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Tradição do Marco na Narrativa

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Ángela MORALES. La tradición del marco de la novela cort...-
La tradición del marco de la novela corta 
y la justificación de la ficción en el 
Renacimiento 
Ángela Morales 
CENTRAL CONNECTICUT STATE UNIVERSITY 
LA NOVELA CORTA DEL Siglo de Oro presenta, desde las Ejemplares cervantinas, la 
particularidad de aparecer dentro de una estructura superior que las engloba y no como 
novelas sueltas. La característica formal que otorga más singularidad al género es la de la 
presencia de una historia marco1
: la situación narrativa inicial convida a la narración de otros 
relatos, que, fuera de esta estructura, serían meras historias independientes. En este trabajo 
quisiera presentarles algunas ideas acerca de la manera en que la estructura del marco 
permitió a los narradores del seiscientos dar respuesta a problemas que afectaban a la 
narrativa de ficción: respaldar la legitimidad de la novela de aventuras de asunto amoroso que 
el lector asociaba con la tradición del Decamerón y, de otro lado, conseguir el tan preciado 
requisito de verosimilitud. Para ello empezaré remitiéndome a la tradición de los relatos 
cortos que desemboca en el Renacimiento. 
Los antecedentes más antiguos del esquema narrativo que inserta narraciones dentro de 
una estructura englobadora se hallan en El Satiricón2 y en El asno de oro3
, ya que ambas 
incluyen narraciones cortas. Dentro de la literatura clásica occidental, la fuente más próxima 
1 Walter Pabst fue el primero en fijarse en el marco narrativo, que analizó como parte de su 
estudio sobre la novela corta (La novela corta en la teoría y en la creación Literaria. Madrid: 
Gredos, 1972). Pabst explica la función del marco como escenario de la antilogía entre la teoría 
de la novela, representada por las poéticas, y la realización novelística. Jenaro Talens ( La 
estructura como teatralidad. Valencia: Universidad de Valencia, 1977) retomó la idea de Pabst, 
pero considera que esa antinomia se produce entre el marco y las narraciones. Talens analiza el 
marco de algunas de las colecciones de novela como lugar donde se inscribe la práctica social de 
la literatura. Para Pilar Palomo, la estructura enmarcadora en la que se integran las novelas cortas 
es de capital importancia , al tema le dedicó el libro en el que describe los diferentes sistemas de 
engarce de relatos, La novela cortesana: forma y estructura. Barcelona: Planeta, 1976. 
2 Nos referimos a la tercera parte, conocida como el Eumolpo, donde aparecen relatos 
insertados. 
3 Apuleyo presenta un entramado de cuentos que, a primera vista, se hilvanan mediante la 
presencia del protagonista o su narración antes y después de convertirse en asno. Pero la técnica 
de Apuleyo logra romper la mera yuxtaposición, porque los cuentos quedan relacionados 
mediante el tema de fondo, el de la crisis generalizada, la injusticia y la degradación. 
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a nuestras colecciones de novelas se encuentra en el extenso pasaje del libro IV de las 
Metamoifosis, de Ovidio4, en el que las hijas de Minyas deciden entretener sus labores 
contando breves narraciones, a resultas de tal intercambio surgieron, entre otras, las historias 
mitológicas de Píramo y Tisbe, y Marte y Venus. 
Por la época de Ovidio, sin embargo, ya había cuajado en la literatura oriental una rica 
tradición de narraciones breves, ligadas mediante una historia-marco. Un temprano ejemplo 
dentro de esta literatura fue el influyente Panchatantra, que data del siglo V antes de nuestra 
era. La situación que prepara el escenario para los relatos viene dada por la relación de fábulas 
que un sabio hace a los hijos de un rey para su formación. Las versiones que llegaron a 
Europa fueron una traducción al latín, Directorium humanae vitae, y otra al castellano, Califa 
y Dimna, procedentes de una traslación anterior al árabe fechada hacia el siglo octavo, Kalila 
wa-Dimnah. Tanto la adaptación árabe como sus descendientes presentan una historia marco 
que es también una fábula. 
En las siguientes centurias, la cultura oriental sigue produciendo obras de este tipo, entre 
las cuales destacan dos colecciones que, como el Panchatantra, consiguieron emerger en la 
literatura occidental: el Bakhtiyar-nama y el Sindibad-nama. El relato de las historias está 
ligado a la supervivencia de uno de los personajes, cuya ejecución se pospone mediante una 
narración que apoya, con un caso paralelo, la culpabilidad o inocencia del acusado. Las 
narraciones incluidas adquieren valor en referencia a la historia marco, por cuanto de su 
capacidad de persuasión depende la vida de un personaje. Lo mismo sucede, si bien se mira, 
en la más difundida entre nosotros, la comunmente denominada Mil y una noches, porque la 
ingeniosa Sherezade trata, como las anteriores, de posponer con sus entretenidos cuentos la 
condena a muerte a manos de Shariar. El modelo narrativo utilizado por María de Zayas 
reproducirá, en cierta medida, siglos más tarde la creación de un marco narrativo en estrecha 
relación con las narraciones insertadas: Lisis decide, tras oír los desengaños narrados, 
cancelar la boda y meterse a monja. 
Uno de los más fructíferos resultados del contacto entre esta tradición oriental de 
colecciones de relatos enmarcados y la cultura occidental lo hallamos en el Disciplina 
clericalis, donde confluye con el exemplum cristiano. Escrita en el siglo XII por el converso 
Pedro Alfonso, el marco consiste en una narración de treinta y cuatro historias por parte de 
un anciano que, viéndose próximo a la muerte, decide aconsejar a su hijo cómo apartarse del 
vicio mediante el ejemplo que se sigue de cada relato, aunque el contenido de muchos de 
ellos desmienta la finalidad piadosa de la obra. De la misma línea surge, dos siglos más tarde, 
el mejor elaborado Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio, cuyos relatos 
sí reflejan las intenciones didácticas expuestas en el marco5
. 
Ésta es la tradición heredada por el Decamerón (1349-51), el modelo narrativo más 
4 Véase Richard L. Hoffmann, Ovid and the Canterbury Tales. Philadelphia: University of 
Pennsylvania Press, 1966. 
5 En la cuentística medieval, tanto el marco narrativo como los relatos ensartados, solían 
tener una finalidad didáctica y moralizante, aplicando el viejo símil medicinal de cubrir la píldora 
amarga con la golosina del deleite. 
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cercano a la novela corta española. Como todos conocen, el pretexto para las narraciones es 
la plaga que asola la ciudad florentina y el deseo de entretenerse contando amenas historias. 
Boccaccio enmarca sus novelas dentro de una situación de desastre, el infierno humano del 
que escapan los diez jóvenes que contarán las historias. Este contexto trágico determina la 
recepción de las novelas y las protege frente a cualquier censura que cuestione la ligereza de 
sus historias; porque, como muy sagazmente escribe Boccaccio en la conclusión a sus 
novelas, ningún prudente lector encontrará nada reprobable en sus cien historias, que han sido 
relatadas en el lugar apropiado, no en la iglesia ni en una escuela de filosofia, sino entre 
jardines amenos, durante un tiempo en el que era lícito que los ciudadanos buscasen 
esparcimiento. 
El marco narrativo le sirve a Boccaccio, de un lado, como estructura que da cohesión a 
los relatos y, de otro, como pantalla que acoge el contenido licencioso de los relatos, mediante 
el contraste entre la situación de horror que da lugar al relato y el carácter liviano de lo 
narrado, produciendo lo que Robert Clements y Joseph Gibaldi6 han denominado efecto 
chiaroscuro (43). 
La presentación de un marco en el que los narradores se cobijan de alguna calamidad 
mediantela relación de deleitosas historias se siguió usando hasta bien entrado el siglo XVII. 
Al clima moral heredado por los autores del seiscientos convenía hacerse eco de un 
entramado que situase la narración de novelitas amorosas dentro de un ambiente de 
esparcimiento legítimo. La intención didáctica que presidía la fórmula del diálogo didáctico 
que solía inspirar el relato de cuentos yuxtapuestos, que utiliza don Juan Manuel y que 
persiste aún en ejemplos del seiscientos, se sustituye poruna función de simple entretenimien-
to dentro de un marco narrativo que dispone narrar historias como parte de una diversión 
honesta y justificada. 
Desde los aristócratas que escapando las inundaciones en los Pirineos llegan a un 
monasterio en el Heptamerón ( 1558) de Margarita de Navarra, hasta la detallada descripción 
del Saco de Roma con que Giraldi abre sus Hecatommithi (1565), o la escena bélica con que 
el prolífico Castillo Solórzano empieza La quinta de Laura (1649), parece que persistió el 
gusto por un escenario diseñado como refugio ameno de una situación de fondo catastrófica. 
Salvo en la mencionada obra de Castillo Solórzano, los autores españoles de colecciones de 
este tipo sustituyen el marco de catástrofe por una situación de incomodidad en la que se elige 
pasar el tiempo intercambiando historias. 
El hecho del que intentan evadirse puede ser el clima, como queda indicado en el título 
de las Noches de invierno (1609) de Antonio Eslava; otro tanto sucede en los Cigarrales de 
Toledo (1624) del comediógrafo Tirso de Molina donde los asistentes a unas bodas idean 
entretenimientos para pasar el calor del verano. Otras colecciones de novelas se proponen 
como remedio mitigar las fatigas de un viaje, en la senda del prestigioso Canterbury Tales 
(1390), tal y como sucede en el Para algunos (1640) de Matías de los Reyes, y los Alivios de 
Casandra, publicada el mismo año por Castillo Solórzano. Con la finalidad de entretener a 
6 Véase su estudioAnatomy ofthe Novella: The European Tale Collectionfrom Boccaccio 
and Chaucer to Cervantes. New York: New York University Press, 1977. 
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la protagonista convaleciente de una enfermedad, se reúnen los invitados de la Primera Parte 
de las Novelas (1637) de Maria de Zayas; mientras que en los Alivios de Casandra (1640), 
otra colección de Castillo Solórzano, y en la obra de doña Mariana de Carvajal, Navidades 
de Madrid (1663), el propósito es el de consolar a la dama respectiva. 
Otras justificaciones para la narración de estas novelitas ligeras, pertenecientes a un 
género de escaso prestigio que se asociaba a la tradición de los novellieri italianos, las 
hallamos en aquellos marcos narrativos que disponen los relatos dentro de un programa de 
fiestas. Nos referimos a las obras que se abren con las celebraciones de carnaval: elDeleytar 
aprovechando (1635) de Tirso de Molina, los Desengaños (1649) de Maria de Zayas, así 
como Tiempo de regocijo y Carnestolendas de Madrid(l627) y Sala de recreación (1649) 
del citado Solórzano. 
Hemos repasado la tradición de relatos cortos heredada por el Renacimiento y cómo el 
empleo del marco narrativo propuesto por Boccaccio propiciaba la justificación de la 
narrativa de entretenimiento en el contexto de un esparcimiento legítimo. Otro de los 
problemas que afectaba a la ficción en prosa del seiscientos era el de atenerse al principio de 
verosimilitud; recordemos la petición de los humanistas de una literatura que se aproximase, 
cuando menos, a lo verosímil para cumplir con su función de mejora del individuo7
• Pues 
bien, la estructura del marco narrativo también ayudaba a resolver esa cuestión porque 
facilitaba la creación de una impresión de verdad de la material narrada. 
Tanto en el teatro como en la narrativa, el resultado de situar una ficción subordinada a 
otra, en el caso de las colecciones de novelas cortas mediante la creación de un marco 
estructurador, logra un efecto de perspectiva, merced a la representación de un espacio que 
permitía, como en perspectiva pictórica mediante la creación del punto de fuga, la existencia 
de una ficción dentro de otra en la que los personajes se convierten en espectadores u oyentes 
de otra comedia o novela. Este hallazgo suponía un logro extraordinario para las artes 
plásticas8 al igual que para las literarias; imaginemos el salto desde la representación lineal 
de los retablos medievales hasta la culminación de la búsqueda de profundidad y perspectiva, 
técnica inaugurada con pintores como Rafael y el Mantegna. 
Volviendo a la novela corta, el lector, por ejemplo, percibirá como más real la historia 
marco y los personajes que intervienen en él, ya que espacialmente se sitúan a medio camino 
entre el lector y las historias insertadas, como otros espectadores que se sumasen, en un plano 
más alejado, a los personajes del marco que escuchan o contemplan las historias. Como 
consecuencia el receptor se acerca a la ficción, participa de ella, con lo cual se consigue el 
7 Los ataques contra la literatura de imaginación aumentaron tras las primeras reuniones del 
Concilio de Trento (1554). A los ataques de los teólogos se sumaron los de los humanistas, 
aunque sus móviles respondían a fines distintos: los humanistas querían una literatura más 
cercana a la verdad. En nombre de la razón y con la autoridad de Aristóteles, propugnaban una 
literatura verosímil y de carácter docente. Como escribe Valdés en el Diálogo de la lengua, aun 
los que escriben mentiras deben hacerlo de tal manera que puedan vender sus mentiras por 
verdades. 
8 Véase Michel Foucault «Las Meninas» en Les mots et les choses. Trad. al español de Eisa 
Cecilia Frost. Madrid: Siglo veintiuno editores, 1974. 
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preciado requisito, frecuentemente aludido por teóricos y autores, de verosimilitud, de 
rea/ida¿. 
La impresión de suceso verdadero obtenida mediante el marco, se podía obtener de 
manera diferente. El modelo más usado por los cultivadores del género consistía en 
establecer una situación inicial que sostuviese juntos los relatos: el marco boccacciano. La 
forma en la que el marco proyecta esta impresión de verosimilitud sobre lo narrado vendría 
de la similitud entre los temas y el ambiente descrito por la situación que da lugar al marco 
y las novelas insertadas. Éste sera el recurso más habitual entre los autores de novelas cortas. 
Los ejemplos más notables de similitud entre el argumento del marco y las historias narradas 
se hallan en las Novelas de María de Zayas, cuya historia inicial contiene un conflicto de 
amor similar al de los relatos insertados, con un triángulo amoroso que se convierte en 
cuadrángulo. Las novelas narradas guardan relación con la historia que las enmarca porque 
sirven para exponer las experiencias de ese tira y afloja de las relaciones amorosas. 
Meriendas del ingenio y entretenimientos del gusto (1663) de Andrés de Prado, 
plantean al inicio una reunión de algunos nobles para acompañar a una dama convaleciente 
al tiempo que se refugian de los rigores del verano. El matrimonio y otras dos damas y 
caballeros ocupan una casa de verano estableciéndose la convencional situación de galanteo 
entre los personajes del marco, que utilizan su gracia narrativa como parte del cortejo. El 
mundo de los personajes del marco apenas se diferencia del retratado en las novelas amorosas 
que se cuentan, los personajes pertenecen a la misma refinada aristocracia, presentan idéntica 
calificación idealista de sus rasgos físicos y viven por y para el amor. 
En la historia amorosa que sirve de engarce a los relatos narrados en Navidades de 
Madrid y noches entretenidas, en ocho novelas ( 1663) de Mariana de Carvajal, se plantea alinicio una situación de triángulo amoroso de cuya evolución nos enteramos en los paréntesis 
entre las novelas. Los personajes participantes en las veladas literarias presentan idénticas 
características a los de los personajes de las novelas que ellos mismos cuentan, impresión que 
se refuerza con los comentarios de los personajes acerca del parecido de sus casos con el de 
las narración que acaban de escuchar10. 
No todos los autores de novelas se valieron del marco boccacciano. La situación que 
acoge los relatos podía ser una sesión académica, tal y como sucede en el Teatro popular de 
Lugo y Dávila (1622) y en el Para todos de su amigo Pérez de Montalbán (1632). En 
cualquier caso, el efecto de perspectiva propiciado por la estructura enmarcadora subsistía y, 
por ende, la impresión de verosimilitud. Otros novelistas se decantaron por una práctica más 
9 Adviértase que en ningún caso estamos insinuando el concepto de realismo, del que 
lógicamente no se puede hablar hasta el siglo XIX, ni tan siquiera en el caso de Cervantes. 
1 O Señores, aunque vuestras Mercedes tienen razón de alabar a esta dama, no excusaré 
decir que nació del temor que tuvo el suceso de Claudia. Aténgome al recato de mi señora doña 
Leonor, pues en dos años que nos hemos gozado en tan honrada vecindad, ha sido menester que 
mi madre enviude para merecer verla en esta sala. Que si Doristea se guardó de don Carlos, fue 
temiendo no ser desgraciada. Mariana de Carvajal. Navidades de Madrid y noches entretenidas, 
en ocho novelas (1663). Ed. Catherine Soriano. Comunidad de Madrid: Clásicos madrileños, 
1993, pág. 118. 
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recatada y arroparon sus narraciones con la cubierta de relatos históricos. Nos referimos a las 
Historias peregrinas y ejemplares (1623) de Gonzalo de Céspedes. No hay una historia 
ficcional que encuadre sus novelas, porque Céspedes y Meneses decide colocar al principio 
de su libro cuatro capítulos titulados Breve resumen de las Excelencias y Antigüedad de 
España, teatro digno de estas peregrinas historias. Cada novela, a su vez, va precedida de 
un capítulo que trata sobre el Origen, fandamento y Antigüedad de la ciudad en la que se sitúa 
la novela11
• Tales descripciones, que sirven de vínculo entre las novelas, son exteriores al 
desarrollo de cada una de ellas y no influyen de manera alguna en su argumento. Tienen 
como función arrojar, con su pretendida historicidad, una luz de verdad sobre las narraciones 
enmarcadas al situarlas en el contexto de hechos históricos admirables que tuvieron lugar en 
esa misma ciudad. Que ésta era la intención de su autor queda probado por los constantes 
llamadas de Céspedes, a lo largo de las narraciones y en el prólogo, al carácter histórico y 
verídico de sus relatos, hasta el punto que su editor moderno Cotarelo y Mori estaba 
convencido de su condición de documento histórico12• 
Para concluir, el marco narrativo en el que se insertan las colecciones de novelas cortas 
del seiscientos resolvía algunos de los problemas que afectaban a los novelistas, a saber, 
justificar el relato de asunto amoroso y, de otro, combinar la admiración con la verosimilitud. 
Y, claro, arreglaba la cuestión de la armonización entre la unidad y la variedad que tanto 
interesaba a Cervantes, pero éste sería asunto de otro trabajo. Como siempre, al hablar de la 
novela del seiscientos, debemos reconocer que a Cervantes no le hizo nínguna falta el empleo 
del marco narrativo boccacciano porque él se las arregló de otras mil maneras para dar 
respuesta a los mismos problemas. Cabe, sin embargo, recordar que el autor del Quijote 
prometió sacar a la luz un libro titulado Las semanas del jardín a la manera de los relatos 
enmarcados, haciéndose quizá eco de la popularidad del género. 
11 Edmond Cros ha descrito (Protée et le Gueux. París: Didier, 1967) este tipo de estructura 
como una construcción en estrella (302). Quizá la imagen nos ayude a visualizar la técnica de 
Céspedes: cada elogio a una ciudad se relaciona con el panegírico central a España; además la 
repetición de este recurso ornamental, diversificado en cada una de las novelas, le da a la 
colección esa figura formal de estrella. 
12Maximiliano de Céspedes y Meneses. Historias peregrinas y ejemplares (1623). Ed. 
Emilio Cotarelo y Mori. Madrid: Colección selecta de antiguas novelas españolas, 1906. Vol. II. 
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