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Arqueologia do Rio Uruguai

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O, Peregrinos del Río Uruguay ,O
- Capítulo VI - 
ARQUEOLOGÍA DEL RÍO URUGUAY
Daniel Loponte1 
 Mirian Carbonera2
INTRODUCCIÓN
La presencia humana en el río Uruguay se remonta por lo me-
nos a 13000 años antes del presente, siendo una de las áreas cla-
ves de Sudamérica para comprender el pasado de las poblaciones 
aborígenes de Argentina, Brasil y Uruguay (R.O.U.). No obstante, a 
pesar de las numerosas excavaciones que se han llevado a cabo en 
la región, aún poseemos muchas lagunas sobre esta larga secuencia 
evolutiva. En este capítulo incluiremos los principales resultados 
arqueológicos para el tramo del río que discurre en territorio argen-
tino y uruguayo. Para el curso superior, entre los saltos de Moconá 
(Misiones) y sus nacientes en Brasil (confluencia de los ríos Pelotas y 
Canoas), donde el río se desarrolla casi exclusivamente en territorio 
brasileño, existe un trabajo previo sobre su arqueología (ver biblio-
grafía sugerida). Es importante señalar que esta pequeña síntesis es 
fruto del trabajo de múltiples investigadores que, desde fines del si-
glo XIX, han desarrollado numerosos trabajos de análisis en diferen-
tes colecciones privadas, de museos y de repositorios académicos, 
1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Instituto 
Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). E-mail dash-
town@gmail.com
2 Universidade Comunitária da Região de Unochapecó. Chapecó, Brasil. Email: 
mirianc@unochapeco.edu.br
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junto con la excavación de gran cantidad de sitios arqueológicos, 
siendo esta última actividad la principal fuente de información a 
partir de la cual los arqueólogos recuperamos la mayor cantidad de 
evidencias del pasado (Figura 1).
Figura 1. Excavaciones de sitios arqueológicos en la región. A: vista general de 
diferentes excavaciones en los sitios arqueológicos de la región. B: exposición 
de los perfiles de un sitio arqueológico luego de la excavación. C: Concen-
tración de materiales arqueológicos (huesos de la fauna consumida y fragmen-
tos de cerámica). D: enterratorios en proceso de excavación.
LAS PRIMERAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA OCUPACIÓN 
HUMANA DEL RÍO URUGUAY
Las primeras poblaciones humanas de las que tenemos registro 
en la región corresponden a aquellas que fabricaban un tipo de pun-
ta de proyectil muy bien conocido, que se denomina coloquialmente 
“cola de pescado” (por tener una silueta semejante), o “puntas Fell 
1” (por haber sido identificadas por primera vez en una cueva en 
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la propiedad de la familia Fell, ubicada en el sur de la Patagonia). 
En la región del río Uruguay se han identificado en las provincias 
de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, como así también en los esta-
dos vecinos de Santa Catarina, Río Grande do Sul y en la R.O.U. Si 
bien no han sido halladas en contextos que permitan fecharlas, en 
numerosas áreas de Centro y Sudamérica están datadas entre 12900 
y 11500 años antes del presente. Están hechas en rocas silíceas, que 
son relativamente fáciles de tallar, y muy resistentes a los impactos 
derivados del choque con los huesos de las presas. Estos sílices están 
disponibles en diversas variedades a lo largo del eje del río Uruguay, 
o en sectores adyacentes a su curso principal. Los cazadores que las 
manufacturaban eran muy móviles, ya que trasladaban sus campa-
mentos según el movimiento de las manadas de los animales que 
cazaban. Para aquel entonces, el clima era más frío que el actual, ya 
que se desarrollaba la última glaciación. Es probable que las riberas 
del río Uruguay presentaran un clima algo más benigno que el resto 
de las llanuras circundantes, debido al efecto microclimático de las 
aguas, otorgándole, además, mayor humedad ambiental. Estas condicio-
nes locales probablemente generaron una línea de bosques ribereños, que 
concentraban una sustancial oferta de leña y madera para hacer artefactos y 
estructuras habitacionales, frutos comestibles, y una mayor concentración 
de animales para la caza, además de la pesca. Las llanuras adyacentes, por 
el contrario, eran más secas, más frías y de carácter arbustivo, por lo que 
debieron ser menos atractivas para vivir. La fauna, que por aquel entonces 
poblaba la región, era muy diferente a la actual, ya que se encontraban los 
grandes mamíferos de final del Pleistoceno, tales como caballo americano, 
el megaterio y diversas especies de gliptodontes. 
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Figura 2. Variedades de puntas de proyectil Fell 1 o “Cola de Pescado”, proce-
dentes de la provincia de Misiones.
A partir de unos 11500 años antes del presente, aproximada-
mente, el registro arqueológico muestra un nuevo tipo de punta 
de proyectil, con sustanciales diferencias respecto a las anteriores, 
ya que presentan una técnica de confección más rústica y una gran 
variedad de formas (Figura 3). Estas puntas, que son conocidas ge-
néricamente como “Umbú”, y sobre las cuales se han propuesto 
múltiples subdivisiones con diferentes nombres, fueron producidas 
durante milenios por diferentes grupos humanos que se extendían 
desde el sur de Brasil hasta la provincia de Entre Ríos. Durante el 
período inicial en el que se comenzaron a confeccionar, los humanos 
convivieron con los últimos relictos de la megafauna del Pleistoceno, 
que luego se extinguió de manera aproximadamente concurrente 
con el cambio climático de inicios del Holoceno (alrededor de 10.000 
años). En este momento, la temperatura comenzó a elevarse, dando 
paso a condiciones ambientales más benignas, las cuales debieron 
haber provocado sustanciales cambios en la organización económi-
ca y social de estos grupos, impactando en su cultura. Entre estas 
modificaciones ambientales, una de las más significativas para el río 
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Uruguay, fue la expansión del bosque cálido y húmedo de la selva 
tropical del Alto Paraná, que sucedió hace aproximadamente unos 
8000 años. Esta selva colonizó primero los sectores más bajos de los 
valles de las cuencas de los ríos Paraná y Uruguay en la actual pro-
vincia de Misiones, y se fue extendiendo hacia el sur. En esta última 
provincia, como en los estados del sur de Brasil y en el oriente de 
Paraguay, especialmente entre 8000 y 4000 años, se fabricaron ins-
Figura 3. Puntas de proyectiles pertenecientes a la familia de puntas peduncu-
ladas de la llamada “Tradición Umbú” que son comunes a partir de 11.000 
- 10.000 años antes del presente.
Figura 4. Clavas líticas, producidas a partir de hace aproximadamente 8000 
años.
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trumentos líticos curvos denominados clavas (Figura 4), cuya fun-
ción tal vez podría haber estado vinculada con la explotación de los 
recursos vegetales de esta nueva floresta en expansión. Para el área 
del río Uruguay medio, en algún momento entre 8000 y 4000 años, 
otros grupos humanos grabaron placas de piedra cuya función pa-
rece haber tenido un carácter mágico-ritual, pero cuyos contextos 
culturales prácticamente desconocemos.
EL PERÍODO MÁS RECIENTE
Hace unos 2000 años aproximadamente, en la provincia de Mi-
siones surgen nuevas manifestaciones culturales que pertenecen 
a grupos humanos que, si bien vivían de la caza, pesca y recolec-
ción, también producían alimentos en algún grado. Estos contex-
tos arqueológicos se denominan genéricamente Itararé-Taquara, y 
corresponden a los antepasados de las poblaciones históricamente 
conocidas como Kaingang o Kaingangué, Xokleng y otros grupos 
etnográficamente conocidos por distintos nombres. Todos ellos per-
tenecen a la familia lingüística Macro-Jé, cuyo núcleo originario pa-
rece haber estado en el centro-este de Brasil, desde el cual se expan-
dieron. Los contextos Itararé-Taquara incluyen pequeñas escudillas 
y recipientesde cuello alto confeccionados en cerámica, que en al-
gunas regiones presentan decoración incisa, y en otras son mayor-
mente lisos (Figura 5). Esta unidad arqueológica tiene una gran ex-
tensión, ya que abarca desde el sur del estado de San Pablo, la costa 
atlántica del sur de Brasil hasta el oriente de Paraguay, incluyendo 
Misiones y tal vez el norte de la provincia de Corrientes. Debido a 
esta gran cobertura territorial, estos contextos tienen una significa-
tiva variación en su composición. Por ejemplo, en las Tierras Altas 
del sur de Brasil, por encima de los 800 msnm, es común hallar ca-
sas-pozo, es decir, estructuras cavadas en la tierra que eran techadas 
con materiales perecederos, y que eran utilizadas como viviendas, 
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formando desde pequeñas concentraciones de casas hasta aldeas de 
cierto tamaño. Su economía se basaba en la caza, la recolección y el 
cultivo del maíz, porotos, calabazas, entre otros vegetales, mientras 
que en las Tierras Altas del sur de Brasil y en la Sierra Central de 
Misiones, se agregaban las semillas de Araucaria angustifolia (pino 
Paraná), que parece haber sido central en la dieta para los grupos 
que vivían en el Planalto del sur de Brasil. Estos grupos enteraban 
a sus muertos en grutas, al menos en aquellas regiones donde las 
hay, y también construían túmulos funerarios, probablemente para 
individuos de alta importancia social. Algunos de ellos están circun-
valados con anillos de tierra que también, ocasionalmente, pueden 
contener rocas. Los cadáveres eran cremados y luego sepultados con 
tierra, formando un túmulo, que pueden tener varios metros de diá-
metro, y entre 0,5 a 2,7 m de altura (Figura 6). Los hombres de estos 
Figura 5. Recipientes de cerámica Itararé-Taquara recuperados en la provin-
cia de Misiones y del estado adyacente de Santa Catarina (Brasil).
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grupos, al menos para épocas históricas, acostumbraban llevar un 
tembetá o adorno debajo del labio, confeccionado generalmente en 
madera, de diversas formas y significados (Figura 7).
Para el curso medio e inferior del río Uruguay, alrededor de 
3000-2500 años antes del presente, comenzaron a desarrollarse so-
ciedades alfareras con un estilo de vida íntimamente vinculado con 
el ambiente fluvial, que establecieron sus aldeas en las riberas del río 
Uruguay, y en los ríos, arroyos y lagunas adyacentes. Es posible que 
este estilo de vida ya estuviera instalado en forma previa a los 3000 
Figura 6. Estructura mortuoria con un anillo perimetral de tierra y dos 
montículos funerarios pequeños en el centro. Sitio arqueológico João Macha-
do (Santa Catarina, Brasil).
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Figura 8. Recipientes de cerámica reconstruida procedente del sitio Cañada 
Saldaña, ubicado sobre la margen izquierda del río Uruguay, a la altura de 
la desembocadura del Río Negro (Colección del Museo Nacional de Antro-
pología de la República, Montevideo, Uruguay).
Figura 7. Tembetás per-
tenecientes a grupos et-
nográficos de la familia 
lingüística Macro-Jé 
(colección del Museo 
Princesa Isabel de Or-
leans, Santa Catarina, 
Brasil).
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años antes del presente, pero no tenemos registros arqueológicos 
adecuados aún para evaluarlo. Su economía estaba basada especial-
mente en la pesca, complementada con la caza de especies típicas 
del ambiente ribereño, como el ciervo de los pantanos (Blastocerus 
dichotomus) y el coipo (Myocastor coypus), y en menor medida, el ve-
nado de las pampas (Ototoceros bezoarticus y O. celer) y la mazama 
(Mazama gouazoubira). Dentro de la subsistencia también se incor-
poraron una gran cantidad de frutos y otras partes comestibles de 
las especies vegetales autóctonas, y algunos grupos parecen haber 
desarrollado pequeños huertos de maíz, porotos y calabazas, si bien 
la importancia de los alimentos cultivados en la dieta parece haber 
sido marginal. Para almacenar, consumir y cocinar los alimentos, 
utilizaban una gran variedad de tipos de recipientes de cerámica 
(Figura 8). Algunas de estas poblaciones representaron parte de la 
fauna local a través de apéndices zoomorfos modelados de cerá-
mica, que generalmente adosaban a los bordes de las vasijas, o se 
Figura 9. Artefactos tubulares (“campanas”) elaboradas por algunos de los 
grupos indígenas de la región. A: probable representación de un felino. La 
cabeza está fracturada y no fue recuperada. B: representación de un ave. C: 
posible representación de un mamífero (Colección del Museo Nacional de 
Antropología de la República, Montevideo, Uruguay). 
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agregaban a unos peculiares artefactos tubulares de cerámica con 
forma de campana (Figura 9), que parecen haber tenido una función 
mortuoria, colocándose sobre las tumbas. Las especies animales re-
presentadas en estos apéndices son aquellas con las cuales los hu-
manos tuvieron algún tipo de relación simbólica particular, ya que 
no son las típicas presas que acostumbraban cazar. Las especies más 
representadas son las aves (loros, guacamayos, búhos, y falcónidos) 
y algunos mamíferos, tales como los felinos y el carpincho.
Para la caza, la pesca y los conflictos personales desarrollaron 
un complejo y variado equipo, que incluía redes, arpones de punta 
separable y de punta fija, similar a las “chuzas fijas” que se siguen 
utilizando para capturar peces en las zonas de aguas bajas, pero en 
aquel entonces las puntas eran hechas de astas y huesos de ciervos. 
También emplearon bolas de boleadora y de honda, arcos y flechas 
con puntas de hueso y de diferentes tipos de rocas, como así tam-
bién dardos impulsados con estólicas. Se han identificado numero-
sos cementerios en los sitios arqueológicos de la región, algunos con 
decenas de individuos enterrados. Entre los esqueletos recuperados 
se observan evidencias de traumatismos y de puntas alojadas en los 
huesos y en diversas cavidades corporales como el estómago o la 
caja torácica, lo que indica cierto nivel de violencia interpersonal. 
Algunas de estas poblaciones también usaban tembetás, pero aquí 
se confeccionaban con valvas de los moluscos de río (Diplodon sp.). 
También utilizaban pendientes fabricados a partir de colmillos de 
carnívoros, tales como puma, yaguareté, zorros y perro. Este último 
era de tamaño mediano, y gracias al hallazgo de esqueletos comple-
tos enterrados en las mismas áreas mortuorias de los humanos, he-
mos podido reconstruir su biotipo. Para hacer pendientes también 
se utilizaron rocas verdes que probablemente eran obtenidas por 
intercambio con los grupos del interior de la llanura pampeana, ya 
que parecen proceder del área andina, si bien no puede descartarse 
que provinieran del R.O.U. En los sitios de la región, eventualmen-
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Figura 10. Artefactos ornamentales y armas empleadas por los grupos aborí-
genes de la región. a: tembetá elaborado con un fragmento de valva de molus-
co fluvial. b: adorno confeccionado con un diente de carpincho. c: pendiente 
manufacturado con un diente de carnívoro. D: cuentas de rocas verdes. e: 
cuentas de valvas de moluscos fluviales. F: adorno circular con perforación 
central, confeccionado con una roca metamórfica. G: punta separable de 
arpón confeccionada con asta de cérvido. H: punta de hueso elaborada con 
un metapodio de un cérvido mediano. I: punta de hueso elaborada con una 
astilla de un hueso largo de un mamífero. J: punta de proyectil confeccionada 
en una roca translúcida (calcedonia). K: gancho de propulsor elaborado con 
un hueso (astrágalo) de ciervo de los pantanos. L: bola de boleadora manu-
facturada con una roca granítica.
te, se recuperan en muy baja cantidad ornamentos de metal, cuyo 
origen es andino, y que debieron haber ingresado a través de largas 
cadenas de intercambiodesde los Andes.
A partir de unos 2000 - 1500 años comienzan a llegar a la provin-
cia de Misiones nuevos grupos procedentes del sudoeste de Ama-
zonia, que históricamente conocemos como guaraníes. Mediante un 
rápido proceso de expansión, alcanzaron el curso inferior del río 
Uruguay y su desembocadura en el Río de la Plata, hace unos 700 
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años aproximadamente, es decir, unos dos siglos antes del arribo 
de los españoles. El río Uruguay constituyó su principal vía de co-
municación en esta migración hacia el sur, ya que no parecen haber 
utilizado el río Paraná, probablemente por que encontraron mayor 
resistencia de los grupos humanos que allí se asentaban. Si bien hay 
numerosos sitios guaraníes en las márgenes del río Uruguay en la 
provincia de Misiones, a medida que avanzamos hacia el sur, las 
ocupaciones son más espaciadas, sugiriendo que su expansión fue 
muy rápida, sin llegar a ocupar todos los espacios intermedios en-
tre Misiones y el Río de la Plata. La economía de los guaraníes se 
centraba en la caza, la pesca, la recolección y el cultivo. Entre los ali-
mentos cultivados, el más importante era el maíz, tanto por el gran 
aporte a la alimentación como por aspectos simbólicos. Los guara-
níes elaboraban una alfarería muy compleja que incluía grandes re-
cipientes pintados con tres colores básicos. El fondo es mayormente 
blanco, sobre el que aplicaron motivos geométricos con pigmentos 
Figura 11. Reconstrucción 
del tipo de perro que vivía 
con los grupos aborígenes. 
El color y tipo de pelo, como 
así la forma de las orejas, 
están adaptados de algunas 
momias de perros de edad 
precolombina que se recu-
peraron en el área andina, 
donde se ha conservado el 
pelaje, y que tienen formas 
similares a los perros de la 
región.
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rojos y negros. Los motivos geométricos son muy característicos y 
distintivos de la cerámica guaraní, por lo que es muy fácil de iden-
tificar. Otros recipientes eran decorados mediante imbricado o cor-
rugado, que es una forma de pellizcar ligeramente la pasta cuando 
esta se encuentra aún blanda, dejando una superficie texturada muy 
característica. Los campos de cultivo los preparaban quemando la 
vegetación, y luego derribando con hachas de piedra los árboles que 
quedaban en pie. Los hombres empleaban un tembetá cilíndrico y 
alargado, que también es muy característico, fabricado con cuar-
zo, hueso o en una resina vegetal. Los muertos eran enterrados en 
grandes vasijas con tapa; a veces se colocaban los cuerpos enteros y 
en otras ocasiones solo algunas partes esqueletarias (generalmente 
el cráneo y algunos huesos largos). También hay algunos entierros 
efectuados de manera directa en la tierra, los cuales parecen haber 
sido colocados con ataduras, o dentro de sacos mortuorios que de-
saparecieron con el tiempo (Figuras 12, 13, y 14)
Figura 12. Vasijas guaraníes.
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Con el arribo de los españoles, este mundo indígena llega a su 
fin, al menos en la forma en la que se había desarrollado previa-
mente. El curso inferior y medio del río Uruguay fue rápidamen-
te colonizado por el imperio español, comenzando un proceso de 
interacción que culminará en la sociedad colonial que se establece 
a partir del siglo XVI, y que cobra forma en los dos siglos posterio-
res. En Misiones, numerosas aldeas guaraníes y algunas kaingang 
se insertaron dentro del sistema jesuítico, pero otros permanecieron 
en las áreas selváticas hasta bien entrado el siglo XIX. Aún hoy en 
día, algunos grupos persisten con un modo de vida que tiene un im-
portante componente cultural tradicional, especialmente en algunas 
reservas como la de Yabotí en la provincia de Misiones. 
Figura 13. Cerámica guaraní decorada
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Figura 14. Inhumaciones guaraníes en urnas y en tierra.
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