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17 La cristianización de Japón entre los siglos XVI y XVII: Desde la llegada de los primeros europeos hasta la ilegalización y persecución de la comunidad Kirishitan Juan Romero Sánchez1 Universidad de Murcia Recibido: 17-8-2022 / Aceptado: 12-10-2022 Resumen En esta monografía trataremos el proceso de cristianización que aconteció en Japón durante gran parte de la edad Moderna o en lo que la tradicionalmente se ha denomina el siglo cristiano, y que en la historiografía japonesa abarca desde el final del período Sengoku hasta los inicios del período Edo. Se abarcarán para ello diversos aspectos como su propagación, asimilación y analizando su posterior crisis a través de la política, las relaciones internacionales, la sociedad, y la propia religión; también se intentarán discernir los factores por los cuales la empresa evangelizadora resultó en fracaso. Palabras clave: Japón, cristianismo, comercio Namban, periodo Azuchi-Momoyama, edicto del Sakoku, Kirishitan. Abstract In this monograph we will deal with the process of Christianization that occurred in Japan during the Modern Age or in what has traditionally been called the Christian century, and which in Japanese historiography covers from the end of the Sengoku period to the beginning of the Edo period. For this, we will covered various aspects, such the propagation, assimilation and analyzing its subsequent crisis through politics, international relations, society, and religion itself. In fact, we will also try to discern the factors by which the evangelizing company resulted in failure. Key words: Japan, Christianity, Namban trade, Azuchi-Momoyama period, Sakoku edict, Kirisitan. 1. Introducción Antes de introducirnos en el tema propiamente dicho conviene repasar algunos conceptos previos sobre la política, geografía, historia y cultura de japón previos al contacto con los primeros europeos. El primer extranjero del viejo mundo que advirtió de la existencia de esta nación fue el célebre Marco Polo en torno a los siglos 1275, el cual dedicó en sus relatos una descripción de lo que el conoció indirectamente como “Zipango”, mientras estuvo en la corte de Kublai Khan. En esta breve entrada del libro de las maravillas hace mención entre otras cosas a hechos históricos como las dos invasiones por mar mandadas por el gran Khan, la cuales acabaron en desastre debido a dos tifones consecutivos que los propios japoneses denominaron como kamikaze (dios del viento), y también hace mención de los grandes recursos de metales preciosos en las minas de Japón, pero que según él “nadie lo explota, porque no hay mercader ni extranjero que haya llegado al interior de la isla” lo que nos hace 1 Juan.r.s1@um.es - https://orcid.org/0000-0003-4404-7188 2952-1491 Cómo citar 18 pensar en la posibles dificultades respecto al comercio y los contactos en general con este país desde tiempos antiguos2. El objetivo principal de este trabajo será hacer una síntesis a modo de introducción de todo el proceso de cristianización de las islas, abarcando diferentes aspectos relevantes en torno a este como bien son el comercio, la sociedad, la política y la religión presentes en el momento del encuentro entre las dos principales culturas. Por otro lado, los objetivos secundarios de la investigación serán como se produce la evangelización por parte de las diferentes órdenes monásticas, y dar una explicación al fracaso del proyecto. La metodología a seguir será el estudio y recopilación de fuentes bibliográficas tanto primarias como secundarias, destacando algunos escritos relevantes como las propias fuentes eclesiásticas en las que se documentan los procesos de la final expulsión de estos del país además de su persecución y martirio. Los motivos a la hora de escoger este suceso histórico son principalmente la escasa bibliografía sobre el mismo en castellano, y el hecho de que sea un tema poco estudiado debido a la poca relevancia que se le da generalmente al enmarcarse entre otros procesos coetáneos más complejos y que acaparan más atención dentro de la historia de Japón. Para facilitar la introducción a este tema, un buen recurso es la propia cronología representada en una línea temporal (fig 1), mediante la cual podemos ver claramente los hechos principales de lo que los autores denominan como “el siglo cristiano” de Japón, desde el 1543, fecha en la que los primeros europeos desembarcan en el archipiélago, dando paso a las primeras predicaciones de la nueva fe, hasta 1639 cuando se expulsan a los portugueses, última potencia europea que además de los tratos comerciales buscaba la conversión de la población nipona según 2 Marco Polo, Libro de las maravillas (Madrid: Anaya, 1986) 346- 352. el sistema del padroado, y actuaba como vínculo con las principales ordenes monásticas3; dando así el monopolio a holandeses e ingleses con un exclusivo interés comercial. La recopilación de fechas sustanciales que hace Antonio Cabezas4 en su libro y que cita Raúl Nivón5 en su artículo nos sirven perfectamente para este propósito: 2. Características de la religión en Japón En lo referente a Japón, la religión no tiene un sentido único ni definido puesto que los japoneses no concibieron una sola religión, sino que fueron adaptando creencias y conceptos a su forma de ver el mundo en un proceso de sincretismo y paulatina asimilación entre el folklore tradicional japonés y elementos de los dogmas extranjeros. Más que una religión, el sintoísmo es el conjunto de creencias y rituales que recopila un gran y variado número de cultos a Dioses y deidades menores que van desde entes de la naturaleza y personajes de clanes importantes, hasta accidentes naturales como el propio monte Fuji, además de los dioses creadores de este mismo panteón como Izanami e Izanagi, Susanoo o Amaterasu, esta última deidad es de suma importancia al ser la progenitora de la actual familia imperial, la cual presuntamente ha mantenido la línea de sangre hasta la actualidad. Estos mitos y leyendas se recogen en parte en los libros del Kojiki y del Nihonshoki6. 3 Paula Hoyos Hattori, «La escritura de epístolas y su uso como fuentes documentales en la Historia de Japam (1585-1593) del jesuita Luís Fróis: análisis comparativo de un episodio», Histórica 41, nº 1 (2017): 46-48. 4 Antonio Cabezas García, El siglo ibérico del Japón: la presencia hispano-portuguesa en Japón (1543-1643), 1995. 5 Raúl Nivón, «El camino del té y los caminos del cristianismo en Japón», Cuadernos CANELA: Revista anual de Literatura, Pensamiento e Historia, Metodología de la Enseñanza del español como Lengua Extranjera y Lingüística de la Confederación Académica Nipona, española y Latinoamericana, nº 14 (2002): 23. 6 Federico Lanzaco Salafranca, «Shintoísmo: el camino de los dioses de Japón», Kokoro: Revista para la difusión de la cultura Figura 1. Cronograma de los eventos más relevantes durante la fase de cristianización. Fuente: elaboración propia. 19 Otras religiones que se infiltraron entre la sociedad nipona fueron el confucianismo y sobre todo el budismo el cual fue asimilado de forma temprana por la aristocracia japonesa y sus contactos con China y Corea principalmente, por lo que se habla de una conversión desde arriba de la pirámide social; al contrario de lo que paso con el cristianismo. La última religión que fue exportada y que reunió a un menor número de fieles en comparación con las demás fue el confucianismo, el cual se basa en el precepto de obedecer a un superior, lo que explica el apoyo que posteriormente recibiría por parte de los shogunes Tokugawa7. El tema de la religión dentro de esta sociedad insular es un tema de estudio que da lugar a debate, pero si algo la ha caracterizado es su resistencia a la predicación de otras religiones extranjeras pese a mantener un carácter politeísta que posibilitará incorporar nuevas deidades como en el caso de tantos otros ejemplos en la historia8. Esta animadversióna nuevos dogmas y fes queda patente en las persecuciones contra las nuevas sectas budistas que fueron surgiendo desde que se consolidó esta religión en torno al Período Asuka (552 a 710 d.C.) y en época moderna con las acciones contra los monjes de la orden jesuita durante los shogunatos Ashikaga y Tokugawa como trataré más adelante. 3. La situación previa a la llegada europea Desde finales del siglo XV d.C. y principios del XVI d.C. el país entró en una espiral de guerras civiles protagonizadas por los distintos daimios a cargo de los múltiples feudos en los que se dividía el territorio nacional, a este período tan extenso y anárquico se le denomina como Sengoku jidai (período del país en guerra). Cada uno de estos daimios obedecía sus propios intereses, y los más poderosos buscaron cada vez mayor poder hasta que un reducido número de ellos obtuvo el suficiente como para unir de nuevo a Japón bajo su mando. Bien es cierto que se mantuvo la institución del emperador, figura que en teoría aglutinaba y cohesionaba el país, además de dar un sentimiento de unidad a los habitantes el cual se mantuvo desde los inicios de la fundación del propio Japón, pero en la práctica, el poder residía en los ya mencionados daimios, relegando al emperador a un carácter poco más que el meramente nominal9. japonesa, nº Extra 1 (2013): 3-6; Ainhoa Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana: relaciones entre España y Japón (Siglos XVI-XVII)» (La Rioja: Universidad de La Rioja, 2014), 171-73. 7 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 53-54. 8 Cabezas García, 16-22. 9 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 159-67. El sistema del shogunato que tanto influenció en las relaciones entre Japón y las naciones ibéricas y europeas en general, además de entre los propios clanes que siguió englobando, surgió de la rivalidad entre dos clanes de descendencia imperial, los Taira y los Minamoto; los segundos derrocaron a los primeros en las Guerras Genpei y Minamoto Yoritomo fue nombrado Seii- taishogun (1185) lo que se pude traducir como gran caudillo, instaurando así un nuevo tipo de gobierno sólido en el denominado shogunato Kamakura, un sistema de vasallaje rígidamente piramidal que perduró hasta el final de la guerra Boshin en 1869, lo que dio lugar a la modernización de Japón con la revolución Meiji bajo el renovado gobierno del emperador. Con esto también se crea una casta guerrera por encima de los campesinos al servicio del daimyo, el cual a su vez está subordinado al shogun y debe procurar tropas en momentos de necesidad, puesto que no existe un ejército nacional10. Los personajes que más aportaron a la unificación de japón al final de esta etapa (momento que además se solapa con el contacto europeo, el cual pasará a ser uno de los factores decisivos en el proceso) fueron Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi, y finalmente Ieyasu Tokugawa, fundador del nuevo shogunato epónimo finalizando así el sueño de reunificación; un dicho popular de la época que ilustra muy bien estos hechos dice así: “Nobunaga amasó la harina, hideyoshi horneó el pastel e Ieyasu se lo comió11”. 4. Los primeros pasos del cristianismo y el comercio con Portugal. En 1543 Antonio da Mota, Francisco Zeimoto y Antonio Peixoto arribaban en las costas de la isla de Tanegashima, al sur de Japón, en un humilde junco tripulado por un chino llamado Goho. Al encontrarse con los primeros naturales de la isla, Goho los denominó Namban (bárbaros del sur) nombre que se referían a los europeos por haber accedido a china por esa ruta. Este suceso registra la primera toma de contacto entre estas dos sociedades, que a su vez repercutirá profundamente en el desarrollo de la historia del país del sol naciente; no sólo por la cuestión católica, sino por la introducción de las nuevas mercancías provenientes de Europa, de entre las que destacan las armas de fuego, las cuales revolucionarán el modo de hacer la guerra y supondrán un factor a tener en cuenta en la reunificación del país12. Aun así, también hay que matizar que las armas de fuego solo actuaron como 10 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 18-19. 11 Cabezas García, 22-25. 12 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 136-47. 20 un acelerador del ritmo histórico para un proceso de unificación que ya se tornaba imparable; el contacto con los europeos en el siglo XVI, a excepción del problema religioso, no repercutirá sustancialmente ni en la política ni en el modo de vida japonés13. Desde el mismo momento del encuentro, la fe católica se difundió lenta pero continuadamente durante la década de 1540, el objetivo fue convertir al mayor número de japoneses posible con un dogma católico que instaba de nuevos fieles tras la ruptura de los protestantes. Por otro lado, los japoneses, y en especial los daimios, vieron en el catolicismo además una oportunidad a la hora de entablar relaciones comerciales con los nuevos mercaderes. En este contexto cobra una enorme relevancia la figura del navarro Francisco Javier, canonizado por el papa Gregorio XV, el cual es enviado a Japón como misionero y, a diferencia de otros religiosos, el insiste en documentarse a fondo sobre todo lo que tenga que ver con ese nuevo país. Para ello se sirve de la descripción de Japón que pone por escrito el capitán Jorge Álvares, y de las conversaciones que tiene con Anjiro, un samurái exiliado que le sirvió como intérprete14. A su llegada, centró sus esfuerzos en ser recibido por el emperador, sin saber que aun logrando el salvoconducto de este de poco le serviría en una nación tan atomizada a nivel gubernamental. El verdadero logro que podemos atribuirle a este jesuita es que sentó las bases de la iglesia en el archipiélago, fundó la primera iglesia e incluso intentó traducir las enseñanzas y las oraciones cristianas al japonés, un hecho revolucionario para la época, puesto que tradicionalmente se enseñaba primero la lengua europea y luego se procedía al catecismo. Un suceso curioso en la obra que llevó a cabo fue la predicación de figuras como la santa trinidad en un lenguaje simbólico budista (como es el caso de la manifestación de buda de la secta Shingon denominada Dainichi15, deidad la cual también tiene una triple naturaleza, lo que dio lugar a la confusión) que el mismo Francisco creía erróneamente equiparable a raíz del testimonio 13 Conrad Schirokauer, David Lurie, y Suzanne Gay, Breve historia de la civilización japonesa (Barcelona: Bellaterra, 2014). 14 Alejandro García Lidón, «Primeros contactos entre Iberia y Japón - comercio, cristianismo y esclavitud en el Período Sengoku y la Embajada Tensh », 2021, 31-36. 15 Efraín Villamor Herrero, «El sacrificio de Javier y su visión para introducir el cristianismo en Japón. Las desavenencias y similitudes en el intercambio filosófico y religioso de los jesuitas en sus primeros días en Japón», Hispania sacra 71, nº 143 (2019): 131-40; Paula Hoyos Hattori, «Japón y El Cristianismo Según G.B. Ramusio (Delle Navegazioni et Viaggi, 1554)», Cuadernos de Filología Italiana 26 (2019): 191-94. de Anjiro16. Otro aspecto relevante fueron sus cartas, las cuales sirvieron para dar a conocer por primera vez a las autoridades europeas las impresiones que le produjo Japón, llegando incluso a desaconsejar la conquista de este por la fuerza debido a la gran belicosidad que percibió en el pueblo nipón, otros jesuitas que llegaron tras Francisco como el padre Organtino, alabaron la sociedad japonesa, y la exaltaban por encima de la europea; esto a su vez tuvo que tener repercusión en la propia concepción de los demás clérigos que vieron en estas tierras extranjeras un lugar propicio para la evangelización17. El esfuerzo por parte de los jesuitas para comprender la población autóctona les llevó incluso a elaborar estudios históricos sobre los diferentes procesos por los que había pasado el pueblo japones y los asociaba a distintas fases, fijándose sobre todo en los periodosde especial turbulencia tanto bélica como política, usando además fuentes japonesas para documentarse. Todo esto resultó en una obra historiográfica con claros matices providencialista que legitimaba la misión y exaltaba la figura de los clérigos18. Francisco dejó japón y murió en 1552 camino de Cantón, dejando a sus dos compañeros, Cosme de Torres y Juan Fernández con el beneplácito de varios daimios19 entre ellos, Otomo Shorin el cual se bautizó con el nombre de francisco, y con él, la práctica totalidad del clan Otomo20. Este hecho es importante, ya que la catequesis se desarrollará mediante este modo por parte de los padres jesuitas, a partir de aquí será costumbre convertir primero a las élites sociales, es decir, los jefes feudales y demás altos mandatarios para que así estos inciten a sus vasallos a la conversión. Ejemplos hay muchos, pero un ejemplo paradigmático podría la conversión de Takayama Shigemoto en 1562, hijo de Takayama Zucho, un jefe local de la provincia de Iga, cerca de la actual ciudad de Kioto, el cual conoció al padre jesuita Gapar Vilela por casualidad cuando ambos se refugiaba del mal tiempo en una casa. Fue allí cuando el padre aprovechó para hablarle de su fe, y al parecer su mensaje convenció lo suficiente 16 Mario Martin Merino, «Las Katanas de Dios: Breve Historia Del Siglo Cristiano de Japón (1549-1650)», Las Katanas de Dios: Breve Historia Del Siglo Cristiano de Japón (1549-1650), 1 de enero de 2016, 12-14. 17 Osami Takizawa, «El conocimiento que sobre Japón tenían los europeos en los siglos XVI y XVII (I): Japón lugar de evangelización», en El cristianismo en Japón: ensayos desde ambas orillas, (Cáceres, Instituto de Teología «San Pedro de Alcántara» de Cáceres, 2011), 23-44. 18 Jaime González Bolado, «Apuntes del antiguo Japón en los documentos jesuitas de los siglos XVI y XVII», Nuevas de Indias: Anuario del CEAC, nº 6 (2021): 186-95. 19 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 189-94; Nivón, «El camino del té y los caminos del cristianismo en Japón», 22-24. 20 Martin Merino, «Las Katanas de Dios», 19-20. 21 a Shigemoto, el cual le pidió que lo bautizase tomando el nombre Darío21. Estas historias se pueden ver como un ejemplo de la propia curiosidad del pueblo japones, seducido por un culto extranjero que se aleja mucho de las creencias autóctonas y que predica un mensaje de paz e igualdad en un mundo que lleva en guerra civil casi un siglo. Una posible explicación de la buena asimilación, o al menos, tolerancia de la fe católica en las regiones más al oeste del país, sobre todo en la isla de Kyushu (fig 2), se podrían atribuir a la vinculación más directa de estos clanes más occidentales al comercio y a los contactos diplomáticos con los países vecinos de Corea y China22. A los veinte años de su partida se contabilizan alrededor de 25.000 conversos, a los treintaicinco años después 150.000 además de 200 capillas23, por lo que su desempeño como misionero representa un notable impulso en la obra evangelizadora24, todas estas cifras son orientativas al no haber registros ni métodos exactos de cuantificar a los conversos durante esta época, y posiblemente no se tienen en cuenta variables que contribuyeron a engrosar los números, como bien podrían ser los decretos de conversión de los nuevos daimio cristianos a sus vasallos25 posiblemente para congraciarse con los nuevos comerciantes extranjeros que les proporcionan nuevos objetos exóticos y una tecnología novedosa, es por esto que la bibliografía y los diferentes autores difieren al respecto sobre los números de nuevos creyentes. Conforme se fue desarrollando la empresa, los propios clérigos se dieron cuenta de que para asentar su mensaje no bastaba con los medios actuales, por lo que ante la aun precaria llegada de nuevos misioneros y el deficiente número de jesuitas que predicaban en la isla, se optó por planificar un programa educativo para instruir a un nuevo clero autóctono, lo que a su vez crearía cierta independencia y autonomía a la misión. Este nuevo clero ayudaría en las labores evangelizadoras pero el propio padre Valignano26advirtió la problemática del poco conocimiento que mantenían 21 Ismael Cristóbal Montero Díaz, «Un samurai al servicio de Dios.: Testimonios literarios del beato Don Justo Takayama Ukon», en El franciscanismo hacia América y Oriente: libro homenaje al P. Hermeregildo Zamora Jambrina, OFM, (Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, 2018), 277-94. 22 Martin Merino, 17-18. 23 Mikiso Hane, Breve historia de Japón (Madrid: Alianza Editorial, 2011), 55-57. 24 Kumakura y Jansen Collcutt, Japón: El imperio del sol naciente (Barcelona: Equinox Ltd., s. f.), 1990, 152-53. 25 Jonathan Clement, Los samurais: historia y leyenda de una casta guerrera (Barcelona: Crítica, 2010), 211-13. 26 Valignano fue uno de los que desempeñó la labor de visitador de Japón, una figura que representa los intereses del papado y los japoneses sobre todo lo relacionado con Europa y los europeos, estos poseían unas nociones generales susceptibles de ser tergiversadas fácilmente y que según el mismo Valignano, podían dar lugar a la afloración de herejías debido a la disparidad de conceptos básicos sobre ciencia, filosofía y cultura, por lo cual recomienda inculcar también valores y saberes occidentales mediante tratados y otras obras literarias a una población que desconoce la filosofía aristotélica pero que si la puede entender mediante aproximaciones como el principio de eternidad del universo en la religión budista27. Con Francisco Javier se dio paso a una migración de monjes europeos, en su mayoría portugueses, españoles e italianos que voluntariamente se ofrecieron a hacer realidad los intereses de la iglesia en una tierra lejana y desconocida pero que a su vez ofrecía múltiples oportunidades y que se mostraba, según las descripciones de los pioneros, como una sociedad altamente civilizada y propicia a la evangelización28. Los monjes jesuitas que continuaron con el legado de Francisco Javier y cumplieron un papel fundamental en los trámites comerciales entre nativos y comerciantes, sirviendo de intermediarios en las compraventas, enriqueciéndose a costa de los préstamos con interés y cobrando una parte de los seguros de gruesa procedente de cada expedición, las cuales consistían en seguros a todo riesgo que protegían el valor del cargamento y de los barcos (fig 3). Aunque este tipo de actos pueda parecer ir en contra de los dogmas católicos, los jesuitas asimilaban estas actividades dentro del concepto de ora et labora, aceptaban así todo lo que implicase siempre y cuando no incumpliese la ley de Dios. En definitiva, la presencia de clérigos católicos no solo predicó la religión de cristo, además promovió el sentimiento capitalista y de empresa facilitando el intercambio con los nambanjin29.30 La conversión de algunos daimios de renombre naturales de Kyushu aportó buena fama a los jesuitas, que ostenta el poder de decisión en asuntos relacionados con la cristianización de nuevos territorios. 27 Paula Hoyos Hattori, «Una Europa a La Medida de Japón: Un Estudio Sobre La Construcción Del Discurso Jesuita En La Misión Japonesa Durante La Segunda Mitad Del Siglo XVI», Magallánica Revista de Historia Moderna 6, nº 12 (2020): 172-75. 28 Helena Vu Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las primeras expulsiones: los misioneros jesuitas en Japón (siglos XVI- XVII)», en Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos (siglos XVI-XX), (, Fondo de Cultura Económica, 2018), 89-93. 29 José Guillén Selfa, La primera embajada del Japón en Europa y en Murcia (1582-1590) (Murcia: Consejería de Cultura y Educación), 1997, 59-61. 30 Kumakura y Jansen Collcutt, Japón: El imperio del sol naciente (Barcelona: Equinox Ltd., 1990), . 22 además de un salvoconducto para establecerse en la capital de Kioto. Gracias a todo esto los monjes siguieron con sus misionesde predicación y extendiendo su influencia, hasta que en 1560 se logra un gran paso con la concesión de un decreto proveniente del bakufu31 Ashikaga, por el cual se les concede protección contra el maltrato además de una condición de exención de impuestos. 5. La reunificación de Oda Nobunaga Oda Nobunaga fue uno más de los muchos daimios que seducidos por la ausencia de un poder central vieron en la fuerza de sus ejércitos el medio 31 Institución dependiente del Shogun la cual ostentaba el poder de facto durante el periodo feudal en japón. para llegar al shogunato. El estado a nivel interno de Japón cuando este líder militar llegó al poder de su clan fue el de un conjunto de territorios gobernados por ligas de grandes familias que mantenían grandes y mutuas rivalidades. El éxito de Nobunaga reside en un extraordinario dominio de la diplomacia y de lo militar, en un primer momento reivindica para sí las provincias centrales frente a una coalición liderada por Uesugi Kenshin, al cual vence en batalla con un ejército inferior en número con la ventaja tecnológica de los arcabuces de importación portuguesa, los cuales y junto a otras armas de procedencia europea llegarán a cambiar el curso de la guerra a su favor. Consolidado su dominio en el centro del país, en 1568 entra en la capital y en vez de usurpar el poder de forma directa suplantando al órgano gubernamental del bakufu, Figura 2. Mapa de la influencia de la evangelización jesuita en Japón entre los años 1549-1616. Fuente: Japón: El imperio del sol naciente30. 23 se legitima con la figura del mikado32, haciéndose así defensor del régimen imperial. Esta medida le sirvió para encubrir el verdadero golpe de estado, nombrando el mismo a un nuevo shogun Ashikaga al cual mantuvo de líder títere. Acto seguido suprimió revueltas y afianzó su posición en el territorio a la vez que sus aliados Tokugawa mantenían la defensa frente a los clanes enemigos que le rodeaban. En 1573 derrocó al último shogun Ashikaga y se hace proclamar con el título de Dainagon33. En lo que respecta estrictamente a la religión, la política de Nobunaga se resume en la indiferencia hacia el cristianismo y los misioneros. a historiografía le ha dado a su figura una cierta aura de defensor de esta nueva fe, posiblemente atribuida en detrimento del budismo, por el cual sentía cierta animadversión debido a la oposición de varios bonzos34 hacia su proyecto de reunificación y acaparamiento de poder, reflejado en la quema de los templos del Monte Hiei35; cabe destacar que el poder de estos monjes no sólo fue religioso sino también militar, siendo algunos de ellos propietarios de grandes latifundios y ejércitos de mercenarios, sobre todo las sectas Tendai y Shingon36. Nada más lejos de la realidad, el caudillo militar se limitó a concebir al cristianismo como una más de las treinta y seis sectas que existían en Japón por aquel entonces. Los supuestos privilegios que les atribuyó a los cristianos eran por un lado la eximición de dar 32 Nombre usado para denominar al emperador. 33 Jefe temporal del imperio. 34 Monjes budistas 35 Saúl Gutiérrez Nordelo, «cristianismo ciego, nación dormida: usos socio-políticos del cristianismo en el Japón del siglo XVI a través de la experiencia de Oda Nobunaga», Asiadémica: revista universitaria de estudios sobre Asia Oriental, nº 8 (2016): 97-101. 36 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 263. alojamiento a las tropas en las iglesias, y por otro la no obligatoriedad de realizar algunas prestaciones locales, deberes que si realizaban otros templos autóctonos; la explicación a esto reside en la condición de extranjeros que mantienen los monjes no muy acostumbrados a las costumbres o al idioma. Otro aspecto relevante que propició la expansión católica fue la relativa estabilidad de un gobierno central fuerte, durante el periodo Sengoku los daimios que apoyaron el cristianismo eran susceptibles de ser derrotados o sustituidos por otro daimio menos tolerante, obligando a que los padres jesuitas fuesen extremadamente precavidos en sus actividades y relaciones con los líderes locales, pero con la reunificación del país los altos cargos se mantenían estables, lo que daba cierta seguridad en las relaciones. En cuanto al comercio nanban, los portugueses gozaron de inmunidad comercial y una relación a favor en los establecimientos portuarios que les proporcionó la entrega del estatuto de comerciantes, todo esto se atribuye a la búsqueda de un mejor tráfico comercial37. En lo referente a la producción de objetos religiosos, en este periodo vemos como los misioneros se sirven de los denominados shokunin (artesanos) y artistas locales para elaborar objetos como pinturas,cruces, relicarios y toda una amalgama de instrumentos para la liturgia y para la propia demanda de los conversos, entre los cuales encontramos a los mismos daimios que llegan a actuar como verdaderos de mecenas de este nuevo arte namban o también denominado como kirisitan. Estos objetos se empiezan a fabricar masivamente a nivel local gracias a las escuelas y a los seminarios 37 Guillén Selfa, La primera embajada del Japón en Europa y en Murcia (1582-1590), 57-59. Figura 3. Representación en biombo del comercio namban 1598 - 1615. Autor: Kanô Naizen. Museo de Kobe, Japón. 24 de arte que fundaron los propios misioneros38, los cuales llegaron a alcanzar un gran reconocimiento en el continente asiático y donde destacan los trabajos en laca, aunque también se dieron obras con otras técnicas y soportes. Por otro lado, hay que señalar que el inicio de estas producciones se viene dando desde el inicio de la cristianización, cuando los shokunin, a petición de los clérigos, comienzan a realizan pedidos a partir obras europeas39, un claro ejemplo de esto son las propias pinturas que portó Francisco Javier a japón sobre la anunciación y La virgen con el niño, las cuales recibieron sus propias reproducciones a petición del daimio Shimazu Takahisa40. El hecho es que, pese a que en un inicio se están reproduciendo simples símbolos e iconografía de temas religiosos, podemos ver que rápidamente la sociedad japonesa no se limita a imitar los modelos que le llegan desde el exterior como una sociedad pasiva, sino que participa de esta nueva corriente artística que brota del contacto de las maneras tradicionales japonesas con las exportadas por portugueses y españoles, lo que da lugar a una reinterpretación propia a partir de un mismo mensaje como es la religión. 6. Los decretos de Hideyoshi A Nobunaga le sucede su siervo Toyotomi Hideyoshi en 1582, un vasallo de orígenes humildes que acabó escalando posiciones gracias a su genio militar y en cuyo gobierno se acentuaron los contactos con europeos y con ello el del cristianismo41. Ese mismo año se produjo la denominada embajada Tenso por la cual varios daimios de la isla de Kyushu, la cual había sido la más influenciada por las misiones jesuitas, enviaban a cuatro emisarios para visitar al rey Felipe II y al papa Gregorio XIII. La embajada causó furor en las cortes europeas y pontificias que creían ver en ella la muestra de que japón sería dentro de poco una nueva cantera de creyentes en detrimento del cisma protestante recientemente producido en Europa, sin saber que la situación real dista mucho de la que se imaginaban; aunque sí que se consiguieron algunos avances, como la creación de un obispado con la 38 Fernando G. Gutierrez, «El arte del “Siglo Cristiano” en Japón (“Namban Geijutsu”).», Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, nº 7 (1971): 31-37. 39 Rie Arimura, «Escenario de Las Producciones Del Arte Kirishitan (1549-1639): La Contribución de Los Artífices Japoneses a La Conformación de Un Fenómeno Intercultural», Hispánica, nº 55 (2011): 45-71. 40 Rie Arimura, «Fuentes e Historiografía Del Estudio de Kirishitan», Anales Del Instituto de Investigaciones Estéticas, 1 de enero de 2011, 56-59.41 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 258-59. ayuda papal42. En 1591, bajo la unión de las coronas de España y Portugal, la empresa evangelizadora dejó de estar monopolizada por los jesuitas respaldados por la corona portuguesa, esto se debe a la incorporación de las órdenes mendicantes españolas procedentes de filipinas como los franciscanos, tal y como permitía el decreto de la nueva bula papal de Sixto V “Dum ad uberes” de 1585, que derogaba indirectamente a la de su antecesor en el asunto del actual pleito43. Pese a esto, los jesuitas no renunciaron tan fácilmente a su privilegio de evangelización sobre japón, y por ello se emplearon argumentos ante el papa y Felipe III que buscaron dinamitar el prestigio de estos aludiendo a comportamientos “poco cristianos” que mantenían durante su actividad en oriente. Las causas más sonadas fueron, entre otras, la negativa de los jesuitas al permiso de circulación de las otras órdenes religiosas, lo cual era contraproducente puesto que se buscaba una óptima eficacia en las misiones. En segundo lugar, está el hecho de que su obra se financiaba gracias al comercio que hacían entre China y Japón; y en tercer lugar, los jesuitas eran propietarios de varios almacenes de arcabuces y cañones, además de una flota de la que uno de los padres era capitán44. El evento más destacable durante el gobierno de Hideyoshi fue el decreto de expulsión de los misioneros cristianos en 158745, los factores que provocaron tal respuesta son complejos y variados, pero el más importante y plausible es el de que Hideyoshi temiese por la insubordinación de los daimyos cristianos. Hasta ahora, la unificación de japón no supuso un problema para la difusión del cristianismo, puesto que era voluntad de cada daimio el escoger su fe y el permitir o revocar derechos y permisos a los padres jesuitas, pero con la llegada al poder de un líder que, al contrario que Nobunaga, intuyó un posible peligro en las ordenes religiosas como un factor disgregador que podía echar a perder sus relaciones clientelares. Otros motivos pudieron ser la idea de que los misioneros eran la punta de lanza para una invasión europea a manos de Portugal o España, en parte ya desmentida por los propios sacerdotes que reiteraban el carácter pacífico de su religión; por otro lado, estaba la quema de pagodas y la ejecución de monjes por algunos daimyos cristianos, que, aunque fueron casos aislados pudieron servir de pretexto para tacharlos de enemigos de las 42 Carlos Martínez Shaw, «España y Japón Enel Siglo XVII: Las Dos Embajadas de La Era Keicho (1596-1615) (Carlos Martínez Shaw», Tempus Revista En Historia General, nº 4 (2016): 72-74. 43 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 223-27. 44 Juan Gil Fernández, Hidalgos y samurais: España y Japón en los siglos XVI y XVII (Alianza, 1991), 130-33. 45 Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las primeras expulsiones», 97-100. 25 tradiciones nacionales46.Naturalmente esta medida provocó un resentimiento en la obra evangelizadora, se destruyeron multitud de edificios de la compañía de Jesús y sus integrantes pasaron a la clandestinidad, pero al contrario de lo que pueda parecer no se llegó a la promulgación de más medidas anticristianas, como la obligación a apostatar, o a la persecución de los religiosos47, tal y como si se hará más tarde. La explicación de esto puede deberse a la importancia que los jesuitas mantenían como intermediarios en el comercio nanban, y al miedo a una posible revuelta en respuesta a una represión mayor a la población convertida. El suceso por el cual observamos ya verdaderos conflictos con el cristianismo fue el incidente del galeón San Felipe, por el cual el problema adquiere además un matiz político. Este navío procedente de Manila y destino Acapulco naufragó en 1596 en las costas de Shikoku. El daimio de la región con requisó el cargamento del barco, y ante la protesta de la tripulación el caso ascendió a la jurisdicción de Hideyoshi, el cual envió a su delegado Mashita Nagamori para resolver el pleito. Este se entrevistó con el capitán Francisco de Landia, y le preguntó de dónde y cómo habían llegado a Japón, a lo que este le respondió mostrándole un mapa de abordo venían que representaba los dominios del imperio español, y posiblemente mencionase el proceso de conquista de los mismos según explican algunos autores, puesto que la respuesta que siguió a la entrevista fue la ordenanza de Hideyoshi48 de ejecutar a veinte conversos japoneses y a seis padres, tanto jesuitas como frailes mendicantes, uno de ellos perteneciente a los pasajeros del San Felipe. El acto se realizó el febrero de 1597 en una colina de Nagasaki, los enjuiciados fueron crucificados y lanceados por los costados49. Los motivos que llevaron a la tragedia fueron expuestos por el propio caudillo en la sentencia publicada el 31 de diciembre del mismo año50 en la cual 46 Cabezas García, 227-34. 47 Martin Merino, «Las Katanas de Dios», 47-49; Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 229-32. 48 Rubén Almarza Gonzalez, Breve Historia del Japoón feudal (Madrid: Nowtilus, 2018), 225-26. 49 Jorge Augusto Gamboa y You-Jin Kim, «El incidente del galeón San Felipe y la persecución a los cristianos en Japón (1597): Una transcripción del relato de uno de los sobrevivientes», Nuevo mundo, mundos nuevos, nº 1 (2022): 1; Diego de San Francisco, Relacion verdadera, y breve de la persecucion, y Martirios que padecieron por la confession de nuestra Santa Fee Catholica en Iapon, quinze Religiosos de la Prouincia de San Gregorio, de los Descalços del Orden de nuestro Seraphico P. S. Francisco de las Islas Philipinas. Aonde tambien se trata de otros muchos Martires Religiones, y seculares de diferentes estados. Todos los quales padecieron en Iapon desde el año de 1613 hasta el de 1624. (Manila: Thomas Pimpin impressor de libros, 1625), 15-20., 50 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 250-51. los tacha de falsos embajadores, y les acusaba de causar desorden público y de promulgar la religión cristiana; otros factores posibles no declarados fuesen la propia inseguridad que le daban los padres, acrecentada por la revelación de Landía, de que Portugal y España compartían ahora corona, cuando los jesuitas siempre recalcaban la diferencia entre naciones y órdenes monásticas. Este hecho toma especial relevancia ya que se enmarca a la vez que Japón empieza a perder la segunda invasión a Corea, objetivo fundamental en los planes expansionistas de Hideyoshi por conquistar China51, lo que deja a la nación en un estado vulnerable a una posible irrupción de una potencia extranjera como pueden ser los europeos, por lo que los padres pudieron convertirse en chivos expiatorios ante un recelosos gobernante que se estaba viendo acorralado por varios frentes. 7. Ieyasu Tokugawa y el inicio del aislacionismo Tras la muerte de Hideyoshi en 1598, el daimio tokugawa Ieyasu, uno de los principales aliados de Nobunaga durante la reunificación, pasa a ser la persona más poderosa del país después de que su predecesor solo dejase al heredero bajo su tutela y junto otros cuatro vasallos más52. El proceso de traspaso de poderes no estuvo exento de violencia, puesto que el país se sumió en una nueva guerra civil al levantarse en armas una confederación de clanes liderada por Ishida Mitsunari. Las dos facciones se enfrentaron en la batalla de Sekigahara, de la cual salió victorioso Ieyasu y en la que también el cristianismo sufrió un duro revés, al estar muchos daimyos cristianos del bando de Mitsunari53. Tres años después, el emperador Yozei le otorga a Ieyasu el título de shogun, dando inicio al periodo Edo en Japón. Las relaciones entre Japón y los países ibéricos durante los primeros años del nuevo gobierno experimentaron un verdadero impulso sobre todo en el ámbito comercial, incluso previamente a ser shogun, Ieyasu se preocupó por que los galeones españolesfrecuentaban los puertos de su feudo, pero pese a esto, al igual que su predecesor, el nuevo caudillo de japón se preocupó por la expansión de españoles y portugueses por Asia, e intentó redirigir el comercio de Kyushu a un puerto más cercano de la nueva capital en la región de Kanto y sin dejar de dejar de lado los envíos de diplomáticos a Manila54. Es interesante el hecho de 51 Jaime González-Bolado, «Cruces y Katanas En Corea: Los Cristianos En La Guerra Imjin (1592-1598)», Asiadémica: Revista Universitaria de Estudios Sobre Asia Oriental, nº 16. 2021, 111-134. 52 Edwin O. Reischauer, Japón: Historia De Una Nación, 2013. 53 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 437-38. 54 Yayoi Kawamura, «Llegada de productos japoneses a Manila en la fase final del periodo Namban», Mirai. Estudios Japoneses, nº 3 (2019): 45-58. 26 que la entrevista se realizase estando el religioso oculto en la ciudad de Kioto al igual que el resto de padres cristianos distribuidos por el país, lo que demuestra que la misión evangelizadora se siguió llevando a cabo en la clandestinidad, y de igual forma muchos daimios conversos mantuvieron su identidad religiosa pese a la represión de Hideyoshi, incluso siguieron produciéndose nuevos bautizos como señala Antonio Cabezas55. En 1613 parte una segunda embajada que según la historiografía adopta el sobrenombre de la embajada keicho56 ya que se produce durante dicho periodo. Esta embajada buscaba conseguir un acuerdo favorable que velase por los intereses tanto de los hispanos como de os nipones, pero poco después de su partida la política del bakufu volverá a pegar otro giro hacia la intolerancia, retrocediendo otra vez en el panorama de las relaciones internacionales con occidente. Todo vuelve a resentirse conforme evoluciona la política del shogunato, en 1614 Ieyasu proclama un nuevo edicto anticristiano; en este documento se alega al culto tradicional sintoísta y budista por encima de la nueva fe cristiana, a la cual se concibe como una religión pecaminosa que debe ser relegada al exilio. Los motivos que encontramos para este abrupto desenlace se anteceden por un lado a los daimyos cristianos que como ya he mencionado antes, marcharon contra Ieyasu en Sekigahara, por otro lado, estaba la asociación que, hacia el caudillo entre cristianos y criminales, puesto que los delincuentes enjuiciados por ejercer esta religión se consideraban mártires, y por lo tanto se les profesaba culto y sus enseres pasaban a ser reliquias. Pero el móvil que desencadenó el desastre se atribuye a la implicación del ministro de las minas del bakufu, Okubo Nagayasu, un presunto cristiano, en un escándalo de fraudulencia y de traición que salpicaba a otros daimyos cristianos, por la existencia de cartas dirigidas a los españoles de Manila en las que se hablaba de iniciar una rebelión. Algunos autores ponen en duda las acusaciones, pero el shogun dio parte público sobre el asunto, lo que motivó una a nueva oleada de xenofobia hacia los padres y persecuciones a los conversos57. Esto evidencia nuevamente que el cristianismo se infiltró entre los altos mandos, e incluso se tienen indicios de familiares conversos entre la familia del shogun, un ejemplo es Matsudaira Tadano, nieto del mismísimo Ieyasu por parte del hijo de este, Yuki Hideyasu. También se tomaron a 55 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 264-67. 56 Suárez Japón, Japón y Su Relación Con Occidente. Conmemoración de Los 400 Años de Relaciones España-Japón (Sevilla: Editora Anjhara Gómez Aragón, 2014), 184-210. 2014. 57 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 441-47. posteriori nuevas medidas como la obligación a que el padre de familia se afiliarse a una secta budista, y la visita obligatoria de carácter “inquisitorial” de un bonzo una vez al año.58 La realidad por entonces fue la de un país hostil hacia los cristianos, los cuales veían cada vez más mermados sus apoyos entre los poderosos, quedando así desamparados legalmente y relegados a vivir ocultos y a profesar su fe en secreto. El shogunato Tokugawa se caracterizará por una fuerte centralización que obligará a los daimios a acatar las leyes del soberano, por lo que los poderes regionales no ya no tendrán tanto margen para aprovechar vacíos de jurisprudencia, sobre todo con el tema de la religión. A esto hay que sumarle el incipiente auge del comercio con ingleses y holandeses en detrimento de los portugueses y españoles, los cuales no se preocupaban tanto por los pleitos religiosos sino de los netamente comerciales, el comercio portugués dejo de ser necesario para el comercio con china e incluso el intérprete del shogun, el portugués Joao Rodríguez, fue sustituido por el inglés William Adams59. En 1616 Tokugawa Hidetada, hijo de Ieyasu asciende al título de shogun tras abdicar su padre, y bajo su mandato se recrudecen las medidas anticatólicas, además de que se empieza a imponer rémoras a los tratos comerciales con extranjeros para regular el enriquecimiento de los daimios Tozama de la periferia de Japón, los cuales eran susceptibles de revelarse contra el nuevo shogunato, esto se debe a la nueva repartición de feudos que se realizó tras la llegada al poder de la nueva dinastía Tokugawa, en la que los daimios opositores fueron relegados a las tierras más alejadas de la capital. Pese a esta adversa situación, la relación entre mercaderes occidentales y clérigos afronta a duras penas los envites de la política del bakufu, de entre las nuevas imposiciones está la de prohibir a los cabezas de familia dar hospedaje a los misioneros bajo pena de muerte; la medida incluye a casos como el de Bernardino de Ávila Girón, un mercader residente en Nagasaki y que colaboró durante todo este tiempo con los monjes franciscanos, a los cuales ayudó junto con los feligreses de la ciudad a la edificación de una iglesia. Cuando se decreta la persecución este personaje dará refugio a varios de estos monjes en su propio domicilio, ejemplo extrapolable a otros muchos casos, donde tanto los peninsulares como los propios neófitos ayudaran 58 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 395. 59 Helena Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las primeras expulsiones: los misioneros jesuitas en Japón (siglos XVI-XVII)», en Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos (siglos XVI-XX), (Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos (siglos XVI-XX), Fondo de Cultura Económica, (2018), 100-104, 27 durante la represión60. Las políticas de este nuevo mandatario llegaron hasta al punto de que en 1624 se prohibió la residencia a españoles y Lusitanos. Su sucesor Iemitsu, tendrá que enfrentarse a la rebelión de Shimabara, liderada por el cristiano Amakusa Shir entre los años 1639 y 1639. Las causas de la misma se deben a que, por un lado, las políticas de persecuciones a cristianos impactaron mucho en el lugar, siendo este territorio vecino de la prefectura de Nagasaki donde el cristianismo estaba muy extendido; por el otro, el decreto del sankin kotai obligaba a los daimios a residir sucesivamente un año en su feudo, y el siguiente en la capital, método usado por el bakufu para evitar sublevaciones, pero tenía el inconveniente de que estos desplazamientos requerían de un aumento de impuestos y de recursos por parte del daimio para costear el viaje, lo que en este caso llevó a una crisis de subsistencia por el encarecimiento de los alimentos61. La rebelión fracasó y se suprimió brutalmente con alrededor de treinta y siete mil muertos y otros tantos de miles deportados a China o Filipinas. Este hecho provocó que se asociase nuevamente a los cristianos como una amenaza, lo que promovió a su vez nuevas restricciones para los padres franciscanos y mendicantes, y por extensión a todos los extranjeros. A partir de 1640 nadie profesaba en público mantener la fe católica por miedo a las represalias, pero el Bakufu implantó métodos para intentardescubrir a los conversos que practicaban aun esta religión en secreto, una de las prácticas mas sonadas para revelar si alguien era cristiano fue la de obligar a que el sospechoso pisase una tablilla con una imagen religiosa (Fig 4), si lo hacían era porque o bien la persona no profesaba esa religión o bien porque en ese mismo momento estaba renunciando a su fe, y por lo tanto pasaba ser un apostata62 ante la iglesia. Si por el contrario no pisaban la tablilla, reconocían públicamente que eran cristianos y por lo tanto se les imponía la pena capital, siendo algunos de estos quemados vivos o crucificados, convirtiéndose así en mártires. Iemitsu finalmente terminó por emitir el edicto de Sakoku en 1635, una entre varias ordenanzas destinadas a regular la política exterior, y por el cual 60 María Jesús Zamora Calvo, Japón y España: acercamientos y desencuentros (siglos XVI y XVII), 2012, 262-64. 61 Antonio Gil Fons, Rubén Casillas de la Torre, y Víctor Hugo Robles Gutiérrez, «Más allá del cristianismo: Un análisis multicausal de la rebelión de Shimabara, 1637-1638», México y la Cuenca del Pacífico 5, nº 13 (2016): 118-21. 62 En las fuentes japonesas se emplea el término de korobi kirishitan para aquellos apóstatas que reconocían no pertenecer a la fe católica, para estos casos se imponía una vigilancia estatal a la familia del individuo que podía prolongarse durante varias generaciones. reducía la actividad comercial con extranjeros al puerto de la isla artificial de Dejima, en Nagasaki, y del que solo se permitía el acceso a los holandeses por tener un permiso comercial del ya fallecido Ieyasu. En este se estipulaba un férreo control de las transacciones y de las relaciones con estos neerlandeses, lo cuales podían ser ejecutados si salían de dicha isla63. El gobierno Tokugawa tuvo como principal objetivo la pacificación y consolidación del nuevo régimen totalitario, para esto se apoyó en la cultura y los valores tradicionales nipones64, lo que motivó un renacimiento cultural característico del periodo Edo, en el que se cimientan las bases de la sociedad japonesa moderna. El cristianismo, como religión foránea se prohibió tajantemente, y se persiguió sin descanso a los creyentes durante doscientos ochenta y seis años. El reducto de católicos que quedó en el archipiélago fue sometido a una política anticristiana más enfocada a la búsqueda de la apostasía de los creyentes y a la publicación de propaganda anticristiana65, métodos más enfocados a no crear más mártires, los cuales podían ensalzaban el fervor religioso de la población, lo que no renegaron de su fe mantuvieron profesando su culto en secreto, en habitaciones ocultas y en domicilios privados; debido al aislamiento, la rama católica nipona adquiere características propias, como la asimilación de los iconos religiosos con cánones iconográficos budistas66. 8. Conclusiones A modo de conclusión, los motivos que llevan finalmente a al fracaso de la actividad evangélica en Japón son, en primer lugar, el periodo de guerra civil crónica que vivía el país durante los primeros momentos de la evangelización, los cuales dificultaron la proliferación de las misiones debido al caos generalizado del Sengoku jidai. En segundo lugar, está la oposición de algunos daimios y shogunes a las propias bases del cristianismo, las cuales demandan entre otras cosas la creencia en un único dios, la monogamia, y apoyaban el desacato de leyes injustas, algo perjudicial sobre todo para el proyecto de estado Tokugawa.67En tercer lugar, el temor de los shogunes ante una posible invasión por parte de las potencias europeas, de las 63 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 514-17. 64 Michio Morishima, Por qué ha «triunfado» el Japón (Folio, 1997), 69-73. 65 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 505-7. 66 Domingo Barbolla Camarero, «Japón en una Nueva Civilización, desde una primera aproximación al hecho religioso del cristianismo», en El cristianismo en Japón: ensayos desde ambas orillas, 2011, ISBN 978-84-936987-4-4, págs. 83-92 (El cristianismo en Japón: ensayos desde ambas orillas, Instituto de Teología «San Pedro de Alcántara» de Cáceres, 2011), 83-92. 67 Imagen de la portada del libro de Klaus Lerch. Der Tritt auf das Antlitz Christi. Königstraße: Hibarios Verlag, 2018. 28 que los padres podían participar como punta de lanza, argumento sostenido en parte por las nuevas potencias comerciales, como los holandeses, para calumniar a los hispanos con los cuales mantenían una rivalidad comercial, política y militar; por otro lado, estaba el miedo a una revuelta cristiana la cual se refleja en la ocurrida en Shimabara. Tampoco nos podemos olvidar del fuerte enraizamiento de la cultura y religión budista y shinto, defendida militarmente por los bonzos. Otro factor que entra en juego son las propias presiones ejercidas desde el mismo gobierno por los sectores más tradicionalistas del gobierno hacia los diferentes dirigentes políticos, desde Oda Nobunaga, hasta la dinastía Tokugawa, las cuales se preocuparán por mantener una postura escéptica y de recelo frente a los foráneos. Tampoco nos podemos olvidar de la desunión política de los daimyos cristianos, los cuales en ningún momento conformaron un frente unido puesto que, por encima de todo, se mantuvieron leales a su señor y a su moral, lo cual daba en ocasiones a enfrentamientos entre estos, como por ejemplo en la batalla de Sekigahara o en la toma del castillo de Osaka por orden de Ieyasu. A todo esto, hay que sumarle las disensiones y la rivalidad entre las propias órdenes monásticas materializadas en las disputas entre jesuitas y franciscanos. Finalmente, está la obediencia casi ciega hacia el shogun, de cuyo beneplácito dependía en muchos casos no solo el gobierno del feudo del daimio, sino la propia vida y el bienestar del clan al que pertenecía. Todo esto llevó a un recelo por parte Figura4. Ilustración de un procedimiento judicial en la que se muestra al enjuiciado pisando una tablilla metálica que representa a Cristo crucificado, también conocida como fumi-e. Fuente: Lerch (2018)67. 29 de los diferentes soberanos desde época de Toyotomi Hideyoshi, el cual fue creciendo e intensificándose bajo la dinastía Tokugawa ya en el periodo Edo, dando lugar finalmente a una política basada en la xenofobia y en una tajante intolerancia religiosa. Bibliografía Arimura, Rie. «Escenario de Las Producciones Del Arte Kirishitan (1549-1639): La Contribución de Los Artífices Japoneses a La Conformación de Un Fenómeno Intercultural». Hispáncia 2011, nº 55 (2011): 45-71. Arimura, Rie. «Fuentes e Historiografía Del Estudio de Kirishitan». Anales Del Instituto de Investigaciones Estéticas Vol. XXXIII, 98, (2011): 55-106. Augusto Gamboa, Jorge, y You-Jin Kim. «El incidente del galeón San Felipe y la persecución a los cristianos en Japón (1597): Una transcripción del relato de uno de los sobrevivientes». Nuevo mundo, mundos nuevos, nº 1 (2022). Cabezas García, Antonio. 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