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Museo Arqueológico Nacional 
NUMISMATICA 
Y MEDALLISTICA 
CARMEN ALFAR0 ASINS - se 
. ?"Q 
1 Direcclbn Genetal de Bellas Mes y Archivos 1 
DISEÑO Y MAQUETACION 
Luis CARRILLO 
RAÚL ARECES 
FOTOGRAFIAS 
E N R I Q ~ J E SÁENZ DE SAN PEI>RO 
SERVICIO FOTOGRÁFICO DEI. M.A.N 
DIBUJOS 
FERNANDO FERNANDEZ 
COORDINACION GENERAL 
ANCELA FRANCO MATA 
ISBN: 84-7483-859-2 (Tomo 11 - Separata IV) 
NIPO: 301-91-057-8 
D. L.: M-697-1991 
Imprimc: qrafofhet sl 
CARMEN ALFARO ASRVS 
PLANTA SEGUNDA 
(sótano 2) 
NUMlSMATlCA 
SALA IX 
TESOROS DE MONEDA HISPANICA 
- SALVACAÑETE 
- CHAO DE LAMAS 
- DRIEVES 
PLANTA TERCERA 
(entrada) 
NUMlSMATlCA 
SALA XIX 
VITRINA MONEDA 
SALA XXlX 
VITRINA MONEDA 
HlSPANlCA 
El Museo Arqueológico Nacional po- 
see la mejor aunque poco conocida colec- 
ción de monedas de España y, como la ma- 
yoría de los Gabinetes Numismáticos ofi- 
ciales, respondiendo al más amplio concep- 
to de la Numismática. cuenta también en 
sus fondos con otros objetos "monetifor- 
mes": medallas, téseras, ponderales, matri- 
ces de sellos, etc. Al tratarse de una colec- 
ción general su misma extensión es causa 
de que haya gran desigualdad en la forma- 
ción de sus series, siendo algunas numero- 
sas e importantes y otras sumamente in- 
completas, como tendremos ocasión de co- 
mentar. 
El origen remoto de la colección de 
monedas y medallas del Museo Arqueoló- 
gico Nacional se puede situar en 1712, fe- 
cha en que Felipe V funda la Biblioteca 
Real, donde se integraron las antiguas co- 
lecciones de monedas existentes en Palacio. 
Estas se fueron incrementando con nuevas 
adquisiciones como las efectuadas por P. 
Robinet, confesor del rey, en 1716 que fue- 
ron catalogadas en 1735 por Pablo Lucas, 
anticuario del rey de Francia. En 1743 Ale- 
jandro Javier Panel, instructor de los infan- 
tes, es nombrado por Felipe V "Conserva- 
dor del Gabinete de medallas" con lo que 
se fundó el Museo Numismático de la Bi- 
blioteca Real. De este primer conservador 
de la colección poseemos varios inventarios 
manuscritos. 
Un recuento realizado hacia 1749 en el 
Monetario de la Biblioteca dio la cifra de 
22.000 ejemplares, cantidad que aumentó 
rápidamente por donativos y sucesivas ad- 
quisiciones. Entre los numerosos ingresos 
de la época cabe citar la adquisición en Pa- 
rís, hacia 1746, del monetario del Abad de 
Orleans por 360.000 reales, la compra en 
1786 de otro importante monetario en Ná- 
poles por 120.000 reales, el ingreso de la co- 
lección de don Pedro Estrada en 1788, la in- 
corporación en 1791 de los 133 áureos des- 
cubiertos en los cimientos de la fachada de 
la catedral de Málaga y, como no, el ingre- 
so en 1793 de la colección del Infante don 
Gabriel, hijo de Carlos 111, en cuya catalo- 
gación intervino Fray Enrique Florez, in- 
signe humanista y numismático del si- 
glo XVIII. 
En 1835 los fondos se habían casi 
quintuplicado y se cifraron en 2.672 mone- 
das de oro, 30.669 de plata y 51.183 de 
bronce. De esta época se conservan varios 
inventarios manuscritos, entre ellos, el 
"Monetario de la Biblioteca de S. M.", re- 
dactado entre 1800 y 1837 por el bibliote- 
cario don Ambrosio Ruiz Bamba. En 1835 
igualmente se inicia el "Libro de entradas 
por compras, donaciones, etc. del Museo de 
Medallas de la Biblioteca Real", redactado 
en principio por don Joaquín María Pati- 
ño y continuado por don Basilio Sebastián 
Castellanos, don Francisco Bermúdez de 
Fig. 1 
Lydia. Creseida de 
plata. Fines del 
siglo VI a. C. 
Diámetro 13-15 
mrn. Al cuádruple 
de su tamaño. 
Sotomayor y don Ignacio Calvo, quien lo 
concluye entre 1904 y 1928. De los años 
1851-1852 es el "Inventario de las monedas 
y medallas del Museo de la Biblioteca Na- 
cional", redactado por el conservador del 
Gabinete de Antigüedades don Basilio Se- 
bastián Castellanos y el oficial del mismo 
don Felipe Perogordo. 
Al fundarse el Museo Arqueológico 
Nacional en 1867 pasaron a él los fondos 
arqueológicos y numismáticos de la citada 
Biblioteca Nacional, antes Real, de la es- 
cuela Especial de Diplomática y del Museo 
de Ciencias Naturales, contabilizándose 
una década después un total de 103.096 
ejemplares. Dos años más tarde comienzan 
las Comisiones científicas que recorrieron 
diversos puntos de España para estudiar 
monumentos y adquirir objetos con desti- 
no al Museo. Igualmente con este mismo 
cometido hay que destacar la Comisión 
que, a bordo de la fragata "Arapiles", via- 
jó a Oriente para incrementar los fondos. 
El 5 de julio de 1895 se inaugura el Pa- 
lacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, 
ubicándose el Monetario en dos salas en el 
ángulo sudeste del edificio, donde se insta- 
todas actualmente se encuentran en .para- 
dero desconocido. 
Finalizada la Guerra Civil, en 1940 se 
procedió a la organización de las nuevas 
instalaciones, conservándose el mismo or- 
den anterior para las series griega, romana 
e hispánica pero cambiándose el de las se- 
ries medievales y modernas. Igualmente se 
incorporaron dos nuevas vitrinas en las que 
se expusieron 583 medallas. En este perío- 
do realizaron importantes trabajos de in- 
vestigación don Narciso Sentenach, don 
Felipe Mateu y Llopis, y don Casto María 
laron las monedas en bandejas dentro de 38 
armarios de caoba. De esta época conser- 
vamos el magnífico Inventario General re- 
dactado entre 1895 y 1903 por el Jefe de la 
Sección don Manuel Gil y Flores y con un 
diario "como numismático" realizado por 
don Ignacio Calvo entre 1904 y 1928. La ex- 
posición de monedas y medallas se realizó 
en 21 vitrinas-mesa, aumentadas después 
para ampliar la exposición de monedas. El 
Catálogo-Guia del Salón de Numismática, 
redactado por don Ignacio Calvo y don 
Casto María del Rivero, describe las mone- 
sas expuestas en 1925 así como los fondos 
generales de las Sección que entonces se 
evaluaron en 160.000 monedas y 15.000 
medallas. 
Al acaecer la Guerra Civil se suspen- 
dieron los trabajos de ordenación y se tras- 
ladaron precipitadamente las colecciones al 
piso bajo del Museo. De estos momentos 
destaca por su gravedad la incautación en 
noviembre de 1936 de 2.796 monedas de 
oro, casi la totalidad de las que poseía el 
Museo, a excepción de algunas piezas rele- 
vantes que pudieron ser salvadas por los 
conservadores arriesgando su vida. En de- 
talle, salieron del Museo 50 monedas grie- 
gas, 830 romanas, 297 bizantinas, 322 visi- 
godas, 585 árabes, 94 españolas medievales 
y modernas, 543 extranjeras y 67 medallas, 
- - . 
del ~ i v e r o en&e otros. 
A partir de 1951, bajo la dirección de 
don Joaquín María de Navascués, se tras- 
lada el monetario a la zona central de la 
planta principal. Hay que destacar también 
de 1951 la creacción del Instituto Antonio 
de Agustín de Numismática del C. S. 1. C., 
con sede en el propio Museo, que se pro- 
puso como fin fundamental la ordenación 
total de las monedas del Gabinete. Esta la- 
bor, acometida por el propio Sr. Navas- 
cués, doña Matilde López Serrano y don 
Octavio Gil Farrés, junto a un grupo de 
alumnos de la Universidad, se pensaba 
complementar con la publicación de volú- 
menes que dieran a conocer las series que 
quedaran revisadas. Así, bajo el título ge- 
+- neral de Las monedas hispánicas del Museo 
Arqueológico Nacional de Madrid, salieron a 
la luz dos volúmenes; el primero, compren- 
sivo de las series de sistema griego acuña- 
das en la Península por las colonias heléni- 
cas, púnicas y por las ciudades indígenas 
que dentro del área peninsular secundaron 
la iniciativa de los colones extranjeros, aña- 
diéndose el ciclo Ibero-Romano; el segun- 
do volumen, se dedicó a las series bastulo- 
turdetanas de sistema romano, correspon- 
dientes a su ciclo andaluz y también a la 
descripción y reproducción de las monedas 
conservadas en el Museo procedentes de los 
tesoros de Azaila, Salvacañete y Cerro de 
la Miranda. Un anunciado tercer volumen, 
que comprendería las series andaluzas de 
sistema romano, fenicias, y libiofenices, no 
llegó a realizarse,por lo que quedó suspen- 
dida una labor importantísima para la di- 
fusión de los fondos del Gabinete Nu- 
mismático. 
Un recuento de los fondos realizado en 
estos años dio las cifras de 180.000 mone- 
das, 7.000 medallas y varios centenares de 
billetes. Es también en estas fechas cuando, 
por falta de espacio, se suprime la exposi- 
ción permanente de numismática y meda- 
llística que estaba ubicada en la actual 
sala 39. 
Años más tarde, debido a las obras de 
remodelación y ampliación llevadas a cabo 
en el Museo desde 1968, el Gabinete Nu- 
mismático padeció dos nuevos traslados 1973 de la colección numismática de don que trastocaron profundamente el orden de Domingo Sastre Salas, formada por 28.094 sus fondos. Desde 1979 el Gabinete se ins- monedas, que ha venido a completar una en Norte de la planta cuarta, serie de lagunas existentes en los fondos an- de se acondicionó una cámara blindada pa- tiguos, especialmente en lo que a moneda ra albergar la totalidad de sus fondos que ac- áurea se refiere, lo que hace estimar la co- tualmente están en curso de ordenación. La lección actual entre monedas, medallas y ubicación actual del ahora llamado Depar- otros objetos del Departamento en más de tamento de Numismática y Medallística, 250.000 ejemplares que, en el presente co- tampoco parece ser la definitiva puesto que mentario, dividiremos en los apartados te- próximamente el Museo iniciará una refor- máticos y cronológicos correspondientes. ma integral de su estructura aue afectará a 
todos 1;s Departamentos y Servicios del 
mismo. 
A lo largo de todos estos años, el Ga- 
binete Numisrnático no ha dejado de nutrir- 
se de donativos, adquisiciones e ingresos de 
todo tipo. Fueron especialmente importan- 
tes los incrementos que registró la colección 
numismática entre los años 1940-1980, en 
que ingresaron la mayoría de los tesoros 
que hoy posee y algunas importantes colec- 
ciones, incrementos reflejados en su mayor - parte en las Adquisiciones del Museo Ar- 
queológico Nacional y las Memorias de los 
Museos Arqueológicos. 
De estos últimos años citamos por su 
importancia y volumen, la adquisición en 
LA MONEDA Y SU EVOLUCION 
Se puede considerar "dinero" cual- 
quier objeto cuyo valor intrínseco sirva co- 
mo unidad de referencia en transacciones 
comerciales y financieras. Desde antiguo 
los pueblos primitivos utilizaron distintos 
objetos como unidades de referencia y va- 
loración necesarios para la vida en sociedad 
del hombre; así, las cabezas de ganado, gra- 
nos de cereal, utensilios, pesos de metal en 
bruto, conchas, etc, constituyen lo que ac- 
tualmente conocemos como "pre-mone- 
das". La moneda en su sentido actual; es 
Fig. 2 
Atenas. 
Tetradracma. Siglo 
V a. C. Diámetro 
25 mm. Al doble de 
su tamaño. 
decir, metálica y emitida por una autoridad 
reconocida, se origina, al parecer, en el se- 
no de las antiguas civilizaciones desarrolla- 
das en Grecia, China y la India, y de ma- 
nera independiente entre sí. La tradición 
monetaria griega, evolucionada, va a ser el 
origen del sistema monetario occidental, 
que acaba imponiéndose y suplantando a 
los sistemas orientales. 
El término actual "moneda", del lati- 
no moneta, deriva del sobrenombre de la 
diosa Juno Moneta (la consejera), en cuyo 
templo los antiguos romanos ubicaron su 
primer taller de acuñación. En la moneda 
participan tres elementos fundamentales, 
como ya apuntó San Isidoro de Sevilla en 
sus "Etimologías", que son el metal, cuya 
calidad y proporción rigen el valor intrín- 
seco de la moneda, el peso, que da lugar a 
la creación de una escala de valores, base 
de todo sistema monetario, y los tipos o 
motivos que decoran ambas caras de la mo- 
neda, anverso y reverso, que por lo general 
están en relación con la autoridad emisora 
o con el valor nominal de la pieza. 
Generalmente la técnica más utilizada 
para la fabricación de monedas hasta el si- 
glo XVI ha sido la acuñación a martillo. Es- 
ta se realiza colocando un disco de metal 
(cospel), frio o previamente calentado, en- 
tre dos cuños donde están grabados los ti- 
pos en negativo. El cuño de anverso es fijo 
(pila) y el de reverso móvil (troquel) que se 
sujeta por lo general con la mano y que re- 
cibe el golpe de martillo, quedando así am- 
bos tipos impresionados sobre el cospel. 
Otro sistema más elemental para la fabri- 
cación de monedas es el de la fusión del me- 
tal en moldes en los que previamente se han 
grabado los tipos. Es mucho menos perfec- 
to y generalmente se utilizaba para produ- 
cir piezas de gran tamaño. Estos y otros 
procedimientos más modernos para la ob- 
tención de monedas se realizan en las casas 
de moneda o cecas. 
Las primeras monedas griegas conoci- 
das aparecen en el reino de Lidia, en Asia 
Menor, como refiere Heródoto y lo atesti- 
guan los hallazgos de Artemision de Efeso, 
aunque los autores antiguos han atribuído 
la paternidad de su invención a sus propias 
ciudades de origen; así unos a Argos bajo 
el rey Fidón, otros a Atenas con Erictonio, 
fundador de la ciudad, etc. Estas primeras 
monedas son globulares, irregulares y sin ti- 
pos, realizadas en electrón (aleación de oro 
y plata), encontrado en estado natural en 
los ríos de Asia Menor, en las que muy 
pronto se introducen tipos sencillos, como 
cabezas de león, de caballo, etc. A mitad 
del siglo VI a. de C., el rey lidio Creso 
adopta ya un sistema monetario bimetálico 
en oro y plata para la acuñación de mone- 
da (Fig. 1). 
Al mismo tiempo algunas ciudades de 
Greciá Continental como Egina, Corinto y 
Atenas comienzan sus acuñaciones, toman- 
do la plata como metal base de sus sistemas 
monetarios y la dracma como unidad, aun- 
que de distinto peso en cada lugar como 
símbolo de su independencia. Los tipos 
propagandísticos de cada ciudad van a ser 
el símbolo de prestigio del amplio crédito 
del que van a disfrutar estas monedas en 
otros lugares. Así serán célebres las "tortu- 
gas" de Egina, símbolo de su poder maríti- 
mo, los "potros" de Corinto, con el Pega- 
so domado por Belerofonte, fundador de la 
ciudad, y las "lechuzas" de Atenas, conme- 
morando las fiestas Panatenaicas (Fig. 2). 
Siguiendo el ejemplo de sus metrópo- 
lis fundadoras, las ciudades de la Magna 
Grecia y Sicilia adoptan la moneda desde 
el siglo VI a. de C., cuyos tipos, como ele- 
mento de prestigio y propaganda, adoptan 
temas alusivos a su fundación, a la riqueza 
del territorio e incluso al tipo parlante de 
la ciudad. Son destacables por su belleza las 
primeras piezas italianas, denominadas "in- 
cusas", propias de Poseidonia, Sybaris y 
Fig. 3 f1) 
Alejandro Magno. 
Tetradracma. Tiro. 
336-323 a. C. 
Diámetro 25 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
Metaponto entre otras ciudades, que se ca- 
racterizan por presentar en anverso el tipo 
en relieve y en reverso el mismo tipo en 
hueco. 
Donde la moneda alcanza su máxima 
expresión de belleza es en Sicilia a partir del 
siglo V a. de C., en que una serie de ciuda- 
des como Naxos, Zancle, Himera, Selinus, 
Akragas, etc. rivalizan en la perfección de 
sus acuñaciones. Mención especial merece 
Siracusa, que bajo Gelon emite decadrac- 
mas para celebrar la victoria en Himera so- 
bre los cartagineses, en las que se represen- 
ta en anverso una cuádriga y en reverso la 
cabeza de la ninfa Aretusa, confundida en 
la antigüedad con la reina Demarete y de- 
nominada la moneda por ello demareteion. 
Esta tipología evolucionada alcanza su 
apogeo a finales del siglo V a. de C. en los 
ejemplares firmados por Sosion, Eumenes, 
Evainetos, Eukleidas y Kimon. 
Un avance importante en el numera- 
rio se empieza a fraguar a partir de Alejan- 
dro Magno que, en vista a su política pan- 
helénica, escoge nuevos tipos monetarios, 
acuñados en patrón ático, comunes a sus 
vastos territorios. En su estáteros de oro 
aparece la cabeza de Atenea y una Victoria 
i e n sus tetradracmas de plata la cabeza de 
Hércules con la piel de león, donde se ha 
querido ver el retrato del propio Alejandro 
y Zeus. Estas monedas incluyensu nombre 
ALEXANDROS y a partir de la muerte de 
Darío 111 el título BASILEUS, ambos en 
griego (Fig. 3). Estas especies monetarias se 
extenderán rápidamente por sus dominios, 
llegando incluso a la India. 
A la muerte de Alejandro comienza la 
larga guerra civil entre los diadocos que fi- 
naliza con el reparto del imperio entre sus 
generales, origen de las monarquías helenís- 
ticas Ptolemaica, Antigonida y Seleucida, 
de las que derivarán otras de menor impor- 
Fig. 4 
República romana. 
Confederación de la 
guerra social. 
Denario con 
leyenda osca. 91-88 
a. C. Diámetro 19 
mm. Al triple de su 
tamaño. 
tancia. De estos momentos lo más destaca- 
ble en la moneda es el nacimiento del retra- 
to, al principio de gran calidad y realismo, 
pero que al multiplicarse los talleres y de- 
caer las dinastías se volverá esteotipados. 
Roma acuña muy tardíamente en com- 
paración al mundo griego y lo hace utili- 
zando dos sistemas distintos. Sus primeros 
ejemplares, que podemos considerar "pre- 
monedas", son bloques informes de bronce 
fundidos sin peso determinado ni represen- 
taciones (Aes Rude), en los que hacia prin- 
cipios del siglo 111 a. de C. se introducen ti- 
pos en una sola cara, presentando ya un pe- 
so determinado (Aes signatum). Algo des- 
pués se funden monedas ya lenticulares 
(Aes Grave), cuya unidad el as, tiene el pe- 
so de la libra romana (324 gramos). La ti- 
pología de estas pesadas monedas fue en 
principio variada, hasta que hacia el 225 a. 
de C. se hace fija la que lleva una proa de 
nave en reverso, variando la divinidad re- 
presentada en los anversos según los valo- 
res; así, el as o unidad (marca 1) presenta la 
cabeza de Jano bifronte, el semis o mitad 
(marca S) la de Saturno, el triens o tercio 
(marca *) la de Minerva, el quadrans o 
cuarto (marca *) la de Hércules, el sex- 
tans o sexto (marca *) la de Mercurio y la 
uncia o doceavo (marca *) la de Roma. Es- 
te tipo de monedas perdurará con igual ti- 
pología hasta finales de la República, pero 
disminuyendo su peso paulatinamente por 
medio de varias devaluaciones oficiales que 
intentaban sanear la economía, dañada por 
las constantes guerras. 
Paralelamente a las citadas acuñacio- 
nes en bronce, Roma se verá en la necesi- 
dad de acuñar piezas al estilo griego para 
hacer frente a sus empresas bélicas en el Sur 
de Italia. Así, utilizando metrología y tipos 
griegos variados, se acuñan didracmas y 
dracmas de plata, dobles litras, litras y he- 
militras de bronce, que llevan primero la le- 
Fig. 5 
Hispania. Denario 
ibérico de 
Ikalkusken. Siglo 11 
a. C. Diámetro 
18-20 mrn. Al triple 
de su tamaño. 
yenda ROMANO y después ROMA. Estas 
emisiones se continuarán con los cuadrigati 
de plata de menor peso, llamados así por 
presentar en reverso una cuádriga conduci- 
da por Júpiter, y por una escasa emisión de 
monedas de oro. 
Hacia el 21 1 a. de C. es cuando se crea 
la moneda más importante y de mayor in- 
fluencia: el denario, moneda de plata de 
unos 4,50 gramos, que como su nombre in- 
dica equivalía a 10 ases (marca X) ya sex- 
tantales aunque hacia el 141 a. de C. se re- 
tarifará a 16 (marca *) y sus divisores el qui- 
nario (marca V) y el sestercio (marca 11s). 
Por estas fechas también se crean otras mo- 
nedas, como son el victoriato, cuyo nombre 
proviene de la Victoria coronando un tro- 
feo que figura en el reverso, y una serie de 
piezas de oro con marcas de valor que se su- 
pone equivalen a 60, 40 y 20 ases. 
En origen los tipos del denario fueron 
la cabeza de Roma galeada en anverso y los 
Dioscuros a caballo en reverso, aunque po- 
co a poco se introducen en el campo mo- 
neta1 marcas y luego iniciales que corres- 
ponden a los tres magistrados encargados 
de hacer la moneda, los Tresviri, Aere, Ar- 
gento, Auro, Flando Feriundo, aunque no se 
tardará en sustituir los tipos tradicionales 
por gran variedad de otros nuevos, elegidos 
por los Triunviros Monetales, que por lo 
general estarán en relación con su gens o fa- 
milia y que se harán más palpables en los 
últimos tiempos de la República (Fig. 4). 
Augusto al asumir el Imperio necesitó 
un sistema monetario sólido que respalda- 
ra su poder, por lo que acomete la reforma 
monetaria entre los años 23 y 20 a. de C. 
Su innovación más importante es la crea- 
ción del aúreo (8 gramos) como unidad del 
sistema, pasando el denario a segundo tér- 
mino. También se acuñan como valores fi- 
duciarios el sestercio y el dupondio en ori- 
calco y el as y el quadrans en bronce. 
A partir de Augusto, la moneda roma- 
na va experimentando una lenta pero pro- 
funda decadencia, reflejo de la situación 
económica ante los elevados gastos del Im- 
perio, que se intenta paliar con sucesivas re- 
formas del numerario que rebajan el peso 
de las monedas; así encontramos las refor- 
mas de Nerón en el 64 d. de C.; Caracalla 
que el 215 d. de C. crea una nueva mone- 
da, el antoniniano o doble denario; Aurelia- 
no en el 274 d. de C.; Diocleciano en 294 
d. de C. y Constantino en el 309 d. de C. 
que fijará la talla de su moneda de oro en 
1/72 de la libra romana (4,51 gramos), 
prácticamente la mitad de peso que el aú- 
reo de Augusto, moneda que recibe el nom- 
bre de sólido y determinará el sistema mo- 
netario bizantino y árabe posterior. 
Las primeras monedas de la Península 
Ibérica las acuñan las colonias griegas de 
Emporion y Rhode, ambas en el golfo de 
Rosas. La primera emite desde mitad del si- 
glo V a. de C. pequeños divisores de plata 
y algo después dracmas con el topónimo en 
griego de la ciudad que serán imitadas por 
los pueblos indígenas cercanos. En el otro 
extremo de la Península y a principios del 
siglo 111 a. de C. acuñará Gadir, antigua 
colonia de fundación fenicia, monedas de 
bronce y algo después de plata en las que 
se representa sus característicos atunes. 
También desde estas fechas emite su nume- 
rario con la representación del dios Bes la 
isla de Ebusus y algo después Arse y Saiti. 
La influencia de las citadas monarquías he- 
lenísticas se hace notoria en las monedas 
que acuñan los cartagineses en la Penínsu- 
la Ibérica entre el 237 y el 206 a. de C. Es- 
tos bellos ejemplares presentan en anverso 
una serie de cabezas masculinas, probable- 
mente divinidades, que en ocasiones se 
identifican con los retratos de los jefes 
Bárcidas. 
A partir del 218 a. de C., con el desem- 
barco de Cneo Escipión en Ampurias, asis- 
timos a la expansión de la cultura y la mo- 
neda romana en la Península. A mitad del 
siglo 11 a. de C. aparece el denario ibérico, 
derivación pondera1 del denario romano 
pero con tipología y leyenda ibérica autóc- 
tona, realizado para el pago de las tropas 
romanas en continua guerra de coloniza- 
ción, que alcanzará su máxima expansión 
en el siglo 1 a. de C. (Fig. 5). Por otra par- 
te, desde finales del siglo 111 a. de C., hay 
una diversificación muy grande de acuña- 
ciones de bronce en la Península, que si- 
guen tanto patrones ponderales de origen 
cartaginés como romanos, lo que unido al 
uso de alfabetos no latinos y a la variedad 
de tipos utilizados, especialmente en la U1- 
terior. demuestra la autonomía aue tuvo 
Hispania en época republicana para la acu- 
ñación de moneda. 
Con la pacificación de la Península y 
el ascenso de Octavio al poder absoluto, la 
moneda hispánica seguirá las pautas impe- 
riales en cuanto a metrología, tipología y le- 
yendas, aunque con un marcado gusto pro- 
vincial. En la Tarraconense, Bética y Lusi- 
tania acuñarán las principales cecas que lo 
había hecho con anterioridad, hasta que 
con Calígula finalizan las acuñaciones loca- 
les de Hispania, salvo la emisión.de Clau- 
dio en Ebusus. 
Entre los pueblos bárbaros estableci- 
dos en el ámbito territorial del Imperio des- 
tacan por su importancia para Hispania los 
visigodos. Sus primeros sólidos y trientes 
(tercio del sólido) se acuñan en el sur de 
Francia a nombre de los emperadores de 
Oriente. En el último cuarto del siglo VI 
d. de C., Leovilgildo será el primer monar-ca visigodo que inscribe su propio nombre 
en las monedas, ya únicamente trientes, eli- 
minando el del emperador de Oriente (Fig. 
6). A partir de este monarca .la tipología 
que más se generaliza es la que presenta un 
busto de frente, muy esquemático, por am- 
bas caras, junto al nombre del rey y de la 
ceca emisora. 
El debilitamiento y fraccionamiento 
la monarquía visigoda unido al apogeo 
la dinastía Omeya con Walid 1, propicia 
penetración árabe en la Península en .el 
año 71 1 y su rápida conquista. La moneda 
árabe se caracteriza por la falta de imáge- 
nes en sus caras que están recubiertas por 
leyendas de tipo religioso, con la inclusión 
en algunos momentos del nombre del go- 
bernante, de la ceca emisora y la fecha de 
acuñación, según el cómputo de la Hégira. 
Las primeras monedas que acuñan en la Pe- 
nínsula Ibérica, sin embargo, responden al 
tipo bizantino de Cartago, algunas en latín 
y otras bilingües (árabe-latín), que se cono- 
cen cono "transicionales", aunque rápida- 
mente se impone el tipo epigráfico caracte- 
rístico, según las pautas de la reforma de 
Abd-el-Malik (Fig. 7). En el Emirato sólo 
se acuñan dirhems de plata en la ceca gené- 
rica de Al-Andalus y feluses de cobre, ya 
que la moneda de oro era prerrogativa del 
califa de Oriente. 
~eovi~i ldo. Triente. 
Ca. 575 d. C. 
Diámetro 20 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 7 
Hispano-árabe. 
Dinar transicional 
bilingüe. 
Al-Andalus. 98 
H./716-717 d. C. 
Diámetro 15 mm. 
Al triple de su 
tamaño. 
Ante la pujanza de los árabes se van 
constituyendo pequeños centros de resis- 
tencia sin entidad política en el norte de la 
Península Ibérica. Cabe destacar la incur- 
sión carolingia en la zona actual de Cata- 
luña que origina la Marca Hispánica en el 
siglo IX, que estaba constituída por varios 
condados entre los que destacaba el de Bar- 
celona que logrará su independencia una 
centuria después. El numerario carolingio 
se basa en el dinero de plata, derivado del 
antiguo denario, valor que sé difundirá rá- 
Fig. pidamente por los territorios de su in- 
Reyes Católicos. fluencia. 
Doble castellano o 
excelente. Sevilla. 
1475. Diámetro 35 En el siglo IX, el Califato de Oriente 
mm. Al doble de SU pasa por una etapa de gran decadencia, cir- 
tamaño. cunstancia que aprovecha Abderramán 111 
para erigirse Califa de Córdoba, acuñando 
a su nombre ya monedas de oro, dinares, y 
dirhems de plata. A partir de Hixem 11 la 
autoridad del Califato decae en favor de 
una serie de poderes locales que conocemos 
como Reinos de Taifas, cuya moneda de 
oro fue en ocasiones imitada por los con- 
des de Barcelona (mancusos). También por 
estas fechas se emiten las primeras mone- 
das en Castilla, dineros de vellón (aleación 
de plata y cobre) acuñados por Alfonso VI 
quizás a raiz de la toma de Toledo en 1085. 
Un pujante movimiento religioso del 
norte de Africa, los Almorávides, formarán 
un imperio en el que quedará incluída la 
mitad sur de la Península Ibérica. Su mo- 
neda más característica es el dinar que se 
acuña en diversas cecas, tanto africanas co- 
mo hispanas. A principios del siglo XII el 
poder almorávide desaparecerá en favor de 
otra serie de poderes locales. Los reyes Al- 
fonso VI11 de Castilla y Fernando 11 de 
León, quizás ante al falta de moneda ára- 
be, imitan este numerario, instaurando así 
la primera moneda de oro castellano-leone- 
sa que se conoce como "morabetino" o 
maravedí. 
Otro movimiento religioso, protagoni- 
zado por los almohades, hará su aparición 
en el panorama peninsular a fines del si- 
glo XII, disgregándose después en otra se- 
rie de poderes locales, siendo el que más 
perdurará el Reino Nazarí de Granada has- 
ta su conquista por los Reyes Católicos en 
1492. La moneda de oro almohade, la do- 
bla, o doble dinar, va a ajercer igualmente 
una gran influencia en la moneda castella- 
na, ya que Fernando 111, a raiz de la con- 
quista de algunas ciudades de Andalucía, 
adopta metrológicamente este nuevo valor 
áureo en sus territorios. Las primeras do- 
blas que conocemos corresponden a Alfon- 
SO X, monarca, que, en una importante re- 
forma monetaria, crea el maravedí de pla- 
ta, moneda de vida muy efímera que a par- 
tir de Sancho IV pasa a ser una moneda de 
cuenta equivalente a 10 dineros de vellón. 
La dobla alcanza su momento de mayor 
apogeo a partir de Fernando IV, cuando se 
emiten grandes múltiplos de este valor, en 
contraposición a la precaria situación eco- 
nómica. Con Pedro 1 asistimos a la intro- 
ducción del real de plata, que tanta impor- 
tancia tendrá a partir de ahora. 
La corona de Aragón, más integrada 
en la órbita europea que Castilla, imita es- 
pecies monetarias de allende los Pirineos, 
como el croat moneda gruesa de plata que 
se acuña a partir de Jaime 1, y con poste- 
rioridad elflorín de oro, moneda originaria 
de Florencia introducida por Pedro IV, que partir de 1940 se abandonará definitiva- 
se convertirá en unidad internacional. mente la acuñación de moneda en metales 
nobles, salvo algunas raras excepciones, 
Los Reyes Católicos, ante la caótica si- por lo que se utiliza niquel, cuproniquel, 
tuación monetaria anterior, sobre todo en etc., como en la actualidad. 
época de Enrique IV, realizan dos impor- 
tantes reformas monetarias, una en 1475 y 
la otra en 1497. En esta última acaban con 
la hegemonía de la dobla, adoptando para 
el oro la metrología del ducado, moneda 
originaria de Venecia de uso más común en 
otros reinos europeos, unidad a la que de- 
nominan excelente (Fig. 8). Moneda Griega 
LA COLECCION DEL MUSEO 
ARQUEOLOGICO NACIONAL 
Con Carlos 1 asistimos a un nuevo 
cambio en la unidad áurea pues en 1534 
sustituye el ducado por el escudo, moneda 
de menor ley utilizada en otros estados eu- 
ropeos, que en España va a perdurar hasta 
1850 con Isabel 11. De esta nueva moneda 
se realizan posteriormente múltiplos como 
el doblón (2 escudos), el doblón de a cuatro 
(4 escudos), la onza (8 escudos) y el centén 
(100 escudos), este último valor sólo acuña- 
do por Felipe 111, Felipe IV y Carlos 11. 
También desde época de Carlos 1 se acuñan 
múltiplos del real de plata, siendo el más 
importante el real de a ocho, valor que se 
va a convertir en la moneda española por 
antonomasia y que, por influencia america- 
na, dará origen a las conocidas denomina- 
ciones de pesos y duros tan extendidas des- 
pués (Fig. 9). 
En el reinado de Isabel 11 se adoptan 
sucesivamente varios sistemas basados en la 
relación decimal entre las monedas de los 
distintos metales y en 1868 con el Gobier- 
no Provisional es cuando se adopta el sis- 
tema decimal, según las normas de la Unión 
Monetaria Latina, y como unidad del siste- 
ma monetario la peseta de plata, nombre 
que en origen designaba al real de a dos. A 
La colección de moneda griega del 
Museo es bastante representativa aunque 
no muy numerosa. Es quizás la serie que 
cuenta con menos adquisiciones recientes y 
es más susceptible de ser mejorada, lo que 
está en relación con la poca tradición a ni- 
vel de investigación que tiene la numismá- 
tica griega en España. 
Haciendo un rápido repaso de las se: 
ries que la forman, podemos indicar que 
contiene monedas de la Galia y Britania, en 
su mayoría de plata e imitaciones de pro- 
totipos griegos muy degenerados. Mucho 
más abundantes son las monedas acuñadas 
en Italia, algunas de oro como los 1/4 de es- 
tátero de los Brutii y Tarentum. Son desta- 
cables por su belleza y antigüedad (siglo VI 
a. de C.) algunas monedas incusas, técnica 
característica de la Magna Grecia, de las ce- 
cas de Metapontum, Sybaris, Caulonia y 
Poseidonia, esta última con la representa- 
ción de Poseidón, dios que da nombre a la 
ciudad, blandiendo su tridente (Fig. 10). 
También numerosas son las piezas sicilia- 
nas, estando representadas las acuñadas 
por Cartago y en mayor medida las de las 
colonias griegas, de entre las cuales desta- 
camos Akragas con una bella decadracma 
Fig. 9 
Felipe V. Real de a 
ocho. Potosí. 1730. 
Diámetro 32-35mm. Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 10 
Poseidonia. 
Estátero de plata. 
540-480 a. C. 
Diámetro 29,5 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
de finales del siglo V a. de C., probable- 
mente acuñada para conmemorar la victo- 
ria de Exainetos en los Juegos Olímpicos 
del 412 a. de C., que ingresó en el Museo 
en 1871 por adquisición a J. 1. Miró 
(Fig. 11). La cuádriga del anverso está ins- 
pirada en la que presentan las apreciadas 
monedas contemporáneas de Siracusa. De 
esta última ciudad el Museo posee una bue- 
na colección de monedas de plata, aunque 
ninguna decadracma, y varias monedas de 
oro de la época de Dionisio el Viejo, Ago- 
tocles y Hieron 11. 
De Europa Oriental, con desigual re- 
presentación, destacan las piezas de Tracia 
y Macedonia, con pocos pero bellos ejem- 
plares arcáicos con cuadrado incuso en re- 
verso como el atribuido a la tribu de los 
Orresquios, con centáuro raptando a una 
ninfa, o algunas piezas de Acanthos con ti- 
pología de león devorando a un toro. La 
monarquía macedónica cuenta con mayor 
número de ejemplares, especialmente de 
Alejandro Magno y algunos muy bellos de 
Antigonos Gonatas, Antigonos Doson, 
Perseo y de la dominación romana. Se con- 
servan también algunos estáteros de oro de 
los reyes macedonios, tracios y escitas. 
Hay una interesante colección de mo- 
nedas Atenienses: las conocidas "lechuzas" 
arcáicas, clásicas y del "nuevo estilo", me- 
nos abundantes los "potros" característicos 
de Corintho y muy escasas las llamadas 
"tortugas" marinas y terrestres de la isla de 
Aegina, con el cuadrado incuso en reverso 
que pone de manifiesto su antigüedad. 
La colección cuenta con un único 
ejemplar, adquirido en 1991, de las prime- 
ras monedas conocidas en electrón u "oro 
~álido" de Asia Menor. Es mínima la me- 
sencia de moneda áurea, especialmente des- 
de la incautación de 1936, cuando salieron 
algunos ejemplares como el estátero de 
electrón de Cizico y el dárico de oro. Ac- 
tualmente entre las piezas más antiguas de 
esta zona está la creseida de plata, acuñada 
por el rey Creso de Lydia en el siglo VI 
Fig. 11 
Akragas. 
Decadracma. 
425-406 a. C. 
Diámetro 36 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
a. de C. que presenta la parte delantera de 
un león afrontada con la de un toro y en el 
reverso dos cuadrados incusos. También 
cabe citar la reciente adquisición de un dá- 
rico similar al incautado. 
l 
Son destacables algunos hectés de elec- 
7 trón que posee el Monetario de las islas de 
Lesbos, Chios y Focea, el de esta última 
traído por la comisión científica que viajó 
a Oriente en la fragata Arapiles (1871), al 
igual que los dos hemiestáteros de oro de 
Pumiathon, rey de Citium (Chipre), uno de 
ellos hallados en Larnaca y donado por don 
Ricardo Colucci, cónsul italiano en dicha 
ciudad. 
Hay una buena colección de moneda 
de los reyes seléucidas, de los ptolomeos y 
de Judea, en parte gracias a la adquisición 
en 1887 de la colección de don Eduardo To- 
da y a la donación que realizó en 1930 el pa- 
dre F. Roque' Martínez de Alejandría. En- 
tre las monedas de Egipto hay que lamen- 
tar la pérdida en 1936 de las octodracmas 
de oro. de Arsinoe, Ptolomeo 111, Berenice, 
Ptolomeo IV y Ptolomeo V, aunque en 
1955 ingresó en el Museo, procedente de la 
l Colección Yriarte, una magnífica pieza re- 
presentando a Arsinoe similar a la anterior 
(Fig. 12). 
La abundante colección de estáteros, 
hemistáteros, cuartos y octavos de estátero 
de oro de la Cirenaica que poseía el Museo, 
actualmente ha quedado reducida a una pe- 
queña representación de los valores meno- 
res, algunos de ellos ingresados con la Co- 
lección Yriarte (1957). La moneda cartagi- 
nesa, así como en general la del norte de 
Africa, se puede considerar bastante bien 
representada. En ella destacan una serie de 
tetradracmas acuñadas en Sicilia y algunos 
múltiplos y divisores del shekel de oro y 
electrón acuñados en Cartago, aunque hay 
que lamentar la salida en 1936 del triple 
Sheke de electrón de ceca siciliana con ca- í. . 
beza de Perséfone y caballo galopando, pal- 
mera y leyenda púnica BeARZaT. 
- 
Entre las monedas griegas del Gabine- 
te Numismático del Museo Arqueológico Na- 
cional hay que destacar la importante co- 
lección que actualmente posee de moneda 
Arsácida y Sasánida, gracias fundamental- 
mente al ingreso de las colecciones Martí- 
nez-Santa Olalla (1973) y Lifchuz (1974). 
De la primera colección destacamos el di- 
nar de Sapur 11 y de la segunda, además de 
las monedas Arsácidas y Sasánidas, las de 
la India y los reyes de Bactria que hasta ese 
momento no contaban con representación 
en el Monetario del Museo. 
Para terminar, a la colección de mo- 
neda griega propiamente dicha hay que 
añadir la abundante e interesante colección 
de monedas imperiales griegas, por lo ge- 
neral con leyendas griegas, que se emiten 
hasta la nueva organización del Imperio ba- 
jo Diocleciano, de las que destacamos por 
su gran abundancia las acuñadas en Ale- 
jandría. 
Moneda Hispánica 
Se puede considerar que el Gabinete 
Numismático del Museo Arqueológico Nacio- 
nal conserva la mejor colección del mundo 
de moneda hispánica en general, aunque al- 
gunas series, susceptibles de mejora, están 
mejor representadas en otros museos nacio- 
nales, como es el caso de la moneda griega 
(Emporion y Rhode) en el Gabinet Numis- 
miitic de Catalunya. 
Parte o la totalidad de algunas impor- 
Fig. 12 
Egipto. Ptolomeo 
VI-Ptolomeo VIII. 
Octodracma de oro 
representando a 
Arsinoe 11. 
Alejandría. 180-116 
a. C. Diámetro 28 
mm. Al doble de su 
tamaño. 
J 
, m.".. II ,",."=u Omsu<c.". - -nr --a, 
.,-,;;Z;Z&~~-~~-~S:Z: -- "-~..-~"'-"""P" 0"W ,. < ,.-* W.,~".~.~-*_LIP--m 
/ ,. - + & ~ L ~ ~ ~ ~ L E F , ~ ~ c ~ c ~ A ~ ~ ~ 2 1 t 6 ~ ~ - ~ - - m & i = ~ - - = . - 
tantes colecciones, como las de García de 
la Torre (1852), Rubio (1858), Vives (1892), 
Iglesias (1922), Marqués de Cerralbo 
(1940), Gómez Moreno (1948), Ruiz Ca- 
saux (1954) y Sastre (1973), por citar algu- 
nas muy representativas, han incrementado 
estos fondos de moneda hispánica e hispa- 
no-romana que actualmente alcanzan una 
cifra en torno a los 15.000 ejemplares. To- 
das estas monedas que forman el fondo 
principal, lamentablemente han perdido el 
importante dato del lugar de su hallazgo, lo 
que quizás pueda deberse a que la forma- 
ción de la colección es antigua y este tipo 
de datos antes carecían de interés. 
Otro capítulo importante lo constitu- 
yen los tesoros o hallazgos de conjuntos 
monetales con piezas hispánicas que posee 
el Museo, a veces acompañados por mone- 
das romanas republicanas y joyas, lo que es 
de gran importancia para establecer la cro- 
nología de la ocultación de éstos. Los prin- 
cipales son los de Azaila (1926-1943) con 
710 ejemplares, Cerro de la Miranda (1960) 
con 12, Salvacañete (1941) con 68, Chao de 
Lamas (1922) con siete y Drieves (1964) con 
19, estos tres últimos expuestos en las salas 
del Museo. 
Escasas' son las monedas hispánicas 
que han llegado a nosotros como proceden- 
tes de excavaciones arqueológicas aunque, 
por citar algunos ejemplos, destacamos las 
que se conservan de las excavaciones de 
L. Siret en Villaricos que aportaron, entre 
otras, gran cantidad de monedas de Baria, 
algunas desconocidas hasta hace poco tiem- 
po. También las del Marqués de Cerralbo 
en Arcóbriga, Luzaga y otros puntos de las 
provincias de Soria y Guadalajara, con mo- 
nedas ibéricas, mayor cantidad de moneda 
romana e incluso medieval y moderna. Por 
último las que han llegado a nosotros de las 
excavaciones de P. Paris en Bolonia, mayo- 
ritariamente con moneda romana, aunque 
también con representación de moneda lo- 
cal de Bailo. 
La moneda hispánica cuenta con una 
pequeña vitrina expuesta al público desde 
fechas recientes en la que se muestran las 
principales emisiones y cecas situadas sobre 
dos mapas (Fig. 13). En el primero las emi- . 
siones, en un intento de sistematización, es- 
tán distribuidas en cinco áreas geográficas 
deacuerdo con los alfabetos utilizados en 
las monedas: 
1. En el área de influencia griega que 
se sitúa en la costa Nororiental de la Penín- 
sula, encontramos las monedas más anti- 
guas de Hispania, emitidas en los siglos V 
a 111 a. de C. por las cecas de Emporion y 
Rhode. Emporion continuará en el siglo 11 
a. de C. sus acuñaciones utilizando ya el al- 
fabeto ibérico y el topónimo Untikesken. 
2. En el área de influencia feno-pú- 
nica que se sitúa en la costa Sur de la Pe- 
nínsula y Baleares, encontramos una serie 
de cecas que emiten en alfabeto fenicio y 
derivaciones de éste. Las ciudades de Ga- 
dir y Ebusus, las más importantes, emiten 
desde principio del siglo 111 a. de C., el res- 
to lo hará después, habiendo cecas que emi- 
ten en época imperial. Las bellas monedas 
acuñadas por los bárcidas son anepígrafas 
y se realizan en talleres móviles entre los 
años 237-206 a. de C., fechas en las que se 
desarrolla su presencia en la Península Ibé- 
rica (Fig. 14). 
Fig. 13 
Vitrinas de 
numismática de 
Hispania antigua. 
Sala 19. 
3. En el área ibérica de la mitad Nor- 
te de la Península, se acuñan una serie de 
monedas desde el siglo 11 a. de C. con tipos 
muy homogéneos: cabeza varonil en anver- 
so y jinete al galope en reverso, diferencián- 
Fig. 14 
Cartago en 
Hispania. Trishekel. 
218-206 a. C. 
Tesoro de 
Mazarrón. 
Diámetro 29,s mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 15 
República romana. 
Didracma romano- 
campaniense. 
Metapontum. 
312-308 a. C. 
Diámetro 20-23 
mm. Al doble de su 
tamaño. 
dose por el topónimo. Hacia el año 45 a. 
de C. finalizan estas emisiones en alfabeto 
ibérico del Norte aunque muchas ciudades 
seguirán sus emisiones en época imperial. 
4. En el área ibérica del Sudeste pe- 
ninsular, acuñan algunas cecas como Cás- 
tulo y Obulco desde fines del siglo 111 a. de 
C. utilizando el llamado alfabeto ibérico 
Meridional, aunque también el alfabeto la- 
tino. La tipología está más en relación con 
la variedad utilizada en el Sur, con la ex- 
cepción de Ikalkusken cuyos tipos son si- 
milares da los utilizados en el área ibérica 
del Norte. 
5. En el área Bético-Turdetana cuyo 
eje es el valle del Guadalquivir, las cecas 
utilizan el alfabeto latino para sus acuña- 
ciones, lo que demuestra que es una zona 
muy romanizada. Estas emisiones se carac- 
terizan por presentar tipologías muy varia- 
das, generalmente en relación con sus eco- 
nomías particulares, que se realizan en los 
siglos 11 y 1 a. de C., no teniendo continua- 
ción en época Imperial. 
En el segundo mapa, que convencio- 
nalmente presenta la división administrati- 
va de época de Augusto, están representa- 
das todas las cecas que acuñan con tipos 
puramente romanos, que también están 
agrupados en cinco períodos: 
1. Acuñaciones anteriores a Augus- 
to. Aquí se incluyen, por una parte, una se- 
rie de ciudades de fundación romana que 
acuñan desde finales del siglo 11 a. de C. 
con tipos romanos y epigrafía latina como 
Carteia. También otros talleres que con ti- 
pos ibéricos utilizan ya epigrafía latina co- 
mo Secovia o Segóbriga. Por último algu- 
nos talleres que acuñan utilizando tipos re- 
publicanos o una efigie viril, probablemen- 
te Augusto, pero sin expresión de su nom- 
bre como Lepida, Turiaso, Osca, etc. 
2. Acuñaciones de época de Augus- 
to (27 a. de C.-14 d. de C.), que general- 
mente llevan el busto del emperador y su ti- 
tulatura. Las cecas en actividad en este pe- 
ríodo coinciden con las más importantes de 
los siglos 11 y 1 a. de C. 
3. Acuñaciones de época de Tiberio 
(14-37 d. de C.), momento en que aumen- 
tan los talleres en actividad en la Tarraco- 
nensis y disminuyen en la Bética. Además 
del busto y la titulatura del emperador, 
aparecen en las monedas los de Augusto di- 
vinizado, Germánico, Livia, Nero y Durso 
y Calígula. 
4. Acuñaciones de época de Calígula 
(37-41 d. de C.), en que disminuyen nota- 
blemente los talleres en actividad, quedan- 
do sólo activos los de la Tarraconensis. Al 
final del reinado de Calígula cerrarán defi- 
nitivamente todos los talleres hispánicos 
oficiales. 
5'. Acuñaciones de época de Claudio 
(41-54 d. de C.). El único taller que acuña 
con la efigie de Claudio, como excepción a 
lo dicho anteriormente, es Insula Augusta 
(Ebusus), posiblemente por la penuria de 
moneda. 
Moneda Romana 
El Museo posee una buena colección 
de moneda romana republicana que como 
sabemos responde a dos sistemas distintos. 
La serie realizada con tipos y metrología 
griegos, la llamada moneda romano-cam- 
paniense, no es muy abundante en el Mo- 
netario pero sí representativa, con bellas di- 
dracmas (Fig. 15) y dracmas de plata, do- 
bles litras, litras y hemilitras de bronce que 
se continúan con la emisión de quadrigatii. 
La otra serie, la propiamente romana, está 
mucho mejor representada y se inicia en los 
fondos del Museo con la reproducción de 
un aes signatum que puede dar idea de lo 
que eran este tipo de piezas, con forma de 
lingote y representación de animales, de 
principios del siglo 111 a. de C. Ya en aes 
lenticulares, primero fundidos y después 
acuñados, hay una buena representación de 
monedas desde el sistema libral al semiun- 
cial en casi todos los valores (Fig. 16), sien- 
do especialmente abundantes las series más 
modernas y pudiéndose evaluar el total en 
unos 1.200 ejemplares hasta el final de la 
República. 
Mención especial merece la colección 
de denarios del Museo, que es muy nume- 
rosa, estando presentes casi todas las va- 
riantes y monetales conocidos. Gran núme- 
ro de denarios es evidente deben provenir 
de antiguos tesoros que se disgregaron al 
integrar cada moneda con su serie, lo que 
ha supuesto una pérdida para la investiga- 
ción. Además de alguno de los tesoros ci- 
tados con moneda hispánica que presentan 
denarios republicanos, hay que destacar el 
de la Torre de Juan Abad (Ciudad Real), 
formado por 478 ejemplares, que ingresó en 
el Museo en 1934. También están presentes 
en la colección los victoriatos y los diviso- 
res del denario, el quinario y el sestercio. 
Dentro de la serie republicana, cabe ci- 
tar la casi absoluta ausencia de monedas de 
oro. En el inventario de don Manuel Gil y 
Flores de finales del siglo pasado se citaban 
24 monedas republicanas de oro. En algu- 
nos catálogos del Museo anteriores a 1936 
podemos contemplar el áureo de 60 ases 
con cabeza de Marte en anverso y águila so- 
bre rayo en reverso, acuñado hacia el 209 
a. de C. Había cinco ejemplares de este ti- 
po en el Museo, de 60,40 y 20 ases, así co- 
mo otros 19 áureos de las familias Antonia, 
Barbatia, Caecilia, Claudia, Durmia, Hir- 
tia, Julia, Munatia, Norbana, Numonia, 
Pompeia y Servilia. Actualmente los cuatro 
que poseemos (Magnus Procos, A. Hirtius, 
L. Cestivs-C. Norbanus y P. Clodius), in- 
gresaron con la Colección Sastre en 1973. 
La moneda romana imperial es la se- 
rie más voluminosa del Monetario, con 
unos 65.000 ejemplares, y una de las más 
completas de la colección, con abundantes 
monedas de casi todos los emperadores y 
representación de todos los valores emiti- 
dos si bien, como venimos comentando, es- 
casa en moneda áurea. En la Guía de 1917 
y el Catálogo de 1926 se citaban 966 mone- 
das de oro. Actualmente de Augusto a Ba- 
silisco existen 703 moneas de oro, entre áu- 
reos, sólidos áureos, semises y tremises, ca- 
si todos ingresados con posterioridad a la 
Guerra Civil, destacando por su elevado 
número los ingresados en 1943 por compra 
y depósitos del Tesoro Público y en 1973 
con la Colección Sastre, entre los que ha- 
llamos ejemplares de gran calidad como los 
de Probo y Diocleciano. 
Quizás la moneda romana más signi- 
ficativa del Museo es el quaternion de Au- 
gusto del año 27 a. de C., adquirido en 1921 
a don Gervasio Collar Alvarez, que es una 
pieza única en el mundo. Presenta en an- 
verso la cabeza desnuda del emperador, con 
el capricornio bajo el corte del cuello y en 
reverso un hipopótamo junto a la leyenda 
alusiva a la conquistade Egipto (Fig. 17). 
Hemos de destacar el ingreso de dos 
tesoros de antoninianos, uno el hallado en 
Valsadornin (Palencia) ingresado en el Mu- 
seo en 1951 y formado por quizás más de 
Fig. 16 
República romana. 
Quadrans libral 
anónimo. Roma. 
241-235 a. C. 
Diámetro 43 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 17 
Imperio romano. 
Augusto. 
Quaternión. Taller 
oriental. 27 a. C. 
Diámetro 30 mm. 
Al triple de su 
tamaño. 
Magno Máximo acuñadas en Barcelona. 
También hay que citar un tesoro de 28 só- 
lidos de Honorio y Arcadio hallado en Ar- 
cos de la Frontera (Cádiz) que ingresó en 
el Museo en 1970. 
Muy importante es la colección de me- 
dallones y algunos contorniatos de bronce, 
cerca del centenar de piezas en total, entre 
las que podemos destacar algunos ejempla- 
res de Adriano, Antonino Pio, las dos 
Faustinas, Marco Aurelio, Lucio Vero, 
Commodo, Gordiano Pio, Filipo 1, Maxi- 
miano, Constantino, Magnencio y Decen- 
cio, entre otros (Fig. 18). 
Moneda Bizantina y de los Pueblos 
Bárbaros 
La serie de monedas bizantinas es re- 
presentativa, aunque no muy numerosa, y 
a través de ella se pueden seguir los princi- 
pales cambios numismáticos de su historia. 
En moneda de oro, la inmensa mayoría ha 
ingresado en el Museo a partir de 1939, 
siendo importante la aportación de la Co- 
lección Sastre, en especial de monedas scip- 
hatas. La plata es escasa y muy abundante 
el cobre, metal en que hay una magnífica 
representación de piezas de la reforma de 
Anastasio y religiosas anónimas. 
Igualmente encontramos una pequeña 
muestra de monedas de los ostrogodos, 
lombardos, morovingios, vándalos, suevos 
y visigodos, en principio imitaciones de pie- 
zas imperiales y después autónomas. De to- 
das destacamos dos raros tremises merovin- 
gios a nombre de Gontran, que ya encon- 
tramos citados por M. Prou en el siglo pa- 
sado, por lo que sabemos formaban parte 
de los antiguos fondos. 
5.000 ejemplares fundidos dentro de un re- 
cipiente metálico. El otro con 1.393 antoni- 
nianos muy selectos, es parte de un gran te- 
soro hallado hacia 1930 en Jimena de la 
Frontera (Cádiz) y donado al Museo en 
1985 por los señores Gallwey-Scarfe. Am- 
bos tesoros vienen a incrementar la ya im- 
portante y muy numerosa colección de an- 
toninianos del Monetario. 
Ya de los últimos años del Imperio ro- 
mano son destacables algunas monedas de 
plata, como por ejemplo las silicuas de 
Comentario al margen merece la mo- 
neda áurea de los suevos y visigodos. La. 
Guía de 1917 daba la cifra de 262 ejempla- 
res, posteriormente en 1936 tenemos la 
magnífica monografía de Mateu y Llopis 
que arrojaba un total de 322 piezas autén- 
ticas más 132 entre falsas y reproducciones, 
con algunas tan importantes como el tremis 
de Hermenegildo con leyenda REGI A 
D E 0 VITA, que perteneció al Infante don 
Gabriel y que ha sido reproducida y citada 
en diversas ocasiones. Nada se salvó de la 
magnífica serie de monedas visigodas de en- 
tonces. La colección actual se ha formado 
con donaciones y adquisiciones, en muchos 
casos de monedas falsas, siendo la Colec- 
ción Sastre la que ha aportado mayor y me- 
jor número de piezas. 
Cabe citar dos importantes tesoros 
con moneda visigoda, el de Recópolis ha- 
llado en Zorita de los Canes (Guadalajara) 
en 1944, compuesto por 90 trientes mero- 
vingios, suevos y visigodos que actualmen- 
te está expuesto al público junto a las co- 
ronas de Guarrazar. El otro tesoro, forma- 
do por ocho trientes visigodos, se halló en 
el año 1957 en Toledo y desde 1969 está de- 
positado temporalmente para su exhibición 
en el Museo de los Concilios y de la Cultu- 
ra Visigoda de esa misma ciudad. 
Fig. 18 
Imperio romano. 
Maximiano. 
Medallón de cobre. 
285-293 d. C. 
Diámetro 35-39 
mm. Al doble de su 
tamaño. 
Córdoba y Sevilla para la adquisición de 
monedas procedentes de dos grandes ha- 
llazgos de tesoros, e! primero por la fecha 
de las monedas, escondido hacia el 391-392 
de la Hégira y el segundo hacia el 541. Se 
adquirieron un total de 69 monedas de oro 
y 702 de plata y vellón que enriquecieron la 
serie Califal y Almorávide. El segundo in- 
greso, importantísimo, fue la Colección de 
don Antonio Vives (1986) que en su tiem- 
po estaba considerada como la mejor junto 
con la del Museo. Por último cabe también 
citar la Colección Sastre (1973) que aporta 
buen número de monedas, algunas de gran 
importancia como, por ejemplo, el dinar 
acuñado por Al-Wateq en Játiva probable- 
mente en el 635-636 de la Hégira/1238 d. 
de C. (Fig. 19). 
Moneda Española medieval 
La colección de moneda hispano ára- 
be es una de las más importantes del Mu- 
seo y seguramente de las mejores del mun- 
do aunque, como otras series, mermada en 
ejemplares áureos. Ha tenido importantes 
entradas a lo largo de su historia como, por 
ejemplo, las monedas procedentes de las co- 
lecciones García de la Torre (1852) y Miró 
(1 87 l), pero fundamentalmente hemos de 
destacar otros tres ingresos. El primero en 
1877, fecha en que tiene lugar la comisión 
especial de F. Cordera en las provincias de 
Dentro de la serie hispano-árabe, 
cuantitativa y cualitativamente, destaca la 
moneda Califal con más de 3.000 ejempla- 
res, algunos de gran importancia como el 
primer dirhem del Califato de Córdoba 
acuñado por Abderramán 111 en el 316 de 
la Hégira, del que se conocen muy pocos 
ejemplares (Fig. 20). También destaca la 
Fig. 19 
Reyes de Murcia. 
Al-Wateq. Dinar. 
Játiva. 635-636 de 
la Hégira/1238 
d. C. Diámetro 22 
mm. Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 20 
Abderramán 111. 
Dirhem. 
Al-Andalus. 316 de 
la Hégira/928-929 
d. C. Diámetro 27 
mm. Al doble de su 
tamaño. 
Fig. 21 
Alfonso XI. Dobla 
de 20 maravedís. 
1344-1350. 
Diámetro 23,s mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
colección de moneda Almohade con cerca 
de 6.000 piezas. 
De gran importancia son igualmente 
los tesoros con moneda hispano-árabe del 
Museo. Cabe destacar el hallado en la calle 
Cruz Conde de Córdoba (1958) que contie- 
ne 237 monedas de oro del Califato, Taifas 
y Norte de Africa, con una gran proporción 
de monedas inéditas y muy raras; el tesoro 
de Cihuela (Soria) (1958) con 799 monedas 
y fragmentos de oro, electrón, plata y ve- 
llón del Emirato a las Taifas del siglo XI; 
el tesoro de Huesca (1963) formado por 
496 semidoblas de oro que es el mayor ha- 
llazgo de moneda Almohade que se conoce 
en España. A los citados hay que añadir va- 
rios tesoros hallados en Córdoba e ingresa- 
dos en los años cincuenta en el Museo. 
En cuanto a la numismática cristiana 
vemos que es muy desigual, representativa 
para Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares 
y Navarra, y bastante más abundante para 
Castilla y León. En esta serie destacan al- 
gunas piezas singulares como los 20 mara- 
vedís de oro de Alfonso XI ingresados con 
la Colección Sastre (Fig. 21), el real de do- 
ña Beatriz de Portugal, mujer de Juan 1 de 
Castilla, el florín de Aragón acuñado por 
Enrique IV de Castilla, también de la Co- 
lección Sastre, y especialmente la gran do- 
bla de Pedro 1 el Cruel, adquirida el 16 de 
agosto de 1862 a don Tomás Asensi 
(Fig. 22). 
Especialmente interesante y abundan- 
te es la colección de monedas de los Reyes 
Católicos entre las que destacan los 10 ex- 
celentes adquiridos a A. Ferrán Raso en 
1879 (Fig. 23) y las dos monedas de 20 ex- 
celentes, ingresadas por adquisición con las 
Colecciones López Chaves (1953) y Sastre 
(1973) respectivamente. 
En cuanto a tesorillos, destaca por su 
importancia el hallado en Pamplona, ingre- 
sado en el Museo en 1941 que está forma- 
do por 117 monedas de oro del siglo XIV, 
de ellas 91 son florines de Aragón, seis son 
castellanas y el resto francesas. Varios tam- 
bién son los tesoros con monedas de Juan 1 
de Castilla, entre los que cabe destacar uno 
con 150 monedas dentro de una hucha que 
aparece ya citado en la Guía del Museo de 
1940. El único de este monarca con proce- 
dencia fue hallado en el Palacio de la Gg- 
liana (Córdoba), ingresado en el Museo en 
1923y está formado por 576 blancas del 
Agnus Dei y 410 cornados. También se 
conserva otro tesoro de 84 blancas de ve- 
llón de Enrique 111 que se halló en Córdo- 
ba, ingresando en 198 1. Por último hay que 
destacar dos tesoros con monedas de plata, 
Fig. 22 
Pedro 1. Gran 
dobla. Sevilla. 
1360. Diámetro 68 
mm. A una vez y 
media su tamaño. 
uno de 82 monedas, reales y medios reales, 
de Enrique IV hallado en Córdoba e ingre- 
sado en el Museo en 1954 y otro muy im- 
portante hallado en El Espinar (Segovia), 
formado por 872 piezas, en su mayoría rea- 
les de los Reyes Católicos, que ingresó en 
el Museo en 197 1. 
Moneda Española Moderna 
Contemporánea 
La moneda española moderna y con- 
temporánea no es todo lo abundante que 
en principio parece debiera ser, aunque se 
puede seguir a través de los fondos del Mu- 
Fig. 23 
Reyes Católicos. 10 
excelentes. Segovia. 
Post. 1497. 
Diámetro 42,s mm. 
A su tamaño. 
seo toda la historia monetaria española bio con el Departamento General de Gra- 
hasta la Guerra Civil, en que encontramos bado " ... a fin de que esta pieza singular 
algunas monedas obsidionales que se emi- quedase en el Museo Numisrnático de la Bi- 
tieron ante la falta de numerario. Muchas blioteca Nacional ..." (Fig. 24). De Car- 
son las colecciones que han engrosado es- los 11 es pieza de gran importancia el cin- 
tos fondos, por ejemplo citaremos la de los cuentín de 1682. 
señores Mazarredo Tamarit (1925), la de 
don Basilio Sebastián Castellanos (¡931), y 
como casi siempre la colección de don Do- 
mingo Sastre (1973), muy completa en mo- 
neda española. 
Hay muchas monedas que se pueden 
destacar por su importancia y rareza en es- 
te período. Cronológicamente podemos ci- 
tar algunas piezas importantes comenzan- 
do por Felipe 11, como los dos escudos de 
1591 de la Colección Sastre y los cuatro es- 
cudos de 1592 ingresados en 1984, ambos 
acuñados en Madrid y algunos reales de a 
ocho como el acuñado en Sevilla en 1593. 
De Felipe 111 también son muy importan- 
Fig. 24 tes varios cincuentines acuñados en distin- 
Felipe IV. Cien tas fechas, en especial los de 1610 y 1617. 
escudos. segovia. De Felipe IV hay una abundante colección 
1633. Diámetro de cincuentines en el Museo pero la pieza 
75,s mm. A SU más importante es el centén que ingresó en 
tamaño. el Museo el 8 de marzo de 1842 por cam- 
Ya con los Borbones son piezas de 
gran importancia las dos onzas que posee 
el Museo de Luis 1 acuñadas en Segovia en 
1724 y de época posterior las 100 pesetas de 
1870 del Gobierno Provisional, valor del 
que sólo se emitieron nueve ejemplares 
(Fig. 25), y también son destacables las 
100 pesetas de Amadeo 1 de 1871. 
Interesa reseñar la gran cantidad de te- 
soros, comparativamente con otras épocas, 
que posee el Museo de este período, algu- 
nos con piezas de excepcional interés, por 
ejemplo podemos citar el de Segura (Gui- 
púzcoa) con importantes monedas de oro y 
plata de Carlos y Juana y Felipe 11 (1960), 
el de Alcalá de Henares (Madrid) con mo- 
neda de cobre resellada de época de Feli- 
pe IV (1967), el de Leganés (Madrid) con 
moneda de Felipe V (1974), y tantos otros. 
Fig. 25 
Gobierno 
Provisional. Cien 
pesetas. Madrid. 
1870. Diámetro 
34,s mm. Al doble 
de su tamaño. 
Moneda Extranjera 
En cuanto a la moneda extranjera, la 
representación numismática es desigual se- 
gún los países y fundamentalmente según 
su relación con España. Dentro de los paí- 
ses europeos son más abundantes las mo- 
nedas de Portugal, de Francia con una in- 
teresante colección de monedas feudales y 
piezas de reyes aragoneses como el grosso 
acuñado por Jaime I en Montpellier, y de 
Alemania destacando algunas piezas brac- 
teadas. 
Italia es probablemente el país mejor 
representado, principalmente antes de su 
unidad. Destacan algunas monedas acuña- 
das por monarcas hispanos en Sicilia, co- 
mo por ejemplo el pirral de Pedro 111 de 
Aragón, además de otras monedas de Ná- 
poles y Milán. Bastante completa es la co- 
lección de monedas de los Romanos Pontí- 
fices y las Sedes vacantes, que comienza con 
Esteban IV y finaliza con Pío IX. Muchas 
de estas monedas provienen de la antigua 
colección de Monseñor Taggiasco de Ro- 
ma, formada por 3.665 ejemplares, que in- 
gresó en el Museo en 1897. 
Los Países Bajos, además de las no 
muy numerosas piezas autónomas, tienen 
en el Museo una representativa colección de 
monedas de monarcas españoles, valga co- 
mo ejemplo el triple ducatón de Felipe IV 
acuñado en Bruselas en 1628, entre otras 
muchas. 
Otros países europeos, americanos y 
africanos también tienen representación 
numismática en la colección del Museo Ar- 
queológico Nacional, pero ésta es muy es- 
casa y por ello no le dedicamos ningún co- 
mentario. Por el contrario la moneda asiá- 
tica del Museo merece un comentario infi- 
vidualizado por su originalidad y su impor- 
tante presencia. 
Entre los ejemplares de países asiáti- 
cos, destaca la colección de moneda China 
de la Edad Antigua, fundamentalmente in- 
gresada en el Museo en el siglo pasado. La 
invención de la moneda en China fue com- 
pletamente independiente a la del mundo 
griego, siendo sus primeras monedas copias 
fundidas en bronce de las conchas (Cypraea 
Moneta) y de herramientas de uso cotidia- 
no que en una época anterior, pre-monetal 
se usaban para realizar pagos. Destacamos 
la presencia en la colección de algunas mo- 
nedas-azada y cuchillos-moneda llamados 
Fig. 26 
China. Estado de 
An-Y ang. 
Cuchillo-moneda 
primitivo. Siglos 
V-IV a. C. 
Dimensiones 
17 X 2,s mm. A su 
tamaño. 
Fig. 27 
Japón. Era Tempo. 
Goryoban. 
1837-1843. 
Dimensiones 
90 X 50 mm. A una 
vez y media su 
tamaño. 
tao de los Estados de An-Yang y Ts-in del 
siglo V-IV a. de C. (Fig. 26). A partir del si- 
glo 11 a. de C. con Shih Huang-Ti, primer 
emperador de China, estas piezas serán 
reemplazadas por monedas redondas y pla- 
nas con agujero central para poder ser en- 
garzadas y transportadas con facilidad, nu- 
merario que perdurará inalterado hasta el 
siglo XIX en que se adopta un sistema mo- 
netario de tipo occidental. Este tipo de mo- 
nedas que generalmente se agrupaban en 
ristras de 1.000 denominadas cash (unos 
4 kg de peso), son muy abundantes en el 
Gabinete Numismática del Museo Arqueoló- 
gico Nacional. También son destacables una 
serie de reales de a ocho españoles que pre- 
sentan resellos chinos y que sabemos circu- 
laron ampliamente por estos y otros terri- 
torios. 
Son muy interesantes también algunas 
piezas del antiguo Siam, actual Thailandia, 
que posee el Museo, como la buena colec- 
ción de salungs de porcelana del siglo pasa- 
do, originariamente fichas de juego que fue- 
ron usadas como moneda en Bangkok y 
piezas esferoidales de plata llamadas bat, 
derivadas del uso de anillos de metal como 
moneda por los Thai medievales. También 
posee e l ~ u s e o moneda japonesa, mucho 
más reciente, como son algunos lingotes de 
plata aplanados con resellos oficiales o el 
goryoban y los kobanes de oro de las eras 
Tempo y Bunsei (Fig. 27), existiendo una 
pequeña muestra de las acuñaciones deci- 
males modernas de la era Meiji. Por último 
también citar la pequeña representación de 
moneda de la India, cuyas monedas más 
antiguas, cuadradas y con marcas, parecen 
anteriores a la invasión de Alejandro Mag- 
no en el 337 a. de C. Ya con una marcada 
influencia griega están los bellos dinares de 
las dinastía Kushan acuñados por el rey 
Kanishka y algunas pagodas y fanams de 
oro posteriores. 
Medallas 
La medalla es ante todo un objeto ar- 
tístico realizado con carácter conmemora- 
tivo, ya sea de hechos históricos, políticos 
o religiosos, y, en contraposición a la mo- 
neda, no tiene un valor de cambio aunque 
en ocasiones tenga igual apariencia formal. 
El nacimiento de la verdadera meda- 
lla conmemorativa se situa en el Renaceci- 
miento, siendo su creador Antonio Pisano 
que, utilizando la técnica de fusión a la ce- 
ra perdida, realiza multitud de bellas meda-llas cargadas de simbolismo que en ocasio- 
nes parecen acuñadas por el grado de per- 
fección que alcanzan. Entre sus medallas 
firmadas se conservan en el Museo las de- 
dicadas a Segismundo Pandolfo Malatesta 
(Fig. 28), Felipe María Visconti, Leonello 
de Este, Iñigo de Avalos, Dante, Nicolás 
Piccino, Cecilia Gonzaga, Victoriano Ram- 
baldoni y varias de Alfonso V de Aragón 
entre las que destaca una realizada en plata. 
Desde la segunda mitad del siglo XV, 
el arte de la medalla se extiende gracias a 
la popularidad que alcanza como medio de 
retrato por su portabilidad, durabilidad, y 
economía, destacando figuras como Mateo 
di Pasti, que alcanza una perfección com- 
parable a la del propio "Pisanello" patente 
en algunas medallas de nuestra colección 
como las delicadas a Isotta Atti y Segis- 
mundo Pansolfo Malatesta. Otros artistas 
inferiores están también representados en 
medallas del Museo como Melioli, Cara- 
dosso, Boldoi, Sperandio, Geremía, Ra- 
gusio, etc. 
En el siglo XVI se produce la disper- 
sión de los artistas italianos que extienden 
por Europa el arte de la medalla al gusto 
de aquel país, aunque sin imponerlo frente 
Fig. 28 
Segismundo 
Pandolfo Malatesta. 
Medalla de Pisano. 
1445. Diámetro 103 
mm. A su tamaño. 
l al goticismo aún muy arraigado. Así, por sores es Alberto Durero, a quien se atribu- 
ejemplo, en Alemania la técnica era com- ye el magnífico ejemplar de plata que repre- 
pletametne distinta a la italiana, pues 10s senta a Carlos V, adquirido por el Museo 
moldes se tallaban en madera dura o en pie- en 1871 al señor Heiss (Fig. 29). En Espa- 
dra, produciendo obras muy minuciosas, ña trabajarán artistas italianos de primera 
propias de imagineros. Uno de los precur- fila como Juan Pablo Poggini, Jácome 
atribuida a Alberto 
Durero. 1521. 
Diámetro 71 mm. A 
su tamaño. 
Carlos V. ~ e d a l l a 
Fig. 30 
Carlos V e Isabel 
de Portugal. 
Medalla de Leone 
Leoni. 1526-1536. 
Diámetro 36 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
Trezzo, Pompeyo y Leone Leoni que mo- 
delaron magníficos retratos de personajes 
españoles de la época de Carlos 1 y Felipe 
11, de los que hay una buena muestra en la 
colección de medallas del Museo (Fig. 30). 
(Fig. 31). 
Muy importante es la colección de me- 
dallas de proclamación de los reyes españo- 
les desde Felipe 111 a Alfonso XII, siendo 
especialmente bellas las realizadas por dos 
medallistas españoles del siglo XVIII: To- 
más Francisco Prieto, grabador de la Casa 
de la Moneda de Madrid y su discípulo Ge- 
rónimo Antonio Gil que trabajó fundamen- 
talmente en la Casa de la Moneda de Mé- 
jico. Ambos artistas firmaron gran canti- 
dad de medallas, principalmente de las pro- 
clamaciones de Carlos 111 y Carlos IV en 
diversas localidades que tienen una amplia 
representación en este Museo. 
'L. 
Otros objetos que conserva el 
Departamento 
Existe una importante colección de te- 
seras, piezas metálicas que se usaron en la 
Antigüedad como fichas de entrada, juego, 
contraseña o pago privado, algunas roma- 
nas y otras hispánicas del plomo. Entre es- 
tas últimas destaca un lote hallado en An- 
dalucía y de ellas la encontrada en Lucena 
que se adquirió en la subasta de la colec- 
ción García de la Torre en 1852, alcanzan- 
do una elevada valoración para la época. 
Esta importante pieza presenta en anverso 
una figura masculina que camina llevando 
en la mano derecha una campanilla y sobre 
el hombro izquierdo una pala con la ins- 
cripción PRVM y en reverso un hombre 
desnudo que vierte el contenido de un án- 
fora y debajo la inscripción LVSO 
(Fig. 32). 
La colección de ponderales es pequeña 
pero se conservan algunos ejemplares de 
gran belleza, entre los que destacamos una 
serie de piezas bizantinas de flan cuadrado, 
como el sextans que presenta, grabadas en 
incisión y con incrustaciones de plata, las fi- 
guras de dos emperadores nimbados con 
autendo militar, lanza, globo crucífero y es- 
cudo, que ingresó en 1880 por donación de 
nuestro antecesor don Basilio Sebastián 
Castellanos. También hay una interesante 
colección de ponderales monetarios, piezas 
metálicas para verificar el peso de las mo- 
nedas, la mayoría publicados en 1934 por 
don Felipe Mateu y Llopis. 
Muy importante es también la colec- 
ción de sellos y matrices de sellos medieva- 
les, la mayoría procedentes de la antigua 
colección del Marqués de Salamanca 
Fig. 31 
Tésera de plomo 
hallada en Lucena 
(Córdoba). 
Diámetro 45-59 
mm. A su tamaño. 
(1873). Entre estas piezas destacamos la 
matriz doble con orejas perforadas del 
Concejo de Cuéllar (Segovia), del si- 
glo XIV, que ingresó en el Museo en 1943 
y que además de ser una pieza excepcional 
conserva su tórculo original (Fig. 32). 
Otra serie de objetos destacables del 
Monetario son la colección de plomos de 
Becker el falsario, que se adquieron en 1862 
al conocido numismático Alois Heiss, jun- 
to con otras monedas de su colección. Tam- 
bién se conservan una serie de piezas reali- 
zadas por artistas paduanos y parmesanos 
en los siglos XV y XVI, imitaciones ideali- 
zadas fundamentalmente de monedas ro- 
manas (Fig. 33). Igualmente una serie deje- 
Fig. 32 
Matriz del Concejo 
de Cuéllar 
(Segovia). Siglo 
XIV. Diámetro 90 
tones, piezas, generalmente de metal, utili- mm. A la mitad de 
zadas como contraseña o para cuenta de los su tamaño. 
Fig. 33 
Medalla paduana 
copia de un 
sestercio de Nerón 
realizada por 
Giovanni Cavino. 
Siglo XVI. 
Diámetro 36 mm. 
Al doble de su 
tamaño. 
siglos XVI al XVIII y emitidos en su ma- 
yoría en los estados de Flandes, así como 
galvanos, papel moneda, troqueles y con- 
decoraciones. Por último es preciso citar la 
interesante colección de piedras grabadas 
griegas, romanas, renacentistas y moder- 
nas. En total 2.436 piezas, en su mayoría 
entalles, junto con 380 camafeos y 75 pie- 
zas diversas. 
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