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Guillorme Virto, Silvia(guillorme

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Facultad de Ciencias de la Salud 
Osasun Zientzien Fakultatea 
 
Trabajo Fin de Grado 
Grado en Psicología 
 
 
La epigenética como herramienta para el 
diagnóstico precoz de Enfermedad de 
Alzheimer (EA) 
 
Silvia Guillorme Virto 
 
 
 
 
 
 
 
Director 
Óscar Teijido Hermida 
 
Pamplona 
Mayo, 2023 
 
 
2 
 
Resumen 
Antecedentes: La Enfermedad de Alzheimer (EA) es un trastorno neurodegenerativo con un 
patrón de afectación creciente, especialmente en población mayor de 65 años. El diagnóstico 
clínico de la enfermedad es tardío, lo que dificulta su tratamiento. Los avances en el campo 
de la epigenética pueden favorecer el establecimiento de un diagnóstico precoz de la 
enfermedad. Objetivos: Conocer y analizar los principales procesos epigenéticos vinculados 
a la EA, así como la influencia del psicólogo en el proceso de gestión emocional asociado. 
Metodología: Se realizó una revisión de 18 artículos publicados entre 2015 y 2023 en 
diferentes bases de datos. Resultados: Diversas investigaciones describen ciertos patrones de 
alteraciones epigenéticas en muestras de cerebro y tejidos surrogados de pacientes con EA, 
que no se encuentran en individuos sanos. Dichas alteraciones se relacionan con algunos de 
los mecanismos patológicos característicos de esta enfermedad, tales como 
neurodegeneración, neurotoxicidad o neuroinflamación; de manera que pueden consolidarse 
como biomarcadores epigenéticos para la detección de EA. Conclusiones: El estudio de los 
mecanismos epigenéticos asociados a la EA ha permitido el desarrollo de biomarcadores 
significativos para la detección precoz de dicha enfermedad, especialmente los replicados en 
muestras cerebrales y sanguíneas. Una mayor accesibilidad a dichos marcadores ha generado 
la proliferación de procesos de detección de riesgo de la patología, haciendo evidente, a su 
vez, el beneficio de acompañamiento psicológico a lo largo de todo el proceso. 
Palabras clave: Enfermedad de Alzheimer (EA); Detección Precoz; Epigenética; 
Apoyo Psicológico; Psicoeducación. 
Número de palabras: 9994 
 
 
3 
 
Abstract 
Background: Alzheimer’s disease (AD) is a neurodegenerative disorder with a gradually 
increasing impact, especially in population over 65 years old. Late clinical diagnosis of this 
disease hinders the treatment strategies. The progress in the field of epigenetics may improve 
the early diagnosis of the disease. Objectives: To learn and analyze the main epigenetic 
processes linked to AD, as well as the influence of the psychologist in the associated 
emotional management process. Methods: a review of 18 articles published between 2015 
and 2023 was carried out. Results: Several research manuscripts describe certain patterns of 
epigenetic alterations in brain and surrogated tissues of AD patients, but not in healthy 
individuals. Most of these alterations link with some of the characteristic pathological 
mechanisms of this disease, such as neurodegeneration, neurotoxicity or neuroinflammation: 
Therefore, they may be considered as epigenetic biomarkers for early detection of AD. 
Conclusions: The study of the epigenetic mechanisms associated with AD has allowed the 
development of significant biomarkers for the early detection of this disease, especially those 
replicated in brain an blood samples. Increased accessibility to these markers has led the 
proliferation of pathology risk detection processes, highlighting, in turn, the evident the 
benefit of psychological support throughout the entire process. 
Key words: Alzheimer’s disease (DA); Early Detection; Epigenetics; Psychological 
Support; Psychoeducation. 
Words count: 9994 
 
4 
 
ÍNDICE DE CONTENIDOS 
Introducción .......................................................................................................................... 6 
Objetivos............................................................................................................................. 16 
Materiales y métodos .......................................................................................................... 17 
Resultados ........................................................................................................................... 19 
Biomarcadores epigenéticos de inicio y progresión de la Enfermedad de Alzheimer 20 
Metilación de ADN ................................................................................................. 23 
Modificaciones de histonas ...................................................................................... 27 
ANRs no codificantes .............................................................................................. 28 
Discusión ............................................................................................................................ 29 
Conclusiones ....................................................................................................................... 41 
Referencias ......................................................................................................................... 43 
 
 
5 
 
ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS 
Tabla 1. Criterios de inclusión y exclusión. ......................................................................... 17 
Tabla 2. Características de los artículos consultados ............................................................ 20 
Figura 1. Diagrama de flujo. ................................................................................................ 19 
Figura 2. Prinicpales mecanismos epigenéticos asociados con la Enfermedad de Alzheimer.23 
 
 
 
6 
 
Introducción 
La Enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa, compleja y 
progresiva, que provoca daño y/o muerte neuronal. Esta patología se caracteriza por 
problemas de memoria, pensamiento y lenguaje, junto con otras manifestaciones sintomáticas 
que generan dificultades para la realización de actividades, incluidas las de la vida cotidiana 
(Alzheimer’s Dement, 2021). 
A lo largo de los últimos años, la tasa de población mayor muestra una tendencia 
creciente; concretamente, según datos publicados por el Centro para el Control de 
Enfermedades, se estima que entre los años 2000 y 2050 se va a producir un aumento de 
alrededor de 1 billón de personas mayores de 65 años. Es por ello que las enfermedades 
asociadas a la edad, entre ellas la EA, pueden convertirse en una problemática a nivel 
mundial (Robinson et al., 2017). 
Actualmente la EA es la principal causa tanto de deterioro cognitivo como de 
demencia en la población mayor de 65 años a nivel mundial (Atri, 2019). En 2017, la cifra de 
personas afectadas por demencia, la mayoría de ellas a causa de esta enfermedad, era 
aproximadamente de 36,5 millones, lo que supone entre el 3% y 4% de la población adulta en 
periodo de jubilación (Tahami et al., 2022). Sin embargo, se espera que la cifra de afectados 
por EA aumente de entre 5 a 7 millones de nuevos casos por año (Robinson et al., 2017). 
A pesar de ello, el diagnóstico de la EA es algo complejo, por lo que se encuentra 
infradiagnosticada; se estima que más de la mitad de las personas que desarrollan esta 
enfermedad pueden no llegar a ser diagnosticadas nunca (Alzheimer’s Dement, 2021; Tahami 
et al., 2022). 
Respecto a la mortalidad de la EA, una investigación llevada a cabo por Niu et al. 
(2017; citado en Tahami et al., 2022), evidenció que la tasa de fallecimientos asociada a esta 
7 
 
enfermedad en pacientes diagnosticados de más de 50 años en Europa ha aumentado más del 
doble entre el periodo de 1994 hasta 2013. De hecho, la esperanza de vida en las personas 
diagnosticadas con EA se considera en, aproximadamente, 7 años desde la presentación de 
deterioro cognitivo (Price et al., 2017). 
A pesar de que todavía se desconoce a ciencia cierta el mecanismo exacto causante de 
la muerte neuronal en personas con EA, existenalgunas teorías que intentan explicar el 
proceso subyacente. Entre ellas, la más estudiada es la hipótesis de la cascada de amiloide, 
que defiende que el daño sináptico está causado por una alteración en la escisión de la 
proteína precursora del amiloide (APP). Este fenómeno convierte dichas proteínas en 
insolubles, lo que genera su acumulación y el depósito anormal de placas extracelulares de 
proteína β-amiloide, interfiriendo en la sinapsis. A su vez, este proceso genera la 
desestabilización de los microtúbulos del citoesqueleto, que conlleva la formación de 
agregados intracelulares de ovillos neurofibrilares (NFT), compuestos por proteína Tau 
insoluble, que dificultan el adecuado transporte de nutrientes u otras sustancias esenciales 
para el funcionamiento y supervivencia de las neuronas (Alzheimer’s Dement, 2021; Navarro 
et al., 2015; Tiwari et al., 2019). 
La formación de placas de proteína β-amiloide comienza en las regiones de la corteza 
basal, orbitofrontal y temporal. Posteriormente, continúa afectando a áreas como la 
neocorteza, el hipocampo, la amígdala, el diencéfalo o los ganglios basales (Tiwari et al., 
2019). A este proceso le sigue el recubrimiento de microglía alrededor de dichas placas, cuya 
función es la eliminación de proteínas tóxicas. Sin embargo, cuando la acumulación de 
proteínas es tan alta que la microglía es incapaz de eliminarlas, se produce una respuesta de 
inflamación, junto con atrofia causada por la disminución del volumen cerebral a 
consecuencia de la muerte neuronal (Alzheimer’s Dement, 2021; Tiwari et al., 2019). 
8 
 
La causa del incorrecto procesamiento de dichas proteínas puede tener un origen 
externo, puede estar determinada por mutaciones genéticas, o inducida por el proceso de 
envejecimiento (Tiwari et al., 2019). De entre todos los factores de riesgo que contribuyen al 
aumento de las probabilidades de sufrir EA, el más significativo es la edad; se ha concluido 
que la probabilidad de sufrir EA se duplica cada 5 años, a partir de los 65. Además, otros 
factores reveladores a considerar serían el trauma craneal, el estilo de vida, o factores de 
riesgo vascular. En contraposición, la reserva cognitiva se muestra como un factor protector 
ante el desarrollo de esta enfermedad (Navarro et al., 2015). 
Por otro lado, el síndrome de Down constituye un factor de riesgo que incrementa la 
probabilidad de desarrollo de esta patología. En la mayoría de los casos, este síndrome se 
caracteriza por la posesión de 3 copias del cromosoma 21. En dicho cromosoma se encuentra, 
entre otros, el gen que codifica la producción de APP. De esta manera, la copia extra de 
cromosoma 21, y, por tanto, del gen, incrementa la producción de proteína β-amiloide en el 
cerebro (Alzheimer’s Dement, 2021). 
Sin embargo, estudios recientes apuntan que la base de la patogenia de la EA puede 
ser un bajo nivel de péptido Aβ42, y no la acumulación de placas extracelulares de proteína 
β-amiloide. De esta manera, la toxicidad que se produce en esta patología estaría provocada 
por la presencia de niveles bajos de péptido Aβ42, y no por la acumulación de proteínas 
insolubles en forma de placas. Así, el nivel de dicho péptido podría consolidarse como un 
buen predictor en el desarrollo de la patología, siendo un alto nivel del mismo un factor 
protector en el pronóstico de la EA (Sturchio et al., 2022). 
Por tanto, los mecanismos subyacentes al desarrollo de esta enfermedad todavía no 
son concluyentes, de modo que es necesaria más investigación al respecto, con el objetivo de 
poder detectar y tratar la patología de una manera mucho más eficaz. 
9 
 
En lo que respecta a las manifestaciones y síntomas característicos de la EA, son 
ampliamente heterogéneos, ya que dependen, en gran medida, del grado de daño neuronal 
causado por la patología (Alireza, 2019; Alzheimer’s Association, 2018). Años antes de 
recibir el diagnóstico pueden aparecer algunas manifestaciones, tales como cambios en el 
estado de ánimo, ansiedad o problemas de sueño, que pueden ser causadas por la patología 
incipiente, y que se mantienen a lo largo de las siguientes etapas (Alireza, 2019). 
En estadios tempranos de la enfermedad, los cambios acontecidos son leves, aunque 
significativos en relación a las capacidades cognitivas, funcionales y de conducta (Alireza, 
2019). En este momento, resulta difícil distinguir dichas manifestaciones de aquellas propias 
del proceso normativo de envejecimiento. Además, las personas con EA en etapa temprana 
suelen ser independientes en la mayoría de esferas de su vida, llegando a necesitar ayuda para 
realizar algunas actividades más complejas, lo que dificulta dicha distinción (Alzheimer’s 
Association, 2018). 
Posteriormente, a medida que avanza la enfermedad, comienza la etapa intermedia, 
que suele ser la más larga en cuanto a duración. Se caracteriza por ciertas dificultades para la 
realización de las actividades de la vida diaria, y cursa con cuadros de desorientación o 
confusión, agresión o agitación, cambios en la personalidad y alteración en la capacidad de 
juicio (Alireza, 2019; Alzheimer’s Association, 2018). 
Finalmente, en la etapa más severa, las personas afectadas requieren ayuda para poder 
realizar actividades instrumentales y la capacidad de comunicación verbal se encuentra 
gravemente alterada. Asimismo, esta fase cursa con severas dificultades de movimiento y 
síntomas neuropsiquiátricos, tales como delirios y alucinaciones (Alireza, 2019; Alzheimer’s 
Association, 2018). 
10 
 
Actualmente, el diagnóstico de la EA sigue siendo un desafío para los profesionales 
debido, en parte, a que es una patología que comienza alrededor de 20 años antes de la 
aparición de síntomas; por tanto, existe una fase preclínica, en la que se producen cambios 
cerebrales, pero no conllevan ningún tipo de sintomatología, de manera que resultan 
imperceptibles tanto para la persona afectada, como para su entorno (Alzheimer’s Dement, 
2021). 
A pesar de ello, los cambios acontecidos en esta fase pueden ser detectados mediante 
biomarcadores. Algunos son los obtenidos mediante imágenes de tomografía por emisión de 
positrones (PET), imágenes por resonancia magnética (IRM), análisis del líquido 
cefalorraquídeo (LCR) y de sangre, lo que permite detectar los procesos de deterioro 
relacionados con la acumulación de proteína β-amiloide y tau, procesos de 
neurodegeneración, disfunción sináptica y/o activación de las glías (Di Meco y Vassar, 
2021). Sin embargo, resulta complicado conseguir un diagnóstico precoz debido a que no se 
suelen realizar las pruebas necesarias, al no presentar la persona signos ni síntomas que 
indiquen la existencia de la patología. De esta manera, se reducen notablemente las 
posibilidades de intervenir de manera temprana, y, en consecuencia, las de revertir los 
procesos patológicos que han tenido lugar en la fase preclínica (Alzheimer’s Dement, 2021). 
Además, otro de los principales problemas en la detección precoz de esta enfermedad 
es, a diferencia de otras patologías, la inexistencia de un proceso o guía estandarizada para 
poder detectarlo, así como una falta de consenso acerca de las herramientas a utilizar en el 
proceso, especialmente en la fase temprana de la enfermedad (Cid y Loewenstein, 2022; de 
Levante, 2022). Si bien es cierto que existen diferentes pruebas cognitivas dirigidas a la 
detección precoz de la EA, entre ellas el Mini-Mental State Exam (MMSE), Alzheimer’s 
Disease Assessment Scale (Cognitive Subscale) (ADAS-COG) o Memory Impairment Screen 
11 
 
(MIS), no son muy sensibles en periodos asintomáticos, por lo que actualmente no son muy 
útiles en la detección precoz de esta enfermedad (Lanfranco et al., 2012). 
Este aspecto, sumado a la dificultad de realizar un correcto diagnóstico debido a la 
similitud sintomatológica que presenta con otras afecciones, especialmente con la demencia 
mixta, dificultael proceso de actuación en etapas tempranas y la posibilidad de realizar una 
intervención eficaz (Navarro et al., 2015). 
Actualmente, los avances acontecidos en el campo de la neuroimagen y su utilidad en 
la práctica clínica prometen resultados exitosos en la detección precoz de la EA. Sin 
embargo, todavía existen limitaciones en lo que respecta al coste, invasividad o especificidad 
en la detección de la enfermedad en etapa preclínica (Cid y Loewenstein, 2022; Di Meco y 
Vassar, 2021). Adicionalmente, a pesar de que el desarrollo actual de la epigenética puede 
generar grandes beneficios en el desarrollo de tratamientos para la EA, dada la reversibilidad 
de estos cambios, los resultados todavía no son completamente satisfactorios (Xiao et al., 
2020). Por ello, estos son dos de los principales focos de investigación actuales. 
Por otro lado, dado que la causa del incorrecto procesamiento de la APP en la EA, tal 
y como se ha mencionado anteriormente, puede tener un origen externo o interno, puede estar 
determinada por mutaciones genéticas, o inducida por el proceso de envejecimiento, el 
análisis de la carga genética es uno de los puntos centrales en la revisión de posibles causas 
y/o factores de riesgo de dicha patología. (Tiwari et al., 2019). 
La EA se puede manifestar por herencia autosómica familiar. Constituye la variante 
menos común (representa menos del 1% de los casos), y en la mayoría de ocasiones, su inicio 
es temprano (antes de los 65 años) (Alireza, 2019). Esta categoría de EA suele asociarse a 
variaciones patogénicas en los genes de la Presenilina 1 (PSEN1) y Presenilina 2 (PSEN2), 
que median el proceso de escisión de la APP y parecen estar asociados con un aumento en el 
12 
 
riesgo de desarrollo de esta enfermedad. Sin embargo, es un proceso complejo en el que 
intervienen múltiples factores, tanto internos como externos, y modificables o no 
modificables (Alireza, 2019; Bottero y Potashkin, 2019; Robinson et al., 2017). 
La manera más común de inicio y desarrollo de la EA es de manera esporádica y de 
inicio tardío. Uno de los genes más estudiados por su implicación en este proceso es el 
APOE, que codifica la Alipoproteína E, una proteína que interviene en el metabolismo y 
transporte de lipoproteínas, vitaminas liposolubles y colesterol al sistema linfático y a la 
sangre (Alzheimer’s Dement, 2021). El gen APOE presenta tres alelos principales: APOE2, 
APOE3 y APOE4. El alelo APOE4 se considera como uno de los mayores factores de riesgo 
genético para el desarrollo de la EA (Alzheimer’s Dement, 2021; Navarro et al., 2015). 
Una de las principales hipótesis del riesgo asociado al APOE se relaciona con que los 
individuos portadores del alelo *4 (especialmente en homocigosis) generan una proteína 
APOE deficiente, de manera que no consigue eliminar el exceso de proteína β-amiloide 
(Navarro et al., 2015; Teijido y Cacabelos, 2016), generando una deposición acelerada de 
esta proteína, así como un inicio precoz del desarrollo de la enfermedad (Alireza, 2019; 
Robinson et al., 2017). Sin embargo, a pesar del alto riesgo asociado al alelo APOE*4 para el 
desarrollo de la EA, no todos los individuos que portan este alelo manifiestan la enfermedad, 
y muchos individuos que sí la manifiestan no presentan dicho alelo, por lo que su presencia 
no debe ser considerada un factor determinante en el desarrollo de esta patología 
(Alzheimer’s Dement, 2021). De hecho, el alelo APOE*4 parece funcionar como modulador, 
es decir, podría agravar el desarrollo de la patología en individuos que ya porten otra 
mutación en alguno de los genes mencionados anteriormente (Pan et al., 2021). 
No obstante, a pesar de que se han encontrado mutaciones en ciertos genes que 
pueden estar asociadas con el desarrollo de la EA, entre las que destacan las acontecidas en 
13 
 
los genes previamente citados, estas no llegan a explicar ni el 1% de los casos de la 
enfermedad (Alzheimer’s Association, 2018). Por ello, en los últimos años han surgido 
nuevos enfoques de investigación en torno a la EA. Entre ellos, la epigenética se ha 
consolidado como uno de los campos emergentes más significativos; que, entre otros 
avances, permite establecer nuevos biomarcadores fiables, que pueden consolidarse como 
buenas herramientas para la detección temprana de la patología y la mejora en el tratamiento 
(Teijido y Cacabelos, 2016). 
La epigenética se basa en el estudio de aquellos cambios reversibles en la expresión 
de los genes, que no modifican la secuencia de ADN, sino que actúan mediante la 
modificación bioquímica o estructural de la cromatina. Por tanto, no se producen cambios en 
la información contenida en el genoma, sino diferentes fenotipos en respuesta al proceso de 
modulación de la expresión génica (Jouve, 2020; Tecalco-Cruz et al., 2021). 
Los mecanismos epigenéticos están dirigidos a dar respuesta y actuar en consonancia 
a las necesidades del organismo, y pueden estar influidos por factores tanto biológicos como 
ambientales. Dado que juegan un papel importante en la regulación de los procesos 
fisiológicos y que, de forma regulada o no, pueden darse en cualquier tipo de célula, influyen 
en el desarrollo de algunas enfermedades, entre ellas las neurodegenerativas (Cacabelos y 
Teijido, 2018; Jouve, 2020; Tecalco-Cruz et al., 2021). 
Las enfermedades neurodegenerativas, como la EA, al igual que en otras 
enfermedades complejas como el cáncer, suelen desarrollarse por una combinación de 
factores genéticos y ambientales (Di Meco y Vassar, 2021). En el caso de la EA, además de 
los mecanismos genéticos previamente descritos, está mediada por procesos epigenéticos que 
no alteran la información genética, sino su forma de expresión (Xiao et al., 2020). Por ello, el 
conocimiento de dichos procesos puede mejorar la detección y tratamiento de la enfermedad. 
14 
 
Estos mecanismos realizan su acción mediante la modificación del grado de 
accesibilidad de los factores de transcripción y las enzimas que actúan sobre los ARN 
mensajeros (ARNm); de esta manera, se consigue modular la expresión génica sin provocar 
cambios en la secuencia de ADN (Jouve, 2020). 
Existen diversos mecanismos epigenéticos, algunos de los cuales están asociados con 
el proceso de envejecimiento del cerebro. Entre ellos, los principales son la modificación de 
las histonas, la remodelación de la cromatina, los cambios en el ARN no codificante 
(ARNnc) y la metilación del ADN (Jouve, 2020). Estos procesos actúan en 2 niveles, 
pretranscricipcional y postranscripcional (Cacabelos y Teijido, 2018). 
La remodelación de la cromatina es una modificación epigenética pretranscrpcional, 
producida por la modificación de las histonas, que consiste en la adición o eliminación de 
radicales en la cola de las mismas, alterando la estructura de la cromatina (Teijido y 
Cacabelos, 2016). El proceso de modificación de la cromatina más estudiado es la 
acetilación, producido por la adición de grupos acetilo gracias a la acción de las enzimas 
acetilasas (HAT). Esta transformación relaja la estructura de la cromatina, promoviendo la 
transcripción y, en consecuencia, la expresión génica. Por el contrario, la deacetilación 
provoca la eliminación del radical, en base a la actuación de las enzimas deacetilasas 
(HDAC), que aumenta la afinidad con el ADN y provoca la compactación de la estructura de 
la cromatina, reprimiendo la expresión génica (Tecalco-Cruz et al., 2021; Teijido y 
Cacabelos, 2016). 
Otro de los principales procesos epigenéticos es la metilación del ADN, que consiste 
en la adición y delección de grupos metilo por la acción de las ADN metiltransferasas 
(DNMT), cuya función es la de añadir dichos radicales, así como las ADN desmetilasas 
(DNDM), encargadas de eliminarlos (Tecalco-Cruz et al., 2021). Este proceso guarda una 
15 
 
relación inversa con el nivel de expresión génica; de manera que la hipermetilación limitael 
acceso de los factores de transcripción a la región promotora del gen, por lo que genera 
represión en la transcripción, originando una disminución en la expresión génica (Cacabelos 
y Teijido, 2018). En relación con la edad, las células envejecidas presentan mayoritariamente 
un patrón de hipometilación (Cacabelos y Teijido, 2018), por lo que la edad se relaciona con 
un aumento en la expresión génica. 
Por último, pueden darse ciertas modificaciones de tipo epigenético en el ARNnc, que 
abarca aproximadamente el 95% del genoma humano, las cuales varían con el proceso de 
envejecimiento (Teijido y Cacabelos, 2016). Concretamente, se ha encontrado que las 
modificaciones producidas en el ARNnc modifican el proceso de expresión de los genes a 
través de la interacción con proteínas (Teijido y Cacabelos, 2016); y que los microRNAs 
(miRNA) interfieren en la expresión de determinados genes (Jouve, 2020). 
Los mecanismos epigenéticos recientemente citados están influidos por procesos tanto 
internos como externos, factores como el ambiente, el estilo de vida o las modificaciones 
fisiológicas del organismo; y están implicados en procesos cruciales en el desarrollo 
biológico, incluidos los relacionados con los trastornos neurodegenerativos (Jouve, 2020; 
Teijido y Cacabelos, 2016). En el caso de la EA, al igual que en otras enfermedades 
neurodegenerativas, resulta fundamental el estudio de este tipo de modificaciones, dado que 
parecen estar relacionadas con el desarrollo de ciertos procesos patológicos implicados en la 
sinapsis, la respuesta inmunitaria o la muerte celular. Además, la comprensión de dichos 
mecanismos puede delimitar nuevos horizontes en cuanto al tratamiento (Esposito y Sherr, 
2019; Teijido y Cacabelos, 2016). 
En la actualidad, las principales líneas de investigación en cuanto a la detección 
precoz de la EA se basan en el estudio de posibles biomarcadores que indiquen, de manera 
16 
 
temprana, la presencia de la enfermedad (Navarro et al., 2015). Dichos biomarcadores son 
utilizados en los procesos de asesoramiento genético, de manera que permiten estimar el 
futuro riesgo de desarrollar la patología en base a los indicadores obtenidos (Fetahu et al., 
2019). 
Sin embargo, el procedimiento resulta complejo, especialmente en lo que respecta al 
impacto psicológico que puede tener en la persona que se somete a dicho proceso. Por ello, es 
necesaria la actuación de un profesional de la salud mental a lo largo de todas las etapas, para 
intentar minimizar las reacciones psicológicas adversas e intentar orientar al paciente hacia 
acciones en beneficio de su salud (Largent et al., 2021). Asimismo, es necesario priorizar la 
formación relativa a esta enfermedad en múltiples ámbitos para reducir, entre otras variables, 
el estigma asociado, que puede generar ciertas barreras en el proceso de búsqueda de ayuda y, 
en consecuencia, diagnóstico precoz de esta patología (de Levante, 2022). 
Objetivos 
El presente trabajo plantea 2 objetivos principales y 2 específicos asociados. 
Objetivos principales: 
 Conocer, analizar y comprender el mecanismo de acción de los principales procesos 
epigenéticos asociados con la EA, así como estudiar los avances recientemente 
producidos en este campo en relación a dicha patología. 
 Analizar la influencia del profesional de la salud mental en el proceso de detección de 
la EA y en el manejo del impacto emocional asociado. 
Objetivos específicos: 
 Identificar y conocer los principales biomarcadores epigenéticos relacionados con el 
inicio, desarrollo y pronóstico de la EA, así como la vía de actuación asociada. 
17 
 
 Detectar las principales variables psicológicas implicadas en el proceso de 
comunicación de resultados asociados con el riesgo de sufrir EA, así como investigar 
la influencia de las mismas en el proceso emocional vivido por el paciente. 
Materiales y Métodos 
Con la finalidad de recopilar información de carácter objetivo, científico y actual que 
identifique y explique el mecanismo de acción de los principales biomarcadores epigenéticos 
asociados con la EA se realizó una revisión bibliográfica. 
Para lograr dicha meta se realizó un cribado, de manera que se consultaron tres bases 
de datos: PubMed, Web of Science y Scopus. Asimismo, se acotaron los resultados por año 
de publicación y por tipo de artículo, de modo que sólo fueron incluidas las publicaciones 
divulgadas entre 2015 y 2023, y aquellas que no eran análisis de investigaciones previas 
(review). 
Por último, se adoptaron algunos criterios de inclusión y exclusión relativos a la 
estructura de los artículos y a la metodología, expuestos en la Tabla 1, con el fin de acotar 
aún más la información encontrada en relación a los objetivos previstos. 
Tabla 1. 
Criterios de inclusión y exclusión. 
Criterios de inclusión Criterios de exclusión 
Artículos con enfoque metodológico de: 
- Artículos de investigación. 
- Estudios clínicos. 
- Ensayos clínicos. 
- Ensayos clínicos aleatorizados. 
Artículos con estructura y contenido no 
científico: tesis doctorales, trabajos 
académicos (TFGs), ensayos, artículos de 
opinión, revistas de divulgación, 
publicaciones de conferencias, etc. 
18 
 
Artículos centrados en el estudio de los 
mecanismos de la EA y procesos asociados 
(demencia) 
Artículos no relativos a la EA o procesos 
asociados (demencia). 
Artículos con muestras humanas, y con 
muestras combinadas (animales y 
humanos). 
Artículos con muestras exclusivamente 
animales. 
Artículos relacionados con los principales 
mecanismos epigenéticos (metilación ADN, 
metilación y acetilación de histonas, y 
miARN). 
Artículos no relacionados con mecanismos 
epigenéticos influyentes en la EA. 
 
En el proceso de realización de la búsqueda previamente descrita se utilizaron las 
siguientes palabras clave “Alzheimer AND epignetics AND biomarkers AND diagnosis” en 
cada una de las bases de datos seleccionadas. Excepcionalmente, en el caso de la base de 
datos Scopus, se delimitó dicha búsqueda a la aparición de los términos clave en el título, 
abstract o en las palabras clave, debido a la gran cantidad de artículos encontrados antes de 
aplicar dicho criterio. 
Finalmente, ninguno de los artículos seleccionados en la base de datos Scopus fueron 
incluidos debido a la especificidad de la información presentada y la amplia tasa de artículos 
no relacionados con los mecanismos epigenéticos asociados a la EA. En la Figura 1 se 
presenta con más detalle, y de manera cuantitativa, los resultados obtenidos. 
19 
 
Figura 1. 
Diagrama de flujo. 
 
Resultados 
La ratificación de biomarcadores fiables que permitan la detección precoz de la EA es 
uno de los principales retos actualmente, con el objetivo de poder propocionar un tratamiento 
que pueda, al menos, ralentizar significativamente la progresión, hasta ahora imparable, de 
20 
 
esta enfermedad (Fetahu et al., 2019). Este trabajo se centra en dos estrategias que se utilizan 
en la actualidad para cometer este fin: (i) la búsqueda de biomarcadores epigenéticos que 
permitan detectar alarmas moleculares en estadios asintomáticos de la enfermedad; (ii) 
investigación, a nivel cuantitativo, sobre patrones de comportamiento diferencial que ayuden 
a pronosticar, de forma objetiva, el inicio de la enfermedad. 
Biomarcadores Epigenéticos de Inicio y Progresión de la Enfermedad de Alzheimer 
Para la elaboración de este trabajo se ha buscado documentación científica sobre los 
principales mecanismos epigenéticos asociados con el inicio y desarrollo de la EA. La Tabla 
2 ilustra las características principales de los artículos consultados. 
Tabla 2. 
Características de los artículos consultados. 
Mecanismo 
epigenético 
Muestra Cohorte Resultados Referencia 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Metilación 
ADN 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Muestras de 
sangre 
periférica 
25personas EA y 23 en 
grupo control. 
Hipmermetilación en CYP51A1 y 
CYP2S1 en EA. 
Bahado-Singh et 
al., 2023. 
18 personas con EA (>60 
años) y 24 en grupo control. 
Hipermetilación en genes 
patológicamente implicados en 
plasticidad sináptica y muerte 
neuronal, memoria y cognición. 
Hipometilación en genes 
relacionados con la sinapsis y 
deterioro neuronal. 
Chen et al., 2021 
34 personas (>70 años) 
emparejadas en base a salud 
cognitiva. 
Comparación longitudinal. 
Hipometilación y sobreexpresión de 
PM20D1 en demencia. 
Fernández et al., 
2022 
73 personas con demencia 
pre-sintomática y 87 en 
grupo control. (Seguimiento 
a 3 años). 
Alteraciones en BDNF, APP, APOE, 
TOMM40 y PIN1, asociados a EA. 
Fransquet et al., 
2020 
162 participantes con EA y 
86 con DCL. 
Disminución en la expresión de 
BDNF en EA. 
Kouter et al., 2023 
202 personas 
cognitivamente sanas y 317 
participantes con DCL. 
Hipometilación de PM20D1 y 
DUSP22 en EA. 
Hipermetilación en HOXB6 en EA. 
Li et al., 2021 
427 personas con EA y 857 
en grupo control. 
Hipometilación de PM20D1 en EA, 
principalmente en hombres 
Silva et al., 2022b 
87 personas con EA, 175 
con DCL y 162 en grupo 
control. 
Hipometilación de PM20D1 en DCL. Wang et al., 2020 
 
 
21 
 
Tabla 2. 
Carácterísticas de los artículos consultados (Continuación). 
Mecanismo 
epigenético 
Mecanismo 
epigenético 
Muestra Cohorte Resultados 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Metilación 
ADN 
Muestras de 
tejidos 
cerebrales y 
de sangre 
periférica. 
486 muestras cerebrales de 
EA, frente a 344 de control; 
y 284 muestras sanguíneas 
de EA frente a 238 de 
control. 
Hipometilación de ABCA2 en EA. 
Aumento en la expresión de ARNm 
en ABCA2 en EA. 
 
 
Hu et al., 2017 
3 muestras sanguíneas y 10 
de tejido cerebral para EA; y 
3 muestras sanguíneas y 10 
de tejido cerebral en grupo 
control. 
Patrones diferenciales de metilación 
de ADN en genes hub en EA. 
Rahman et al., 
2021 
427 personas con EA y 857 
en grupo control. 
Seguimiento de hasta 60 
meses. 
Hipometilación de PM20D1 en EA. Silva et al., 2022a 
Análisis de 
células 
madre, tejido 
cerebral (en 
vivo y 
postmortem) 
Personas con EOAD y 
LOAD. Replicación en 
muestra de 371 personas con 
EA y 163 controles. 
Cambios epigenéticos en citosina 
asociados con genes implicadas en 
EA (neurodesarrollo, 
respuesta inmune, estrés oxidativo). 
Fetahu et al., 2019 
Muestras de 
plasma 
sanguíneo 
Muestras de ADN en 
muestras sanguíneas de 
personas con EA, frente a 
grupo control 
Hipometilación DUSP22. Guemri et al., 
2022 
Muestras 
sanguíneas en 
humanos y 
ratones 
40 personas con EA, 35 con 
EP, 26 con demencia 
vascular y 40 en grupo 
control. 
Patrón general de reducción de 
metilación e hidroximetilación en 
EA. 
Martínez-Iglesias 
et al., 2020 
Análisis de 
tejido 
cerebral 
postmortem 
21 personas con EA y 18 en 
grupo control. 
Sobreexpresión de PM20D1 en EA. Sanchez-Mut et 
al., 2020 
 
 
 
Acetilación 
histonas 
Muestras 
sanguíneas en 
humanos y 
ratones 
34 personas con EA, 15 con 
DCL y 31 en grupo control; 
junto con muestras de 
ratones. 
Patrones significativos de acetilación 
en la histona H4K12 en EA. 
Plagg et al., 2015 
Muestras de 
sangre 
periférica y 
tejido 
cerebral 
3 muestras sanguíneas y 10 
de tejido cerebral para EA; y 
3 muestras sanguíneas y 10 
de tejido cerebral en grupo 
control. 
Patrón de metilación de H3 y H4 
asociado a EA. 
Hu et al., 2017 
 
Expresión 
de miARNs 
Muestras de 
LCR 
22 personas con EA y 28 en 
grupo control. 
Expresión diferencial de miR-100, 
miR-146a y miR-1274a. 
Denk et al., 2015 
42 personas diagnosticadas 
de EA, 17 con DCL y 82 en 
grupo control. 
Sobreexpresión de miR-10a-5p, miR-
100-5p, miR-22-3p, miR-204-5p y 
miR-26a. 
Jain et al., 2019 
 
Nota. Abreviaturas utilizadas: ABCA2, ATP-binding cassette, subfamilia A2; APOE, 
Alipoproteína E; APP, Proteína precursora del amiloide; BDNF, Factor neurotrófico derivado 
del cerebro; CYP51A1, Citocromo P450 51A1; CYP2S1, Citocromo P450 2S1; DCL, 
22 
 
deterioro cognitivo leve; DUSP22, gen que codifica para la fosfatasa dual específica 22; EA, 
Enfermedad de Alzheimer; EOAD, Enfermedad de Alzheimer de inicio temprano; EP, 
Enfermedad de Párkinson; H3, histona 3; H4, histona 4; H4K12, lisina 12 de la histona 4; 
LOAD, Enfermedad de Alzheimer de inicio tardío; PIN1,gen de respuesta al estrés neuronal; 
PM20D1, Peptidasa M20 domain-containing protein 20D1; TOMM40, transportador 
mitocondrial. 
 
Por otro lado, la Figura 2 resume las principales alteraciones en la metilación del 
ADN, modificaciones de histonas y expresión de ARNs no codificantes, que se manifiestan 
en modelos animales de EA y en humanos diagnosticados con esta enfermedad. Basada en 
los diferentes estudios que se mostrarán a continuación, la Figura 2 ilustra, en azul, los 
procesos de hipermetilación del ADN, y deacetilación y metilación de histonas, que provocan 
la disminución de la expresión de ciertos genes. Asimismo, se muestra el aumento de la 
expresión de microARNs (miARNs), que se unen al ARNm de ciertos genes, degradándolos, 
y disminuyendo la concentración de proteína. Estos procesos derivan en una disminución 
significativa de proteínas asociadas a neuroprotección (prevención de estrés oxidativo o 
neurotoxicidad), aumento de la plasticidad neuronal, neurodesarrollo y diferenciación celular. 
Por otro lado, en rojo, se muestran los procesos de hipometilación de ADN, acetilación de 
histonas y consecuente disminución en la expresión de ciertos miARNs. Estos procesos 
provocan el aumento de proteínas implicadas en procesos neuroinflamatorios, intensificación 
del estrés oxidativo, muerte celular, formación de agregados de proteína β-amiloide y 
fosforilación de proteína tau (que promueve la formación de los ovillos neurofibrilares). 
23 
 
Figura 2. 
Principales mecanismos epigenéticos asociados con la Enfermedad de Alzheimer. 
 
Nota. Abreviaturas utilizadas: H4-Ac, acetilación de la histona 4; H3K4me2, dimetilación de 
lisina 4 en la histona H3; H3K4, metilación de lisina 4 en la histona H3; H3K9, metilación de 
lisina 9 en la histona H3; H4K20me2, dimetilación de lisina 20 en la histona H4. 
Metilación de ADN 
La metilación del ADN es uno de los mecanismos epigenéticos más estudiados, ya 
que juega un papel directo en la regulación de la expresión de genes que intervienen en 
procesos como el envejecimiento normativo, el neurodesarrollo y el deterioro cognitivo, entre 
otros (Li et al., 2021; Wang et al., 2020). Tanto en modelos animales como en humanos, los 
individuos con EA muestran un patrón de metilación diferente al de los individuos sanos. 
Estos patrones diferenciales se utilizan como criterios diagnósticos, o biomarcadores de la 
enfermedad. El estudio de los patrones de metilación en genes concretos de individuos 
afectados por EA, demuestra que muchos están hipermetilados y otros hipometilados con 
respecto a los niveles encontrados en individuos sanos. Sin embargo, a nivel global del 
genoma, parece que existe una tendencia a la hipometilación, que implica el aumento de 
 Neurodesarrollo y diferenciación celular
 Factores de crecimiento neuronal
 Plasticidad sináptica/neurotransmisión
 Neuroprotección
 Neuroinflamación
 Apoptosis (muerte celular)
 Estrés oxidativo
 Agregación de β-amiloide
 Fosforilación de tau
METILACIÓN 
DNA
Hipermetilación Hipometilación
Expresión 
genes
Expresión 
genes
MODIFICACIONES 
DE HISTONAS
Acetilación
Expresión 
genes
H4-Ac
Metilación
H3K4
H3K9
H4K20
miRNA miRNA
RNAs
NO CODIFICANTES
Proteína Proteína
24 
 
expresión génica, en individuos con EA frente a los sanos (Martínez-Iglesias et al., 2020). 
Esto se ha documentado, tanto en tejido cerebral de modelos animales, comoen linfocitos y 
sangre periférica en humanos. Además, el aumento de expresión normalmente se asocia a 
genes implicados en procesos neuroinflamatorios y neurotoxicidad (Martínez-Iglesias et al., 
2020). 
A pesar de que el patrón de hipometilación global puede ser un indicio de fases 
precoces del desarrollo de la enfermedad, los biomarcadores más esclarecedores constituyen 
alteraciones en los patrones de metilación en genes concretos (Silva et al., 2022a). Los 
estudios descritos a continuación evalúan el patrón diferencial de metilación en genes 
específicos de individuos sanos y pacientes con EA en distintos tejidos, desde tejido cerebral 
hasta líquido céfalo-raquídeo (LCR) o sangre periférica. 
En estudios llevados a cabo anteriormente sobre búsqueda de biomarcadores de 
metilación en pacientes con EA y otro tipo de demencias se identificaron alteraciones en la 
metilación de genes implicados en el proceso neurodegenerativo. Estudios más recientes 
confirman estos resultados en muestras de sangre periférica de individuos con demencia 
(Fransquet et al., 2020). En este estudio se detectaron alteraciones en la metilación en genes 
como el que codifica para el factor neurotrófico derivado del cerebro, BDNF, relacionado con 
procesos de proliferación, diferenciación y supervivencia neuronal; APP, que codifica para la 
proteína precursora del β-amiloide; el gen de la apolipoproteína E, APOE, gen modulador de 
la gravedad de la manifestación de la EA; el transportador mitocondrial, TOMM40 y el gen 
de respuesta al estrés neuronal, PIN1. Las alteraciones identificadas en los patrones de 
metilación y/o expresión de estos genes pueden relacionarse con la acumulación de β-
amiloide, estrés oxidativo y regulación defectuosa de los procesos de sinapsis y proliferación 
neuronal (Fransquet et al., 2020). 
25 
 
Otro estudio ha corroborado también patrones cambiantes de metilación y expresión 
del gen BDNF a lo largo de la progresión entre el deterioro cognitivo leve (DCL) y la EA. En 
un estudio muy reciente realizado en muestras de sangre periférica de 162 pacientes con EA y 
86 con DCL, se ha identificado un patrón de expresión de este gen mucho menor en las 
muestras de EA que en DCL (Kouter et al., 2023). El estudio indica que la expresión de 
BDNF disminuye a lo largo de la progresión de la EA, lo que puede relacionarse con el 
deterioro en los procesos de neurogénesis y proliferación neuronal durante el desarrollo de la 
enfermedad. 
En varios de los estudios consultados se identifica un patrón de hipometilación en el 
gen de la Peptidasa M20 domain-containing protein 1 (PM20D1), tanto en muestras 
cerebrales como en sangre periférica de individuos con EA (Bahado-Singh et al., 2023; Li et 
al., 2021; Sanchez-Mut et al., 2020; Silva et al., 2022a; Wang et al. 2020). La proteína 
codificada por el gen PM20D1, además de sus implicaciones metabólicas, también tiene un 
papel importante en cuanto a neuroprotección (Li et al., 2021; Sanchez-Mut et al., 2020; 
Wang et al. 2020). En muestras cerebrales y de sangre periférica de pacientes con DCL a 
moderado (DCM), consideradas como etapas previas a la EA, se ha identificado una 
disminución de la metilación de PM20D1 como marcador de la transición de DCL a DCM 
(Li et al., 2021). En otro estudio, analizando muestras de tejido cerebral, se confirma un 
patrón de hipometilación de PM20D1 en pacientes con EA, que conlleva a un aumento de la 
expresión del gen. Esta sobreexpresión se correlacionaba con la acumulación de β-amiloide y 
procesos oxidativos, de manera que los autores sugieren que el aumento de la expresión de 
PM20D1 tiene una función neuroprotectora en respuesta a la toxicidad neuronal (Sanchez-
Mut et al., 2020; Wang et al., 2020). Además, apuntan que una hipermetilación de este gen 
puede acelerar la progresión de la EA, mientras que una hipometilación puede retrasarla 
(Sanchez-Mut et al., 2020). Por otro lado, mediante la comparación de la expresión de dicho 
26 
 
gen en hombres y mujeres, se observó que se encuentra sobreexpresado principalmente en 
hombres (Silva et al., 2022b). 
La progresión de la hipometilación y consecuente aumento de expresión del gen 
PM20D1 a lo largo de la progresión de la demencia también se ha visto en un estudio de 
control y seguimiento. En este estudio participaron 34 ancianos mayores de 70 años de edad 
sanos a los que se les hizo un seguimiento durante 4 años. Durante este tiempo, algunos 
pacientes desarrollaron DCL e inicio de proceso de demencia (Fernández et al. 2022). Se 
compararon los patrones diferenciales de metilación y expresión de genes al inicio del 
seguimiento en todos los individuos (día 1) y tras los 4 años de seguimiento en individuos 
sanos y en proceso de demencia. El estudio indica que el gen PM20D1 se encuentra menos 
metilado y más expresado a lo largo del deterioro generado durante el proceso de demencia 
(Fernández et al. 2022). Además, se ha visto también una hipermetilación del gen HOXB6, 
que se identificó como biomarcador de EA en estudios anteriores. Este gen se encuentra 
asociado a la tasa de deterioro cognitivo en la EA, de manera que su hipermetilación conduce 
a una aceleración de dicho proceso (Li et al., 2021). 
Algunos autores han visto un patrón de hipometilación, y, por tanto, sobreexpresión 
del de la ATP-binding cassette, subfamilia A2 (ABCA2), tanto en muestras cerebrales como 
en sangre periférica (Hu et al., 2017). Este gen codifica para una proteína transportadora que, 
entre otras funciones, tiene un papel como protector cerebral en procesos de toxicidad a nivel 
de la barrera hematoencefálica. Algunos autores confirman estudios más antiguos en los que 
identifican la hipometilación de ABCA2 desde estadios iniciales de DCL, y se asocia, en 
períodos más tardíos, con la acumulación de β-amiloide y fosforilación de proteína tau (Hu et 
al., 2017). Sin embargo, no está claro si la sobreexpresión de este transportador tiene un papel 
de respuesta neuroprotectora, como en el caso de PM20D1, o si interviene en la progresión de 
la enfermedad. 
27 
 
En estudios previos se ha observado que la hipermetilación y consecuente descenso en 
la expresión del gen que codifica para la fosfatasa dual específica 22 (DUSP22) se asociaba 
con la EA (Li et al., 2021). Sin embargo, estudios más recientes han identificado que es la 
hipometilación y el aumento de expresión del gen lo que induce la hiperfosforilación de la 
proteína tau en el desarrollo de la patología (Guemri et al., 2022; Li et al., 2021). 
Los estudios más recientes combinan los datos de estudios previos y elaboran un 
metaanálisis generando una “firma epigenética” para EA. (Chen et al., 2022; Rahman et al., 
2021; Silva et al., 2022a). Estos análisis incluyen muestras de sangre periférica (Chen et al., 
2022) o sangre y cerebro (Rahman et al., 2021; Silva et al., 2022b) de multitud de individuos 
sanos de distintas edades y de pacientes con EA. La combinación de datos genera un listado 
de genes (“firma epigenética”) con patrones de metilación significativamente distintos entre 
los individuos sanos y los diagnosticados con EA. Estos estudios resultan de gran importancia 
para identificar los biomarcadores más comunes que puedan servir como pronosticadores del 
desarrollo de la enfermedad en estadios asintomáticos. Las investigaciones que combinan 
muestras de tejido cerebral y sangre periférica presentan una firma más precisa, 
especialmente la de las alteraciones en la metilación que son comunes en ambos tejidos 
(Rahman et al., 2021; Silva et al., 2022b). Esta firma epigenética incluye alteraciones en la 
metilación y expresión de genes que promueven procesos neuroinflamatorios, estrés 
oxidativo e interfieren en los procesos de neurogénesis, diferenciación y protección celular 
(Chen et al., 2022; Rahman et al., 2021; Silva et al., 2022b) 
Modificaciones de Histonas 
Además de la metilación del ADN, existeotro mecanismo epigenético que influye en 
la expresión de los genes, relacionado con la estructura de la cromatina. La cromatina es una 
estructura condensada de ADN, ARN e histonas, que son las proteínas que mantienen esta 
estructura compacta. Modificaciones en las histonas alteran la estructura de la cromatina en 
28 
 
ciertas regiones, haciéndola más compacta o más laxa, reprimiendo o activando la expresión 
de genes, respectivamente. En la EA, las alteraciones más comúnmente identificadas ocurren 
en la acetilación y en la metilación de histonas (Plagg et al., 2015; Rahman et al., 2021). 
En un estudio en el que se comparaban monocitos de individuos sanos con DCL y 
EA, se ha identificado un patrón diferente de acetilación de la histona H4. Concretamente, 
encontraron que la histona H4 se encontraba significativamente más acetilada en monocitos 
de individuos con DCL que en los de personas sanas o con EA (Plagg et al., 2015). Los 
autores concluyen que la acetilación en un residuo concreto de la histona H4 (H4K12) 
aumenta la expresión de genes que promueven procesos neuroinflamatorios previos al 
desarrollo de la EA. Además, este aumento en la acetilación de la histona H4 ocurre 
solamente en períodos de DCL previo al inicio de la EA, por lo que consideran que es un 
buen biomarcador precoz de la enfermedad (Plagg et al., 2015). 
Un análisis integrativo que combinaba muestras de cerebro y sangre periférica de 
individuos sanos y con EA mostraba un patrón de metilación de histonas H3 y H4 que 
influían en la expresión de genes relacionados con procesos cognitivos (PDE4D), 
neurogénesis (GLN2) e inmunidad cerebral (WDR1), entre otros (Rahman et al., 2021). 
ANRs no Codificantes 
Este mecanismo epigenético altera la producción de la proteína a nivel post-
transcripcional. Los más estudiados son los microANRs (miARNs), que alteran la síntesis de 
proteína interaccionando con el ARNm. La sobreexpresión de los miARNs, aumenta su 
interacción con el ARNm, degradándolo y disminuyendo la síntesis de proteína. Por el 
contrario, una baja expresión de miARN apenas altera la síntesis de proteínas. Diversos 
estudios han descrito alteraciones en la expresión de ciertos miARNs en individuos con EA 
(Denk et al., 2015; Jain et al., 2019; Rahman et al., 2021). 
29 
 
Uno de los estudios más completos para la identificación de patrones de expresión de 
miARNs alterados en EA tomó los datos de 2585 miARNs únicos de la base de datos 
miRBase-21, que contiene la secuencia de todos los miARNs publicados (Denk et al., 2015). 
Analizando estos miARNs en líquido céfalo-raquídeo de 28 individuos sanos y 22 con EA, y 
tras efectuar los análisis estadísticos pertinentes, encontraron patrones diferenciales de 
expresión entre individuos sanos y con EA, utilizando los valores de proteína tau y tau 
hiperfosforilada como biomarcadores de EA. Como resultado de estos análisis se 
seleccionaron tres miARNs considerados como “fiables” (miR-100, miR-146a y miR-1274a) 
y 9 “informativos” (miR-103, miR-375, miR-505#, miR-708, miR-4467, miR-219, miR-296, 
miR-766 y miR-3622b-3p.) diferencialmente expresados en individuos con EA (Denk et al., 
2015). Tras incluir los datos de estos miARNs candidatos en la base de datos Ingenuity, que 
aporta información sobre los mecanismos de señalización celular relacionados con los datos 
introducidos, los autores identificaron que estos miARNs se asocian a la síntesis de proteínas 
BACE1 y mTOR, relacionadas con la producción de β-amiloide (Aβ-42) y MAPT, 
relacionada con la fosforilación de proteína tau. Además, mediante un análisis de 
discriminación combinando miR-100, miR-103 y miR-375 fueron capaces de clasificar 
pacientes sanos y con EA, con un 96,4% y 95,5% de precisión, respectivamente (Denk et al., 
2015). 
Otros autores identificaron miARNs alternativos diferencialmente alterados en líquido 
céfalo-raquídeo, cerebro y sangre de individuos con EA, relacionados con procesos 
neuroinflamatorios e inmunitarios (Jain et al., 2019; Rahman et al., 2021). 
Discusión 
Además de los biomarcadores clásicos para la EA, tales como el nivel de acumulación 
de proteína β-amiloide y/o proteína Tau en el cerebro, y las imágenes generadas mediante 
técnicas de neuroimagen, como la tomografía por emisión de positrones (PET) (Alzheimer’s 
30 
 
& Dementia, 2018), el estudio de los mecanismos epigenéticos de aquellos genes implicados, 
directa o indirectamente, en la patología subyacente a la EA han permitido el desarrollo de 
importantes biomarcadores que, definidos como aquellas características biológicas que 
permiten medir la actividad cerebral, tanto normal como patológica, pueden consolidarse 
como herramientas fiables en el diagnóstico y pronóstico de esta enfermedad (Alzheimer’s & 
Dementia., 2018). Además de facilitar la detección del riesgo de desarrollo de la patología, 
posibilitan su identificación en periodos asintomáticos, por lo que amplían considerablemente 
las oportunidades de desarrollar tratamientos con mayor potencial terapéutico. 
Tal y como se ha demostrado, el estudio de biomarcadores epigenéticos constituye 
actualmente uno de los principales campos de investigación para el diagnóstico precoz de 
diferentes enfermedades complejas, entre ellas, la EA (Alzheimer’s & Dementia., 2018). Sin 
embargo, para que proporcionen una información fiable respecto a la patología asociada, 
deben cumplir una serie de criterios. Entre ellos, cabe destacar que han de encontrarse 
repetidos en diferentes muestras, las cuales han de ser lo suficientemente grandes y 
representativas; y que los resultados han de ser fácilmente replicables mediante técnicas de 
laboratorio (Jack et al., 2011). De esta manera, es posible asegurar que los hallazgos resultan 
generalizables y no se encuentran sesgados por el tipo de técnica utilizada (Jack et al., 2011). 
Por último, aunque no menos importante, un biomarcador significativamente fiable 
debe estar asociados a los mecanismos fisiopatológicos vinculados a la enfermedad, de 
manera que contribuyan a la realización de un diagnóstico con mayor seguridad (Jack et al., 
2011). 
En el caso de la presente revisión bibliográfica, se han encontrado algunas 
modificaciones epigenéticas vinculadas a procesos estrechamente relacionados con la 
patología subyacente y/o provocada por la EA; entre ellos, neurodegeneración, apoptosis, 
31 
 
plasticidad sináptica, acumulación de proteína β-amiloide y Tau, y neuroprotección (Denk et 
al., 2015; Fernández et al., 2022; Fetahu et al., 2019; Fransquet et al., 2020; Hu et al., 2017; 
Li et al., 2021; Rahman et al., 2021; Sanchez-Mut et al., 2020;). A pesar de que, en algunos 
casos todavía se desconoce la implicación exacta de dichas modificaciones en la enfermedad, 
estos resultados suponen una base sobre la que sustentar futuras investigaciones que 
contribuyan positivamente a la detección de nuevos biomarcadores epigenéticos, así como a 
la mejora de los previamente establecidos en relación a la EA. 
Por otro lado, uno de los biomarcadores que ha mostrado una mayor evidencia entre 
los diferentes estudios se encuentra asociado al gen PM20D1; además, los resultados 
relativos a las muestras en sangre periférica coinciden significativamente con las de tejido 
cerebral (Silva et al., 2022a; Wang et al., 2020), por lo que puede ser considerado un 
biomarcador fiable para la detección y pronóstico de la EA. Sin embargo, a pesar de que la 
mayor parte de la información obtenida relativa a la implicación de este gen en la EA 
apuntaba hacia un patrón de hipometilación en respuesta a los procesos patológicos 
desencadenados en la EA, Wang et al. (2020) afirman que dicho patrón se revierte 
gradualmente a lo largo del proceso de la enfermedad; de esta manera, el patrón 
predominante en etapas más avanzadas es el de hipermetilación. Estos resultados sugieren 
que, a pesar de que al inicio de la enfermedad la hipometilacióndel gen PM20D1 puede 
actuar como un factor protector que contribuya a la ralentización de la patología, en etapas 
avanzadas los procesos anómalos se pueden ver favorecidos y acelerados por la 
hipermetilación de dicho gen. En base a estos resultados, cabe destacar que la hipometilación 
del gen PM20D1 puede consolidarse como un biomarcador potencialmente significativo para 
la EA, dado que los resultados encontrados son consistentes a lo largo de los estudios 
consultados. Sin embargo, es necesaria más investigación respecto al progreso del patrón de 
metilación de dicho gen en relación a esta patología, ya que nuevos hallazgos en esta área 
32 
 
pueden contribuir de manera positiva al desarrollo de tratamientos que, a pesar de no poder 
revertir el curso patológico de la EA, puedan permitan frenar el avance del deterioro, 
actuando sobre aquellos procesos que contribuyen a la neuroprotección, entre ellos, la 
hipometilación de PM20D1. 
Por otro lado, los hallazgos demuestran que hay biomarcadores que, a pesar de que se 
han mostrado significativos entre la literatura consultada, su potencial para la detección 
precoz de la EA es todavía limitada. Un ejemplo es el biomarcador establecido mediante las 
alteraciones en la metilación de BDNF, propuesto por Fransquet et al. (2020) y Kouter et al. 
(2023). A pesar de que este gen podría parecer, a priori, un marcador significativo en la 
detección de la EA, dado que se encuentra asociado a procesos estrechamente implicados en 
esta patología (ej, proliferación y supervivencia neuronal) (Fransquet et al., 2020), es 
necesaria la comparación de estos hallazgos en muestras de sangre periférica con otros 
llevados a cabo en muestras de tejido cerebral o LCR. Sin embargo, ha demostrado buenos 
resultados como predictor en la progresión de DCL a EA (Kouter et al., 2023), por lo que 
estos resultados, pese a no haber sido encontrados en diferentes tipos de muestra, resultan 
prometedores en la detección precoz de esta enfermedad, ya que es posible identificarlos en 
etapas previas a la EA, a pesar de que todavía no existan tratamientos que permitan revertir la 
progresión de DCL a EA. Por tanto, los resultados hallados en relación a la implicación de 
BDNF parecen ser beneficiosos para el proceso de detección precoz de la EA, aunque es 
necesaria más investigación que permita esclarecer la consistencia de dichos hallazgos. 
De igual manera, la detección de H4K12 como biomarcador asociado a la EA permite 
detectar la patología en etapas de DCL (Plagg et al., 2015). Este hecho, asociado a la 
creciente literatura relativa a la implicación de los mecanismos de modificación de la H4 en 
la EA puede acelerar y mejorar el proceso de detección de la enfermedad, contribuyendo, 
asimismo, a la mejora en el desarrollo de nuevas oportunidades terapéuticas. 
33 
 
Por otro lado, de entre los diferentes miARN que se han establecido como 
significativos tras la revisión de la literatura existente, destaca miR-146a entre otros aspectos, 
por su consistencia en los diferentes estudios seleccionados. Además, dicho miARN se ha 
relacionado con procesos patológicos estrechamente asociados a la EA, entre ellos, los 
relacionados con neuroinflamación (Denk et al., 2015). Sin embargo, estos resultados difieren 
de los encontrados por otros autores. Por ejemplo, los hallazgos de Bottero et al. (2019), 
sugieren que el único miARN fiable en la detección de esta enfermedad es miR-335-5p. 
Además, a pesar de que la revisión bibliográfica realizada no se han encontrado 
duplicaciones en los biomarcadores que se han mostrado estadísticamente más fiables, 
pueden considerarse significativos los propuestos por Denk et al. (2015), dado que se han 
encontrado en muestras cerebrales de personas con EA. Adicionalmente, los miARN hallados 
por Jain et al. (2019) han sido relacionados con enfermedades neuropsiquiátricas asociadas al 
estrés, lo que hace latente la necesidad de abordarlos en futuras investigaciones sobre EA, 
con el objetivo de determinar de manera más exacta la implicación en dicha patología. 
Sin embargo, tal y como señalan Denk et al. (2015), la consolidación de miARN 
como marcadores estadísticamente fiables y significativos en la EA requiere de un proceso 
intensivo de replicación de los resultados encontrados, con el objetivo de asegurar su 
fiabilidad, así como un abordaje de los problemas analíticos que pueden surgir durante esta 
búsqueda. Por tanto, a pesar de los esperanzadores resultados encontrados en el campo de 
análisis de los miARN, todavía es necesario más volumen investigativo para poder 
establecerlos como biomarcadores sólidos y estadísticamente fiables. A pesar de ello y 
teniendo en cuenta las discrepancias encontradas, cabe destacar el potencial de miARN-146a 
y los propuestos como fiables por Denk et al. (2015) como biomarcadores para la detección 
temprana de la EA, dado que cumplen algunos criterios de fiabilidad de los biomarcadores, 
previamente citados. 
34 
 
La revisión de la literatura en el presente trabajo ha permitido esclarecer que los 
mecanismos epigenéticos relacionados con la EA son ampliamente complejos y están 
influidos por múltiples factores, entre los que destacan su reversibilidad y la especificidad de 
los mismos asociada al tejido. Por tanto, es extremadamente difícil encontrar resultados 
consistentes a gran escala. A pesar de ello, Fernández et al. (2022) concluyen que las 
alteraciones en el patrón de metilación del ADN observadas en etapas posteriores al 
diagnóstico de EA, están ya presentes en tejidos periféricos, como la sangre, en periodos 
previos a la aparición de síntomas. Estos hallazgos, a su vez, elevan el valor de los 
biomarcadores encontrados para esta enfermedad, dado que amplían considerablemente las 
oportunidades de tratamiento. 
Además, actualmente comienzan a realizarse estudios (Chen et al., 2022; Rahman et 
al., 2021; Silva et al., 2022a), que combinan muestras sanguíneas y cerebrales, diferentes 
análisis estadísticos y grupos poblacionales de diversas edades, de manera que aumenta 
exponencialmente la representatividad de las muestras. Además, estudios recientes incluyen 
muestras adicionales de personas con DCL, que han permitido encontrar hallazgos 
significativos para la detección precoz de esta enfermedad que, mediante la comparación de 
personas sanas con sujetos con EA no hubieran podido ser detectadas. Este es uno de los 
aspectos más importantes a tener en cuenta en futuras investigaciones, dado que, 
independientemente de si los resultados encontrados son significativos o no, positivos o 
negativos, realizan una contribución sólida a la literatura científica. 
Por otro lado, una de las principales limitaciones asociadas a la lentitud en la 
consecución de avances en esta área es que algunas de las técnicas clásicamente utilizadas 
para detectar la presencia de esta enfermedad son altamente invasivas, costosas y difíciles de 
llevar a cabo, dado que utilizan tejido cerebral para su detección; por lo que se suelen realizar 
cuando la persona ha fallecido (Hu et al., 2017). De esta manera, la utilidad de dichas pruebas 
35 
 
en relación a la detección precoz de la EA es relativamente nula. Sin embargo, la detección 
de marcadores surrogados en sangre periférica y en LCR ha aumentado el grado de 
accesibilidad de las muestras necesarias para la detección temprana de la patología, en base a 
la disminución de su invasividad (Hu et al., 2017; Rahman et al., 2021). Además, otra de las 
ventajas de estos marcadores emergentes es la disminución en el coste económico de los 
mismos (Bottero y Potashkin, 2019; Hu et al., 2017). Por tanto, el hallazgo de los 
biomarcadores asociados a la EA en muestras sanguíneas puede consolidarse como el primer 
paso para la el diagnóstico precoz de dicha patología, que propicie la realización de pruebas 
adicionales, y de diferente naturaleza, para obtenerun diagnóstico más fiable y certero. Por 
último, otro de los beneficios de este tipo de marcadores es, en base a lo expuesto, que las 
personas que se han de someter a ellos probablemente se muestren más predispuestas a 
llevarlos a cabo, ya que se reducen considerablemente los perjuicios de las técnicas 
previamente utilizadas. De esta manera, el aumento en la accesibilidad a dichas pruebas 
puede generar, asimismo, mayor evidencia científica que ayude a esclarecer las limitaciones 
previamente citadas. 
Sin embargo, es posible que existan ciertas discrepancias en la comparación de 
resultados encontrados entre muestras sanguíneas y de LCR, por lo que los hallazgos han de 
ser consistentes en ambas muestras, para asegurar la fiabilidad de las mismas y poder 
establecer, de esta manera, biomarcadores más robustos. 
Considerando la metodología y muestras utilizadas en las investigaciones consultadas, 
es necesario destacar que algunas muestran un bajo nivel de inferencia estadística, ya que, tal 
y como comentan los propios autores (Bahado-singh et al., 2023; Denk et al., 2015; Hu et al., 
2017; Jain et al., 2019; Li et al., 2021), el tamaño de la muestra es insuficiente, y las 
características de la población seleccionada muestran una escasa representatividad. Estos 
obstáculos pueden dar lugar a discrepancias en estudios realizados con poblacionales de 
36 
 
diferentes características. Sin embargo, tal y como se ha comentado previamente, las 
investigaciones más recientes muestran una tendencia de corrección de las limitaciones 
asociadas a este hecho. 
Asimismo, Silva et al. (2022b) destacan como principal limitación en relación a la 
metodología, que el patrón de metilación puede ser tanto causa como consecuencia de la 
patología producida por la EA, ya que las muestras utilizadas no pueden ser comparadas con 
otras previas a la enfermedad, debido a que no fueron recogidas. Por consiguiente, a pesar de 
que los resultados obtenidos en los diferentes estudios se muestran fiables y estadísticamente 
significativos, han de ser replicados en muestras más amplias e ilustrativas para poder 
corroborar su potencial como biomarcadores de la EA y poder mitigar las discrepancias 
encontradas entre diferentes muestras poblacionales, así como las restricciones de 
generalización propias de cada estudio. 
Por otro lado, investigaciones recientes ponen en evidencia algunas de las principales 
teorías explicativas de la EA; más concretamente, la hipótesis de la cascada de amiloide que, 
hasta la fecha, es una de las más ampliamente utilizadas en el estudio y divulgación de esta 
patología. Sturchio et al. (2022) sugieren que niveles más altos de péptido Aβ-42 actúan 
como factor protector de las alteraciones características de esta enfermedad. Más 
concretamente, sostienen que una mayor cantidad de Aβ-42 protege en mayor medida que 
bajos niveles de acumulación de placas de β-amiloide y/o de proteína Tau. Adicionalmente, 
Denk et al. (2015) destacan que el nivel de Aβ-42 no es un marcador fiable respecto a la 
neurodegeneración inducida por la EA. Por tanto, estos hallazgos demuestran, una vez más, 
la inestabilidad respecto al conocimiento existente sobre los mecanismos causantes y/o 
subyacentes a esta patología. Resulta necesario esclarecer esta influencia en futuras 
investigaciones dado que algunos hallazgos, entre ellos los encontrados por Jain et al. (2019), 
37 
 
se basan en un nivel positivo de Aβ-42 como criterio de inclusión de los sujetos a la muestra 
de pacientes con EA, por lo que, en base a estas contradicciones, dichos resultados no 
alcanzarían un alto nivel de significación. 
Este factor, añadido a los previamente analizados, supone una gran limitación 
respecto al progreso en el desarrollo de técnicas fiables para la detección precoz de la EA, ya 
que es posible que el conocimiento que se esté generando no esté estrictamente asociado con 
los mecanismos patológicos de esta enfermedad, de manera que la aplicación clínica de 
dichos hallazgos puede no generar los resultados esperados. 
En conclusión, los avances en biomarcadores asociados a los niveles de proteína Tau 
y β-amiloide, así como el progreso conseguido en las pruebas neuropsicológicas y las 
técnicas de neuroimagen han permitido estimar de manera más exacta y fiable el riesgo de 
sufrir una determinada enfermedad, entre ellas, la EA. Igualmente, los biomarcadores 
basados en mecanismos epigenéticos han aumentado considerablemente, tanto en lo que 
respecta a la cantidad de hallazgos como a su utilización. De hecho, en los últimos años, la 
realización de test genéticos que permitan estimar el riesgo de sufrir una determinada 
patología ha aumentado considerablemente, tanto en familias con algún miembro afectado 
previamente como en las que no hay previa presencia de la enfermedad (Galluzzi et al., 
2022). 
Actualmente, los protocolos de asesoramiento genético se basan en los creados para la 
Enfermedad de Huntington (HD), que incluye, entre otras recomendaciones, la consulta de 
los resultados con un profesional de la salud mental (Rentería et al., 2020). Sin embargo, 
algunas variables psicológicas destacables en el proceso de asesoramiento genético pueden, a 
menudo, no ser abordadas de manera profunda, por lo que la atención psicológica brindada al 
paciente puede presentar limitaciones en lo que respecta a su efectividad y cobertura. 
38 
 
Entre dichas variables cabe destacar la autoestima, la resiliencia y/o estrategias de 
afrontamiento, así como la percepción de riesgo de desarrollar la enfermedad del propio 
paciente (Rentería et al., 2020). En base a la importancia social y psicológica de estos 
factores en el manejo de resultados de riesgo positivos para la EA, resulta importante 
reivindicar y trabajar en la generalización de la inclusión de un proceso de acompañamiento 
psicológico simultáneo, de manera que la persona tenga la oportunidad de explorar y trabajar 
el impacto de dichas variables en todos los aspectos de su vida, con el objetivo de minimizar 
las posibles reacciones adversas derivadas. 
Algunos estudios, entre ellos los llevados a cabo por Rentería et al. (2020) y Largent 
et al. (2021), encontraron que las emociones principalmente asociadas a este proceso son 
miedo, tristeza o incertidumbre ante el manejo del estigma asociado a la EA. A pesar de ello, 
dichas emociones no suelen generar efectos adversos destacables en el seguimiento a un año. 
De hecho, incluso suele aumentar la percepción de control y empoderamiento sobre la 
situación, y se trabaja de manera positiva en la planificación del futuro (Rentería et al., 2020; 
Largent et al., 2021). Es posible que el trabajo psicológico a lo largo de este proceso no se 
considere crucial debido, en parte, a conclusiones como las extraídas de estos estudios. Sin 
embargo, se ha comprobado que a medida que llega la edad estimada de inicio de la 
enfermedad, los pacientes tienden a mostrarse más pesimistas (Rentería et al., 2020). Por 
tanto, el acompañamiento psicológico es un proceso necesario que permite disipar, o al 
menos reducir, la sensación de incertidumbre asociada a este proceso. Asimismo, brinda la 
oportunidad al paciente de afrontar el futuro de manera positiva, alentando aquellos cambios 
en el estilo de vida que favorezcan su salud, tanto física como mental, y la de su entorno más 
cercano. 
Adicionalmente, es frecuente la rumiación en torno a temas como el manejo del 
dinero, en base a la necesidad de ahorro para futuros cuidados, la necesidad de depender en 
39 
 
un futuro de un cuidador, o la decisión de pasar más tiempo con la familia, aprovechando que 
todavía están bien (Largent et al., 2021). Por tanto, dado que estas variables psicológicas 
están presentes de manera continua en la vida de las personas que obtienen resultado positivo, 
resulta fundamental el buen manejo emocional de estas situaciones, a corto y largoplazo, 
para favorecer el proceso de toma de decisiones orientada a la salud, que incluye estrategias 
encaminadas a intentar frenar el avance de la patología, o incluso retrasar la edad de inicio. 
Por tanto, queda demostrado que el papel del psicólogo en el acompañamiento de la 
EA resulta fundamental en todo momento, tanto en lo que respecta al trabajo emocional, 
como en el desarrollo y potenciación de estrategias de afrontamiento adaptadas a la situación 
vital y los recursos de cada persona, de manera que se aliente al paciente a realizar acciones 
que permitan enfrentar el riesgo de desarrollar la patología de manera positiva. 
Por otro lado, la investigación afirma que las personas que se enfrentan a un proceso 
de asesoramiento genético no lo perciben de la misma manera que un proceso médico; entre 
las diferencias encontradas destaca, entre otras variables, que la EA se trata de una patología 
con una alta carga emocional y rodeada de incertidumbre, especialmente en lo que respecta a 
la progresión de la enfermedad, las pruebas diagnósticas, la ambigüedad del curso de la 
patología, así como la interpretación del resultado positivo, en base a que el riesgo no es 
determinante (Largent et al., 2021; Visser et al., 2019). Además, teniendo en cuenta que se 
trata de una enfermedad que afecta a la memoria, este desafío cognitivo y emocional se puede 
agravar si el paciente ya presenta problemas cognitivos. Por tanto, estos casos requieren de 
una adaptación de la información, brindando los apoyos necesarios para que pueda ser 
recordada más fácilmente, así como un seguimiento del proceso para intentar reducir las 
consecuencias psicológicas adversas que puedan surgir. 
40 
 
Por consiguiente, el acompañamiento emocional al paciente en el proceso de 
afrontamiento de resultados positivos de riesgo a padecer EA es un factor fundamental para 
intentar garantizar una salud mental óptima, al mismo tiempo que se trabaja en la garantía de 
la salud física, promoviendo, de esta manera, el bienestar integral de la persona. 
Por otro lado, la figura del profesional de la salud mental no solo es importante en la 
persona que recibe los resultados del asesoramiento genético, sino también en aquella 
encargada de comunicarlos. Algunos de los factores clave en el proceso de influencia del 
asesor genético en el paciente son la forma de comunicación utilizada, el nivel de tolerancia a 
la incertidumbre del profesional, o la adaptación de dichas características a las necesidades 
personales del demandante (Visser et al., 2019). Atendiendo a estos resultados, las 
habilidades psicológicas básicas tales como empatía, escucha activa, promoción del bienestar 
emocional, adecuado manejo del estrés y del duelo, así como el acompañamiento de todas 
estas herramientas mediante un lenguaje no verbal adecuado y el respeto a la autonomía del 
paciente son algunas de las variables que resultan fundamentales en este proceso. 
Además, entre los factores relacionados con una mayor satisfacción de la persona 
demandante de asesoramiento genético y un mejor recuerdo de la información cabe destacar 
la participación activa en el proceso y la expresión emocional, que es considerado un factor 
protector de reacciones psicológicas adversas, la presencia de un acompañante y tratar 
aspectos psicosociales y del estilo de vida en la consulta (Guan et al., 2018). Resulta muy 
positivo la verificación por parte del profesional, mediante preguntas directas, de la 
comprensión de los resultados obtenidos y el reflejo de las emociones del paciente (Fruijtier 
et al., 2023), ya que pueden contribuir significativamente a la prevención de reacciones 
emocionales adversas, así como a una mayor predisposición hacia la toma de medidas en 
beneficio de la salud. 
41 
 
Se presupone que, ante la comunicación de resultados de riesgo positivo, las personas 
actuarán en consonancia, realizando cambios en las acciones de su vida cotidiana en 
beneficio de su salud, y a modo de afrontamiento positivo y efectivo de los resultados 
obtenidos. Sin embargo, tal y como destacan Frutjtier et al., (2023), este proceso está 
mediado por un factor fundamental, el recuerdo de la información obtenida, considerado la 
base sobre la que se sustentan las medidas y la forma de afrontamiento adoptada. Por tanto, es 
necesario educar a los profesionales encargados de la comunicación de resultados, ya que este 
procedimiento tiene un gran impacto en el proceso, físico y psicológico, posterior. En 
consecuencia, la figura del profesional de la salud mental ha de estar presente desde el inicio 
del proceso, llevando a cabo diferentes funciones, como es, en este caso, la formación al 
equipo profesional encargado de la intervención en primera persona con los consultantes, o el 
trabajo emocional relativo al proceso de responsabilidad del asesor genético. 
En conclusión, queda demostrado que la figura del psicólogo es imprescindible en un 
proceso de asesoramiento genético por sus diversas implicaciones, entre las que destacan el 
apoyo en el afrontamiento de reacciones psicológicas adversas, tales como estrés, ansiedad, 
miedo hacia el futuro o tolerancia a la incertidumbre, el acompañamiento en el proceso de 
toma de decisiones, tanto a la persona demandante como a la familia. 
Conclusiones 
1) El presente trabajo evidencia que el estudio de los mecanismos epigenéticos 
asociados a la EA ha permitido ampliar el conocimiento de los procesos fisiopatológicos 
que ocurren en periodos asintomáticos de esta enfermedad. Esto aumenta las 
posibilidades de detección precoz de la misma y abre posibilidades de un tratamiento más 
eficiente que los actuales. 
2) La búsqueda de biomarcadores epigenéticos es una tarea compleja y existen 
bastantes controversias acerca de su selección. En la actualidad, se están haciendo 
42 
 
grandes esfuerzos por establecer una “firma epigenética” de biomarcadores precoces 
fiables para la EA. Muchos se han identificado ya en muestras de tejido cerebral, líquido 
céfalo-raquídeo y sangre periférica. Los biomarcadores detectados en sangre periférica 
son los más útiles, ya que no requieren de métodos invasivos para la toma de muestra. 
3) Está demostrado que la EA está asociada con una gran sensación de 
incertidumbre, por lo que es necesario reivindicar el papel del psicólogo que efectúe un 
buen abordaje del proceso emocional, en beneficio de la salud tanto física como mental 
del paciente y sus familiares. 
43 
 
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