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02_La cristianización de Japón entre los siglos XVI y(1)

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17
La cristianización de Japón entre los siglos XVI y 
XVII: Desde la llegada de los primeros europeos 
hasta la ilegalización y persecución de la comunidad 
Kirishitan
Juan Romero Sánchez1
Universidad de Murcia
Recibido: 17-8-2022 / Aceptado: 12-10-2022 
Resumen
En esta monografía trataremos el proceso de cristianización que aconteció en Japón durante gran parte de 
la edad Moderna o en lo que la tradicionalmente se ha denomina el siglo cristiano, y que en la historiografía 
japonesa abarca desde el final del período Sengoku hasta los inicios del período Edo. Se abarcarán para ello 
diversos aspectos como su propagación, asimilación y analizando su posterior crisis a través de la política, las 
relaciones internacionales, la sociedad, y la propia religión; también se intentarán discernir los factores por los 
cuales la empresa evangelizadora resultó en fracaso.
Palabras clave: Japón, cristianismo, comercio Namban, periodo Azuchi-Momoyama, edicto del Sakoku, 
Kirishitan.
Abstract
In this monograph we will deal with the process of Christianization that occurred in Japan during the Modern 
Age or in what has traditionally been called the Christian century, and which in Japanese historiography covers 
from the end of the Sengoku period to the beginning of the Edo period. For this, we will covered various aspects, 
such the propagation, assimilation and analyzing its subsequent crisis through politics, international relations, 
society, and religion itself. In fact, we will also try to discern the factors by which the evangelizing company 
resulted in failure.
Key words: Japan, Christianity, Namban trade, Azuchi-Momoyama period, Sakoku edict, Kirisitan.
1. Introducción
Antes de introducirnos en el tema propiamente dicho conviene repasar algunos conceptos previos sobre la 
política, geografía, historia y cultura de japón previos al contacto con los primeros europeos. El primer extranjero 
del viejo mundo que advirtió de la existencia de esta nación fue el célebre Marco Polo en torno a los siglos 1275, 
el cual dedicó en sus relatos una descripción de lo que el conoció indirectamente como “Zipango”, mientras 
estuvo en la corte de Kublai Khan. En esta breve entrada del libro de las maravillas hace mención entre otras cosas 
a hechos históricos como las dos invasiones por mar mandadas por el gran Khan, la cuales acabaron en desastre 
debido a dos tifones consecutivos que los propios japoneses denominaron como kamikaze (dios del viento), y 
también hace mención de los grandes recursos de metales preciosos en las minas de Japón, pero que según él 
“nadie lo explota, porque no hay mercader ni extranjero que haya llegado al interior de la isla” lo que nos hace 
1 Juan.r.s1@um.es - https://orcid.org/0000-0003-4404-7188
2952-1491
Cómo citar
18
pensar en la posibles dificultades respecto al comercio 
y los contactos en general con este país desde tiempos 
antiguos2.
El objetivo principal de este trabajo será hacer una 
síntesis a modo de introducción de todo el proceso 
de cristianización de las islas, abarcando diferentes 
aspectos relevantes en torno a este como bien son el 
comercio, la sociedad, la política y la religión presentes 
en el momento del encuentro entre las dos principales 
culturas. Por otro lado, los objetivos secundarios de la 
investigación serán como se produce la evangelización 
por parte de las diferentes órdenes monásticas, y dar 
una explicación al fracaso del proyecto. La metodología 
a seguir será el estudio y recopilación de fuentes 
bibliográficas tanto primarias como secundarias, 
destacando algunos escritos relevantes como las propias 
fuentes eclesiásticas en las que se documentan los 
procesos de la final expulsión de estos del país además 
de su persecución y martirio. Los motivos a la hora 
de escoger este suceso histórico son principalmente la 
escasa bibliografía sobre el mismo en castellano, y el 
hecho de que sea un tema poco estudiado debido a la 
poca relevancia que se le da generalmente al enmarcarse 
entre otros procesos coetáneos más complejos y que 
acaparan más atención dentro de la historia de Japón. 
Para facilitar la introducción a este tema, un buen 
recurso es la propia cronología representada en una 
línea temporal (fig 1), mediante la cual podemos 
ver claramente los hechos principales de lo que los 
autores denominan como “el siglo cristiano” de 
Japón, desde el 1543, fecha en la que los primeros 
europeos desembarcan en el archipiélago, dando paso 
a las primeras predicaciones de la nueva fe, hasta 
1639 cuando se expulsan a los portugueses, última 
potencia europea que además de los tratos comerciales 
buscaba la conversión de la población nipona según 
2 Marco Polo, Libro de las maravillas (Madrid: Anaya, 1986) 346-
352.
el sistema del padroado, y actuaba como vínculo con 
las principales ordenes monásticas3; dando así el 
monopolio a holandeses e ingleses con un exclusivo 
interés comercial. La recopilación de fechas sustanciales 
que hace Antonio Cabezas4 en su libro y que cita Raúl 
Nivón5 en su artículo nos sirven perfectamente para 
este propósito:
2. Características de la religión en Japón
En lo referente a Japón, la religión no tiene un 
sentido único ni definido puesto que los japoneses 
no concibieron una sola religión, sino que fueron 
adaptando creencias y conceptos a su forma de ver 
el mundo en un proceso de sincretismo y paulatina 
asimilación entre el folklore tradicional japonés y 
elementos de los dogmas extranjeros. Más que una 
religión, el sintoísmo es el conjunto de creencias y 
rituales que recopila un gran y variado número de cultos 
a Dioses y deidades menores que van desde entes de la 
naturaleza y personajes de clanes importantes, hasta 
accidentes naturales como el propio monte Fuji, además 
de los dioses creadores de este mismo panteón como 
Izanami e Izanagi, Susanoo o Amaterasu, esta última 
deidad es de suma importancia al ser la progenitora 
de la actual familia imperial, la cual presuntamente ha 
mantenido la línea de sangre hasta la actualidad. Estos 
mitos y leyendas se recogen en parte en los libros del 
Kojiki y del Nihonshoki6.
3 Paula Hoyos Hattori, «La escritura de epístolas y su uso como 
fuentes documentales en la Historia de Japam (1585-1593) del 
jesuita Luís Fróis: análisis comparativo de un episodio», Histórica 
41, nº 1 (2017): 46-48.
4 Antonio Cabezas García, El siglo ibérico del Japón: la presencia 
hispano-portuguesa en Japón (1543-1643), 1995.
5 Raúl Nivón, «El camino del té y los caminos del cristianismo 
en Japón», Cuadernos CANELA: Revista anual de Literatura, 
Pensamiento e Historia, Metodología de la Enseñanza del español como 
Lengua Extranjera y Lingüística de la Confederación Académica Nipona, 
española y Latinoamericana, nº 14 (2002): 23.
6 Federico Lanzaco Salafranca, «Shintoísmo: el camino de 
los dioses de Japón», Kokoro: Revista para la difusión de la cultura 
Figura 1. Cronograma de los eventos más relevantes durante la fase de cristianización. 
Fuente: elaboración propia.
19
Otras religiones que se infiltraron entre la sociedad 
nipona fueron el confucianismo y sobre todo el 
budismo el cual fue asimilado de forma temprana por la 
aristocracia japonesa y sus contactos con China y Corea 
principalmente, por lo que se habla de una conversión 
desde arriba de la pirámide social; al contrario de lo 
que paso con el cristianismo. La última religión que fue 
exportada y que reunió a un menor número de fieles 
en comparación con las demás fue el confucianismo, el 
cual se basa en el precepto de obedecer a un superior, lo 
que explica el apoyo que posteriormente recibiría por 
parte de los shogunes Tokugawa7. El tema de la religión 
dentro de esta sociedad insular es un tema de estudio 
que da lugar a debate, pero si algo la ha caracterizado 
es su resistencia a la predicación de otras religiones 
extranjeras pese a mantener un carácter politeísta que 
posibilitará incorporar nuevas deidades como en el 
caso de tantos otros ejemplos en la historia8.
Esta animadversióna nuevos dogmas y fes queda 
patente en las persecuciones contra las nuevas sectas 
budistas que fueron surgiendo desde que se consolidó 
esta religión en torno al Período Asuka (552 a 710 d.C.) 
y en época moderna con las acciones contra los monjes 
de la orden jesuita durante los shogunatos Ashikaga y 
Tokugawa como trataré más adelante.
3. La situación previa a la llegada europea
Desde finales del siglo XV d.C. y principios del 
XVI d.C. el país entró en una espiral de guerras civiles 
protagonizadas por los distintos daimios a cargo de 
los múltiples feudos en los que se dividía el territorio 
nacional, a este período tan extenso y anárquico 
se le denomina como Sengoku jidai (período del país 
en guerra). Cada uno de estos daimios obedecía sus 
propios intereses, y los más poderosos buscaron cada 
vez mayor poder hasta que un reducido número de 
ellos obtuvo el suficiente como para unir de nuevo a 
Japón bajo su mando. Bien es cierto que se mantuvo 
la institución del emperador, figura que en teoría 
aglutinaba y cohesionaba el país, además de dar un 
sentimiento de unidad a los habitantes el cual se 
mantuvo desde los inicios de la fundación del propio 
Japón, pero en la práctica, el poder residía en los ya 
mencionados daimios, relegando al emperador a un 
carácter poco más que el meramente nominal9.
japonesa, nº Extra 1 (2013): 3-6; Ainhoa Reyes Manzano, «La Cruz 
y la Catana: relaciones entre España y Japón (Siglos XVI-XVII)» (La 
Rioja: Universidad de La Rioja, 2014), 171-73.
7 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 53-54.
8 Cabezas García, 16-22.
9 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 159-67.
El sistema del shogunato que tanto influenció en las 
relaciones entre Japón y las naciones ibéricas y europeas 
en general, además de entre los propios clanes que siguió 
englobando, surgió de la rivalidad entre dos clanes de 
descendencia imperial, los Taira y los Minamoto; los 
segundos derrocaron a los primeros en las Guerras 
Genpei y Minamoto Yoritomo fue nombrado Seii-
taishogun (1185) lo que se pude traducir como gran 
caudillo, instaurando así un nuevo tipo de gobierno 
sólido en el denominado shogunato Kamakura, un 
sistema de vasallaje rígidamente piramidal que perduró 
hasta el final de la guerra Boshin en 1869, lo que dio 
lugar a la modernización de Japón con la revolución 
Meiji bajo el renovado gobierno del emperador. Con 
esto también se crea una casta guerrera por encima 
de los campesinos al servicio del daimyo, el cual a su 
vez está subordinado al shogun y debe procurar tropas 
en momentos de necesidad, puesto que no existe un 
ejército nacional10.
Los personajes que más aportaron a la unificación 
de japón al final de esta etapa (momento que además 
se solapa con el contacto europeo, el cual pasará a ser 
uno de los factores decisivos en el proceso) fueron Oda 
Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi, y finalmente Ieyasu 
Tokugawa, fundador del nuevo shogunato epónimo 
finalizando así el sueño de reunificación; un dicho 
popular de la época que ilustra muy bien estos hechos 
dice así: “Nobunaga amasó la harina, hideyoshi horneó 
el pastel e Ieyasu se lo comió11”.
4. Los primeros pasos del cristianismo y el comercio 
con Portugal.
En 1543 Antonio da Mota, Francisco Zeimoto y 
Antonio Peixoto arribaban en las costas de la isla de 
Tanegashima, al sur de Japón, en un humilde junco 
tripulado por un chino llamado Goho. Al encontrarse 
con los primeros naturales de la isla, Goho los 
denominó Namban (bárbaros del sur) nombre que se 
referían a los europeos por haber accedido a china por 
esa ruta. Este suceso registra la primera toma de contacto 
entre estas dos sociedades, que a su vez repercutirá 
profundamente en el desarrollo de la historia del 
país del sol naciente; no sólo por la cuestión católica, 
sino por la introducción de las nuevas mercancías 
provenientes de Europa, de entre las que destacan las 
armas de fuego, las cuales revolucionarán el modo de 
hacer la guerra y supondrán un factor a tener en cuenta 
en la reunificación del país12. Aun así, también hay que 
matizar que las armas de fuego solo actuaron como 
10 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 18-19.
11 Cabezas García, 22-25.
12 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 136-47.
20
un acelerador del ritmo histórico para un proceso de 
unificación que ya se tornaba imparable; el contacto 
con los europeos en el siglo XVI, a excepción del 
problema religioso, no repercutirá sustancialmente ni 
en la política ni en el modo de vida japonés13.
Desde el mismo momento del encuentro, la fe 
católica se difundió lenta pero continuadamente 
durante la década de 1540, el objetivo fue convertir 
al mayor número de japoneses posible con un dogma 
católico que instaba de nuevos fieles tras la ruptura 
de los protestantes. Por otro lado, los japoneses, 
y en especial los daimios, vieron en el catolicismo 
además una oportunidad a la hora de entablar 
relaciones comerciales con los nuevos mercaderes. 
En este contexto cobra una enorme relevancia la 
figura del navarro Francisco Javier, canonizado por el 
papa Gregorio XV, el cual es enviado a Japón como 
misionero y, a diferencia de otros religiosos, el insiste en 
documentarse a fondo sobre todo lo que tenga que ver 
con ese nuevo país. Para ello se sirve de la descripción 
de Japón que pone por escrito el capitán Jorge Álvares, y 
de las conversaciones que tiene con Anjiro, un samurái 
exiliado que le sirvió como intérprete14. A su llegada, 
centró sus esfuerzos en ser recibido por el emperador, 
sin saber que aun logrando el salvoconducto de este de 
poco le serviría en una nación tan atomizada a nivel 
gubernamental.
El verdadero logro que podemos atribuirle a 
este jesuita es que sentó las bases de la iglesia en el 
archipiélago, fundó la primera iglesia e incluso intentó 
traducir las enseñanzas y las oraciones cristianas al 
japonés, un hecho revolucionario para la época, puesto 
que tradicionalmente se enseñaba primero la lengua 
europea y luego se procedía al catecismo. Un suceso 
curioso en la obra que llevó a cabo fue la predicación 
de figuras como la santa trinidad en un lenguaje 
simbólico budista (como es el caso de la manifestación 
de buda de la secta Shingon denominada Dainichi15, 
deidad la cual también tiene una triple naturaleza, lo 
que dio lugar a la confusión) que el mismo Francisco 
creía erróneamente equiparable a raíz del testimonio 
13 Conrad Schirokauer, David Lurie, y Suzanne Gay, Breve 
historia de la civilización japonesa (Barcelona: Bellaterra, 2014).
14 Alejandro García Lidón, «Primeros contactos entre Iberia y 
Japón - comercio, cristianismo y esclavitud en el Período Sengoku y 
la Embajada Tensh », 2021, 31-36.
15 Efraín Villamor Herrero, «El sacrificio de Javier y su visión 
para introducir el cristianismo en Japón. Las desavenencias y 
similitudes en el intercambio filosófico y religioso de los jesuitas 
en sus primeros días en Japón», Hispania sacra 71, nº 143 (2019): 
131-40; Paula Hoyos Hattori, «Japón y El Cristianismo Según G.B. 
Ramusio (Delle Navegazioni et Viaggi, 1554)», Cuadernos de Filología 
Italiana 26 (2019): 191-94.
de Anjiro16. Otro aspecto relevante fueron sus cartas, 
las cuales sirvieron para dar a conocer por primera vez a 
las autoridades europeas las impresiones que le produjo 
Japón, llegando incluso a desaconsejar la conquista 
de este por la fuerza debido a la gran belicosidad que 
percibió en el pueblo nipón, otros jesuitas que llegaron 
tras Francisco como el padre Organtino, alabaron 
la sociedad japonesa, y la exaltaban por encima de 
la europea; esto a su vez tuvo que tener repercusión 
en la propia concepción de los demás clérigos que 
vieron en estas tierras extranjeras un lugar propicio 
para la evangelización17. El esfuerzo por parte de los 
jesuitas para comprender la población autóctona les 
llevó incluso a elaborar estudios históricos sobre los 
diferentes procesos por los que había pasado el pueblo 
japones y los asociaba a distintas fases, fijándose sobre 
todo en los periodosde especial turbulencia tanto 
bélica como política, usando además fuentes japonesas 
para documentarse. Todo esto resultó en una obra 
historiográfica con claros matices providencialista que 
legitimaba la misión y exaltaba la figura de los clérigos18.
Francisco dejó japón y murió en 1552 camino de 
Cantón, dejando a sus dos compañeros, Cosme de 
Torres y Juan Fernández con el beneplácito de varios 
daimios19 entre ellos, Otomo Shorin el cual se bautizó 
con el nombre de francisco, y con él, la práctica 
totalidad del clan Otomo20. Este hecho es importante, 
ya que la catequesis se desarrollará mediante este 
modo por parte de los padres jesuitas, a partir de aquí 
será costumbre convertir primero a las élites sociales, 
es decir, los jefes feudales y demás altos mandatarios 
para que así estos inciten a sus vasallos a la conversión. 
Ejemplos hay muchos, pero un ejemplo paradigmático 
podría la conversión de Takayama Shigemoto en 1562, 
hijo de Takayama Zucho, un jefe local de la provincia 
de Iga, cerca de la actual ciudad de Kioto, el cual 
conoció al padre jesuita Gapar Vilela por casualidad 
cuando ambos se refugiaba del mal tiempo en una 
casa. Fue allí cuando el padre aprovechó para hablarle 
de su fe, y al parecer su mensaje convenció lo suficiente 
16 Mario Martin Merino, «Las Katanas de Dios: Breve Historia 
Del Siglo Cristiano de Japón (1549-1650)», Las Katanas de Dios: 
Breve Historia Del Siglo Cristiano de Japón (1549-1650), 1 de enero de 
2016, 12-14.
17 Osami Takizawa, «El conocimiento que sobre Japón 
tenían los europeos en los siglos XVI y XVII (I): Japón lugar de 
evangelización», en El cristianismo en Japón: ensayos desde ambas 
orillas, (Cáceres, Instituto de Teología «San Pedro de Alcántara» de 
Cáceres, 2011), 23-44.
18 Jaime González Bolado, «Apuntes del antiguo Japón en los 
documentos jesuitas de los siglos XVI y XVII», Nuevas de Indias: 
Anuario del CEAC, nº 6 (2021): 186-95.
19 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 189-94; Nivón, «El 
camino del té y los caminos del cristianismo en Japón», 22-24.
20 Martin Merino, «Las Katanas de Dios», 19-20.
21
a Shigemoto, el cual le pidió que lo bautizase tomando 
el nombre Darío21. Estas historias se pueden ver como 
un ejemplo de la propia curiosidad del pueblo japones, 
seducido por un culto extranjero que se aleja mucho de 
las creencias autóctonas y que predica un mensaje de 
paz e igualdad en un mundo que lleva en guerra civil 
casi un siglo. 
Una posible explicación de la buena asimilación, 
o al menos, tolerancia de la fe católica en las regiones 
más al oeste del país, sobre todo en la isla de Kyushu 
(fig 2), se podrían atribuir a la vinculación más directa 
de estos clanes más occidentales al comercio y a los 
contactos diplomáticos con los países vecinos de Corea 
y China22. A los veinte años de su partida se contabilizan 
alrededor de 25.000 conversos, a los treintaicinco años 
después 150.000 además de 200 capillas23, por lo que 
su desempeño como misionero representa un notable 
impulso en la obra evangelizadora24, todas estas cifras 
son orientativas al no haber registros ni métodos 
exactos de cuantificar a los conversos durante esta 
época, y posiblemente no se tienen en cuenta variables 
que contribuyeron a engrosar los números, como bien 
podrían ser los decretos de conversión de los nuevos 
daimio cristianos a sus vasallos25 posiblemente para 
congraciarse con los nuevos comerciantes extranjeros 
que les proporcionan nuevos objetos exóticos y una 
tecnología novedosa, es por esto que la bibliografía 
y los diferentes autores difieren al respecto sobre los 
números de nuevos creyentes. 
Conforme se fue desarrollando la empresa, los 
propios clérigos se dieron cuenta de que para asentar 
su mensaje no bastaba con los medios actuales, por lo 
que ante la aun precaria llegada de nuevos misioneros 
y el deficiente número de jesuitas que predicaban en la 
isla, se optó por planificar un programa educativo para 
instruir a un nuevo clero autóctono, lo que a su vez 
crearía cierta independencia y autonomía a la misión. 
Este nuevo clero ayudaría en las labores evangelizadoras 
pero el propio padre Valignano26advirtió la 
problemática del poco conocimiento que mantenían 
21 Ismael Cristóbal Montero Díaz, «Un samurai al servicio 
de Dios.: Testimonios literarios del beato Don Justo Takayama 
Ukon», en El franciscanismo hacia América y Oriente: libro homenaje 
al P. Hermeregildo Zamora Jambrina, OFM, (Asociación Hispánica de 
Estudios Franciscanos, 2018), 277-94.
22 Martin Merino, 17-18.
23 Mikiso Hane, Breve historia de Japón (Madrid: Alianza 
Editorial, 2011), 55-57.
24 Kumakura y Jansen Collcutt, Japón: El imperio del sol naciente 
(Barcelona: Equinox Ltd., s. f.), 1990, 152-53.
25 Jonathan Clement, Los samurais: historia y leyenda de una casta 
guerrera (Barcelona: Crítica, 2010), 211-13.
26 Valignano fue uno de los que desempeñó la labor de visitador 
de Japón, una figura que representa los intereses del papado y 
los japoneses sobre todo lo relacionado con Europa y 
los europeos, estos poseían unas nociones generales 
susceptibles de ser tergiversadas fácilmente y que 
según el mismo Valignano, podían dar lugar a la 
afloración de herejías debido a la disparidad de 
conceptos básicos sobre ciencia, filosofía y cultura, 
por lo cual recomienda inculcar también valores y 
saberes occidentales mediante tratados y otras obras 
literarias a una población que desconoce la filosofía 
aristotélica pero que si la puede entender mediante 
aproximaciones como el principio de eternidad del 
universo en la religión budista27. Con Francisco Javier 
se dio paso a una migración de monjes europeos, en 
su mayoría portugueses, españoles e italianos que 
voluntariamente se ofrecieron a hacer realidad los 
intereses de la iglesia en una tierra lejana y desconocida 
pero que a su vez ofrecía múltiples oportunidades y que 
se mostraba, según las descripciones de los pioneros, 
como una sociedad altamente civilizada y propicia a la 
evangelización28.
Los monjes jesuitas que continuaron con el legado 
de Francisco Javier y cumplieron un papel fundamental 
en los trámites comerciales entre nativos y comerciantes, 
sirviendo de intermediarios en las compraventas, 
enriqueciéndose a costa de los préstamos con interés y 
cobrando una parte de los seguros de gruesa procedente 
de cada expedición, las cuales consistían en seguros a 
todo riesgo que protegían el valor del cargamento y 
de los barcos (fig 3). Aunque este tipo de actos pueda 
parecer ir en contra de los dogmas católicos, los jesuitas 
asimilaban estas actividades dentro del concepto de ora 
et labora, aceptaban así todo lo que implicase siempre 
y cuando no incumpliese la ley de Dios. En definitiva, 
la presencia de clérigos católicos no solo predicó la 
religión de cristo, además promovió el sentimiento 
capitalista y de empresa facilitando el intercambio con 
los nambanjin29.30
La conversión de algunos daimios de renombre 
naturales de Kyushu aportó buena fama a los jesuitas, 
que ostenta el poder de decisión en asuntos relacionados con la 
cristianización de nuevos territorios.
27 Paula Hoyos Hattori, «Una Europa a La Medida de Japón: Un 
Estudio Sobre La Construcción Del Discurso Jesuita En La Misión 
Japonesa Durante La Segunda Mitad Del Siglo XVI», Magallánica 
Revista de Historia Moderna 6, nº 12 (2020): 172-75.
28 Helena Vu Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las 
primeras expulsiones: los misioneros jesuitas en Japón (siglos XVI-
XVII)», en Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos 
(siglos XVI-XX), (, Fondo de Cultura Económica, 2018), 89-93.
29 José Guillén Selfa, La primera embajada del Japón en Europa y 
en Murcia (1582-1590) (Murcia: Consejería de Cultura y Educación), 
1997, 59-61.
30 Kumakura y Jansen Collcutt, Japón: El imperio del sol naciente 
(Barcelona: Equinox Ltd., 1990), .
22
además de un salvoconducto para establecerse en la 
capital de Kioto. Gracias a todo esto los monjes siguieron 
con sus misionesde predicación y extendiendo su 
influencia, hasta que en 1560 se logra un gran paso 
con la concesión de un decreto proveniente del bakufu31 
Ashikaga, por el cual se les concede protección contra 
el maltrato además de una condición de exención de 
impuestos.
5. La reunificación de Oda Nobunaga
Oda Nobunaga fue uno más de los muchos 
daimios que seducidos por la ausencia de un poder 
central vieron en la fuerza de sus ejércitos el medio 
31 Institución dependiente del Shogun la cual ostentaba el 
poder de facto durante el periodo feudal en japón.
para llegar al shogunato. El estado a nivel interno de 
Japón cuando este líder militar llegó al poder de su 
clan fue el de un conjunto de territorios gobernados 
por ligas de grandes familias que mantenían grandes 
y mutuas rivalidades. El éxito de Nobunaga reside en 
un extraordinario dominio de la diplomacia y de lo 
militar, en un primer momento reivindica para sí las 
provincias centrales frente a una coalición liderada 
por Uesugi Kenshin, al cual vence en batalla con un 
ejército inferior en número con la ventaja tecnológica 
de los arcabuces de importación portuguesa, los cuales 
y junto a otras armas de procedencia europea llegarán 
a cambiar el curso de la guerra a su favor. Consolidado 
su dominio en el centro del país, en 1568 entra en la 
capital y en vez de usurpar el poder de forma directa 
suplantando al órgano gubernamental del bakufu, 
Figura 2. Mapa de la influencia de la evangelización jesuita en Japón entre los años 1549-1616. 
Fuente: Japón: El imperio del sol naciente30.
23
se legitima con la figura del mikado32, haciéndose así 
defensor del régimen imperial. Esta medida le sirvió 
para encubrir el verdadero golpe de estado, nombrando 
el mismo a un nuevo shogun Ashikaga al cual mantuvo 
de líder títere. Acto seguido suprimió revueltas y 
afianzó su posición en el territorio a la vez que sus 
aliados Tokugawa mantenían la defensa frente a los 
clanes enemigos que le rodeaban. En 1573 derrocó al 
último shogun Ashikaga y se hace proclamar con el 
título de Dainagon33.
En lo que respecta estrictamente a la religión, la 
política de Nobunaga se resume en la indiferencia 
hacia el cristianismo y los misioneros. a historiografía 
le ha dado a su figura una cierta aura de defensor de 
esta nueva fe, posiblemente atribuida en detrimento 
del budismo, por el cual sentía cierta animadversión 
debido a la oposición de varios bonzos34 hacia su 
proyecto de reunificación y acaparamiento de poder, 
reflejado en la quema de los templos del Monte Hiei35; 
cabe destacar que el poder de estos monjes no sólo 
fue religioso sino también militar, siendo algunos de 
ellos propietarios de grandes latifundios y ejércitos de 
mercenarios, sobre todo las sectas Tendai y Shingon36. 
Nada más lejos de la realidad, el caudillo militar se 
limitó a concebir al cristianismo como una más de las 
treinta y seis sectas que existían en Japón por aquel 
entonces. Los supuestos privilegios que les atribuyó 
a los cristianos eran por un lado la eximición de dar 
32 Nombre usado para denominar al emperador.
33 Jefe temporal del imperio.
34 Monjes budistas
35 Saúl Gutiérrez Nordelo, «cristianismo ciego, nación dormida: 
usos socio-políticos del cristianismo en el Japón del siglo XVI a 
través de la experiencia de Oda Nobunaga», Asiadémica: revista 
universitaria de estudios sobre Asia Oriental, nº 8 (2016): 97-101.
36 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 263.
alojamiento a las tropas en las iglesias, y por otro la no 
obligatoriedad de realizar algunas prestaciones locales, 
deberes que si realizaban otros templos autóctonos; la 
explicación a esto reside en la condición de extranjeros 
que mantienen los monjes no muy acostumbrados a 
las costumbres o al idioma. Otro aspecto relevante que 
propició la expansión católica fue la relativa estabilidad 
de un gobierno central fuerte, durante el periodo 
Sengoku los daimios que apoyaron el cristianismo eran 
susceptibles de ser derrotados o sustituidos por otro 
daimio menos tolerante, obligando a que los padres 
jesuitas fuesen extremadamente precavidos en sus 
actividades y relaciones con los líderes locales, pero con 
la reunificación del país los altos cargos se mantenían 
estables, lo que daba cierta seguridad en las relaciones. 
En cuanto al comercio nanban, los portugueses gozaron 
de inmunidad comercial y una relación a favor en 
los establecimientos portuarios que les proporcionó 
la entrega del estatuto de comerciantes, todo esto se 
atribuye a la búsqueda de un mejor tráfico comercial37.
En lo referente a la producción de objetos religiosos, 
en este periodo vemos como los misioneros se sirven de 
los denominados shokunin (artesanos) y artistas locales 
para elaborar objetos como pinturas,cruces, relicarios 
y toda una amalgama de instrumentos para la liturgia 
y para la propia demanda de los conversos, entre los 
cuales encontramos a los mismos daimios que llegan 
a actuar como verdaderos de mecenas de este nuevo 
arte namban o también denominado como kirisitan. 
Estos objetos se empiezan a fabricar masivamente 
a nivel local gracias a las escuelas y a los seminarios 
37 Guillén Selfa, La primera embajada del Japón en Europa y en 
Murcia (1582-1590), 57-59.
Figura 3. Representación en biombo del comercio namban 1598 - 1615. 
Autor: Kanô Naizen. Museo de Kobe, Japón.
24
de arte que fundaron los propios misioneros38, los 
cuales llegaron a alcanzar un gran reconocimiento en 
el continente asiático y donde destacan los trabajos 
en laca, aunque también se dieron obras con otras 
técnicas y soportes. Por otro lado, hay que señalar que 
el inicio de estas producciones se viene dando desde 
el inicio de la cristianización, cuando los shokunin, a 
petición de los clérigos, comienzan a realizan pedidos 
a partir obras europeas39, un claro ejemplo de esto 
son las propias pinturas que portó Francisco Javier a 
japón sobre la anunciación y La virgen con el niño, las 
cuales recibieron sus propias reproducciones a petición 
del daimio Shimazu Takahisa40. El hecho es que, pese 
a que en un inicio se están reproduciendo simples 
símbolos e iconografía de temas religiosos, podemos 
ver que rápidamente la sociedad japonesa no se limita 
a imitar los modelos que le llegan desde el exterior 
como una sociedad pasiva, sino que participa de esta 
nueva corriente artística que brota del contacto de las 
maneras tradicionales japonesas con las exportadas 
por portugueses y españoles, lo que da lugar a una 
reinterpretación propia a partir de un mismo mensaje 
como es la religión.
6. Los decretos de Hideyoshi
A Nobunaga le sucede su siervo Toyotomi Hideyoshi 
en 1582, un vasallo de orígenes humildes que acabó 
escalando posiciones gracias a su genio militar y 
en cuyo gobierno se acentuaron los contactos con 
europeos y con ello el del cristianismo41. Ese mismo 
año se produjo la denominada embajada Tenso por la 
cual varios daimios de la isla de Kyushu, la cual había 
sido la más influenciada por las misiones jesuitas, 
enviaban a cuatro emisarios para visitar al rey Felipe 
II y al papa Gregorio XIII. La embajada causó furor 
en las cortes europeas y pontificias que creían ver en 
ella la muestra de que japón sería dentro de poco una 
nueva cantera de creyentes en detrimento del cisma 
protestante recientemente producido en Europa, sin 
saber que la situación real dista mucho de la que se 
imaginaban; aunque sí que se consiguieron algunos 
avances, como la creación de un obispado con la 
38 Fernando G. Gutierrez, «El arte del “Siglo Cristiano” en 
Japón (“Namban Geijutsu”).», Boletín de la Asociación Española de 
Orientalistas, nº 7 (1971): 31-37.
39 Rie Arimura, «Escenario de Las Producciones Del Arte 
Kirishitan (1549-1639): La Contribución de Los Artífices Japoneses 
a La Conformación de Un Fenómeno Intercultural», Hispánica, nº 
55 (2011): 45-71.
40 Rie Arimura, «Fuentes e Historiografía Del Estudio de 
Kirishitan», Anales Del Instituto de Investigaciones Estéticas, 1 de enero 
de 2011, 56-59.41 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 258-59.
ayuda papal42. En 1591, bajo la unión de las coronas 
de España y Portugal, la empresa evangelizadora dejó 
de estar monopolizada por los jesuitas respaldados por 
la corona portuguesa, esto se debe a la incorporación 
de las órdenes mendicantes españolas procedentes de 
filipinas como los franciscanos, tal y como permitía el 
decreto de la nueva bula papal de Sixto V “Dum ad 
uberes” de 1585, que derogaba indirectamente a la de 
su antecesor en el asunto del actual pleito43. Pese a 
esto, los jesuitas no renunciaron tan fácilmente a su 
privilegio de evangelización sobre japón, y por ello se 
emplearon argumentos ante el papa y Felipe III que 
buscaron dinamitar el prestigio de estos aludiendo a 
comportamientos “poco cristianos” que mantenían 
durante su actividad en oriente. Las causas más 
sonadas fueron, entre otras, la negativa de los jesuitas 
al permiso de circulación de las otras órdenes religiosas, 
lo cual era contraproducente puesto que se buscaba 
una óptima eficacia en las misiones. En segundo lugar, 
está el hecho de que su obra se financiaba gracias al 
comercio que hacían entre China y Japón; y en tercer 
lugar, los jesuitas eran propietarios de varios almacenes 
de arcabuces y cañones, además de una flota de la que 
uno de los padres era capitán44.
El evento más destacable durante el gobierno de 
Hideyoshi fue el decreto de expulsión de los misioneros 
cristianos en 158745, los factores que provocaron 
tal respuesta son complejos y variados, pero el más 
importante y plausible es el de que Hideyoshi temiese 
por la insubordinación de los daimyos cristianos. Hasta 
ahora, la unificación de japón no supuso un problema 
para la difusión del cristianismo, puesto que era 
voluntad de cada daimio el escoger su fe y el permitir o 
revocar derechos y permisos a los padres jesuitas, pero 
con la llegada al poder de un líder que, al contrario que 
Nobunaga, intuyó un posible peligro en las ordenes 
religiosas como un factor disgregador que podía echar 
a perder sus relaciones clientelares. Otros motivos 
pudieron ser la idea de que los misioneros eran la 
punta de lanza para una invasión europea a manos 
de Portugal o España, en parte ya desmentida por los 
propios sacerdotes que reiteraban el carácter pacífico 
de su religión; por otro lado, estaba la quema de 
pagodas y la ejecución de monjes por algunos daimyos 
cristianos, que, aunque fueron casos aislados pudieron 
servir de pretexto para tacharlos de enemigos de las 
42 Carlos Martínez Shaw, «España y Japón Enel Siglo XVII: Las 
Dos Embajadas de La Era Keicho (1596-1615) (Carlos Martínez 
Shaw», Tempus Revista En Historia General, nº 4 (2016): 72-74.
43 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 223-27.
44 Juan Gil Fernández, Hidalgos y samurais: España y Japón en los 
siglos XVI y XVII (Alianza, 1991), 130-33.
45 Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las primeras 
expulsiones», 97-100.
25
tradiciones nacionales46.Naturalmente esta medida 
provocó un resentimiento en la obra evangelizadora, 
se destruyeron multitud de edificios de la compañía 
de Jesús y sus integrantes pasaron a la clandestinidad, 
pero al contrario de lo que pueda parecer no se llegó 
a la promulgación de más medidas anticristianas, 
como la obligación a apostatar, o a la persecución 
de los religiosos47, tal y como si se hará más tarde. La 
explicación de esto puede deberse a la importancia 
que los jesuitas mantenían como intermediarios en 
el comercio nanban, y al miedo a una posible revuelta 
en respuesta a una represión mayor a la población 
convertida.
El suceso por el cual observamos ya verdaderos 
conflictos con el cristianismo fue el incidente del 
galeón San Felipe, por el cual el problema adquiere 
además un matiz político. Este navío procedente de 
Manila y destino Acapulco naufragó en 1596 en las 
costas de Shikoku. El daimio de la región con requisó el 
cargamento del barco, y ante la protesta de la tripulación 
el caso ascendió a la jurisdicción de Hideyoshi, el cual 
envió a su delegado Mashita Nagamori para resolver el 
pleito. Este se entrevistó con el capitán Francisco de 
Landia, y le preguntó de dónde y cómo habían llegado 
a Japón, a lo que este le respondió mostrándole un 
mapa de abordo venían que representaba los dominios 
del imperio español, y posiblemente mencionase el 
proceso de conquista de los mismos según explican 
algunos autores, puesto que la respuesta que siguió a la 
entrevista fue la ordenanza de Hideyoshi48 de ejecutar a 
veinte conversos japoneses y a seis padres, tanto jesuitas 
como frailes mendicantes, uno de ellos perteneciente a 
los pasajeros del San Felipe. El acto se realizó el febrero 
de 1597 en una colina de Nagasaki, los enjuiciados 
fueron crucificados y lanceados por los costados49.
Los motivos que llevaron a la tragedia fueron 
expuestos por el propio caudillo en la sentencia 
publicada el 31 de diciembre del mismo año50 en la cual 
46 Cabezas García, 227-34.
47 Martin Merino, «Las Katanas de Dios», 47-49; Cabezas García, 
El siglo ibérico del Japón, 229-32.
48 Rubén Almarza Gonzalez, Breve Historia del Japoón feudal 
(Madrid: Nowtilus, 2018), 225-26.
49 Jorge Augusto Gamboa y You-Jin Kim, «El incidente del 
galeón San Felipe y la persecución a los cristianos en Japón (1597): 
Una transcripción del relato de uno de los sobrevivientes», Nuevo 
mundo, mundos nuevos, nº 1 (2022): 1; Diego de San Francisco, 
Relacion verdadera, y breve de la persecucion, y Martirios que padecieron 
por la confession de nuestra Santa Fee Catholica en Iapon, quinze 
Religiosos de la Prouincia de San Gregorio, de los Descalços del Orden de 
nuestro Seraphico P. S. Francisco de las Islas Philipinas. Aonde tambien se 
trata de otros muchos Martires Religiones, y seculares de diferentes estados. 
Todos los quales padecieron en Iapon desde el año de 1613 hasta el de 
1624. (Manila: Thomas Pimpin impressor de libros, 1625), 15-20., 
50 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 250-51.
los tacha de falsos embajadores, y les acusaba de causar 
desorden público y de promulgar la religión cristiana; 
otros factores posibles no declarados fuesen la propia 
inseguridad que le daban los padres, acrecentada por 
la revelación de Landía, de que Portugal y España 
compartían ahora corona, cuando los jesuitas siempre 
recalcaban la diferencia entre naciones y órdenes 
monásticas. Este hecho toma especial relevancia ya 
que se enmarca a la vez que Japón empieza a perder 
la segunda invasión a Corea, objetivo fundamental en 
los planes expansionistas de Hideyoshi por conquistar 
China51, lo que deja a la nación en un estado vulnerable 
a una posible irrupción de una potencia extranjera 
como pueden ser los europeos, por lo que los padres 
pudieron convertirse en chivos expiatorios ante un 
recelosos gobernante que se estaba viendo acorralado 
por varios frentes.
7. Ieyasu Tokugawa y el inicio del aislacionismo 
Tras la muerte de Hideyoshi en 1598, el daimio 
tokugawa Ieyasu, uno de los principales aliados de 
Nobunaga durante la reunificación, pasa a ser la 
persona más poderosa del país después de que su 
predecesor solo dejase al heredero bajo su tutela y junto 
otros cuatro vasallos más52. El proceso de traspaso de 
poderes no estuvo exento de violencia, puesto que el 
país se sumió en una nueva guerra civil al levantarse en 
armas una confederación de clanes liderada por Ishida 
Mitsunari. Las dos facciones se enfrentaron en la 
batalla de Sekigahara, de la cual salió victorioso Ieyasu 
y en la que también el cristianismo sufrió un duro 
revés, al estar muchos daimyos cristianos del bando de 
Mitsunari53. Tres años después, el emperador Yozei le 
otorga a Ieyasu el título de shogun, dando inicio al 
periodo Edo en Japón. Las relaciones entre Japón y 
los países ibéricos durante los primeros años del nuevo 
gobierno experimentaron un verdadero impulso sobre 
todo en el ámbito comercial, incluso previamente a 
ser shogun, Ieyasu se preocupó por que los galeones 
españolesfrecuentaban los puertos de su feudo, pero 
pese a esto, al igual que su predecesor, el nuevo caudillo 
de japón se preocupó por la expansión de españoles y 
portugueses por Asia, e intentó redirigir el comercio de 
Kyushu a un puerto más cercano de la nueva capital en 
la región de Kanto y sin dejar de dejar de lado los envíos 
de diplomáticos a Manila54. Es interesante el hecho de 
51 Jaime González-Bolado, «Cruces y Katanas En Corea: Los 
Cristianos En La Guerra Imjin (1592-1598)», Asiadémica: Revista 
Universitaria de Estudios Sobre Asia Oriental, nº 16. 2021, 111-134. 
52 Edwin O. Reischauer, Japón: Historia De Una Nación, 2013.
53 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 437-38.
54 Yayoi Kawamura, «Llegada de productos japoneses a Manila 
en la fase final del periodo Namban», Mirai. Estudios Japoneses, nº 
3 (2019): 45-58.
26
que la entrevista se realizase estando el religioso oculto 
en la ciudad de Kioto al igual que el resto de padres 
cristianos distribuidos por el país, lo que demuestra 
que la misión evangelizadora se siguió llevando a 
cabo en la clandestinidad, y de igual forma muchos 
daimios conversos mantuvieron su identidad religiosa 
pese a la represión de Hideyoshi, incluso siguieron 
produciéndose nuevos bautizos como señala Antonio 
Cabezas55. En 1613 parte una segunda embajada que 
según la historiografía adopta el sobrenombre de la 
embajada keicho56 ya que se produce durante dicho 
periodo. Esta embajada buscaba conseguir un acuerdo 
favorable que velase por los intereses tanto de los 
hispanos como de os nipones, pero poco después de 
su partida la política del bakufu volverá a pegar otro 
giro hacia la intolerancia, retrocediendo otra vez en 
el panorama de las relaciones internacionales con 
occidente.
Todo vuelve a resentirse conforme evoluciona la 
política del shogunato, en 1614 Ieyasu proclama un 
nuevo edicto anticristiano; en este documento se alega 
al culto tradicional sintoísta y budista por encima de 
la nueva fe cristiana, a la cual se concibe como una 
religión pecaminosa que debe ser relegada al exilio. Los 
motivos que encontramos para este abrupto desenlace 
se anteceden por un lado a los daimyos cristianos 
que como ya he mencionado antes, marcharon 
contra Ieyasu en Sekigahara, por otro lado, estaba 
la asociación que, hacia el caudillo entre cristianos y 
criminales, puesto que los delincuentes enjuiciados 
por ejercer esta religión se consideraban mártires, y por 
lo tanto se les profesaba culto y sus enseres pasaban a 
ser reliquias. Pero el móvil que desencadenó el desastre 
se atribuye a la implicación del ministro de las minas 
del bakufu, Okubo Nagayasu, un presunto cristiano, 
en un escándalo de fraudulencia y de traición que 
salpicaba a otros daimyos cristianos, por la existencia de 
cartas dirigidas a los españoles de Manila en las que se 
hablaba de iniciar una rebelión. Algunos autores ponen 
en duda las acusaciones, pero el shogun dio parte 
público sobre el asunto, lo que motivó una a nueva 
oleada de xenofobia hacia los padres y persecuciones 
a los conversos57. Esto evidencia nuevamente que 
el cristianismo se infiltró entre los altos mandos, e 
incluso se tienen indicios de familiares conversos 
entre la familia del shogun, un ejemplo es Matsudaira 
Tadano, nieto del mismísimo Ieyasu por parte del 
hijo de este, Yuki Hideyasu. También se tomaron a 
55 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 264-67.
56 Suárez Japón, Japón y Su Relación Con Occidente. Conmemoración 
de Los 400 Años de Relaciones España-Japón (Sevilla: Editora Anjhara 
Gómez Aragón, 2014), 184-210. 2014.
57 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 441-47.
posteriori nuevas medidas como la obligación a que 
el padre de familia se afiliarse a una secta budista, y la 
visita obligatoria de carácter “inquisitorial” de un bonzo 
una vez al año.58
La realidad por entonces fue la de un país hostil 
hacia los cristianos, los cuales veían cada vez más 
mermados sus apoyos entre los poderosos, quedando 
así desamparados legalmente y relegados a vivir ocultos 
y a profesar su fe en secreto. El shogunato Tokugawa se 
caracterizará por una fuerte centralización que obligará 
a los daimios a acatar las leyes del soberano, por lo que 
los poderes regionales no ya no tendrán tanto margen 
para aprovechar vacíos de jurisprudencia, sobre todo 
con el tema de la religión. A esto hay que sumarle el 
incipiente auge del comercio con ingleses y holandeses 
en detrimento de los portugueses y españoles, los cuales 
no se preocupaban tanto por los pleitos religiosos sino de 
los netamente comerciales, el comercio portugués dejo 
de ser necesario para el comercio con china e incluso 
el intérprete del shogun, el portugués Joao Rodríguez, 
fue sustituido por el inglés William Adams59. En 1616 
Tokugawa Hidetada, hijo de Ieyasu asciende al título 
de shogun tras abdicar su padre, y bajo su mandato se 
recrudecen las medidas anticatólicas, además de que 
se empieza a imponer rémoras a los tratos comerciales 
con extranjeros para regular el enriquecimiento de los 
daimios Tozama de la periferia de Japón, los cuales eran 
susceptibles de revelarse contra el nuevo shogunato, 
esto se debe a la nueva repartición de feudos que se 
realizó tras la llegada al poder de la nueva dinastía 
Tokugawa, en la que los daimios opositores fueron 
relegados a las tierras más alejadas de la capital. Pese 
a esta adversa situación, la relación entre mercaderes 
occidentales y clérigos afronta a duras penas los 
envites de la política del bakufu, de entre las nuevas 
imposiciones está la de prohibir a los cabezas de familia 
dar hospedaje a los misioneros bajo pena de muerte; 
la medida incluye a casos como el de Bernardino de 
Ávila Girón, un mercader residente en Nagasaki y que 
colaboró durante todo este tiempo con los monjes 
franciscanos, a los cuales ayudó junto con los feligreses 
de la ciudad a la edificación de una iglesia. Cuando 
se decreta la persecución este personaje dará refugio a 
varios de estos monjes en su propio domicilio, ejemplo 
extrapolable a otros muchos casos, donde tanto los 
peninsulares como los propios neófitos ayudaran 
58 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 395.
59 Helena Vu Thanh, «De la experiencia del exilio a las primeras 
expulsiones: los misioneros jesuitas en Japón (siglos XVI-XVII)», en 
Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos (siglos XVI-XX), 
(Refugiados, exiliados y retornados en los mundos ibéricos (siglos 
XVI-XX), Fondo de Cultura Económica, (2018), 100-104, 
27
durante la represión60. Las políticas de este nuevo 
mandatario llegaron hasta al punto de que en 1624 se 
prohibió la residencia a españoles y Lusitanos. 
Su sucesor Iemitsu, tendrá que enfrentarse a 
la rebelión de Shimabara, liderada por el cristiano 
Amakusa Shir  entre los años 1639 y 1639. Las causas 
de la misma se deben a que, por un lado, las políticas 
de persecuciones a cristianos impactaron mucho en el 
lugar, siendo este territorio vecino de la prefectura de 
Nagasaki donde el cristianismo estaba muy extendido; 
por el otro, el decreto del sankin kotai obligaba a los 
daimios a residir sucesivamente un año en su feudo, y 
el siguiente en la capital, método usado por el bakufu 
para evitar sublevaciones, pero tenía el inconveniente 
de que estos desplazamientos requerían de un aumento 
de impuestos y de recursos por parte del daimio para 
costear el viaje, lo que en este caso llevó a una crisis de 
subsistencia por el encarecimiento de los alimentos61. 
La rebelión fracasó y se suprimió brutalmente con 
alrededor de treinta y siete mil muertos y otros 
tantos de miles deportados a China o Filipinas. Este 
hecho provocó que se asociase nuevamente a los 
cristianos como una amenaza, lo que promovió a su 
vez nuevas restricciones para los padres franciscanos y 
mendicantes, y por extensión a todos los extranjeros. A 
partir de 1640 nadie profesaba en público mantener la 
fe católica por miedo a las represalias, pero el Bakufu 
implantó métodos para intentardescubrir a los 
conversos que practicaban aun esta religión en secreto, 
una de las prácticas mas sonadas para revelar si alguien 
era cristiano fue la de obligar a que el sospechoso 
pisase una tablilla con una imagen religiosa (Fig 4), si 
lo hacían era porque o bien la persona no profesaba 
esa religión o bien porque en ese mismo momento 
estaba renunciando a su fe, y por lo tanto pasaba ser 
un apostata62 ante la iglesia. Si por el contrario no 
pisaban la tablilla, reconocían públicamente que eran 
cristianos y por lo tanto se les imponía la pena capital, 
siendo algunos de estos quemados vivos o crucificados, 
convirtiéndose así en mártires.
Iemitsu finalmente terminó por emitir el edicto 
de Sakoku en 1635, una entre varias ordenanzas 
destinadas a regular la política exterior, y por el cual 
60 María Jesús Zamora Calvo, Japón y España: acercamientos y 
desencuentros (siglos XVI y XVII), 2012, 262-64.
61 Antonio Gil Fons, Rubén Casillas de la Torre, y Víctor 
Hugo Robles Gutiérrez, «Más allá del cristianismo: Un análisis 
multicausal de la rebelión de Shimabara, 1637-1638», México y la 
Cuenca del Pacífico 5, nº 13 (2016): 118-21.
62 En las fuentes japonesas se emplea el término de korobi 
kirishitan para aquellos apóstatas que reconocían no pertenecer 
a la fe católica, para estos casos se imponía una vigilancia estatal 
a la familia del individuo que podía prolongarse durante varias 
generaciones.
reducía la actividad comercial con extranjeros al puerto 
de la isla artificial de Dejima, en Nagasaki, y del que 
solo se permitía el acceso a los holandeses por tener 
un permiso comercial del ya fallecido Ieyasu. En este 
se estipulaba un férreo control de las transacciones 
y de las relaciones con estos neerlandeses, lo cuales 
podían ser ejecutados si salían de dicha isla63. El 
gobierno Tokugawa tuvo como principal objetivo 
la pacificación y consolidación del nuevo régimen 
totalitario, para esto se apoyó en la cultura y los valores 
tradicionales nipones64, lo que motivó un renacimiento 
cultural característico del periodo Edo, en el que se 
cimientan las bases de la sociedad japonesa moderna. 
El cristianismo, como religión foránea se prohibió 
tajantemente, y se persiguió sin descanso a los creyentes 
durante doscientos ochenta y seis años. El reducto de 
católicos que quedó en el archipiélago fue sometido a 
una política anticristiana más enfocada a la búsqueda 
de la apostasía de los creyentes y a la publicación de 
propaganda anticristiana65, métodos más enfocados a 
no crear más mártires, los cuales podían ensalzaban el 
fervor religioso de la población, lo que no renegaron 
de su fe mantuvieron profesando su culto en secreto, 
en habitaciones ocultas y en domicilios privados; 
debido al aislamiento, la rama católica nipona adquiere 
características propias, como la asimilación de los 
iconos religiosos con cánones iconográficos budistas66.
8. Conclusiones
A modo de conclusión, los motivos que llevan 
finalmente a al fracaso de la actividad evangélica 
en Japón son, en primer lugar, el periodo de guerra 
civil crónica que vivía el país durante los primeros 
momentos de la evangelización, los cuales dificultaron 
la proliferación de las misiones debido al caos 
generalizado del Sengoku jidai. En segundo lugar, está la 
oposición de algunos daimios y shogunes a las propias 
bases del cristianismo, las cuales demandan entre otras 
cosas la creencia en un único dios, la monogamia, y 
apoyaban el desacato de leyes injustas, algo perjudicial 
sobre todo para el proyecto de estado Tokugawa.67En 
tercer lugar, el temor de los shogunes ante una posible 
invasión por parte de las potencias europeas, de las 
63 Reyes Manzano, «La Cruz y la Catana», 514-17.
64 Michio Morishima, Por qué ha «triunfado» el Japón (Folio, 
1997), 69-73.
65 Cabezas García, El siglo ibérico del Japón, 505-7.
66 Domingo Barbolla Camarero, «Japón en una Nueva 
Civilización, desde una primera aproximación al hecho religioso 
del cristianismo», en El cristianismo en Japón: ensayos desde ambas 
orillas, 2011, ISBN 978-84-936987-4-4, págs. 83-92 (El cristianismo 
en Japón: ensayos desde ambas orillas, Instituto de Teología «San 
Pedro de Alcántara» de Cáceres, 2011), 83-92.
67 Imagen de la portada del libro de Klaus Lerch. Der Tritt auf 
das Antlitz Christi. Königstraße: Hibarios Verlag, 2018.
28
que los padres podían participar como punta de lanza, 
argumento sostenido en parte por las nuevas potencias 
comerciales, como los holandeses, para calumniar a 
los hispanos con los cuales mantenían una rivalidad 
comercial, política y militar; por otro lado, estaba el 
miedo a una revuelta cristiana la cual se refleja en 
la ocurrida en Shimabara. Tampoco nos podemos 
olvidar del fuerte enraizamiento de la cultura y religión 
budista y shinto, defendida militarmente por los 
bonzos. Otro factor que entra en juego son las propias 
presiones ejercidas desde el mismo gobierno por los 
sectores más tradicionalistas del gobierno hacia los 
diferentes dirigentes políticos, desde Oda Nobunaga, 
hasta la dinastía Tokugawa, las cuales se preocuparán 
por mantener una postura escéptica y de recelo frente 
a los foráneos. Tampoco nos podemos olvidar de la 
desunión política de los daimyos cristianos, los cuales 
en ningún momento conformaron un frente unido 
puesto que, por encima de todo, se mantuvieron leales 
a su señor y a su moral, lo cual daba en ocasiones a 
enfrentamientos entre estos, como por ejemplo en la 
batalla de Sekigahara o en la toma del castillo de Osaka 
por orden de Ieyasu. A todo esto, hay que sumarle las 
disensiones y la rivalidad entre las propias órdenes 
monásticas materializadas en las disputas entre jesuitas 
y franciscanos. Finalmente, está la obediencia casi 
ciega hacia el shogun, de cuyo beneplácito dependía 
en muchos casos no solo el gobierno del feudo del 
daimio, sino la propia vida y el bienestar del clan al 
que pertenecía. Todo esto llevó a un recelo por parte 
Figura4. Ilustración de un procedimiento judicial en la que se muestra al enjuiciado 
pisando una tablilla metálica que representa a Cristo crucificado, también conocida 
como fumi-e. Fuente: Lerch (2018)67.
29
de los diferentes soberanos desde época de Toyotomi 
Hideyoshi, el cual fue creciendo e intensificándose 
bajo la dinastía Tokugawa ya en el periodo Edo, dando 
lugar finalmente a una política basada en la xenofobia 
y en una tajante intolerancia religiosa.
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