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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/310588081 LA FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS DE BENALAURÍA. UNA ACTUACIÓN DE INGENIERÍA FESTIVA Chapter · January 2007 CITATIONS 0 READS 193 1 author: Salvador Rodríguez-Becerra Universidad de Sevilla 272 PUBLICATIONS 418 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Salvador Rodríguez-Becerra on 20 November 2016. The user has requested enhancement of the downloaded file. https://www.researchgate.net/publication/310588081_LA_FIESTA_DE_MOROS_Y_CRISTIANOS_DE_BENALAURIA_UNA_ACTUACION_DE_INGENIERIA_FESTIVA?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_2&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/publication/310588081_LA_FIESTA_DE_MOROS_Y_CRISTIANOS_DE_BENALAURIA_UNA_ACTUACION_DE_INGENIERIA_FESTIVA?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_3&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_1&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Salvador-Rodriguez-Becerra?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_4&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Salvador-Rodriguez-Becerra?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_5&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/institution/Universidad-de-Sevilla?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_6&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Salvador-Rodriguez-Becerra?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_7&_esc=publicationCoverPdf https://www.researchgate.net/profile/Salvador-Rodriguez-Becerra?enrichId=rgreq-6bdd1d928f9221ca4013ab8e7f79f921-XXX&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzMxMDU4ODA4MTtBUzo0MzA1NjU3NjI1NzIyODhAMTQ3OTY2NjI4NTgwMQ%3D%3D&el=1_x_10&_esc=publicationCoverPdf 1 Publicado en Moros y Cristianos de Benalauría de J. A. Castillo Rodríguez, pp. 7-33. Editorial La Serranía. Ronda, 2007 A modo de prólogo LA FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS DE BENALAURÍA UNA ACTUACIÓN DE INGENIERÍA FESTIVA Salvador Rodríguez Becerra Catedrático de Antropología Social Universidad de Sevilla La nueva edición del texto de la representación de moros y cristianos de Benalauría hizo pensar a José Antonio Castillo y Virgilio Enamorado, coordinadores de este libro, en la publicación de una serie de trabajos de reputados historiadores e investigadores que profundizaran en la comprensión del fenómeno histórico de la coexistencia en la Serranía de Ronda de dos etnias: cristianos y musulmanes, que tras la conquista cristiana entraron en contacto permanente y convivieron hasta comienzos del siglo XVII. Los coordinadores han querido y con acierto, contextualizar el texto dramático debido a la pluma de Jose Antonio Castillo, situándolo en el marco histórico, geográfico y antropológico en el que su autor lo concibió. Responde esta decisión, creo entender, a una concepción de la fiesta de moros y cristianos propia de un autor literario que, además, tiene experiencia científica, no en balde ostenta el máximo grado académico universitario, pues es doctor en Geografía por la Universidad de Sevilla (2000), a lo que une una dilatada experiencia como enseñante y un profundo conocimiento del medio geográfico y social de la Serranía de Ronda. De esta misma filosofía de la fiesta participa Virgilio Martínez Enamorado, doctor en Historia por la Universidad de Málaga (2000) que comparte la responsabilidad de construir esta obra que ahora presentamos, pues es un avezado medievalista y arabista, conocimientos necesarios para interpretar, evaluar y ensamblar los textos árabes y cristianos producidos por una y otra etnia en el período histórico de una Edad Media que se extinguía y los comienzos de la Edad Moderna, en un área de perfiles geográficos y culturales tan definidos como Ronda y su serranía. Como consecuencia, el texto publicado anteriormente como comedia de moros y cristianos (1996), se reedita ahora actualizado, tras la experiencia de varios años de activa participación de niños, jóvenes y mayores de ambos géneros en la puesta en escena de la pieza dramática de Benalauría. El texto, 2 no es una pieza intemporal sino que el autor la ha incardinado en ciertos hechos históricos que tuvieron lugar hacia 1500 en la ciudad de Ronda y su comarca: la rebelión de los mudéjares marbellíes y rondeños como consecuencia de los intentos de aculturación forzada, de expolio de sus propiedades y de la marginación social a que fueron sometidos a pesar de los compromisos y promesas reales. Un oidor de la chancillería real de Ciudad Real, que poco después trasladaría su sede a Granada, en representación de los Reyes Católicos, restablecerá la paz, primero con la amnistía y luego ofreciendo el duro dilema de la conversión o la deportación. El autor buscaba el acercamiento a la realidad o al menos a la verosimilitud, huyendo del anacronismo y la extemporaneidad de los hechos históricos y de los valores coetáneos. La dificultad de los procesos de convivencia entre etnias diferentes es un dato que no debiéramos olvidar de cara al futuro, y así evitar caer en los mismos errores y situaciones de injusticia e indefensión de las minorías que tuvieron lugar en otros tiempos. La decisión de escribir un texto propio para Benalauría acabó con la orfandad y dependencia de este pueblo que durante mucho tiempo fue prestatario del viejo texto de su vecina Benadalid y que a diferencia de otros, escritos en la centuria decimonónica o vigésima, no esta escrito con el propósito de perpetuar, aunque sea simbólicamente, la dominación, aunque responde en su estructura a este tipo de comedias, en que unos terminan dominado a los otros. La narración contempla los hechos históricos, de los que las generaciones actuales no somos responsables, y acepta las situaciones irreversibles creadas por la conquista cristiana. La permanente reivindicación o la utópica vuelta atrás a la que algunos se entregan actualmente, no facilita el buen entendimiento entre los descendientes de ambos pueblos. Algunos presupuestos metodológicos Las fiestas de moros y cristianos aunque en su origen tuvieran el sentido de escenificación recurrente del estado de dominio de la etnia cristiana sobre la musulmana y la función de neutralizar el miedo de los primeros a los esporádicos desembarcos y saqueos de los corsarios berberiscos, más tarde, al vincularse a las fiestas patronales y desaparecer este peligro, conformaron el imaginario colectivo y la identidad de las poblaciones locales. Con el transcurso del tiempo estas fiestas, probablemente carentes de función y sentido, fueron desapareciendo de todas las ciudades y de numerosas villas conservándose exclusivamente en poblaciones menores y aisladas, en donde los testimonios materiales, la memoria colectiva y las leyendas recordaban más fehacientemente el pasado musulmán. En la actualidad, las fiestas se mantienen e incluso se han recuperado en algunas de estas poblaciones en una búsqueda por su singularidad e identidad, aunque han perdido su sentido originario; en algún caso aislado se esta utilizando como reivindicación de un pasado islámico como si los actuales vecinos supuestamentefueran sus herederos. Reflexionar sobre las sociedades y culturas y sus manifestaciones, incluidas las festivas, requiere un entrenamiento que neutralice el sectarismo y 3 permita acercarse a la objetividad de los hechos, sin hacer de éstos verdades ni categorías absolutas, ni de la búsqueda de la verdad científica un logro ideológico. También requiere grandes dosis de honestidad, cierto distanciamiento de los hechos –lo del aislamiento de la torre de marfil tiene también ventajas-, modulación de la personalidad autoritaria, concesión al oponente de parte de la verdad y una gran dosis de relativismo. Ello no obsta para que se desee hacer pública la verdad científica alcanzada tras la necesaria observación, entrevistas, encuestas y la lectura de textos; esta verdad por supuesto, no es la absoluta que preconizan otros sino la verdad contingente y humana que proporciona la ciencia y a la que nos adherimos mientras no sea superada por otra más afinada y explicativa de la realidad. No puede justificarse ni ayuda a la investigación y por tanto a la comprensión del pasado y del presente aplicar criterios y valores actuales a situaciones del pasado o a sociedades y culturas del presente ajenas a la tradición cristiano-occidental, porque aunque viven en el mismo tiempo cronológico no están en el mismo tempo. La aplicación de conceptos, valores y criterios generados a lo largo de siglos en el mundo occidental es inadecuada a otros pueblos y circunstancias porque se descontextualizan los hechos históricos y antropológicos. Igualmente, no es metodológicamente aceptable comparar etapas y períodos diferentes. Lo que es válido para una etapa puede no serlo para otra, y recordemos que el contacto entre cristianos y moros duraría ochocientos años. También es confuso y no ayuda a la comprensión utilizar términos anacrónicos y conceptos etnocéntricos: así, hablar de España en este período en lugar de utilizar el de corona de Castilla; o hablar del califato almohade referido exclusivamente a al-Andalus, cuando este territorio no era sino una provincia de aquel inmenso imperio. Conviene así mismo, no olvidar que los mitos forman parte constitutiva de las culturas de las sociedades, pero hacer ciencia de la sociedad y la cultura exige desmitificar. A modo de ejemplo, habría que evaluar, como lo está haciendo la nueva historiografía y la antropología, afirmaciones del tipo de que en los territorios conquistados por los musulmanes se dio siempre la dura opresión por el hecho de ser cristianos, o que tras la conquista castellana existía una relación armónica entre la mayoritaria etnia cristiana, detentadora del poder, y las minorías étnicas de judíos y musulmanes. De ser así, no se hubiesen levantado en las ciudades conquistadas muros que separaban y aislaban a modo de guetos, los espacios de convivencia de judíos, moros y cristianos, creando juderías y morerías. Otra situación que conduce a serios equívocos es aceptar sin mayor crítica que las normas, derechos y deberes de los dominadores eran arbitrarios y la vida y haciendas de las gentes estaban expuestas a las acciones desaprensivas de los poderosos, en otras palabras, que no existía ley. Por el contrario, tanto los reinos cristianos como los musulmanes constituían estados de derecho en los que existían leyes y jueces que interpretaban los códigos y normas jurídicas. Sin embargo, conceptos como los de igualdad ante la ley o tolerancia con el enemigo eran ajenos, aunque con diferencias, al ordenamiento jurídico y al sistema de valores de ambas civilizaciones; entre cristianos por el sistema estamental que establecía privilegios exclusivos para 4 la nobleza, y entre musulmanes por la importancia de los linajes en la conformación de la sociedad. Ambas sociedades usaban el botín y el rescate, producto de correr el campo, según la terminología del época, como una forma de enriquecimiento y pago a las mesnadas. Una última reflexión metodológica. Un estudioso de la sociedad, ya sea del pasado o del presente no ha de tener temor a las conclusiones a que el análisis de la información le lleve, aunque éstas no sean aceptables por la sociedad o los poderes establecidos; su deber y responsabilidad esta en utilizar los datos necesarios y suficientes y las técnicas y métodos apropiados y publicar los resultados. Frecuentemente, las ciencias sociales y humanísticas no gozan de la debida consideración porque están demasiado afectadas por el subjetivismo, las ideologías y los intereses de grupo. La fiesta de moros y cristianos El origen de las fiestas de moros y cristianos hay que buscarlo en la ideología de la conquista cristiana. Esta es una fiesta, que responde al modelo de enfrentamiento ritual y lúdico entre bandos del mismo signo o de signo contrario, que era practicado por los cristianos al menos desde tiempos bajomedievales. Existen testimonios de como el condestable Lucas de Iranzo organizó en Jaén donde residía, una de estas fiestas en 1463. En todo caso, las fiestas de cañas que se celebraban en la Edad Media y durante el Antiguo Régimen no eran sino la lucha incruenta entre caballeros de bandos enfrentados como juego competitivo que, si hemos de creer a Pérez de Hita, se celebraban tanto entre musulmanes como cristianos. Éstos celebraban justas con cañas en lugar de lanzas, rememorando así viejas batallas de manera incruenta. Las luchas ritualizadas entre moros y cristianos solo se han conservado, que sepamos, entre los vencedores, aunque en la América hispana, sin embargo, la han mantenido los pueblos indios. Probablemente, estemos ante un caso de aculturación profunda que les llevó a incorporar a su propia cultura, por razones de éxito del propio ritual, olvidando su primitivo significado de dominación que debía tener para los castellanos. Toda acción bélica o de conquista necesita, aparte de unos objetivos y unos medios materiales y humanos, un soporte ideológico que justifique y de sentido al esfuerzo que se realiza. En el caso de la conquista cristiana y posterior poblamiento de al-Andalus, la ideología de los cristianos se fundamentaba en la consideración de que el Islam era una religión impía y errónea que había ocupado un territorio cristiano del que había que desalojarlo, de ahí el nombre de reconquista dado a esta lucha secular entre cristianos y moros. Lucha que no fue continua, ni siempre entre los mismos grupos étnicos y políticos, aunque si de la misma religión, aseveración sólo aceptable, si las tomamos a ambas a grandes trazos, pues las diferencias por causa del tiempo y la cultura no permitirían hablar con propiedad de sólo dos religiones. Desde la óptica musulmana, unos bárbaros de religión cristiana trataban de desalojarlos de su territorio donde vivían desde generaciones. 5 La dramatización festiva de la lucha entre musulmanes y cristianos, contendientes en la lucha por la conquista / defensa del territorio, no era sino el trasunto festivo de la realidad que les envolvía. Un hecho incuestionable, la geografía festiva actual de este tipo de representaciones coincide casi exactamente con las dos grandes áreas geográficas andaluzas: el valle del Guadalquivir, de donde la fiesta ha desaparecido, y la Penibética, en la que se ha perpetuado hasta nuestros días, con especial incidencia en Granada y Almería. La historia ayuda a comprender el resultado de este hecho dispar que tanto contrasta entre la Andalucía oriental y occidental: la incorporación de los emiratos de Córdoba, Jaén y Sevilla a la corona de Castilla tuvo lugar en el siglo XIII, y la del emirato de Granada dos siglos y medio después; tampoco puede obviarse la cuestión morisca y la amenazante presencia turca en el Mediterráneo, que no dejó de ser una cuestión vital hasta finales del siglo XVII. Para los reinos occidentales de la corona de Castilla estos acontecimientos eran ya algo muy distante en el tiempo y en el espacio.Las luchas rituales entre dos bandos son uno de los complejos festivos más extendidos por todas las culturas en la historia de la humanidad, tanto entre sociedades preliterarias como sociedades históricas. Las de moros y cristianos no son sino una de ellas. Recuérdense las pugnas institucionalizadas entre bandos de caballeros en las fiestas de cañas, o entre hermandades y cofradías representativas de mitades sociales y/o ceremoniales de muchas poblaciones, e incluso las rivalidades casi eternas entre pueblos cercanos y semejantes. En este inmenso universo festivo se expresa la al parecer necesaria oposición entre segmentos sociales o territoriales con hondas raíces psicológicas e históricas y de la propia dramatización que gana con este enfrentamiento ritual. De entre todos ellos, los combates entre moros y cristianos, fueron desde la Edad Media la diversión por antonomasia, llegando a su apogeo en tiempos de Felipe II para ir paulatinamente desapareciendo, en los tiempos modernos aunque todavía quedan cientos de estas celebraciones tanto en la Península como en América y desde luego en Andalucía. La exuberancia de este ritual festivo, con multitud de variantes (personajes, motivos, épocas, actitudes, vestimentas, decorados, parlamentos) la hacen muy difícilmente clasificable. Y sin embargo, para conocer a fondo cualquier material, es necesario ordenarlo según sus semejanzas y divergencias, agrupándolo en el menor número de conjuntos lo más homogéneos posible. Todos los autores que han tratado las fiestas de moros y cristianos en España, aun admitiendo su unidad básica, están de acuerdo en aceptar la existencia de tres áreas fundamentales diferenciadas: Levante, Aragón y Andalucía; dejando aparte las que de forma diseminada se dan en otras regiones y en América. Las fiestas del País valenciano, las más conocidas y popularizadas, se caracterizan por celebrarse en ciudades medias, contar con numerosos grupos o asociaciones que desfilan disfrazados con lujosos y llamativos vestidos al tiempo que derrochan pólvora. Sobre la base de dos bandos antagónicos se agrupan comparsas de mujeres, niños, contrabandistas, beduinos, etc. La disputa se centra en el castillo que alternativamente conquistan el bando cristiano y el moro, separados por dos actos o jornadas y termina con la conversión del jefe moro y su ejército. En Aragón, la fiesta de moros y cristianos forma parte de un complejo más amplio 6 denominado dance en las que el baile ocupa un lugar predominante. En estas representaciones, aunque con variantes, los grupos no suelen ser numerosos, y el bando moro no aparece en el mismo plano de igualdad que el cristiano. En la actual provincia de Granada existen dos grandes familias tipológicas, según establece Brisset: Las de cautiverio y rescate de la imagen, con intervenciones sobrenaturales, una sola batalla y documento falsificado por el demonio, y las relaciones de Granada, subdividas en a) escaramuzas de la Alpujarra, con el desembarco de los turcos y la conquista del castillo y la imagen del santo, con su derrota y conversión en la segunda parte y b) toma del castillo, con superposición de temas narrativos, esquema dual de batallas y ausencia de intervenciones sobrenaturales. Las comedias granadinas que otros denominan alpujarreñas, se caracterizan por su ruralidad, sencillez de recursos y medios, acción dramática en dos partes: vencen los moros en la primera y recobran el castillo o la imagen perdida los cristianos en la segunda, terminando con la conversión de los musulmanes. No faltan casos en los que en la misma zona pueden coexistir modelos distintos, así como tampoco es desdeñable la expansión del modelo alcoyano de las filaes típicamente valencianos que encontramos en fiestas de Almería y Granada. En Andalucía, la fiesta de moros y cristianos se celebra o ha celebrado en un amplio conjunto de entidades de población agrupadas en su inmensa mayoría en los macizos montañosos de la Penibética: Alpujarra, altiplanicie de Guadix-Baza-Huéscar, valle superior del Almanzora y Sierra de Filabres, en las provincias de Granada y Almería, y algunos otros lugares de Sierra Mágina en la provincia de Jaén. El caso de la Axarquía y el pequeño núcleo de la Serranía de Ronda en la provincia de Málaga es el más aislado y occidental, en el que debe incluirse Benamahoma (Cádiz), ligado geográfica pero no históricamente a dicha serranía. La fiesta tiene o ha tenido lugar en setenta y tres poblaciones, según establecía en una primera publicación (1984), la mayoría pequeños pueblos, aldeas y cortijadas, muy aislados de las vías de comunicación. Son excepcionales los núcleos de población superiores a los cinco mil habitantes. La modestia, e incluso la pobreza, características de estos núcleos serranos se advertían en el atuendo tanto del bando moro como del cristiano. Unas sábanas y toallas y alguna colcha de vivos colores constituían el disfraz de los moros; prendas de uniforme de los ejércitos regulares ya desechadas, en algún caso prendas de época y otras que imitan los uniformes medievales o de épocas posteriores, conforman el atavío de los cristianos. Las escopetas de caza y los arcabuces y algún sable arman a ambos grupos, que con disparos de salvas atruenan la fiesta. El desarrollo de la fiesta en Andalucía gira fundamentalmente en torno a la posesión de la imagen del patrón: Cristo, la Virgen o algún santo; en el caso de Benalauría pugnan por la imagen de santo Domingo de Guzmán. Ésta es sacada procesionalmente de la parroquia o ermita custodiada y portada por el bando cristiano que en el camino es sorprendido por el bando moro; éstos tras una primera o posteriores intentonas se apoderan de la imagen, quedando bajo su custodia. La imagen del santo suele depositarse en la ermita, el 7 ayuntamiento o casa particular, en nuestro caso en el vestíbulo de una casa colindante al lugar en donde tiene lugar el grueso de la representación teatral, hasta el día siguiente en que los moros perderán la custodia del paso o trono, bien por la fuerza de las armas propias o con la ayuda de un ser sobrenatural. Los moros terminan por aceptar su inferioridad y “su error” hasta el punto que piden el bautismo y en algún caso, mueren en la última escaramuza. Los encuentros armados van precedidos de parlamentos o embajadas en los que los jefes, capitanes o embajadores recitan versos que en algunos casos presentan grandes similitudes con las comedias de moros y cristianos propias de los siglos XVI y XVII. Los textos que se conservan, en algunos casos, son copias muy estragadas en las que al discurrir de los tiempos se han interpolado fragmentos de otras comedias y versos creados por poetas populares, dándose a veces casos de pintorescos anacronismos. Téngase en cuenta que los textos se transmitían de viva voz hasta que fueron fijadas por algún copista o tuvieron la suerte de ir a la imprenta, aunque mayoritariamente se trasmitía por copias manuscritas. Algunos de los textos publicados han sido recogidos de boca de viejos protagonistas que han celebrado hasta hace unas décadas la fiesta. En otros casos los textos han sido censurados y filtrados por el lenguaje o los contenidos cuando no se consideraban acordes con los tiempos, y las buenas maneras, de otros se conoce la autoría de los mismos. El escenario donde se desarrollan estas fiestas, que por si solas no suelen llenar todo el programa festivo, lo constituye el propio pueblo y sus cercanías. La iglesia, la ermita, la plaza, las calles, el ayuntamiento, así como el ejido, las colinas y cerros próximos y en algún caso una vieja ruina de castillo. La participación de los vecinos del pueblo es amplia aunque la acción directa la llevan a cabo los hombres jóvenes, sobre los que suele recaer el desarrollo de muchas fiestas, aparte de que los enfrentamientos, las cabalgadas e, incluso, la lucha cuerpo a cuerpo hacen más necesaria su participación.Esta activa participación de los jóvenes no nos puede inducir a pensar que el resto de la población es simple espectadora. En algunos casos, tal como ocurría en Benalauría, Benamocarra y Benadalid, uno de los grupos se dedica a hacer prisioneros a los vecinos, especialmente a las mujeres jóvenes, o a obligarlos a visitar al santo, teniendo que pagar un rescate para quedar libres. Los chicos en algún caso proveen de pólvora a los escopeteros. Reflexiones sobre un proceso de asimilación cultural La Andalucía actual no puede considerarse heredera cultural y social de los musulmanes andalusíes que vivieron en la Península Ibérica durante ocho siglos. Si dejamos de lado apasionamientos y prejuicios ideológicos, creo que esta posición defendida por los islamistas no se sostiene. Esta última línea argumental, defendida por reputados historiadores se fundamenta en el hecho de que la conquista cristiana supuso, en algunos casos de forma inmediata o poco tiempo después, la expulsión de los musulmanes de las ciudades y el campo conquistados, y desde luego, y esto es lo que más nos interesa en este caso, supuso un cambio radical de signo en la sociedad y cultura de este territorio. Los detentadores de la cultura musulmana, mudéjares o moriscos, 8 fueron dominados, marginados, perseguidos, expulsados y, finalmente, asimilados. Su cultura siguió la misma suerte salvo en aquellas soluciones de tipo práctico como técnicas agrícolas, alimentos, reutilización de edificios y obras hidráulicas y algunas más cuya utilización resultó funcional a los cristianos. Los numerosos testimonios materiales y toponímicos de la cultura musulmana que encontramos por doquier en Andalucía pueden explicarse por el hecho de que las obras materiales y de infraestructura y los recursos lingüísticos son reutilizadas por las diferentes sociedades que comparten un mismo territorio y unas mismas necesidades básicas: sistemas de riego, viviendas, caminos, puentes, palacios, fortalezas, etc. Recuérdese que una de las primeras acciones que realizaban los ejércitos conquistadores cristianos era la de cristianizar o “bautizar” las mezquitas y ocupar los lugares de defensa, actos simbólicos de clara connotación de dominio. Dicho de otra manera, los andaluces actuales son herederos del patrimonio creado y conservado por la sociedad andalusí, que a su vez lo heredará al menos en parte, de la sociedad hispanovisigoda, pero no de su cultura, que corresponde a cada momento histórico. En la conformación de Andalucía tal como la entendemos actualmente, es decir formada por el territorio de las ocho provincias, se hace necesario distinguir históricamente la Andalucía bética que comprendía los reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, donde tras las capitulaciones fernandinas los musulmanes perdieron el control político aunque siguieron viviendo en sus pueblos y ciudades hasta que Alfonso X los expulsara fuera de sus reinos. De esta suerte los musulmanes de la Bética abandonaron masivamente el territorio dirigiéndose a Granada y al norte de África; solo quedaron unos pocos en las morerías, pero éstos significaban un 1% de la población total de estos reinos. Es conveniente recordar que porcentajes muchos más altos de población islámica existieron hasta el siglo XVII en Aragón y Valencia. El 80-90 % de la población que se instala tras la conquista en estos reinos procede de Castilla, Asturias, Vascongadas, Francia y Génova. A mayor abundamiento, no existen pruebas de conversiones de musulmanes en masa ni de matrimonios mixtos durante las primeras décadas tras la conquista. De inmediato las ciudades conquistadas y su alfoz o territorios dependientes se organizaron sobre las bases administrativas de Castilla y culturales del cristianismo, cuyos principios regían la vida diaria, así por ejemplo, la ciudad de Sevilla recibió para su gobierno el fuero de Toledo. Surgirán nuevas respuestas institucionales como consecuencia de las nuevas situaciones y circunstancias: se crearán grandes señoríos civiles y eclesiásticos para pagar los servicios prestados en la conquista; se engrandecerán las ciudades de realengo y villas señoriales con cartas puebla que confirmaban los privilegios de los nuevos pobladores, se establecerán instituciones como el arzobispado de Sevilla y los obispados de Baeza-Jaén y Córdoba, poderosos cabildos municipales como los de Córdoba, Sevilla y Jerez, la Audiencia real con derechos y prerrogativas similares a las reales chancillerías, el Adelantado de la frontera, el Almirantazgo de Castilla, etc. 9 En este mismo tiempo, el emirato de Granada, que comprendía toda la Andalucía penibética, estuvo gobernado por la dinastía nazarí (1237-1492) que se mantuvo inestablemente con pactos, guerras y vasallajes y protegido por un sistema defensivo de castillos y las montañas del sistema penibético. Fueron casi 250 años de vecindad fronteriza en casi permanente hostilidad con la corona de Castilla, pues aunque la lucha no era continua, la rivalidad era permanente: había continuas entradas o racias de unos y otros que mantenían la tensión entre ambas sociedades y por supuesto los sistemas defensivos fronterizos estuvieron activos permanentemente. Ello creó un modus vivendi a ambos lados de la banda fronteriza que permitía el lucro a los señores de la guerra. La irreductible oposición cultural entre moros y cristianos acentuaba las diferencias que debieron ser más sentidas en las capas populares que en las nobiliarias; recuérdese que en los romances caballerescos y fronterizos se exaltaban unos mismos ideales caballerescos a ambos lados de la frontera, aunque la literatura no responde siempre a la realidad. Puede decirse, como lo han afirmado ya otros, que Andalucía, la única Andalucía que conocemos, no al-Andalus ni la Bética, ha alcanzado su unidad territorial política y administrativa con el Estatuto de Autonomía (1981), tomó conciencia de su identidad en la larga etapa de frontera. Esta conciencia fue reforzada por las instituciones religiosas y los símbolos religiosos, especialmente la devoción a la virgen María, idea inaceptable en el Islam; la religión, sus preceptos doctrinarios y sus símbolos se utilizaron como vía de afirmación colectiva frente al adversario y de propaganda de conquista. Ello no era ni ha sido nunca obstáculo para la trasgresión de otros muchos principios y comportamientos reprobados por las instituciones eclesiásticas. El emirato granadino en los siglos XIV y XV tenía un densa población, producto de las sucesivas expulsiones y huidas desde los reinos cristianos, que tras la conquista cristiana disminuyó drásticamente. Este hueco se llenó con colonos procedentes del resto de Andalucía, Murcia. Castilla y Extremadura. Entre 1500-1550 se produjeron sublevaciones de mudéjares que no llevaron aparejada la expulsión, como consecuencia de la táctica política de los vencedores de intentar la conversión, que se hizo poco después forzada, lo que creó un nueva categoría social y étnica, los moriscos. Éstos tras la sublevación de 1570 son expulsados de Granada mayoritariamente y redistribuidos por otros reinos peninsulares hasta se produce la expulsión total y definitiva en tiempos de Felipe III, quedando el Reino de Granada vacío de musulmanes. El nuevo reino se organizará con poderosas instituciones castellanas: Virreinato y Capitanía General, establecida en el recinto y palacio de la Alhambra, Arzobispado, Universidad y Chancillería con una amplísima jurisdicción; se crearán pequeños señoríos sin jurisdicción plena en los núcleos rurales, de acuerdo con las posibilidades del territorio y los intereses de la corona, y se puebla con campesinos que reciben pequeños lotes de tierra. No hubo por tanto intercambios culturales significativos entre ambas sociedades, salvo de algunos rasgos secundarios que no configuran una cultura. Los procesos de aculturación casi nunca se dan ensituaciones de igualdad, sino de dominador -cristianos- a dominado -musulmanes-. Antes de la conquista en las dos mitades del territorio de la Andalucía se daba una 10 situación cultural comparable: reafirmación de los valores y formas culturales propias por el inveterado enfrentamiento y comparación e intercambio en técnicas y soluciones neutras. Después de la conquista cristiana y en un proceso que durará decenios, coincidente con una nueva forma de concebir el estado, más uniforme y centralizado, se impondrá el sistema político, jurídico y administrativo de los castellanos, y de sus valores cristianos. Temporalmente se toleró a los musulmanes en sus creencias y costumbres, aunque viviendo separados en barrios o morerías. La presión sobre éstos no cesó en consonancia con el prurito ideológico de la época de hacer a los súbditos cultural y religiosamente homogéneos. Ello traerá como consecuencia, conversiones en masas, la aparición del concepto de cristianos nuevos y su contrapunto, el cristiano viejo y la limpieza de sangre que marcó a la sociedad española hasta casi el siglo XIX. La Antropología como ingeniería festiva La utilización del término ingeniería festiva, aunque no corresponde a una nueva ciencia sino más bien un juego de palabras, tiene el propósito de llamar la atención sobre la posibilidad / necesidad de intervenir sobre la sociedad y, en este caso, sus fiestas, desde el conocimiento y previendo sus resultados con el modus operandi de la ingeniería. Ésta no es sino el arte de aplicar los conocimientos científicos al perfeccionamiento de la técnica industrial. En nuestro caso se trataría de la intervención en sociedad y su problemática con los conocimientos científicos proporcionados por la Antropología social y cultural y las ciencias sociales. Esta actividad ya tiene nombre propio: la Antropología Aplicada, pero parece más contundente el término que aquí proponemos, porque creemos que sobre la sociedad puede y en ocasiones debe intervenirse para corregir o encauzar ciertas disfuncionalidades. Corresponde a los antropólogos, técnicos en esta materia, hacer las actuaciones o al menos programarlas, y si ello no es posible, al menos habrá que contar con un buen conocedor de la sociedad y la cultura de que se trate. Porque, ya sabemos que los arquitectos son los especialistas legalmente autorizados para diseñar, construir y rehabilitar casas, pero durante siglos y aún todavía, los buenos albañiles también las arreglan o amplían y las hacen nuevas. La intervención sobre las fiestas y los calendarios y ciclos festivos ha sido una constante, a pesar de que en la conciencia de los ciudadanos estos rituales permanecen inalterables en el curso del tiempo. Ya el maestro Luís de Hoyos Sainz (1868-1951), uno de los pioneros de la Antropología cultural en España que primero ser dedicaron al inventario y estudio de este fenómeno cultural, mostró en el primer tercio del pasado siglo, su preocupación por la homogenización que estaban sufriendo las fiestas en manos de las comisiones locales de festejos. Durante los últimos decenios hemos observado como ciertas ferias entraban en crisis tras el estallido de ofertas que aportaron los ayuntamientos democráticos de la llamada transición política. En el caso que nos ocupa, una fiesta tradicional, la de moros y cristianos de Benalauría, ha sido reinventada por un buen conocedor de la cultura local, que ha querido sacar a su pueblo de la dependencia, que además posee un buen dominio del 11 lenguaje y de los textos históricos, aparte de cualidades literarias, y finalmente, y esto ha debido ser determinante, ha actuado en el momento oportuno. Benalauría, sus gentes, han querido salir de la postración, la dependencia y el olvido y ha querido ser protagonista de su futuro promoviendo el desarrollo endógeno. En esta dirección algunos hombres y mujeres han dado los pasos para conseguirlo: han creado un restaurante cuya cocina ha sobrepasado las fronteras provinciales, han montado una museo etnográfico en un viejo molino de aceite, han rehabilitado viviendas rurales, promueven la transformación de la castaña, cosecha base de la localidad, en varios productos apetitosos, y han reinventado su tradicional fiesta de moros y cristianos. En este pequeño pueblo la fiesta de moros y cristianos, que se celebra desde tiempo inmemorial ha seguido hasta hace pocos años en la representación dramática el texto del cercano pueblo de Benadalid. Para evitar controversias y acabar con esta dependencia, el profesor José Antonio Castillo, natural de la localidad, ha creado ex novo un texto, que se reedita actualizado. El autor ha situado históricamente el cuadro escénico en el hecho de la sublevación de los moros de la Serranía de Ronda a poco de la conquista de la ciudad por el rey Fernando el Católico y en el espacio geográfico de las calles y plaza del propio núcleo y los pagos y poblaciones cercanas. Al hecho histórico el autor le ha dado una específica trama teatral versificada, un escenario abierto e, incluso, ha diseñado nuevos trajes más acordes con la época que los que se usaban antes. Así mismo, la fiesta ha sido dotada con adecuados medios técnicos de sonido que permiten a los actores desenvolverse fácilmente y a la par la cohetería esta controlada para evitar daños personales. Hasta el momento la fiesta cuenta con suficientes actores voluntarios, a los que se ha incorporado recientemente y con entusiasmo la mujer, el pueblo en su conjunto la sigue con gran aceptación y cuenta con una apreciable presencia de forasteros. ¿Es posible y deseable actuar sobre una fiesta o el calendario festivo de una localidad o una comarca? Los nostálgicos que en este campo son legión, responderán negativamente y en el caso que nos ocupa hasta protestarán, arguyendo que se trata de un texto de moros y cristianos “inventado”, que no es tradicional ni popular. ¡Cómo si algún texto o embajada de moros y cristianos pudiera alegar que no ha sido inventado!, es decir, que no ha salido de la mente y de la pluma de un ser humano concreto. La diferencia entre este texto que hoy presentamos es que su autor tiene nombre y apellidos y es localizable en un domicilio concreto. Las intenciones y los mecanismos que movieron en su día a unos y ha movido recientemente a José Antonio Castillo, me los imagino muy semejantes. En este caso ha habido el intento por darle más rigor histórico y concordancia con los hechos que se representan, mejor gramática, unos valores adaptados al momento, una singularidad que recogiera las peculiaridades acumuladas en el curso del tiempo y una distinción de otros núcleos cercanos que también celebran la fiesta. Tarea para la que entiendo está totalmente legitimado, y buena prueba de ello es la calurosa aceptación con que cada año se refrenda la obra. Si esta intervención en la fiesta de moros y cristianos de Benalauría va a ser duradera, y el ayuntamiento y los vecinos a través de una asociación ponen 12 todo el empeño en ello, es cosa que no podemos afirmar categóricamente. La fiesta, tendrá que superar entre otras, la prueba de la retirada activa del escenario del que ha sido su creador e impulsor durante muchos años, José Antonio Castillo. Asimismo, tendrá que superar la prueba de la consolidación de las acciones de desarrollo ya puestas en marcha, así como la posibilidad de seguir contando con la fuente de empleo de la Costa del Sol, y la de promover el desarrollo sostenible en todo el valle del Genal. Todo ello, aunque no sea aparente, esta íntimamente relacionado y contribuiría a la consolidación / debilitamiento / desaparición de la fiesta. Requeriría además la mejora de las vías de comunicación que hagan atractiva la vida en el pueblo, especialmente a las nuevas generaciones, y le permitan estar fácilmente conectados con el exterior. Todo apunta a que si las infraestructuras y estructuras económicas y socialesse mantienen e implementan, la población va a seguir manteniendo el fuerte sentimiento de identidad que hemos observado en Benalauría durante las agosteñas fiestas de moros y cristianos, que constituyen uno de los principales indicadores de su singularidad. Si así fuera, el pueblo no debe olvidarlo, se deberá al deseo de unas cuantas personas, que viviendo dentro o fuera de Benalauría, quieren para su pueblo lo mejor porque lo siguen considerando como propio. View publication stats https://www.researchgate.net/publication/310588081
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