 2000, 321).
154
Sierra, 1994; 1995; 1998). No obstante, las úl-
timas investigaciones han proporcionado una 
considerable concentración de este tipo cerá-
mico en contextos tardíos hispalenses, donde 
se han localizado en varios puntos de la capi-
tal, caso de Plaza de la Pescadería (Maestre et 
al., 2010; Vázquez y García, 2011). En el área 
malacitana se conocen ya desde hace años (Se-
rrano Ramos, 1997-1998) y más recientemente 
se han documentado en áreas interiores de esta 
última, caso de la ciudad de acinipo (Ronda), 
donde aparecen en contextos de relleno o des-
trucción de las termas, relacionándose con una 
Fase VI de Recuperación II de estas estructuras, 
si bien no se indica el tipo formal documentado 
(Castaño y Nieto, Coords, 2009). Igualmente en 
el territorio onubense, su presencia se detecta 
básicamente en los establecimientos costeros 
(Campos et al., 1999; Campos et al., 2013), así 
como en villae rusticae de la Tierra Llana (Pérez 
Macías, 2010; Vidal et al., 2008; 2010). 
 
En el resto de la Península Ibérica, en el área 
cantábrica se conocen ya desde los años noven-
ta (Fernández et al., 1992), así como en el área 
Balear, concretamente en la Cisterna de la villa 
Sa Mesquida en Mallorca, donde destaca sobre-
manera la presencia de formas Hayes 1 y 2 y por 
el contrario la ausencia de la forma más extendi-
da, la Hayes 3 (Orila y Cau, 1994). Las últimas 
investigaciones están advirtiendo estas produc-
ciones en Vigo (Fernández Fernández, 2010), y 
en el Noreste, en diversos puntos del conventus 
Tarraconensis, tales como Barcino, Tarraco, Em-
puriés, Cartagena, etc. (González López, 2007). 
En zonas interiores, destaca su presencia en 
caesaraugusta (Paz Peralta, 1991). Igualmen-
te destacable es su documentación en el área 
atlántica lusitana, donde son de importancia los 
registros de Chãos Salgados, Santiago do Ca-
cem - Mirobriga- (Quaresma, 1999 a, b; 2008; 
2011), de Bracara augusta (Quaresma, 2012), 
de la Oicina Salga 1 de Tróia (Miranda, 2010) 
o del Municipio Olisiponense (Melim de Sousa, 
2001). 
La llegada más regular de la late roman c 
se relacionó en un principio con una cierta de-
cadencia de los talleres de claras o africanas 
tras la implantación del reino vándalo en África 
en 429. Ello explicaría el auge en occidente de 
esta producción a partir de ese momento (entre 
otros: Gutiérrez Lloret, 1998, 557). Actualmente 
dicha teoría ha sido desestimada, hablándose 
de la intervención de varios factores, además de 
disponer del dato que indica cómo a inicios del 
siglo V había una gran demanda del servicio de 
mesa focense en Constantinopla, lo cual podría 
haber dado un impulso importante a la produc-
ción (Martin, 1998, 117). 
En lo que se reiere a su momento inal, existe 
cierta controversia sobre los motivos que provo-
caron el cese de su producción e incluso llega-
da al Mediterráneo Occidental10. Según X. Nieto 
Prieto (1984, 547), la irrupción bizantina en la 
costa sudeste habría producido alteraciones en 
las relaciones comerciales y tanto la recepción de 
este tipo como la de los africanos no se habría 
reemprendido tras la expulsión de los orientales 
en 624 por parte de Suintila. R. Méndez, que ha 
analizado este tipo en carthago Spartaria (Mén-
dez Ortiz, 1983-1984, 156), ha determinado que 
las vajillas focenses habrían llegado durante el 
último cuarto del siglo V, su gran momento sería 
la primera mitad del siguiente y su inal, hacia ini-
cios del siglo VII, una vez los visigodos expulsan 
a los bizantinos y arrasan la ciudad (también: Ra-
mallo et al. 1997, 215). Estudios posteriores han 
determinado un importante dinamismo comercial 
en la capital de una provincia imperial autónoma 
respecto a la del norte de África, traducido en 
una notable presencia de materiales importados 
(Murcia y Guillermo, 2003, 215). De este modo, 
se produciría en Cartagena una luidez en los in-
tercambios que conllevaría la llegada de vajillas 
10. Para el caso malacitano, las producciones tardías 
de Focea representadas son las formas Hayes 3, 4,5, 
6? y 10, con especial predominio de la forma 3 so-
bre las otras, hecho que se repite en otros muchos 
lugares. Este material permite hablar de un comercio 
con el Este a partir de la segunda mitad del siglo V, 
durante todo el siglo VI e incluso comienzos del VII. 
Para E. Serrano Ramos la presencia de TSFt tendría-
mos que relacionarla con la importación de produc-
tos alimenticios, de los que se van conociendo cada 
vez mejor sus envases: ánforas de Antioquia como la 
Keay Llll, la Keay LIV, vinaria y procedente de Gaza 
y la Keay LXV, vinaria de procedencia Egea. Así pues, 
la presencia de TSFt en las costas malacitanas po-
dría relacionarse con el comercio de caldos orientales 
(1997-1998, 177-178).
155
africanas y orientales hasta el abandono de los 
ejércitos imperiales, un tráico que no se docu-
menta posteriormente, más que por este hecho, 
por el retraimiento del hábitat producido por una 
destrucción casi total. Y es que para otros autores 
la ocupación bizantina no comportaría el cese de 
las importaciones en general, ya que se siguen 
documentando todos estos productos durante 
la segunda mitad del siglo VI. De hecho se ha 
pensado que, al igual que en Cartagena, la do-
minación imperial habría favorecido, tanto en el 
sudeste como en otros puntos litorales mediterrá-
neos, un cierto auge o impulso económico en un 
momento en el que las zonas rurales del interior 
de la Península iban haciéndose cada vez más 
autosuicientes (Manzano Moreno, 2003, 549). 
En cualquier caso, el cese de las importaciones 
de vajilla focense desde mediados del siglo VI se 
entiende como un proceso paulatino de cambio 
en la concepción del mobiliario cerámico más que 
una consecuencia directa relacionada con “cual-
quier acontecimiento político como el del desem-
barco, establecimiento y posterior abandono bi-
zantino del sudeste peninsular” (González López, 
2007, 232). En parecidos términos se expresa 
más recientemente Járrega Domínguez (2010, a 
y b) para valorar la presencia de cerámicas orien-
tales en el Mediterráneo Occidental, que no ha de 
ser relacionada necesariamente con un “obliga-
do cese de importaciones africanas, ni debido a 
la presencia Vándala del siglo V, ni tampoco a la 
presión Bizantina del siglo VI, en el caso concreto 
del noreste peninsular”11 . 
11. "Después de la conquista bizantina del Sudeste de 
Hispania en el año 552, se ha sugerido que el comer-
cio y, en concreto, la llegada de la cerámica africana a las zonas bajo dominio visigodo experimentó diiculta-
des debido a la rivalidad entre visigodos y bizantinos 
que mencionan las fuentes escritas; por esta razón, 
se ha sugerido que como resultado se produjo un total 
corte de las importaciones africanas en las áreas cos-
teras hispánicas al Norte de la provincia bizantina. Sin 
embargo, sabemos hoy que esta hipótesis es inco-
rrecta. En todo caso, sí que podría haberse producido 
una disminución en el volumen de las importaciones, 
pero no una ruptura total de las mismas. Como avan-
zamos ya hace algunos años, la evidencia conside-
rada permite demostrar que, en contra de lo que se había asumido, no existió ningún corte en la difusión 
de la cerámica africana en el Nordeste de la Penínsu-
la ni con la conquista de Cartago por los bizantinos en 
534 ni cuando éstos ocuparon una parte de Hispania" 
(Járrega Domínguez, 2010 b, 172).
Con respecto a la Terra Sigillata Africana, la pro-
ducción bibliografía al respecto es cuantiosa12, 
al ser uno de los fósiles guía más signiicativos 
de las relaciones peninsulares con el Norte de 
África desde mediados del siglo I d.C. Centrán-
donos en el ámbito bético más cercano, a su 
presencia tradicional en las cetariae onuben-
ses, gaditanas,o malacitanas13 hay que sumar 
su reciente valoración en contextos interiores, 
caso del Cordubense, donde aunque se co-
nocen desde hace dos décadas (Alonso de la 
Sierra, 1995), las más recientes excavaciones 
realizadas en el Teatro de colonia Patricia han 
permitido valorar la importancia de las cerámicas 
africanas en este contexto interior, tanto las que 
se importan directamente desde los lugares de 
producción como las que se imitarán en los alfa-
res cordubenses desde el siglo II d.C. (Monterro-
so Checa, 2002; 200514), o las de la Nova urbs 
italicense (Román Domínguez, 2010) e incluso 
los contextos de Hispalis. En este último caso, 
además de los registros tardíos de Plaza de la 
Pescadería a los que ya hemos aludido, conta-
mos con el material procedente de la actuación 
arqueológica del Antiguo Mercado de la Encar-
nación de Sevilla (García Vargas, 2007; Amores 
et al., 2007). Así, en el contexto de reforma de la 
Casa de las Basas y construcción de la iglesia 
(alrededor del año 500 d.C.) y en los niveles de 
destrucción del conjunto eclesiástico y domés-
tico anejo (en torno a la primera mitad del siglo 
VI d.C) fue recuperado un importante conjunto 
cerámico, en el que destaca la Sigillata Africana 
12. Una síntesis para la Península Ibérica en Serra-
no Ramos, 2005 a. Para una visión de conjunto en el 
Mediterráneo Occidental: L. Caballero Zoreda (1966). 
Igualmente y para las producciones de TSA D en la 
Península Ibérica vide Aquilué Abadías (2004).
13. Un estudio historiográico para el área malagueña 
en la Tesis Doctoral de M. I. Torres Blanco (2003).
14. Con objeto de no cargar en exceso el texto de re-ferencias bibliográicas, remitimos a la monografía de 
J. A. Monterroso Checa (2005, 27-32) para obtener 
una visión de conjunto sobre las principales referen-
cias acerca de los estudios de cerámicas africanas 
realizados hasta ese momento en el área cordobe-
sa, caso, entre otros del Criptopórtico de Cercadilla. 
Igualmente interesante es el apartado sobre las imita-
ciones de estas producciones, que el autor denomina 
como Terra Sigillata Bética y (T.S.B) y Cerámica de Cocina, donde releja los testimonios localizados tanto 
en el Valle Medio del Guadalquivir como en otras zo-
nas de Hispania (2005, 137-146). 
156
en sus formas, Hayes 67, 91 B/C, 99A y 104A. 
En conclusión, se evidencia que el contexto de 
inales del siglo V y principios del VI d.C. en His-
palis muestra en primer lugar, un predominio de 
importaciones de vajillas de mesa africanas y en 
segundo, ánforas provenientes en mayor núme-
ro del comercio hispano, destacando las de ori-
gen bético y lusitano para el envasado de aceite 
y salazones, y en menor número importaciones 
tanto del Mediterráneo oriental, norte de África 
e Italia (Amores et al., 2007). Con todo, estos 
registros han permitido la valoración de la ciudad 
tardoantigua, cambiando el punto de vista de la 
historiografía tradicional que había considera-
do “al período tardoantiguo como una suerte de 
degeneración del momento clásico, consignán-
dosele un lugar residual dentro de los trabajos 
de síntesis general” (Ordóñez y González, 2009, 
75). Como último lugar de referencia cercano, 
cabría mencionar también el centro de emerita 
augusta, donde ya hace más de dos décadas 
A. Vázquez de la Cueva (1985), confeccionaba 
un catálogo de la TSAf encontrada en la ciudad, 
datándose los fragmentos estudiados -más de 
622- entre los siglos I d.C. y V d.C.
III. Propuestas de trabajo
Entendemos que, a pesar de su identiicación y 
catalogación en el marco de las investigaciones 
arqueológicas realizadas desde hace años en el 
marco onubense, existen no obstante, carencias 
signiicativas en la valoración general de estos 
registros cerámicos, no tanto en lo relativo a las 
producciones africanas, que parecen estar mejor 
identiicadas, sino en lo concerniente sobre todo 
a las cerámicas orientales. En este sentido, nos 
gustaría impulsar un conocimiento global sobre 
la repercusión y signiicación de estos productos 
en el territorio onubense, tal y como está ocu-
rriendo, por ejemplo, en el cercano ámbito his-
palense en los últimos años, donde está siendo 
especialmente signiicativa la documentación 
de registros cerámicos conjuntos tanto africa-
nos como orientales con una variedad tipológica 
realmente abrumadora en el primer caso, el de 
las Sigillata Africanas y por el contrario, con una 
reducida especiicidad tipológica en el segundo, 
las Sigillatas Orientales o Focenses Tardías, tal 
y como se viene observando en ese último caso 
también en el ámbito onubense, especialmente 
en la villa de La Almagra, en el hinterland de la 
capital onubense (Vidal, et al., 2008; 2010) y en 
otras de la Campiña, donde las prospecciones 
de supericie (Pérez Macías, 2004 a, b, 2010) 
han localizado estos registros con bastante pro-
fusión en comparación con otras áreas situadas 
en el Andévalo y la Sierra. 
De modo paralelo, querríamos que el territorio 
onubense empezase a ser valorado en los es-
tudios de conjunto sobre estos registros cerámi-
cos, donde es prácticamente nula la presencia 
del mismo en los repertorios, catálogos o síntesis 
generales de ámbito hispánico. En este sentido 
son varias las hipótesis que querríamos contras-
tar para elaborar una síntesis sobre la cuestión 
que relacione a un tiempo, la línea de la Arqueo-
logía de la Producción, en lo que se reiere tanto 
a las cuestiones vinculadas de modo directo con 
la elaboración in situ, es decir, la posible imita-
ción de ciertos tipos cerámicos, especialmente 
africanos, como su comercialización, así como 
la Línea Cronológica que evalúe tanto el período 
romano como su epílogo en la Tardo Antigüedad, 
de manera que esta investigación complemente 
tanto en marco temático como crono-cultural las 
investigaciones que se llevan a cabo por parte 
del grupo “VRBANITAS. Arqueología y Patrimo-
nio” en el que se enmarca nuestra actividad.
Así, partiendo del corpus documental elaborado, 
que obviamente ha de ser implementado cons-
tantemente con nuevas aportaciones conforme 
vayan avanzando las investigaciones, plantea-
mos una serie de temas prioritarios a desarrollar 
a medio y largo plazo: 
* Las importaciones de Terra Sigillata Africana, 
especialmente en el litoral, ¿se realizan de forma 
directa con los centros productores (Byzacena, 
Túnez Central y Septentrional), o por el contra-
rio, existe algún tipo de escala intermedia, caso 
de la lusitana, tal y como parecen estar poniendo 
de maniiesto las últimas investigaciones sobre 
la producción y circulación anfórica tardía en el 
territorio onubense (O’Kelly, 2012). En este sen-
tido, la intervención llevada a cabo en el com-
plejo industrial de salazones de Lagos, en la 
costa occidental del Algarve portugués (Ramos 
157
y Almeida, 2005; Ramos et al., 2006), ha permi-
tido la identiicación de algún ejemplar anfórico 
procedente de alfares onubenses, caso del co-
nocido como La Orden (O’Kelly, 2012)15. La ac-
tividad de esta factoría se inicia en el siglo I d.C. 
perdurando hasta inicios/mediados del siglo VI 
d.C., presenta una segunda fase de uso y aban-
dono deinitivo que se sitúa entre inicios del siglo 
V y la primera mitad de la siguiente centuria, con 
predominio de ánforas lusitanas (Almagro 50, 
51C y 51A-B), formas de mesa africanas (Hayes 
50, 61, 87, 91C, 99, 104A) y focenses (Hayes 
3 C/D/F), junto a cerámicas comunes mayorita-
riamente de origen local/regional (Ramos et al., 
2007). 
* ¿Existe algún criterio a partir del cual se eligen 
determinadas formas de mesa para proceder a 
su imitación, dentro del repertorio común? En 
este punto estaríamos hablando por ejemplo de 
imitaciones de Sigillatas Africanas e incluso de 
“Comunes Africanas”, en este último caso, do-
cumentadas en el área de la ciudad de arucci 
(O’Kelly, 2008, 349). Pero igualmente, hemos de 
reseñar como durante las últimasprospecciones 
arqueológicas que se están desarrollando en el 
término municipal de San Juan del Puerto (Huel-
va) y que aún se encuentran en fase de campo, 
ya están siendo documentados ejemplares co-
munes que imitan la Terra Sigillata Africana Tar-
día, por ejemplo a través de la forma Hayes 7616. 
15. “Entre el material anfórico recuperado los autores 
mencionan varios ejemplares de difícil adscripción ti-
pológica, entre los que se encuentra una pieza que 
algunos investigadores relacionan con la producción 
del alfar de La Orden (García y Bernal, 2008). Esta 
cetaria se abandonaría en un momento impreciso en-
tre inicios/mediados del siglo VI d.C., lo que se con-
trapone con la idea tradicional que situaba el inal de 
estas industrias en el siglo V d.C., relacionándose con 
la inestabilidad y la decadencia general del comercio 
y la economía tras el inicio de las invasiones bárbaras 
y la caída del Imperio romano. A pesar de ello, los pro-
ductos podían seguir siendo fabricados, no industrial-
mente sino con un carácter de consumo local/regional 
(Ramos, Laço, Almeida y Viegas, 2007), como vemos 
en la costa lusitana con los datos del horno III de Mar-
tinhal (Silva, Coelho-Soares y Correia, 1990), y cen-
tros piscícolas de Luz (Parreira, 1997), Loulé Velho 
(Edmonson, 1987) y Quinta do Marim (Silva, Soares y 
Coelho-Soares, 1992)” (O’Kelly Sendrós, 2012).
16 Desde estas páginas queremos agradecer al prof. 
Campos Carrasco, director cientíico del proyecto de 
prospección que nos haya permitido incluir esta infor-
mación aún inédita en este trabajo. 
Figura 7. Formas de Terra Sigillata africana no 
documentadas en centros costeros.
* ¿Por qué al área del Andévalo y la Sierra 
llegan sólo algunas formas de la gran variedad 
de Sigillata Africana que se documenta en la 
Costa y la Campiña? Obviamente el proceso 
de distribución entre el litoral y el interior del 
territorio provocaría una disminución en la 
variedad formal conforme aumenta la distancia, 
pero no obstante, es ciertamente limitada la 
llegada de los productos africanos a la zona 
norte en relación con todos los que arriban al 
litoral para un mismo momento cronológico 
como por ejemplo el altoimperial. En sentido 
inverso, cabría plantearse otra cuestión no 
menos interesante ¿desde dónde están llegando 
hacia el interior de este territorio formas que, en 
principio y según el material consultado, no se 
documentan en los centros costeros? Tal sería 
el caso de las Hayes 3C (campiña/sierra), 6 
(campiña/sierra), 14 A/B (sierra), 16 (Andévalo), 
23 B (campiña/Andévalo), 31 (sierra), 44 (sierra), 
59 A (sierra) y 69 (campiña/sierra) (igura 7). 
Cabría pensar que por ejemplo pudiesen llegar 
por ejemplo de un importante centro distribuidor 
como emerita augusta, tal y como ocurre en 
el caso de las importaciones de Terra Sigillata 
Hispánica o de las Paredes Finas en la ciudad 
de arucci (Delgado Aguilar, 2008).
* En relación con la cuestión anterior, también 
nos gustaría profundizar con detenimiento en 
158
Figura 8. conjunto de Terra Sigillata Focense 
Tardía (Hayes, 3) procedente de la villa de 
la almagra (Huelva).
los repertorios formales que se documentan en 
cada uno de estos ámbitos para poder conirmar 
la hipótesis del retroceso de formas propias de 
ines del siglo II y comienzos del siglo III en los 
establecimientos costeros, ligado a un aconte-
cimiento natural, un posible tsunami avanzado 
ya en otras publicaciones por parte del Prof. J. 
Campos y nosotros mismos (Vidal y Campos, 
2008). Este retroceso no afecta únicamente al 
repertorio de Terra Sigillata sino que parece do-
cumentarse igualmente en el repertorio anfórico.
* ¿Cuál es el canal de distribución de las Ce-
rámicas orientales ya en época tardía? En este 
sentido manejamos dos posibles hipótesis, la 
de su llegada terrestre a través del punto de 
Hispalis, o bien su llegada directa al Puerto de 
onoba, en cuyo caso, y aunque así lo había-
mos valorado en ocasiones anteriores, resulta 
altamente llamativa su ausencia en los regis-
tros arqueológicos de la capital onubense. No 
obstante, en relación con esto último no des-
cartamos que realmente hayan podido pasar 
desapercibidas y ser catalogadas de algún otro 
modo, para lo cual nos resultaría imprescindi-
ble la revisión de los materiales procedentes 
de las intervenciones realizadas en el casco 
urbano durante las últimas décadas. Igualmen-
te nos ha resultado extraño no haberlas docu-
mentado tampoco en otros centros urbanos de 
época romana que se mantienen durante el pe-
riodo tardoantiguo caso de ilipla o ituci, cues-
tión sobre la que nos gustaría profundizar, para 
poder establecer, llegado el caso, la causa de 
esta ausencia. 
V. Consideraciones inales
Con todo y a partir de lo dicho hasta el momen-
to, establecemos a continuación una serie de 
avances o valoraciones sobre algunos de los 
temas que han sido tratados a lo largo de estas 
páginas y que lógicamente habrán de ser abor-
dadas con mayor detenimiento en posteriores 
trabajos: 
- SOBRE LA PROCEDENCIA DE ESTOS RE-
GISTROS. En trabajos anteriores, nos hemos 
decantado por relacionar la presencia de algu-
nos registros tardíos -caso de la late roman c 
o Sigillata Oriental- con la actividad comercial 
ejercida desde el puerto atlántico de onoba. 
Sin embargo, la intensiicación de las activida-
des en el ámbito hispalense y las similitudes 
observadas en los registros de Hispalis (don-
de a pesar de no incluirse entre las posesiones 
de los milites bizantinos sensu stricto, ésta no 
escapó a la inlucencia oriental, tal y como de-
jan traslucir la documentación textual como la 
arqueológica) y onoba nos está haciendo plan-
tear como hipótesis la idea de que realmente 
la llegada de estos productos a tierras onuben-
ses pueda haberse producido vía terrestre, y no 
necesariamente vía marítima. Ello podría verse 
corroborado por el hecho de la concentración 
de estos registros en asentamientos de la cam-
piña (igura 8). Igualmente nos ha llamado la 
atención la ausencia de estas cerámicas en 
los registros de los centros urbanos, caso de 
la propia onoba, e ilipla, al igual que en ituci, 
aunque claro está, en este último caso las inter-
venciones arqueológicas se han ceñido a pros-
pecciones supericiales y análisis paramenta-
les y topográicos, sin que se disponga de un 
registro estratigráico completo. En lo que se 
reiere a las cerámicas africanas, nos interesa 
valorar igualmente hasta qué punto algunas for-
mas concretas localizadas son importaciones 
directas o por el contrario posibles imitaciones 
de éstas realizadas en los alfares onubenses, 
del mismo modo que se ha observado para 
el Valle Medio del Guadalquivir a través de la 
denominada Terra Sigillata Betica (Monterroso 
159
Checa, 2005). Obviamente en este momento 
no estamos en disposición de adoptar esta no-
menclatura para el área onubense pero lo que 
sí es cierto es que estas imitaciones se pueden 
llevar a cabo reproduciéndose como sigillatas 
o incluso llegar a producir en cerámica común 
formas de Sigillata Africana e incluso Cerámi-
cas de Cocina, “Comunes Africanas”, sobre lo 
cual ya existen valoraciones para el conjunto de 
la Península Ibérica, gracias a los trabajos de 
X. Aquilué (2008) y muy recientemente de L.C. 
Juan Tovar (2012).
- ACERCA DE LA VALORACIÓN DE LA POSI-
BLE ENTRADA DE ESTE ÁMBITO BAJO LA 
ÓRBITA BIZANTINA17. Cuando empleamos el 
término “órbita” lo hacemos en principio bajo un 
sentido básicamente material/comercial, y no 
esencialmente militar que se identiicaría con la 
consiguiente presencia y asentamiento de mi-
lites con el objetivo de la anexión territorial de 
este espacio al Imperio Bizantino Peninsular del 
siglo VI. Esta, llamémosle, “inluencia o contacto” 
con el mundo bizantino se concentraría en prin-
17. Sobre la situación de la provincia Baetica ante 
la presencia Bizantina, J. Vizcaíno Sánchez(2009, 
138) establece los límites del dominio bizantino 
del siguiente modo: "… Spania acabaría en la ac-
tal zona gaditana, donde se enclavan las ciudades 
de asido y Sagontia. Hacia el norte, se plantea la 
adscripción bizantina de astigi, egabrum o iliberris, 
que, no obstantem debieron pasar pronto a territo-
rio visigodo. Más claro se dibuja el dominio bizan-
tino hacia el sur, donde el bastion fundamental es 
Málaca". No obstante, estas líneas no parecen ser 
tan férreas ni diferenciadoras de espacios, tal y 
como expresa el mismo autor referido unas líneas 
después “.. Por nuestra parte, si bien compartimos 
la opinión de ceñir el dominio bizantino a la fran-
ja costera, creemos que tales ámbitos se diluyen, 
ante una circulación más abierta de las inluencias” 
(Id, 139). Así fuera de los focos centrales del Es-
trecho, con Septem a la cabeza y Malaca, habría 
que pensar en “un dominio inestable, no continuo, 
residiendo buena parte de las comunicaciones en 
la navegación de cabotaje. Su liquidación supondrá 
un paso más en la visigotización que el territorio va 
experimentando ya desde inales del siglo V, y, so-
bre todo, el reinado de Teudis, en el sentido no ya 
de aportes demográicos signiicativos, sino de un 
aumento de la signiicación política de la nobleza 
goda y de la reestructuración de una serie de con-
dados. el mismo proceso, por lo demás, transcurre 
en un escenario en el que el endurecimiento de las 
condiciones de vida, sobre todo en el medio rural, 
generará un malestar que en último término facilitó 
la invasión islámica” (Id: 139).
cipio en la Campiña, con su posible basculación 
en torno al asentamiento de Los Bojeos y no de 
la sede ciudadana y Episcopal que era Niebla 
(elepla). No basamos para estas apreciaciones 
en indicadores de carácter cerámico, caso de 
las Terra Sigillata Focense Tardías, que se docu-
mentan precisamente en villae campiñesas, sin 
que por el momento hayamos encontrado rastro 
de éstas en los núcleos urbanos, onoba, ilipla 
o ituci que van a permanecer ocupados durante 
la Tardo Antigüedad hasta llegar al dominio An-
dalusí. 
La dualidad del ajuar procedente de los talleres 
del norte de África, ya bajo el dominio bizanti-
no y de productos del Mediterráneo oriental es 
típica de los yacimientos asociados al dominio 
bizantino, tal y como parece documentarse en la 
propia Cartago (Blázquez Martínez, 2002; 2003) 
o Ceuta (Bernal y Pérez, 2000). En este sentido, 
conforme están avanzando en nuestro ámbito 
las investigaciones en el campo de la Arqueolo-
gía de la Producción se está haciendo evidente, 
entre otras muchas cuestiones, la presencia de 
formas anfóricas orientales (O’Kelly et al., 2013), 
además de vajilla de mesa (Terra Sigillata Fo-
cense Tardía, Late Roman C), compartiendo 
contextos arqueológicos con formas de Terra Si-
gillata africana tardía (Hayes 60 y en adelante). 
Paralelamente, las investigaciones arqueológi-
cas relativas a la presencia bizantina en la Pe-
nínsula Ibérica están matizando las tradicionales 
ideas que hacían netamente diferentes las zo-
nas de presencia bizantina y las del área costera 
visigoda, en función principalmente del cese de 
las importaciones en la Tarraconense que se su-
ponía motivada por la rivalidad entre visigodos y 
bizantinos. 
Así pues, actualmente parece que la diferencia-
ción entre ambas áreas se basaría no tanto en la 
composición de sus depósitos cerámicos, como 
en la cantidad en la que aparecen diferentes for-
mas cerámicas, lo cual redundaría en diferentes 
ritmos en la intensidad de las importaciones afri-
canas en uno y otro ámbito. De modo que a partir 
de la consideración de los depósitos cerámicos 
no se puede mantener la idea de una frontera 
comercial entre bizantinos y visigodos, siendo 
así que política y comercio parecen seguir ritmos 
160
distintos18. Con todo, en última instancia parece 
que la diferenciación última radicaría en la voca-
ción económica de ambos focos, de modo que el 
ámbito bizantino parece mantener una activa im-
portación que suple una tenue vocación produc-
tiva, mientras que en la zona visigoda se da la si-
tuación inversa, fruto de una imbricación menos 
intensa en el mercado mediterráneo. Aunque no 
deja de ser menos cierto que el predominio afri-
cano que caracteriza a los depósitos cerámicos 
de este momento parece acentuarse en las zo-
nas que escapan al control bizantino, al parecer 
el único garante de un suministro regular, si bien 
modesto, de los productos orientales. 
Para el marco onubense y aunque en principio 
se descarta por completo, en oposición a la con-
sideración inicial de P. Goubert (1946) la perte-
nencia de la ciudad de ilipla/elepla al dominio 
imperial bizantino19 (Vizcaíno Sánchez, 2009: 
139-140), ello no debe impedir poder considerar 
que sí debió participar de una Koiné comercial 
debido a su situación, cercana al foco gaditano, 
hispalense y en última instancia, en conexión 
con el Atlántico. Así, nuestra propuesta es la de 
rastrear hasta qué punto, y a pesar del posicio-
namiento religioso visigodo de esta ciudad –se 
documenta la existencia de su obispado ya en 
el siglo V (509) a través de la lápida funeraria 
de Vincomalos (González Fernández, 2004: 61) 
y posteriormente por su suscripción como sede 
episcopal del III Concilio de Toledo y el I Con-
cilio de Sevilla (590)- el área onubense pudo 
haber mantenido luidas relaciones con los focos 
bizantinos tradicionalmente considerados en el 
sur hispano, esto es el ámbito gaditano, con su 
18. En opinión de J. Vizcaíno (2009, 602) la diferencia 
fundamental entre la Spania bizantina y los dominios 
costeros del reino de Toledo radicaría en la drástica disminución que en estos últimos experimenta el re-
pertorio tipológico de vajilla de mesa en Terra Sigillata 
Africana D frente a momentos precedentes, reducción 
que no parece afectar del mismo modo a las ánforas 
que siguen llegando con una variedad y abundancia 
no tan diferentes. A ello se suma el hecho de que 
en ambos dominios políticos parece observarse una 
práctica desaparición de las cerámicas africanas de 
cocina, que son sustituidas por producciones toscas 
realizadas a torno lento o a mano.
19. “..Cependant Elipla a pu être conquise par les By-zantins, lorsque ceux-ci, autour d'Ossonoba, à la in 
du VIe siècle ou au début du VIIe, consolidèrent leurs 
positions…” (Goubert, 1946, 95). 
epicentro en la africana Septem, y en menor me-
dida el foco malacitano. 
Para poder valorar esta cuestión deberíamos 
realizar detenidamente comparaciones entre los 
depósitos propios de la Spania Bizantina (caso 
de Cartagena, Málaga, Algeciras, Ceuta o Alcu-
dia (Mallorca) -especialmente en lo relativo a los 
porcentajes y tipos de vajilla de Mesa Africana y 
los del área onubense, para poder calibrar hasta 
qué punto y partiendo, no obstante, de la ads-
cripción visigoda de la diócesis iliplense, el terri-
torio pudo sentir la inluencia de lo bizantino en 
el ámbito comercial.
- RESPECTO A LA POSIBLE EXISTENCIA DE 
ÁREAS PRODUCTIVAS QUE PUEDAN HABER 
REALIZADO IMITACIONES iN SiTu DE ESTOS 
TIPOS CERÁMICOS IMPORTADOS. Para ello 
partimos de la existencia de algunas formas de 
Terra Sigillata Africana (caso de las Hayes 50) 
cuyo barniz no responde a las típicas produccio-
nes de color anaranjado norteafricanas (igura 9) 
e incluso las hemos localizado con el borde ahu-
mado y un barniz ciertamente oscuro y de carác-
ter menos plástico que el habitual en estas pro-
ducciones (igura 10, a). Otras presentan trazos 
blanquecinos en la supericie exterior (igura 10, 
b), e incluso creemos haber localizado una imi-
tación de fondo de Africana A Hayes 15 (Figura 
10, c) En cualquier caso, no nos aventuramos, 
únicamente con un análisis visual, a determinar 
estas posibles imitaciones o “producciones lo-
cales”, ya que reconocemos la enorme variabi-
lidad de terminaciones que puede derivarse de 
Figura9. Terra Sigillata africana, c (Hayes 50) 
procedente de la villa de la almagra (Huelva).
161
los diferentes talleres en el África Proconsular. 
Con todo, no podemos dejar de lado tampoco 
las imitaciones en cerámica común de algunas 
formas de Terra Sigillata Africana y de Comunes 
Africanas, especialmente en puntos de la Tierra 
Llana y de la Sierra a las que ya hemos aludido 
en párrafos anteriores. 
 
En última instancia, y siendo conscientes de que 
el trabajo está en un estadio inicial, nuestra in-
tención es la de constatar las claves funcionales 
y productivas de asentamientos vinculados bien 
con la importación, bien con la posible produc-
ción in situ de estos tipos cerámicos, como re-
lejo del establecimiento de contactos con otros 
lugares tanto cercanos como, en su caso, extra 
peninsulares. Como síntesis de todo ello, y cen-
trándonos de lleno en los registros tardíos nues-
tra intención inal es la revalorización del hori-
zonte tardoantiguo en el territorio onubense, tal 
y como está siendo abordado en otros puntos de 
la Baetica y del marco hispánico en general.
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ahumado; b) Hayes 18 con trazos blanquecinos al exterior; c.) Fragmento de pie de posible imitación de 
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