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BENTOS Y NECTON

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EL OCÉANO Y SUS RECURSOS: BENTOS Y 
NECTON 
 
Autor: JUAN LUIS CIFUENTES LEMUS, PILAR TORRES-GARCÍA, MARCELA 
FRÍAS M. 
 
COMITÉ DE SELECCIÓN 
EDICIONES 
PRÓLOGO 
NOTA 
I. ORGANISMOS DE LOS FONDOS OCEÁNICOS O BENTÓNICOS 
II. UN PASEO POR LOS FONDOS OCEÁNICOS ILUMINADOS 
III. LA VIDA BENTÓNICA EN LAS FACIES ROCOSAS 
IV. COMPARACIÓN ENTRE LA VIDA BENTÓNICA 
.... EN FONDOS ARENOSOS Y FANGOSOS 
V. LAS ESPONJAS COMO COMPONENTES COMUNES DEL 
BENTOS. 
....SU UTILIZACIÓN 
VI. LOS CELENTERADOS SOLITARIOS Y COLONIALES. 
....UTILIDAD DE ALGUNOS DE ELLOS 
VII. LOS ARRECIFES DE CORAL 
VIII. ORGANISMOS SIMBIONTES EN LOS ARRECIFES DE 
CORAL 
IX. LOS PECES DE LOS ARRECIFES DE CORAL 
X. LOS MOLUSCOS BENTÓNICOS. SU UTILIDAD 
XI. LOS EQUINODERMOS DEL BENTOS 
....Y LOS PROCESOS DE REGENERACIÓN 
XII. LOS CRUSTÁCEOS DEL BENTOS,SUS ADAPTACIONES 
MIMÉTICAS. IMPORTANCIA 
XIII. PECES DEMERSALES. SUS ADAPTACIONES E 
IMPORTANCIA 
XIV. LA VIDA EN LOS FONDOS OCEÁNICOS ABISALES 
XV. TÉCNICAS DE COLECTA Y ESTUDIO DEL BENTOS 
XVI. LA VIDA EN EL DOMINIO PELÁGICO. NECTON 
XVII. ADAPTACIONES DE LOS ORGANISMOS DEL NECTON 
XVIII. LOS MOLUSCOS DEL NECTON 
XIX. PECES DEL NECTON 
XX. MAMÍFEROS MARINOS 
XXI. MÉTODOS PARA LA COLECTA Y EL ESTUDIO DEL 
NECTON 
APÉNDICE 
GLOSARIO 
BIBLIOGRAFÍA 
 
COMITÉ DE SELECCIÓN 
 
Dr. Antonio Alonso 
Dr. Gerardo Cabañas 
Dr. Juan Ramón de la Fuente 
Dr. Jorge Flores Valdés 
Dr. Leopoldo García-Colín Scherer 
Dr. Tomás Garza 
Dr. Gonzalo Halffter 
Dr. Raúl Herrera 
Dr. Jaime Martuscelli 
Dr. Héctor Nava Jaimes 
Dr. Manuel Peimbert 
Dr. Juan José Rivaud 
Dr. Julio Rubio Oca 
Dr. José Sarukhán 
Dr. Guillermo Soberón 
Coordinadora: 
María del Carmen Farías 
EDICIONES 
 
la ciencia/2 para todos 
Primera edición (La Ciencia desde México), 1986 
Cuarta reimpresión, 1996 
Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1997 
La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura 
Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los 
auspicios de la Secretaria de Educación Pública y del Consejo Nacional 
de Ciencia y Tecnología. 
D. R. © 1986 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, S. A. DE C. V. 
D. R. © 1997 FONDO DE CULTURA ECONÓMICA 
Carretera Picacho-Ajusco 227, 14200 México, D.F. 
ISBN 968-16-5256-8 
Impreso en México 
 
PRÓLOGO 
 
Fecunda idea es la publicación de El océano y sus recursos, primer libro de su 
índole en México ya que la extensión y variedad de sus costas, bañadas por los dos 
mayores océanos del planeta, le ofrecen valiosos tesoros, cuyo aprovechamiento 
total no podrá lograrse sin contarse con un cúmulo de conocimientos científicos 
sobre el tema. 
México, como se ha dicho, ha vivido "de espaldas al mar", dando mínima atención 
al debido aprovechamiento de sus recursos marinos. Y, desde luego, prácticamente 
ninguna a la investigación científica de sus variados recursos. Hace apenas seis 
lustros que se dieron, en 1923 y 1926, los primeros y más modestos pasos al 
respecto, promovidos por el más brillante biólogo que ha producido México, 
Alfonso L. Herrera, en la benemérita Dirección de Estudios Biológicos, que había 
fundado en 1915 y a cuyo frente se encontraba. En tal trabajo participó quien esto 
escribe, y que posteriormente inició, en 1934, la primera cátedra de hidrobiología y 
pesca en la Escuela Nacional de Agricultura. 
Para entonces ya existían algunos centros de investigación, que paulatinamente 
fueron creciendo en número. Y también planteles profesionales en que se formaban 
los nuevos investigadores. Los más activos eran la Facultad de Ciencias (UNAM) y 
la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (IPN). 
En la Facultad de Ciencias, desde 1962, el maestro Juan Luis Cifuentes tenía a su 
cargo — y la tiene aún— una cátedra de zoología de invertebrados, que con sus 
sólidos conocimientos y dinamismo no tardó en convertirse en polo de atracción 
para los alumnos que anhelaban formarse bajo las enseñanzas del brillante 
catedrático, quien en el periodo 1973-1977 fue designado director de la Facultad de 
Ciencias. Esta institución recibió entonces un notable impulso en sus diversas 
ramas, en un tiempo que puede ser considerado como la Edad de Oro del 
Departamento de Biología. 
Paralelamente a estos desarrollos, se había ido acumulando una abundante y sólida 
bibliografía especializada, de gran valor de consulta, para guiar las investigaciones 
marinas, pero faltaba una obra, escrita por mexicanos, que pudiera servir al lector 
deseoso de tener una visión panorámica de la materia. El océano y sus recursos 
viene hoy a llenar ese vacío. En esta serie de doce volúmenes, cuidadosamente 
equilibrados, se enfocan todos los ángulos de las investigaciones oceánicas, con 
especial referencia a los aspectos biológicos y muy particularmente a la pesca, que 
cada día va tomando mayor importancia en la economía mexicana. 
La solidez y autoridad de la obra la avala el nombre de sus autores: el maestro por 
antonomasia, Juan Luis Cifuentes, y dos de sus más brillantes discípulas y 
colaboradoras: la maestra en ciencias María del Pilar Torres García y la bióloga 
Marcela Frías Mondragón. 
Para mí, que he tenido la incomparable oportunidad de ver crecer la biología 
mexicana desde sus albores hace más de seis décadas, y que di mis primeros pasos 
de investigador en el campo de la hidrobiología, es una satisfacción y un honor que 
Juan Luis Cifuentes, mi discípulo de antaño y hoy brillante colega a quien tanto 
estimo, me haya honrado pidiéndome estas líneas, que con placer he redactado. 
ENRIQUE BELTRÁN 
 
NOTA 
 
La presente serie, dividida en doce volúmenes, "El océano y sus recursos", tiene 
básicamente el propósito de atraer la atención de los jóvenes que cursan la enseñanza 
media-básica y superior, y dar al público en general una información amena y en 
lengua clara sobre el maravilloso mundo que representan los océanos. Todo con el fin 
de despertar su interés por los fenómenos que se producen en la inmensidad de sus 
aguas, y sobre los recursos que el mar contiene. 
En este primer libro se describe, a grandes rasgos, las maravillas del mar; su 
inmensidad, su asombrosa fecundidad, y sus múltiples y, en numerosas ocasiones, 
raros habitantes. Cómo el hombre lo ha conquistado poco a poco, al luchar contra 
quien le parecía un enemigo y convertirlo en un gran colaborador; y lograr que el 
mar, en un principio considerando una limitación a su expansión, se convirtiera en 
útil vía de comunicaciones gracias a los barcos: primero, movidos a fuerza de brazo 
con la ayuda del remo; luego con la del viento y finalmente, con la del vapor, los 
hidrocarburos y la fisión nuclear. 
Asimismo se estudia la historia de los diversos océanos, su evolución, las técnicas de 
investigación y la penetración del hombre en el mundo submarino. Esta información 
introductoria permitirá adentramos en la ciencias del mar. 
LOS AUTORES 
I. ORGANISMOS DE LOS FONDOS OCEÁNICOS 
O BENTÓNICOS 
 
UNO de los grandes grupos de comunidades del mar es el bentos, constituido por los 
organismos tanto vegetales como animales que viven relacionados con el fondo, 
semienterrados, fijos o que pueden moverse sin alejarse demasiado de él, desde la 
marca de la pleamar hasta los fondos de las fosas más profundas. 
Las comunidades bentónicas son muy diversas según la naturaleza del sustrato (roca, 
arena, limo) y la profundidad. En los fondos marinos suele reinar una estabilidad de 
condiciones muy superior a la propia de las aguas pelágicas, donde se encuentran el 
plancton y el necton, y que están sometidas a movimientos y cambios incesantes. 
Los organismos bentónicos tienen escasa o ninguna capacidad de natación, lo cual les 
permite adoptar formas que no se ajustan a exigencias hidrodinámicas y, como no se 
enfrentan con problemas de flotación, pueden desarrollar estructuras esqueléticas 
gruesas como conchas y alcanzar tamaños considerables; por ejemplo, el molusco 
bivalvodel Pacífico, la Tridacna, puede tener hasta 2 metros de diámetro. 
Los organismos vegetales se fijan directamente en el fondo, mientras que los 
animales se pueden anclar, enterrar o reptar. Su hábitat suele ser la superficie y los 
pocos centímetros superiores del material del fondo oceánico formado por arena, 
rocas o fango. 
Los seres que habitan el sistema bentónico abarcan la plataforma costera, la 
continental, el talud continental, la zona abisal y las grandes fosas oceánicas, es decir 
el bentos se extiende por toda la superficie del fondo de mares y océanos, de norte a 
sur y de este a oeste de la Tierra, aunque, como es natural, su densidad varía mucho 
de unas zonas a otras, decreciendo progresivamente su abundancia de acuerdo con la 
profundidad. 
Son muchas las clasificaciones que se han hecho del sistema bentónico y una de las 
más utilizadas lo divide en cuatro regiones de profundidades progresivamente 
crecientes: la supralitoral o subterrestre; la costera o intermareal, también llamada 
sublitoral; la litoral propiamente dicha o batial, y la abisal. En estas regiones, las 
condiciones del medio: luz, temperatura, presión y salinidad, así como el tipo de 
materiales sedimentarios del fondo, van cambiando de manera gradual de acuerdo con 
la profundidad y la distancia de la costa, lo que ocasiona modificaciones 
características en la distribución de los organismos del bentos. 
 
Figura 1. Sistema bentónico. 
La región supralitoral, que raramente cubren las aguas y en la que se encuentra un 
intenso grado de humedad ambiente, puede considerarse como la frontera entre el 
medio terrestre y el marino; en esta zona se localizan muchos seres de origen terrestre 
más o menos habituados al régimen especial de vida en las arenas o en las rocas 
costeras. Insectos como las llamadas cicindelas son abundantes en las dunas de las 
partes altas de las playas, y conviven con las pulgas de mar que son, por su parte, 
crustáceos marinos acomodados a la vida casi permanentemente terrestre. 
Dentro de la región supralitoral, pero más próxima al agua y en parte en la zona 
afectada por las mareas, se encuentran adheridas a las rocas de forma íntima y 
encerradas en sus caparazones las "bellotas de mar", crustáceos del género Balanus 
que resisten prolongadísimos periodos de sequía e insolación. Suelen estar también 
algunos moluscos como las litorinas, pequeños caracoles que tienen gran resistencia a 
los largos periodos de emersión. 
En la zona costera o intermareal, sujeta a la acción de las mareas y del oleaje, la 
fauna y la flora se incrementan de manera extraordinaria, tanto en lo que se refiere a 
la riqueza de grupos zoológicos y botánicos que la integran, como al número de 
individuos que la componen. Esta riqueza de grupos animales y vegetales se debe al 
extraordinario polimorfismo de la región en cuanto a las características fisicoquímicas 
y de tipo de suelo que se presentan, lo que da lugar a la existencia y desarrollo de las 
más diversas formas posibles de seres vivos. 
Dentro de esta zona pueden considerarse, a su vez, dos tipos de fondos diferentes: los 
rocosos y los arenosos o fangosos, ambos poblados por gran variedad de especies 
distintas. 
En las zonas rocosas existe un número grande de tipos de celenterados, como 
hidrozoarios, anémonas, abanicos de mar y corales, que cuando abundan forman los 
arrecifes coralinos. Son frecuentes también los moluscos de muy variados géneros, 
como las lapas, que se pegan fuertemente a las rocas, y los quitones, que tienen su 
concha formada por muchas placas. 
Otros moluscos son los bivalvos como mejillones, ostras y ostiones que se adhieren 
directa y firmemente por su concha a los soportes rocosos de los que casi es 
imposible despegarlos. 
En los intersticios de las rocas es frecuente que se escondan algunos cefalópodos, 
como los pulpos. 
Son característicos también de esta zona los equinodermos, representados por las 
estrellas de mar, los ofiúridos o bailarinas de mar y los erizos, cuya forma globosa les 
permite rodar ante los embates de las aguas y que también suelen perforar las rocas, 
por la acción continua de sus espinas, formando oquedades hemisféricas donde se 
guarecen. 
Son muy frecuentes los crustáceos, entre los que se encuentran los cangrejos 
ermitaños habitando dentro de las conchas abandonadas de moluscos para proteger su 
cuerpo; sobre ellas se fijan esponjas y actinias. Entre los anélidos o gusanos anillados 
están los tubícolas que forman tubos calizos donde viven. Finalmente, abundan los 
peces de los más variados grupos, formas y colores. 
En las zonas no rocosas de la región costera, los fondos se suceden desde las arenas 
gruesas, cascajos y conchuelas, pasando por las arenas finas y las fangosas, hasta los 
fangos todavía más finos del inicio de las grandes profundidades de la plataforma 
continental. Sobre estos fondos son frecuentes las praderas de fanerógamas marinas, 
que forman ambientes especiales con faunas características como el camarón, los 
nudibranquios, peces como los caballitos de mar, otros de cuerpo deprimido como las 
rayas, torpedos, lenguados y una variedad de especies nadadoras. 
La siguiente zona, la litoral, ya no se descubre con las mareas y abarca, en su nivel 
más profundo, hasta la región limítrofe de la plataforma continental con el talud de 
caída a los grandes fondos; las características de variabilidad de los organismos van 
desapareciendo progresivamente con la profundidad; éstos tienden a uniformarse en 
el medio bentónico abisal. 
Existen en esta zona algunas áreas rocosas, pero lo normal es la presencia de grandes 
masas de sedimentos, tanto más abundantes cuanto mayor es la profundidad. Son 
habitantes característicos de esta región las esponjas, frecuentemente fijas a conchas 
de moluscos; hidrozoarios y celenterados como los corales rojos, y equinodermos de 
todos los grupos como erizos, estrellas, ofiúridos, holoturias y crinoideos. 
En la región litoral se observan numerosísimos anélidos y moluscos; los crustáceos 
abundan en sus variadas formas y finalmente se encuentran los peces cartilaginosos 
en grandes cantidades, siendo algunos de sus representantes los escualos de 
profundidad, como algunas especies de tiburones que presentan escasa movilidad, así 
como una multitud de familias de peces que tienen importancia en la economía 
pesquera, por ser las que forman la base de la pesca de arrastre. 
 
Figura 2. Pez abisal con enorme boca. 
A la última región, la abisal, corresponde una serie de características especiales, ya 
que a los 200 metros de profundidad la luz no se recibe en suficiente cantidad, aunque 
las últimas alcancen los 1 200 metros; como consecuencia de ello, no hay vida 
vegetal autótrofa, puesto que no existe posibilidad de que se lleve a cabo la 
fotosíntesis. 
Los seres que viven en esta región tienen un régimen de alimentación heterótrofa, 
nutriéndose a expensas de otras presas animales o de los detritos que descienden de 
las capas superiores; la falta de luz y la escasez de alimento determinan el tamaño 
desmesurado de las bocas de muchos peces abisales, que de esta forma aseguran la 
captura de sus presas. 
Los fondos son casi exclusivamente fangosos y de poca consistencia, lo que obliga a 
los organismos sedentarios a disponer de bases de sustentación para no hundirse. 
Algunos de los animales de ese bentos tienen patas muy largas, como los llamados 
"cangrejo araña", o presentan su estructura desparramada, como en las estrellas de 
mar, para garantizar la distribución de su peso en mayor superficie y aligerarlo. 
La fauna abisal es uniforme y esto se refleja en las formas de adaptación que 
presenta: es igual en unos mares que en otros, de norte a sur y de este a oeste de los 
océanos, lo que repercute en que disfrute de amplísimas áreas de distribución 
geográfica. 
Esta fauna es la más pobre de todas las que pueblan las distintas regiones del océano, 
aunque ello se compensa por su rareza ycuriosidad en las formas de adaptación. 
La profundidad a la que empieza la verdadera pobreza es a los 4 500 metros, donde la 
fauna abisal bentónica presenta las más variadas adaptaciones, como la extensión de 
los elementos de sustentación; en esta área se encuentran representados corales, 
esponjas, moluscos, equinodermos, artrópodos y peces, entre otros seres vivos. 
La vegetación bentónica se encuentra principalmente sobre las rocas y otros sustratos 
duros. Son muy pocas las plantas superiores o fanerógamas que viven en el mar, y 
predominan grupos de algas, entre las que destacan especies pluricelulares, cuyas 
células se agregan en filamentos, a veces ramificados, y en láminas a menudo 
recortadas. 
Existen tres grandes grupos de algas del bentos con coloraciones muy diversas: las 
feofitas o algas pardas, las rodofitas o algas rojas, y las clorofitas o algas verdes. 
Las feofitas contienen pigmentos carotenoides, como la ficoxantina, que les confieren 
una coloración parduzca; sus células están revestidas de gruesas capas de mucílago 
que les permiten acumular en sus tejidos grandes cantidades de agua para evitar la 
deshidratación durante los periodos de bajamar. 
Las algas pardas viven preferentemente en mares fríos, en las comunidades del litoral. 
Pertenecen a este grupo las mayores algas conocidas, las grandes Macrocystis del 
Pacífico, de 50 a 70 metros de longitud. 
Típicos de las regiones tropicales son los "sargazos o uvas de mar", que presentan 
frondas en forma de hojitas y flotadores esféricos que simulan uvas. Algunas especies 
de sargazos se han adaptado a la vida planctónica y viven flotando, dispersas por 
grandes extensiones en la superficie del llamado Mar de los Sargazos, pero la mayoría 
cubren los fondos. 
Las rodofitas presentan clorofila acompañada por pigmentos rojos como la 
ficoeritrina y azules como ficocianina, que les permiten aprovechar un amplio 
espectro de radiaciones luminosas. 
Las células de las algas rojas tienen su pared formada por una sustancia que se 
gelifica dando coloides complejos, a modo de una jalea más o menos compacta que 
reúne las células y llena los huecos que quedan entre ellas. Algunas de estas 
sustancias, como el agar-agar que se obtiene del alga Gelidium y la carragenina, son 
de un elevado interés industrial. 
El grupo de las rodofitas comprende casi 4 000 especies, en su mayoría marinas, 
predominando en los mares templados y cálidos; en general viven fuertemente 
adheridas a las rocas. En las costas del Japón se encuentra un alga del género 
Porphyra, con aspecto de lámina fruncida, de coloraciones violáceas o rojizas, que es 
ampliamente cultivada para la obtención de un alimento muy popular, el "laver 
púrpura". 
Dentro de este grupo existe uno muy diferente por su aspecto, el de las "algas 
coralinas", cuyas membranas se impregnan de carbonato de calcio, formando 
revestimientos rosados o blanquecinos sobre las rocas o sobre mejillones, moluscos y 
otras algas y plantas superiores. 
El tercer grupo de las algas del bentos es el constituido por las clorofitas, las más 
parecidas a las plantas superiores por su contenido en pigmentos, sobre todo clorofila, 
que les proporciona una coloración casi siempre de tono verde. 
Es un grupo con una distribución muy amplia y con formas muy variadas, desde 
unicelulares hasta pluricelulares de organización compleja; algunas son filamentosas 
simples o ramificadas que forman penachos verdes; otras son láminas más o menos 
recortadas, como las "lechugas de mar", o tubitos reunidos en haces, a veces abiertos 
por la parte superior a modo de delicadas cintas de bordes rizados. 
La mayoría de las clorofitas vive en las aguas dulces y sólo secundariamente se han 
localizado en las costas en la zona de rompientes y en los estuarios. Muchas especies 
prefieren las aguas contaminadas como las de los puertos, ricas en sales minerales 
nutritivas. 
Algunas especies pueden ser dañinas debido a su rápida proliferación, como la 
denominada "enteromorfa", la cual llega a ser tan abundante que al caer al piso se 
pudre, agotando las reservas de oxígeno del agua y provocando la muerte de la rica 
fauna enterrada en el fondo de las zonas ribereñas, de la que son componentes 
principales las almejas y los berbechos, fuente fundamental de riqueza de estas 
localidades. 
El conjunto de algas arrojadas por las olas se denomina "varec" y su estudio ofrece 
siempre puntos de interés, ya que en algunas costas las arribazones de varec son tan 
importantes que justifican su recolección para la extracción de alginatos o para el 
abono directo de los campos. 
Con respecto a las plantas consideradas como las más evolucionadas, en el mar viven 
muy pocas fanerógamas que constituyen praderas sobre los fondos costeros bien 
iluminados. Entre los principales géneros que forman estas praderas están: Zoostera, 
Posidonia y Thalassia; este último es el más abundante en América. 
Entre estos vegetales y sobre ellos vive una compleja comunidad de peces, crustáceos 
y pequeños animales solitarios o coloniales que encuentran en la penumbra, creada 
por estas praderas, el refugio ideal para cuidar y defender a sus pequeñas crías de los 
ataques de las especies mayores. A medida que se desciende y la luz escasea, las 
plantas, cada vez más raras, se tornan amarillentas, las hojas se retuercen y la 
vegetación acaba por desaparecer, disminuyendo la productividad de alimento a 
través de la fotosíntesis. 
El fondo oceánico, además de representar un espacio grande para vivir y de ofrecer 
lugares donde los organismos encuentran mayor protección, es una zona de colecta de 
alimentos, que llegan al fondo desde las aguas superficiales. 
Los animales bentónicos deben consumir las partículas alimenticias que provienen de 
la superficie o bien depredarse unos a otros. El alimento es abundante en los fondos 
de las regiones litoral y sublitoral, pero comparativamente hay menos en la abisal, lo 
cual es compensado por las bajas temperaturas que hacen que el metabolismo de los 
organismos que en ella se encuentran sea menor y que, por lo tanto, también 
disminuya el requerimiento de nutrientes. 
Para contrarrestar la escasez de alimento, los animales del bentos desarrollan ciertas 
estructuras especializadas que les permiten obtenerlo; por ejemplo, los peces abisales 
que aumentan su capacidad olfatoria y forman apéndices para atraer y capturar sus 
presas. 
En las regiones litoral y sublitoral existen animales herbívoros que se alimentan 
principalmente de algas, pero dominan los organismos que lo hacen de otros 
animales; pueden ser suspensívoros, depositívoros y carnívoros. 
Los suspensívoros también son llamados filtradores, porque se alimentan filtrando 
plancton y materia orgánica dispersa en el agua del mar; son particularmente 
importantes por ser los responsables del consumo del plancton y su conversión en 
concentraciones mayores de carne sólida. Casi todos los animales bentónicos sésiles, 
como las esponjas y los corales, tienen este tipo de alimentación. 
Los depositívoros, también conocidos como "comedores de fango", son organismos 
que se alimentan de la materia orgánica que se encuentra en el sedimento; pueden ser 
de dos tipos: los que se entierran en el sustrato y pasan el sedimento a través de su 
aparato digestivo, como los anélidos poliquetos, y los que son selectívoros, es decir 
que toman del sedimento sólo las partículas alimenticias, como algunos moluscos que 
con sus sifones capturan estas partículas. 
Los carnívoros son organismos que cazan y se alimentan de otros animales, por lo 
que desarrollan órganos especializados para lograr la captura, como los tentáculos de 
las anémonas cargados con células urticantes que paralizan a sus presas. Muchos 
peces bentónicos tienen este tipo de alimentación y compiten con algunos del necton. 
Los animales bentónicos pueden localizarse sobre el fondo oceánico formando la 
llamada epifauna, que se puede encontrar sobre lasrocas o los guijarros o presentando 
algunos desplazamientos; otros viven dentro de los sustratos, principalmente arcillas 
y barros, y constituyen la infrafauna. 
La distribución del bentos depende de los factores físicos, químicos y biológicos que 
se presentan en el fondo del océano. Algunos de ellos controlan la distribución 
horizontal y otros la vertical; por ejemplo, la luz caracteriza la distribución de la flora 
y la fauna de los fondos oceánicos iluminados, mientras que el tipo de fondo 
caracteriza la vida bentónica en las facies rocosas, en los fondos arenosos y fangosos, 
y la profundidad a los organismos de los fondos oceánicos abisales. 
Todo este torrente de vida que se encuentra en los fondos marinos hace que la 
realidad tome apariencia de superchería, lo que realza el interés del estudio del mundo 
acuático viviente, en donde la naturaleza subraya la enorme variabilidad de su obra. 
 
II. UN PASEO POR LOS FONDOS OCEÁNICOS 
ILUMINADOS 
CUANDO una persona se coloca frente al mar en la playa, no imagina el acuario 
espléndido que está observando: la riqueza y variedad de los vegetales y animales que 
se encuentran en las zonas oceánicas iluminadas compiten en rareza de tipos y de 
formas con los que puedan vivir en otros parajes del planeta. 
La gran diversidad de seres vivos que se localizan en los fondos iluminados se debe a 
que el incesante trabajo del oleaje y las corrientes, las aportaciones de las aguas 
continentales que diluyen las del mar, las bruscas variaciones de temperatura y de 
composición química del líquido y del ambiente, ofrecen gran variabilidad en las 
condiciones de vida a los organismos que pueblan esos fondos. Esta riqueza y 
profusión de especies hacen de dichos ambientes una de las zonas preferidas por los 
biólogos para sus estudios y observaciones. 
Según las características que se presentan en las diferentes áreas que forman los 
fondos del mar que están iluminados por la luz solar, se establece la distribución de 
los diversos tipos de organismos. 
Los peñascos de los acantilados, modelados por el continuo golpear del mar, 
encierran un conjunto de seres que se cobijan temerosos en grietas y hendiduras, 
condenados de por vida a la amenaza de la fuerza de las olas que se producen en la 
zona de marea, en donde se inician los fondos iluminados. 
Entre estos peñascos se forman los llamados charcos de marea, verdaderos acuarios 
que albergan gran cantidad de algas, entre las que dominan las clorofíceas, así como 
animales que viven fijos, como esponjas de diferentes colores (amarillas, rojas, 
azules, etcétera) y las anémonas de mar, también llamadas flores de mar, que habitan 
sobre las rocas abriendo las vistosas coronas que forman sus abundantes tentáculos 
con colores vivos y brillantes, y se pueden encontrar aisladas o bien reunidas 
formando vistosas colonias. 
También son comunes en estos charcos de marea los balanus o bellotas de mar, que 
están fijos sobre las piedras del fondo y sacan sus branquias plumosas por la abertura 
de su exoesqueleto que tiene forma de un cono truncado. Estos balanus compiten por 
espacio con pequeños moluscos bivalvos del grupo de los mejillones y con 
caracolillos como el de las litorinas. 
Algunos animales se mueven muy lentamente en los fondos de estos charcos, como 
las lapas, que tienen su concha formada por una sola placa, o los quitones, que la 
presentan hasta de ocho placas; en la bajamar el organismo adhiere firmemente su 
concha al sustrato conservando el agua para realizar sus funciones. 
 
Figura 3. Los charcos de marea, verdaderos acuarios. 
También se mueven lentamente en la cara inferior de las piedras las planarias, con su 
cuerpo aplanado en forma de hoja y su extremo anterior triangulado con dos manchas 
oculares negras que dan la apariencia de que estuvieran bizcas. 
Los equinodermos se encuentran en estos charcos representados por las holoturias o 
pepinos de mar, de cuerpo alargado y cilíndrico con la boca rodeada por diez 
tentáculos que pueden ser ramificados y que se retraen cuando son sacados del agua; 
son muy correosas y se pueden meter entre las rocas. En estos animales se observa un 
curioso fenómeno, que consiste en que son capaces de desprenderse por autotomía de 
sus vísceras y las arrojan al exterior cuando se ven en peligro; sin embargo, el animal 
no muere, ya que las regenera en poco tiempo y recupera su actividad. 
Otros equinodermos que viven sobre las rocas son las estrellas de mar de los géneros 
Heliaster y Solaster, que reciben este nombre por presentar brazos cortos alrededor 
de su cuerpo. 
Multitud de pequeños pececillos se mueven en estas aguas encharcadas, algunos de 
ellos son juveniles de especies pelágicas costeras como los peces mariposa, también 
de vistosos colores con una llamativa mancha negra en su aleta caudal; las damiselas, 
de cuerpo alargado y amarillo verdoso con su aleta caudal en forma de arpa; o los 
pomacéntridos que tienen su cuerpo de color grisáceo, recorrido por franjas negras. 
En las ensenadas de aguas transparentes, entre las algas, bulle una población de 
animales más delicados y vistosos, y aunque felices en apariencia, no dejan por ello 
de tener que afrontar con toda crudeza la lucha despiadada por la existencia. 
En la zona litoral, la vegetación marina policromada prospera más y mejor; sus 
plantas multicolores contrastan con el monótono verdor de los vegetales terrestres. 
Entre las algas viven representantes de los celenterados, destacando algunos que se 
reúnen para formar colonias, como las llamadas "colonias de hidrozoarios", las que 
están formando diminutas ramitas sobre las cuales se implantan los pequeños 
organismos que tienen aspecto de florecillas cristalinas de tejidos delicados y 
transparentes que son los verdaderos pólipos, habitantes de una pequeña ciudad 
ramificada asociados para formar el conjunto, uniéndose unos individuos a otros a 
través de sus propios tejidos. Estas colonias llegan a medir de uno a varios 
centímetros de longitud. 
 
Figura 4. Ciclo de vida de los hidrozoarios. 
Si se examina la colonia con la ayuda de una lente de aumento o con el microscopio, 
se observa que no todos los animales que la constituyen son iguales; unos son 
diferentes a los otros no sólo por su forma, sino también porque desempeñan 
actividades muy distintas. Se produce en ellos un proceso de diferenciación de 
trabajo, que no deja de tener ciertas semejanzas con la que ocurre en las asociaciones 
humanas, en las que los distintos individuos desempeñan oficios o profesiones 
diferentes, lo cual determina que adquieran, además de singulares destrezas o 
habilidades, una determinada fisonomía. 
Las dos grandes funciones que realizan todos los seres vivos, las nutritivas y las 
reproductoras, son las primeras que se imponen y las que determinan que en las 
colonias de hidrozoarios se encuentren pólipos nutritivos cuya única misión es comer 
y digerir, pero no sólo para ellos, sino en beneficio del conjunto; a estos individuos se 
les llama gastrozoides y sus tentáculos están entrenados para capturar presas, al 
mismo tiempo que las inmovilizan con una sustancia tóxica. Los encargados de la 
reproducción, los gonozoides, desempeñan con maestría su cometido, tomando 
formas muy variadas según la especie. De ellos se origina la medusa, que es libre 
nadadora y produce las células reproductoras femeninas y masculinas, las cuales al 
unirse constituyen el huevo o cigoto, del que se forma un organismo fundador que 
desarrollará una nueva colonia. 
Otros pólipos que llaman la atención en la colonia son los encargados de la defensa, 
denominados macozoides, que tienen sus tentáculos cargados de células urticantes o 
nematocistos y que son los responsables de producir en la piel humana una irritación 
cuando se hace contacto con ellos. 
Sobre las algas de los fondos iluminados se observan graciosos dibujos con aspecto 
de encajes sencillos, que no son otra cosa que colonias de briozoariosadheridas a las 
frondas de algas como los sargazos. Con el auxilio de la lente de aumento se puede 
ver cómo aparecen en ellas diminutos espacios poligonales de pequeñas dimensiones, 
dentro de los cuales se alojan los individuos de la colonia, que por su extraordinaria 
semejanza con los pólipos de los celenterados se llaman polipidios. Cada una de estas 
casitas forman el conjunto de las colonias y cada individuo saca por la abertura el 
airoso penacho de tentáculos de que está provisto, no sólo con el fin de respirar más 
libremente el oxígeno disuelto en el agua, sino también para capturar pequeñas presas 
que son conducidas hasta su boca. 
Alternando con algas bentónicas de los fondos iluminados se encuentran las plantas 
superiores o fanerógamas, capaces de formar flores como órganos de reproducción; la 
más común es la talasia, que constituye los pastos marinos o ceibadales. La 
distribución de estas fanerógamas marinas está determinada por la temperatura del 
agua, la turbiedad, es decir la penetración de la luz en el agua, las corrientes y la 
acción de las olas; también depende de la dispersión de sus frutos y semillas que se 
lleva a cabo por las corrientes y por algunos animales en cuyos apéndices se pegan las 
semillas, como cangrejos y camarones. 
La formación de flores de estas fanerógamas marinas es una adaptación a condiciones 
favorables del medio, relacionada con la variación estacional de temperatura y 
cantidad de luz; las flores son unisexuales, apareciendo en verano, pero cambian 
según el área donde habitan y no se conoce si se forman en la misma planta o en 
diferentes; este fenómeno de la reproducción de las fanerógamas marinas es el más 
interesante dentro del estudio de su biología, problema que necesita de mayor 
investigación. 
Se debe considerar que estos vegetales también pueden reproducirse asexualmente 
por un crecimiento vegetativo realizado por medio de estructuras llamadas estolones 
que se desprenden del vegetal adulto y van a colonizar nuevas áreas. 
Asociada a los vegetales de los pastos marinos se localiza una fauna formada, 
principalmente, por invertebrados que reptan sobre las hojas y el sedimento. El 
molusco Aplysia o liebre de mar se encuentra en forma abundante en aguas tropicales 
hacia finales de la primavera, sobre todo cuando la intensidad luminosa disminuye 
entre las hojas de la talasia; se mueve reptando sobre las hojas y moviendo 
elegantemente dos proyecciones laterales del pie, con aspecto de aletas, que se doblan 
hacia la región dorsal y dan la impresión de desarrollar movimientos alados cuando 
desean nadar. Las aplisias se alimentan de la talasia y de algas del tipo de las feofitas 
o algas pardas, y cuando se ven en peligro producen una tinta de color púrpura con la 
que distraen a sus atacantes para poder escapar. 
También reptando sobre las frondas de las plantas marinas existen gran cantidad de 
representantes de otro grupo de moluscos, los nudibranquios, moviéndose entre el 
follaje denso de la talasia. Estos animales, generalmente pequeños ya que alcanzan de 
1 a 5 centímetros, presentan su cuerpo desnudo en el estado adulto, tienen simetría 
bilateral y forma laminar y, en su región dorsal, el tegumento forma una serie de 
prolongaciones, a veces ramificadas, de vistoso colorido que desarrollan funciones 
respiratorias. Los nudibranquios son carnívoros, con marcado mimetismo, y entre los 
más comunes se encuentran Doris, Eolis, y Elisia. 
Entre las frondas de los vegetales se observan rocas sumergidas en donde se fija gran 
cantidad de esponjas de forma, tamaño y coloración variable; las más comunes son la 
esponja amarilla Neopetrosia, y en menor cantidad Haliclona, esponja roja que a 
veces se desarrolla alrededor de las hojas de la talasia a las que aprisiona rodeándolas 
firmemente. Las colonias de esponjas pueden presentar formas tubulares que 
recuerdan los grandes edificios de las unidades habitacionales construidas por el 
hombre. Estas esponjas son la morada de infinidad de formas juveniles de todos los 
grupos de animales marinos: cangrejos que se disimulan de diferente manera, estrellas 
de mar que se ocultan para regenerar alguna de sus estructuras, larvas de peces, 
etcétera. 
Los equinodermos más comunes entre el ceibadal son los erizos, principalmente 
Tripneutes, que tienen sus espinas sumamente cortas y de color blanquecino, por lo 
que se les llama "cabeza de viejo"; presentan sus pies ambulacrales fijados a piedras, 
trozos de conchas y restos de hojas de los vegetales marinos, para confundirse 
fácilmente con su medio y así pasar inadvertidos para sus enemigos y, a la vez, 
protegerse de la fuerte iluminación existente en aguas de poca profundidad. 
Los erizos se alimentan de fragmentos de hojas de los vegetales, las que trituran con 
los cinco dientes calizos que forman parte de su aparato masticador, la "linterna de 
Aristóteles". El animal deja sus escondites para ir en busca de su alimento pero, una 
vez saciado su apetito, vuelve exactamente, con precisión asombrosa, al lugar que 
habitualmente ocupa entre las frondas del pasto marino. 
Otros equinodermos que se observan en estos fondos iluminados son las estrellas de 
mar como las "platasterias" con sus cinco delgados brazos, las estrellas pentagonales 
de cuerpo espinoso, o las linqueas con seis brazos, y los ofiúridos o bailarinas del mar 
que se protegen escondiéndose, durante el día, entre las plantas marinas. Estos 
organismos presentan generalmente algunas de sus extremidades en regeneración, 
pero también pueden encontrarse brazos reconstruyendo el cuerpo de la estrella. 
En el sedimento sobre el que crecen los pastos marinos se desarrolla una fauna muy 
abundante de invertebrados, sobre todo de anélidos o gusanos anillados, crustáceos y 
moluscos, reportándose datos curiosos sobre el número de estos animales marinos. La 
cantidad de especies de invertebrados en las comunidades de talasia de mares 
tropicales es mayor, comparada con la proporción de las que habitan en la arena sin 
vegetación. En Florida, por ejemplo, la relación es de 133 especies entre la talasia y 
solamente 29 en las zonas arenosas; entre estas especies, los animales más abundantes 
pertenecen a los anélidos poliquetos, moluscos, equinodermos y crustáceos. 
Los peces proliferan en todas las épocas del año en estos fondos iluminados cubiertos 
por vegetales marinos; unos de los más abundantes son los sargentos, pequeños peces 
cuyo cuerpo de color amarillento está recorrido por líneas verticales de coloración 
grisácea oscura, y que se alimentan en parte de invertebrados que usualmente se 
localizan entre el follaje de talasia, por lo que estos peces recortan y fragmentan las 
hojas. 
Ya entrada la primavera son frecuentes los cardúmenes de otros peces pequeños como 
el "pez pipa" u "hocico largo" o el "pez ángel" de cuerpo aplanado y negro, recorrido 
por líneas de color amarillo brillante, que se alimenta exclusivamente de hojas de 
talasia y que, además, interviene en la diseminación de frutas y semillas. 
Estos pastos marinos se pueden desarrollar en las lagunas que forman los arrecifes 
coralinos llamados de barrera, en donde dominan las comunidades de algas 
policromadas como Halimeda, que se adhiere fuertemente con sus rizoides a conchas 
o colonias de corales que miden de 1 a 2 metros de diámetro, abajo de los cuales se 
refugian gran cantidad de invertebrados, como elegantes planarias que se deslizan 
sobre la superficie, comiendo pequeños filamentos de algas que están pegados sobre 
ella. 
En las oquedades de estas colonias coralinas se encuentran los sipuncúlidos o 
botellitas de mar, Nereis o gusanos anillados que tienen multitud de peligrosas púas 
con las que se defienden de sus enemigos, y gran cantidad de pequeños cangrejos de 
diversas formas que enmascaran su cuerpo con pequeñas algas que los disimulan de 
tal modo que, de no moverse, es difícil localizarlos. 
En colonias de coral de mayor tamaño se establecen interesantesecosistemas de gran 
diversidad. En su región superior se fijan infinidad de algas verdes, rojas y cafés, 
sobre las que se mueven los nudibranquios. En la cara inferior, las esponjas de colores 
amarillo, rojo y azul forman cuadros policromados en donde se refugian juveniles de 
todos los grupos de invertebrados. En las grietas se incrustan erizos de mar que se 
desarrollan y van creciendo; otros equinodermos que se localizan en estos corales son 
los ofiúridos que forman agrupaciones de seis a siete individuos. 
En los fondos arenosos de la laguna coralina se encuentran las algas Caulerpa, que se 
reproducen por estolones, es decir que cuando su tallo toca el fondo se entierra y en 
ese lugar se desarrolla una nueva planta, lo que asegura la difusión de estas algas en 
el pasto marino. Otro vegetal que abunda en esta zona es la fanerógama Halodule, 
que tiene hojas filiformes entre las que se esconden los peces aguja que se confunden 
por la forma de las frondas, pasando inadvertidos para la captura de sus presas. 
También en esta zona se mueven, mostrando sus elegantes conchas, moluscos como 
las cipreas, de perfección estructural, color café y superficie completamente tersa; 
olivas con concha de trazos de belleza geométrica, conos de fuerte pie que mueven un 
temido gancho, así como las peinetas largas que forman las dos valvas de los callos 
de hacha. 
En la barrera de coral la diversidad de organismos también es grande: entre los 
corales dominan la Acropora palmata con su forma de elegante palma y la Acropora 
cervicornis con la apariencia de cuernos de ciervo, además están la Siderastrea, que 
tiene las casas en donde se implantan los pólipos en forma de estrellas, y el 
Millepora, de color amarillo llamativo, que es el denominado coral de fuego, ya que 
cuando se hace contacto con su colonia, la piel se urtica produciendo un dolor 
semejante al de una quemadura. 
En los corales encuentran su refugio animales como los lirios de mar, equinodermos 
crinoideos de color anaranjado brillante, que son de los más antiguos que existen. Los 
pepinos de mar u holoturias sólo sacan sus tentáculos en busca de alimento, siendo 
una de las especies más bellas la del género Euapta, que tiene su cuerpo 
completamente transparente, lo que permite observar su esqueleto formado por 
elegantes espículas silicosas con aspecto de figuras de vidrio; estos animales 
producen una sustancia antibiótica, la holoturina, que hace que las Euapta se 
encuentren solitarias. 
 
Figura 5. Vista general de un arrecife. 
Los peces de la barrera coralina se visten de elegantes libreas de infinidad de 
llamativos colores, dando un aspecto de gran belleza a esta zona del océano. Los 
universitarios, con su color azul y oro, se mueven ágilmente evitando ser alcanzados 
por sus perseguidores. Los individuos jóvenes de los Chaetodon o peces mariposa 
presentan cerca de su aleta caudal una mancha de color negro que les da la apariencia 
de tener un ojo posterior; nadan siempre juntos el macho y la hembra formando 
parejas. 
Con frecuencia se refugian barracudas jóvenes, resultando difícil notar su presencia 
por la forma alargada de su cuerpo y la coloración poco llamativa que se confunde 
con el follaje; estas barracudas llegan a medir hasta 50 centímetros de longitud y sólo 
atacan cuando son molestadas. En las grutas que forman los corales se puede observar 
la amenazadora cabeza de las morenas, en donde se encuentra un boca armada de 
poderosos dientes. 
Conforme se desciende en la barrera coralina, la variabilidad y tamaño de los 
organismos aumenta, aunque las coloraciones, por las propiedades de la luz, 
disminuyan en diversidad y sólo se observe una tonalidad azul. En estas colonias de 
coral es importante observar el trabajo de tantos miles de seres diminutos que 
estructuran maravillosas construcciones de mil formas caprichosas, cuyas 
ramificaciones entrelazan sus pétreos ramajes, creando selvas enmarañadas y grietas 
en las que se guarece una multitud de peces y cangrejos disfrazados de los más 
vistosos y brillantes colores, que se desplazan en grupo y van de aquí para allá, se 
esconden y aparecen para volverse a ocultar entre estas construcciones sumergidas, 
atractivo de los mares tropicales. 
Sin lugar a dudas el hombre cuenta en el mar con escenarios de belleza inigualable, 
que pueden servir de laboratorio a las generaciones jóvenes para conocer nuevos 
valores que les permitan desarrollar un amor por lo que la naturaleza les ofrece, sin la 
competencia económica que, por desgracia, se ha establecido entre la especie 
humana. 
 
III. LA VIDA BENTÓNICA EN LAS FACIES 
ROCOSAS 
LA ZONA costera o zona de mareas presenta rocas que ofrecen residencia a numerosas 
especies. Las playas rocosas están expuestas a la acción directa de las olas y al ser 
batidas las rocas por el agua y por los sedimentos que ésta arroja contra ellas, hasta 
las de mayor dureza se van desgastando lentamente, y el mar forma una plataforma de 
erosión, es decir una franja de rocas desgastadas se convierte en grutas o en una 
especie de es tanque donde puede vivir una notable variedad de animales y vegetales 
marinos. 
La abundancia de luz y el sustrato sólido y rico en minerales favorecen el desarrollo 
de una frondosa vida vegetal. Las formas sésiles tienen una superficie donde fijarse y 
las móviles encuentran protección contra los depredadores entre las propias algas y en 
las fisuras de las rocas. 
Para lograr sobrevivir a los rápidos cambios del clima y de las condiciones 
fisicoquímicas ocasionadas por la subida y la bajada de la marea, los organismos que 
habitan en las costas rocosas tienen que poseer unas dotes excepcionales de 
adaptación, ya sean morfológicas, es decir de su estructura, o puramente fisiológicas, 
principalmente en su respiración. 
Por una parte, deben resistir al empuje de las olas cuando la marea está alta; por otra, 
a la desecación motivada por el Sol y el viento cuando se retira el mar. Deben, 
además, soportar los diferentes grados de luz, calor y salinidad a que se someten 
según estén sumergidos bajo el agua o expuestos a la intemperie. Para adaptarse a 
estas circunstancias emplean su resistencia física, además de su instinto de 
conservación que, en caso de haberse retirado la marea, los lleva a trasladarse a las 
grietas húmedas, oscuras y de temperatura fresca. 
Un animal que pasa su vida diaria contando con diversos niveles del agua, debe sentir 
la imperiosa necesidad de evitar la desecación; por ejemplo, un animal de playa puede 
vivir de 5 a 6 horas al día en agua fría y, en sólo pocos minutos, quedar expuesto al 
rigor del Sol, totalmente a la intemperie, y protegido sólo por una capa fina de agua. 
A estos factores adversos hay que añadir las variaciones que se producen en el grado 
de salinidad del agua, lo cual depende de la evaporación o de la aportación de agua 
dulce procedente de los ríos y la lluvia. 
Éstas son las condiciones de vida que se presentan en las rocas litorales, influenciadas 
por tres factores principales: la temperatura, la acción mecánica de las olas y la 
humectación. 
Con respecto a la temperatura, las variaciones locales son de importancia en la región 
litoral, ya que en ocasiones los organismos se encuentran descubiertos y expuestos al 
aire, en el cual las oscilaciones térmicas son más amplias que en el agua. Existen 
límites letales de temperatura tanto alta como baja para determinados organismos, 
más allá de los cuales se pueden producir mortandades catastróficas como la 
mencionada por el estadounidense Moore en 1958, donde al alcanzarse temperaturas 
de 33-38°C se produjo la muerte masiva del erizo del género Diadema, de pulpos y 
varios gasterópodos. 
En cuanto a las temperaturas bajas, éstas producen iguales efectos que las altas, 
provocando grandes mortandades, aunque el punto de congelación de los fluidos 
orgánicos en ciertos invertebrados puede llegar a valores iguales al característico del 
agua del mar, es decirde -1.5 a -l.6°C. En relación con el efecto del hielo que se 
forma sobre los organismos sésiles, se ha determinado que los crustáceos del género 
Balanus, llamados también escaramojos, pueden resistir temperaturas de -10°C 
durante varios días. 
Acerca de la acción mecánica de las olas, se ha observado que el impacto de ellas 
afecta desde el punto donde toca la superficie hasta otro punto cuya altitud depende 
de la velocidad y altura de la ola; por encima de este segundo punto, el agua pierde 
fuerza y barre la superficie de la roca. Si la violencia del choque es suficiente, se 
forman pequeñas partículas de agua que humedecen la porción superior de la roca. 
Las adaptaciones de los organismos a la vida en la región costera dependen, en gran 
parte, de su situación en algunas de estas diferentes zonas de la costa rocosa. 
La fijación al sustrato es un requerimiento de todos los seres vivos, pero los que viven 
en la zona de impacto precisan una mayor capacidad de adhesión a la roca y adoptan 
una forma casi plana; tal es el caso de unos moluscos como los "quitones". En la zona 
de barrido de la ola, el agua arrastra abundante alimento en suspensión; los crustáceos 
del grupo de los percebes sacan sus apéndices, sobre los que se desliza el agua, para 
luego retraerlos dentro de su concha con el alimento que han colectado. 
La zona donde el agua se pulveriza en forma de finas gotas es ocupada por 
gasterópodos como Littorina, capaces de utilizar dicha humedad; en estos animales 
los elementos de fijación no son tan fuertes como los de los organismos de las zonas 
anteriores. 
El tercer factor es la humectación o cantidad de humedad que reciben los organismos 
en los lugares donde viven, determinada por los movimientos del mar en el litoral, 
como son: olas, mareas y cambios estacionales en el nivel medio del mar. Al bajar la 
marea, los animales que habitan en las playas rocosas tienen que enfrentarse al 
problema de la desecación, para lo que se aislan del aire en sus gruesas conchas 
cerrándolas con una tapita llamada opérculo, manteniendo así su humedad; viven en 
charcos o se esconden en grietas. La población animal que habita en una grieta varía 
según la parte del mundo en que se encuentre la playa. 
Las lapas, moluscos característicos de estas zonas, se protegen de la desecación 
mediante una concha resistente, pero se desplazan por la superficie de la roca cuando 
llega la marea. Antes de que baje la marea, la lapa regresa a lo que se puede 
considerar como su "base casera" permanente, que se ha construido en la roca 
haciendo un movimiento cortante, el cual erosiona a la vez la roca y la concha para 
que ambas se ajusten estrechamente. De este modo, cuando la marea baja, el animal 
retiene entre la concha y el cuerpo la humedad esencial para realizar sus funciones; al 
perder la humedad, la lapa muere por desecación. 
Los biólogos han descubierto que en la zona litoral rocosa se da una disposición de 
los organismos en bandas o zonas horizontales. La causa de esta zonación es la 
existencia de un límite entre el aire y el agua que se mueve verticalmente con las olas 
y mareas. Los organismos se disponen en el gradiente vertical de condiciones 
ambientales con su capacidad para subsistir a la desecación, la disminución de 
oxígeno disuelto, la insolación y los cambios de temperatura. Estos organismos 
presentan una forma capaz de resistir el embate del agua, lo que desempeña también 
un importante papel. 
Se puede observar que en casi todas las costas del mundo, generalmente los seres 
vivos se disponen de la región superior a la mayor profundidad formando las zonas de 
litorinas, balanus, franja sublitoral y la zona sublitoral. 
La zona de litorina es relativamente árida, sujeta a condiciones de transición entre la 
tierra y el agua; los organismos que la habitan dependen de la pulverización del agua, 
aunque ocasionalmente, con tiempo fuerte o mareas vivas, la zona puede inundarse. 
El número de especies es muy limitado, dominando los gasterópodos del género 
Littorina y otros géneros de moluscos con conchas de coloraciones llamativas. La 
superficie de la roca se encuentra cubierta por algas azules o cianofíceas incrustantes 
y líquenes formados por la asociación de algas microscópicas y hongos, que 
representan a los primeros vegetales que empiezan a poblar un territorio marino. 
La zona de balanus es la típicamente intermareal, ya que, al menos en parte, es 
recubierta y descubierta cada día por el agua. La mayor parte de las especies que en 
ella se encuentran son crustáceos cirrípedos sésiles como los del género Balanus, que 
dominan en esta área y que buscan, de preferencia, los sitios de las rocas en los que es 
más fuerte la acción de las olas y las corrientes. De esta forma, su crecimiento se ve 
favorecido por las aguas ricas en materia nutritiva en suspensión. 
 
Figura 6. Balanus. 
Los Balanus son animales realmente marinos que se fijan en las rocas desde el límite 
superior de la pleamar, incluso desde la zona de salpicaduras, hasta el de la bajamar, 
formando una franja de color claro que marca los niveles de marea. 
Otros habitantes asiduos de las rocas y acantilados costeros son los erizos y las 
estrellas de mar, hasta el punto que será raro el sitio donde no se encuentren estos 
animales, cobijados entre los escondrijos y resquebrajaduras de los peñascos en donde 
el mar rompe con mayor brío. Estos organismos consiguen su alimento de las 
pequeñas plantas que recubren la superficie de las rocas en que viven. 
Algo más abajo de este nivel de los balanos se encuentra otra zona, la franja 
sublitoral, que delimita la zona intermareal de la región sublitoral. Esta franja, 
sumergida durante mareas medias y mareas muertas, sólo queda descubierta en las 
mareas vivas, y somete a sus pobladores a ocasionales periodos de desecación. 
En esta franja se localizan otras especies de Balanus que nunca forman una 
comunidad compacta en la zona de balanos, acompañadas por las lapas o anatifas, 
crustáceos cirrípedos, que parecen un mejillón montado sobre un pie; el percebes, 
crustáceo comestible, es afín a la anatifa, pero vive sobre las rocas que no descubre la 
marea. También se encuentra una fauna abundante de moluscos, algunos de ellos 
móviles como los Murex y las Littorina; otros viven pegados a las rocas a las que se 
adhieren fuertemente por medio de un pie musculoso que funciona como ventosa, sin 
embargo, pueden cambiar de sitio; como ejemplo están las patelas, lapas o sombreros-
chinos. 
Otros moluscos bien conocidos que habitan en este nivel son los mejillones, 
importantes por su papel en la alimentación humana, base de una verdadera industria 
marina, la llamada miticultura, y el ostión de roca, que también es importante como 
fuente de proteínas y fósforo y cuyo cultivo recibe el nombre de ostricultura. 
La zona sublitoral se extiende desde la línea de las bajamares vivas hasta el borde de 
la plataforma continental, aproximadamente a 200 metros de profundidad, o sea que 
nunca queda descubierta. Es la zona de mayor importancia económica del océano, ya 
que cuenta con poblaciones de organismos que permiten establecer las principales 
pesquerías del mundo y además constituye una fuente potencial de minerales útiles al 
hombre. 
Los organismos dominantes en estas rocas sublitorales son algas macroscópicas y los 
invertebrados sésiles como poliquetos tubícolas, esponjas, celenterados y ascidias, 
entre otros. Un caso curioso es el que se refiere a los poliquetos tubícolas que viven 
entre las rocas de esta zona, formando sus tubos con conchas pequeñas de 
foraminíferos, que se adhieren por medio de un cemento secretado por el animal. 
Las algas constituyen un elemento importante en los niveles superiores del mar, y la 
luz es un factor ambiental que determina su presencia; presentan una distribución 
vertical en la que las clorofitas o algas verdes son las más superficiales, luego les 
siguen las rodofitas o algas rojas, ya mayor profundidad se encuentran las feofitas o 
algas pardas. 
Junto a las grandes superficies rocosas y siempre en la zona de las mareas se localizan 
áreas en que se constituyen asociaciones de notable diversidad entre la fauna fija y la 
móvil; esto es en grietas profundas, grutas, cubetas, en las que el agua del mar 
persiste aun en mareas muy bajas, y en los campos de rocas de diverso tamaño. 
Las formas orgánicas que predominan en las grutas y constituyen la mayor parte de su 
revestimiento son: esponjas, hidrozoarios, ascidias, briozoarios y actinias o anémonas 
de mar, organismos sedentarios a los cuales pueden añadirse algunos otros errantes, 
como ciertos anélidos a los que por tener muchas cerdas o quetas se les denomina 
poliquetos y por ser urticantes se les llama además gusanos de banderilla. 
El sustrato sólido desaparece progresivamente con la profundidad, cambiando a 
fondos arenosos y fangosos, con lo que también se modifica la vegetación y los 
animales que ahí se encuentran. 
La distribución de los organismos vivos en los fondos de la plataforma continental 
depende de la mayor o menor riqueza en elementos nutritivos, o sea en materia 
orgánica más o menos desintegrada que es la base para que el fitoplancton inicie la 
cadena de alimentación. La fauna bentónica dominante de la plataforma continental la 
forman los moluscos, equinodermos y anélidos, es decir ya no animales fijos, pero sí 
poco móviles. Se encuentra también una fauna que se mueve ampliamente, 
compuesta en su mayoría por crustáceos, como los cangrejos y camarones, y peces 
que viven sobre estos fondos de rica alimentación. 
Así se observa que la zona costera rocosa que sufre el azote del oleaje y rompe en 
ellas su blanquísima espuma, está densamente poblada por infinidad de seres que 
soportan la violencia del mar, para lo que presentan cambios en su estructura y 
función de acuerdo con las condiciones de vida que les impone el medio. 
El interesado por la naturaleza encuentra entre esta multitud de seres vivos motivo de 
estudio, ya que muchas de estas criaturas presentan formas curiosas y 
comportamientos plenos de enseñanzas. 
 
IV. COMPARACIÓN ENTRE LA VIDA BENTÓNICA 
EN FONDOS ARENOSOS Y FANGOSOS 
LOS materiales erosionados de las masas de tierra continentales están sometidos a un 
continuo transporte por el agua de las lluvias; son separados, desgastados por el 
rozamiento, parcialmente disueltos y eventualmente llevados al mar a través de los 
ríos, en donde algunos de ellos forman playas fangosas, bancos de arena, playas 
arenosas, deltas y otras formaciones en la orilla del mar. 
También la acción de las mareas, el oleaje y las actividades de los innumerables 
organismos excavadores y raspadores, además de la acción erosiva del viento, lluvia, 
heladas, etcétera, desgastan continuamente las áreas rocosas de la zona intermareal 
colaborando a que unos fondos sean arenosos y otros fangosos. 
Los ríos de todo el mundo transportan al mar todos los años, aproximadamente, 8 
millones de toneladas de sedimentos; por ejemplo, el fondo del Golfo de México es 
muy fangoso a causa de la gran cantidad de sedimentos aportados por los ríos 
Mississippi y Grande que desembocan en él. 
Grandes extensiones de la plataforma continental en todos los océanos están cubiertas 
de arena o fango de diversos orígenes y, en general, los fondos rocosos o coralinos 
constituyen más la excepción que la generalidad. 
Los organismos que habitan las playas arenosas y fangosas de la región intermareal 
escapan a la acción dinámica de las olas, a los efectos de la desecación y a las 
temperaturas extremas, enterrándose en el sustrato. 
Cuando baja la marea, la zona que queda expuesta al aire parece estar desprovista de 
vida. Esto se debe a que sus habitantes han buscado protección dentro de la arena o el 
fango; sin embargo, la vida en tales condiciones requiere adaptaciones estructurales y 
fisiológicas de gran complejidad, conseguidas plenamente por un corto número de 
especies. 
Las características fisicoquímicas de la arena están cambiando constantemente, 
mientras que las del fango, que se localizan en lugares más protegidos, son más 
estables. Los organismos son capaces de construir galerías permanentes en el fango; 
en cambio, en la arena sus "alojamientos" pueden cambiar con cada movimiento de la 
marea. 
Los animales que viven en la arena deben ser capaces de enterrarse inmediatamente 
en el caso de quedar expuestos al aire y restablecer contacto con el agua superior tan 
pronto como sea posible para poder llevar a cabo su respiración, ya que necesitan 
tomar el oxígeno desde el agua. Sólo organismos más activos completamente 
adaptados a este medio inestable son capaces de subsistir en una playa expuesta, 
como sucede con ciertos cangrejos pequeños. En algunos lugares más protegidos 
donde la arena se vuelve más fangosa pueden existir seres vivos menos activos; pero 
el fango, a su vez, crea nuevos problemas por contener menos oxígeno disuelto. 
Se ha demostrado que ni la dinámica marina, ni la temperatura, ni la capacidad de 
retención de la humedad en las playas arenosas y fangosas, son factores 
microambientales limitantes para la presencia de las especies; pero sí son importantes 
los factores que determinan la facilidad de penetración de agua en el sustrato, llamada 
capacidad de drenaje, su contenido y la disponibilidad de oxígeno y materia orgánica, 
aparte de los caracteres granulométricos y minerales de los sedimentos y la 
estabilidad de las playas. 
Debido a las características fisicoquímicas que presentan las zonas arenosas y 
fangosas y a las modificaciones de los organismos en su estructura y función para 
adaptarse a ellas, existe una zonación especial en la distribución de estos seres vivos. 
Muchas de las playas de arena están compuestas, en su mayoría, de cuarzo y 
feldespato, que son los minerales más duros y abundantes dejados por el desgaste de 
las rocas. 
La distribución de los vegetales y los animales se inicia desde la parte alta de la duna 
en donde se encuentra una torturada y pobre vegetación, a la que se le llama 
vegetación pionera, que recubre los pelados montículos de arenas movedizas, 
azotadas por la brisa salobre, en un terreno impregnado de sales. Esta vegetación 
pionera va modificando poco a poco el ambiente para el establecimiento de la 
vegetación definitiva de las zonas costeras. 
En la base de la duna se encuentran los agujeros en donde se cobijan los cangrejos de 
playa, animales recelosos y cautos, con una marcada actitud de prudente reserva. En 
las playas son frecuentes los "cangrejos violinistas", llamados así porque los machos 
presentan enorme desarrollo en una de sus pinzas. 
Más cerca del agua viven otros pequeños cangrejos y un tipo de camarones de 
costumbres menos terrestres, ya que se localizan enterrados y dejando fuera sólo sus 
ojos para sorprender a cualquier presa que pueda satisfacer su apetito. 
En el agua que se filtra en los fondos arenosos de la zona costera y que ocupa los 
poros y canales que dejan libres entre sí los granos de los sedimentos, se encuentra 
una comunidad de organismos especialmente adaptados a este ambiente, a la que se le 
llama comunidad intersticial. 
Esta comunidad, formada por varios grupos zoológicos y botánicos, algunos 
exclusivos de esta zona donde se localizan bacterias, diatomeas, flagelados, es 
productora primaria para las poblaciones de inverteabrados fitófagos y carnívoros que 
ahí viven. Entre éstos se encuentran pequeños animales como los rotíferos y los 
copépodos, muchos gusanos redondos del grupo de los nemátodos, anélidos 
poliquetos, así como algunos moluscos diminutos. 
 
Figura 7. Cangrejo violinista. 
La fauna intersticial está caracterizada por la presencia de adaptaciones convergentes, 
es decir que todas las especies tienen aspecto parecido: tamaño muy pequeño, de 50 a 
100 micras, rara vez alcanzan un milímetro; casi todas son móviles, aunque se dan 
rarasexcepciones sésiles; los cuerpos son filiformes y están provistos de cilios 
adaptados adecuadamente para moverse en los espacios intersticiales. Esta fauna 
varía según el tamaño de las partículas del sedimento, su localización en relación con 
la profundidad mareal, salinidad, temperatura del agua y otros factores. 
Los organismos intersticiales contribuyen en forma importante a la provisión de 
alimento para los seres mayores que se nutren ingiriendo sedimentos y digiriendo la 
materia orgánica que contienen. 
A partir de la línea de las bajamares comienza la zona infralitoral, cuyos primeros 
metros están cubiertos por extensas praderas formadas de fanerógamas marinas, que 
se extienden hasta el límite más profundo de penetración de la luz. Los géneros 
principales son las Zostera, Posidonia y Thalassia, éste último el más abundante en el 
continente americano y el que forma las praderas más extensas. 
Cuando crece en fondos fangosos, Thalassia forma praderas continuas, pero en 
sedimentos más firmes como la arena lo hace en forma de manojos algo elevados 
sobre el sedimento circundante. Estas elevaciones se originan por una acumulación de 
guijarros, conchas y fragmentos de algas calcáreas retenidos por las raíces o rizomas 
de esta planta. 
Los habitantes de la comunidad de Thalassia no se alimentan tanto del tejido de la 
planta como de la capa de organismos que cubre las hojas y de los detritos que 
origina. El campo de Thalassia proporciona a los organismos abundante oxígeno, 
soporte y protección, y éstos sirven, a su vez, de alimento para camarones y peces 
jóvenes; es por ello que las agrupaciones de fanerógamas marinas son de importancia 
considerable en la productividad de las aguas costeras. 
Animales característicos de tales praderas son, por ejemplo, la gran estrella Oreaster, 
erizos, esponjas calcáreas, corales blandos como las gorgonias, plumas de mar y 
abanicos de mar. Uno de los peces característicos es la aguja de mar, que por la forma 
de su cuerpo se confunde con las hojas de la Thalassia. 
 
Figura 8. Pez aguja, difícil de observar por su camuflaje. 
Los siguientes metros de la zona infralitoral van a presentar fondos arenosos y otros 
cubiertos por fango. Los fondos arenosos son propios de aguas agitadas, mientras que 
en los fangosos dominan las aguas en calma, más profundas y más alejadas de los 
productores primarios. Los habitantes del fango son más delicados, frágiles, con 
conchas más delgadas y músculos más débiles que el de los habitantes de la arena. 
En las playas de fondos arenosos viven enterradas estrellas de mar de cuerpo 
aplanado y membranoso, erizos de mar aplanados de espinas muy débiles y frágiles, 
con perforaciones o no en su caparazón, como el género Mellita, conocidos como 
"galletas de mar" o "dólares", por su aspecto. Algunos moluscos bivalvos se han 
adaptado también a vivir aquí, como las almejas, coquinas, Donax y las "navajas", 
bivalvos excavadores muy buscados por los gastrónomos. 
Más profundamente están los erizos de cuerpo acorazonado, cuyo caparazón semeja 
un corazón, holoturias o pepinillos de mar de diversas especies, algunas de las cuales 
sirven para preparar el guiso trepangs, tan apreciado en China, Filipinas, Japón y 
África, a pesar de su aspecto repulsivo. Estas holotuarias se alimentan de pequeños 
moluscos, gusanos y crustáceos principalmente. 
Una de las características más notables de los fondos areno-fangosos es la abundancia 
de gusanos, sobre todo de nemátodos de cuerpo redondo y anélidos, que viven 
enterrados a diferentes profundidades, formando galerías y excavaciones de mil 
formas. 
 
Figura 9. Sabélido. 
Principalmente en los fangos se encuentran ciertos poliquetos más o menos gruesos y 
de mayor o menor longitud, que se reconocen por su cuerpo anillado, como los de la 
familia de los Nereis, que presentan prolongaciones o parápodos laterales en cada 
anillo, llevando numerosas "quetas" o cerdas, de donde procede su nombre de 
poliquetos. 
Otras especies, como Sabella, forman un tubo mucoso con aspecto de caucho cubierto 
con partículas de limo, hundido verticalmente en el sedimento. Estas especies se 
reconocen por su penacho branquial multicolor en forma de flor; al menor contacto, el 
animal se encierra bruscamente en su tubo, obturándolo con un opérculo. Estos 
animales capturan su alimento arrojando por su boca un líquido mucoso en donde se 
adhiere plancton, para después reabsorberlo. 
Otros organismos que habitan estas zonas arenosas y fangosas son las esponjas, 
aunque se ha observado que la mayoría viven en facies rocosas, pues al ser inmóviles 
necesitan un soporte para poder fijarse; sin embargo, ciertas especies eligen una base 
insignificante como un pedrusco, guijarros, conchas o vegetales, por lo que se hallan 
incluidas en las facies de conjunto de los fondos blandos. Éste es el caso de las 
esponjas comerciales del género Euspongia que se pescan en el Mediterráneo y en el 
Mar Caribe, especialmente en los fondos poco profundos y arenosos, o cubiertos por 
fanerógamas. 
Los fondos arenosos y fangosos son también muy frecuentados por una fauna 
"errante", que va a ellos en busca de refugio temporal y abundante comida; entre ésta 
se encuentran diferentes crustáceos y moluscos, quienes aprovechan este ambiente 
para depositar sus huevecillos o "puestas", que presentan formas características 
dependiendo de la especie. 
El camarón gris es muy común en los fondos de arena; los cangrejos verdes o 
"rabiosos" corren por todas las playas y hormiguean en los bancos del fango, no son 
comestibles pero sirven como cebo para los pescadores de caña. En todas partes se 
encuentran numerosas especies de crustáceos: copépodos, anfípodos, isópodos; 
ciertos moluscos gasterópodos frecuentan las praderas de las zosteras, como la 
curiosa "liebre de mar" del género Aplysia, cuya concha muy reducida es, en parte, 
interna. 
En medio de las praderas de zosteras, entre las hojas, se encuentra una variada fauna 
de actinias o anémonas de mar, ascidias, hidrozoarios y briozoarios. Y a todo este 
hervidero de vida viene a añadirse el molusco cefalópodo Sepia, que posee una bolsa 
de tinta y una concha caliza esponjosa, y presenta la facultad de enterrarse con rara 
habilidad por medio de movimientos oscilatorios. 
También habitan estas zonas peces como los lenguados, de distintas especies, tan 
perseguidos por los pescadores por su carne excelente; este animal tiene su cuerpo 
aplanado, es asimétrico y contrahecho; sin duda por su tenaz costumbre de apoyarse 
de continuo sobre el fondo arenoso y plano, tiene una coloración imitativa que se 
confunde con la de la arena; conserva solamente, fuera de su lecho arenoso, sus ojos 
saltones en acecho de sus presas. Estas mismas costumbres llevan las rayas, peces 
muy voraces, el pez ángel y otros semejantes a las mantarrayas, aunque más 
pequeños. 
Algunos peces que constituyen un peligro para el hombre, como los peces piedra y 
los torpedos, también se encuentran en estos fondos. Los peces piedra, que poseen 
glándulas venenosas en las bases de los radios de su aleta dorsal y de una espina, se 
esconden en el sedimento, y únicamente sacan a la superficie la espina venenosa. Si 
son pisados al caminar se inocula el veneno por la presión ejercida, muy tóxico para 
los centros nerviosos. Menos peligroso es el torpedo, parecido a las rayas, ya que sólo 
produce descargas eléctricas muy desagradables para el hombre. 
Conforme se penetra a mayores profundidades se observa que ya no hay vegetación 
ni refugios naturales, tan preferidos por muchas especies. El suelo submarino está 
desnudo como un desierto, pues sin la luz del Sol es imposible la fotosíntesis; por ello 
existe otra fauna con características especiales para habitar esos fondos. 
 
V. LAS ESPONJAS COMO COMPONENTES 
COMUNES DEL BENTOS. SU UTILIZACIÓN 
EN LA frontera entre los seres unicelulares y pluricelulares se halla un grupo de 
criaturas, las esponjas, del que todoel mundo ha visto o quizá ha usado algún 
ejemplar, y que tienen gran interés para la ciencia y para la economía de algunos 
pueblos. 
Las esponjas son conocidas desde tiempos remotos; Aristóteles, tres siglos antes de 
Cristo, menciona ya en sus escritos a algunos de estos seres, de los que hizo 
interesantes observaciones. Eran ya utilizadas por los griegos, quienes en las tibias 
aguas del archipiélago helénico, desde tiempo inmemorial, se dedicaron a su pesca, 
en la que llegaron a ser muy diestros. Los antiguos griegos no sólo utilizaban las 
esponjas en su aseo personal, sino también para acolchonar sus cascos de bronce y 
pesadas armaduras de guerra. 
La clasificación de este grupo dentro del mundo animal o vegetal constituyó un 
verdadero problema para los científicos, ya que al encontrar yodo en su cuerpo se 
creía que eran vegetales. Hasta entrado el siglo XVIII el origen de las esponjas se 
justificó de diversas maneras, primero como espuma de mar solidificada, después 
como nidos de ciertos animales marinos o como plantas. Fue el inglés John Ellis, en 
1786, quien resolvió definitivamente el enigma, declarando que las esponjas son, de 
hecho, organismos animales. Ellis observó los movimientos de retracción y expansión 
de los poros del cuerpo de la esponja, así como las corrientes de agua que atraviesan 
su cuerpo. 
No obstante, las esponjas carecen de algunas características de los animales típicos: 
no tienen órganos totalmente diferenciados, en cierto modo se podrían considerar 
equivalentes a colonias de células donde cada una de ellas continúa alimentándose y 
asimilando por sí misma. 
Las esponjas presentan cámaras interiores revestidas de células, cada una de las 
cuales posee un largo filamento, el flagelo. Estas células toman las partículas 
alimenticias del agua que fluye a través del cuerpo de la esponja y de su sistema de 
canales, impulsada por incontables sacudidas de los flagelos. 
Las colonias de animales que no se desplazan en el mar, necesitan que las corrientes 
marinas lleven partículas alimenticias hasta la proximidad de sus órganos de captura 
como los flagelos, tentáculos o penachos. Pero las esponjas, gracias a las células que 
producen esa corriente de agua en su interior, pueden vivir también en aguas quietas, 
con tal de que posean sustancias nutritivas. 
El bombeo de la colonia aporta sin cesar agua nueva que, con sus partículas en 
suspensión, atraviesa el cuerpo de la esponja y llega a las células; éstas aprovechan el 
oxígeno disuelto en el agua y además capturan el alimento; después, el agua es 
arrojada de nuevo hacia afuera y arrastra con ella las materias de desecho y bióxido 
de carbono producidos por la esponja. 
Como las esponjas están completamente abiertas al agua, no tienen problemas de 
presión a cualquier profundidad del mar donde vivan: su cuerpo siempre está lleno de 
agua a la misma presión de la que las rodea. 
Existen esponjas macizas o incrustantes que revisten piedras o corales; las hay de 
cuerpo saliente con aspecto ramificado o de cornamenta, o bien de forma de abanico 
que se eleva varios metros del fondo a partir de un tejido con aspecto de hongo. Son 
organismos resistentes y córneos que dentro de la cadena trófica sólo sirven de 
alimento a muy pocos animales. 
Un caso realmente curioso lo constituyen diversas esponjas del género Cliona, 
llamadas "esponjas perforantes", que viven en zonas de poca profundidad, excavando 
agujeros en los fondos calizos y en los corales, perforándolos de tal forma que llegan 
a destruirlos totalmente. No se sabe el mecanismo que emplean, pero se cree que lo 
hacen por el bombardeo de la superficie que quieren atacar con las puntas de sus 
espículas silíceas, que actúan como barrenos a pesar de su fineza. Aunque el proceso 
es lento, se hace eficaz debido a su continuidad. Estas esponjas son muy perjudiciales, 
pues atacan bancos enteros de ostras, agujerándolas, e incluso deshaciendo por 
completo a las escolleras de los puertos, sobre las que se encuentran fijadas las ostras. 
Las esponjas son animales marinos en su inmensa mayoría, y sólo se conoce la 
familia Sipongillidae que vive en agua dulce; todas ellas son seres sedentarios, que 
viven fijos al fondo o a los objetos sumergidos. La esponja tipo puede ser considerada 
como un jarrón con paredes que presentan gran cantidad de poros llamados inhalantes 
porque dejan pasar el agua, la cual llega a la cavidad del jarrón denominada gástrica, 
cámara central o espongiocele, de donde vuelve a salir por un orificio situado 
generalmente arriba, llamado ósculo. 
Las paredes del cuerpo tienen una constitución muy sencilla, iniciándose apenas la 
diferenciación celular para formar tejidos. Este hecho ha permitido realizar 
experimentos muy interesantes: por ejemplo, en algunas esponjas se ha estudiado el 
proceso de reasociación de sus células, para reorganizar el conjunto cuando han sido 
disociadas por procedimientos experimentales. 
Los experimentos del doctor Wilson son de gran importancia. Este biólogo tamizaba 
pequeños trozos de esponja a través de una tela de seda como las que se emplean para 
cernir harinas, lo cual determinaba la disociación de las células de la esponja, que 
aparecían separadas unas de otras; estas células eran recogidas en un recipiente lleno 
de agua del mar y se les dejaba en reposo; al cabo de algún tiempo, las células 
formaban una especie de placas en el fondo del recipiente en que se les mantenía, y 
poco después, si las condiciones eran favorables, se constituían pequeñas esponjas en 
las que se podía reconocer la organización originaria y fundamental de estos 
organismos. 
Se observó también que si se mezclaban células de dos especies de esponjas 
diferentes en una suspensión, las células se separaban limpiamente, resultando nuevas 
esponjas diminutas de una y de otra especie, pero no híbridas. Por esto, no es extraño 
que surjan esponjas donde otras han sido arrancadas. 
Todo el secreto del vivir de la esponja estriba en la corriente de agua ininterrumpida 
que penetra por los poros y circula por un sistema de canales en el interior de su 
cuerpo. Si un buzo vierte tinta junto a una gran esponja, el fluido desaparece, 
absorbido por los innumerables poros, y vuelve a salir algo diluido, como una nube 
azulada, a través del canal expulsor principal. 
 
Figura 10. Tipos de esponjas. 
Según la complicación del sistema de canales las esponjas pueden ser de tres tipos: el 
primero, llamado Ascon, es cuando se presenta la cavidad de la esponja a todo lo 
largo de su cuerpo; el segundo, el Sicon, tiene la cavidad dividida en canales radiales, 
y el tercero, el Leucon, presenta una ramificación grande en cada uno de estos canales 
formando pequeñas cámaras vibrátiles en donde se agrupan las células flageladas. 
Medidas efectuadas demuestran que una esponja del tipo Leucon, de 10 centímetros 
de altura y 1 centímetro de diámetro, tiene 2 250 000 cámaras vibrátiles, cuyo trabajo 
es causa de que diariamente la atraviesen 22 litros y medio de agua. 
El esqueleto de las esponjas también presenta gran diversidad y en algunas está 
constituido por una sustancia llamada espongina, muy fuerte y flexible, por lo que 
reciben el nombre de córneas, ya que cuando se queman desprenden olor a cuerno; 
otras tienen esqueleto formado por espículas, que pueden ser de carbonato de calcio, 
las cuales convierten al animal en algo tan duro y quebradizo como la piedra, siendo 
por esto que a estas esponjas se las denomina calcáreas; otras más, algunas de las más 
hermosas, tienen esqueletos de sílice, estructurados con agujas y filamentos 
entrelazados de vidrio hilado, conocidas con el nombre de silicosas. 
Esas esponjas silicosas o de vidrio son muy comunes en las aguas profundas. Entre 
ellas se cuenta la Euplectella, conocida también como "canasta de flores de Venus" o 
"regadera de Filipinas o del Japón". Esta hermosa criatura se encuentra a 
profundidades de 200 a 300 metros, tiene aproximadamente

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