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INDIVIDuALIA Revista Sin Ideas Invierno 19/20 INDIVIDUALIA Revista Sin Ideas Nº 9 (Invierno 2019-20) DIRECTOR: Paco Fernández Mengual SECRETARIO DE REDACCIÓN: Belén Molina Gómez INFORMÁTICO: Ignacio Sánchez Palazón CONSEJO DE REDACCIÓN: Rosa María López Pérez, Sabrina Gallardo, Janis Fernández de la Casa, Tamara Fernández de la Casa. Fernando Rull. LUGAR DE LA EDICIÓN: Murcia EDITOR DISEÑO: Paco Fernández Mengual & Belén Molina Gómez PORTADA: José Coy EDICIÓN DIGITAL http://www.revistaindividualia.wordpress.com. ISSN: 2340-1834 DEPÓSITO LEGAL This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License. Los textos puede copiarlos, distribuirlos y comunicarlos públicamente, siempre que cite su autor y el nombre de esta publicación: INDIVIDUALIA –Revista Sin Ideas-. No los utilice para fines comerciales y no haga con ellos obra derivada. AGRADECIMIENTOS Raúl García. Gerente de SEDAUTO SEGURA DE AUTOMOCIÓN SL Concesionario oficial de VOLVO para Murcia y Cartagena http://www.revistaindividualia.wordpress.com/ Individualia 9 Invierno 2019-20 SUMARIO 5 7 8 16 PRESENTACIÓN Dos poemas: Gloria Fuertes y Mario Benedetti ENTREVISTA A BETTINA HEINEMANN La tercera Alemania / Alberto Hernández Moreno ARTÍCULOS 17 21 24 28 33 37 43 48 53 57 Líneas rojas / Belén Molina Gómez Imagina un muro entre Lennon y Nietzsche / Manuel Ballester Israel y Palestina: muros y negaciones / Paco Fernández Mengual Contornos y muros: los “Muros de la Paz” en Belfast / Marco A. Oma Jiménez ¿Tenemos el coraje de hacer lo posible? / Miguel Ángel García López Historia icónica, historia revolucionaria, historia contada / Joaquín Jareño Alarcón Las sociedades gentilicias en dos Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes /Alberto Hernández Moreno Historia de dos aldeas / Manuel Férez Muñoz Ideología y trastornos de la percepción / Pascual Velázquez Vicente The Wall. Música contra la alienación / Salvador Martínez García MUNDOLOGÍA 70 74 78 Los muros del silencio / Mar Salinas Gómez La gran muralla educativa / Peligros Nicolás Situación actual del talento de alumnos con altas capacidades intelectuales / Peligros Ni CRÍTICA MUSICAL 83 Música para Babel / Jorge Coy CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA 87 Pasen y vean: un ejemplo deformante / José Coy 90 CRÍTICA DE LIBROS o Las cartas de Platón, por Fulgencio Martínez o A merced de la tormenta (José A. Fernández López), por José A. Zamora o Distopía Vol. 1, (VV.AA.), por Alfonso Gutiérrez Cano PRESENTACIÓN _________________________________________________ as letras de la música rock son demasiado optimistas cuando se hacen eco de los eventos o acontecimientos, concretos o de carácter más general, que caracterizan una época o un momento histórico. En 1964, Dylan cantaban The times they are a-changing, una pieza de cuatro estrofas que expresan una llamada a diferentes colectivos y una conclusión en la que afirma: “The order is rapidly fading”. Es cierto que en la canción no se distingue, pero cualquier oyente avispado puede escuchar un ruido de fondo que no es otra cosa que la sentencia lampedusiana de que hay que cambiarlo todo para que nada cambie. Lampedusa sabía, y así lo escribió en El gatopardo (1958), lo que Dylan jamás pudo aprender, esto es, la amenaza que se cierne sobre todo cambio social o político: que el cambio sólo afecte a la superficie quedando indemnes las estructuras profundas sobre las que se erige el orden social y político. Es la enseñanza que transmite el gatopardismo, una sentencia cuya performatividad queda reflejada en una de las escenas de la mítica película, El gatopardo, basada en la novela homónica de Lampedusa, dirigida por Luchino Visconti en 1963. En dicha escena, Tancredi Falconeri (Alain Delon) utiliza dicha sentencia ante su tío, el príncipe Fabrizio Salina (Burt Lancaster), como estrategia para evitar la proclamación de la república de Sicilia. En 1990, la banda alemana Scorpions lanza Wind of Change, una canción incluida en su álbum Crazy World. La canción pasó a ser considerada como el himno de la perestroika debido a que presentaba un mensaje de paz y reunificación del mundo tras la caída del muro de Berlín y el final de la Guerra Fría. Wind of Change (más de 14 millones de copias vendidas en todo el mundo) expresaba, de nuevo, el optimismo de la música rock, esta vez en versión balada de heavy metal. Los vientos del cambio eran evidentes, todo el mundo sonreía “listening to the wind of change”, y solo restaba celebrarlo y acomodarse en un buen asiento para recorrer la historia a bordo del tren de la reunificación, del Este y el Oeste, del capitalismo y el comunismo. En dicho tren, Scorpions imagina un lugar “Where the children of tomorrow dream away in the wind of change […] whre the children of tomorrow share their dreams with you and me”. Wind of change marcaba el final de una época, de un tiempo que quedaría en el recuerdo, del triunfo de una libertad cuya fuerza podía derribar cualquier muro. Los acontecimientos a los que se refiere la canción enderezaban una historia que llevaba demasiado tiempo torcida, pues L INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 6 The wind of change blows straight / into the face of time /like a stormwind that will ring / the freedom bell for peace of mind […] En 2016, Individualia decide dedicar un monográfico a los muros. Los vientos del cambio no han sido suficientemente contundentes, como si los muros fuesen algo consustancial a la historia de la humanidad. Somos conscientes de que la posición ideológica distingue entre buenos y malos muros. El muro que me protege es un buen muro, el que me excluye, un muro malo. Dylan tenía razón, los tiempos siempre están cambiando. Lampedusa no le va a la zaga y la política contemporánea es buena prueba de ello. Escorpions nos invita a encender las velas, o los mecheros, o los móviles, para sentirnos mejor con nosotros mismos y nuestros bellos y hermosos sueños. No está mal. Entonamos el estribillo de la canción hermanados en un sueño condenado a estrellarse con una realidad saturada de muros. El final de la canción no es el final del sueño. Tenemos muchos muros, pero también muchos soñadores. Antes de apagar la luz, antes de dormir, volvemos de nuevo a las velas, o a los mecheros, o a los encendedores, y nos imaginamos a “all the people sharing all the world”. Así pues, entre sueños y muros, entre buenos deseos y las amenazas de la implacable realidad, decidimos reflexionar sobre este asunto de los muros, intentando mantener el equilibrio entre los sueños y la realidad para no ceder a la tentación del mesianismo laico redentor que promete la solución definitiva a todos los problemas del mundo, ni a la desesperación que amenaza desde cada uno de vértices de la poliédrica realidad en la que estamos instalados. El resultado es este nuevo número de Individualia. Foto de José Coy INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 7 Nos separan altos muros (Gloria Fuertes) Nos separan altos muros Contra los que golpeo con ternura Los muros se van agrietando y por esas tenues aberturas nos comunicamos (burlando la guardia) los días que nosotros mismos queremos. Epigrama con muro (Mario Benedetti) Entre tú y yo mengana mía se levantaba un muro de Berlín hecho de horas desiertas añoranzas fugaces tú no podías verme porque montaban guardia los rencores ajenos yo no podía verte porque me encandilabael sol de tus augurios y no obstante solía preguntarme cómo serías en tu espera si abrirías por ejemplo los brazos para abrazar mi ausencia pero el muro cayó se fue cayendo nadie supo qué hacer con los malentendidos hubo quien los juntó como reliquias y de pronto una tarde te vi emerger por un hueco de niebla y pasar a mi lado sin llamarme ni tocarme ni verme y correr al encuentro de otro rostro rebosante de calma cotidiana otro rostro que tal vez ignoraba que entre tú y yo existía había existido un muro de Berlín que al separarnos desesperadamente nos juntaba ese muro que ahora es sólo escombros más escombros y olvido. Dos Poetas INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 8 Paco Fernández Mengual y Belén Molina Gómez Hubo un tiempo en que Alemania no era una, sino dos, separadas por un muro. Hablamos de los inicios de la Guerra Fría y de como Alemania se dividió en dos Estados creciendo cada uno a su ritmo. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial los territorios alemanes ocupados por los soviéticos quedaron bajo la administración comunista. La República Democrática Alemana (RDA) se convirtió en un país satélite de la URSS y allí el comunismo se implantó con la precisión y frialdad que caracteriza a los regímenes totalitarios. Partido y Estado eran lo mismo, la denominada democracia popular no era sino un trasunto del big brother que tan bien describió George Orwell. Todo era absorbido por la omnipotente maquinaria del comunismo. La existencia de la RDA no fue reconocida por Alemania Occidental hasta 1969. El reconocimiento mutuo de ambos Estados alemanes (Este y Oeste) duró hasta la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989. La unificación de Alemania llegó un año más tarde, el 3 de octubre de 1990, el Estado del Este fue desapareciendo y sus INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 9 antiguos territorios pasaron a formar parte de la Alemania Occidental, manteniendo su modelo de organización política y económica hasta nuestros días. En la actualidad solo hay una Alemania, y aun así todavía se pueden ver los vestigios de aquel pasado. Las heridas tardan en cicatrizar, perdura la desconfianza hacia la madre Rusia y todavía se conservan en el imaginario popular los tonos grises del Este. Hace ya 30 años que rompieron los ladrillos, pero no por ello cayeron los muros. _________________________________________________ Las condiciones políticas en las que vivías de niña fueron muy duras. El cine a través de cintas amables como Fuga en la noche o Good Bye, Lenin! nos has mostrado alguna de ellas. Bajo estas condiciones transcurrió tu infancia: ¿se resintió tu niñez por ello? Mis recuerdos de la infancia son felices, a pesar de que mi padre murió siendo yo pequeña y por eso mi madre quiso salir de Erfürt. En Erfürt (Alemania Oriental) teníamos mucha relación con la familia de mi padre (con mis primos y abuelos). Con su muerte, mi madre se sentía muy sola y echaba en falta el apoyo de su familia. Por esta razón, solicitó vía administrativa marchar del Este al Oeste. La petición fue denegada sin razón alguna y gracias a ella, mi madre se convirtió para el gobierno en persona sospechosa y por eso estaba bajo vigilancia. Una niña feliz y una madre con una situación complicada. Es curioso que una petición legal se convierta en un instrumento para confeccionar una lista negra, aunque supongo que la delación podría venir desde la persona más insospechada. Exacto. Tras la unificación de Alemania, mi madre tuvo acceso a su archivo Stasi. Nunca me quiso contar quienes eran los que nos vigilaban y delataban. Se lo pedí en varias ocasiones, pero decía que era muy fuerte saber quiénes nos habían traicionado y vigilado durante aquellos años. La calificación de persona sospechosa era muy seria y por ella, el sistema (siempre a servicio de Rusia) nos ponía muchas piedras en el camino. Mi hermano, sin ir más lejos, no pudo ir a la Universidad porque el Estado no se lo permitía. Al final, el tesón de tu madre, dio sus frutos y conseguisteis dejar Erfürt, ¿en qué momento y cuándo se hace ello posible? Salimos de Erfürt (y por tanto de la zona Este) en 1988, un año antes de la Caída del Muro, a través de una autorización oficial, aunque no fue sellada en las oficinas del Este. A finales de la década de los 80, las relaciones entre ambas Alemanias (Este y Oeste) eran más relajadas y por ello vino un político importante de la zona Oeste a mi ciudad. Mi madre al tener conocimiento de esto, escribió una carta donde contaba su INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 0 situación personal y aprovechó su visita a una misa de la Catedral de Erfürt para dársela en mano. No fue fácil, tuvo que saltarse el cordón policial para llegar hasta él. Cualquier acción por simple que pareciera constituía un riesgo. Un mes después de aquello, y coincidiendo con el décimo octavo cumpleaños de mi hermano, nos llegó la autorización de que podíamos cruzar el Muro. ¡Cuántas emociones juntas!, ¿cómo afrontasteis, tus hermanos y tú esta noticia? A pesar de tener tan solo 8 años, para mí fue muy triste dejar a mis amigos. Nunca he hablado con mis hermanos de cómo nos sentíamos en Erfürt ni de qué esperábamos encontrar al otro lado del Muro. Ellos eran mayores que yo (9 y 10 años más) tenían su círculo de amigos, y aunque ninguno de nosotros estábamos de acuerdo con el sistema, estábamos conformes, estábamos habituados a él. Nuestra madre tenía mucho peso en casa y tras la muerte de mi padre, queríamos que estuviera bien y queríamos agradarla. Si ella quería salir, nosotros también. No puedo imaginarme cómo transcurrieron los días siguientes, los preparativos para el viaje, las despedidas. No fue nada fácil. No podíamos hablar con nadie de ello, mi madre nos lo prohibió. Desde que nos dieron la autorización hasta que nos fuimos, pasó un mes, y en ese mes mi madre intentó vender todo cuanto pudo para así conseguir liquidez. El día antes de irnos mi madre me dejó despedirme de mi mejor amiga. En varias ocasiones he intentado contactar con ella, pero no lo he conseguido. No sé nada desde aquel adiós. Antes nos ha hablado de la pérdida de tu padre, de su muerte, ¿tuvo que ver este hecho con la situación política en la que estabais inmersos? La muerte de mi padre no tuvo que ver con el sistema político en el que estábamos envueltos, al menos de forma directa. Mi padre (Martin, como también he llamado a mi hijo) arrastraba una depresión y acabó suicidándose. Mi madre piensa que su enfermedad vino a raíz del servicio militar. El servicio militar en los años 70 duraba en torno a un año y seguía las mismas pautas que en Rusia. Ese tiempo no debió ser fácil para mi padre. Él era muy hippy, de los que van desnudos tocando la guitarra por la playa. El servicio militar le alejó de casa prácticamente un año y al estar tanto tiempo fuera, acabó rompiendo con su pareja, con el amor de su vida. Mi padre optó por estudiar en el conservatorio, su vocación era la guitarra y la trompeta. Mis abuelos (sus padres) no lo veían bien, querían que su hijo se ganara la INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 1 vida de una forma más ortodoxa y no con las artes. Además, mi madre era unos 10 años mayor que él y estaba separada; también tenía dos hijos de su relación anterior (mis hermanos lo son por parte de madre), hijos que apenas se llevaban con mi padre 10 años. Estas circunstancias incomodabana mis abuelos. Todos estos obstáculos en el camino hicieron que al final mi padre muriera de suicidio. Y con su perdida, tocó pasar el duelo. Al morir mi padre, mi madre se quedó abatida. Perdió mucho peso, apenas llegaba a los 40 kilos, también enfermó de neumonía. Mi madre me cuenta que a raíz de aquello volví a dormir con ella, sufría pesadillas y tenía un miedo horrible de que a ella le pudiera pasar algo, algo tan terrible como lo de mi padre. Yo solo quería que mi madre estuviera bien y si para ello había que marchar al Oeste, marcharíamos. Cuéntanos cómo fue ese día, ese día en el que al fin dejasteis atrás la dictadura del Este. Salimos de Erfürt con 7000 marcos del Este, al cambio en la zona Oeste eran unos 1000 marcos, muy poco. Fuimos en tren acompañados por unos amigos hasta Berlín, donde hicimos el intercambio en el famoso Checkpoint Charlie. Allí nos estaban esperando. Nos quedamos con mi abuelo (el padre de mi madre) y su mujer. También estaban mi tía, su marido y mis primos. Mi recuerdo de esa escena está envuelto en una nebulosa. Recuerdo a los militares, jóvenes y armados, cuya orden era disparar en el caso de que fuera necesario. De todo esto se hablaba en el colegio, mis amigas tenían hermanos y ellos habían hecho el servicio militar, las órdenes eran claras, si alguien intenta salir, disparar. Había mucho miedo y se fomentaba que lo hubiera. Supongo que los primeros días en el Oeste serían tan emocionantes como inciertos. Desde luego. Llegamos a casa de mi tía en Berlín y nos quedamos una semana allí. Después nos fuimos a un centro de refugiados, recuerdo que hasta en dos ocasiones cambiamos de centro. Y ¿por qué no os quedasteis con vuestra tía? No había ningún problema en quedarnos en su casa pero mi madre no quería ocasionar molestias. La casa era pequeña y éramos 9 personas para tan solo 3 habitaciones. Además, con el cambio mi madre había perdido mucho dinero. De hecho al año siguiente, con la Caída del Muro, el cambio fue 1 a 1 pero a mi madre le tocó perder (7 a 1) y bastante. Teníamos ahorros para mantenernos un mes y no podíamos estar a la sopa boba en casa de mi tía, había que colaborar. Nada más que en la cesta de la compra se iba gran parte de nuestros ahorros, éramos muchas bocas para alimentar. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 2 En casa de tu tía, en Centros de Refugiados, ¿cuándo conseguisteis una vivienda para vosotros, un espacio al que llamar hogar? Se pasaron unos tres meses de idas y venidas entre los Centros de Refugiados y la casa de mi tía, hasta que nos dieron un piso de alquiler (vivienda social) y una ayuda social para comenzar a vivir. Me cuesta mucho no hacer paralelismos entre tu historia y nuestra realidad actual, ¿crees que esas ayudas eran vistas con agrado en la Alemania Occidental? El hecho de recibir estas ayudas generaba cierta hostilidad incluso entre los propios berlineses del Este. Mi madre por ejemplo, estaba muy dolida porque perdió los ahorros de su vida y si hubiera esperado un poco más, hubiera tenido su dinero, sin sufrir las trampas del cambio. Ella se había esforzado mucho en salir del Este y ahora cualquiera salía y no perdía nada. Se fue de casa con tres maletas para empezar una vida nueva, luchó mucho por ello. En apenas un año, los demás cruzaban la frontera sin problema alguno. Ya han pasado 30 años de aquello, supongo que esa hostilidad se habrá al menos limado. A día de hoy siguen existiendo ciertas reticencias entre el Oeste y el Este. Es más, hace unos días llegaron unos alemanes al Balneario de Archena (lugar donde hoy día trabajo) y les dije que era de Erfürt. Ellos vivían esta historia del Muro como muy lejana. Parecía que no fuéramos del mismo país, me hablaban como si todavía existiera un muro entre el Este y el Oeste, como si Alemania no estuviera unificada. El muro cayó el 9 de noviembre de 1989 y el 3 de octubre (festivo en Alemania) de 1990 se unieron las dos Alemanias, pero parece que algunas personas no son conscientes de ello, de que ya somos un solo país. Lo sois, el muro cayó como bien apuntas y como niña que eras, ¿cómo viviste ese momento? No recuerdo que me pasó por la cabeza cuando cayó el muro. Puse la tele al llegar del colegio y vi cómo, una vez más, todo giraba en torno a él. Sin pensarlo mucho, cogí mi bici y pedalee unos 3 o 4 km. Me acerqué hasta el Muro, era la historia de mi vida y sentía que tenía que estar allí. Cuando llegué con mi bici al Muro sentí miedo, se hacía oscuro y había mucha policía. Era una niña y tampoco sentí la necesidad de romper el Muro con un martillo. Y a partir de aquí, ¿cómo empezáis a crear vuestro sitio en esta nueva Alemania? Seguimos viviendo de alquiler (algo común en Alemania) en el piso de protección social. Mis vecinos llevaban a sus espaldas otras historias, algunas parecidas a la mía, otras bien distintas. Mi madre empezó a cursar estudios relacionados con la Administración de Empresas (a ello se dedicaba en Erfürt) y así se actualizaba y reciclaba. Por estas actividades de formación también recibía dinero, como si estuviera trabajando. Y supongo que tú empezarías de nuevo, en un nuevo colegio, a pesar de ser tan pequeña, ¿recuerdas alguna diferencia entre las dos formas de educación que recibiste? INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 3 Cuando empecé el colegio, los niños se reían de mi manera de hablar porque el acento en Erfürt es muy característico y fuerte, como el vuestro aquí en Murcia, de hecho cuando viene al Balneario alguien de mi ciudad, siempre me hace sonreír porque en verdad, es un acento muy especial y característico. Con tan solo 9 años notaba con claridad algunas de las diferencias más evidentes entre el colegio en el Este y en el Oeste. En el Este las mañanas empezaban cantando el himno y además de las asignaturas, teníamos notas por el comportamiento. En clase nos peleábamos por ser el responsable, pero esa figura no se parecía en nada a la que veo hoy en día en clase de mis hijos. En el Este, el responsable iba mesa por mesa viendo que todo se hacía de manera correcta, su misión era delatar al compañero que no hacía las tareas como estaba estipulado, para que así se le pudiera aplicar el castigo pertinente. Ya desde pequeños se nos enseñaba a ser chivatos y se nos daba recompensas por ello. La delación y el miedo es la base de cualquier sistema totalitario. Si así era con los niños, no quiero imaginarme como sería con los adultos. Mi madre se movía en círculos contrarios al régimen, en reuniones donde se leían libros y se escuchaban canciones prohibidas. No llegó a participar de forma activa contra el régimen pero el simple hecho de asistir a esas reuniones le pudo haber traído muchos problemas. Mi tía (hermana menor de mi madre) tuvo esos problemas, e intentó saltar el Muro. No hubo suerte y la pillaron, por ello estuvo 2 años en la cárcel. Mi tía por aquel entonces era joven y hoy por hoy en su pensión tiene una compensación económica por los años que estuvo encarcelada, además, también fue indemnizada. En la mayoría de los casos se salió del Este, pero en tu familia también está la excepción. Mi abuela era de la parte Oeste y al conocer a mi abuelo, de manera voluntaria se vino al Este. Se trajo también a su madre, a mi bisabuela, que la llegué a conocer. En esos tiempos recibía muchas visitas del Oeste y cuando llegaban mis parientes era como si viniera Papa Noel a vernos, con todos sus regalos. De entre todo lo que traían, tengo especial recuerdo del chocolate Milka y de los Kinder. No es que en Erfürt no hubiera chocolates para niños, de hecho mi madre me los compraba en la tienda de la estación, donde se cambiaban divisas,pero sucedía muy de cuando en cuando. Al igual que con la fruta, yo creo que en el Este no llegué a probar los plátanos y en Navidad me acuerdo que mis hermanos hacían colas de dos y tres horas paras conseguir naranjas. Mi familia del Oeste también nos traían pañales (PAMPERS) para los más pequeños, en el Este no había, era el sistema tradicional. Lavar y frotar gasas. Cuando mi familia regresaba a su casa les revisaban el coche, los controles era muy exhaustivos, debían de asegurarse que nadie salía de manera fraudulenta hacia el Oeste, que en el vehículo no había ningún falso pasajero. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 4 Como niña veía algunas historias curiosas detrás de estos abusos de poder. Me acuerdo que una amiga de mi madre se vino a Berlín Oeste. Un día fuimos a la puerta de Brandeburgo y a un 1 km o así, veíamos a los de la otra parte (a los del Este) y saludábamos a su pareja alzando la mano. Algo duro pero que evoco desde la dulzura e inocencia que me producía en aquellos días. Una vez unificada Alemania, ¿qué relación mantenías con Erfürt? Volvía con frecuencia a Erfürt, en tren donde pasaba unas 3 o 4 horas, todavía tenía familia allí. Mi madre no quería ir porque todavía sentía miedo a las represalias. Año tras año, veía los cambios en mi ciudad y veía como se volvía más alegre, con más color. Antes, todo era gris, y poco a poco fue adquiriendo colores nuevos. Con todo, hoy por hoy, la ciudad todavía conserva un aire de otros tiempo, hay cosas que no han cambiado, el Este seguirá siendo el Este. No solo en la manera de ser de las gentes de allí, sino por detalles tan sencillos como los nombres de algunas calles o plazas, los cuales se conservan intactos desde hace 30 años. Hablas de la manera de ser de la gente del Este, ¿qué desvela en ti que eres de esa zona? A pesar de que las cosas han cambiado no se puede evitar que los que somos del Este tengamos cierta reticencia a los rusos. En mi ciudad aunque tuviéramos nuestros políticos, estábamos gobernados por Rusia y sufríamos su disciplina y por eso, por muy bien que me lleve con mis compañeras de trabajo rusas, parece que esta hostilidad es un lugar común para ambos tanto para los alemanes del Este como para los rusos. Es una hostilidad fruto de esos años de represión, reconozco que es un prejuicio irracional, pero no por ello deja de estar ahí. Me queda una duda, ¿pudo tu hermano cursar estudios universitarios? INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 5 Sí. Mi hermano retomó los estudios y comenzó a estudiar su Bachillerato Oeste para después poder estudiar ingeniería (trabaja con bombas de inyección para coches). Y tú ¿cómo y en qué te formaste? Yo también estudie Bachillerato pero no hice estudios universitarios. Estudié Turismo de Salud e hice las prácticas en Archena, cuando tenía unos 20 años. De siempre he trabajado mucho para escaparme al Sur, los inviernos en Alemania eran muy duros y antes de venir a Archena yo ya había venido a España. La madre de una amiga mía compró una casa en Senes, cerca de Tabernas. La arregló y la visitaba con frecuencia. Vine en el 1995 con siete amigas y estuvimos unas 5 semanas allí de veraneo. Allí empezaron también los vínculos con España. En esas cinco semanas escribimos qué íbamos a hacer el día de mañana y yo fui de las que di en el clavo. Aunque todas hablamos de vivir en esta tierra solo yo vivo en España. Mi amiga ha heredado de su madre la casa de Senes, viene de vacaciones pero no ha hecho su vida aquí. Ahora me encanta ir a Alemania de visita pero ya no pienso en vivir allí, ya me he hecho a España y siempre me he sentido atraída por esta tierra. De hecho, con 14 años empecé a estudiar español, de alguna manera parece que estaba predestinada a vivir aquí. ANEXO FOTOS ORDEN DE APARICIÓN FOTO I: La familia de Tina (padres, hermanos, tíos y primos) FOTO II: Tina con su jersey favorito. FOTO III: De vacaciones en la playa junto con sus hermanos. FOTO IV: Tina junto a su padre. FOTO V: En el colegio de Erfürt. Fiesta carnaval. FOTO VI: Tina con un muñeco cosido por su bisabuela. FOTO VII: Angelika (madre de Tina) junto con sus primos del Oeste INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 6 Coda: La tercera Alemania Alberto Hernández Moreno iáspora es un término asociado tradicionalmente al pueblo judío. No obstante, es el alemán quien mejor encarna este concepto en Europa. Tras la Primera Guerra Mundial las nuevas repúblicas de Alemania y Austria estaban lejos de mantener en sus fronteras a la población germana europea. En Francia vivían 1.600.000 alsacianos y loreneses. En Polonia 740.000 prusianos. En Checoslovaquia 3.100.000 sudetes y 128.000 alemanes carpáticos. En Yugoslavia, Hungría y Rumanía 1.224.000 suabos y sajones danubianos. En Bulgaria, 16.000 alemanes de Dobrudja. En Italia 95.000 tiroleses. En Estonia, Letonia y Lituania 230.000 alemanes bálticos. Y en la Unión Soviética 600.000 alemanes del Volga, 200.000 alemanes del Cáucaso y 16.000 alemanes de Crimea. La derrota del III Reich frustró las políticas de acercamiento de las minorías germánicas extranjeras, y estas masas de población fueron expulsadas de sus países de asentamiento ya en los últimos meses de la guerra provocando el mayor éxodo jamás conocido en Europa. A las dos Alemanias separadas por el Telón de Acero se les sumaba el terruño añorado de esos germanos expatriados (que se sentían en tierra ajena en cualquiera de las dos Alemanias después de haber vivido durante varias generaciones en otros países) y la tercera Alemania, reivindicada sólo por la Occidental, y formada por los territorios al este de los ríos Óder y Neisse (Prusia Oriental, Prusia Occidental, Posnania, Pomerania y Silesia) adjudicados en 1945 a Polonia en la Conferencia de Potsdam. Los mapas políticos del continente realizados durante la Guerra Fría en Europa Occidental marcaban los límites entre Alemania Orienta y Polonia como frontera en disputa o no reconocida porque se aspiraba a revertir la situación que dejó sin hogar a los habitantes de esa tercera Alemania. Ésta dejó de existir, incluso en las esperanzas de sus nostálgicos habitantes, cuando el 16 de enero de 1992 la Alemania reunificada y Polonia ratificaron sus respectivas fronteras. D Foto de Nuria Barba Aragón INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 7 Líneas rojas Belén Molina Gómez Pintada callejera en Archena (Murcia), alusión directa a la banda de rock radical vasco de los años 80 Eskorbuto, formación acusada tanto de pro etarra como de españolista. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 8 l siglo XXI se bajó en la estación de tren de Atocha (Madrid) la mañana del 11 de marzo de 2004, dándonos así su particular bienvenida. No hubo fuegos artificiales, la comitiva fue mucho más sonora, haciendo gala de una desmedida estridencia. Los vagones del tren saltaron por los aires, las explosiones ensordecieron durante un largo instante a toda la ciudad. El número de fallecidos aún hubiese sido mayor si los trenes hubieran llegado a la estación con puntualidad británica, por suerte, el retraso mermó el número de víctimas. La información de aquellos días era contradictoria. La mayoría de los ciudadanos veían los atentados demasiado crueles para ser fruto de ETA y de su Kale borroka.Suena irrisorio. En el 2004 estábamos familiarizados con la actividad de ETA: asesinatos en cafés, manos destrozados por paquetes y cartas bombas, tiros a bocajarro en los despachos universitarios, periodistas amenazados y amenazas consumadas. Acostumbrados a estas salvajadas teníamos la piel muy gruesa para hacer semejante concesión a ETA, debíamos ser unos incautos al conceder semejantes subterfugios éticos a los que en su día mataron por la espalda, remataron en el asfalto o usaron bombas lapas para acabar con sus objetivos (aunque sería mejor hablar de sus subjetivos pues las bombas iban dirigidas contra personas con sus nombres y apellidos). Se decía a favor de ETA que sus objetivos no eran civiles. Discrepo de la afirmación, aunque concediendo que así fuera, los daños colaterales de sus atentados sí que llegaban hasta civiles, sin distinción de edad alguna. Como las noticias en España no son tan sutiles como las de la BBC, mi generación creció viendo las consecuencias de estos actos sin pudor alguno. Cuerpos en el suelo mutilados como si fueran muñecos, coches carbonizados, autobuses y cajeros reventados, como si aquello fuese un campo de batalla, una guerra. Desde luego que los informativos bien se ocupaban de hablar de conflicto, porque nosotros, vivíamos en paz. Además, al quedar Murcia lejos de todo (llámese Madrid, llámese País Vasco), nunca fue un problema portar el lazo azul a favor del cese de la violencia terrorista (no se recibía por ello el insulto de españolazo) como tampoco lo fue acudir a las manifestaciones convocadas a favor del desarme de la banda. Esta extraña paz coincidió con el inicio de los años universitarios. Algunos de mis compañeros habían abandonado sus lugares de residencia ante la amenaza de ETA. Unos eran hijos de empresarios, otros de funcionarios de prisiones o de concejales que se E INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 1 9 presentaron por la lista equivocada. ETA era muy democrática en sus objetivos y asesinaba por igual a los políticos del PP que a los del PSOE. Alguna vez tuve la osadía de preguntar a mis compañeros qué hacían por aquí, obteniendo respuestas tan sencillas como contundentes: Hemos venido a vivir aquí porque arriba no se puede. Recuerdo a una de ellas revisando los bajos de su coche, diciéndome que era una rutina diaria. Las listas negras se venden y no hay Asociación del Consumidor que tenga acceso. No se puede cancelar la macabra permanencia. Desconozco el funcionamiento real de las listas. Quizá esta historia es tan solo una estrategia para no bajar la guardia. Al fin y al cabo, si se deja de estar a salvo una vez, nunca se vuelve a estarlo. En medio de esta atmósfera hice un viaje a Egipto con la tranquilidad de que aquellas tierras lejanas contaban con la misma alerta por terrorismo que España. El terrorismo no se deseaba pero se esperaba y fue así como formó parte de lo cotidiano, de la sobremesa. En mi casa, viví la indignación de mis padres ante estas noticias, en especial la de mi madre, hija de guardia civil. La pobre no podía evitar derramar lágrimas ante el asesinato de algún joven militar o ante el atentado contra una Casa Cuartel, como si la Casa de Zaragoza o la de Vic fuesen la suya. Nunca llegué a entender el sentimiento nacionalista, quizá porque nunca entendí lo medios para reivindicarlo. Desde luego que no todos los nacionalistas eran partidarios de los medios usados por ETA, es más algunos ertzainas afines fueron también víctimas de sus atentados, acabando tiroteados y muertos sobre el asfalto mientras dirigían el tráfico. A mi manera de ver, el terrorismo fue siempre un asunto de pistoleros, de mafiosos, nunca lo pude ver como una reclamación legítima, nunca vi los muros que ellos decían ver, nunca vi que hubiera una política restrictiva contra los vascos, nunca vi acoso hacia ellos por usar su lengua o defender su folclore. Nunca vi el País Vasco como un lugar carente de autonomía. En comparación con Murcia, el País Vasco era un Estado Federal al más puro estilo americano. Durante el gobierno socialista de Zapatero se puso fin a la actividad de ETA y la banda quedó disuelta. Un logro que estaba próximo y que bajo su mandato quedó consumado. Si tal y como vaticinó Marx, el capitalismo morirá por las contradicciones que genera, esperemos que la democracia no muera por las mismas razones. Algunos estudiosos dicen que los españoles estamos viviendo en paz desde 1978, obviando estos INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 0 años de atentados perpetrados por ETA o por el terrorismo islámico. La expansión del terrorismo islámico por toda Europa se está volviendo tan cotidiana que ha dejado en un segundo plano tiempos pasados. De aquellos años tan duros y a pesar de las perdidas hemos conseguido retener alguna ganancia. Tal vez, gracias a ellos los cuerpos de seguridad de nuestro país son tan eficaces a la hora de frustrar posibles atentados. No solo merecen respeto los que hoy nos protegen sino también los que un día murieron. Hoy todavía se producen delitos por exaltación del terrorismo, aunque nada tiene que ver con las noticias de antaño sobre coches bombas o artefactos caseros. Parece que hoy vivimos mejor que ayer. Sin embargo, echo de menos ese mundo donde los límites estaban claros, donde era fácil distinguir lo bueno de lo malo, donde nadie temía condenar un atentado, donde no todo valía y donde las negativas venían de frente para así poder combatirlas, e incluso en algunas ocasiones, hacer de ese no un sí. Con fuerza y tesón, con la ayuda de huelgas y manifestaciones, incluso de artículos y charlas informativas. La estrategia hoy es otra, no hay límites, no hay muro. La burocracia es cada vez más férrea y compleja dificultando así la actuación, la estrategia es dejar morir las cosas, dejarlas pasar, una noticia sirve de cortina de humo de otra y así se evita el posicionamiento, no hay límite y al no haberlo no se puede cuestionar nada. Las opciones aparecen como únicas cuando son infinitas. Los informativos no han mejorado con el tiempo y nuestro lugar como ciudadanos ha empeorado. No tenemos muros que tirar y eso lejos de hacernos más felices o más solidarios, nos vuelve más huraños. El muro no es una construcción física sino una realidad constitutiva del hombre. Los muros son los límites de nuestras ciudades, límites en forma de códigos morales, éticos y legales. Ahora con la postverdad y la crisis de la Modernidad no hay líneas rojas, o mejor, las líneas rojas son infinitas y parece que todas valen lo mismo. La ciudad ya no tiene límites y por eso no queda más remedio que amurallarnos en nuestro reino, en nuestro yo, construyendo así pequeños micromuros, difícil de derribar. Y así vamos, sin gobierno, con barcos llenos de refugiados, alianzas con Bildu, VOX ganando adeptos, pero da igual. Podemos hacer de todo, y si no se puede, es porque no somos suficientes, hagamos un crowdfunding y ya está. No es que ya no haya valores, que los hay, el problema es otro: no hay límites, no hay muros, no hay nada para tirar o para empujar entre todos. Somos islas de incomprensión amuralladas con los ladrillos de nuestras gafas de sol, nuestros auriculares, nuestros móviles y nuestros perros. Foto de José Coy INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 1 Imagina un muro entre Lennon y Nietzsche Manuel Ballester Foto de José Coy INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 2 Un lector atento y juicioso, quelos hay, alcanza la evidencia de que lee con facilidad y agrado los textos que confirman su modo de ver el mundo, su manera se sentir y sentirse, mientras que no entiende o no entiende con facilidad los escritos que cuestionan su modo de sentir la vida. Un escritor mediano sabe que en sus textos se dice, se manifiesta, se expone, a sí mismo, a su modo de ser, pensar y sentir el mundo y la vida. Y ahí radica la razón por la que a veces decimos que “Me gusta (o no me gusta) Cervantes o Defreds”, en vez de “Me gusta El Quijote o Casi sin querer”. Tanto el lector como el escritor interpretan, seleccionan, proponen una perspectiva sobre el asunto del que se trata. Hay perspectivas individuales y hay lecturas epocales, enfoques propios de la mentalidad dominante en un determinado periodo cultural. Tomar conciencia de esos enfoques presentes en quienes escriben y quienes leemos es un primer paso para llegar a ser un verdadero lector. Digo esto porque el ambiente actual proyecta constantemente una consideración negativa respecto a los muros. Son metáfora de insolidaridad, exclusión, de hostilidad, valores todos ellos marcados como negativos, “valores no-valiosos” cuando debiera haber hospitalidad, fraternidad y buenismo que son “valores válidos y valiosos”. Es cierto que todo muro es una barrera que impide avanzar a quien se encuentra con él. Y eso es verdad, pero no es toda la verdad y, precisamente por eso, pone de manifiesto una perspectiva parcial. Porque también es verdad que un muro protege, proporciona cobijo y seguridad. Así ocurre con los muros de una casa: están pensados para enmarcar un hogar que sea refugio, para hacer posible la acogida y el descanso. De modo similar distintos pueblos y culturas han construido muros. No como signo de animadversión sino todo lo contrario: para defenderse de posibles hostilidades. Más precisamente: para proteger a los suyos contra posibles ataques, para proporcionarles un entorno seguro y grato. En esta regla general cabe destacar una excepción (la única que conozco): el famoso muro de Berlín, construido no para proteger a sus habitantes sino para impedir que huyesen del sediciente “paraíso” comunista. Aparte esa excepción, todos los demás muros se han construido para proteger a los propios frente a los eventuales enemigos de fuera, no para agredir a nadie. Sin embargo, me temo que la visión actual dominante se inclina a considerar el muro como una agresión, un impedimento para la libre circulación de las personas. A pequeña escala no tanto (no cuando hablamos de los muros o paredes de una vivienda) pero sí cuando hablamos de las fronteras de los países. Permanece la idea de que el muro es un obstáculo, algo que limita la libertad. Y por ahí sí que no pasamos los modernos, claro. Porque, en el fondo, se trata de la libertad. Se trata de que el muro aparece en el ideario contemporáneo como un insultante, insufrible, impedimento. El muro no permite la (libre) espontaneidad de cada individuo. El muro es para el hombre como la jaula para el pájaro: la negación de su anhelo (y su derecho) a volar. Por eso, suprimir los muros, las barreras, los obstáculos, es una tarea en la que todos debemos contribuir. Esa es, insisto, la idea en la que vivimos. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 3 Ese es el mundo en el que vivimos. Por eso, haría falta ser un soñador (a dreamer), un revolucionario, para imaginar otro mundo. Un mundo, como canta John Lennon, sin fronteras porque no habría países (no countries), donde no necesitáramos cercas porque nadie tendría nada que proteger (no possessions) y todos compartirían todo con todos (Imagine all the people/Sharing all the world), un paraíso sin frío ni calor donde la naturaleza proporcionaría espontáneamente lo necesario para cubrir nuestras necesidades y, por tanto, sin nada por lo que merezca la pena esforzarse ni luchar (Nothing to kill or die for). En definitiva, un mundo donde todos vivan y gocen en el presente (Imagine all the people/Living for today) sin preocuparse del futuro, ni del más allá (no religion too). Ninguna jaula, ningún obstáculo, ninguna muralla: ese parece ser el valioso ideal al que el “odioso” muro se opone. Conviene leer despacio y caer en la cuenta de que ese maravilloso ideal ya existe, ya es real. No hace falta ser un soñador revolucionario para imaginarlo: así viven los animales. Si nos fijamos, veremos que los animales viven el presente (for today), sin preocuparse por el futuro, sin plantearse responsabilidades ni por el más acá ni por el más allá (no religión). Al tratarse de un “ideal” encarnado en el mundo real, estos seres que parecen ser el modelo antropológico del progresista arquetípico tienen también sus depredadores, porque al corderito se lo come el lobo y al pajarito se lo merienda el ave rapaz. Es lo que hay. Pero que la descripción idílica sea inexacta por desconocimiento, por ignorancia, es lo de menos. Lo importante es que ese estilo de vida no es humano. Igual que esa idea de la libertad y de los límites, de los muros, ponen de relieve una deficiente comprensión del ser humano porque la idea de libertad como acción de emancipar, romper jaulas y abatir muros es, ciertamente, un gran ideal que engendra ideologías pero no hay que perder de vista que hay muchos “grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y producen un vacío aún mayor” 1. Nietzsche rechaza de plano la interpretación de la libertad y del hombre a la que estamos aludiendo cuando pregunta y nos invita a plantearnos lo siguiente: “¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento dominante, y no que has escapado de un yugo” 2. Escapar de un yugo, derribar un muro, sería suficiente si fuéramos animales en un paraíso herbívoro. Pero ese ideal, si fuera realizable, no sería humano. Porque lo que define al ser humano es su proyecto de vida, su tensión hacia las metas, su tendencia a la propia plenitud. No el carecer de límites, sino nutrir su existencia de tensión hacia lo bueno y lo mejor: eso es el hombre. Y así se realiza, es decir, se hace “real” lo que antes era sólo posibilidad, la mejor posibilidad, entendida y deseada como meta y horizonte hacia el que marchar. No se trata de sacudir un yugo, huir de una jaula o abatir un muro. Se trata de orientar la existencia hacia nuestra mejor posibilidad. 1 F. Nietzsche. “Del camino creador” en Así habló Zaratustra. 2 Íbid. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 4 INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 5 Es un hecho que los seres humanos construimos muros con objetivos diferentes pero relacionados entre sí: proteger nuestra intimidad, construir un espacio para la privacidad, satisfacer nuestro deseo de protección y seguridad, recluir a los inadaptados, enfermos, delincuentes, etc. Es un tópico, pero no por ello deja de ser una evidencia, que ciertos muros son como pantallas en las que proyectamos la imagen de un otro –persona, comunidad, colectivo, étnica, etc.-al cual le atribuimos la propiedad de ser la causa de todos nuestros males y aflicciones. Entre los diferentes tipos de muros, quisiera destacar lo geopolíticos, es decir, aquellos que responden a exigencias territoriales ligadas a intereses económicos, étnicos, religiosos y políticos. Hay, al menos, dos tipos de muros: aquellos que impiden salir (Berlín) y los que no permiten entrar (Israel-Palestina o EEUU-Méjico). Ambos tipos tienen en común un rasgo esencial: el muro forma parte de un sistema o estrategia que lo define de un modo funcional. Centraré mi reflexiónen los muros que separan Israel de Palestina. En primer lugar, antes de abordar la cuestión del muro que separa Israel de Palestina, me voy a permitir unas breves palabras sobre el muro de Jerusalén. No es un muro que impida o limite el movimiento de las personas. Es un muro ubicado en un lugar sagrado que invita a la oración. Su carácter religioso no lo exime de presentar ciertas connotaciones políticas e ideológicas presentes en el modo como es denominado por judíos y musulmanes. Dicha denominación obedece a la máxima de que diferentes creencias e interpretaciones generan diferentes expectativas. Veamos. El Muro de las Lamentaciones, lugar de culto del judaísmo, es una estructura reducida a su mínima expresión. De los 488 metros de lo que queda del Templo, solo 60 son visibles, los que se encuentra en el Barrio Judío. Vespasiano destruyó el templo y dejó el muro como símbolo de la victoria de los romanos sobre los judíos. Para estos últimos, sin embargo, el muro representaba la continuidad de la alianza de Dios con el pueblo hebreo. Es un muro en su mayor parte invisible, cubierto por las casas del Barrio Musulmán. Los nombres de dicha estructura, así como su ubicación, dependen de la perspectiva religiosa adoptada. Para los musulmanes no es el Muro de los Lamentos, sino el Muro de Burak. Para los judíos se encuentra en la Explanada del Templo, los musulmanes lo sitúan en la Explanada de las Mezquitas. Es un muro que no separa físicamente, pero sí se ha convertido en un icono de la distancia ideológica o religiosa que existe entre ambas comunidades. La Explanada es un lugar sagrado para ambas religiones, pero ahí se acaba la cosa. El muro es un símbolo del conflicto en el que la mezquita de Al Aqsa y la Roca de la Cúpula se enfrentan a los restos del Segundo Templo. Nombrar no es un proceso neutral, es un acto político que define y diferencia. Define aquello que nombra y lo instala en un horizonte hermenéutico ideológico que lo diferencia de otros objetos nombrados pertenecientes al mismo campo semántico. De ahí la reivindicación palestina expuesta por Sheik Ikrama Sabri, Mufti oficial de la ANP, en el periódico Makor Rishon, el 22 de mayo de 1998: Si los judíos están interesados en la paz, deben olvidarse del Monte del Templo y el Muro de los Lamentos porque éstos pertenecen a los árabes. Por más de 600 años los musulmanes han dominado esta tierra y ahora los judíos reclaman su derecho al Monte del Templo. ¿Por qué debemos permitir que los judíos compartan los lugares sagrados del Islam?1 1 S. Cypel. Entre muros. Círculo de Lectores, Barcelona, 2006. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 6 En segundo lugar, quisiera tratar el segundo de los muros, el muro geopolítico construido por Israel, un muro que no impide salir, pero que no permite entrar. Un muro, como cualquier otra producción humana, resuelve y genera, al mismo tiempo, problemas de diversa índole. Si donde hay poder hay también resistencia, entonces, donde hay un muro hay también posibilidad de salvarlo. No hay muro que cien embestidas soporte. Por muy alto que se construya, siempre se puede construir una escalera más alta. Su eficacia es más bien psicosociológica que real. El muro produce la ilusión de seguridad, pues ninguno de los construidos hasta el día de hoy ha podido evitar el flujo de individuos –o mercancías- que intentan y consiguen, finalmente, superarlo. Un muro geopolítico se construye sobre la negación fundamental del Otro. En ocasiones, la negación puede ser recíproca, como en el caso del muro entre Israel y Palestina: la negación del dominante –Israel- frente a la negación del dominado – Palestina-. El resultado, tras más de un siglo de conflictos, no es otro que la guerra, la violencia, el odio y, finalmente, la construcción de un muro que se nutre de esta historia de negaciones. La negación fundamental y recíproca entre palestinos e israelíes no es otra que el derecho que tiene cada una de las partes a un territorio. El conflicto entre Palestina e Israel no es religioso, sino producto de la negación de los derechos del Otro a una tierra, una “disputa estatal”, en palabras de Amos Oz. Es un conflicto territorial alimentado por una negación recíproca que perpetúa la hostilidad. El muro es la encarnación de todo ello, con él la tragedia que envuelve las relaciones entre palestinos e israelíes se ha revestido de hormigón. El muro une y separa dos reivindicaciones territoriales diferentes pero igual de legítimas. Expresa la paradoja de que cuanto más se insiste en destruir al otro, más necesario se vuelve para justificar la propia existencia. La denominación del muro está impregnada de connotaciones políticas. Los nombres no son neutros ni asépticos, responden a una percepción de las cosas cargada de ideología, prejuicios y creencias. Los israelíes lo llaman “Valla de seguridad” (Security Fence), pues argumentan que su objetivo –el único- es la defensa frente al terrorismo palestino. Los palestinos, que lo consideran como otro más de los instrumentos israelíes para fijar los territorios que han ido ocupando desde 1967 con el objetivo de impedir la constitución de un Estado árabe, lo llaman “Muro de la segregación racial” o “Muro del Apartheid”. Las organizaciones internacionales lo denominan “Muro de Cisjordania” en su afán por demostrar su neutralidad ante el conflicto. Son 800 kilómetros de muro construidos sobre los muros ideológicos de dos certezas: la certeza de la seguridad de los israelíes y la de la resistencia de los palestinos. Los muros ideológicos se nutren de cadáveres. Son voraces y su hambre no tiene límites. El muro físico, mezcla de hormigón y vallado electrificado, es el resultado de la conjunción de otros muros. La paradoja de los muros es que separan tanto como unen. Separan físicamente al mismo tiempo que crean un destino común para las partes implicadas. El muro es un argumento más para la resistencia, dicen los palestinos. El muro es un argumento más para la seguridad, dicen los israelíes. Argumentos ilusorios: ni la amenaza palestina será erradicada, ni los Israelíes cejarán en su empeño. Ni los israelíes piensan abandonar los territorios “ocupados”, ni los palestinos renunciar a utilizar los medios que consideren oportunos para seguir resistiendo. El muro no soluciona el conflicto, pero permite a ambas partes afirmarse en sus ideas y posiciones políticas. Los argumentos de ambos lados parten de una misma idea: el victimismo. Las acciones, más o menos violentas, son una respuesta a la agresión del Otro inspirada en INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 7 la vieja máxima del “ojo por ojo”. En definitiva, terrorismo de Estado contra terrorismo de proto-Estado. Violencia recíproca que se justifica mediante la negación del Otro o de sus reivindicaciones que es presentado como símbolo del mal y afirmación de uno mismo como víctima de dicha maldad. En definitiva, construcción ficticia de identidades amparada en la dialéctica amigo-enemigo. El muro de hormigón es el resultado de un muro de separación que comenzó a forjarse a finales del siglo XIX. La historia de dicho muro es compleja y los problemas que ha generado no admiten soluciones fáciles. El muro es una pretendida solución condenada al fracaso. Demasiado simple, pues se constituye como una solución fácil a un problema complejo. Y de nuevo la paradoja: encerrar a los palestinos tras un muro significa también la cerrazón de los israelíes que legitima la opresión cotidiana de todo un pueblo. Sentirse encerrados tras un muro significa también la justificación de cualquier acto terrorista. La negación tiene un carácter bidireccional:negar la legitimidad del Estado de Israel, negar la legitimidad de un futuro Estado palestino. Y entre ambas negaciones se encuentran los muros del pasado y el muro del presente: coartadas para seguir negando. El muro se alimenta de una negación que se retroalimenta de la negación del otro. Me niegan, luego me refuerzo en mi negación, así justifico mi violencia a partir de mi condición de víctima. Cada pueblo ha tenido su catástrofe particular: la Shoah de los judíos y la Nakba de los árabes palestinos. La apelación al sufrimiento se convierte en la coartada de un fanatismo sin límites que caricaturiza al otro y lo convierte en la fuente de donde emanan todos los problemas. ¿Qué función cumple el muro? Proporciona seguridad frente a las incursiones de los terroristas suicidas, dicen los israelíes. Es un instrumento más para impedir la constitución de un Estado, dicen los palestinos. Cada parte tiene sus razones y tienen parte de razón. El número de atentados se ha reducido desde su construcción. Pero su recorrido ha segmentado el territorio palestino de tal modo que es casi imposible pensar en un Estado fijado sobre el mismo. Sin embargo, resulta evidente que el muro resulta ineficaz con respecto al problema global que afecta a ambos pueblos: no ha reducido la violencia ni es una vía para una posible solución del conflicto. En definitiva, el muro, como todo muro, no ha hecho más que alterar las tácticas y estrategias que nutren de violencia el conflicto. El muro es negación y la negación se expresa en el muro. En el muro de la autopista Tel aviv-Haifa, se podían encontrar en el año 2002, dos pintadas que configuraban el cuadro de negaciones en su máxima expresión: “Sin árabes no habría atentados. Sin judíos no habría víctimas”2. 2 Ibid. INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 8 Contorno y muros: Los “Muros de la Paz” en Belfast, ¿una anomalía de la Unión Europea? Marco A. Oma Jiménez Foto de José Coy INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 2 9 o que sigue es, en parte, una serie de notas en aplicación de las ideas de “entorno, contorno y dintorno” en la conceptualización que de ellas se hace desde el materialismo filosófico de Gustavo Bueno con ocasión del fenómeno de los “Muros de la Paz de Belfast” y, también, de las “No Go Zones”. Entorno, contorno y dintorno Los grupos de personas, en función de los fines perseguidos y de los individuos (y subgrupos) que los componen, tendrán una serie de características propias: duración, cohesión, persistencia, resistencia, capacidad de cooperación, liderazgo, organización interna, historial de logros y fracasos, símbolos, regulaciones propias, capacidad de adaptación a los cambios, acumulación de recursos y patrimonio, etc. Unos serán efímeros (grupos de individuos que colaboran para satisfacer algún fin concreto y pasajero) y otros tendrán una duración indeterminada (en los planes de ninguna nación política, por ejemplo, entra el disolverse). Pero en la configuración del grupo no sólo han de tenerse en cuenta los elementos constitutivos propios sino también los del entorno con el que interactúa, compuesto a su vez por otros individuos, otros grupos y subgrupos y otros elementos (accidentes naturales, clima, recursos disponibles, etc). Es decir, que en gran parte la configuración, composición, definición, naturaleza e historia de cada grupo estará codeterminada por la configuración, composición, definición, naturaleza e historia de los individuos y grupos de su entorno. Y es en la confluencia entre el grupo y su entorno en donde aparece el contorno, entendido como la frontera entre el dintorno y su entorno, con las características propias que el tipo de relaciones precise. Es decir, que la zona de frontera o contorno no depende sólo del grupo al que “envuelve”. Esa frontera no tiene tampoco por qué dar lugar a una estructura especial (las nubes y los cúmulos de estrellas no tienen “piel”) pero sin contorno no hay forma, aunque sea tan irregular como la de una nebulosa de gas y polvo. Pero es que, aunque de hecho exista una configuración específica, esta tampoco tiene por qué ser material, corporal, pues, ¿no han conseguido ciertas organizaciones separatistas españolas la conversión de las lenguas vernáculas en el muro invisible (aunque sí audible) que separa y distingue a los propios de los ajenos? Además, también puede decirse que el contorno se configura como el momento de equilibrio donde se anulan todas las fuerzas en juego (mientras queden fuerzas que poner en juego, claro) y como es el resultado de un sistema dinámico, éste no es fijo. Así pues, atendiendo a lo dicho, y dependiendo de la escala que usemos, al referirnos a las comunidades humanas podríamos distinguir comunidades vaporosas, de contorno impreciso, borroso o sólo apreciable desde la distancia (la de la antropología, por ejemplo, cuando habla del Homo neardentalensis, o la de la historia cuando habla del “hombre europeo del siglo XVI”) o de comunidades de contorno definido y marcada discontinuidad con el entorno, como los Estados que controlan política y administrativamente un territorio dado. El contorno definido implicará discontinuidad para anular peligros y amenazas o continuidad para aprovechar recursos y opciones de cooperación, sobre todo en el contacto con otras comunidades vecinas. En el límite, ninguna comunidad será L INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 0 completamente hermética o completamente permeable a otras. Tampoco podemos olvidar que la configuración específica de un contorno (la valla, la cabeza nuclear, el escudo antimisiles, la tierra quemada, la reja…) que una comunidad levanta a su alrededor (o que tiene que soportar que otros le levanten), como realidad secundaria, depende a su vez de la forma en la que previamente se codeterminen los grupos implicados. Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que, aunque realidad secundaria, el contorno y su configuración también influyen a posteriori sobre los elementos que separan, tanto a nivel “interno” como a nivel “externo”. Los contornos dan una “forma” a las piezas de la realidad que determinará su posición y sus posibilidades de “encaje” con otras “piezas”, más allá de las causas actuantes que determinaron dicha forma en su momento. A nivel interno, la mera presencia de la valla que separa el Peñón del Campo de Gibraltar provoca una reorganización de sus elementos a uno y otro lado. A nivel externo, la discontinuidad supone una determinación, un factor, que influirá inevitablemente sobre el desarrollo ulterior de los elementos separados de formas a veces inimaginables (la dificultad para atravesar el Mar Mediterráneo, controlado por los turcos, o la de ir las Indias doblando el cabo de Buena Esperanza, controlado por los portugueses, dio lugar al descubrimiento por accidente de todo un continente), adversas (el aislamiento de un grupo de población puede dar lugar a prácticas endogámicas nada saludables para su progenie y, a la larga, para el propio grupo, como en el conocido caso del barrio de Huéscar) o paradójicas (la interacción carcelaria a menudo agudiza las tendencias delictivas o terroristas de algunos de los presos, algo completamente opuesto a lo que se pretende con la privación de libertad). También hay que notar que la relación de las cosas y su entorno no sólo está mediatizada por su contorno, sino también por los contornos de las demás cosas que forman parte del entorno. Las cordilleras, valles, ríos, mares, etc. son contornos,formas, que determinan absolutamente las posibilidades de interacción de los elementos (comunidades humanas) por ellas separados o contenidos. El encaje de los “Muros de la Paz” de Belfast en la Unión Europea A partir de 1969 el gobierno británico comenzó a levantar las barreras temporales que evitaran los ataques entre los unionistas y los republicanos en Belfast y otras ciudades de Irlanda del Norte, un conflicto que trajo más de 3500 víctimas mortales. Con el tiempo, esas estructuras no sólo no desaparecieron, sino que se consolidaron, incluso después de los Acuerdos de Viernes Santo de 1998, convirtiéndose en muros de hasta 7 metros de altura en algunos casos, coronados por cámaras de seguridad y alambre de espino y que, aún a día de hoy, siguen cerrando sus puertas a las seis de la tarde. Son los llamados “Muros de la Paz” (Peace Walls). La posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea parece reforzar, más que deshacer, la presencia de tales muros, pues a pesar de la excepcionalidad que le conceden en este terreno los tratados europeos a la República de Irlanda y al Reino Unido, el llamado Brexit podría suponer levantar de nuevo la frontera terrestre en Irlanda del Norte con la Unión Europea (con la vecina República de Irlanda), alterando la actual situación de libre circulación de personas, mercancías y capitales. De hecho, a pesar de que existe un acuerdo político que obliga a que dichas estructuras sean desmanteladas antes del 2023 (lo que, dicho sea de paso, podría poner en peligro un boyante y lucrativo reclamo INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 1 turístico) los políticos están más preocupados por reducir el “factor intimidante” de los “muros de la paz” a través de cambios estéticos que de retirarlos. También se acusa a los políticos norirlandeses (que llevan más de 20 meses sin ponerse de acuerdo para formar gobierno, casualmente casi tanto como los políticos británicos llevan enredados a causa del “Brexit”), tal vez de forma injusta, de “tener más interés por mantener los muros que por retirarlos”. Pero, ¿qué político norirlandés, republicano o unionista, puede arriesgarse, en el contexto de las posibilidades abiertas por el Brexit, a retirar muros y comenzar una política de integración entre las dos comunidades cuando ninguna de ellas ha renunciado a sus objetivos ni han dejado de operar grupos paramilitares en ambos lados? Por un lado, del voto unionista (mayoritariamente protestante) que otorgó el 58% a favor de la permanencia en el Reino Unido en el referéndum de 1973, demográficamente en descenso frente al voto republicano (mayoritariamente católico), tal vez ya no quede lo suficiente en los años venideros para frenar una tendencia a la integración con la República de Irlanda (la mayoría de Irlanda del Norte se mostró favorable a permanecer en la Unión Europea en el referéndum del Brexit de 2016), sobre todo si la reaparición de la frontera impacta negativamente, como algunos pronostican, en la economía norirlandesa. Esta situación sería proclive a los intereses republicanos, pero aumentaría sus resistencias a la retirada de los muros ante el temor de un recrudecimiento de la conflictividad social causada por los unionistas más recalcitrantes en los años que durara la transición. Pero por parte unionista tampoco habría incentivos a retirarlos, dado que la única manera de seguir defendiendo la unión con un Reino Unido que ha renunciado precisamente a Schengen y a la libre circulación de ciudadanos entre sus países miembros es delimitando y protegiendo su contorno, esto es, la frontera con la República de Irlanda, con guardias y puestos fronterizos militarizados, lo que también supondría un aumento de la conflictividad y, por tanto, una necesidad de tener que seguir protegiendo a las barriadas de población unionista de los conatos de violencia republicana. Siendo ambos países miembros de la Unión Europea, ¿no es acaso la permanencia de dichos muros una anomalía en el mismo seno de la Unión Europea que ofrece “libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores”? O, como se preguntaba Gustavo Bueno, “¿acaso el proyecto de una Unión Europea no va precisamente dirigido a superar este estado de «acuerdo insolidario» propio de las «biocenosis salvajes» para conseguir la transformación de la Europa de los combatientes en una Europa de las personas libres, solidarias, democráticas, etc., dentro de una comunidad fraternal universal?” INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 2 Lo europeo parece que sería retirar esos muros y eliminar las divisiones. Y es indudable que, dentro del contexto de la Unión Europea, la facilitación de la libre circulación entre ambos territorios ha ayudado a rebajar la tensión social y, de hecho, las últimas dos décadas han estado marcadas por una estabilidad social y una prosperidad inusitadas. Pero esto no puede cegarnos ante el hecho de que aunque desaparecieran los muros, por más que la élite euroburócrata crea en el advenimiento de la Europa sublime de la “fraternidad universal” cuya unidad dan por supuesta, la Unión Europea realmente existente se compone por unos estados miembros de contornos bien delineados que no pueden renunciar a sus propios intereses políticos so pena de llevar a sus países al suicidio en nombre de una utopía. Y justo eso es lo que supondría renunciar a las fronteras o a los muros, en el caso de Irlanda del Norte. Y aunque los muros no tengan ni puedan tener el reconocimiento internacional que los tratados conceden a las fronteras, son la configuración física del contorno real de dos comunidades codeterminadas mutuamente por unos intereses territoriales diametralmente opuestos que comparten espacio dentro de otro contorno más amplio. Ni la libre circulación ni la retirada de los muros va a cambiar esa realidad esencial a corto plazo. Más pesimistas son, acaso, las perspectivas de integración de cantidades nada despreciables de población islámica como ciudadanos europeos, habida cuenta del fenómeno creciente de intentos de crear y mantener “No Go Zones” en barriadas de mayoría muslim de grandes ciudades europeas como Londres, París, Amsterdam, Estocolmo, Marsella, etc (se han contabilizado más de 750 sólo en Francia). Se trata de zonas de exclusión de facto, sin base legal que, a modo de invaginaciones de la bicapa lipídica, crean espacios que reproducen la organización social, política y religiosa más afín a la de sus países de origen y en los que tratan de impedir la vigencia del derecho de la nación que las alberga. A tan sólo 5 kilómetros del centro de Londres podían leerse carteles con el significativo escrito de “Esto ya no es es Reino Unido”. Y cabe preguntarse qué, si no es el Reino Unido, ¿qué es? Otros cárteles vendrían a aclararlo: “La sharia es el futuro”. ¿Cómo reaccionarán las comunidades autóctonas de las naciones políticas de la Unión Europea que no quieren perder el control de partes de su territorio? ¿Seguirán confiando en la Unión Europea o se apoyarán, más bien, en las plataformas realmente existentes que la componen, es decir, los viejos Estados de siempre, pero sin el yugo de legislación comunitaria? ¿Qué son los “Muros de la Paz” de Belfast? ¿Una anomalía o un anticipo? INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 3 ¿Tenemos el coraje de hacer lo posible? Miguel Ángel García López Los frutos de la tierra (Acuarela del autor del artículo) INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.comISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 4 En última instancia vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo. Viktor E. Frankl. El hombre en busca de sentido El hombre desde siempre ha intentado con sus acciones trascender su propia realidad, buscando objetivos e ideales que doten de sentido a su existencia. El arte, la ciencia, la mística y la religión son vehículos propicios para ello. El camino hacia la trascendencia implica el encuentro con el sentido de la existencia y, este sentido puede ser de lo más variado: la creación de una obra de arte, la investigación en una vacuna capaz de vencer la muerte, o la sencilla lucha diaria por hacer justicia. No importa el motivo, no tiene porque ser excepcional, basta con que sea bueno. No es fácil encontrar la respuesta correcta a los problemas que la vida nos plantea, estamos asediados por muchos ruidos y se nos olvida que el primer paso para escuchar es guardar silencio. Si somos capaces de encontrar la serenidad para mantener ese silencio interior, encontraremos la respuesta. Ahora bien, ¿estamos preparados y dispuestos para afrontar los retos diarios? La vida nos enfrenta a problemas de todo tipo y a ellos tendremos que mirar de frente, sin recurrir a justificaciones banales. Cada época presenta a la humanidad retos concretos y ellos requieren coraje para afrontarlos. Los grandes cambios y el progreso de la humanidad han sido el resultado de la respuesta valiente del ser humano ante los desafíos exigidos. No se trata de buscar grandes heroicidades, de hecho los verdaderos héroes no lo son porque hayan querido, lo son porque se han hecho cargo de sus circunstancias con auténtica maestría. Vivimos rodeados de héroes anónimos, padres cuidando de sus hijos enfermos, cooperantes de ONGs y misioneros trabajando por empoderar a los más necesitados. En ciertas ocasiones, los hechos concretos trascienden e iluminan a otros y entonces, sirven de ejemplo, aunque ninguno de estos héroes haya actuado buscando la gloría, sino tan solo guiado por su sentido de la responsabilidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Trento (1943) fue bombardeada con dureza. En medio de todas estas ruinas, Chiara Lubich, una joven maestra de apenas veinte años, veía truncado su sueño de estudiar Filosofía. Las bombas no solo destruían casas, también destruían las esperanzas y deseos de muchos. Sin embargo, la crueldad del bombardeo ofreció a Chiara un nuevo reto. Si el mundo estaba dividido, si los pueblos y sus hombres estaban envenenados, no quedaba más remedio que luchar por revertir la situación, no quedaba más remedio que buscar el modo de unir aquello que un día fue separado y enfrentado. La clave para conseguir tan noble meta la encontraría en el Evangelio y en su vivencia diaria. Chiara y otras jóvenes comienzan a ayudar a los más necesitados. Su compromiso es firme, e incluso permanece en Trento cuando su familia decide huir en busca de un INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 5 lugar más seguro. Así fue cómo surgió el Movimiento de los Focolares, un movimiento católico con clara vocación al ecumenismo y al diálogo entre las distintas religiones, cuya prioridad es establecer puentes y relaciones de fraternidad entre los hombres, para conseguir que todos seamos uno (ut omnes). El ideal de Chiara transcendió Trento y pronto llegó a otros países. En primer lugar a Italia, y de ahí se fue extendido por más de 180 países más, atrayendo a gentes de diferentes razas, creencias y convicciones (tanto religiosas como no). El 30 de marzo de 1990, pocos meses después de la caída del Muro de Berlín, se reunían más de 15.000 jóvenes del Movimiento de los Focolares en su encuentro mundial, en el Genfest. Los países del Este participaban en el evento por primera vez. Antes, su presencia estaba vetada. La caída del Muro se celebró como un signo de los tiempos y como prueba de que la unidad de los pueblos era posible, una realidad que comenzaba a manifestarse. El lema del encuentro así lo recogía: El mundo unido: Un ideal que hace historia. Las canciones eran himnos a la unidad. La unidad era destino de los hombres y así se expresaba en aquellas letras, “nuevos signos nacen ya, hay más sol en nuestras ciudades. El mundo unido brilla entre nosotros, es un ideal que la historia hará. Un ideal que hace historia”. Al final del encuentro reinaba el optimismo y la euforia. Los jóvenes del Este contaban sus experiencias y ansiaban un mundo mejor, estaban dispuestos a buscar lugares comunes, puntos de encuentro desde lo que construir la anhelada unidad. Esa actitud positiva y conciliadora contagiaba a cuantos estaban en el Palaeur de Roma. La alegría duró poco. Cinco meses después del encuentro (agosto, 1990), estalla la Primera Guerra del Golfo. Un año y medio después el conflicto bélico de los Balcanes cscmedia.focolare.org INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 6 y la posterior desaparición de Yugoslavia. La reflexión es inevitable, por cada muro que cae otros se levantan provocados por odio, violencia y demás sinrazones. Los hechos hablan por ellos mismos y entonces cabe preguntarse si la unidad entre los pueblos es sólo una utopía o un signo de los tiempos. Quizá los grandes ideales no tengan cabida hoy y sin embargo, sabemos que hay cabida para ellos. Los jóvenes han seguido dando testimonio de ese ideal de unión en los siguientes Genfest, saben que es una apuesta arriesgada, y por eso mismo merece la pena. En 1995 el lema del Genfest fue “mostremos el mundo unido”. Los jóvenes relataron sus experiencias y cómo conseguían cambiar la realidad más inmediata por otra mejor. Así, un grupo de chicos contó cómo en su barrio organizaban campeonatos deportivos para dar una alternativa distinta a los jóvenes y así disminuir la delincuencia juvenil. Sin embargo, otras veces los testimonios eran más estremecedores. Una chica de Mostar (Bosnia) recordaba entre lágrimas como durante la guerra sus amigos y vecinos dejaron de hablarle por ser musulmana y ellos católicos. Tanto es así que en varias ocasiones llegó a temer por su vida. Después de la guerra las heridas no estaban curadas, aún no podía perdonar todo el mal que le hicieron pero no sentía odio. Las experiencias relatadas (sencillas o estremecedoras) eran canalizadas a través de un prisma distinto y por eso su luz era nueva. Un mundo mejor en el que todos nos reconozcamos como iguales es una tarea con tintes utópicos, pero al mismo tiempo, la Caída del Muro de Berlín, el joven que en la plaza de Tiananmen se enfrenta a los tanques, así como las luchas personales que culminan con la caída de muros, levantados por terquedad, ignorancia e incluso maldad, hacen que nuestro pequeño mundo sea, sin lugar a dudas, mejor. La unión de pequeños mundos inconexos en apariencia, es el camino hacia una sociedad más humana y justa. Un camino largo pero no por ello infructuoso, cuyos frutos dependen de nuestras decisiones y acciones, donde todo cuanto demos hoy formará parte de un mañana. Y4uw.org INDIVIDUALIA 9 / Invierno 2019 https://revistaindividualia.wordpress.com ISSN: 2340-1834 In d iv id ua lia - 3 7 a caída del muro de Berlín (die Berliner Mauer) me pilló bien joven en casa de unas amistades, con quienes no aparté la mirada de un televisor que mostraba expectante y jubiloso la apertura del muro entre las dos partes de una Alemania dividida y aislada desde el final de
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