Logo Studenta

La_literatura_nahuatl_como_literatura_he

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Correa, 1
Correa 16
La literatura náhuatl como literatura heterogénea y transcultural
Francisco Correa
Así ocurrió,
Ya es abandonada el agua, el monte, la ciudad.
En México el humo se levanta,
la niebla se extiende,
es tu obra, Dador de la vida.
Cantares Mexicanos
 
En el 2019 se cumplieron 500 años de la llegada de Hernán Cortés a tierras mexicanas y, con ello, el inicio del proceso de conquista y colonización del más poderoso imperio mesoamericano: el mexica. Sirva este breve acercamiento textual como una manera de reinterpretar ese proceso a la luz de la historia y la literatura, y de darle nueva vigencia a las voces que relataron estos hechos. 
En este trabajo realizaré una aproximación a los textos nahuas que hablan sobre la conquista de Tenochtitlan, particularmente a aquellos que conocemos gracias a la enorme labor de algunos de los frailes españoles que, con voluntad humanista, recopilaron y organizaron las voces y los escritos indígenas. Intentaré acercarme a esos textos bajo un lente histórico, con el auspicio de dos autoridades en la materia: el padre Ángel María Garibay y don Miguel León Portilla; con la reserva de que ambos autores deben ser considerados como mediadores de las literaturas indígenas. Asimismo, procuraré argumentar por qué podemos considerar a esta particular producción indígena como un proceso de transculturación, según lo plantea Ángel Rama; y al mismo tiempo como una literatura heterogénea, tal como ha propuesto esta categoría Antonio Cornejo Polar.
Parto, sin embargo, de un enorme riesgo. En su publicación “Sobre el concepto de heterogeneidad: Respuesta a Roberto Paoli”, Cornejo Polar afirma explícitamente que: 
Mi tema es la literatura indigenista, y, por consiguiente, mis afirmaciones no pueden extenderse ni al universo indígena real, ni a las ciencias sociales que lo estudian, ni a las acciones políticas que tienen relación con él. (87)
A primera vista, pareciera ser éste un punto de inflexión en la presente investigación, pues el tema que estoy proponiendo abordar, a saber, la producción literaria náhuatl relativa a la conquista es, en sí misma, parte del “universo indígena real”. No obstante, y será ésta mi argumentación central más adelante, las características particulares de los textos indígenas de la conquista sí corresponden con la visión de heterogeneidad del propio Cornejo Polar ya que en dichos textos confluyen dos sistemas socioculturales distintos: el español y el mesoamericano.
Comencemos así por definir nuestro marco sociohistórico, pues “[...] cualquier reflexión sobre la literatura latinoamericana, o sobre las literaturas regionales y nacionales que la constituyen, tiene que referirse sustancialmente al proceso histórico-social del que forman parte” (Cornejo, “La literatura latinoamericana…” 124). En este sentido, es innegable que los pueblos nahuas se encuentran inmersos en un mismo curso histórico, por lo que su producción literaria es dialéctica: por un lado, atiende los requerimientos de dicho curso histórico, y por el otro lado, éste mismo lo constituye.
Visto así, el proceso de conquista militar, que va de 1519 y termina con la toma del último reducto mexica en Tlatelolco el 13 de agosto de 1521, inicia lo que Garibay, en su Épica náhuatl, denomina como el “trauma de la conquista” (19). Los sucesos que ocurrieron, así como las experiencias de los guerreros y civiles indígenas que participaron directa o indirectamente en ellos, fueron preservados de distintas maneras. Mayoritariamente quedaron estos sucesos grabados en la memoria y la tradición oral de los pueblos nahuas; y en menor medida, en los textos pictográficos conocidos como códices.
Valga puntualizar, aunque considero que el lector lo habrá ya entendido, que no utilizaré aquí las crónicas españolas sobre la conquista. Crónicas como las de Bernal Díaz del Castillo, Gonzalo Fernández de Oviedo o el propio Hernán Cortés. Crónicas, también, que son a las que se refiere Cornejo Polar cuando hace su investigación sobre la conquista del imperio inca, y de las que termina afirmando que son éstas ejemplo idóneo de lo que denomina literatura heterogénea. La razón de esta omisión es muy sencilla: de haberlo hecho así, esta investigación hubiera distado muy poco de la que Cornejo Polar ya realizó en Escribir en el aire. Ambas, la conquista española de Tenochtitlan y la conquista española del Perú, fueron narradas por sus conquistadores. Empero, lo que intento demostrar aquí es que, en el caso de Tenochtitlan, hubo una narración desde el conquistado y que esta narración posee también un valor literario que, además, puede ser capaz de ampliar la categorización de heterogeneidad de Cornejo Polar y de ejemplificar los procesos de transculturación de Ángel Rama.
Así entonces, me aboco ahora a exponer el proceso de textualización de estas narraciones de la conquista, desde, como ya he dicho, la óptica indígena. Sigo en ello a Miguel León Portilla, cuando en La visión de los vencidos menciona que:
... nos interesan aquí los textos que van a aducirse en cuanto testimonio profundamente humano, de subido valor literario, dejado por quienes sufrieron la máxima tragedia: la de ver destruidos no ya sólo sus ciudades y pueblos, sino los cimientos de su cultura. (XXIII) 
Tómese en cuenta la naturaleza misma de la tradición literaria indígena. Por un lado, su manifiesta textualidad, en donde “Los sistemas de representación azteca y mixteco, distintos de la escritura maya, poseían caracteres o glifos pictográficos, ideográficos y parcialmente fonéticos”. Y por otro lado, los mecanismos de la oralidad, por medio de la cual “... se transmitían y fijaban en la memoria desde tiempos inmemoriales, los cantares divinos, los mitos, las narraciones épicas y otras formas de composición literaria” (León Portilla, “La visión…” 193-195).
Ahora bien, el debate de la tradición oral en lengua náhuatl, como medio de circulación y existencia, ha sido extensamente desarrollado tanto por Garibay como por León Portilla. Valga decir solamente que:
Aun suponiendo que los antiguos mexicanos no hubieran tenido escritura, tenían lengua, tenían mente, tenían corazón. Todo el mundo sabe que la poesía indostánica, como la poesía de la Biblia … fueron conservadas por muchos siglos, a veces milenios en la voluble ondulación de los labios, pero estaban bien aferrados estos documentos en las raíces de la memoria. Así pasó entre nosotros. (Garibay, “Ideales...” 43)
Entendamos que los indígenas nahuas, por obvias razones, antes de la llegada de los españoles no conocían el alfabeto latino y su escritura era pictográfica. Es decir, representaban su lenguaje mediante dibujos y símbolos. Sería a partir del arribo a tierras americanas en 1524 de los doce frailes franciscanos, entre quienes se encontraba fray Toribio de Benavente, mejor conocido como Motolinía, y cinco años después, la llegada de fray Bernardino de Sahagún, que comenzaría una educación del idioma español de manera más amplia que con la presencia de los soldados y aventureros conquistadores.
 	Ocurrió entonces que, a partir de que se comenzaron a recopilar las historias sobre la conquista, éstas fueron plasmadas en la escritura, pero ya en alfabeto latino. Así, hubo indígenas “... que habiendo aprendido el uso del alfabeto europeo, se valieron de él para transcribir en idioma indígena sus tradiciones, poemas, historias y mitos antiguos” (León Portilla, “La visión…” 196). Particularmente los llamados informantes de Sahagún, quienes conocían de manera oral las historias y los cantos de los huehues, es decir de los viejos, o de sus contemporáneos y coterráneos, testigos de la conquista, fueron quienes aportaron esa información, misma que se escribió en idioma náhuatl, pero con alfabeto latino. Uno de esos testimonios de la conquista militar, de profundo realismo trágico, se ve a continuación:
Pero a otros les dieron tajos en los hombros: hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. A aquéllos hieren en los muslos, a éstos en las pantorrillas, a los de más allá en pleno abdomen.Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos. Anhelosos de ponerse en salvo, no hallaban a donde dirigirse. (Sahagún, Historia General…, T. III, p. 511)
No obstante, a pesar de que hubo una gran destrucción de textos indígenas por parte de soldados y de frailes, hubo muchos otros textos que sí se lograron rescatar, ya sea de manera física u oral. Al respecto, dice León Portilla en La visión de los vencidos: 
Pero, en contraste con esta actitud destructora, algunos misioneros excepcionales como fray Andrés de Olmos, Bernardino de Sahagún, Diego de Durán y otros varios se empeñaron en recoger de los indígenas, tanto sus antiguos libros de pinturas, como las tradiciones y cantares que en lengua indígena habían memorizado en la época prehispánica. Reduciendo al alfabeto castellano los antiguos textos, recibidos de labios de los indios, allegaron un caudal sumamente grande de esas producciones, consideradas con razón como literarias. (196)
De esta manera, cuando Sahagún emprende la investigación y recopilación de los cantos nahuas de la conquista, ante las preguntas que él y sus ayudantes les hacían a los naturales de estas tierras, “Las respuestas a las preguntas del franciscano y las explicaciones de las pictografías se registraron en lengua náhuatl, pero en caracteres latinos” (López Austin, “Estudio introductorio” 42). Esto es lo que ocurre precisamente con los textos nahuas de la conquista, sólo podemos acceder a ellos a través de una mediación: el idioma español. Aunque ello no implica pérdida alguna de su valor literario. Se lee a continuación:
Desdichados de nosotros, sólo somos menesterosos, 	 
somos gente del pueblo, 	 	 	 
así hemos contemplado el sufrimiento, 	 
ya se sabe. 	 	 	 
… 	 	 
Vosotros, amigos nuestros llorad, 	 	afligíos, 	 	 	
con esto hemos dejado a la nación mexicana. 	 
Ya el agua se amarga. 	 	 
También la comida se amarga. 	 	 
Así lo ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco. 	 	 
(Cantares Mexicanos, Vol. II, T. 2, 83-87 [f. 6r])
Esto nos demuestra que la literatura náhuatl de la conquista, aunque sí pertenece a lo que en un inicio llamamos “universo indígena real”, está mediada también por una visión occidental del mundo y de la aplicación de los aparatos discursivos hegemónicos europeos. Las formas indígenas de los cantos y poesías, “... muchas de las cuales se pusieron por escrito ーpor medio del alfabeto castellano一 a raíz del contacto con los españoles” (León Portilla, “Cuícatl y…” 121), son entonces mecanismos discursivos que expresan profundos antagonismos. Antagonismos entre su producción y consumo, entre su referente e interpretación, y entre la oralidad y la escritura. 
 
Pasaré ahora a exponer las tesis de Ángel Rama sobre la transculturación, y de Cornejo Polar sobre la literatura heterogénea; y a intentar dar cuenta sobre si lo que he dicho hasta aquí acerca de la literatura náhuatl de la conquista, se puede interpretar bajo las categorizaciones mencionadas.
Primeramente, el concepto transculturación lo retoma Rama del antropólogo Fernando Ortiz. Menciona éste en su obra Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar:
Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana acculturation, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación. (96)
Así planteado, Rama trasladará el impacto de este concepto antropológico a la literatura, y asentará que, en efecto, hay una reticencia de la cultura que recibe la novedad exterior a considerarse meramente pasiva. Hay, para Rama, un doble registro de la transculturación aplicado al choque de civilizaciones –en nuestro caso: europea y mesoamericana–. Por un lado, el concepto “… registra que la cultura presente de la comunidad latinoamericana … está compuesta de valores idiosincráticos, los que pueden reconocerse actuando desde fechas remotas;”, por otro lado, “… corrobora la energía creadora que la mueve, haciéndola muy distinta de un simple agregado de normas, … y objetos culturales pues se trata de una fuerza que actúa con desenvoltura tanto sobre su herencia particular … como sobre las aportaciones provenientes de fuera.” (Rama, Transculturación narrativa…, 40-41)
 
 
Por otro lado, en “El indigenismo y las literaturas heterogéneas: Su doble estatuto sociocultural”, Cornejo Polar define literatura heterogénea como aquél tipo de obras caracterizadas por: 
... la duplicidad o pluralidad de los signos socioculturales de su proceso productivo: se trata, en síntesis, de un proceso que tiene, por lo menos, un elemento que no coincide con la filiación de los otros y crea, necesariamente, una zona de ambigüedad y conflicto. (73)
De la misma manera, en la ya mencionada “Respuesta a Roberto Paoli”, también afirma sobre el concepto de heterogeneidad que:
... mediante él se trata de definir una producción literaria compleja cuyo carácter básico está dado por la convergencia, inclusive dentro de un solo espacio textual, de dos sistemas socioculturales diversos. … El concepto de heterogeneidad, en suma, expresa la índole plural, heteróclita y conflictiva de esta literatura a caballo entre dos universos distintos. (88)
Con base en ambas categorizaciones: transculturación y heterogeneidad, bien podría afirmar que la literatura náhuatl de la conquista es entonces la síntesis de signos socioculturales distintos: los del mundo indígena propiamente dicho, que ha perdido parte de su cultura, y aquellos que provienen de la interpretación española sobre los cantos y los poemas nahuas, que se han impuesto sobre los primeros. Signos que, en efecto, trajeron como consecuencias “zonas de ambigüedad y conflicto”, tales como la incomprensión de la cosmovisión mesoamericana o los intentos de interpretar ésta con claves eurocéntricas. De esta manera, “... los manuscritos que de la mano de los mismos indios salieron bajo la mirada sagaz de Sahagún y Olmos” (Garibay, “Ideales...” 43), ya son, ellos mismos, la convergencia de universos distintos, plurales y heteróclitos, en una misma producción literaria.
Para sostener lo antes dicho, hay que considerar los siguientes factores: primeramente, entender que el proceso de transculturación de Rama nos plantea la pérdida o disminución en el uso de un lenguaje, del lenguaje dominado; y la hegemonía del lenguaje dominante. Dice Rama: “Si hay visible renuncia a lenguas y dialectos regionales, hay simultáneamente un esfuerzo de recuperarlos dentro del discurso literario…” (“Los procesos…, 19). En el presente caso, el español fue impuesto a partir de la dominación militar y religiosa; mientras que los distintos lenguajes indígenas fueron perdiendo su uso o éste se fue limitando debido a las condiciones socio-culturales del periodo conocido como ‘la colonia’. En muchos casos, el abandono de las lenguas indígenas yla adopción del español, se debió a la incapacidad de los pobladores originarios de poder comunicarse en su lengua materna con aquellos que no la hablaban: frailes, funcionarios públicos, soldados.
Por su parte, muchos de éstos, intentaron preservar los conocimientos indígenas como medio para acercarse a los conquistados y, ocasionalmente, comprenderlos mejor. Esta labor fue de gran utilidad pues, como en el caso de Sahagún, permitió la conservación de la cultura y la memoria indígenas. Así pues, “… la contribución original de los transculturadores, consiste en la unificación lingüística del texto literario, respondiendo a los principios de unificación artística pero utilizando en sustitución de una lengua literaria compuesta y aprendida, la suya propia.” (Rama, “Los procesos…, 19)
 
En segundo lugar, lo que Cornejo llama proceso literario es el conjunto de instancias tales como “... la producción, el texto resultante, su referente y el sistema de distribución y consumo…”, mismos que determina “... la distancia que separa a las literaturas homogéneas de las heterogéneas…”. Entendiendo literatura homogénea como el conjunto de obras capaces de movilizar “... todas las instancias del proceso literario dentro de un mismo orden sociocultural…” (“El indigenismo…” 72).
Lo anterior me lleva, en tercer punto, a la propuesta de la literatura náhuatl de la conquista dentro de lo que Cornejo Polar llama “pluralidad literaria latinoamericana” (“Los sistemas literarios…” 21), es decir, el conjunto de producciones discursivas que desde América se presentan bajo un halo de unidad y homogeneidad, pero que en realidad mantienen una diversidad de códigos literario-historiográficos. Tales códigos permiten comprender que la literatura latinoamericana está lejos de ser una literatura homogénea.
Finalmente, se hace presente la categoría de totalidad contradictoria como la síntesis que supera, por un lado la unidad, y por otro la pluralidad, en la pretensión de definir los sistemas literarios. Esta totalidad contradictoria reconoce la historia y la antropología como dos de sus fuentes principales, además de que supera la idea de homogeneidad y acepta la pluralidad de pensamientos en un mismo sistema que es la literatura latinoamericana (Cornejo, “La literatura latinoamericana…” 128). 
 	A partir de estos puntos, el ejemplo que utiliza Cornejo para hablar de la heterogeneidad es el episodio de Cajamarca, incluido, entre otros, en la Crónica de la conquista del Perú, que narra la conquista del pueblo inca tras el incidente con Atahualpa, Francisco Pizarro y la Biblia. “Histórica y estructuralmente, esta forma de heterogeneidad se manifiesta con gran nitidez en las crónicas del Nuevo Mundo” (“El indigenismo…” 75), es decir, en las crónicas españolas de la conquista. Al respecto, dice Cornejo Polar:
En las crónicas [de los conquistadores], la heterogeneidad genera una desigual relación entre su sistema de producción y consumo, por una parte, y el referente, por otra, otorgando una notable primacía a aquél y oscureciendo a éste bajo la fuerza de la interpretación que se le sombreimpone. (76)
Lo anterior provocará una tergiversación de los hechos. El referente es sometido por la producción y el consumo de las crónicas de los conquistadores, factores exógenos de una visión del mundo finita, limitada, que no alcanza aún a comprender los condicionamientos sociales y culturales de los pueblos indígenas. Por otro lado, en las crónicas indígenas o mestizas que ya han pasado por la pluma de los primeros frailes, hay una acción mayor del referente sobre su enunciación, lo que modifica el orden formal de las crónicas. Esto es, el reconocimiento del peso dominante de la lengua española sobre la lengua indígena conquistada. Resulta entonces que “... la forma de las crónicas no es una categoría neutral, sino, al contrario, factor directamente comprometido en el curso y significación de las literaturas heterogéneas.” (Cornejo, “El indigenismo…”, 77)
El punto de discusión en este tema es que existe una contradicción entre el sistema de producción en el que fueron hechos los textos nahuas de la conquista y el consumo para el que fueron destinados. De hecho, habría que dudar si los nahuatlacas pensaron en la conservación y permanencia de sus discursos frente al choque de los mundos, o si se mantuvieron por ventura en el curso de la transculturación y la colonización. Así, la literatura de la conquista se presentó como “... un proceso literario hilvanado por el azar de la supervivencia de algunos textos, de los que a veces apenas quedan huellas borrosas y trajinadas, o por las secretas leyes de una memoria colectiva todavía no suficientemente conocida.” (Cornejo, “Los sistemas literarios…” 20)
Téngase presente que la producción y consumo de los textos nahuas de la conquista es un producto ya de la mezcla entre el náhuatl y el español. Por lo que el referente sobre el que se escriben estas obras, la conquista, presenta una desigual relación en el marco de la heterogeneidad y la transculturación. Mientras que los primeros lectores de estas crónicas de la conquista son los peninsulares del mundo metropolitano español, pues a ellos están dirigidas, particularmente al Rey y a la nobleza; los escritos indígenas de la conquista no tienen claro siquiera su supervivencia; son la lengua dominada y su cultura se pierde.
Ahora bien, partiendo de que, como menciona Mabel Moraña en “Escribir en el aire. Heterogeneidad y estudios culturales”, el concepto de heterogeneidad está “... destinado prioritariamente a relevar el hecho de la coexistencia de elementos disímiles o heteróclitos dentro de formaciones sociales o culturales determinadas” (283), los elementos hasta aquí analizados dan la pauta necesaria para poder observar la dicotomía en el tema que nos ocupa. Ésta es, la que existe entre la cultura dominante y la dominada. 
El choque de dos culturas distintas, la española y la náhuatl, enfrentó a los aparatos discursivos hispanos frente a los indígenas, por el predominio de una cosmovisión, misma que se sintetizó en la mediación de los textos nahuas de la conquista. Como menciona Cornejo: “La polaridad extrema confronta dos lenguas, dos procesos de formalización incompatibles (la escritura y la oralidad) y dos racionalidades en muchos aspectos antagónicas”. (“La literatura latinoamericana…” 126)
Los cantos nahuas de la conquista, calificados por León Portilla como “cantares tristes, verdaderas elegías”, fueron producto de esta contradicción de culturas. En primer lugar, fueron obra de los llamados “cuicapicque o poetas nahuas postcortesianos” (“La visión…” 164). Estos cantares tristes que han pasado de la oralidad nahuatlaca a la escritura en alfabeto latino, en tanto que visiones del mundo contrapuestas, “... no solamente marcan sus diferencias extremas sino que hacen evidente su mutua ajenidad y su recíproca y agresiva repulsión” (Cornejo, “Escribir en el aire” 20). Repulsión que, en primera instancia, es natural a todo ente dominado, pero que reniega de dicha dominación o, en algún punto, termina por aceptarla.
Así, los textos indígenas de la conquista pueden ser considerados producto del proceso de transculturación en tanto que manifiestan la interacción cultural de dos mundos: el mundo indígena y el mundo español. La relación que se produce entre ambos es lo que podríamos llamar, citando a Rama, una plasticidad cultural impuesta, pues tenemos un producto (los textos indígenas de la conquista) que se ha integrado a partir de las tradiciones preexistentes y las novedades obligadas. No es un simple sincretismo indígena. Los pueblos mesoamericanos tuvieron que comprender que la única forma de sobrevivir a la aniquilación total era la aceptación, aunque ambigua y a veces engañosa, de la cultura impuesta. Así, “… la incorporación de nuevos elementos de procedencia externa debe alcanzarse mediante una rearticulación total de la estructura cultural propia (regional) apelando a nuevas focalizaciones dentro de su herencia.” (Rama, “Los procesos de transculturación…”,15)
 
Para finalizar, “Conviene precisar cuál es la relación entre el texto náhuatl y el español. La traducción de Sahagún es muy heterogénea”, dice López Austin (48). Por supuesto, no afirmo aquí que este historiador utilice la palabra “heterogénea” en los términos que he establecido previamente desde la categorización de Cornejo Polar –aunque no sería algo imposible de pensar–. “Heterogéneo” es, para López Austin, no más que un adjetivo coloquial que, sin embargo, nos acerca a la naturaleza misma de la labor filológica de Sahagún y los demás frailes que se aprestaron a esta tarea. Sin embargo, esta labor de traducción puede calificarse, precisamente, como heterogénea, puesto que conjuga cosmovisiones distintas, condicionamientos socioculturales múltiples y provenientes de distintos orígenes. Así pues, dice Cornejo Polar en Escribir en el aire:
La nuez del asunto reside entonces en el conflicto entre una cultura oral y otra escrita, pero que ha sesgado la letra hacia lo sagrado y la ha sobrecargado de dimensiones harto más esotéricas que simbólicas, inclusive hasta el punto de desgajar … la escritura y el libro del sistema de la comunicación. (40)
 	Por lo tanto, esta aproximación a la literatura náhuatl de la conquista como literatura heterogénea y como proceso de transculturación nos permite ver los quiebres socio-culturales que resemantizan las formas y contenidos de los discursos náhuatl y español a partir del contraste de cosmovisiones distintas. Nos permite también acercarnos a un análisis literario de los textos indígenas a partir de las categorías de los autores vistos y comprender que el trabajo de comprensión de los mismos tiene aún un largo camino.
Permítaseme finalizar con esta cita de Cornejo Polar, que sirve al mismo tiempo para señalar un nuevo camino de investigación que amplíe y mejore la presente:
La conciencia de que nuestra literatura es producto de varios y antagónicos sujetos sociales, con lenguajes, racionalidades e imaginarios discordantes, bien podría terminar en una afirmación gozosa de la armonía entre los contrarios, algo así como un mestizaje que admite todo, o casi, siempre y cuando el resultado no sea ni demasiado negro ni demasiado cobrizo. (“Los sistemas literarios…” 23)
 
 
Bibliografía:
 
Cantares Mexicanos. 3 vols. Edición de Miguel León Portilla. UNAM / Teixidor, 2011.
Cornejo Polar, Antonio. Escribir en el aire: Ensayo sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas andinas. CELACP / Latinoamericana Editores, 2003.
- “La literatura latinoamericana y sus literaturas regionales y nacionales como totalidades contradictorias”. Hacia una historia de la literatura latinoamericana, coordinado por Ana Pizarro, COLMEX / Universidad Simón Bolívar, 1987, pp. 123-136.
- “Los sistemas literarios como categorías históricas: Elementos para una discusión latinoamericana”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año XV, No. 29, 1° semestre, 1989, pp. 19-24.
- “El indigenismo y las literaturas heterogéneas: Su doble estatuto sociocultural.” Sobre literatura y crítica latinoamericanas. Ediciones de la Facultad de Humanidades y Educación / Universidad Central de Venezuela, 1982, pp. 67-85.
- “Sobre el concepto de heterogeneidad: Respuesta a Roberto Paoli.” Sobre literatura y crítica latinoamericanas. Ediciones de la Facultad de Humanidades y Educación / Universidad Central de Venezuela, 1982, pp. 87-91.
Garibay, Ángel María. Épica náhuatl. UNAM, 1993.
- “Ideales de la cultura náhuatl”. Obras de Miguel León-Portilla, Tomo V, Vol. 1, UNAM / El Colegio Nacional, 2008, pp. 37-50.
León Portilla, Miguel, Coord. Visión de los vencidos: Relaciones indígenas de la conquista, 3° ed., UNAM, 1963.
- “Cuícatl y tlahtolli: Las formas de expresión en náhuatl.” Obras de Miguel León-Portilla, Tomo V, Vol. 1, UNAM / El Colegio Nacional, 2008, pp. 121-202.
López Austin, Alfredo y Josefina García Quintana. “Estudio introductorio”, Historia General de las cosas de la Nueva España, escrito por Fray Bernardino de Sahagún, Tomo I, CONACULTA, 2000, pp. 37-51.
Moraña, Maribel. “Escribir en el aire. ‘Heterogeneidad’ y estudios culturales”. Revista Iberoamericana, Vol. LXI, No. 170-171, 1995, pp. 279-286.
Ortiz, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Ed. Biblioteca Ayacucho, 1987.
Rama, Ángel. Transculturación narrativa en América Latina. 2ª ed. Ediciones El Andariego, 2008.
- “Los procesos de transculturación en la narrativa latinoamericana.” En Revista de Literatura Hispanoamericana, núm. 5, Universidad de Zulia, abril 1974, pp. 9-38.
Sahagún, Fray Bernardino de. Historia General de las cosas de la Nueva España. 3 tomos, CONACULTA, 2000.
image1.png

Continuar navegando