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451 MÚSICA CLÁSICA-CONTEMPORÁNEA Y MEDIO CINEMATOGRÁFICO: PROCESOS DE MUSICALIZACIÓN EN EL CASO ESPAÑOL (LOS CONCIERTOS-PROYECCIÓN DEL TEATRO DE LA ZARZUELA) Rebeca RÍOS FRESNO Investigador del Fondo Social Europeo Universidad de Valladolid, España Cita: RÍOS, Rebeca. «Música clásica-contemporánea y medio cinematográfico: procesos de musicalización en el caso español (los conciertos-proyección del Teatro de la Zarzuela)». Reflexiones en torno a la música y la imagen desde la musicología española (Matilde OLARTE [ed.]). Salamanca: Plaza Universitaria Ediciones (I.S.B.N. 978-84-86759-02-5), 2009, pp. 451-459. En sintonía con algunas ideas que sobre musicalización avanzó Michel Chion en su celebrado manual La musique au cinéma a propósito del caso francés1, el objetivo del presente texto es realizar un acercamiento a la significación que adquieren los procesos de musicalización de películas preexistentes en cuanto redefinitorios de las relaciones funcionales y expresivas que la música establece respecto a las imágenes cinematográficas. Los ejemplos que vertebran esta reflexión se circunscriben al ámbito español al tomar como referencia los conciertos-proyección programados anualmente por el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en los que reconocidos autores nacionales presentan anualmente una banda sonora musical compuesta expresamente para acompañar metrajes clásicos anteriores a la llegada del sonoro. A partir de esta iniciativa se desarrolla una breve reflexión en torno a la consideración de estos procedimientos como espacios marginales a medio camino entre el lenguaje musical cinematográfico y el tradicional repertorio de concierto, siempre con la música clásica-contemporánea como telón de fondo. INICIATIVA DEL TEATRO DE LA ZARZUELA: MUSICALIZACIÓN DE PELÍCULAS MUDAS En colaboración con la Fundación Caja Madrid y la ORCAM (Orquesta y Coros de la Comunidad Autónoma de Madrid), desde el año 2000 el Teatro de la Zarzuela organiza con una periodicidad anual una sesión cinematográfica denominada concierto- proyección. En este ciclo, la visualización de películas es acompañada por la interpretación en directo de sus respectivas bandas sonoras musicales a cargo de una 1 CHION, Michel. «Nouvelles musiques au service du muet» en La musique au cinema. Fayard: 1995, pp. 176-1780. 452 orquesta sinfónica, una labor que hasta el momento de redacción del presente texto, ha recaído únicamente en la Orquesta de la Comunidad de Madrid bajo la batuta del director José Ramón Encinar en la mayor parte de las ediciones realizadas. En las tres primeras sesiones, celebradas del año 2000 al 2003, fueron interpretadas partituras de grandes compositores consideradas ya clásicas dentro del corpus musical cinematográfico. Entre otras, la de Dmitri Shostakóvich para Das neue Babylon (Gregory Kozintsev, 1928), la de Erik Satie para Entr’acte (René Clair, 1924) o la de Darius Milhaud para La p’tite Lilie (Alberto Cavalcanti, 1927). De este modo el espacio escénico del teatro se transformó, no sin cierta nostalgia, en alguna de aquellas salas de principios de siglo XX en las que la proyección de la película era acompañada en directo por una interpretación musical de carácter sinfónico2. A diferencia de los efectos sonoros del órgano Wurlitzer o de los arreglos ambientales recopilados en las Kinothek o en los Cue Sheets, la participación de reputados autores en el sistema cinematográfico mediante la composición de piezas destinadas a acompañar los metrajes de cine mudo fue progresivamente en ascenso a partir de 1908. Esta fecha histórica, en la que Camille Saint-Saëns recibió el encargo de componer una música original para la película L’Assassinat du Duc de Guise (André Calmettes)3, supuso el encuentro de dos manifestaciones técnico-artísticas que han escrito conjuntamente, con más o menos fortuna según los casos, un fructífero capítulo de la estética contemporánea: la cinematográfica y la musical. Retomando la iniciativa de la Zarzuela, en su cuarta edición dio un giro arriesgado por lo que de novedad supuso en el marco de la programación habitual de música clásica en los espacios de concierto más importantes del territorio español. La redefinición consistió en encargar a autores ya consagrados de nuestro país la composición de obras originales que acompañasen la proyección de películas clásicas representativas del período mudo, siguiendo de este modo el camino de las primeras ediciones. El encargado de inaugurar esta “nueva etapa” fue José María Sánchez Verdú con una 2 A tenor de la recopilación documental llevada a cabo por Josep Lluís i Falcó respecto al asociacionismo musical en España, la presencia de orquestas acompañando a las proyecciones cinematográficas de principios de siglo XX no fue en modo alguno una circunstancia eventual. Parte de los resultados de la investigación de Lluís i Falcó fueron presentados en la ponencia «El compositor de cine en España y el largo camino hacia el corporativismo: de los sindicatos musicales de la etapa muda hasta Musimagen» en el marco del IV Simposio Internacional «La creación musical en la banda sonora» celebrado en Salamanca del 24 al 26 de noviembre de 2008. 3 En ese mismo año Edmund Meisel escribió una partitura original para Berlin, die sinfonie der grosstadt (Walter Ruttmann). Circunstancialmente los primeros metrajes se estrenaron con acompañamientos musicales propios compuestos expresamente para las películas, sin embargo en escasas ocasiones éstos realizaron el mismo recorrido que la cinta. De forma general las partituras originales eran sustituidas en las salas de proyección por ambientaciones condicionadas en cada por los medios técnicos y humanos disponibles. De cualquier modo, fue Saint-Saëns el primer compositor del ámbito clásico que participó en una producción cinematográfica. En el cuerpo del texto se destaca como pionero puesto que el capítulo se refiere exclusivamente a la vertiente clásica de la música dejando a un lado tanto las variantes populares como las gestadas en el oficio cinematográfico. 453 partitura compuesta para Nosferatu, eine symphonie des grauens (Friedrich W. Murnau, 1922). Tras él, colaboraron en el proyecto Carlos Cruz de Castro con un trabajo aplicado a la película Berlin, die sinfonie der grosstadt (Walter Ruttmann, 1927), Jorge Fernández Guerra en Don Quichotte (Georg W. Pabst, 1933), Marisa Manchado en La passion de Jeanne D’Arc (Carl T. Dreyer, 1928) y Carlos Galán en Gösta Berligs saga (Mauritz Stiller, 1923). El último en presentar su obra dentro de este ciclo fue José Luis Turina, quien en mayo de 2008 estrenó una suite para orquesta sinfónica titulada Tour de Manivelle basada en cinco metrajes en los que, con diferentes niveles de participación, trabajó el cineasta Segundo de Chomón. En la Temporada 2008-2009 el autor madrileño cederá el testigo a Jesús Torres, quien presentará una banda sonora musical compuesta para Faust (Friedrich W. Murnau, 1926). Como puede apreciarse, todos ellos forman parte de los imprescindibles de la música contemporánea española; son los compositores más exportables de este país cuyos nombres engrosan los manuales de nuestra historia musical más reciente. A excepción de trayectorias profesionales inusuales como la de Jordi Sabatés, dedicado a la musicalización de películas mudas desde principios de la década de los noventa, la participación de compositores españoles en este tipo de procesos de sonorización ha sido infrecuente, por no decir prácticamente inexistente. Por este motivo la iniciativa del Teatro de la Zarzuela, además de ser interesante en tanto gestión cultural, resulta sugerente para el investigador ya que supone un tímido pero firme inicio de colaboración entre la música clásica-contemporáneay el medio cinematográfico en unos términos desatendidos hasta el momento en el ámbito español4. COMPOSICIONES PARA UN METRAJE PREEXISTENTE: REFLEXIÓN SOBRE LOS PROCESOS DE MUSICALIZACIÓN En el campo del audiovisual o, mejor dicho, de la “audiovisión” en términos de Michel Chion o de la “audiovisualización” según definición de Jaume Radigales5, existe una interacción entre el sonido, no exclusivamente musical, y la imagen. Desde sus inicios a finales del siglo XIX, el cinematógrafo fue concebido como distracción visual y sonora en la línea de ciertos números de ilusión óptica con carácter fantástico como la linterna o 4 Dejando a un margen el número creciente de re-sincronizaciones (nunca de compositores españoles) proyectadas en festivales, encuentros de carácter científico y eventos culturales de diversa índole, es destacable que en los últimos años varios centros nacionales caracterizados por una marcada intencionalidad multidisciplinar, tales como el Círculo de Bellas Artes de Madrid o el Instituto Valenciano de Cinematografía, hayan incluido esporádicamente en sus programaciones iniciativas similares a la llevada a cabo por el Teatro de la Zarzuela, lo que parece reflejar el creciente interés que estas prácticas suscitan dentro de las actividades culturales promovidas institucionalmente. El primero incluyó en su programación del 2008 una de las «recreaciones» cinematográficas del pianista Jordi Sabatés basada en diversas cintas de Segundo de Chomón; mientras que, un año antes, el IVAC había encargado a un ensemble dirigido por Josep Lluís Galiana la creación de una banda sonora musical en tiempo real para la proyección de Nanook of the north (Robert J. Flaherty, 1922). 5 RADIGALES, Jaume. La música en el cine. Barcelona: Editorial UOC, 2008. 454 los espejos mágicos integrados, en algunos casos, en los espectáculos de variedades. Las veladas cinematográficas perpetuaron, por lo tanto, una tradición de entretenimientos visuales en los que nos consta documentalmente la continua presencia de un acompañamiento musical6. En un tiempo récord la disciplina cinematográfica encontró en la música original un espacio a través del cual adquirir cierto rasgo de calidad. En los apenas quince años transcurridos tras la presentación pública del cinematógrafo de Auguste y Louis Lumière, los compositores clásicos pusieron sus conocimientos y su prestigio al servicio del nuevo medio de tal modo que las piezas de autor pronto convivieron con las obras de repertorio adaptadas a las proyecciones. En la actualidad no es habitual que las películas anteriores a 1927 sean presentadas sin acompañamiento sonoro –de manera significativa en las salas de proyección, donde el silencio es especialmente perceptible-. En las ediciones preparadas para los circuitos de distribución la música aparece integrada en la banda sonora; mientras que en las proyecciones públicas, cuando no se hace un uso íntegro de estas copias, digitalizadas ya la mayor parte de ellas, el metraje es acompañado por una interpretación musical generalmente en directo7. En un polémico artículo de Jean- François Rauger publicado en Cahiers du cinéma que hemos recuperado por lo discutible de sus planteamientos respecto a la justificación de los procesos de musicalización8, el autor se posiciona en contra de este tipo de recursos en una época, mediada la década de los noventa, en la que se estaba desarrollando en territorio francés un abierto debate en torno a la legitimación de estas prácticas como tendencias de mercadotecnia: «Efectuada de una manera negligente, la transformación de una película muda en producción sonora muchas veces ha tenido como resultado la desnaturalización de la obra inicial. (…) Hoy en día hay una moda que consiste en presentar sistemáticamente las películas con un 6 ARMELL, Montserrat y Antonio EZQUERRO. «Música e imágenes hasta la llegada del cine (linterna mágica, armónica de cristal, fantasmagorías y teatro de sombras». En Anuario Musical, 58. CSIC: Barcelona, 2003, pp. 279- 353. Para conocer los instrumentos de ilusion óptica que precedieron a la invención del cinematógraco consultar FRUTOS, Francisco Javier. Artilugios para fascinar. Colección Basilio Martín Patino. Salamanca: Junta de Castilla y León y Ayuntamiento de Salamanca, 1999. Este ultimo recoge un texto ilustrativo del desarrollo de las primeras veladas de carácter cinematográfico: «Los componentes de la reunión entraron y ocuparon sus puestos… Mientras esperaban estudiaron sus programas. En primer lugar, una obertura a cargo de la orquesta, seguida de “Los Gleason” en una farsa cómica titulada “El noviazgo de McMonnigal”… A continuación venían una serie de artistas y actores con números especiales, maravillas musicales, acróbatas, malabaristas, ventrílocuos y, por último, la atracción de la noche, el mayor descubrimiento científico del siglo XIX, el kinetoscopio [fotografía animada] (…)». (FRUTOS, 1999: 105-6, cit. NORRIS, Frank. McTeague: A Story of San Francisco. 1989). 7 La autora no tiene constancia de que en España alguna institución haya llevado a cabo proyecciones públicas de películas mudas sin acompañamiento musical siguiendo tendencias como, por ejemplo, la marcada por la Cinémathè francaiçe durante la década de mil novecientos noventa. Al contrario, durante aquel período varios países llevaron a cabo mediante diferentes iniciativas la reconstrucción/ recreación musical de películas mudas, por ejemplo las Giornate del Cinema muto de Pordenone en Italia o la asociación CinéMémoire en Francia. 8 Jean-François Rauger. «Faut-il mettre le cinéma muet en musique?». En Cahiers du cinéma (Serge Toubiana dir.), Paris: Editions de l´Étoile SARL, 1995 (número especial), p. 79. 455 acompañamiento musical en directo, fundamentada sobre la idea de que el cine mudo nunca fue completamente mudo»9. Esta voluntad de acercamiento de los clásicos al gran público que como “moda” aparece vinculada a estrategias de mercadotecnia, es, según Rauger, ilusoria, pues la nueva dimensión estética que el acompañamiento musical confiere al metraje anula cualquier posibilidad de percepción de la intencionalidad artística primigenia al pervertir el discurso cinematográfico original. De manera indirecta, a propósito de la presencia musical, el autor perpetúa el tópico que establece una diferencia entre la obra de arte auténtica y su reproducción técnica. Olvida que, en la sala, la película se “re-produce” continuamente por lo que es ficticio apelar a la existencia de una producción genuina. Walter Benjamin definió el aura de una obra artística como «la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)», manifestando sus ideas sobre el valor cultural en base a categorías de percepción espacio-temporales. Según esta interpretación, la producción cinematográfica adquiriría por ende cierto signo “aurático” debido, paradógicamente, a la permanente efectividad en su reproducción10. Todos los parámetros fílmicos son “revisitados” por el público en cada proyección, incluido el sonoro. Un ejemplo, quizás extremo, de la redefinición este parámetro sería la supuesta voluntad expresada por el cineasta Sergéi Eisenstein de que cada diez años los compositores más vanguardistas del momento pusiesen música a Bronenósets Potyomkin (1925) de tal modo que, a lo largo del tiempo, la película mantuviese vigente su ideario político mediante la adaptación cultural de sus postulados estéticos. La interpretación de la película en términos musicales sería, por lo tanto, perfectamente lícita en cualquier formato en el que se presentase y su validez como complemento estilístico vendría avalada en un estadio posterior según su adecuación al metraje en base a diferentes criterios de funcionalidad. Como hemos visto, ciney música son dos manifestaciones artísticas que se adecúan mutuamente con una eficacia espacio-temporal reiterada en cada proyección, trascendiendo límites geográficos y temporales. El particular lenguaje musical acomodado a las exigencias del medio cinematográfico conserva cierta autonomía expresiva pero, con frecuencia, suele perder parte de sus cualidades cuando se desliga de la imagen y se presenta dentro de un repertorio de concierto debido a que adolece 9 Traducción de la autora. Cita literal: «Négligemment effectuée, la transformation d´un film muet en production sonore a souvent eu pour résultat de dénaturer l´oevre initiale. (…) Il est aujourd´hui une mode, qui consiste à presenter systématiquement des films avec un accompagnement musical en direct, fondée su l´idée que le cinema muet ne fut jamais complètement muet» (Rauger, 1995: 79). 10 BENJAMIN, Walter. La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica. Buenos Aires: Taurus, 1999. 456 de las características funcionales y, por lo tanto, del sentido general, determinantes en su praxis. Según la tesis sostenida por Valls y Padrol, son escasas las partituras fílmicas de compositores clásicos en las que es reconocida una perdurabilidad más allá del espacio de la sala de proyección, no sólo como mera evocación fílmica11. Entre las pocas destacadas por los autores se encontrarían como principales exponentes varias de Sergéi Prokófiev para películas de Eisenstein y la de Arthur Honegger para La Roue (Abel Gance, 1923). Apenas unos cuantos ejemplos más cuya dinámica se repite en el caso español. A excepción de las creaciones de algunos autores como Manuel Balboa12, el resto de compositores curtidos en el ámbito clásico (García Abril, Critóbal Halffter, Xavier Montsalvatge, Josep Maria Mestres Quadreny, Luis de Pablo, Carmelo Bernaola, etc.) han realizado excelentes incursiones en el lenguaje fílmico sin que, sin embargo, sus producciones hayan pasado a engrosar la lista de obras habituales en los repertorios de concierto. La descontextualización de la banda sonora musical constituye una de las multiples problemáticas generadas en torno al discurso musical cinematográfico13. A este respecto, Jaume Radigales escribe: «(…) es difícil estar de acuerdo con los conciertos (la mayoría sinfónicos) que incluyen música escrita para el cine. Porque, aunque nos duela, haría falta plantearse hasta qué punto la música escrita para una película es válida más allá de su uso en pantalla. Por mi parte, dudo de esta validez, precisamente por la carga icónica que impregna una partitura, que siempre sera functional y estará vinculada a unas imágenes»14. La idea parece ser motivada por el hecho de que el fín de la creación musical cinematográfica no consiste en la perdurabilidad como obra de arte de la pieza compuesta, sino en servir a la acción filmada. «(…) el parámetro para medir la música de cine», comenta García Abril, «no puede ser el mismo que el de mi obra sinfónica»15. Sin embargo, en el caso ejemplificado por los conciertos-proyección de la Zarzuela es preciso repensar esta afirmación que aceptaríamos sin vacilar aplicada a cualquier análisis de una banda sonora musical compuesta siguiendo los cánones de planificación tradicional (preproducción, producción, postproducción) por un especialista en el medio, es decir, por un autor cuyo oficio consista en la composición de bandas sonoras, combinado o no con la producción de música sinfónica, camerística, escénica, etc. Un 11 VALLS, Manuel y Joan PADROL. Música y cine. Barcelona: Ultramar Ediciones, 1990. 12 Ver VILLAR-TABOADA, Carlos. «”Una marea de resonancias”: Estrategias narrativas en la música cinematográfica de Manuel Balboa» en este mismo volumen. 13 Muchas de ellas aparecen abordadas en el libro de OLARTE, Matilde. La música en los medios audiovisuales. Salamanca: Plaza Universitaria Ediciones, 2005. 14 RADIGALES, 2008: 22. 15 PADROL, Joan. Pentagramas de película. Entrevistas a grandes compositores de bandas sonoras. Madrid: Nuer Ediciones, 1998, p. 103. 457 discurso en torno a los procesos musicalizadores de películas preexistentes precisaría de la consideración de dos factores primordiales: el primero, la existencia previa de la película, circunstancia que altera el proceso compositivo habitual de la música cinematográfica; el segundo, la participación de un compositor de concierto, digámoslo así, con una trayectoria estética más o menos definida reflejada en un corpus de obras reconocido social e institucionalmente. Respecto a la primera cuestión, el autor parte de una película preexistente y de la información documental relacionada como únicas fuentes de información anteriores a la creación musical. Más allá del pleonasmo diegético identificado en términos comerciales como una suerte de reconstrucción musical, las posibilidades de interacción entre los planos visual y sonoro son significativamente reducidas ya que el compositor se enfrenta a una narración cerrada con una estética definida que debe complementar siguiendo diferentes grados de articulación sincrónica o, procedimiento inusual, formular de nuevo aún sin cambiar el paradigma deleuziano, pues el sonido seguiría actuando como referente externo de la imagen16. Es importante advertir que en la mayor parte de los casos en los que se aplica una musicalización la película suele ser un clásico consagrado y, por este motivo, las posibilidades de intervención que la música pudiera ejercer sobre ella son aún más limitadas17. En cuanto al segundo factor, el referido al perfil del compositor, es necesario tener presente que en este tipo de iniciativas los gestores culturales suelen buscar dentro del mercado musical un nombre preeminente cuyo prestigio sea equiparable al reconocimiento de la película como “gran clásico”, “obra de arte cinematográfica”, etc. En los procesos de musicalización el compositor suele enfrentarse, por lo tanto, al cometido cinematográfico desde la perspectiva de su propia trayectoria artística reflejando el universo técnico y estético que le identifica estilísticamente como creador particular. Cuando, por ejemplo, Turina de Santos sonoriza los metrajes de Chomón, imprime al desarrollo fílmico las estrategias compositivas procedentes de la tradición musical histórica (tales como la cita, la evocación o el uso de formas clásicas) que vertebran su producción, sin abordar la tarea desde unas rígidas pautas lingüísticas cinematográficas; esto es, ilustra las acciones en pantalla desde su formación como compositor de repertorio sirviéndose de determinados recursos habituales en la música de cine. La obra resultante, Tour de Manivelle, podría ser valorada como una sinfonía ambivalente que cumpliese su cometido en el espacio de proyección y, desprovista de cronómetro, fuese presentada como pieza de concierto con un origen extramusical siguiendo la estela de la música programática y, por qué no aventurarlo, haciendo viable la posibilidad de una 16 DELEUZE, Gilles. Estudios sobre cine 2. Barcelona: Ediciones Paidós, 1987. 17 Se reducirían a una alteración del metraje como eventual recurso técnico-estético o a una reformulación global de la película. 458 angewandte musik autónoma en los espacios sinfónicos gestada en el ámbito cinematográfico18. En el proceso compositivo para una película preexistente la partitura parece cobrar relevancia como obra autónoma ya que su fin primordial, el de acompañar al metraje, no restringe necesariamente su extensión en otros canales o espacios creativos como el circuito comercial o el concertístico tradicional. Es posible que la incorporación tardía de estas tendencias a la programación cultural española hayan pospuestoen nuestro país su análisis como casuística particular dentro de los sistemas clasificatorios en los que, desde el ámbito científico, se han abordado las relaciones posibles entre música clásica y medio cinematográfico, así como el debate que le es implícito en tanto singular articulación conceptual en la que se conjetura viable la controvertida disociación de imágenes y partituras. Sin más pretensión que la de trasladar al caso español algunas anotaciones en torno a los procesos de musicalización contemporáneos, las problemáticas y perspectivas que en estos recursos vislumbra el investigador hacen del tema un sugerente espacio de reflexión pendiente de desarrollo en los márgenes del lenguaje musical cinematográfico. ANEXO: CICLO CONCIERTOS-PROYECCIÓN 2000-2009. TEATRO DE LA ZARZUELA (MADRID) *Nota: Todos las ediciones han sido interpretadas por la Orquesta de la Comunidad de Madrid EDICIÓN / TEMPORADA PELÍCULA DIRECTOR MÚSICA DIRECTOR MUSICAL I 1999-2000 Das neue Babylon (1928) Gregory KOZINTSEV Dmitri SHOSTAKOVICH (1928-29) José R. ENCINAR II 2000-2001 Entr’acte (1924) René CLAIR Erik SATIE (1924) La p’tite Lilie (1927) Alberto CAVALCANTI Darius MILHAUD (1927) Un perro andaluz (1929) Luis BUÑUEL Wolfgang RHIM (1984) José R. ENCINAR III 2001-2002 The General (1926) Buster KEATON Carls DAVIS (1987) José R. ENCINAR IV 2002-2003 Nosferatu, eine symphonie des grauens (1922) Friedrich W. MURNAU José M. SÁNCHEZ VERDÚ (2003) * Estreno mundial José R. ENCINAR 18 Sobre el concepto angewandte musik o música aplicada acuñado por Hanns Eisler ver ADORNO, Theodor y Hanns EISLER. El cine y la música. Madrid: Editorial Fundamentos, 1976; VIEJO, Breixo. Música moderna para un Nuevo cine. Eisler, Adorno y el Film Music Project. Madrid: Akal, 1998. 459 V 2003-2004 Berlin, die sinfonie der grosstadt (1927) Walter RUTTMANN Carlos CRUZ DE CASTRO (2004) * Estreno mundial Joan CERVERÓ VI 2004-2005 Don Quichotte (1933) Georg W. PABST Jorge FERNÁNDEZ GUERRA (2005) * Estreno mundial José R. ENCINAR VII 2005-2006 La passion de Jeanne d’Arc (1928) Carl T. DREYER Marisa MANCHADO (2006) * Estreno mundial Carlos CUESTA VIII 2006-2007 Gösta Berligs saga (1923) Mauritz STILLER Carlos GALÁN (2007) * Estreno mundial Carlos GALÁN IX 2007-2008 Creation de la Serpentine (1909) Segundo de CHOMÓN Le Chat Botté (1903) Ferdinand ZECCA * Color: CHOMÓN Petit-Poucet (1909) Segundo de CHOMÓN Aladino y La Lampe Merveilleuse (1906) Albert CAPELLANI * Fotografía: CHOMÓN Danses Cosmopolitas à Transformation (1902) Georges MÉLIÈS (atr.) * Color: CHOMÓN José L. TURINA (2008) Tour de Manivelle * Estreno mundial José R. ENCINAR X 2008-2009 Faust (1926) Friedrich W. MURNAU Jesús TORRES (2009) * Estreno mundial José. R. ENCINAR
Contenido de Estudio
Efrain Alberto Nieves Maldonado
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