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descomponer El deseo es siempre el modo de producción de algo, el deseo es siempre el modo de construcción de algo1 Mis padres me recuerdan, cuando pequeña, siendo una niña “miedosa”; o como dicen, tratando de cuidar sus palabras, “precavida” o “juiciosa”. No corría en el parque, ni me aventuraba tan fácilmente como los demás niños que iban saltando de una piedra a otra, sin medida ni cuidado. Yo solía pensar y reflexio- nar todo muy bien antes de hacerlo, imaginaba varios escenarios antes de ir a la acción, al paso a dar y cómo proceder para no caerme. Le preguntaba a mi papá cómo saltar de una piedra a otra, cómo tirarme del tobogán o normalmente hacía que él me sostuviera mientras recorría el pasamanos. No por ser precavi- da dejaba de disfrutar los juegos de niña, ni tampoco dejaba de caerme, porque desgraciadamente a pesar de tantos cuidados, también me caí muchas veces. Mis padres, en general, me alentaban para aventurarme, y al final yo les seguía la cuerda. Crecí convertida en un ser medido y que medía. Al caminar calculo los pasos para no tropezarme con nadie, no me gusta parar en los semáforos así que mido la velocidad del paso para alcanzar a llegar en la luz verde. Con el tiempo, aprendí a medir el sonido de mi voz, la calidad de mis palabras, encon- d e s c o m p o n e r f o r m a s - 2 - 1 Guattari, Rolnik, 256. - 3 - tré cómo calcular la forma de hablar y expresarme, para sonar lo más prudente posible. Dividía mi tiempo, para que el tiempo no me dividiera a mí. Me man- tuve en un límite “juicioso”. Y así me definían, como una persona “juiciosa”. *** Partiendo de lo juicioso, lo cuerdo y lo coherente, pienso que se pueden generar procesos interesantes y potentes, que utilicen el lenguaje de la medida, lo puro y lo cuidadoso, pero que al mismo tiempo propongan una ruptura. El peligro del ser “juicioso” es hacer las cosas por cumplir a un otro, enajenarse, si- lenciarse y no arriesgar. Reconocer estas características en mí, significa en otro nivel, alcanzar un momento de sinceridad con mi proceso creativo, ser justa con una búsqueda perpetua por el quehacer del artista y si este es el tiempo de reconocer mis dinámicas personales, ¿por qué no implementarlas en el trabajo? Me permití ser juiciosa; partí de la forma más pura y estable de todas, el cubo. Mientras maduraba las reflexiones sobre el espacio, no tenía otra fuente más cercana y obvia que lo cotidiano, lo real, aquellos espacios con los cuales convivo y me relaciono. Casi todos estos espacios eran cubos descompuestos, hechos de líneas rectas. Grandes contenedores que eran habitados por perso- nas, las cuales tenían objetos, los cuales habitaban dentro de otros cubos/con- tenedores y así infinitamente. “No en vano el propio Le Corbusier al aclarar la seducción que producen estas formas de la geometría pura, … “actúan claramente sobre nuestro sistema senso- rial; seguidamente, desde el punto de vista espiritual, llevan en sí la perfección. Son formas que están generadas por la geometría, y cada vez que encontramos una forma perfecta, experimentamos una gran satisfacción”(El espíritu nuevo en arquitectura, 1925)” 2 Si pensamos en la arquitectura tradicional, podemos reconocer que por un buen tiempo el cubo fue escogido como una de las formas perfectas para construir y diseñar, luego lo retomó el minimalismo como motivo para crear y reflexionar sobre el espacio. En el contexto del arte contemporáneo, la produc- ción en tanto pensamiento e imagen dialoga constantemente con el pasado, un pasado que no es estático, sino que se renueva constantemente en el presente. En este sentido, las imágenes están situadas en contextos llenos de significa- ciones sociales, culturales e históricas, y desde su lenguaje, su problema o su método intentan establecer una comunicación con estos flujos artísticos. Y una vez estén insertas las imágenes, pueden tomar caminos inesperados, escapando del control del artista. El clasicismo abstracto que destilaba el Minimal Art no parece tener sus pre- cedentes más preclaros en el ámbito de la pintura, ni siquiera en el de la propia escultura, sino, curiosamente, en el de la arquitectura. Como recordarán, la llamada de atención sobre la presencia de los sólidos geométricos en cuanto estructuras latentes abstractas fue realizada nada menos que por Le Corbusier en Hacia una arquitectura, uno de los manifiestos pragmáticos más reconocidos de la moderna ortodoxia 3 2 Simón Marchán Fiz, La Historia del Cubo: Minimal Art Y Fenomenología, (Bilbao: Rekalde, 1994),11. 3 Ibid, 9. - 5 - Animada por interactuar con otras disciplinas y pensamientos, decidí utilizar el cubo como base para cuestionarlo y descomponerlo, como alguna vez lo hizo Sol Le Witt al quitarle las aristas. Cortándole pedazos como si hiciera del cubo un pastel, que se divide, se desplaza, se fragmenta horizontal, vertical o diagonalmente, compuesto de infinitas posibilidades. Al final, en esencia, un cubo/cuadrado es el estado más puro de la forma. La primera acción determi- nante, fue considerar el cubo/cuadrado cómo la base y el origen del triángu- lo(pirámide), del hexágono, del trapecio, del rectángulo, del dodecaedro etc… La forma madre de todas, el principio de los principios. *** Al recoger las reflexiones sobre mi pasado, y ubicar en el presente a ese ser me- dido y juicioso, tanto en la esfera personal como en la creativa (aunque a veces resulte complejo separar la vida personal de la vida creativa), me permito afir- mar que al de-construir el cubo, indirectamente me de-construyo a mi misma *** El cubo analiza y contiene el entorno, y así mismo ha sido enteramente ana- lizado. Percibo al cubo como un espacio originario, de donde se parte para la creación de otro espacio, que incluye no solamente medidas, colores y detalles visuales, sino que, al mismo tiempo, es construido y diseñado, reflexionando sobre las formas deseantes del dueño, de aquel que lo habita. Las formas deseantes manifestadas en espacios, se pueden ejemplificar utilizando la imagen de una casa; un cubo construido con el deseo de pro- tección y cuidado, con el ideal de reunir personas en torno al calor. A veces, levantar una casa es construir una familia, que no tiene medidas ni colores, que con el tiempo edifica un espacio social, dispuesto por relaciones, disgustos, empatías y apatías, constituidas en una concepto base, el placer por el cuidar, amar, recoger y resguardar. Aquí se produce un contraste entre lo medido y lo controlable del cubo, y lo inmedible, inclasificable, mutante y cambiante del deseo como concepto y como motivo. Situado en un campo ambiguo, difícil de replicar y de compren- der, el deseo esta socialmente pensado como un impulso, que es personal, nace del individuo y debe manifestar sus más propios e íntimos quereres sobre su mundo y sobre otros seres. No tan fácil de reconocer ese impulso, fácilmente confundible con el capricho, con la obligación y con la costumbre, a veces es difícil saber si el deseo es propio y no de algún otro. Desde su planteamiento el deseo está separado de la realidad, y se vuelve necesario escoger entre el principio de deseo/placer y un principio de realidad/de eficiencia en lo real 4 4 Guattari, Rolnik, 255 - 6 - - 7 - Esta concepción es desencaminada y romantizada. Pues separa al deseo de esferas de lo cotidiano, de lo rutinario, a veces presentándose, como algo difícil de alcanzar, al separarlo de lo habitual, le cierra otras maneras de articulación con la vida. Para entender mejor estos principios, debemos considerar, al deseo, como constructos sociales y unos flujos o devenires, movibles y variables, que posibilitan encontrar otra manera de producir realidades, al preguntarle a las formas deseantes desde los lugares que le han sido indiferentes, para ver cómo actúan, y poder así experimentar con ellas. Propondría denominar deseo a todas las formas de voluntad de vivir, de crear, de amar; a la voluntadde inventar otra sociedad, otra percepción del mundo, otros sistemas de valores 5 . De este modo, el deseo descompone y desubica lo formal - prudente - veraz, propone retos que re direccionan hacia otros caminos, que desde el cubo/ contenedor, como espacio físico en si, no se preguntaría. No es suficiente con descomponer figuras geométricas, el deseo llega a descomponer al espacio mismo, plantearlo desde otras perspectivas; desde la imaginación, lo despliega en posibilidades, unas reales y otras no. Al proponer espacios para amar, crear, olvidar, experimentar la muerte, para el encuentro, el cubo/contendor tradi- cional, se disloca y se propone como un elemento en potencia. 5 Guattari, Rolnik, 255. 26 de seo s - 8 - 2 6 d e s e o s Una herencia imaginaria / invisible Ahora, la máquina de desear es una máquina de trabajar. En ese nivel los flujos de deseo encuentran reservas con capacidad de expresar rebeldía 6. 6 Guattari, Rolnik, 326. Desde hace unos años me convencí de que mi padre, Julio, es un artista. Él aún no lo sabe. Cuando compartíamos momentos observé que él expresaba actitudes y comportamientos que me enseñaban su sensibilidad creativa, y quizá sin querer, esos gestos me fueron direccionado hacia el arte. No se si era su habilidad manual, o si era su paciencia al hacer algún trabajo, o tal vez su ingenio, o su fascinación por las foto agüitas. Cuando niña, siempre me dejaba sorprendida, al mostrarme sus pequeños inventos que hacía de basura, plantas o cualquier cosa que se encontraba. Aprendí a apreciar esos momentos en los que expresaba su carácter creativo y yo me nutría de él. Era domingo, fuimos al parque de Modelia, mientras yo jugaba en el pasamanos, mi padre, inquieto e impaciente, se ponía a dar vueltas para ver si encontraba unas cerezas en algún árbol, para que las pudiéramos bajar juntos, creábamos una herramienta hecha de cualquier cosa encontrada para alcanzar la fruta, ese acto se convertía en una estrategia. Luego, me hacía un pequeño ‘molino’ que se movía con el viento. Era simple y bello: cogía una hoja seca y le introducía un palito por la mitad, cuando venteaba fuerte giraba muy rápido. Los molinos de él eran más funcionales y bellos que los míos. *** - 10 - Necesitamos reconocer que todos los espacios están impregnados de inten- ciones políticas e individuales, relaciones de poder y deseos que funcionan como modelos de compromiso con el mundo. Ningún espacio carece de modelo... la concepción del espacio estático y claramente definible, pasa a ser, pues, insostenible e indeseable 7 Empecé a notar que mis procesos creativos se debilitaban cuando estos no conversaban con un externo. Al escribir sobre mi metodología para inves- tigar-crear, se volvió inevitable hablar de mi familia, específicamente de mi padre, estas conversaciones me llevaron a expresarme de una manera más clara y fluida. Así fue como entendí que los demás, al dialogar con mis procesos crea- tivos, enriquecían mis intenciones, mis ideas. Cuando comenzaba a producir me cansaba de mi misma, me era insuficiente, se me agotaban los motivos, necesitaba relacionar y problematizar algo externo a mis emociones y a mi imaginación, y además hacerlo parte activa y productiva del trabajo. Este pro- yecto empezó a demandar una interacción, así fuera mínima, para alimentarlo y continuar con el proceso. De este modo, los participantes se convirtieron en una necesidad, el fue- go que hace a toda la maquinaria funcionar, así como Julio se volvió mí motor para pensar mi producción y para realizarla. Esta interacción fue una posibi- lidad más de expresión, ya que propuso caminos diferentes y jugó de diversas maneras con el espacio. - 13 - 7 Eliasson, 12. Es enriquecedor el intercambio que nace, cuando dos personas se sientan a dialogar o a reflexionar. Mi papel como artista, como traductora de deseos, era visualizar un proyecto, formalizar un deseo que se manifestaba para un espacio, a cambio, los participantes, abrían su mundo de intimidades, me enseñaban su forma de espaciar, de habitar, de construir. Los aprendizajes eran bidireccionales. Las piezas y en general todo el trabajo, se ha construido en la complici- dad. El espectador tiene un papel activo, dialoga e interviene directamente con las piezas, es el que siembra la semilla para la creación y la producción. Guiado por una serie de normas y/o condiciones construidas por mí, para tensionarlas y experimentar con ellas. El primer paso era propiciar encuentros, experiencias, de las cuales partí para hacer toda la simulación de los deseos de los participantes y así manifestarlos en proyectos. En otras palabras se trata de posibilitar y relacio- nar momentos con personas, objetos con tiempos, pensamientos con lugares, para poder confrontarlos. Sin el impulso del encuentro, la obra no tendría ni tiempo, ni espacio. *** Las piezas se encargan de manifestar y visualizar los ejercicios. Quedo tran- quila, si hay cosas que quedan por decir, sueltas en el aire, en unos tiempos y es- pacios diferentes, que son irreconciliables con el presente, asumo que muchas experiencias se escapan de las (mis) palabras. Mi función en este proceso fue el de desempeñarme como traductora y media- dora en diferentes niveles. Aquel que me interesa tratar en este apartado, es el primer encuentro con la persona, quien se mostraba dispuesta a participar en una creación artística e inquieta por construir un espacio propio. Usualmente los participantes al comenzar se sentían perdidos, pues aunque la instrucción y el objetivo fueran claros, la intención era la de proponer un espacio más ex- perimental, una rara combinación. Cada página tenía un tiempo distinto, y era una posibilidad para construir, espaciar y habitar su deseo, desde la intuición yo guiaba el ejercicio, a veces fluían conversaciones que podían durar horas, me disponía a escuchar y a preguntar, para empaparme de sus intimidades, de sus relatos, de su deseo. Poco a poco fui comprendiendo la complejidad que implicaba incluir a otros sujetos dentro del trabajo. El reto, me proponía sobrepasar debi- lidades personales, como la impaciencia y el control obsesivo, el proceso resultó siendo un ejercicio de choque conmigo misma, contradiciéndome en algunos momentos. ... El arte no se limita a decir lo existente: también lo contradice. En este sentido es libre y exige la libertad como condición para existir…En la obra de arte —y en el impulso humano que conduce a ella— hay un gesto libertario demoledor respecto del control que se articula dentro y fuera de cada uno de nosotros 8. - 14 - - 15 - 8 Guattari, Rolnik, 280. Mi deber con el otro, era dejarlo ser, debía conquistar la paciencia y la habili- dad de escucha, debía reconocer los momentos precisos para preguntar o para callar. Los deseos de los sujetos tomaban forma al ser guiados por un impre- so en el que planteé maneras de condicionar y limitar, estas “instrucciones” presentaban posibilidades para ser hackeadas y transgredidas Yo era el puente sobre ese abismo de ambigüedades, entre las variadas formas deseantes, abru- madoras y aun así interesantes. Las interacciones fueron atemporales, pues sucedían en tiempos y espacios no predeterminados - nos reunimos en apartamentos, en cafés, en una calle, en un teatro, en una habitación, en un comedor, en un pasillo, en un parqueadero -, sin ser planeados con mucha anterioridad, cercanos al azar y a la eventualidad propia de encuentros fortuitos. Los participantes no eran precisamente escogidos, por el contrario, se acercaban de diferentes maneras al proyecto, mediante el dialogo, la pregunta, la curiosidad o por la cercanía con el proyecto y conmigo. La intuición me permitió entretejer los encuentros, gracias a la práctica adquirí cierta experticia para leer al otro, para comprenderlo. Se comunicaban conmigo, desde la mirada, la sonrisa, el silencio. Algunas veces me confundí de tantas señales que enviaban, otrasveces me conecté con sus historias, me iden- tifiqué en ellas, o también me aburrí. El tiempo parecía durar una eternidad o a veces, desafortunadamente, se nos escapaba, parecía no alcanzar. *** Cada sujeto es un mundo de posibilidades, de encuentros y desencuentros. Algunos tenían claro aquello que deseaban y lo expresaban perfectamente con sus propias palabras, usaban herramientas como el dibujo para hacerse entender. Otros, un poco más dudosos, necesitaban volver a su pasado, y desde el recuerdo jalonar sus formas deseantes, abriéndole campo a lo anecdótico. Fui testigo de historias de amor, de muerte, de pérdida, unas eran tristes, otras esperanzadoras, y otras sorprendentes. El deseo era un abono, regado para ger- minar otros espacios, y para gestar otras maneras de pensarlo. Entonces, ¿cómo se manifiesta el deseo? ¿qué manifiesta el deseo? ¿qué es el deseo? Transversalmente esas formas de desear, esas creaciones de nuevos campos de lo posible, coexisten entre ellas, en un nivel personal, familiar, y en todos lo niveles de lo social. Aunque se presentaba como un deseo de un suje- to/ individuo, manifestaba en su proceso y en su formulación la colectividad 9. Después descubrí que el deseo funciona de una manera similar a la de una máquina 10, esto abrió mis percepciones sobre acontecimientos que sucedie- ron con los participantes. Algunos de ellos estaban anclados a la domesticación alineada sobre el espacio, y en ese sentido eran capaces de manifestar lo que sus propios límites, físicos y mentales les permitían. Observé como en algunos mo- mentos, esa máquina deseante, parecía“bloquearse y autodestruirse”11 , pues ante la actividad de proponer otras espacialidades, el sujeto perpetuaba las ya existentes, evidenciando en su ejercicio una manera tradicional de configurar el espacio, replicando las nociones ya impuestas. - 16 - - 17 - 9 Guattari, Rolnik, 280. 10 Ibid, 319. 11 Ibid, 382. Otros participantes expresaron tensiones y transgresiones -manifestadas en atrevimientos hacia el impreso- en la manera como se relacionaban y pensa- ban sus espacios, lograron romper y superar las condiciones y los límites. El contraste, entre estos dos tipos de sujeto, y las múltiples maneras de ser de otros más, son fundamentales para visualizar los distintos modos de habitar, construir y espaciar. Al inicio de las experimentaciones que realicé, abordaba a los demás preguntándoles por su necesidad - pues estaba entregada a construir espacios que otros necesitarán -, pero en algún punto, asumí que en mi trabajo, detrás de la necesidad, se escondía el deseo, y que este expresaba aquello a lo que yo quería apuntar: la emoción, y la producción visceral, sabiendo que estas afec- ciones abrían otros campos y otras posibilidades. Gracias a los acercamientos, y a las lecturas realizadas fui construyendo una serie de pautas para seguir descubriendo cómo trabajaban las economías deseantes, guías que seguirán en crecimiento y cambios constantes. En este proyecto abordé y discerní al deseo desde un ángulo o una perspectiva. Desde mi posición y mi mirada afirmo que el deseo se manifiesta como una forma de producción y de construcción de algo, moviéndose entre distintos niveles de complejidad. Entonces, descubrí también que el deseo es una forma de des-configurar lo que conocemos, el deseo se (de) / construye colectivamente. En mi proyecto, se problematiza, se contradice, se evidencia. - 18 -