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Cerámica y vidrio

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INTRODUCCIÓN
Cerámica, vasijas y otros objetos hechos de arcilla endurecida por cocimiento en horno. La naturaleza y el tipo de la cerámica están determinados por la composición de la arcilla, el método de su preparación, la temperatura a la que se ha cocido y los barnices que se han utilizado. Se distingue de la porcelana por ser porosa y opaca. Como se cuece a temperatura más baja que ésta no llega a vitrificar. El término alfarería se suele emplear para designar a la cerámica primitiva o de carácter popular, generalmente de uso doméstico.
ASIA ORIENTAL 
Los principales centros de cerámica en Asia oriental se encuentran en China, Corea y Japón.
China 
Jarra neolítica china
Esta jarra de Gansu, al noroeste de China, data de alrededor del 2600 a.C. y es un ejemplo antiguo de trabajo al torno. Es probable que fuese una urna funeraria. El cuerpo de color amarillo está decorado con motivos en negro y pardo rojizo.
Durante el neolítico la cerámica china se hacía con rollos de arcilla, golpeando después las láminas con una paleta; a finales de ese periodo (II milenio a.C.) las vasijas se hacían en un principio a mano y después se les daba un acabado en el torno. En Gansu, al noroeste de China, durante el periodo Pan-Shang, se hacían vasijas con una arcilla de textura muy fina que se cocía hasta alcanzar un color pardo rojizo o amarillento y se pintaban con pigmentos minerales aplicados con pincel, haciendo dibujos de trazo grueso con forma de espirales. Estas piezas pueden datarse en el año 2600 a.C., época en la que los hornos eran de tiro sencillo. El fuego se encendía bajo las piezas y unos agujeros de ventilación en el suelo provocaban que las llamas y el calor subieran. La cerámica de Longshang, en las llanuras centrales, se hacía con el torno. Entre las diversas formas de los recipientes chinos del neolítico hay vasijas de tres pies, aguamaniles, urnas, tazas, ánforas y copas altas.
Periodo Shang 
Las formas prototípicas del neolítico fueron la base para las vasijas de bronce del periodo Shang (c. 1766-1122 a.C.), del cual se han hallado moldes de arcilla de gran calidad utilizados para el vaciado de bronce. La cerámica Shang era principalmente de cuatro tipos, la mayoría de los cuales se realizaba en la capital, Ngan-yang, en la actual provincia de Hunan. El primer tipo era continuación de la tradición neolítica, de orden funcional, en arcilla tosca gris, con decoración de cuerda impresa o con motivos geométricos incisos; el segundo consistía en una imitación en gris oscuro de las vasijas de bronce; el tercero lo formaba la cerámica blanca con una fina decoración que imitaba los diseños del bronce, y el último lo constituía el gres vidriado.
Del periodo Zhou a las Seis Dinastías 
Los soldados del ejército imperial
Cuando el emperador Shi Huangdi, de la dinastía Ch'in, murió en el 210 a.C., fue enterrado junto con más de 6.000 figuras de soldados y caballos de terracota de tamaño natural. Las figuras reproducen el ejército imperial y cada rostro es diferente. Se cree que su fin era el de vigilar la tumba y proteger al emperador durante su otra vida.
Todos los tipos de cerámica del periodo Shang, excepto la blanca, continuaron realizándose en el periodo Zhou (c. 1122-221 a.C.). La loza roja tosca con barniz de plomo se empezó a hacer en la época de los Reinos Combatientes (403-221 a.C.) y también imitaba al bronce. En el sur se hacía gres con un barniz pardo pálido y con formas sofisticadas.
El descubrimiento en 1974 del ejército de terracota de Qin Shi Huangdi, primer emperador de la dinastía Ch'in (221-206 a.C.), que forman un conjunto de más de 6.000 soldados y caballos de tamaño natural enterrados en formación militar, ha aportado nuevas dimensiones al conocimiento del arte de los antiguos ceramistas chinos. Estos hermosos retratos idealizados, con detalles diferentes en sus ropajes, fueron realizados con tosca arcilla gris. Las cabezas y las manos, cocidas por separado a las altas temperaturas propias de la loza, se colocaron en los cuerpos una vez realizados éstos y después se pintaron con pigmentos minerales brillantes (procedimiento llamado decoración en frío), que en su mayoría se han ido desprendiendo.
En la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) se siguieron haciendo figuras funerarias y objetos decorados con moldeado y pintura, entre los que hay casas, figuras humanas e incluso hornillos. Los ladrillos a veces se decoraban con escenas cotidianas de personas y animales. También se fabricaba gres de color gris con grueso barniz verde y loza rojiza.
Durante la época de las Seis Dinastías (220-581 d.C.) empezó a aparecer el gres celadón, precursor de la porcelana del mismo nombre. (Los celadones son barnices transparentes con pigmentos de hierro, cocidos en horno de reducción que producen tonalidades gris suave, azul o verde pálidos o pardo oliváceo.) Se denominaba cerámica yue (verde) y no tenía tanta influencia de los objetos de bronce como la cerámica anterior. Las jarras, los aguamaniles y los platos se fueron haciendo más delicados de línea y de contorno más clásico y algunos se ornamentaron con incisiones o moldeados sencillos.
De la dinastía Tang a la dinastía Song 
Camello de cerámica Tang
Muchas de las figuras funerarias realizadas para las tumbas de los nobles pertenecen a la dinastía Tang de China. Están realizadas en terracota vidriada y representan a sirvientes, caballos y otros animales, como este camello. Típicos de ese periodo son los colores crema, verde y pardo.
Durante la dinastía Tang (618-907 d.C.) se siguieron realizando figuras funerarias y gres, que muestran en su estilo influencias de Asia central. Los cuencos y barreños con decoración tallada se exportaban a la India, al sureste de Asia y al imperio musulmán. Hay dos importantes tipos de cerámica que caracterizan este periodo: uno de ellos era la loza fina de color blanco, cubierta con barniz de plomo con tinte amarillo vivo o verde y, frecuentemente, con motivos moteados; el otro, la innovación más significativa de los alfareros del periodo Tang, es la porcelana, de la que se hacían delicados cuencos delgados y vasos con barnices claros, azulados o verdosos.
La porcelana se hizo aún más refinada durante la dinastía Song (960-1279), época en la que florecieron todas las artes y momento cumbre de la cerámica china (ver Porcelana: Porcelana oriental).
Corea 
Cerámica coreana de la dinastía Yi
La cerámica de la dinastía Yi coreana (1392-1910) se caracteriza por su elaborada decoración en azul-y-blanco.
La cerámica y la porcelana chinas ejercieron una gran influencia en Corea, pero los alfareros de este país introdujeron sutiles variaciones en los modelos. Los objetos de gres hallados en algunas tumbas son típicos de la dinastía Silla (57 a.C.-935 d.C.). Los celadones de influencia Song caracterizan la cerámica de la dinastía Koryo (918-1392) y las obras posteriores, aunque menos refinadas, son de admirar por su evidente dignidad. Los coreanos fueron quienes introdujeron tanto su cerámica como la china en Japón.
Japón 
Las primeras cerámicas neolíticas, las del periodo Jomon (c. 10000-c. 300 a.C.), están hechas a mano, normalmente por el método de superposición de anillos cilíndricos, decorados por impresión de cuerdas y esteras, y cocidas en horno abierto a baja temperatura. Tienen color rojizo o una gama que va del gris al negro. Algunas figurillas de culto y algunas vasijas de tipo utilitario están muy pulidas o cubiertas con óxido de hierro rojo. En todo Japón se ha encontrado cerámica del periodo Yayoi (c. 300 a.C.-300 d.C.), realizada por mongoles llegados de Corea a Kyūshū. Los Yayoi utilizaban el torno para fabricar loza amarilla o pardo claro, cuya superficie pulida a veces se pintaba de rojo brillante.
En esa época se utilizaban en Japón básicamente los dos tipos de horno que se siguen usando hoy día. Uno es el horno en pendiente, de origen coreano, que se construye en la ladera de una montaña, tiene hasta veinte cámaras y su encendido puede llevar hasta dos semanas. El otro es el hornode tiro sencillo o de cuello de botella, en el que el fuego, hecho con leña en la boca de una zanja cubierta, cuece las vasijas que se hallan en una cámara de paredes circulares al otro extremo de la zanja; la parte superior está cubierta y no tiene más que un agujero por el que sale el humo.
Se ha hallado cerámica de la última época del periodo Kofun, o de los túmulos (c. 300-710 d.C.), en las enormes sepulturas de los emperadores japoneses. La llamada cerámica haji se parece a la Yayoi, pero la verdaderamente única es la haniwa, (cilindros de arcilla cocida clavados en la tierra), como las deliciosas figuras de loza rojiza sin barnizar que rodean las tumbas y que tienen forma de casas, barcas, animales, mujeres, cazadores, músicos y guerreros. Aunque la cerámica haniwa carece de la grandiosidad del ejército imperial Ch’in, tiene en compensación la gran vitalidad de lo rústico. Otro tipo de cerámica de este periodo es la Sue, en gres de color gris, cocida en un horno en pendiente y decorada con un barniz de ceniza natural que proviene de los restos de la madera utilizada como combustible que se va depositando sobre las vasijas durante la cocción. Este barniz, de origen coreano, acabó convirtiéndose en el barniz característico de las piezas japonesas que con posterioridad se hicieron en Tamba, Tokoname, Bizen y Shigaraki. Los objetos Sue —jarras, botellas, platos y tazas, algunos de ellos con figuras esculpidas— continuaron haciéndose en el periodo Asuka (593-710), en el que empezó a manifestarse la influencia cultural y religiosa china.
Del periodo Nara al Kamakura 
En el periodo Nara (710-794), primer periodo histórico japonés, la profunda influencia de la dinastía china Tang se evidencia en la producción de cerámica cocida a altas temperaturas. Algunos objetos llevan un vitrificado monocromático en verde o pardo amarillento; hay otros vitrificados en dos colores, verde y blanco, y unos pocos con un vitrificado tricolor sobre un tosco cuerpo grisáceo basto. Los motivos del vitrificado eran veteados y punteados, no tan refinados como la cerámica Tang. La mayoría de estas obras se conservan en el shosoin, tesoro imperial, en Nara.
A comienzos del periodo Heian (794-1185) se desarrolló aún más el barniz de ceniza natural y se introdujo el celadón. Más tarde, y debido a la ruptura de relaciones con China a finales del periodo Heian, la calidad de la cerámica decayó. Al restablecerse las relaciones con la China de la dinastía Song durante el periodo Kamakura (1185-1333), floreció la industria cerámica con centro en Seto, cerca de Nagoya. El kiseto o Seto amarillo —que continúa fabricándose hoy día— refleja la influencia de los célebres celadones de Song; sin embargo, la versión japonesa, al estar cocida en hornos con mayor oxigenación, presentaba tonalidades ámbar y amarilla en su vitrificado. En la época Fujiwara se realizó también una cerámica destinada al uso doméstico, la cerámica tokoname (piezas sin decorar de forma irregular), junto con otros tipos que mantienen el encanto primitivo.
Periodos Muromachi y Momoyama 
Cerámica Karatsu
Las piezas de cerámica Karatsu suelen estar adornadas con pinturas de motivos geométricos o vegetales. 
Aunque los sogunes Ashikaga del periodo Muromachi (1333-1568) no favorecieron el arte de la cerámica, la tradicional ceremonia del té, que empezó a practicarse en aquel entonces por influencia china, fomentó la fabricación de las hermosas piezas utilizadas en ese complicado ritual. La ceremonia del té se extendió a la clase de los militares y a la de los comerciantes en el periodo Azuchi-Momoyama (1568-1600) y se elaboraron recipientes de gres y porcelana que reflejan el gusto, la elegancia y la sutil belleza de ese ritual. Cada pieza respondía a una función y un nombre específicos.
Una variedad de cuencos de té de gres que sigue siendo muy apreciada es la temmoku, relacionada con las piezas Chien de China, que presenta un grueso barniz pardo purpúreo. En los hornos de la localidad de Seto se producía una cerámica de tan alta calidad que las piezas fabricadas en otros hornos también adquirieron esta denominación. Aún más famosas eran las piezas raku, que todavía fabrican miembros de esa misma familia en su 14ª generación. Las piezas raku —juegos de té, otros objetos y baldosas— están hechas a mano y sus formas irregulares responden a una estética preestablecida de asimetría. Se aplican varias capas finas de barniz con pincel y la pieza se cuece a temperaturas bajas. Cuando el barniz se ha fundido, se extrae la pieza del horno con unas pinzas, se enfría rápidamente y entonces el barniz se resquebraja por el brusco cambio térmico. Las piezas raku son admiradas por todos los ceramistas del mundo por sus formas rugosas y sus delicados barnices oscuros de plomo que, a veces, caen formando gruesos goterones. También muy apreciadas son las piezas de Oribe para la ceremonia del té. Se caracterizan porque sus diseños están pintados con óxido de hierro pardo, inspirados en la decoración textil, y tienen manchas irregulares de barniz muy diluido de un verde transparente.
Otras piezas del periodo Azuchi-Momoyama son las Karatsu, influidas por la cerámica Yi coreana. En la e-Karatsu (pintura Karatsu) hay motivos geométricos, hierbas y glicinas pintados a mano alzada con óxido de hierro sobre barbotina de color blancuzco. La cerámica Karatsu cultivó también otros estilos con diferentes tipos de decoración. La de Bizen, que se sigue fabricando, alcanzó sus cotas más altas durante el periodo Momoyama. Es gres duro, básicamente de color rojo ladrillo, pero con cambios irregulares en la coloración debidos a la alternancia de la cantidad de oxígeno durante la cocción. No lleva más barniz que el que forma la ceniza o la paja que envuelve las piezas en el horno o la que va cayendo de la combustión de la madera.
Periodo Edo y posteriores 
A comienzos del periodo Edo (1600-1868) se descubrió caolín cerca de Arita, en el norte de Kyūshū, que aún hoy sigue siendo un centro importante de cerámica. Este descubrimiento permitió a los ceramistas japoneses elaborar su propia porcelana blanca dura. La de Imari (llamada así por el puerto desde el que se exportaba) se hizo tan famosa en Europa en el siglo XVII que hasta los chinos la imitaron. Sus diseños de brillante colorido se inspiraban en las piezas laqueadas, los biombos y las telas. Hacia finales del periodo Edo (1800-1868) la de Imari sufrió un retroceso ante la porcelana Kariemon (de color caqui) que se hacía en Arita. Era mucho más refinada y de formas clásicas, aunque sus motivos eran similares. Ambas estaban esmaltadas sobre cubierta. Las piezas de Nabeshima, también de gran calidad y con diseños similares a los de las sedas, estaban restringidas a esa familia y sus amigos; no se empezaron a comercializar e imitar hasta la época Meiji (1868-1912). Los diseños se dibujaban primero en papel muy fino y después en líneas azules bajo cubierta; los colores esmaltados se añadían y fundían después del barniz. En la zona oriental de Japón, durante el periodo Edo, el centro de fabricación de porcelana fue Kutani. Sus vajillas eran grisáceas por las impurezas de la arcilla y sus diseños eran más toscos que los de Arita e Imari. Kioto, antiguo centro de cerámica esmaltada, se hizo famoso en el siglo XIX por sus porcelanas. En la época Edo había unos 10.000 hornos funcionando en Japón. Ver Porcelana: Porcelana oriental.
Los objetos domésticos de los alfareros populares, evaluados desde la estética contemporánea, son tan admirados y valorados como los que se exportaban en siglos anteriores. Aunque la cerámica Meiji introdujo influencias europeas, dentro de Japón se sigue apreciando la tradición popular. En el siglo XX los ceramistas de la vieja escuela siguen trabajando los mismos estilos que sus antepasados y con las mismas arcillas de la zona. El ceramista japonés más famoso del siglo XX es Hamada Shoji, importante no sólo por sus obras en cerámica, sino también por la influencia que ha ejercido en la recuperación de la artesanía popular.Hamada trabajó sobre todo el gres con barniz de hierro y ceniza, creando tonalidades verde oliva, gris, pardo y negro. No firmaba sus piezas cerámicas, aunque sí las de madera. En 1955 el gobierno japonés le nombró Tesoro Nacional Vivo.
AMÉRICA PRECOLOMBINA 
La antigua cerámica americana —utilizada no sólo con fines domésticos, sino también rituales y funerarios— desarrolló unas formas y estilos refinados y muy particulares, totalmente independientes de los del viejo mundo y alcanzó un alto nivel artístico en su realización. Se fabricaban vasijas con le método de los rollos de arcilla, el modelado a mano y los moldes, y no conocían el torno de alfarero. Para la decoración pintada utilizaban barbotina coloreada con pigmentos minerales y vegetales.
América del Sur 
Aunque en Ecuador se han encontrado vasijas que datan del 3200 a.C., fue en Perú donde surgieron los primeros estilos en cerámica. El estilo Chavín (900-200 a.C.), con sus motivos de jaguares, fue superado durante el periodo clásico (primer milenio d.C.) por la cerámica de la cultura mochica, que floreció en la costa septentrional y realizó una de las mejores cerámicas precolombinas, con vasos de color ocre realizados con moldes y pintados en rojo con escenas narrativas de gran vivacidad y jarras modeladas en forma de cabeza humana, con el vigor expresivo de retratos tomados del natural. Tanto los vasos como las jarras tienen la característica asa de estribo peruana, que consiste en un asa hueca con un pitorro vertical en el centro. En el sur, la cultura Nazca realizó jarras policromadas de doble pitorro con motivos animales estilizados y complejos. Los estilos policromados posteriores de los tiahuanacos y los incas estaban trabajados con maestría, pero eran menos deslumbrantes.
Jarra-retrato mochila con asa de estribo
Las jarras retratos, como la que aquí vemos, son exclusivas de la cultura mochila de Perú y fueron realizadas entre los siglos V y VI. Solían estar decoradas con colores rojizos y representaban a guerreros o a sacerdotes. El asa de estribo también se encuentra en otros tipos de jarras y botellas mochilas.
Meso América 
Figura de cerámica maya
Algunas de las mejores piezas de cerámica maya son figuras muy elaboradas de dioses, realizadas en terracota. Esta pieza (c. 600-800) representa a una deidad del maíz.
Las primeras cerámicas de uso doméstico mexicanas datan del periodo formativo o preclásico (1500-300 a.C.) en el valle de México. Del preclásico inferior (hasta el 1300 a.C.) aparecen ofrendas funerarias y figurillas modeladas con técnica de pastillaje. En el preclásico medio (1300-800 a.C.) se crean las llamadas mujeres bonitas, como las de Tlatilco, cuyos exagerados rasgos femeninos nos remiten a ritos agrícolas con ofrendas propiciatorias. En el occidente de México, la cerámica utilitaria, de barro pulimentado de color café o negro muestra formas estilizadas, mientras que en la ornamental destacan las decoraciones geométricas y los colores negro, crema y rojo. Se retratan escenas domésticas y personajes característicos que demuestran la diferenciación de las clases sociales. Las figurillas antropomorfas, que en un principio eran aplanadas, empiezan a ser huecas y adquieren mayores dimensiones hasta llegar a los retratos de Nayarit y los extraordinarios perros de Colima. La actitud sonriente de los gruesos personajes de Colima recuerda, por su fisonomía, la obra escultórica del británico Henry Moore. En la costa del Golfo la cultura olmeca realizó en el preclásico medio y superior, figurillas naturalistas huecas, como los niños llorones (cara de niño o baby face) que presentan deformación craneana, párpados hinchados, ojos rasgados, encías sin dientes y, en ocasiones, una especie de casco labrado. En la transición del preclásico superior al periodo clásico se afianza la cultura de Teotihuacán (200 a.C.-700 d.C.) en la meseta central. Allí se realizaron braseros de barro, máscaras con forma trapezoidal, vasijas trípodes con decoraciones al temple, bajorrelieves, cloisonné y champlevé. Destaca el uso de una arcilla llamada ‘naranja fina’, que es delgada y exige altas temperaturas en la cocción.
Las piezas mayas alcanzaron una variedad y calidad únicas en la cerámica mesoamericana. Durante la época clásica los mayas realizaron delicadas figurillas, vasos cilíndricos policromados con escenas y jeroglíficos similares a los de los códices y placas moldeadas o modeladas que tenían un silbato y estaban decoradas con escenas de la vida cotidiana. El periodo clásico maya está representado por las estatuillas de la isla de Jaina, en Campeche, en las que se aprecia el uso de moldes para las caras minuciosamente trabajadas. El cuerpo y los adornos, peinados, vestimentas y atributos de cada rango social retratado eran trabajados a mano, tanto por medio de incisiones como de pastillaje. Las obras de Jaina reflejan con gran realismo actitudes comunes en la sociedad maya, dentro de un cuidado exquisito de los detalles. Los zapotecas del periodo clásico, establecidos en Oaxaca, se distinguen por sus urnas funerarias, ricamente elaboradas, con sus figuras antropomorfas coronadas con altos tocados cargados de símbolos. Dentro del mismo horizonte clásico se consideran las figuritas sonrientes de las culturas del golfo de México. Obras cerámicas como las de Remojadas hacen patente que existía un dominio de la técnica que permitía al artista trabajar estatuas huecas de más de 1,3 m de altura en las que se plasmaban los gestos más detallados y los estados de ánimo más variados. Un detalle ineludible en las célebres ‘caritas sonrientes’ son la lengua entresacada y la inclinación de la cabeza ligeramente hacia arriba. Sobresale también la decoración con pintura roja y con chapopote (alquitrán). Entre las numerosas civilizaciones que florecieron en el periodo posclásico mesoamericano cabe mencionar las pipas de barro del pueblo tarasco o purépecha en Michoacán, las vasijas y cálices policromados de Cholula, en Puebla, y las jarras zoomorfas y antropomorfas de los huastecos del norte de Veracruz. En la culminación del mundo prehispánico mesoamericano, los aztecas dejaron obras en las que se refleja la rigidez de los cánones estéticos que imponía una cultura hegemónica. Sin embargo, el espíritu del ceramista consiguió plasmar en obras como los sahumerios, las vasijas ceremoniales o los retratos de las deidades domésticas, el espíritu indomable frente a la omnipresencia de la muerte. Calaveras en bajorrelieve o realzadas, corazones sangrantes, mezcla de poesía y mística guerrera, son las grandes constantes en la cerámica policromada de la civilización azteca. (Véase también Cerámica precolombina).
América del Norte 
Vasija zuñi
La alfarería constituye una tradición respetada entre los pueblos zuñi del norte de América. Esta vasija es de principios del siglo XX y está realizada superponiendo rollos de arcilla con forma de anillos sobre una base circular. Una vez construida, la pieza se pule y se barniza. El fondo blanco y los diseños geométricos pardos y negros son característicos de la cerámica zuñi.
En el valle del Mississippi los constructores de túmulos del primer milenio a.C. realizaron objetos modelados a mano, pintados y decorados con incisiones. En el suroeste los antepasados de la cultura de los indios pueblo produjeron cerámica de gran calidad, en la que destacan las piezas decoradas en rojo sobre amarillo (c. 600-900 d.C.) de los hohokam, las policromadas de los anasazi (1300 en adelante), decoradas ambas con figuras humanas y de animales, así como la exquisita y característica cerámica de mimbre (1000-1200), con diseños geométricos negros sobre fondo blanco y pájaros, murciélagos, ranas y escenas ceremoniales.
LA CERÁMICA EN OCCIDENTE 
La historia de la cerámica occidental incluye la del antiguo Oriente Próximo, la del Mediterráneo, la del mundo árabe medieval y la de la Europa medieval y moderna.
Antiguo Oriente Próximo 
La cerámica de Oriente Próximo más antigua que conocemos es la de Çatal Höyük, en Anatolia, y datadel 6500 a.C. Aparte de las estatuas religiosas de terracota y de las de arcilla pintada, entre los objetos de esta zona (cerca de la actual Çumra, Turquía) se cuentan piezas decoradas en ocre rojizo sobre fondo de barbotina color crema y cerámica monocromática de color amarillo, gris claro, crema o rojo ladrillo. Se hacían con cilindros de arcilla que más tarde se aplanaban con una paleta y se barnizaban. Algunas vasijas se decoraban con simples incisiones de líneas horizontales y se cocían en un horno de pan o en un horno cerrado con cámara separada para el fuego. Las demás cerámicas del neolítico del Oriente Próximo, principalmente la de Siria, presentan diseños impresos u ondas dibujadas, en muchos casos, con una concha.
Persia y Mesopotamia 
La primera cerámica pintada del norte de Mesopotamia data de poco antes del quinto milenio a.C. En Samarra (en Irak) se pintaban estilizadas figuras de hombres y animales con colores que iban desde el rojo al pardo y al negro sobre un fondo amarillo. Poco después comenzó a hacerse cerámica policromada de mejor calidad en Tell Halaf, donde los alfareros habían realizado grandes progresos en el control de los hornos.
Alrededor de la misma época, los alfareros persas pintaban figuras geométricas sobre vasijas cubiertas por barbotina de color claro. En el cuarto milenio ya había comenzado a usarse el torno. Los pueblos del norte emigraron a Persia donde introdujeron la cerámica monocromática en rojo o gris. En el apogeo del periodo de El-Obeid (cuarto milenio a.C.) se producían cerca de Susa muchos vasos y cuencos de arcilla refinada. Estaban revestidos de una barbotina amarillo-verdosa y pintados con un estilo muy libre de formas geométricas, plantas, pájaros, animales y figuras humanas muy elementales.
La cerámica vidriada comenzó a fabricarse alrededor del 1500 a.C. Las piezas de mayor calidad no son los objetos de uso doméstico, sino los ladrillos vidriados que se utilizaban como ornamentación arquitectónica, tradición que se remonta al tercer milenio en la localidad de Uruk, donde columnas y nichos estaban cubiertos de mosaicos geométricos hechos con conos de cerámica coloreados semejantes a clavos. Durante el reinado de los casitas en Babilonia (mediados del segundo milenio a.C.) se utilizó la terracota sin vidriar para las fachadas de templos y palacios, y más tarde, en Jorsabad, capital del reino del monarca asirio Sargón II (que reinó entre el 722 y el 705 a.C.), se utilizaron ladrillos vidriados hechos con molde, que representaban procesiones de animales, para decorar la entrada de un templo. Esta tradición alcanzó su apogeo en Babilonia durante el siglo VI a.C., cuando la famosa vía procesional fue cubierta con ladrillos vidriados en los que se tallaron y moldearon más de 700 toros, dragones y leones dentro de una gama cromática que incluye el blanco, el amarillo y el negro sobre fondo azul o azul verdoso. Las paredes de la fachada de la sala del trono estaban decoradas con leones y con columnas coronadas y rodeadas de palmeras y flores de loto.
Egipto 
Ya durante el quinto milenio a.C. los alfareros egipcios elaboraban piezas finas, elegantes, de color oscuro y muy pulidas con una delicada decoración de cuerda. Las piezas pintadas del cuarto milenio, con sus figuras geométricas y de animales sobre fondos rojos, amarillos y pardos, no alcanzaron la alta calidad del milenio anterior. El Egipto de las dinastías fue famoso por su loza vidriada (diferente a la que desarrollarían con posterioridad los alfareros europeos), que empezaron a fabricar alrededor del 2000 a.C. y que se caracteriza por el barniz azul o verde oscuro sobre una pasta con gran cantidad de polvo de cuarzo, más cercana al vidrio que a la auténtica cerámica. Los artesanos egipcios realizaron cuentas de loza vidriada, joyas, elegantes vasos, escarabajos y ushabtis (figurillas de sirvientes que eran enterradas con los muertos).
El Mediterráneo, Grecia y Roma 
La cerámica de finales de la edad del bronce (1500-1050 a.C.) y principios de la edad del hierro (1050-750 a.C.) procedente de las islas del Mediterráneo y el Egeo, especialmente de Creta y Chipre, denota una gran imaginación por parte de los artistas, que pintaron en las piezas con dos colores, diseños geométricos, abstractos y figurativos. En algunos casos las formas eran muy imaginativas y sin función aparente y en otros se trata de vasijas muy delicadas destinadas a ungüentos y cosméticos.
Grecia 
Cerámica griega
Las vasijas de cerámica griega poseían diferentes formas dependiendo de la función a la que estaban destinadas. Había vasos para almacenar líquidos, como las ánforas, para mezclar el agua y el vino, como las cráteras, para utilizar en ceremonias, como el lutróforo (que servía para transportar agua) o el omfalos (cuenco para las libaciones), para beber, como el kylix, para servir las bebidas, como el oinochoe, y para conservar diversos ungüentos, como el alabastrón.
En la Grecia clásica la elaboración y pintura de la cerámica se consideraba un arte mayor. La gran ductilidad de la arcilla de la zona permitía trabajarla fácilmente al torno y cada una de las distintas piezas tenía un nombre y una función específicos en la vida social y ceremonial griega: las ánforas eran vasijas altas y con dos asas y se utilizaban para guardar vino, trigo, aceite o miel; la hidria era una jarra de tres patas para el agua; el lequito era un frasco para aceite con cuello largo y estrecho, destinado a las ofrendas funerarias; el kylix era una copa con pie y dos asas; la crátera era un cuenco grande en el que se mezclaban agua y vino. La cerámica negra sin decorar se utilizó durante todos los periodos griegos y helenísticos, y sus formas estaban influenciadas por las de la cerámica decorada o las piezas de metal. Los dos tipos influyeron en la cerámica romana.
En la edad del bronce, los griegos ya utilizaban hornos que permitían variar el grado de oxigenación para conseguir una barbotina negra y brillante sobre la pasta de color crema, marrón o naranja. La forma dependía del tipo de arcilla utilizado. Al principio los motivos decorativos eran abstractos, pero a mediados de la edad del bronce se empezaron a utilizar formas estilizadas tomadas de la naturaleza. A finales de esa época en Micenas, los alfareros, influidos en un principio por los cretenses, ya pintaban plantas, animales marinos y fantásticos en vasijas de formas muy logradas. Alrededor del año 1000 a.C. el estilo geométrico de Atenas reemplazaría al de Micenas para decaer en el siglo VI a.C. En el cementerio Dipylon de Atenas se han encontrado grandes cráteras, fechadas alrededor del año 750 a.C., con decoración geométrica y franjas dispuestas horizontalmente con guerreros y figuras procesionales.
Crátera griega
La crátera fue uno de los tipos de vasija muy frecuentes en la cerámica griega más antigua. Esta pieza del siglo VIII del cementerio Dipyton, de 101,25 cm de altura, está decorada con unas figuras muy estilizadas que participan en una comitiva fúnebre. La banda decorativa de la parte superior muestra los meandros propios del arte griego arcaico.
Los alfareros del Ática introdujeron las figuras negras a comienzos del siglo VI. Estas figuras se pintaban en negro sobre el fondo rojo de la arcilla pulida. Los detalles se conseguían con líneas incisas sobre el negro y se añadían toques en blanco y rojo purpúreo para las vestimentas y para reproducir el color de la piel. Se continuaron representando procesiones y carros, animales reales y fantásticos (sobre todo en la fase de influencia oriental posterior al periodo geométrico), rodeados por motivos geométricos o vegetales. Esta decoración siempre estaba relacionada con la forma de la vasija y en ella pueden detectarse elementos iconográficos de la mitología griega. A comienzos del siglo VI la decoración se inclinó más por las formas humanas que por las de animales. Temas recurrentes son dioses y hombres realizando diversas actividades, batallas y banquetes; músicos, bodas y otras ceremonias y mujeres jugando o vistiéndose.En algunos casos se añaden los nombres de los héroes o de los hechos. Se utilizaron cada vez con más frecuencia escenas tomadas de la literatura y de la mitología y han podido identificarse los nombres de alfareros y pintores incluso en obras no firmadas.
Vaso Northampton
La decoración del vaso Northampton es un ejemplo de la pintura de figuras negras, popular en la Grecia de finales del siglo VII y principios del VI a.C. Las criaturas mitológicas y delicados motivos florales reflejan el interés griego por las imágenes, resaltadas por pinceladas de blanco y pardo.
Las figuras rojas aparecieron alrededor del 530 a.C. y se popularizaron entre el 510 y el 430 a.C. El fondo se rellenaba con pintura negra y las figuras quedaban silueteadas en la superficie roja original del fondo; los detalles de las figuras se pintaban en negro, lo cual permitía al artista una mayor libertad de dibujo. La pintura podía diluirse para conseguir modulaciones cromáticas. Colores secundarios del rojo y blanco se utilizaban muy poco y, a veces, los detalles de metal y joyería estaban hechos con oro. La anatomía fue cobrando realismo y después del 480 a.C. lo hicieron los gestos y las expresiones. Aunque los centros de producción de figuras rojas se hallaban en Atenas y Corinto, este estilo se extendió por todas las islas griegas. Sin embargo, la calidad de estas piezas empezó a decaer hacia el siglo IV a.C. Otro estilo que se dio en Grecia es el del dibujo lineal sobre fondo blanco al que se añadían colores que imitaban los de la pintura monumental, pero se hacía en vasijas que no servían para uso doméstico.
Roma 
Los romanos sentían gran admiración por la loza pulida esmaltada en rojo, tal vez como reacción ante la cerámica negra griega y helenística. La técnica del esmaltado rojo se desarrolló en el Mediterráneo oriental a finales de la época helenística y consistía en sumergir la pieza en una suspensión de partículas muy finas de arcilla con alto contenido en sílice (que producía un brillo mayor al pulirse) y cocerla en un horno con mucha oxigenación. Las piezas se hacían con moldes de arcilla cuyas caras estaban estampadas y grabadas con una ruleta perforadora o a mano, con motivos decorativos repetidos o figuras que luego quedaban reproducidas en relieve sobre la superficie de la pieza. De ahí que esta técnica de moldeado y decoración tenga el nombre de terra sigillata (‘tierra estampada’). El término suele aplicarse por extensión a la arcilla en la que se sumergen las vasijas. Muchas de sus formas y diseños estaban inspirados en las obras en metal y cristal tallado. El principal centro de producción de esta cerámica era Arretium (el moderno Arezzo), por lo que la cerámica de calidad producida entre los siglos I a.C. y I d.C. se conoce como ‘arretina’. Muchas zonas del Imperio romano elaboraron cerámica arretina, aunque por lo general la calidad era menor cuanto más lejos de la capital estaban situados los centros productores. A partir del siglo I d.C. la de mejor calidad se produjo en el sur de la Galia.
La cerámica esmaltada en negro de los griegos también se extendió por el Imperio romano. En la provincia romana de Britania era similar a las obras de metal célticas. Algunas veces se perforaba la arcilla para crear un efecto punteado y otras se hacía la decoración con barbotina o pigmentos blancos. Los alfareros romanos también utilizaron el barniz de plomo, procedimiento que les permitía añadir óxidos de metal para obtener diferentes colores. Las piezas vidriadas al plomo fueron las más extendidas en la Europa medieval.
Cerámica árabe 
Los primeros alfareros musulmanes de la época de la dinastía Omeya (661-750 d.C.) heredaron las tradiciones del Oriente Próximo: la de fritura con barniz de cuarzo verde y azul, conocida en Egipto desde la época de los romanos; la de barniz alcalino de Siria, Mesopotamia y Persia, conocida desde la época aqueménida (siglos VI al IV a.C.) y la cerámica de barniz de plomo de los romanos, que continuaron los alfareros bizantinos. Hubo tres oleadas sucesivas de influencia china que provocaron cambios en la cerámica árabe: la de la cerámica Tang entre los siglos IX y XI; la de la cerámica blanca de Song entre los siglos XII y XIV y la de la cerámica azul y blanca de Ming entre los siglos XV y XIX.
Estilos árabes medievales 
En el siglo IX los califas de las dinastías Abasíes fomentaron la fabricación de imitaciones de la cerámica Tang con arcillas y barnices de la zona. Muy pronto los alfareros árabes desarrollaron estilos propios: primero hicieron una cerámica sin vidriar, decorada por moldeado, estampado o aplicación de relieves; después, una cerámica con diseños bajo cubierta y cuencos con barniz de plomo en un blanco opaco con flores e inscripciones pintadas y, finalmente, una cerámica lustrada, de reflejo dorado o loza dorada. La loza dorada se obtiene aplicando un barniz al estaño de un blanco opaco que, después de cocido, se pinta con pigmentos metálicos y se vuelve a cocer en un horno con poca oxigenación, lo que otorga a los diseños reflejos dorados de color rojo, bronce, verde lima y amarillo.
Cuando emigraron desde Irak hacia el mundo islámico occidental durante el siglo X, llevaron consigo la técnica de la loza dorada. Al igual que los barnices de estaño, ésta técnica tuvo influencia en Europa a través de la España musulmana. También se popularizó enormemente en el Egipto fatimí y en Persia.
Persia y Turquía 
Taza turca del siglo XVI
Esta taza de barro (Museo Victoria y Alberto, Londres), decorada con vivos colores y vidriada, fue realizada en el siglo XVI en Turquía, durante el Imperio otomano. Los motivos florales entrelazados son característicos del arte islámico.
Durante la dinastía Selyúcida, que gobernó Persia, Irak, Asia Menor y Siria en los siglos XII y XIII, se desarrollaron varias técnicas para obtener sucedáneos de la porcelana, y las ciudades persas de Ray y Kasan se convirtieron en centros productores de estas piezas blancas. Otro magnífico ejemplo de la cerámica de la época Selyúcida es la mina’i, con esmalte sobre cubierta, que imita con gran delicadeza los manuscritos miniados. Desde la dominación mongola en el siglo XIII los alfareros de Kasan comenzaron a utilizar barnices verdes, influidos por los celadones chinos. En Persia aparecieron en el siglo IX los barnices azul cobalto, que después dejarían de utilizarse para reaparecer entre los siglos XIV y XVIII ante el auge de los objetos blancos y azules en China y Europa.
Iznik era el centro más importante de la cerámica turca. Las piezas pintadas en barbotina, de influencia persa y afgana, son anteriores a la conquista de la región por los otomanos. Entre 1490 y 1700 se realizaban en Iznik decoraciones pintadas sobre la pasta blanca de suave textura que se cubrían con un fino barniz transparente. En cuanto al color hay tres etapas: la del azul cobalto, la del turquesa y el púrpura y, finalmente, la del rojo.
De la época de la dinastía Safawí es la cerámica Kubachi, contemporánea de la de Iznik, que con toda probabilidad se realizaba en la zona noroeste de Persia y no en la ciudad de Kubachi, que es donde se encontró. Las piezas características son grandes platos policromados, pintados bajo la cubierta resquebrajada. La cerámica Gombroon, que se exportaba desde ese puerto del golfo Pérsico a Europa y el Extremo Oriente en los siglos XVI y XVII, presentaba decoración incisa sobre pasta de loza blanca traslúcida. La cerámica dorada de color cobre de Persia se puso de moda en el siglo XVII, al igual que la policromada.
En general, la cerámica islámica se hacía con moldes. Las formas eran de inspiración china o basadas en piezas metálicas. Además de la loza dorada, la creación musulmana más innovadora es la de la fabricación de azulejos para las mezquitas.
Europa hasta 1800 
Durante el siglo XV el principal dentro de producción de cerámica fue España. Heredera de la tradición musulmana, sirvió como medio de difusión de las técnicas árabes al resto de Europa. Más adelante fueron cobrando importanciaotros centros, principalmente Italia, Francia, Bélgica, Alemania y Gran Bretaña.
Cerámica hispanomusulmana y de Talavera 
La cerámica con barniz de estaño y la loza dorada de origen islámico se convirtieron en las cerámicas típicas de España desde el siglo XIII hasta el siglo XV.
En el siglo X surgió la primera cerámica vidriada europea con reflejos metálicos, la loza califal en Medinat-al-Zahara (Córdoba), con una decoración en la que se combinaban elementos orientales y autóctonos. A finales de este siglo se empezó a utilizar la técnica de cuerda seca, que consiste en perfilar los contornos del dibujo con una mezcla de grasa y manganeso, y así impedir que se mezclen los barnices de distintos colores. En el siglo XII aparece otro tipo de cerámica con una decoración esgrafiada sobre negro. Los principales centros de producción se localizan en Córdoba, Sevilla, Almería, Granada, Málaga, Murcia, Toledo, Valencia y Zaragoza. La culminación de la cerámica hispanomusulmana son las suntuosas piezas de reflejo metálico del reino de Granada.
La fama de la calidad de la cerámica hispanomusulmana, llamada también hispanomorisca, se extiende sobre todo a partir de los talleres de Málaga y de la localidad valenciana de Manises. En estos últimos se produce una cerámica más fina y unas composiciones más equilibradas. Hay que destacar también los centros de Palencia, Teruel (más popular) y Muel (Aragón). Las piezas hispanomoriscas que se hacían en Manises, se exportaban desde Mallorca y eso fue lo que hizo que los ceramistas italianos del renacimiento la denominaran mayólica.
Hasta el renacimiento la cerámica española continuó siendo de inspiración morisca, pero a partir del siglo XV empezó a instaurarse un gusto por lo italiano y más tarde por lo francés. Surge entonces la cerámica más característica de este periodo, que es la que se hace en Talavera, dedicada principalmente a los azulejos y zócalos y la del barrio sevillano de Triana, donde se fabricó el retablillo de la capilla del Alcázar de Sevilla, obra de Nicola Pisano. En el siglo XVI la cerámica de Talavera pierde parte de la gracia y espontaneidad que la caracterizaban, aumentan los temas realistas y el número de colores. Hay que destacar también en este periodo la cerámica vidriada que se produce en Cataluña famosa sobre todo por sus botes de farmacia.
Mayólica, Fayenza y Delft 
Cerámica de Delft
La cerámica de Delft es originaria de Holanda, aunque también se fabricó en Londres y otros lugares de Gran Bretaña durante el siglo XVIII. Surgió como un sustituto asequible de la porcelana china y solía imitar formas y motivos chinos, como puede apreciarse en la decoración central de este plato.
En la mayólica, la pintura sobre barniz blanco dejó paso al amarillo, naranja, verde, turquesa, azul, marrón purpúreo y negro. Normalmente se añadía un barniz transparente sobre cubierta y la decoración podía ser incisa o moldeada en relieve. La mayólica realizada en Italia en los siglos XV y XVI tenía poco parecido con la española de la que había tomado el nombre. A partir de 1600 se denominó fayenza (del francés faïence) a una variante francesa de esta cerámica con barniz de estaño, así como a la cerámica que se producía en los siglos XVI y XVII en Francia y Bélgica con influencia de la mayólica. En Alemania, donde floreció hasta el siglo XVIII, también se conoce con el nombre de fayence. Cuando el centro de su fabricación se trasladó de Amberes a Delft a mediados del siglo XVII, comenzó a usarse la denominación de Delft incluso para la versión inglesa. La cerámica de Delft inglesa se hizo en Londres, Liverpool, Bristol y Dublín hasta que fue reemplazada en la década de 1770 por la loza fina.
Las piezas con barniz de estaño continuaron haciéndose en Europa hasta comienzos del siglo XIX. Se tomaba la pieza en su estado biscuit y se sumergía en un barniz con base de plomo al que se le añadía óxido de estaño (que blanqueaba y daba opacidad), lo cual producía un blanco muy denso que ocultaba totalmente el color de la pasta de arcilla, proporcionando una superficie en la que podía pintarse cualquier color vidriado a las temperaturas entre moderadas y altas que requiere la loza. En la loza dorada que se hacía en España se utilizaba oro y plata, que se aplicaban sobre el barniz ya cocido y se sometían a una segunda cocción a baja temperatura y con una combustión pobre en oxígeno. En el siglo XVIII, sobre el barniz de estaño ya cocido se aplicaba esmalte y se volvía a cocer la pieza en un horno de mufla. En este siglo comienza en España el declive de la cerámica de Talavera y adquiere una gran fama el centro de Alcora (Valencia) que produce una cerámica de estilo afrancesado, muy bella y refinada.
Los esfuerzos por imitar la porcelana Ming, que había inundado los mercados europeos durante la primera mitad del siglo XVII, dieron paso a la edad de oro de la cerámica de Delft (1630-1700). Las piezas se hicieron más finas y la decoración más delicada. Se introdujo la ornamentación con líneas de color púrpura de manganeso sobre la arcilla antes de que alcanzara el estado biscuit, a continuación se aplicaba un azul bajo cubierta y finalmente un barniz de plomo y estaño. Delft fabricó azulejos, platos, jarras y jarrones y sus piezas características fueron imitadas incluso por los chinos.
Gres y loza con vidriado de plomo 
Vaso Wedgwood
La loza de jaspe es una variedad del gres inventada por Josiah Wedgwood entre 1774 y 1775. Suelen ser azules con una decoración de estilo neoclásico en relieve blanco, aunque también existen variedades en verde, malva y amarillo. Este vaso es un diseño de John Flaxman, escultor e ilustrador inglés que trabajó para Wedgwood.
El gres europeo se desarrolló en Alemania a finales del siglo XIV. Llevaba un barniz a la sal (un álcali). Durante la cocción se echaba en el horno sal común y el sodio de la sal formaba una capa vidriada sobre la superficie de la pieza. Las piezas de Hafner, loza con vidriado de plomo, tuvieron mucho éxito en los siglos XVI y XVII. Se trataba de vasijas que imitaban las jarras de metal y las de cerveza. La loza tradicional inglesa estaba decorada con barbotina y vidriado de plomo, al igual que la cerámica que utilizaban los campesinos europeos y que la introdujeron en América.
El gres inglés no comenzó a fabricarse a gran escala hasta finales del siglo XVII. Las mejores piezas en gres con barniz a la sal de color blanco de Staffordshire se realizaron entre 1720 y 1760. En este año también se hizo loza fina con vidriado de plomo de gran difusión, fabricada con arcilla blanca de Devonshire mezclada con pedernal calcinado. En 1754 el ceramista inglés Josiah Wedgwood comenzó a realizar experimentos con loza fina coloreada. Aunque abrió una fábrica propia, trabajó a menudo con otros ceramistas que hacían decoración calcada, introducida en la década de 1750 por la Worcester Porcelain Company. También produjo gres rojo y objetos en basalto, un gres negro sin vitrificar, y jaspes hechos con un gres blanco coloreado por adición de óxidos metálicos. Los jaspes solían estar decorados con retratos en relieve de color blanco o con escenas tomadas de la Grecia clásica. Sin embargo, la mayor contribución de Wegdwood a la cerámica europea fue la loza perlada, una loza fina con reflejos azul pálido en su vitrificado.
Siglos XIX y XX 
Durante el siglo XIX se popularizaron en Inglaterra y en el continente europeo los objetos con decoración calcada producidos en serie a bajo precio al igual que los que llevaban decoración en relieve. Esos objetos, junto con las piezas vidriadas en pardo de manganeso de Rockingham fabricadas en Inglaterra a comienzos del siglo XIX, se extendieron a Estados Unidos, donde se hicieron tan populares como la cerámica de Nueva Jersey y Ohio. Los objetos producidos en serie fueron desplazando poco a poco a la cerámica popular estadounidense, que era de un gres fuerte con barniz a la sal. En España durante el siglo XIX se produce una cerámica que también recurre a las imitaciones de temas antiguos y mitológicos.Destacan la fábrica del Buen Retiro en Madrid, la de Sargadelos en Galicia, fundada en 1791, que produjo loza fina estampada y porcelana de una gran calidad, así como La Cartuja de Sevilla, que bajo la dirección de maestros ingleses también se especializó en la producción de loza estampada.
La cerámica industrial posterior a 1860 era de una gran calidad. El Art Nouveau, la Exposición Universal de París de 1900 y la Bauhaus durante la década de 1920 ejercieron una gran influencia en el diseño de la cerámica industrial.
El ceramista artesano con su creación individual ha sido igual de importante para la historia de la cerámica moderna que el ceramista industrial. El movimiento Arts & Crafts inglés ejerció gran influencia a partir de 1861, al igual que el gres vitrificado a la sal de las fábricas Doulton de Lambeth a partir de 1871. Algunos de los ceramistas más famosos de la época moderna son el británico Bernard Lecah, formado en Japón y el español J. Llorens Artigas, que despojó al gres de toda decoración. Junto al pintor Joan Miró realizó los murales cerámicos para la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París y para la Universidad de Harvard. Las producciones más recientes se caracterizan por la primacía de la forma y de la materia, inspiradas en el arte popular.
CÉRAMICA CARDIAL
Cerámica cardial, principal elemento distintivo del neolítico antiguo del Mediterráneo central y occidental (c. 5500-4200 a.C.). La singularidad de esta cerámica, elaborada a mano, reside en su decoración, obtenida mediante la impresión sobre el barro aún tierno de una concha de Cardium edule, una especie de molusco. Tal adorno, el más difundido de cuantos identifican al grupo cultural de la cerámica impresa, de distribución eminentemente litoral entre el mar Adriático y las costas atlánticas de Portugal, alcanzó un considerable desarrollo en algunos yacimientos del Levante español. Así lo prueba, entre otros, la cueva valenciana de l'Or, donde la cerámica cardial, posiblemente el barro cocido más antiguo de la península Ibérica, apareció hacia el 4800 a.C., desplegando un exuberante lenguaje decorativo de motivos geométricos, simbólicos y figurados.
CERÁMICA DE AYACUCHO
Cerámica de Ayacucho, producción cerámica originaria de la ciudad peruana de Ayacucho y de varias poblaciones de su entorno.
Los alfareros mantienen los procedimientos tradicionales de modelado a mano, empleo de moldes y aplicaciones en relieve. Las piezas son, en general, bruñidas y decoradas con pintura blanca o rojiza realizada a base de tierras. En la población de Quinua, se producen las piezas más conocidas, realizadas con una arcilla muy fina de color rojo oscuro y decoración pintada sobre el tono blanco del engobe con motivos rojos sobre fondo claro o blancos sobre fondo oscuro. Las formas son objetos utilitarios habituales y representaciones figurativas: recipientes de cuerpo oval en forma de animal, que se encuentran en relación con piezas preincaicas, iglesias en miniatura, grupos de músicos y nacimientos colocados sobre plataformas.
Las iglesias, flanqueadas por dos recipientes con forma animal, se colocan en los tejados de las casas como protección de sus habitantes.
CERÁMICA DE DELFT
Cerámica de Delft, producción cerámica originaria de la ciudad holandesa de Delft, localidad que a mediados del siglo XVII se convirtió en el principal centro de la loza estannífera. También se aplica esta denominación a piezas similares procedentes de Londres, Liverpool y Bristol, en Gran Bretaña, Dublín, en Irlanda y Frankfurt y Hamburgo, en Alemania.
Aunque durante el siglo XVI se fabricó loza estannífera inspirada en la mayólica italiana, la edad de oro de la cerámica de Delft, que se sitúa entre 1630 y 1700, tuvo su origen en los esfuerzos por imitar la porcelana Ming. Este tipo de porcelana vidriada decorada en azul-y-blanco había surgido a comienzos del siglo XIV en China para, posteriormente, inundar los mercados europeos durante la primera mitad del siglo XVII. Bajo su influencia, las piezas se hicieron más finas y la decoración más delicada. Se comenzó a ornamentar con líneas de color púrpura de manganeso sobre la arcilla antes de que ésta alcanzara el estado biscuit. A continuación se aplicaba un azul bajo cubierta y finalmente un barniz de plomo y estaño. Además de flores exóticas o motivos de inspiración china, algunas de las obras más valiosas estaban decoradas con grandes floreros, paisajes holandeses y escenas de género.
Delft fabricó todo tipo de objetos, desde azulejos hasta piezas de menaje, como platos, jarras y jarrones. A partir de 1725 la producción comenzó a decaer y en el siglo XIX sólo subsistían dos fábricas de loza estannífera. En 1876, la industria se revitalizó gracias a la incorporación de nuevos procesos de producción en serie.
CERÁMICA DE PUEBLA
Cerámica de Puebla, producción cerámica realizada en la ciudad mexicana de Puebla a partir de la fundación de las primeras fábricas de loza entre 1550 y 1570.
Las primeras ordenanzas de loceros de esta ciudad, de 1666, reglamentaron todos los aspectos relacionados con la práctica del oficio, incluida la necesidad de firmar las piezas.
Las características de las arcillas utilizadas en su elaboración les confiere un color crema, que se cubre con esmalte del mismo color o blanco. Los motivos decorativos proceden en algunos casos de la cerámica española de Talavera de la Reina (Toledo), de donde toma el nombre de Talavera de Puebla. Las porcelanas chinas ejercieron también mucha influencia a través de los elementos decorativos, flores, animales y pagodas, que se realizan en azul-y-blanco durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, y formales, como el tibor.
En la segunda mitad del siglo XVIII y el XIX las tonalidades más empleadas son el verde y el anaranjado.
CERÁMICA DE TALAVERA
Cerámica de Talavera, cerámica artesanal característica desde el siglo XVI de la ciudad toledana de Talavera de la Reina (España). Aunque con fuertes raíces populares, la alfarería talaverana también floreció en los siglos XVII y XVIII como una producción culta, tanto en la fabricación de vasijas como en la de azulejos decorativos.
Una de las características más peculiares de la cerámica de Talavera es la clasificación en series decorativas, conocidas por el nombre de sus motivos más emblemáticos. Así, entre las de carácter más popular se encuentran la series de mariposas, la tricolor (con combinaciones de azul, naranja y manganeso), la de estrellas de plumas, la esponjeada, la jaspeada y la de helechos. La producción vernácula se impuso definitivamente a finales del siglo XVIII y en el siglo XIX, después de la destrucción de muchos hornos durante la guerra de la Independencia española.
La loza fina inició su andadura gracias a la Pragmática de Sobriedad dictada en 1601 por orden del duque de Lerma, que prohibía el uso de vajillas de plata. Así se disparó la demanda de servicios cerámicos, que en Talavera alcanzaron una elevada perfección técnica, tanto por la blancura de sus fondos como por la elegancia de sus decoraciones. Entre las series más cultas destacan la de ferroneries, de origen flamenco, y la polícroma, cocida a alta temperatura, en la que predominan los tonos azulados y verdosos que se asocian comúnmente a la escuela talaverana. El auge del siglo XVII comenzó su declive a mediados del siglo XVIII, a raíz del impulso borbónico a la fábrica de Alcora, de donde se copiaron algunos motivos ornamentales como las puntillas de Bérain o los paisajes soleados.
Un capítulo aparte es la ingente producción de azulejos de loza estannífera, que incorpora a partir del siglo XVI las influencias italianas y flamencas sin perder la frescura de su incierto origen popular. Entre las composiciones más interesantes destacan los arrimaderos del monasterio de San Lorenzo de El Escorial (cuyos priores siguieron siendo clientes de los alfares talaveranos), firmados por Juan Fernández, y los extraordinariospaneles polícromos de la ermita de la Virgen del Prado en Talavera, firmados por Juan Flores en 1559.
En 1908, después de más de un siglo de difícil supervivencia, se abrió una nueva fábrica de loza dirigida por el estudioso Guijo y Ruiz de Luna. En ella se volvieron a emplear las técnicas y los motivos artísticos tradicionales, con la intención de restaurar el esplendor de los siglos XVII y XVIII.
CERÁMICA HISPANOMUSULMANA 
Cerámica hispanomusulmana, cerámica hecha en la España musulmana desde el siglo VIII hasta 1492. Los restos que se conservan anteriores al califato de Córdoba aún conservan reminiscencias romanas. La primera cerámica europea con verdadero vidriado es la loza califal, decorada con motivos inspirados en elementos orientales y autóctonos. Tras la decadencia de los siglos XI y XII, hace su aparición, a finales del XII, un nuevo tipo de decoración esgrafiada sobre negro. Los principales centros de producción de esta época son Córdoba, Sevilla, Granada y Toledo. La culminación de la cerámica hispanomusulmana tiene lugar durante el reino Nazarí de Granada con la loza de reflejo metálico, también llamada de reflejo dorado o lustre.
CERÁMICA PRECOLOMBINA
 
 Cerámica precolombina, la producción de cerámica en América nace, como en el resto del mundo, de la necesidad de almacenar, transportar, transformar y consumir ciertos alimentos líquidos y sólidos.
Las principales características de la tecnología empleada durante dicho periodo son: la utilización de cestos, calabazas y otros frutos como moldes que se cubren con arcilla para obtener recipientes y que desaparecen con la cocción; la ausencia de torno en la fabricación de piezas, lo que otorga gran libertad al artesano; y el empleo de moldes para la obtención de ciertas formas, especialmente figuras y grupos escultóricos. La forma de cocer es simplemente por desecación al sol o en horno abierto. 
La decoración cerámica es muy variada, y abarca técnicas pre y postcocción de modelado, pastillaje, incisión y excisión, impresión, engobado, pulido y digitado, pero destaca el uso decorativo de la pintura en negativo, que implica un gran desarrollo tecnológico. Este último proceso consiste en cubrir el diseño a destacar con cera o ceniza, hecho esto se sumerge la pieza en un baño coloreado y al retirar el elemento protector aparece el negativo limpio de color; el resultado final es una bicromía muy característica. Pero es en la policromía pictórica en la que este arte alcanzará un verdadero esplendor hasta convertirse en vehículo de expresión de las distintas sociedades latinoamericanas.
La producción de la cerámica prehispánica se centra en figuras, recipientes, pesas de telar, de pesca, pintaderas, sellos, cuentas de collar, orejeras, instrumentos musicales, braseros, juguetes, urnas cinerarias o de inhumación y una larga lista de objetos que dan testimonio de la necesidad de esta producción en la vida doméstica, funeraria o ceremonial de las comunidades precolombinas. Es muy relevante su función indicadora del grado de complejidad social de un grupo, ya que en su inicio es una actividad realizada especialmente por mujeres, pero a medida que la sociedad se hace más compleja, dicha tarea, al igual que muchas otras actividades, pasa a ser realizada por especialistas, generalmente masculinos, adiestrados en las pautas funcionales y simbólicas del grupo.
Por áreas, en Mesoamérica hallamos evidencias de esta producción desde el 2000 a.C., en forma de figurillas y vasijas en el Valle Central de México; la representación de escenas de la vida diaria: matrimonios, juegos o curaciones, hechas exclusivamente para acompañar a los difuntos en su tumba, las encontramos en el área occidental de México ya en el 300 a.C.; la costa del Golfo mexicana, en el 100 d.C., con sus inquietantes representaciones, adornadas con brea, de piezas articuladas utilizadas en representaciones teatrales, explican la importancia de la cerámica en los caminos simbólicos. Un episodio de gran renombre cerámico es el aparecido en la cultura mixteca postclásica, donde se han encontrado vasos policromados con textos de los códices; en la misma línea destacan las piezas mayas, decoradas con pinturas jeroglíficas, cartuchos de glifos, sucesos históricos, escenas mitológicas, y durante el periodo clásico tardío de esta cultura (700 al 900), hay que destacar el estilo códice.
La zona caribeña y centroamericana, aglutina influencias de Mesoamérica y los Andes colombianos; así en Costa Rica encontramos el estilo jeroglífico cubriendo vasijas en forma de jaguar en la Gran Nicoya, mientras que en el resto del istmo las influencias son de la zona sur.
En los Andes septentrionales —Colombia, parte de Venezuela y Ecuador— se encuentra Valdivia, el lugar mas antiguo de producción cerámica del continente (4400 a.C.), le sigue Puerto Hormiga (3000 a.C.) en Colombia. Aquí ya se anuncian características que cristalizarán como arquetipos en la zona como el uso de la pintura iridiscente, obtenida al aplicar un engobe diluido con óxido de hierro, para después cocer y ahumar la pieza; el resultado final es la aparición de los diseños realizados al humedecerse el objeto. Otros rasgos son la pintura en negativo, la cerámica figurada a molde, la adopción del asa de lazo, el uso del pico y la vertedera, la producción de vasijas silbato y los enterramientos en urnas.
Los Andes centrales —Perú y Bolivia— conocen la cerámica desde el 1800 a.C., en Kotosh, región del Huánuco, pero el lugar mas significativo del periodo formativo es Chavín de Huantar, en la sierra norte de Perú, centro religioso de carácter pamperuano, cuyos motivos iconográficos son el jaguar, la serpiente y un ave rapaz.
Tras la caída de este centro surge en la costa norte la cultura mochica (100 a.C.-700 d.C.) cuyas características cerámicas más singulares son el asa estribo con vertedera con representaciones de escenas y figuras modeladas y, desde luego, el uso del cuerpo de la vasija para representar, mediante molde, personajes completos y auténticos retratos. Los temas representados son escenas de la vida cotidiana relacionados con: la enfermedad, el erotismo y la guerra, entre otros. En la costa sur está Nazca, cuya producción es opuesta a la moche por su esquematismo y abstracción.
El gran centro de Tiahuanaco, en Bolivia, se caracteriza por producir, primero en cerámica y más tarde en madera, una peculiar forma, el Kero, de paredes acampanadas y base plana, que será reproducido hasta bien entrado el mundo colonial. A partir de 1430, comienzo del horizonte incaico, la producción cerámica se hace seria, práctica y sobria, si bien esta cultura va a absorber todos los avances anteriores en cuanto a tecnología. 
CERÁMICA RAKU
Cerámica raku, delicada porcelana japonesa, vidriada con plomo. Se fabrica en un horno a bajas temperaturas y está especialmente asociada con la ceremonia del té. Además de las famosas tazas para esa infusión, la porcelana raku también incluye recipientes para el incienso, jarras de té y de agua y jarrones para flores. Apareció en Kyoto a finales del siglo XVI cuando el maestro del té Sen no Rikyu descubrió la sencilla cerámica del fabricante de tejas local Chojiro, y la adaptaron para los objetos de barro chinos utilizados hasta entonces. El nombre raku, que significa placer, surge cuando Toyotomi Hideyoshi, patrón de Rikyu, obsequió al hijo de Chojiro con un sello que tenía esa palabra en la base. Las piezas raku están moldeadas a mano, son bastante irregulares y suelen presentar lados rectos con una base pequeña. Se aplican de forma irregular varias capas finas de vidriado, haciendo que se enfríen rápidamente después de meterlas al horno para destacar los contrastes, siendo los colores predominantes el negro, el rojo, el verde, el castaño y el crema. Cada pieza de cerámica raku es ejemplar único. La más preciada cualidad de esta cerámica es su sencillez de líneas y su gran calidad. Grandes maestros del té y estetas como Honami Koetsu fabricaron su propia cerámica raku. Las piezas que todavía seconservan son muy apreciadas por los coleccionistas, además de poseer un inmenso valor.
INTRODUCCIÓN 
Vidrio (arte), cuerpo sólido, transparente y frágil que proviene de la fusión a 1.200 ºC de una arena silícea mezclada con potasa o sosa. A temperatura ordinaria constituye una masa amorfa, dura, frágil y sonora. Por lo general es transparente, aunque también puede ser incoloro u opaco, y su color varía según los ingredientes de la hornada.
Jarrones de Tiffanny
Estos jarrones Art Nouveau están realizados en cristal favrile, un tipo de vidrio iridiscente y de lustrada superficie que Louis Comfort Tiffany inventó a finales del siglo XIX y que produjo, entre 1893 y 1933, en su fábrica de Long Island, Nueva York.
El vidrio líquido es de gran plasticidad y se moldea mediante diferentes técnicas. Una vez frío, puede tallarse. A bajas temperaturas es frágil y presenta un tipo de fractura concoidea. Los vidrios naturales como la obsidiana y las tectitas (provenientes de meteoritos) presentan una composición y unas propiedades similares a las del vidrio sintético.
La fabricación del vidrio es anterior al año 2000 a.C. En esa época siempre se trabajaba a mano, usando moldes, y desde entonces el ser humano lo ha utilizado con diversos fines: para fabricar recipientes utilitarios y para objetos decorativos y ornamentales, entre los que se incluyen trabajos de joyería. También tiene aplicaciones en la arquitectura y la industria.
EL VIDRIO COMO ARTE 
Los datos arqueológicos indican que los primeros objetos de vidrio se fabricaron en Oriente Próximo alrededor del año 3000 a.C.
El vidrio en la antigüedad 
Los primeros objetos de vidrio que se fabricaron fueron cuentas de collar o abalorios, pero las vasijas huecas no aparecieron hasta el 1500 a.C. Es probable que fueran artesanos asiáticos los que establecieron la manufactura del vidrio en Egipto, de donde proceden las primeras vasijas producidas durante el reinado de Tutmosis III (1504-1450 a.C.). La fabricación del vidrio floreció en Egipto y Mesopotamia hasta el 1200 a.C. y posteriormente cesó casi por completo durante varios siglos. Egipto produjo un vidrio claro, que contenía sílice pura; lo coloreaban de azul y verde. Además de vasos hacían figurillas, amuletos y cuentas, así como piezas vítreas para incrustaciones en muebles. En el siglo IX a.C. Siria y Mesopotamia fueron centros productores de vidrio, y la industria se difundió por toda la región del Mediterráneo. Durante la época helenística Egipto se convirtió, gracias al vidrio manufacturado en Alejandría, en el principal proveedor de objetos de vidrio de las cortes reales. Sin embargo, fue en las costas fenicias donde se desarrolló el importante descubrimiento del vidrio soplado en el siglo I a.C. Durante la época romana la manufactura del vidrio se extendió por el Imperio, desde Roma hasta Alemania.
Técnicas en la antigüedad 
Frasco fenicio de vidrio
Este frasco fenicio del siglo V a.C. fue realizado con la técnica de moldeado sobre un núcleo, que consistía en fijar a una varilla de metal una mezcla de arcilla y estiércol con la forma que deseaba dársele al interior de la vasija. Ese núcleo se envolvía con hilos de pasta vítrea, que se iban recalentando y puliendo constantemente. Luego se añadían las asas, la base y el cuello y se enfriaba la pieza. Por último, se retiraba la varilla de metal y se extraía el material que conformaba el núcleo. Esta técnica es anterior a la del soplado.
Antes del descubrimiento del vidrio soplado se utilizaban diferentes métodos para moldear y ornamentar los objetos de vidrio coloreado, tanto translúcidos como opacos. Algunos recipientes eran tallados en bloques macizos de cristal. Otros se realizaban fundiendo el vidrio con métodos parecidos a los de la cerámica y la metalurgia, y utilizando moldes para hacer incrustaciones, estatuillas y vasijas tales como jarras y cuencos. Se elaboraban tiras de vidrio que luego se fundían juntas en un molde y producían vidrio en listones. Se realizaban diseños de gran complejidad mediante la técnica del mosaico, en la que se fundían los elementos en secciones transversales que, una vez fundidos, podían cortarse en láminas. Las superficies resultantes de esos cortes se fundían juntas en un molde para producir vasijas o placas. Se hacían vasos con bandas de oro que presentaban franjas irregulares de vidrios multicolores y con pan de oro incrustado en una franja translúcida.
La mayor parte de las piezas anteriores a los romanos se realizaban con la técnica de moldeado sobre un núcleo, que consistía en fijar a una varilla de metal una mezcla de arcilla y estiércol con la forma que deseaba darse al interior de la vasija. Ese núcleo se sumergía en pasta vítrea o se envolvía con hilos de esa misma pasta, que se recalentaba y pulía sobre una piedra plana para darle forma. La posibilidad de dirigir el hilo de pasta vítrea en varias direcciones sobre el núcleo permitía realizar filigranas decorativas con hilos de uno o varios colores. A continuación se añadían las asas, la base y el cuello, y se enfriaba la pieza. Por último se retiraba la varilla de metal y se extraía el material que conformaba el núcleo. Esta técnica se usaba sólo para hacer vasijas pequeñas, tales como tarros para cosméticos o frascos, como puede apreciarse en los objetos egipcios típicos de las XVIII y XIX dinastías. Los objetos realizados a partir del siglo VI a.C. con este método de envolver un núcleo, tenían formas que se inspiraban en la cerámica griega.
Vidrio romano 
Vidrio romano
Ejemplos de objetos de vidrio de la antigua Roma que datan de los siglos I y II, cuando el vidrio incoloro era más preciado que el opaco o el coloreado. Las cuatro vasijas de la izquierda son piezas funerarias; la jarra de la derecha se usaba para agua o vino.
El método del soplado de vidrio, más rápido y más barato, se extendió desde Siria a Italia y a otras zonas del Imperio romano, reemplazó poco a poco a las antiguas técnicas y trajo consigo nuevos estilos. Mientras los primeros procesos de manufactura habían hecho hincapié en el color y el diseño, con la introducción del soplado fue la fragilidad y transparencia del material lo que adquirió importancia, y hacia finales del siglo I d.C. el vidrio incoloro suplantó al vidrio coloreado en la elaboración de los objetos más preciados. La técnica del soplado hizo posible la producción a gran escala y cambió la categoría del vidrio convirtiéndolo en un material de uso frecuente, tanto para cristaleras como para vasos, copas y todo tipo de recipientes.
Es evidente que la estructura del Imperio fomentó el extraordinario desarrollo de la industria del vidrio durante este periodo. La mayor parte de las técnicas decorativas conocidas fueron inventadas por los artesanos romanos. Los objetos de vidrio soplado se realizaban mediante moldes parciales o totales, que permitían formas tan novedosas como los frascos con forma de cabezas, que se producían en grandes cantidades. Una jarra de delicado diseño (siglo I d.C.) que se encuentra en el Museo del Vidrio de Corning (Nueva York) es un ejemplo perteneciente a un extraordinario grupo de objetos de vidrio soplado realizados con molde que llevan el nombre de sus fabricantes. Hay ejemplos de cristal romano con una elaborada decoración de hilos de vidrio y tallado. Los temas decorativos, pintados o sobreimpresos con pan de oro entre dos láminas de cristal blanco, recreaban escenas religiosas o históricas. Los antiguos artesanos vidrieros adaptaron las técnicas de corte, tallado o grabado en piedra al vidrio logrando piezas de considerable belleza. La técnica del cristal de camafeo consiste en unir dos estratos de vidrio de diferente color, tallando después la capa externa para que queden al descubierto partes de la capa interior y establecer una decoración en relieve que resalta por el contraste cromático. El vaso de cristal de camafeo más famoso es el jarrón Portland (siglo I d.C., Museo Británico, Londres), decorado con las figuras mitológicas de Peleo y Tetis. Delicadosefectos se lograron en los diatreta, copas en las que se han extraído grandes porciones de la capa externa dejando un entramado decorativo que parece estar apenas sujeto a la capa interior que conforma el recipiente. La famosa copa de Licurgo (siglo IV d.C., Museo Británico) constituye uno de los máximos exponentes de esta técnica.
El vidrio en Occidente 
En Occidente la fabricación de vidrio para uso doméstico se redujo mucho después de la caída del Imperio romano.
El vidrio en la edad media 
Rosetón de Notre Dame
El rosetón de la fachada norte de Notre Dame de París, fue realizado por Jean de Chelles entre 1240 y 1250. Tiene 129 metros de diámetro y está compuesto por piezas de vidrio de brillantes colores unidas con plomo y armadas sobre una estructura de hierro. Los detalles de las escenas religiosas están pintados sobre el vidrio. 
Bajo la influencia de los francos, los vidrieros del norte de Europa y Gran Bretaña continuaron produciendo objetos utilitarios, algunos con formas nuevas y contundentes. La decoración se limitaba a los diseños simples mediante moldes, filigranas y adornos de gotas de vidrio aplicados a la superficie. Presentaban en general una coloración verdosa, resultado de la composición del vidrio hecho con carbonato sódico de plantas marinas traídas del Mediterráneo, como era costumbre desde la época de los romanos. Sin embargo, a finales de la edad media ya no se conseguía carbonato sódico, y los vidrieros del norte recurrieron a la ceniza de la madera de sus propios hornos, que utilizaron como fundente para obtener un vidrio de contenido potásico-cálcico. Dado que las industrias del vidrio estaban situadas en zonas de bosque, de donde obtenían el combustible y la ceniza, a este nuevo tipo de vidrio se le llamó Waldglas (del alemán, ‘vidrio de bosque’). El vidrio común del tipo Waldglas continuó fabricándose en Europa hasta la era moderna.
Sin embargo, el mecenazgo de la Iglesia habría de impulsar la producción más importante en este material durante la edad media: los mosaicos de vidrio en la Europa mediterránea y las vidrieras en la zona del norte (ver Mosaico; Vidriera). Los mosaicos se hacían con cubitos de vidrio, o teselas, incrustados en cemento. Las teselas, que se cortaban de bloques sólidos de vidrio, podían ser muy elaboradas y presentar incrustaciones en plomo dorado y plateado. Sobre la producción de mosaicos de vidrio anterior al siglo XIV apenas existen datos.
Ya en documentos del siglo VI se hace referencia a la existencia de vidrieras en las iglesias, aunque los primeros ejemplos conservados datan del siglo XI. Las más apreciadas son las que se realizaron durante los siglos XIII y XIV, principalmente en Francia e Inglaterra. Se cree que las industrias del vidrio de Lorena y Normandía fueron las que produjeron la mayor parte de las vidrieras de las catedrales medievales. El vidrio se coloreaba o se laminaba con color y después se cortaba según las formas que requiriera el diseño. Los detalles se pintaban sobre el cristal con un esmalte pardusco. Las piezas se encajaban en varillas de plomo y se colocaban en una estructura de hierro. El arte de la fabricación de vidrieras decayó a finales del renacimiento pero volvió a recuperarse en el siglo XIX.
Del renacimiento al siglo XVIII 
Jarra de cristal veneciano
Los objetos de cristal veneciano eran famosos por sus formas originales y delicadas. Esta jarra del siglo XVI con forma de barco es un ejemplo de cristallo, tipo de vidrio de extraordinaria transparencia para la época. Está realizada en vidrio azul con dibujos estampados y dorados, y se atribuye a Armenia Vivarini.
Aunque el vidrio ya se fabricaba en Venecia desde el siglo X, el cristal veneciano más antiguo que conocemos data del siglo XV. Concentrada en la isla de Murano, la industria veneciana dominó el mercado europeo hasta el año 1700. La contribución más importante de los venecianos fue el desarrollo de un vidrio sódico duro y refinado de gran ductilidad. Incoloro y de gran transparencia, el vidrio veneciano era semejante al cristal de roca y era conocido como cristallo.
Las primeras piezas de cristallo tenían formas sencillas y estaban decoradas con diseños esmaltados semejantes a joyas. También se hacían en cristal coloreado y opaco. Hacia finales del siglo XVI las formas se hicieron más ligeras y delicadas. Los sopladores de vidrio explotaron la ductilidad del material para producir auténticas maravillas. Desarrollaron un tipo de filigrana de vidrio que sería muy imitada y que consistía en incorporar hebras de vidrio blanco opaco dentro de un cristal transparente, trabajándolas con un complicado diseño que producía el efecto de un encaje. Algunas vasijas estaban realizadas por completo en vidrio blanco opaco soplado que más tarde se pintaba con esmalte a la manera de la porcelana china. También en Murano fue donde surgieron muchos estilos diferentes para lámparas de cristal, aunque fue la factoría de Nevers, en Francia, la que adquirió mayor fama en la fabricación de estas piezas durante el siglo XVII. Particularmente adecuada para el vidrio sódico fue la práctica del grabado al diamante, técnica predilecta de los artesanos holandeses durante el siglo XVII, que, martilleando la punta de diamante, lograban elaborados diseños de efecto punteado.
Todos los fabricantes de vidrio de Europa intentaron copiar las técnicas, materiales y decoraciones de los venecianos. La información se difundió a través de las propias piezas, del libro El arte del vidrio (1612) de Antonio Neri y de los sopladores de vidrio venecianos. Aunque existía una ley que prohibía a los artesanos vidrieros abandonar Venecia y divulgar los secretos de su arte, muchos emigraron de Murano, abandonaron Italia y abrieron talleres en otros países europeos. Cada país desarrolló su propia façon de Venise adaptando el modelo veneciano a las formas y decoraciones de preferencia propia. La influencia italiana acabó desapareciendo en el siglo XVII al surgir nuevos métodos para la fabricación de vidrio en Alemania e Inglaterra.
El vidrio potásico que se fabricaba en Alemania, más grueso y más duro que el cristallo, era muy apropiado para la decoración grabada con rueda giratoria. Caspar Lehmann fue uno de los responsables del gran desarrollo del grabado a principios de la década de 1600 en la corte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rodolfo II en Praga. Los talladores y grabadores de vidrio de Nuremberg y Potsdam se hicieron famosos por sus hábiles diseños de estilo barroco, mientras que las fábricas alemanas continuaron produciendo el tradicional vidrio esmaltado y pintado en frío.
Otro descubrimiento que sirvió para disminuir la influencia veneciana en Europa fue el del vidrio de protóxido de plomo, cuya fórmula inventó George Ravenscroft en Inglaterra. Más suave, brillante y duradero que el frágil cristallo, el cristal de plomo inglés fue considerado el de mayor calidad en el siglo XVIII. La cristalería inglesa de mesa dominó los mercados europeos y coloniales y se convirtió en el modelo para los productores europeos. Entre las innovaciones introducidas por los ingleses a mediados del siglo XVIII están las copas con pies decorados con burbujas de aire o espirales de esmalte opaco y los prestigiosos candelabros de vidrio tallado. El cristal de plomo, el vidrio que mejor se adaptaba al tallado, alcanzó su apogeo con las piezas neoclásicas del periodo angloirlandés (1780-1830).
Cristal español 
La industria del vidrio tuvo en Cataluña su máximo esplendor en el siglo XVI, cuando se produjeron piezas comparables a los mejores modelos venecianos. Además de los objetos utilitarios, los vidrieros catalanes hacían infinidad de pequeños objetos decorativos que vendían el primero de enero de cada año en la feria del vidrio que se celebraba en el paseo del Borne. La manufactura catalana más importante fue la de Mataró, y las formas más típicas de vidrios eran el florero de cuerpo oval con dos pequeñas asas, el confitero con forma de gran copa, los fruteros de pie y la botella.

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