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Colección: PSICOLOGÍA
Manuales
Cómo ayudar a la familia durante
la separación y el divorcio
Los cambios en la vida de los hijos
Por
Emilia DOWLING
Gill GORELL BARNES
Traducción de
Pablo MANZANO BERNÁRDEZ
Revisado por
Mar del REY GÓMEZ-MORATA
3Introducción
©nEdiciones Morata, S. L.
Emilia DOWLING
Gill GORELL BARNES
Cómo ayudar a la familia durante
la separación y el divorcio
Los cambios en la vida de los hijos
Director de la colección: Jurjo Torres Santomé
Tercera edición
EDICIONES MORATA, S. L.
Fundada por Javier Morata, Editor, en 1920
C/ Mejía Lequerica, 12 - 28004 - MADRID
morata@edmorata.es - www.edmorata.es
5 Una exploración de la mente humana
©nEdiciones Morata, S. L.
© Emilia Dowling and Gill Gorell Barnes 2000
Publicado en inglés por Palgrave Macmillan, una división de Macmillan Publishers
Limited con el título Working with Children and Parents through Separation and Divor-
ce: The Changing Lives of Children por Emilia Dowling y Gill Gorell Barnes. Esta edi-
ción ha sido traducida y publicada con el permiso de Palgrave Macmillan. Las autoras
han manifestado su derecho a ser identificadas como autoras de esta obra.
©nde la presente edición:
EDICIONES MORATA, S. L. (2008)
Mejía Lequerica, 12. 28004 - Madrid
www.edmorata.es - morata@edmorata.es
Derechos reservados
ISBN: 978-84-7112-521-7
Depósito Legal: M-55.652-2007
Compuesto por: Ángel Gallardo Servicios Gráficos, S. L.
Printed in Spain - Impreso en España
Imprime: ELECE Industrias Gráficas S. L. Algete (Madrid)
Cuadro de la cubierta: Sympathy (1877) por Briton Rivière
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comuni-
cación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de la propiedad in-
telectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
intelectual (arts. 270 y siguientes. Código Penal).
Esta obra ha sido publicada con una subvención de la Dirección General del
Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura para su préstamo públi-
co en Bibliotecas Públicas, de acuerdo a lo previsto en el artículo 37.2 de la Ley
de Propiedad Intelectual.
6Introducción
©nEdiciones Morata, S. L.
A nuestras familias.
7 Una exploración de la mente humana
©nEdiciones Morata, S. L.
AGRADECIMIENTOS ......................................................................................................
INTRODUCCIÓN: El cambio en la vida de los niños: Trabajar con familias en pro-
ceso de separación y divorcio ...............................................................................
CAPÍTULO PRIMERO: Cambios en la familia y ansiedades de los hijos ..................
Las transiciones: qué las hace mejores y qué las hace peores, 20.—Efectos a cor-
to y a largo plazo, 22.— “Ruptura familiar”: ¿Es un concepto útil?, 24.—Ira y amar-
gura, 25.—Madres, padres e hijos en el período inmediatamente posterior a la
separación, 26.—Padres, 28.—¿Qué ventajas tiene para los hijos el ejercicio com-
partido de las funciones parentales?, 30.—Padres y madres con custodia compar-
tida, 31.—Resiliencia y divorcio de los padres, 32.
CAPÍTULO II: El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación
y el divorcio .............................................................................................................
Los años preescolares, 36.—Los años escolares, 39.—Los años de la escuela pri-
maria (5-11), 40.—Los años de la adolescencia, 44.—Las dificultades de los niños
y la estructura familiar: El divorcio como factor de riesgo, 45.— Resumen, 46.
CAPÍTULO III: Las familias en medio de las transiciones del divorcio: Objeto de
investigación en una muestra clínica ...................................................................
Diferencias de género en el proceso de divorcio, 49.—Cambios de los patrones
económicos y laborales, 52.—Las experiencias del ejercicio maternal después del
divorcio, 53.—Las experiencias del ejercicio paternal después del divorcio, 55.—
Los cambios de las relaciones a continuación de la separación: Pérdidas, adiciones
y emociones, 58.—Apoyo de la familia, 59.—Causas que motivan la derivaciones
de los hijos a un especialista, 61.
CAPÍTULO IV: El trabajo con los padres y con sus hijos: Atención a los padres .....
Orientación de nuestro trabajo en nombre de los hijos, 69.—Ambigüedades en las
relaciones de las parejas después de la separación, 71.—Relaciones de los padres
con sus hijos, 72.—Mejora de la comunicación entre padres e hijos, 73.—Entrevis-
tas con la familia, 73.—Los objetivos del trabajo, 80.—Resumen, 80.—Apéndice:
Un marco práctico para el trabajo con la familia, 81.
11
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19
34
48
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©nEdiciones Morata, S. L.
CAPITULO IV
Contenido
Págs.
CAPÍTULO V: La perspectiva de los hijos:Hacer que se oiga la voz del hijo ...........
Roy, 84.—Facilitar la estructuración de un relato coherente, 87.—Diferencias evo-
lutivas, 88.—Lo que muestra la evidencia clínica, 90.—La necesidad de un relato
coherente, 92.—Expresión de los sentimientos, 94.—Ayudar a los hijos a afrontar la
reorganización de la familia, 98.—Resumen, 100.
CAPÍTULO VI: Más allá del control racional: La ira, la violencia y la enfermedad
mental .......................................................................................................................
Riesgos en los hogares después del divorcio, 102.—El procesamiento de la expe-
riencia, 104.—Riesgos para los hijos, 109.—Elementos clave útiles para reducir la
violencia de los padres en el hogar después del divorcio, 111.—La mala conducta
de los hijos: “Igual que tu padre”, 111.—Enfermedades mentales importantes y
comportamiento irracional, 113.—Signos que hay que buscar en favor del hijo
que vive solo con un progenitor que padece una mala salud mental tras un divor-
cio, 116.—Punto de Encuentro Familiar, 117.—Resumen, 118.
CAPÍTULO VII: Reestructuración familiar: Nuevos hogares y nuevos modelos de
acción maternal o paternal .....................................................................................
El trato con un progenitor que vive con su nueva pareja, 121.—El contacto con “el
otro progenitor”: Padres y madres que viven fuera de la casa del hijo, 124.—Her-
manastros: Los hijos de la nueva pareja y los hijos comunes con la nueva pare-
ja, 128.—¿Las nuevas relaciones se rompen?, 129.—Resumen, 133.
CAPÍTULO VIII: El centro escolar, ¿una base segura? ...............................................
Docentes in loco parentis, 134.—Los años preescolares, 135.—Los años de la edu-
cación primaria, 137.—La maestra o maestro como base segura, 139.—La transición
a la educación secundaria, 140.—El divorcio y la educación secundaria, 141.—Qué
pueden hacer los centros escolares, 143.—Qué pueden hacer los profesores, 144.—
Cuándo pedir ayuda externa, 145.—Resumen, 148.
CAPÍTULO IX: El divorcio y la atención primaria de salud .........................................
El contexto de la atención primaria, 149.—Niveles de intervención, 152.—Participa-
ción de un profesional de la salud mental en la consulta con el médico de A. P.: Un
modelo de servicio de consulta familiar en A. P., 156.—Resumen, 161.
CAPÍTULO X: Ampliación del contexto: Aplicaciones en distintos contextos profe-
sionales ....................................................................................................................
Investigación y experiencia clínica, 162.—El contexto sanitario, 164.—El contexto
escolar, 166.—Los hijos, el divorcio y el contexto legal, 167.—El papel de los me-
diadores, 169.—Trabajo social, divorcio, violencia doméstica y protección de los
niños, 171.—Las entrevistas a los niños, 172.—Medios indirectos para acceder
a los pensamientos y sentimientos de los niños, 174.—Apéndice: Notas para los
padres, 176.
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................
ÍNDICE DE AUTORESY MATERIAS ..............................................................................
OTRAS OBRAS DE MORATA DE INTERÉS ..................................................................
84
101
119
134
149
162
181
188
195
©nEdiciones Morata, S. L.
10 Contenido
CAPÍTULO PRIMERO
Agradecimientos
Primero y ante todo, queremos expresar nuestra gratitud a las familias
que han colaborado con nosotras y de quienes hemos obtenido. Deseamos
dar las gracias a la Tavistock Clinic, en particular a los compañeros de tra-
bajo en sistemas familiares y a los estudiantes de posgrado que formaban
parte del proyecto de divorcio. Asimismo, manifestamos nuestro agradeci-
miento a los médicos de atención primaria y a los centros escolares con los
que hemos trabajado durante años.
Además, expresamos nuestra gratitud al profesor Stephen FROSH, director
de la colección, por su estímulo e información constante durante el proceso de
redacción del libro; a Debi SCHRIFREEN, por su paciente preparación del ma-
nuscrito, y a Josephine CAMPBELL y John DOWLING por su generosa ayuda con
la corrección de pruebas.
Emilia DOWLING
Gill Gorell BARNES
©nEdiciones Morata, S. L.
INTRODUCCIÓN
El cambio en la vida de los niños:
Trabajar con familias en proceso
de separación y divorcio
Durante las dos últimas décadas, la vida familiar en los países occidenta-
lizados ha sufrido cambios fundamentales y espectaculares. El incremento
del número de divorcios, de padres y madresi* sin pareja y de familias recons-
tituidas se ha traducido en una importante cantidad de niños que crecen en
configuraciones familiares diferentes a la de la familia nuclear tradicional.
Según una investigación reciente (RODGERS y PRYOR, 1998, pág. 4), “basán-
donos en las tendencias recientes, se calcula que el 19% de los niños naci-
dos de parejas casadas habrán vivido el divorcio de sus padres a los 10 años
y el 28%, a los 16. Sin embargo, estas cifras pueden subestimar la proporción
de disoluciones familiares, dado que no incluyen las separaciones de pare-
jas de hecho”.
Estos cambios sociales no sólo han afectado a las familias implicadas,
sino que han llegado a ocupar un lugar central en el terreno de la política. Por
ejemplo, a los progenitores sin pareja se les ha inculpado de la indisciplina
de sus hijos y, en el Reino Unido, se ha creado un organismo encargado de
hacer un seguimiento de los padres, con el cometido manifiesto de garantizar
que asuman sus responsabilidades económicas, pero además les recuerdan
su compromiso como padres. El divorcio y la separación se han considerado
liberadores para los adultos, en especial para las mujeres y, al mismo tiempo,
desastrosos para los hijos. El cuadro que emerge es confuso: ¿qué es mejor
para los hijos, vivir con unos padres en constante conflicto o sufrir los efectos
(psicológicos, sociales y económicos) de su divorcio? En el Reino Unido, la
legislación que insiste en la idea de la responsabilidad parental (Children Act,
de 1989) ha cambiado fundamentalmente, pasando de hacer hincapié en los
©nEdiciones Morata, S. L.
*nSiempre deseamos evitar el sexismo verbal, pero también queremos alejarnos de la rei-
teración que supone llenar todo el libro de referencias a ambos sexos. Así pues, a veces se
incluyen expresiones como “los hijos y las hijas” o “el padre o la madre” y otras veces se utiliza
el masculino en general. (N. del E.)
derechos de los padres a volcarse en el interés de los hijos, del acceso al con-
tacto y de los derechos a las responsabilidades. Las necesidades de los niños
han pasado al primer plano.
En el contexto de todos estos cambios, los profesionales de la salud, la
educación y los servicios sociales se enfrentan cada vez más a las secuelas
de la ruptura familiar. Los trastornos emocionales y conductuales de los niños,
la depresión y el estrés de los adultos y el conflicto abierto que ha sido la
razón primordial de la separación no suelen tener como contrapartida un
incremento de los recursos en la comunidad profesional.
Este libro representa un intento de examinar lo que hemos aprendido en
nuestro trabajo, en un establecimiento del National Health Service del Reino
Unido, proporcionando un servicio terapéutico a familias, durante y después
de la separación y el divorcio. Nos interesa la aplicación de nuestros hallaz-
gos en el contexto clínico, en la “primera línea” de la atención primaria y en los
medios educativos, en donde los profesionales se enfrentan con las dificulta-
des que experimentan tanto los hijos como las familias a consecuencia de
esta transición de vida, cada vez más corriente. Mientras escribimos desde la
perspectiva de unas trabajadoras ubicadas en una gran ciudad de una parte
de Europa, las familias con las que hemos trabajado proceden de todas las
partes del mundo: África, Norte y Sudamérica, India y Asia Oriental, así como
de Europa (véase el Capítulo III). Nuestros descubrimientos acerca del es-
trés de los hijos en el contexto de la ruptura de sus padres tienen, por tanto,
un campo de aplicación que excede el Reino Unido. Aunque las estructuras
para educar a los hijos difieren según zonas del mundo, la decisión parental
de vivir separados (en las culturas occidentalizadas al menos) conlleva en los
niños unas potentes repercusiones comunes, como han demostrado investi-
gaciones realizadas en Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos.
En los últimos veinte años, las investigaciones de las ciencias sociales se
han ocupado de los efectos de los cambios de la estructura familiar en el fun-
cionamiento psicológico de niños y adultos, centrándose en particular en los
hogares con uno sólo de los padres frente a los que tienen los dos. En la déca-
da de 1970 y a principios de la de 1980, los científicos sociales consideraban
las elevadas tasas de divorcio y el incremento del número de familias en las
que los hijos conviven sólo con uno de los progenitores (monoparentales)
como un indicio de que las parejas infelices ya no se sentían obligadas a per-
manecer unidas, las mujeres oprimidas podían liberarse de unas relaciones
maritales en las que se sentían atrapadas y los hijos se libraban de la carga
de un conflicto parental contínuo. Se tendía a interpretar estos cambios como
un signo de evolución social más que como un indicio de desorganización
social. En consecuencia, los científicos sociales de la época solían considerar
las estructuras familiares alternativas como entornos igualmente viables para
el desarrollo de niños y adultos (SIMONS, 1996).
Durante la década de 1980, otras investigaciones comenzaron a mostrar los
efectos negativos del divorcio, sobre todo en los niños. Por ejemplo, diversos es-
tudios (AMATO y KEITH, 1993; MCLANAHAN y BOOTH, 1989; MCLANAHAN y SANDE-
FEUR, 1994) informaron de que los hijos de familias con sólo uno de los padres:
14 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
•ntenían más dificultades en la escuela;
•neran sexualmente más activos;
•nsufrían tasas más elevadas de depresión, y
•ntenían una probabilidad mayor de exhibir conductas delictivas y de abu-
sar de sustancias prohibidas.
COCKETT y TRIPP (1994) corroboraron algunos de estos descubrimientos
en el Reino Unido.
Estas pruebas han propiciado que la mayoría de los investigadores sean
conscientes de los posibles efectos negativos del divorcio sobre el desarro-
llo emocional y psicológico de los niños y estén preocupados por ello. En
consecuencia, algunos investigadores han adoptado el punto de vista de que
los cambios de la estructura familiar constituyen un importante factor de los
problemas sociales, mientras que otros sostienen que se hace excesivo hin-
capié en la estructura familiar, cuando es más probable que sean otros fac-
tores, como la pobreza y los conflictos, los que afecten el bienestar psicoló-
gico. Este último punto de vista lo mantendrían algunas feministas, que
consideran que la interpretación más negativa de las estructuras familiares
alternativas es un intento de amenazar y menoscabarel estatus de las mu-
jeres (ALLEN, 1993; STACEY, 1993). La perspectiva evolutiva señala que “el
divorcio parental representa un factor significativo de riesgo con respecto a
los problemas evolutivos del niño”. SIMONS y cols., (1996, pág. 7). Otros inves-
tigadores insisten en los complejos factores que influyen en las familias
antes, durante y después de la separación, que indican que debe estudiarse
el divorcio como proceso y no como un acontecimiento aislado (RODGERS y
PRYOR, 1998).
Dado que es improbable que se invierta la tendencia social a aumentar la
diversidad de estructuras familiares, este libro se ocupa de examinar las con-
diciones que pueden ayudar a los niños y a las familias a minimizar los efec-
tos lesivos de la disolución familiar y a promover el bienestar psicológico de
los hijos y las competencias adecuadas de ejercicio parental de los adultos. El
trabajo descrito aquí y nuestro deseo de poner nuestra experiencia y nuestros
conocimientos adquiridos en el trabajo con una muestra clínica a disposición
de los “profesionales de primera línea”, coincide con las recomendaciones
normativas y prácticas del informe más reciente y exhaustivo de la investiga-
ción sobre el divorcio y la separación y las consecuencias para los niños en el
Reino Unido, encomendada por la fundación Rowntree (RODGERS y PRYOR,
1998, pág. 7). Indican que, “de los hallazgos de investigación que tenemos,
puede extraerse la siguiente serie de consecuencias normativas y prácticas
que hay que tomar con cierta prudencia:
•nAlgunos hijos y padres necesitan ayuda profesional en el momento de la
separación. El apoyo a los padres para afrontar su proceso les permiti-
rá, a su vez, a ayudar a sus hijos durante la transición de una estructu-
ra familiar a otra. A los padres en trance de separación debe comuni-
cárseles que tienen a su disposición servicios de apoyo.
15Introducción
©nEdiciones Morata, S. L.
•nLa ayuda no puede correr sólo a cargo de los especialistas. Lo más pro-
bable es que los padres pidan consejo a los médicos de atención pri-
maria, a los maestros o profesores y a los abogados de familia que, a
menudo, no están bien preparados para esto. La información y la for-
mación facilitada a estos grupos puede capacitarlos para tratar con
familias que no requieran o deseen la ayuda de especialistas.
•nTambién puede ser útil la información dirigida a los padres. Es impor-
tante despejar las preocupaciones de muchos de ellos acerca de que la
propia separación pueda tener un efecto dañino y permanente en sus
hijos. Igual de importante es transmitir el mensaje de que los factores
presentes y futuros, como los conflictos familiares, pueden tener efectos
negativos. Hay que estimular a los padres para que minimicen la impli-
cación de los hijos en sus disputas.
•nProbablemente sea beneficioso permitir a los hijos que mantengan con-
tacto con ambos padres. Aparte de circunstancias en las que sea nece-
sario protegerles de la violencia o los abusos familiares, los servicios de
apoyo deben facilitar la participación continuada de los padres que no
tengan la custodia en la vida de sus hijos.
•nEl reconocimiento de los responsables políticos y de los grupos de apo-
yo de las diversas formas familiares es vital para ayudar a las familias
para que actúen de la manera que sea mejor en beneficio de la salud y
el bienestar de sus miembros. El apoyo puede ser tan importante en los
momentos de formación de nuevas parejas como en los que siguen a la
separación [la cursiva es nuestra].
Como indican los informes obtenidos, las familias necesitan el apoyo de
los servicios generales y de los especializados tanto en el momento del divor-
cio como en las fases posteriores. Este libro se dirige a un amplio conjunto de
profesionales:
•nLos que están en “primera línea”, cuyas responsabilidades y relaciones
con los hijos y sus familias los convierten en la primera puerta a la que
llamarán cuando surjan las dificultades, en virtud de su implicación en
diversos puntos del ciclo vital del desarrollo de la familia. Son, por ejem-
plo, los médicos de atención primariai*, los maestros, los enfermeros
visitadores de salud, los enfermeros escolares, los trabajadores socia-
les y los orientadores escolares.
•nLos profesionales que, desde sus respectivas perspectivas especializa-
das, entran en contacto con las familias en el momento de la separación
y el divorcio: orientadores, psicoterapeutas, terapeutas de familia, me-
diadores, abogados, funcionarios judiciales, psicólogos y psiquiatras, y
otros que trabajan en las áreas de la salud, la educación, los servicios
sociales y en el voluntariado.
16 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
*nEn el texto se utiliza indistintamente médico de cabecera, médico de atención primaria y
médico de familia. (N. del E.)
Esperamos que la manera utilizada para presentar nuestras ideas e ilus-
trarlas con ejemplos de nuestra experiencia con una población clínica, pueda
ser útil para los profesionales de todos estos ámbitos.
El Capítulo Primero ofrece una panorámica de la investigación con algunas
implicaciones para el trabajo directo con hijos y padres en diversos momentos
del proceso de separación y divorcio. El Capítulo II presenta un marco teórico
para reflexionar sobre las transiciones, basándose en ideas de la teoría del
apego, la teoría de sistemas familiares y el ciclo vital de la familia, y examina la
experiencia del divorcio en los hijos en el contexto de un modelo evolutivo de
las transiciones. Los capítulos III, IV y V abordan la separación y el divorcio
desde los puntos de vista de los padres y de los hijos, respectivamente. Al des-
cribir el modelo que hemos desarrollado, en el que combinamos el trabajo indi-
vidual, con la pareja y con la familia, estos capítulos prestan especial atención
a las diferentes experiencias de padres e hijos. El Capítulo IV trata de los con-
flictos de intereses entre los miembros de la familia y de qué modo una “voz”
concreta puede convertirse en dominante, quedando sumergidas o silenciadas
el resto de las voces de la familia. En el Capítulo V, nos centramos en nuestro
trabajo con los hijos, que hace hincapié en ayudar tanto a éstos como a los
padres a desarrollar un relato coherente acerca de sus experiencias y descri-
bimos determinadas estrategias que hemos preparado para trabajar en senti-
do terapéutico con las familias en proceso de divorcio y recién divorciadas.
El Capítulo VI aborda cuestiones relativas a una conducta más extrema,
incluyendo la violencia y los problemas de salud mental de los padres y sus
consecuencias, tanto para los hijos como para los profesionales. El Capítu-
lo VII se ocupa del impacto de la reorganización de la familia: la complejidad
de las nuevas relaciones, los padrastros y madrastras, los hermanastros hijos
del nuevo cónyuge y los hijos de ambos y la forma de interrelacionarse las
familias reconstituidas con las que las precedieron y siguen coexistiendo de
forma diferente, paralelamente a ellas. En los capítulos VIII y IX, pasamos al
contexto de la “primera línea”: los centros escolares y la atención primaria de
salud (el “médico de familia”) son los dos ambientes a los que todas las fami-
lias tienen acceso y que, como demuestra la investigación, constituyen la pri-
mera puerta a la que llaman los padres pidiendo consejo en el momento de la
separación y el divorcio (RODGERS y PRYOR, 1998).
Con frecuencia, en el centro escolar se subestima el impacto producido
por la ruptura de la familia. Cada vez más, los maestros y profesores tienen la
responsabilidad de contener las ansiedades y los sentimientos que experi-
mentan los hijos e hijas que se encuentran en el centro de la confusión fami-
liar. A veces, la escuela es el único aspecto de continuidad de la vida de los
hijos, en la que todo lo demás es un puro cambio. El Capítulo VIII aborda las
formas ídóneas adoptadas por los docentes en el contexto de su papel como
educadores, para ayudar a que los alumnos y sus padres afrontenlas secue-
las del divorcio. Los médicos de atención primaria, en su papel de médicos de
familia, tienen una relación con las familias que a menudo se extiende duran-
te largos períodos. Otros profesionales de atención primaria, como los enfer-
meros, tanto visitadores como de asistencia en los centros de salud, también
17Introducción
©nEdiciones Morata, S. L.
están implicados en diversas etapas del desarrollo familiar. Sean cuales fue-
ren las circunstancias, representan un valioso recurso para las familias que
afrontan el divorcio y sus secuelas. En el Capítulo IX, examinamos cómo
maximizar, en esta etapa, el potencial del contexto de la atención primaria
para un contacto útil y significativo con las familias.
El Capítulo X estudia las cuestiones específicas que afectan a distintos
profesionales de diferentes ámbitos que pueden entrar en contacto con las
familias en distintas etapas del proceso de divorcio. Consideramos los proble-
mas de quienes trabajan directamente con los hijos en los campos de la
salud, la educación y los servicios sociales, así como las implicaciones del
divorcio y de la separación para quienes actúan en el contexto jurídico y en el
campo de la salud mental adulta. Prestamos especial atención a las compe-
tencias necesarias para hablar con los hijos y facilitar que ellos hablen de
manera que se sientan seguros y tengan en cuenta los vínculos de lealtad en
cuyo contexto se mueven.
Por último, pero no lo menos importante, están las “notas para los pa-
dres”, un resumen de los temas que nos parece importante tengan presentes
los padres con respecto a sus hijos en las épocas de separación y cambio.
El libro se basa en nuestra experiencia de más de veinte años de trabajo
con familias, muchas de las cuales han pasado por los procesos de separa-
ción, divorcio y nuevo matrimonio. Para algunos, estos procesos han sido más
difíciles y dolorosos que para otros. Somos conscientes de que hijos y padres
tienen que comenzar una nueva vida con el fin de seguir adelante y, de nues-
tro trabajo con familias, hemos aprendido que ciertos factores pueden mode-
rar los efectos dañinos del divorcio y, en consecuencia, contribuyen positiva-
mente al cambio familiar (GORELL BARNES y DOWLING, 1997; DOWLING y GORELL
BARNES, 1999).
Estamos agradecidas a las familias con quienes hemos trabajado, que
nos han enseñado tanto acerca de sus problemas y sufrimientos, como de su
ingenio, resistencia y capacidad de cambio. Los ejemplos que aparecen a lo
largo del libro han sido cuidadosamente modificados para respetar las identi-
dades y circunstancias de las familias y preservar la confidencialidad.
18 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
CAPÍTULO PRIMERO
Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
La estructura de la familia está cambiando y aumenta la diversidad en la vida
familiar. La idea del matrimonio como una institución permanente que permite a
los hijos pasar su infancia en el mismo hogar también ha sufrido cambios; el
divorcio se está convirtiendo en una realidad en la vida de uno de cada veinte
niños antes de cumplir los 4 años y de uno de cada cuatro menores de 16 años.
En consecuencia, el divorcio se ha convertido también en un motivo de preocu-
pación para muchos hijos cuyos padres están juntos, dado que la mayor expe-
riencia de la vida familiar aprendida en la escuela y entre los amigos crea ideas
sobre las realidades que conlleva el divorcio y provoca miedos acerca de lo que
pueda ocurrir en sus propias familias. En este libro, esperamos abordar algunas
de las realidades experimentadas por los hijos cuando la familia atraviesa cam-
bios y transiciones a continuación de la decisión parental de divorciarse, miedos
respecto a lo que les ocurrirá a ellos, a sus hermanos o hermanas, a sus ma-
dres, padres o mascotas, tanto a corto como a largo plazo; miedos sobre la
casa, posibles cambios de centro escolar y de equipos deportivos y de amigos,
la trama cambiante de la vida cotidiana.
La publicación del Exeter Study (COCKETT y TRIPP, 1994), el estudio de una
población no clínica de hijos y padres del oeste de Inglaterra, resaltó la nece-
sidad que sienten las familias de servicios que se ocupen de su ruptura y de
la reorganización familiar y que estén a disposición de padres e hijos, una vez
que tomen la decisión de divorciarse. En ese estudio, los padres hacían hin-
capié en que se resiente la capacidad de ejercer la maternidad y la paterni-
dad en un momento en que necesitan ser más fuertes que nunca. Se les exi-
ge que tomen decisiones importantes con respecto a su propio futuro y el de
sus hijos, cuando ellos mismos se encuentran en plena confusión emocional
y rodeados de incertidumbres. Entre las necesidades que los padres mani-
festaban estaba la ayuda para explicar el divorcio y la separación a sus hijos,
así como el apoyo para lograr un contacto mejor y más fiable entre sí. Es poco
probable que los servicios especializados consigan una financiación a la
©nEdiciones Morata, S. L.
escala necesaria a causa del incremento de las reorganizaciones familiares.
No obstante, es probable que todos los profesionales que trabajan en los cen-
tros escolares y en los servicios sanitarios de atención primaria estén en con-
tacto con los padres y los hijos que están atravesando el proceso de divorcio,
y es posible que adquieran mayor seguridad en su capacidad de ofrecer apo-
yo e información relevantes con respecto a los problemas que se plantean. En
los capítulos siguientes, veremos que las madres y padres tratan de hacer
frente a los miedos y conflictos que surgen dentro de la pareja y con sus hijos
y algunas de las razones por las que les resulta difícil hacerlo. En la medida
en que estamos involucradas en el desarrollo de los conocimientos relaciona-
dos con lo que pueda ser útil para padres e hijos, cuyas posturas con respec-
to al divorcio suelen ser muy diferentes, comunicamos lo que hemos aprendi-
do, traduciendo la relevancia de estos conocimientos a lo que pueda ser útil
en otros medios y planteando nuevas cuestiones para el futuro.
En la actualidad, el campo de la investigación sobre el divorcio es muy
amplio. El número de familias en el que se basa la investigación presentada
en este libro es pequeño: cincuenta chicos en total, pertenecientes a treinta
familias, pero nuestro trabajo clínico de veinte años respalda este estudio, en
el que hemos pasado varias horas con cada familia y muchas horas con algu-
nas. Todo este trabajo se transcribió, permitiéndonos pensar en detalle y con
tiempo sobre ello. En consecuencia, esperamos iluminar algunos de los suti-
les procesos que ayudan a niños y a adultos a orientarse hacia unos resulta-
dos más positivos.
Hacemos especial hincapié en las distintas formas de responder al divor-
cio de madres y padres, en las relaciones de los hijos con el padre o la madre
con quien conviven, y con el ausente después del divorcio, y en los procesos
de ajuste que implica el divorcio para cada miembro de la familia. Al presen-
tar distintos patrones de enfoque de la experiencia del divorcio, nos centra-
mos en diversos estilos parentales, principalmente agrios, a veces aparente-
mente armoniosos, pero que ocultan un elevado estrés. Además de estudiar
en detalle algunos de los efectos negativos de la acritud, la hostilidad, la ira y
la violencia sobre los hijos, mostramos también cómo algunas de las formas
utilizadas por los padres para tratar de realizar los cambios “del modo más
suave posible”, sin discutir los procesos que se desarrollan a su alrededor, no
siempre son las que más ayudan a sus hijos.
Las transiciones: qué las hace mejores
y qué las hace peores
En el proceso de trabajar con familias en vias de divorcio y separación,
hemos pasado de centrarnos en el divorcio mismo a hacerlo en las transicio-
nes. Los cambios asociados al divorcio están conectados con alteraciones en
el sistema familiar en general y, a veces, con variaciones en la estructura del
mundo de los niños. En consecuencia,el éxito en el control de la vida familiar
tras la ruptura parental está conectado con sistemas sociales ajenos al cam-
20 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
bio en el hogar y con el modo de apoyar éstos o no a los miembros de la fami-
lia en diferentes momentos del proceso de divorcio. Las experiencias que
acompañan el divorcio son diferentes para cada miembro de la familia: para
el esposo/padre, para la madre/esposa y para cada uno de los hijos. La ma-
nera de desenvolverse mejor o peor de cada persona será diferente. Un
miembro de la familia que controle bien las cosas no tiene por qué relacio-
narse con otros miembros de la familia que también lo hagan bien, porque los
procesos de influencia y apoyo mutuo cambian y se reorganizan. De otra
investigación se desprende que es probable que, cuando los hijos consideran
que el padre que se ocupa del domicilio familiar se desenvuelve bien, este
hecho facilita una sensación de progreso de la vida familiar que, en sí mismo,
constituye una base importante para que se prolongue la sensación de segu-
ridad de los hijos, a pesar de la separación. El hecho de ver a un padre o
madre que sigue regulando la vida cotidiana familiar no sólo aporta al hijo la
sensación interna de que no se ha terminado todo, sino que también puede
constituir un modelo de las competencias de administración cotidiana que es
probable que hagan suyas los propios hijos (OCHILTREE, 1990; GORELL BARNES
y cols., 1998). La preocupación por el bienestar emocional y físico del padre
que ya no reside en el hogar y la inquietud por el papel que continuará desem-
peñando en la vida del niño también tienen importancia para el bienestar de
éste (GORELL BARNES y cols., 1998).
A principios del decenio de 1990, unas 160.000 familias con hijos meno-
res de 16 años habían pasado por la experiencia del divorcio parental. De
estos hijos, uno de cada tres tenía menos de 5 años. Otros 7.000 niños tení-
an entre 5 y 10 años (HASKEY, 1993). Sin embargo, estos números no repre-
sentan el cuadro completo de las transiciones que se producen en la pobla-
ción de niños del Reino Unido. Hasta el último censo, el General Household
Survey no tenía en cuenta la cohabitación como forma familiar, de manera
que las madres y los hijos que vivían en estas familias que pudieran haberse
disuelto posteriormente no forman parte de las estadísticas generales de se-
paraciones y divorcios (ROBERTS, 1995; ROGERS y PRYOR, 1998). La proporción
de nacimientos de hijos de madres sin pareja se ha elevado hasta alcanzar un
tercio de todos los nacimientos (30%), de manera que es previsible que
muchos niños pasen por la experiencia de la separación parental sin que apa-
rezcan en las estadísticas relativas a los niños y a la “reorganización” poste-
rior a la convivencia de la pareja y al divorcio. En las partidas de nacimiento
del 20% de los niños nacidos de madres sin pareja figuran los nombres de los
padres, por lo que, en esta población no investigada, hay también cierta pro-
porción de relaciones de convivencia y separación (KIERNAN y ESTAUGH, 1993).
Un pequeño estudio en este campo (ROSE, 1992) demostró que diez de dieci-
siete niños de madres sin pareja por propia voluntad decían de sí mismos que
tenían un padre “fantasma” de quien sabían muy poco, pero tampoco pregun-
taban por él a su madre porque sentían que no debían hacerlo. A su vez, a las
madres no les gustaba hablar del padre con los hijos (descubrimiento corro-
borado por WREN, 1997). Los niños explicaban la ausencia del padre echán-
dose ellos la culpa y sintiéndose rechazados por éste.
21Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
Es probable que la mayoría de los niños cuyas madres se han separado
de sus padres experimenten cambios posteriores de relaciones familiares en
el contexto del nuevo emparejamiento de uno de sus padres o de ambos. A la
luz de las pruebas de investigación, es útil considerar la separación inicial
como una parte de una serie más compleja de transiciones potenciales en
la vida posterior del niño. Pensando en las familias posteriores al divorcio, la
expresión “familias reconstituidas” se ha usado recientemente para tener en
cuenta estos cambios de mayor alcance, así como reconocer la variedad de
separaciones experimentadas a través de los cambios de patrones de rela-
ción sexual fuera del matrimonio (COCKETT y TRIPP, 1994).
Efectos a corto y a largo plazo
Las investigaciones realizadas en muchos países han demostrado que,
para muchos niños, ciertos aspectos de la experiencia del divorcio tienen
efectos negativos a corto plazo. Los trastornos más marcados del funciona-
miento individual de los miembros de la familia, tanto niños como adultos,
suelen encontrarse en los dos primeros años posteriores al divorcio. La mayor
parte de los estudios informa del establecimiento de nuevos roles y relaciones
tras un período de dos años (AHRONS y MILLER, 1993; HETHERINGTON, 1989a;
ISAACS, LEON y DONAHUE, 1987; ISAACS, 1988; OCHILTREE, 1990). Los niños que
han presenciado conflictos parentales de elevada intensidad experimentan un
amplio conjunto de dificultades emocionales y conductuales (AMATO y RE-
ZAC, 1994; CAMARA y RESNICK, 1988; ELLIOTT y RICHARDS, 1992; EMERY y FOREHAND,
1994; JENKINS, SMITH y GRAHAM, 1988; JENKINS y SMITH, 1990).
Es importante reconocer que, aunque los problemas psicológicos y con-
ductuales graves sean dos o tres veces más frecuentes en los hijos de fami-
lias divorciadas que en los de familias estables, el sentido de estas diferencias
cambia cuando tenemos en cuenta que muchos de ellos estaban presentes
cuando sus padres todavía vivían bajo el mismo techo (BLOCK y GJERDE,
1986). Entre el 70 y el 80% de los niños no muestran problemas duraderos
tras el divorcio de los padres y la investigación de HETHERINGTON ha sido par-
ticularmente clara a este respecto (HETHERINGTON, 1992). Disponemos ahora
de gran cantidad de pruebas de investigación que muestran la diversidad de
respuestas de hijos y de padres al divorcio y la amplia variedad de experien-
cias vividas que contiene la idea de “divorcio” (HETHERINGTON, 1989a, b; DUNN
y cols., 1998; GORELL BARNES y cols., 1998).
Los efectos a largo plazo son mucho más complejos para hacer un segui-
miento de los mismos, dado que es probable que haya otros muchos factores
ajenos al divorcio que afecten la vida de los niños. Es contradictoria la evi-
dencia de que los hijos de familias divorciadas tengan un riesgo a largo plazo
de trastornos emocionales estadísticamente mayor que los hijos de padres
que no se hayan divorciado. Unos autores señalan que la vida de los hijos
sigue marcada por la preocupación por el divorcio de un modo que influye
negativamente en su desarrollo (WALLERSTEIN y KELLY, 1980), mientras que
22 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
otros adoptan la posición de que la adaptación de los hijos depende mucho
de cómo los padres lleven adelante el proceso (EMERY y FOREHAND, 1994). El
metaanálisis de noventa y dos estudios de divorcios que abarcan a 13.000
hijos indica diferencias muy pequeñas entre los niños de familias casadas y
divorciadas (AMATO y KEITH, 1991). No obstante, la capacidad de los hijos de
afrontar los muchos problemas planteados por el divorcio no significa que no
tengan también pensamientos negativos y sentimientos al respecto. Por tan-
to, a lo largo del libro, procuramos indicar lo que, según nuestra experiencia,
promueve la resiliencia de los niños. Utilizamos como definición de resilien-
cia: “el mantenimiento de una actuación competente a pesar de las interfe-
rencias emocionales” (GARMEZY, 1991, pág. 466). Aunque hay muy pocas
pruebas claras acerca de lo que ayuda a los hijos a controlar mejor las tran-
siciones o cambios de las estructuras y relaciones familiares, tenemos indi-
cadores amplios de diversas fuentes. Sabemos que, cuando los hijos man-
tienen unas relaciones libres de conflictos con ambos padreslas cosas
marchan mejor y que las relaciones normalizadas entre los padres se corre-
lacionan con una mayor autoestima de los hijos. El bienestar psicológico del
padre o madre que tenga la custodia es importante, como lo son la dinámica
familiar en la familia extensa y el tipo de apoyos que pueden ofrecerse a
padres e hijos en momentos de cambio familiar. A partir de distintos estudios
realizados en el Reino Unido y en otros lugares del hemisferio occidental,
sabemos también lo difíciles que pueden ser las transiciones y tenemos
unas cuantas ideas respecto a lo que hace que la experiencia sea peor o
intolerable para los hijos. El conflicto permanente entre los padres tras el
divorcio puede ser dañino junto con los agravantes derivados de otros mu-
chos cambios en su vida que pueden ampliar la sensación de pérdida e inde-
fensión.
Aunque, en sí, el divorcio implica muchos cambios diferentes para los
hijos en relación con la ruptura de la antigua familia y la pérdida de la pre-
sencia cotidiana de uno de los padres en su vida, para muchos niños es tam-
bién un momento dificil cuando su padre o madre se empareja nuevamente
y se constituye un nuevo núcleo familiar que incluye a un adulto al que no
conoce. Para muchos niños, el divorcio va acompañado, o rápidamente se-
guido, por un padre o madre que empieza a vivir con otra persona. Es pro-
bable que esto conlleve la expectativa de que el niño establezca un nuevo
vínculo con un adulto nuevo, en un momento en el que aún no se ha acos-
tumbrado ni adaptado a los cambios habidos en su familia original, ahora
separada. No sabemos en absoluto cuántas cohabitaciones, emparejamien-
tos o “amistades” íntimas entre cada uno de sus padres y sus nuevas pare-
jas, situaciones en las que el niño habrá comenzado a establecer relaciones
con el adulto nuevo, acabarán rompiéndose posteriormente. Esas rupturas
crearán nuevas pérdidas en la vida de los hijos. Se observa también que
muchos niños no se permiten acercar a los nuevos “amigos” de sus padres,
tanto por cautela como por lealtad a su “otro” padre o madre. En la experien-
cia del proyecto de divorcio, se implicó una mayor proporción de hijos de
padres que tanto uno de ellos, como los dos, mantuvieron una relación adul-
23Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
ta posterior con una nueva pareja en un período de dos años. Posteriormen-
te, algunas de estas relaciones se rompieron con amargura, a veces para
alivio de los hijos, pero, en otras ocasiones, para su desconsuelo (véase el
Capítulo VII).
Al resumir brevemente la fluidez del escenario actual del matrimonio, el
ejercicio maternal o paternal sin pareja, la cohabitación como pareja de
hecho, la ruptura de la relación y el reemparejamiento, estamos llamando la
atención sobre la amplia y variada naturaleza de las relaciones de apego
que experimentarán muchos de los niños conocidos por los profesionales de
todos los medios de atención primaria de salud y educativos. ¿Cuáles pue-
den ser los efectos de estas relaciones, cambiantes con frecuencia, en la
capacidad del niño para gestionar de manera suficientemente buena el cur-
so de su propia evolución? ¿Dónde pueden perder de vista los padres los
vínculos, importantes para sus hijos, cuando cambian sus propias relacio-
nes, y dónde pueden radicar los puntos de peligro en las transiciones? Los
“puntos de peligro” pueden ser factores que contribuyan a una mayor vulne-
rabilidad o amenacen un sentido del yo precariamente mantenido, en el con-
texto de una serie de patrones cambiantes de relación. Cuando dos perso-
nas establecen una segunda o posterior relación, no sólo están involucrados
la pareja y sus hijos. Estos también pueden encontrar una serie de relacio-
nes que acompañan al nuevo cónyuge adulto, como los “hermanastros” hijos
de éste, que conllevan las importantes cuestiones de la unión de culturas
familiares diferentes. A la inversa, ¿cuáles son los factores protectores, los
aspectos de la relación entre los padres y los hijos, entre los hijos y sus her-
manos o su mundo cotidiano ajeno al hogar, que contribuyen a un sentido
del yo resistente, a pesar de las transiciones de la vida? ¿Cómo pueden los
profesionales ser sensibles a los puntos de estrés y, al mismo tiempo, ser
capaces de ofrecer a los niños una experiencia positiva diferente de ellos
mismos, haciendo el trabajo para el que se consideran profesionalmente
preparados, en nombre del niño, ya sea manteniendo su salud, en el caso
del médico de familia, o desarrollando su mente y su cuerpo en el del con-
texto escolar?
“Ruptura familiar”: ¿Es un concepto útil?
Somos conscientes de que, al hablar de “ruptura familiar”, existe siempre
el peligro de patologizar las transiciones de la vida que muchas personas ex-
perimentan también como intrínsecamente liberadoras. La separación paren-
tal no siempre significa la ruptura de la familia, aunque sí un cambio de ésta.
Hombres y mujeres pueden desarrollar nuevos aspectos de sí mismos al libe-
rarse de unas relaciones que les hayan resultado restrictivas, incapacitantes
o abusivas. Aunque cese la relación entre compañeros sexuales y cambie el
plan de vida que acogía esta relación, los adultos y los niños también desa-
rrollan nuevos recursos y encuentran soluciones a las posibles desconexio-
24 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
nes provocadas por el divorcio, en particular nuevas formas de mantener
unos patrones satisfactorios de relación. En muchos casos, los padres inten-
tan encontrar nuevas formas de controlar la vida y las relaciones cambiantes
de sus hijos, y es probable que los profesionales puedan hacerles una apor-
tación importante, ayudándolos a centrarse en esos recursos nuevos y en la
idea de aumentar el bienestar que a menudo los acompaña.
Ira y amargura
Diversos estudios de distintas partes del Reino Unido han puesto de
manifiesto la ira, el conflicto y la amargura que acompañan con frecuencia al
divorcio. En su estudio de 400 familias en fase de divorcio, realizado en New-
castle, WALKER y sus colaboradores advierten de manera especial sobre el
peligro de que los profesionales organicen sus creencias en torno a un “tipo
ideal” implícito de familia posdivorcio y hagan excesivo hincapié en un futuro
cooperativo. Uno de los peligros de un movimiento de la clase media, influido
por las ideas del divorcio “perfecto” y de la mediación, es que puede albergar
muchas expectativas de “acuerdo” entre los excónyuges. Al menos la cuarta
parte de las familias del reciente Estudio de Newcastle no estaban en esta
situación (SIMPSON, MCCARTHY y WALKER, 1995). El Exeter Study demostró
también que, de 152 niños cuyas familias se habían reconstituido, menos de
la mitad mantenían contacto con el padre que no ostentaban la custodia dos
años antes. Debemos tener muy en cuenta la evidencia directa de estos y
otros estudios que revelan que, para los hijos, el divorcio no suele ser fácil
y que los profesionales necesitan comprender en detalle los procesos impli-
cados, en vez de descartar el trastorno de las relaciones como acontecimien-
tos normativos de los que, con el tiempo, los niños se recuperarán. Es probable
que, entre los procesos perjudiciales, estén las dificultades de comunicación
entre los padres que ya no viven juntos, así como los patrones de discusión y
conducta agresiva. En las parejas que se separan es corriente la pérdida de
autoestima cuando las personas tratan de establecer sus propias ideas acer-
ca de cómo reconstruir sus vidas y sus redes sociales, mientras negocian lo
que consideran importante para sus hijos.
En nuestro trabajo, hace tiempo que los modelos teóricos que encuadran
la experiencia vital estresante en marcos patologizantes han sido reemplaza-
dos por el deseo de considerar y aprender más acerca de los enrevesados
factores cotidianos que hacen más vulnerables a los hijos o a los padres, que
de aquellos que pueden protegerlos de los riesgos, cuyo desarrollo se cono-
ce como “resiliencia”.Una de nosotras (ED) ha representado en particular
una perspectiva evolutiva, teniendo en cuenta las diferencias entre las res-
puestas de los niños. Los más pequeños que entraron en este estudio, por
ejemplo, han demostrado que son menos capaces de entender las realidades
de lo que ha llevado a un divorcio o de comprender lo que éste conlleva, y es
posible que piensen que ellos tienen la culpa. Es más probable también que
los niños mayorcitos tengan un conjunto de compañeros de clase o amigos
25Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
con experiencias vitales similares, con los que hacen comparaciones, aunque
esto no los libere necesariamente de una sensación de responsabilidad per-
sonal.
Ambas autoras se han interesado por pensar en las transiciones con-
secuentes al divorcio en un “marco de referencia sistemática”. Este marco
implica considerar que las características de cada miembro de la familia y las
interacciones entre ellos desempeñan un papel en la forma de sentir y de
comportarse de cada persona en un momento en el que la familia se modifi-
ca. Las fluctuaciones entre los distintos “subsistemas” (padre-hijos, madre-
hijos, padre-madre, hermana-hermano) afectan al bienestar individual y fami-
liar, particularmente los cambios en la ex pareja marital, el ex esposo y la ex
esposa. Otros cambios de los subsistemas son las entradas de nuevas “pare-
jas”, que pueden influir en los planes relativos al tiempo de contacto entre
padres e hijos, así como en la creación de conflictos de lealtad en los hijos.
Madres, padres e hijos en el período inmediatamente
posterior a la separación
A continuación del divorcio, la mayoría de los hijos viven con sus madres,
aunque la pequeña proporción que convivía con sus padres reflejaba la
media nacional del Reino Unido (estimada entre el 11% y el 14%). Uno de
nuestros objetivos era implicar a ambos progenitores en el trabajo hecho en
el proyecto de divorcio y desafiar la “media nacional” de padres que abando-
nan hacia el segundo año posterior al divorcio (estimada en distintos estudios
entre el 30% y el 40%; BRADSHAW y MILLAR, 1991; SIMPSON, MCCARTHY y WAL-
KER, 1995).
Según otra investigación, parece que la calidad de las relaciones entre
las madres y sus hijos varía según el género del hijo. Las madres sin pareja
y las hijas pueden desarrollar unas relaciones armoniosas, mientras que,
con frecuencia, las madres sin pareja y los hijos experimentan mayores ten-
siones educativas, con discusiones sobre cuestiones de control maternal
(HETHERINGTON, 1993). No obstante, cierto número de los niños analizados
presentaban unas relaciones muy buenas con sus madres, mientras que, en
las mantenidas por algunas hijas con sus madres, había intercambios aira-
dos y críticos. Es más probable que las madres manifiesten su preocupación
por la intimidad de sus relaciones con los hijos que con las hijas, dado que
tienen la sensación de que pueden estar inhibiendo los contactos de estos
con sus amigos y amigas, o por las que afectan a las dificultades de apren-
dizaje, de las que también informaron en su momento. Esta preocupación
por los niños que tienen una relación estrecha con la madre puede reflejar
cuestiones más generales de género respecto a lo que pueda considerarse
como una conducta adecuada para los chicos; del mismo modo, el temor al
carácter negativo de la relación con una hija se enmarca en la creencia
social más general de que las niñas y sus madres deben tener unas relacio-
nes estrechas.
26 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
Algunos de los efectos de vivir en un hogar con sólo uno de los padres, de
los que se informó en la investigación, ponen de manifiesto ciertas diferencias
entre los hijos incluidos y los no incluidos en muestras clínicas. Los hijos no
pertenecientes a muestras clínicas eran considerados más autónomos, tení-
an menos supervisión adulta y pasaban menos tiempo en compañía de los
adultos. Se indicaba también que manifestaban mayor competencia en las
tareas del hogar y que se enorgullecían de su participación en el funciona-
miento sin problemas de la familia. Esas generalizaciones están claramente
relacionadas con la edad y también están conectadas con el tiempo que haya
pasado desde la reorganización de la familia en relación con la estructura
encabezada por sólo uno de los padres. Nuestra muestra de padres, junto con
otras muestras de carácter clínico, como las de WALLERSTEIN y colaboradores
(WALLERSTEIN y KELLY, 1980), no siempre consideran positivas esas caracte-
rísticas de autonomía en las conductas familiares. Por ejemplo, la mayor auto-
nomía de los hijos y su participación en las decisiones planteaban a menudo
otros problemas para los adultos, que sentían que su autoridad se debilitaba
por la pérdida de poder que conllevaban los cambios consecuentes al divor-
cio (padres y madres, tanto los que tenían a su cargo a los hijos como los que
no). Podían experimentar una reducción de las diferencias entre generacio-
nes al quedar más “controlados” por sus hijos y menos libres de su responsa-
bilidad de “estar a cargo” de ellos. Observamos que los padres del Exeter
Study, una muestra no clínica del Reino Unido, también informaban de que su
propia sensación de vulnerabilidad había debilitado su autoridad. En conse-
cuencia, probablemente sea importante que los profesionales presten aten-
ción a este aspecto para ayudar a los padres a reforzar sus capacidades de
decisión del modo más adecuado.
Todos tenemos que concienciarnos de que las imágenes de la “materni-
dad” están en constante negociación y reconstrucción sociales mediante las
imágenes creadas por la política del gobierno y el tipo de debates que gene-
ra, así como por el periodismo, los medios de comunicación y las mismas
madres. La interpretación social tiene que ver con el modo en que nuestras
identidades son múltiples y complejas y están relacionadas con la sociedad y
los tiempos cambiantes en los que se producen las imágenes. Ser madre de
unos hijos después del divorcio en los primeros años del nuevo milenio es una
experiencia diferente, en muchos sentidos, a la de ser madre de unos hijos
tras el divorcio en la década de 1960; del mismo modo, vivir en Londres con
los hijos es diferente de vivir en Chipre, Barbados, Río o Delhi. No obstante,
es probable que haya características del rol de madre después del divorcio
que muestren cierta constancia, con independencia del tiempo y el lugar. Al
asumir el papel de madre, una mujer puede sentirse en posición desventajo-
sa en muchos aspectos, en comparación con las mujeres que siguen casadas
en familias con dos progenitores. Sigue considerándose que las madres, más
que los padres, tienen la responsabilidad de que sus hijos “salgan bien”. Aun-
que el debate sobre el tipo de familia que ayuda más probablemente a los
hijos a “salir bien” ha sufrido cambios radicales en la última década, muchos
debates públicos han seguido privilegiando ciertos tipos de familia sobre
27Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
otros, a menudo incluso ante evidencias que contradicen los elevados moti-
vos morales que se defienden. Las familias con sólo uno de los padres han
sido atacadas una y otra vez por no ser “verdaderas familias” y se sigue
hablando de ellas como si sólo hubiese una forma familiar unitaria, en vez de
tratarse de una denominación que abarca muchas estructuras funcionales
diferentes para educar a los hijos (BURGHES, 1995). Las investigaciones re-
cientes han cuestionado muchos de los estereotipos acerca de los padres sin
pareja, poniendo de manifiesto que los hijos que crecen en familias sin padre
desde la infancia, pueden experimentar mayor cordialidad y más interaccio-
nes con su madre y están más firmemente vinculados con ella (TASKER y
GOLUMBOK, 1997).
Padres
¿Cómo hacer que los hombres entiendan, piensen, sientan y manifiesten
las diferencias de la paternidad en el contexto del ejercicio paternaltras el
divorcio? ¿Cómo se contextualiza esto en cuanto a sus recursos económicos,
historias familiares y creencias culturales más importantes? La maternidad y
la paternidad se interpretan de formas muy diferentes que, a su vez, son
cuestionadas por el divorcio (BURGHES, CLARKE y CRONIN, 1997). Por ejemplo,
las ideas dominantes de feminidad implicadas en las creencias tradicionales
acerca de la maternidad sostenidas en distintas culturas se complementan,
en esas culturas, con las creencias acerca de la masculinidad y el equilibrio
adecuado entre los géneros. La idea de que los hombres son dominantes y
fuertes (con frecuencia, relacionada tradicionalmente con la violencia contra
las mujeres y los niños) hay que modificarla, y otros aspectos del yo tienen
que desarrollarse y elaborarse para que el ejercicio paternal, posterior al
divorcio, sea viable para los hombres. En nuestro trabajo con padres y
madres, hemos adoptado la postura de que no hay unas relaciones preesta-
blecidas entre el género de los padres y lo que sean capaces o no de hacer
en beneficio de sus hijos. Nos gustaría indicar que hay tanto peligro en ha-
cer presuposiciones generales acerca de los padres (varones) sin pareja,
como en hacerlas sobre las madres sin pareja, habiendo encontrado una gran
diversidad en cuanto al alcance y la capacidad de los hombres de ejercer
como padres en nuestra pequeña muestra de familias que atravesaban el pro-
ceso de posdivorcio.
Otro trabajo realizado en el contexto de la búsqueda de roles y normas
familiares cambiantes (GORELL BARNES y cols., 1997) llevó a una de nosotras
(GGB) a interesarse especialmente por el descuido comparativo de los pa-
dres en relación con el reparto de responsabilidades tras el divorcio. Dos
pequeños estudios llevados a cabo en el contexto del proyecto de divorcio
aumentaron ese interés. Uno estudió más a fondo de qué modo se relacionan
la propia percepción masculina de lo que constituye un comportamiento acep-
table del hombre y de la mujer como padres con su capacidad de comprome-
terse a ejercer como padres tras el divorcio. En este estudio, HART (1994)
28 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
demostró que hay muchos factores que influyen en el desarrollo de los roles
de paternidad tras el divorcio. Descubrió que la propia aptitud de los hom-
bres para actuar con flexibilidad en los planes para atender a sus hijos está
relacionada con su capacidad de adoptar unos patrones de ejercicio paternal
que incluyen la realización de tareas que antes se estimaban propias “de
mujeres” o que, por regla general, se consideran culturalmente incluidas en el
ámbito del ejercicio “maternal”. ADAMS (1996) descubrió, además, que la ex-
periencia de haber tenido un buen padre, así como el apoyo continuado de
otros hombres que realizan tareas similares, promueve, sin duda, su capaci-
dad para continuar ejerciendo como padres por sí mismos, un cometido que
muchos presentan como una experiencia a veces frustrante y dolorosa.
El segundo estudio (BRATLEY, 1995) consideraba las experiencias y dificul-
tades de los hombres al tratar de mantener el contacto con sus hijos cuando
los tribunales habían ordenado que las visitas debían hacerse bajo su-
pervisión. El estudio se realizó en un punto de encuentro familiar de Londres.
Este proyecto, así como nuestro propio trabajo clínico, suscitó una preocupa-
ción en torno a cómo ofrecer apoyo psicológico y educativo a los padres, para
ayudarlos a desarrollar unas competencias paternales adecuadas a las eda-
des de sus hijos. KRAEMER (1995) dice que las mujeres siguen facilitando el
contexto en el que los padres aprenden las competencias paternales y, aun-
que los investigadores no han demostrado ni refutado esta teoría, es proba-
ble que sea un aspecto que motive el abandono de los padres de los contac-
tos con sus hijos en los dos años inmediatamente posteriores al divorcio. Lo
que hacen algunos padres casi siempre es compartido con sus parejas, o
depende de las indicaciones que ellas les den, por lo que esta experiencia de
conducta paternal la consideran esencialmente relacionada con sus parejas
respectivas. Siguiendo esta misma lógica, cuando la pareja se rompe, el padre
puede estar inseguro con respecto a su forma de comportarse y el paso a una
identidad paternal personal será laborioso y doloroso. Esto es especialmente
probable cuando la separación ha sido agria y hostil y el padre no dispone de
ningún sitio al que llevar a su hijo que pueda considerar un “hogar”.
Según nuestra experiencia, el tiempo necesario para que un padre se
sienta competente y seguro de sí como tal, en ausencia de su ex mujer, es
muy variable. En parte, esto está relacionado con el grado en que la madre
“permita” al padre desarrollar su propio estilo de ejercicio paternal posdivor-
cio, con independencia de lo que se imponga como comportamiento “correc-
to”. Para algunos padres que no pudieran desarrollar las competencias ade-
cuadas, el hecho de que la ex mujer lo vigile críticamente le crea un grave
estrés. En estas situaciones, conviene adoptar un enfoque evolutivo y educa-
tivo que permita al padre situar su pensamiento en un marco de referencia
más amplio. No obstante, algunos padres se comprometen mucho con el ejer-
cicio de la paternidad durante toda la vida de sus hijos y, en algunos casos,
les han cuidado de forma equitativa a las madres que no trabajan a tiempo
completo. En estas situaciones, los razonamientos en torno a “qué es lo mejor
para el hijo” compiten con “qué es lo que los expertos valoran más aunque
sea el niño quien salga perdiendo”.
29Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
Si hay cada vez más pruebas de que los padres pueden ser padres
competentes, cariñosos y comprometidos, ¿cómo se desarrollará en la pró-
xima década el debate acerca de si es preferible que los hijos mantengan el
contacto con ambos conyuges, aunque discutan, o que pierdan el contacto
con uno, de manera que así no se vean afectados por un conflicto conti-
nuado? Es probable que las respuestas sobre las condiciones de la relación
que puedan influir en una decisión en uno u otro sentido se clasifique gra-
cias a nuevos estudios de investigación. En la actualidad, sabemos que
cuando las parejas que se divorcian procuran o aceptan voluntariamente la
responsabilidad parental conjunta y son capaces de llevar la coparentalidad
sin excesivos problemas, es más probable que los padres sigan implicados
en sentido positivo (MACCOBY y MNOOKIN, 1992) y que esto, a su vez, bene-
ficia a sus hijos. Se ha descubierto que una relación cordial con un padre
con autoridad, no residente en el hogar, está asociada con una autoestima
más elevada, mejores competencias sociales y cognitivas y menos proble-
mas conductuales de los hijos (HETHERINGTON y STANLEY-HAGAN, 1995).
FURSTENBERG y sus colaboradores estudiaron las percepciones de los ado-
lescentes de sus relaciones con sus padres no residentes en el hogar fa-
miliar y descubrieron que el 76% manifestaban que sus padres se preocu-
paban por ellos y los querían, incluso cuando el contacto fuese poco
frecuente. Parece probable que los hijos puedan identificarse con el padre
con quien no conviven y, por extensión, establecer una relación positiva con
él, aunque lo vean muy poco pero con regularidad (FURSTENBERG, MORGAN y
ALLISON, 1987).
¿Qué ventajas tiene para los hijos el ejercicio
compartido de las funciones parentales?
MACCOBY y sus colaboradores (1990, 1993), así como otros investigado-
res que utilizan nombres diferentes para unas clasificaciones similares de las
conductas, han señalado tres patrones de ejercicio parental:
1.NCooperativo... en el que los conyuges hablan entre sí sobre cuestiones
relacionadas con los hijos, evitan discusiones y se apoyan, en vez de
que cada uno menosprecie el comportamiento parental del otro.
2.NConflictivo... en el que los padres hablan entre sí sobre sus hijos, pero
con críticas, acritud y a la defensiva, y cada unotrata de menospreciar
el comportamiento parental del otro.
3.NDesentendido... en el que ambos se implican con sus hijos, pero adop-
tan lo que FURSTENBERG describe como modelo de ejercicio parental
paralelo. Cada progenitor adopta su propio estilo, pero no interfiere el
ejercicio del otro. Se evita la comunicación entre ambos, excepto a tra-
vés de los hijos, lo que reduce la probabilidad del conflicto directo pero
pone al hijo en el centro de la cuestión.
30 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
Como señalamos antes y analizaremos ampliamente en el Capítulo VI, a
muchos padres divorciados les cuesta mucho controlar los sentimientos de ira
y resentimiento e incluso pasados dos años del divorcio, alrededor de la cuar-
ta parte de los conyuges todavía se encuentra en un estado de ejercicio pa-
rental conflictivo (MACCOBY y MNOOKIN, 1992; SIMPSON, MCCARTHY y WALKER,
1995). Los hijos sufren los efectos adversos de los conflictos parentales y,
a menudo, se encuentran atrapados en medio (COCKETT y TRIPP, 1994; HET-
HERINGTON, 1993). Los hijos que quedan en medio pueden actuar como “inter-
mediarios” y aprender a explotar a sus padres y enfrentar a uno contra otro.
Para muchas parejas que se divorcian, el conflicto puede aumentar, en vez de
disminuir tras el divorcio. SIMPSON y cols. (1995) han demostrado que las re-
laciones negativas pueden empeorar después del divorcio o deteriorarse
abruptamente, pasando de un estilo de discurso neutro a otro desgradable.
En estas circunstancias, los padres pueden reducir el contacto con sus hijos
con el fin de evitar nuevas discusiones. La viabilidad de la residencia conjun-
ta, en el contexto de un conflicto continuado, es problemática. El trabajo des-
tinado a ayudar a los padres a desarrollar competencias de resolución de pro-
blemas y de resolución de conflictos y formas de llegar a un acuerdo sin
incrementar la ira y la tensión, es considerable y requiere tiempo pero, a nues-
tro juicio, es posible. No obstante, el tiempo que dediquen los profesionales a
ayudar a los padres a desarrollar y mantener un ejercicio parental positivo
actualmente no está regulado y sigue estando fuera de las estructuras de
mediación en los términos en los que hoy se prestan los servicios.
Los trabajos recientes indican que los padres no residentes en el hogar
familiar, que no pueden tener tanto contacto con sus hijos como querrían,
corren un riesgo especial de padecer trastornos psicológicos (KITSON y HOL-
MES, 1992). La ambigüedad y la sensación de indefensión que manifiestan
muchos padres tras la pérdida del contacto cotidiano con sus hijos se men-
cionan en otros estudios a ambos lados del Atlántico (KRUK, 1992; SIMPSON,
MCCARTHY y WALKER, 1995).
Padres y madres con custodia compartida
La custodia compartida satisface los deseos de los padres de ofrecer a
sus hijos un ejercicio parental de ambos con carácter de igualdad. A largo pla-
zo, los efectos de la custodia compartida son positivos cuando se mantiene la
neutralidad o, en el mejor de los casos, la buena voluntad entre los conyuges:
los padres acaban encontrándose más cómodos en el ejercicio parental y se
implican más en los aspectos emocionales y prácticos del cuidado de los
hijos. Del mismo modo, las madres se encuentran menos cargadas con las
responsabilidades de cuidar a los hijos y más capaces de hacer otras cosas
(BENDER, 1994; KELLY, 1993). Sin embargo, desde el punto de vista del hijo, las
investigaciones muestran cosas diferentes y no han podido establecer la
superioridad de la custodia compartida sobre la custodia otorgada a uno u
otro de los padres, encargado de su cuidado y cuya residencia sea la princi-
31Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
pal del niño (HETHERINGTON y STANLEY-HAGAN, 1997). Las dificultades semana-
les detalladas que conlleva la custodia compartida pueden provocar tensio-
nes a los hijos, sobre todo si se desarrolla en contra de su voluntad o pres-
cindiendo de ella, utilizándolos como portadores de mensajes.
Otras variantes de la custodia compartida, consideradas en la investiga-
ción, son la alternancia semanal o semisemanal de la responsabilidad del cui-
dado de los hijos, o entre semanas escolares y fines de semana. Todas estas
particularidades se reflejaban en nuestra muestra. En una de las familias ana-
lizada antes de que comenzara oficialmente el estudio, los hijos permanecían
en la misma casa y los padres se trasladaban a ella y se marchaban por tur-
no. La ventaja primordial de cualquiera de estos planes “equitativos”, normal-
mente adoptados de mutuo acuerdo más que propuestos por las madres con
las que hemos hablado, es que ninguno de los conyuges se siente relegado a
la posición de visitante. Cada uno dispone de algún tiempo liberado de las
responsabilidades del cuidado de los hijos y, de hecho, varias madres han
confesado que disfrutan de sus “fines de semana libres” como una oportuni-
dad de reivindicar y desarrollar su propia vida. No obstante, dado que todos
los padres que vimos fue por la existencia de algún desacuerdo inicial entre
ellos, también es importante señalar la incomodidad experimentada por los
padres y por sus hijos, que a veces se sentían desposeídos de un auténtico
“hogar” o de sus opiniones que hacían referencia a la adaptación frecuente y
regular a las distintas formas de ver el mundo de unos padres en conflicto.
Resiliencia y divorcio de los padres
Al terminar esta revisión muy selectiva de las investigaciones relaciona-
das con algunos efectos del divorcio sobre el bienestar de los niños, quere-
mos destacar la necesidad de tener en cuenta que el estrés y los procesos
para afrontar la situación interactúan en una serie de niveles diferentes. Entre
ellos están los procesos sociales, así como los psicológicos y emocionales,
cada uno de los cuales puede contribuir de distintas maneras a la resiliencia
de los niños, a pesar de las tensiones por las que estén pasando. En conse-
cuencia, terminamos el capítulo con algunos aspectos destacados de distin-
tos estudios de investigación, incluidos los nuestros, que muestran algunos
factores familiares y sociales que contribuyen a la resiliencia de los niños.
•nHay muchas formas de familia y se ha demostrado que los hijos se
desenvuelven bien en diferentes configuraciones familiares, tanto antes
como después del divorcio. La vida familiar no acaba con el divorcio
aunque éste modifique su configuración.
•nEn el plano social, hay que aceptar y normalizar en el Reino Unido la
diversidad de formas familiares por distintas vías, ya sean los medios de
comunicaión y el periodismo, así como mediante los programas educa-
tivos en los centros escolares. Los mismos padres tienen que confiar en
su forma de vida familiar para que los hijos no se sientan en desventaja.
32 Cómo ayudar a la familia durante la separación y el divorcio
©nEdiciones Morata, S. L.
•nCuando los conyuges conservan entre ellos unas relaciones no conflic-
tivas, y cuando los hijos mantienen con sus padres unas relaciones que
tampoco son conflictivas, las cosas van mejor. Todos los profesionales
deben ser muy conscientes de los efectos negativos de los conflictos
sobre los hijos y estudiar cómo pueden ayudar a los padres a reducir
esa conflictividad, desde su propia posición profesional.
•nLos hijos necesitan tener información del padre o de la madre que no
forme parte efectiva de su vida. En las familias monoparentales, en las
que la madre todavía albergua rencor contra un padre que se ha desen-
tendido de todo, esto puede resultar más difícil que en las familias en las
que se ha escogido y planeado la situación monoparental. Mientras que
las familias de lesbianas y las formadas gracias a la donación de esper-
ma o de óvulos se están uniendo para crear relatos y una literatura
infantil que faciliten a los niños la compresión de sus propios orígenes,
sin embargo, hay ciertas pruebas de que las madres sin pareja pueden
ser reacias a hablar del padre y estohace que sus hijos tengan cierta
confusión respecto al papel de los hombres en sus familias.
•nUna buena relación con uno de los progenitores puede facilitar mucho
la vida de los niños cuando la relación marital no es buena o cuando la
relación entre el otro progenitor y el niño es conflictiva.
•nLas buenas relaciones entre hermanos y hermanas también facilitan
mucho las cosas.
•nLos padres y los hijos necesitan el apoyo de sus familias en momentos
de cambio familiar. Sobran las críticas.
•nEl apoyo social de los adultos ajenos a la familia y de los amigos de los
hijos está relacionado con la adaptación positiva de éstos tras el divorcio.
•nEs muy probable que las experiencias escolares tengan gran importan-
cia. La atención y la cordialidad manifestada por los docentes son fac-
tores clave.
Aunque todos los factores anteriores se relacionan con la resiliencia de
los hijos y la investigación muestra que la mayoría de los niños afrontan satis-
factoriamente los muchos retos del divorcio, también es probable que tengan
pensamientos y sentimientos desagradables, tanto acerca del propio divorcio
como del trato que tienen con sus padres en la vida posterior a éste. Nos ocu-
paremos de algunas de estas experiencias en los capítulos siguientes.
33Cambios en la familia y ansiedades de los hijos
©nEdiciones Morata, S. L.
CAPÍTULO II
El marco teórico: Transiciones y factores
de riesgo en la separación y el divorcio
El objetivo de este capítulo es examinar la forma de desarrollarse de los
niños a través de las diversas fases del ciclo vital familiar y cómo afectan es-
tos procesos a la experiencia del divorcio parental. Nuestras ideas se basan
en la premisa de que el crecimiento y el desarrollo sólo adquieren sentido en
un contexto determinado. Si los hijos crecen en un ambiente en el que no sólo
están satisfechas sus necesidades físicas, sino también las emocionales,
establecerán unos vínculos seguros con sus cuidadores y, poco a poco, ela-
borarán una historia personal tan amable y encantadora que constituirá la
base de unas relaciones positivas futuras. Nos preocupa examinar el impacto
que la separación y el divorcio tiene en los hijos, en sus diferentes estados de
desarrollo.
La teoría del apego constituye un modelo útil para comprender la evolu-
ción de los niños en el contexto de las relaciones, y las ideas de BOWLBYi*
(1988) han producido un impacto fundamental en relación con la comprensión
del efecto de las relaciones iniciales sobre las que se establece posterior-
mente la vida. En particular, la teoría del apego postula que la relación que
establece un niño con su madre, o cuidador, es crucial para el desarrollo de
relaciones futuras y la investigación confirma que cuanto más segura sea la
relación inicial con el cuidador, más capaz será el niño de explorar el mundo
que lo rodea a sabiendas de que hay una “base segura” a la que regresar.
MAIN (véase, por ejemplo: MAIN, KAPLAN y CASSIDY, 1985) utilizaba la idea
de los modelos funcionales internos para explicar cómo representan e inter-
pretan los niños pequeños la experiencia de una relación. El modelo funcional
interno de la relación del niño pequeño con un padre o una madre se formará
a partir de la historia de la interacción entre éstos y el hijo, incluidos los
esfuerzos de éste por recuperar al padre o a la madre incluso aunque esté
©nEdiciones Morata, S. L.
*nVínculos afectivos, J. BOWLBY, 5.a edición, Morata (2006).
ausente. El modelo funcional de la relación no reflejará un cuadro objetivo del
padre o de la madre, sino la historia de las respuestas percibidas por el hijo
(DOWLING, 1993). En consecuencia, es probable que un niño que perciba que
sus padres están pendientes de él y dispuestos a ayudarle construya un
modelo del yo que se desenvuelve bien pero que también merece ayuda. Los
niños que tienen la vivencia de que sus padres no les responden o no están
pendientes de ellos tenderán a construir una representación de sí mismos
como individuos antipáticos y no merecedores de atención (BOWLBY, 1977).
Las conductas de apego representan una red de interacciones complejas
que se desarrollan entre madre y bebé según un patrón entrelazado, mutuo,
desde el momento del nacimiento del bebé y que continúa durante las prime-
ras semanas y meses. Cuando el niño se desarrolla, se establecen nuevas
relaciones de apego con el padre, los hermanos y otros cuidadores dignos de
su confianza. Las conductas de búsqueda de la proximidad de las figuras
objeto de apego aumentan con la movilidad (6-7 meses), pero también
empieza el niño a mostrar signos de apego selectivo cuando protesta por la
separación y manifiesta temor a los extraños (8-12 meses). En realidad, casi
todas las conductas de apego se incrementan en situaciones estresantes o
de miedo. Por las investigaciones, también sabemos que el apego entre pro-
genitor e hijo está influido por las condiciones de proximidad. Reconociendo
esta particularidad, la práctica actual en los hospitales fomenta el contacto
entre madres y bebés desde el nacimiento. Aunque la investigación se ha
centrado principalmente en las madres, algunas investigaciones indican que
las conductas de apego de los padres, al menos inicialmente, son práctica-
mente idénticas a las de las madres, aunque, pasados los primeros meses,
los padres desarrollan unos roles característicos (PARKE y TINSLEY, 1981).
LAMB y sus colaboradores (LAMB y cols., 1982) estudiaron a un grupo de
padres cuidadores en Suecia y concluyeron que, con independencia del rol
de cuidador, las madres hablaban y tenían más tiempo en sus brazos a los
bebés. El estudio indica que el género podría tener una influencia más impor-
tante en la conducta parental que el rol de cuidador. LAMB (1997) presenta un
resumen exhaustivo de los conocimientos actuales acerca de los padres y la
paternidad, las relaciones entre padre e hijo y la influencia de los padres en el
desarrollo del hijo.
La investigación en el campo del apego adulto indica que la capacidad de
construir una historia coherente de la propia vida está relacionada con la
aptitud para establecer apegos seguros en la vida futura (MAIN, KAPLAN y
CASSIDY, 1985).
Para que los padres faciliten a los niños una base segura desde la que
puedan desarrollarse emocional y socialmente, tienen que:
nEntender que los deseos de proximidad, atención y receptividad de los
niños no son malos, exigentes o irrazonables, sino una expresión evo-
lutiva de sus necesidades. Cuanto más se rechacen o dejen de satis-
facerse estas necesidades, mayor será la demanda, que acabará ex-
presándose en forma de síntomas físicos o psicológicos.
35El marco teórico: Transiciones y factores de riesgo en la separación y el divorcio
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nReconocer que el origen más corriente de los enfados de los niños es
la frustración de su deseo de amor y atención y, por regla general, su
miedo refleja la incertidumbre acerca de si los padres seguirán pres-
tándole atención.
Los años preescolares
A medida que los niños crecen y se desarrollan, el equilibrio entre la con-
ducta exploratoria y la acostumbrada base segura de la familia cambia gra-
dualmente. La experiencia de los niños de ese mundo más amplio formado
por el grupo de juegoi* o la escuela infantil estará muy influida por el marco en
el que los padres sitúen esa transición. Preparar al niño para la transición,
explicarle qué hay que esperar, visitar el lugar, de manera que el niño tenga
una imagen concreta de lo que ha de esperar, son formas posibles de ayudar
a los niños a adaptarse a la nueva situación. No obstante, la insistencia en la
emoción de la transición tiene que combinarse con la conciencia del impacto
que la separación del cuidador tendrá en el niño. En esta etapa de desarrollo,
los niños necesitan explicaciones concretas, por ejemplo, del tiempo que
estarán fuera, el momento de recogerlos y qué cosas serán diferentes de las
de casa: amigos, tamaño del sitio, comida, etcétera.
La experiencia del divorcio y los años preescolares
Cuando los niños

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