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El fotolibro, punto de encuentro para estudiantes de Diseño Gráfico y Fotografía Bluvstein, Ezequiel Abstract La producción de fotolibros aumentó considerablemente en los últimos años, y con ello su presencia como objeto de estudio en todo tipo de instituciones educativas. Como herramienta de trabajo áulico brinda grandes posibilidades de experimentación individual y colectiva, e incentiva el diálogo y la interacción entre estudiantes de diferentes carreras, tales como Fotografía y Diseño Gráfico. Permite conjugar conocimientos adquiridos en otras áreas académicas e invita a los estudiantes a profundizar en temáticas de su interés; a su vez, estimula la búsqueda de un lenguaje personal y el desarrollo de una mirada profesional. Introducción El Proyecto Integrador que abordo en mi asignatura se divide en dos etapas: en la primera, el estudiante desarrolla un ensayo fotográfico compuesto por un mínimo de 15 (quince) fotos, cuya temática la elige libremente en base a sus gustos e intereses. Deberá interiorizarse en el tema y abordarlo desde diferentes enfoques, observando y registrando detalles y aportando información contextual. El estudiante deberá ser capaz de significar y transmitir ideas a través de recursos tales como la composición de imagen y el uso de figuras retóricas. Cada imagen será abordada de forma individual y como parte de una serie, en la que se deberán tener en cuenta criterios de secuencialización y ritmo. El ensayo se podrá complementar mediante el uso de material de archivo, apuntes, etc., y deberá tener un título. En la segunda etapa, el ensayo se plasmará en un fotolibro que el estudiante concebirá con total libertad en cuanto a diseño y materialización, pudiendo recurrir a formatos clásicos o experimentales. El trabajo de conceptualización será de vital importancia, debiendo el fotolibro transmitir las ideas desarrolladas en el ensayo mediante la utilización de diferentes recursos editoriales, tales como la elección tipográfica, la encuadernación, los materiales, etc. El fotolibro ¿Qué es exactamente un fotolibro? Primero lo que no es: no es un catálogo de fotos, tampoco es una recopilación de la obra de un autor, y menos aún un manual de fotografía. Si bien estos ejemplos son libros y contienen fotografías en su interior, no son considerados fotolibros según la acepción del término que abordamos en la materia y que aquí nos interesa analizar. Un fotolibro es la consecuencia de un proyecto fotográfico pensado para ser un libro, y cuyo resultado será un libro diseñado específicamente para ese proyecto fotográfico en concreto. Conlleva no sólo una estructura narrativa meticulosamente estudiada, sino también, y sobre todo, un importante trabajo de edición y conceptualización. Estas características, particulares e identitarias, constituyen su elemento diferenciador y le otorgan parte de su potencial creativo. El vínculo entre la fotografía y los libros es tan antiguo como la fotografía misma, pero fue recién hacia la mitad del siglo XX cuando comenzó a adquirir las características que lo definen en la actualidad. Ya en el siglo XXI, y paradójicamente en plena explosión de la fotografía digital, el fotolibro impreso experimentó un auge pocas veces visto, lo que motivó el surgimiento de eventos dedicados específicamente a su difusión y venta, a la creación de innumerables editoriales en todo el mundo, y a un sinfín de posibilidades que invitaron a fotógrafos, editores y diseñadores a dirigir su mirada hacia él. Esta versatilidad del fotolibro motivó, as u vez, que se insertara con fuerza también en el ámbito académico. Ámbito académico Prácticamente todas las instituciones dedicadas a la enseñanza de la fotografía, y en muchos casos también del diseño, hoy en día incorporan en su programación académica diversos proyectos con el fotolibro como eje. La combinación equilibrada entre profesionalidad y artisticidad, el carácter experimental, los buenos resultados obtenidos por los estudiantes o las posibilidades de inserción de los proyectos en diferentes circuitos de visibilización y circulación, son quizás algunas de las causas que podrían explicar el fenómeno creciente del fotolibro y su presencia cada vez mayor en la currícula académica de instituciones formativas de todos los niveles. Punto de encuentro Como docente, comparto el espacio áulico con estudiantes de Fotografía y Diseño Gráfico, áreas en las que me desenvuelvo profesionalmente, lo que me permitió entender matices interesantes del vínculo que existe entre ambas disciplinas, y canalizar ese conocimiento en recursos pedagógicos a través de proyectos como el del fotolibro, entre otros. Si analizamos la percepción de la fotografía que tienen los estudiantes de Diseño Gráfico, y la percepción del diseño gráfico que tienen los estudiantes de Fotografía, veremos que existen diferencias muy significativas. Los estudiantes de Diseño Gráfico, en general, suelen ver en la fotografía una apertura artística, una vía alternativa que les permite expresarse de una forma más fluida que la disciplina a la que quieren dedicarse profesionalmente. Es un hobby. Los atrae, les da curiosidad, los estimula. Muchos estudiantes y profesionales del Diseño Gráfico tienen o tuvieron en algún momento de sus carreras un acercamiento a la fotografía, que incluso ha llegado, en numerosos casos, a posicionarse como su actividad principal. Por otro lado, los estudiantes de Fotografía suelen pensar en el diseño gráfico como una disciplina técnica. La reconocen como necesaria, pero en general no los estimula, no sienten el deseo natural de querer practicarla. Nuevamente la idea del hobby: la mayoría de los estudiantes comenzaron su incursión académica en la fotografía tras haber sentido la necesidad de darle un enfoque profesional a lo que originalmente ya era una afición, y raramente sienten que el diseño pueda ser para ellos un hobby. Es significativo que tan pocos estudiantes y profesionales de la fotografía lo incorporen como actividad frecuente, y menos aún son los que deciden reemplazar una por otra. En ambos casos, eso sí, coinciden en percibir a la otra disciplina como algo difícil, una actividad reservada sólo para aquellos que han decidido dedicarse a ella profesionalmente. Intentar romper estas barreras y prejuicios es parte del trabajo que hacemos en el aula, logrando resultados sorprendentes. Palabra compuesta Aunque la palabra es fotolibro, los estudiantes suelen interpretarla como foto-libro, o más aún foto y libro, es decir, como dos elementos independientes. Considerando lo explicado, resulta lógico entender que en primera instancia cada estudiante tome para sí la parte de la palabra que mejor se acomoda a su carrera: los de Fotografía se apropian de la palabra foto, los de Diseño hacen lo suyo con la palabra libro. Entender el sentido unitario de la palabra, y, por ende, de la pieza a desarrollar, es uno de los objetivos del proyecto. Otro, es lograr que los estudiantes de Fotografía se animen a experimentar en el diseño, y que los estudiantes de Diseño se sientan capaces de hacer fotos interesantes. Experiencia áulica Cumplir con estos objetivos supone un desafío en términos pedagógicos, y obliga a utilizar un abanico de recursos que faciliten el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Dichos recursos los estructuro en los siguientes ejes de acción: Motivar / Estimular La RAE define el término motivar como “influir en el ánimo de alguien para que proceda de un determinado modo”, mientras que estimular es “hacer que alguien quiera hacer algo”. Se trata, en definitiva, de que el estudiante se interese por lo que se le propone hacer, que quiera hacerlo y, sobre todo, que se vea capaz de hacerlo. Uno de los recursos fundamentales para lograrlo es analizar proyectos de otros autores. Buscar los puntos fuertes de cada trabajo para que el estudiante los pueda aplicar en el suyo, entender las decisiones que tomó el autor, criticar los aspectosque no estén bien resueltos. Y como los estudiantes tienden a idealizar a los autores reconocidos, les resulta estimulante ver también proyectos de autores nóveles, o de ex estudiantes. Es un proceso muy enriquecedor, ya que les muestra caminos alternativos y hasta el momento desconocidos, que los motiva a buscar el suyo propio. Es importante no perder de vista que cada estudiante tiene su propio background, sus propias experiencias, sus gustos. Por esta razón, los proyectos que se muestran de ejemplo deben ser variados y con diferentes estilos, tanto en lo que respecta a la parte fotográfica como a la del diseño, para no encaminar a todos hacia una misma solución y evitar que terminen realizando proyectos similares. Experimentar Experimentar es probar, percibir algo por uno mismo. Para que los estudiantes lleven a cabo su propio fotolibro, no alcanza con el conocimiento teórico: debe ir acompañado de un proceso de experimentación física, tangible. Hay que animar a los alumnos de la carrera de Diseño a investigar con diferentes recursos fotográficos y a los de Fotografía a hacer lo propio con los recursos del diseño. Para esto es importante establecer desde el inicio de la materia un cronograma de trabajo claro y ordenado, ya que va a evitar, entre otras cosas, que los estudiantes se salten etapas. Todos deberán, en primera instancia, experimentar el proceso fotográfico del proyecto, y luego harán lo propio con el proceso de diseño. Desplazar Las innovaciones creativas no suelen llegar desde el centro de las posibles soluciones, aquella zona en la que se resuelven la mayoría de los proyectos, sino desde la periferia. Salvo excepciones, los estudiantes tienden a buscar la solución al desafío propuesto en aquellas áreas en las que se sienten más seguros. Intentan resolverlo con las herramientas y recursos que ya conocen, o que utilizaron en otros proyectos o materias. Sin embargo, si el estudiante se siente motivado con la propuesta, y dispuesto a la posibilidad de experimentar, tenemos una buena oportunidad para desplazarlo de esa zona segura. Por cada propuesta que nos haga el estudiante, debemos mostrarle que existen otras soluciones, incluso, muchas veces, con recursos que ya conoce, pero combinados de otra forma. Si conocemos el proyecto de un autor que trabaja en una línea similar a la propuesta, podemos mencionarlo para que lo investigue y amplíe así su mirada en cuanto a las posibilidades que tiene su propio fotolibro. Debemos, en definitiva, hacer que recorra caminos nuevos, que salga por la tangente, algo siempre aconsejable en términos creativos. Retroalimentar La interacción grupal dentro del aula también es crucial. Aunque cada estudiante desarrolle su propio proyecto de forma individual, todos tienen que conocer los proyectos que están haciendo sus compañeros; y el momento para generar que esto suceda es durante las correcciones. Corregir tiene que ser un momento dinámico y multidireccional: el estudiante no sólo tiene que escuchar la opinión de su docente, sino también la de sus compañeros, ya que de este intercambio de opiniones sacará conclusiones que le permitirán enriquecer su proyecto. Trabajar con alumnos de diferentes carreras, lejos de ser un problema, es una gran oportunidad. Durante la primera etapa del proyecto, intento que los estudiantes de Fotografía ayuden a los de Diseño aportando ideas y recursos propios de su disciplina; y durante la segunda etapa, la del fotolibro, que sean los estudiantes de Diseño los que lo hagan. Resulta sorprendente y gratificante ver lo enriquecedor que les resulta a todos esta dinámica de trabajo, donde lo individual repercute en lo colectivo y lo colectivo vuelve, a su vez, a repercutir en lo individual. Conclusiones Como docentes, tenemos que generar recursos áulicos que motiven a los estudiantes, no sólo a realizar el proyecto que se les pide, sino también a superarse a sí mismos. A su vez, debemos contemplar que no todos tienen la misma experiencia ni las mismas expectativas; diferencias que se ven incrementadas si son estudiantes de diferentes carreras. Por todo esto, los proyectos propuestos deben estar pensados de manera inclusiva, ya que a su vez esto generará un clima de participación y cooperación, necesario para el buen desarrollo de la cursada. El fotolibro, por sus características físicas y conceptuales, reúne muchas de estas condiciones. Permite construir un flujo de trabajo activo, estimula la experimentación y genera interacción y retroalimentación entre los estudiantes de Diseño Gráfico y Fotografía. Esto deviene en entusiasmo, buenos resultados y altos niveles de aprendizaje. Bibliografía Badger, G. (2009). La genialidad de la fotografía. Cómo la fotografía ha cambiado nuestras vidas. Barcelona: Blume. Eagleton, T. (2017). Cultura. Buenos Aires: Taurus. Momeñe, E. (2007). La visión fotográfica. Curso de fotografía para jóvenes fotógrafos. Madrid: Gloria Collado Guevara. RAE. http://www.rae.es
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